Tanto los ancianos como los jóvenes descuidan la Biblia. No hacen de ella su estudio, la regla de su vida. Especialmente los jóvenes son culpables de tal negligencia. La mayoría de ellos hallan tiempo para leer otros libros; pero no estudian diariamente el Libro que señala el camino hacia la vida eterna. Leen atentamente los cuentos inútiles, mientras que descuidan la Biblia. Este libro es el Guía que nos lleva a una vida más elevada y más santa. Los jóvenes declararían que es el libro más interesante que leyeron alguna vez, si su imaginación no hubiese quedado pervertida por la lectura de historias ficticias.
Las mentes juveniles no alcanzan su desarrollo más noble cuando descuidan la fuente más elevada de sabiduría: la Palabra de Dios. Que estamos en el mundo de Dios, en presencia del Creador; que somos hechos a su semejanza; que él vela sobre nosotros y nos ama y cuida; éstos son maravillosos temas de reflexión y conducen la mente a amplios y exaltados campos de meditación. El que abre la mente y el corazón a la contemplación de estos temas, no se quedará nunca satisfecho con asuntos triviales y sensacionales.
Es difícil estimar la importancia de procurar un conocimiento cabal de las Escrituras. "Inspirada divinamente", capaz de hacernos sabios "para la salvación", a fin de que el hombre de Dios sea "perfecto, enteramente preparado para toda buena obra",1 la Biblia exige nuestra atención más reverente. No debemos quedar satisfechos con un conocimiento superficial, sino procurar aprender el pleno significado de las palabras de verdad, beber profundamente del espíritu de los Santos Oráculos.--Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 107.
Descripción del pecado
Sería mejor que nunca leyesen los jóvenes los libros que tratan temas sensacionales, publicados y puestos en circulación para ganar dinero. Hay una fascinación satánica en tales libros. El relato desconsolador de crímenes y atrocidades tiene sobre muchos un poder hechizador que los excita a buscar lo que pueden realizar para alcanzar notoriedad, aun mediante los actos más perniciosos. Las enormidades, las crueldades y las prácticas licenciosas descritas en algunos de los escritos estrictamente históricos, han actuado como levadura en las mentes de muchos induciéndolos a cometer actos similares.
Los libros que delinean las prácticas satánicas de los seres humanos, dan publicidad al mal. Esos horribles detalles no necesitan revivirse, y nadie que crea la verdad para este tiempo debe tener parte en perpetuar su recuerdo. Cuando el intelecto se alimenta y estimula con estos alimentos depravados, los pensamientos se vuelven impuros y sensuales.--Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 103.