Mensajes para los Jóvenes (1967)

Capítulo 132

Las reuniones sociales

Las reuniones sociales pueden ser en elevado grado provechosas e instructivas cuando los que a ellas asisten tienen el amor de Dios en sus corazones, cuando se reúnen para expresar pensamientos en cuanto a la Palabra de Dios, o para considerar los métodos para el progreso de su obra y para hacer bien a sus prójimos. Dios es honrado, y los que tienen parte en estas reuniones son refrigerados y fortalecidos cuando el Espíritu Santo es considerado un huésped bienvenido a estas reuniones, y cuando no se dice o hace nada que lo haga retirar entristecido.

Pero hay reuniones sociales de carácter diferente donde se ven con demasiada frecuencia el orgullo de la apariencia, hilaridad y frivolidad. En su deseo de divertirse, los que asisten a ellas corren el peligro de olvidar a Dios, y ocurren cosas que hacen llorar a los ángeles que las observan. El escenario de placer llega a ser, momentáneamente, su paraíso. Todos se entregan a la hilaridad y la alegría. Los ojos chispean, las mejillas se sonrojan; pero la conciencia duerme.

Muestras de falta de espiritualidad

El origen de tal entusiasmo e inspiración no es celestial. Son cosas enteramente de esta tierra. Los ángeles del cielo contemplan tristemente el olvido de aquellos por quienes Cristo ha hecho tanto. Cuando la enfermedad y la muerte sobrevienen a aquellos que han vivido meramente para su placer, descubren ellos demasiado tarde que no tienen aceite en sus lámparas, y que son completamente inaptos para cerrar la historia de su vida.

El tenor de la conversación sostenida en muchas reuniones sociales revela qué es lo que interesa al corazón. La conversación trivial, los chistes tontos, que sólo tienen por objeto provocar risa, no representan debidamente a Cristo. Aquellos que los han expresado no estarían dispuestos a verse frente a frente con una crónica de sus palabras. Los que escuchan reciben una mala impresión, y se arroja una ofensa sobre Cristo. ¡Ojalá los jóvenes cuidasen bien sus palabras, porque por ellas serán justificados o condenados! Recordad que Jesús está a vuestro lado dondequiera que vayáis, observando vuestras acciones y escuchando vuestras palabras. ¿Os avergonzaría oír su voz y saber que él escucha vuestra conversación?

El cristiano que era ferviente y que participa en diversiones mundanas, se halla en terreno peligroso. Ha abandonado la región llena de la atmósfera vital del cielo, y se halla sumergido en una atmósfera de niebla; pues en muchos casos las reuniones de placer y diversión son una ofensa a la religión de Cristo.

El que mantiene su comunión con Dios no puede participar sinceramente de estas cosas. Las palabras que oye no congenian con él, pues no son el lenguaje de Canaán. Los que hablan no dan evidencia de que en sus corazones estén elevando melodías a Dios.

Influencias sutiles

Las personas de carácter y experiencia religiosa artificiales están demasiado dispuestas a reunirse para divertirse, y su influencia atrae a otros. A veces se persuade a jóvenes de ambos sexos que tratan de ser cristianos según la Biblia, a que se unan al grupo. Como no están dispuestos a que se los considere singulares, y tienen inclinación natural a seguir el ejemplo de otros, se colocan bajo la influencia de aquellos que tal vez nunca han sentido el toque divino en la mente o el corazón. Si hubiesen consultado en oración la norma divina, para saber lo que Cristo ha dicho en cuanto al fruto que ha de llevar el árbol cristiano, se habrían percatado de que estos entretenimientos eran realmente banquetes preparados para impedir que las almas aceptasen la invitación a la fiesta de bodas del Cordero.

Ocurre a veces que, por frecuentar lugares de diversión, los jóvenes que han sido cuidadosamente instruidos en el camino del Señor son apartados por el hechizo de la influencia humana y toman afecto a aquellos cuya educación e instrucción han sido de carácter mundano. Se venden a una esclavitud que ha de durar toda la vida, al unirse con personas que no poseen el ornamento de un espíritu semejante al de Cristo. Los que verdaderamente aman y sirven a Dios temerán descender al nivel del mundo escogiendo la sociedad de aquellos que no han entronizado a Cristo en sus corazones. Se pondrán valientemente de parte de Cristo, aunque la conducta que adopten sea de abnegación y sacrificio.

El antídoto para la frivolidad

Cristo vivió una vida de trabajo arduo y de sacrificio por nosotros, ¿no nos hemos de negar a nosotros mismos por él? ¿No son temas dignos de ocupar nuestras mentes la expiación que él ha hecho por nosotros y la justicia que espera darnos? Si los jóvenes quisieran sacar del depósito de la Biblia los tesoros que contiene, si meditaran en el perdón, la paz y la justicia eterna que coronan una vida de abnegación, no desearían la excitación o la diversión dudosa.

Cristo se regocija cuando los pensamientos de los jóvenes están ocupados en los grandiosos y ennoblecedores temas de la salvación. Penetra en los corazones de los tales como huésped permanente llenándolos de gozo y paz. Y el amor de Cristo en el alma es como "una fuente de agua que salte para vida eterna".1... Los que poseen este amor se deleitarán en hablar de las cosas que Dios ha preparado para los que, le aman.

El Dios eterno ha trazado la línea de distinción entre el santo y el pecador, entre convertidos y no convertidos. Las dos clases no se mezclan imperceptiblemente como los colores de un arco iris, antes son tan distintas como el mediodía de la medianoche. No es seguro para el pueblo de Dios trabar relaciones íntimas con aquellos que conocen la verdad pero no la practican. El patriarca Jacob, cuando habló a sus hijos de ciertos hechos de ellos que él contemplaba con horror, exclamó: "En su consejo no entre mi alma, ni mi espíritu se junte en su compañía".2 El tenía la impresión de que su mismo honor iba a hallarse comprometido si se relacionaba con los pecadores en sus formas de proceder. Levantó la señal de peligro, amonestándonos a evitar las malas compañías, no sea que nos contaminemos con el mal. Y el Espíritu Santo expresa mediante el apóstol Pablo una advertencia similar: "Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas"3 (Youth's Instructor, febrero 4, 1897).

Reuniones sociales aceptadas

Todo talento de influencia debe ser sagradamente alimentado y usado con el fin de conquistar almas para Cristo. Los jóvenes de ambos sexos no deberían pensar que son aceptables a Cristo sus deportes, sus veladas y sus entretenimientos musicales, tal como se desarrollan habitualmente.

Repetidas veces se me ha dado luz en cuanto a que todas nuestras reuniones deberían caracterizarse por una decidida influencia religiosa. Si nuestros jóvenes se reuniesen para leer y entender las Escrituras, preguntándose: "¿Qué debo hacer para tener la vida eterna?" y se pusiesen luego unidos de parte de la verdad, el Señor Jesús enviaría su bendición a sus corazones.

¡Ojalá cada miembro de iglesia, cada obrero de nuestras instituciones se percatara de que esta vida es una escuela donde ha de prepararse para el examen a que lo someterá el Dios del cielo en cuanto a pureza, limpieza de pensamiento y generosidad de acción! En los libros del cielo se registra cada palabra y acción, cada pensamiento...

Por el poder y predominio de la verdad debemos ser santificados y elevados a la verdadera dignidad de la norma expuesta en la Palabra. Sólo se puede conocer el camino del Señor por la más cuidadosa obediencia de su Palabra. Estudiad la Palabra (Youth's Instructor, agosto 14, 1906).