Amada hermana L: He sabido que Ud. piensa casarse con uno que no está unido con Ud. en la fe religiosa, y temo que Ud. no haya pesado cuidadosamente este asunto importante. Antes de dar un paso que ha de ejercer influencia sobre toda su vida futura, le ruego que estudie el asunto con oración y reflexión. ¿Resultará esta nueva relación en fuente de verdadera felicidad? ¿Le ayudará en la vida cristiana? ¿Agradará a Dios? ¿Será el suyo un ejemplo seguro para otros?
Pruebas de amor
Antes de dar su mano en matrimonio, toda mujer debe averiguar si aquel con quien está por unir su destino es digno. ¿Cuál ha sido su pasado? ¿Es pura su vida? ¿Es de un carácter noble y elevado el amor que expresa, o es un simple cariño emotivo? ¿Tiene los rasgos de carácter que la harán a ella feliz? ¿Puede encontrar verdadera paz y gozo en su afecto? ¿Le permitirá conservar su individualidad, o deberá entregar su juicio y su conciencia al dominio de su esposo? Como discípula de Cristo, no se pertenece; ha sido comprada con precio. ¿Puede ella honrar los requerimientos del Salvador como supremos? ¿Conservará su alma y su cuerpo, sus pensamientos y propósitos, puros y santos? Estas preguntas tienen una relación vital con el bienestar de cada mujer que contrae matrimonio.
Se necesita religión en el hogar. Únicamente ella puede impedir los graves males que con tanta frecuencia amargan la vida conyugal. Únicamente donde reina Cristo puede haber amor profundo, verdadero y abnegado. Entonces las almas quedarán unidas, y las dos vidas se fusionarán en armonía. Los ángeles de Dios serán huéspedes del hogar, y sus santas vigilias santificarán la cámara nupcial. Quedará desterrada la degradante sensualidad. Los pensamientos serán dirigidos hacia arriba, hacia Dios; y a él ascenderá la devoción del corazón.
Resultado de la desobediencia
El corazón anhela amor humano, pero este amor no es bastante fuerte, ni puro, ni precioso para reemplazar el amor de Jesús. Únicamente en su Salvador puede la esposa hallar sabiduría, fuerza y gracia para hacer frente a los cuidados, responsabilidades y pesares de la vida. Ella debe hacer de él su fuerza y guía. Dése la mujer a Cristo antes que darse a otro amigo terrenal, y no forme ninguna relación que contraríe esto. Los que quieren disfrutar verdadera felicidad, deben tener la bendición del cielo sobre todo lo que poseen, y sobre todo lo que hacen. Es la desobediencia a Dios la que llena tantos corazones y hogares de infortunio. Hermana mía, a menos que quiera tener un hogar del que nunca se levanten las sombras, no se una con un enemigo de Dios.
Como quien habrá de encararse con estas palabras en el juicio, le suplico que considere el paso que se propone dar. Pregúntese: "¿Apartará un esposo incrédulo mis pensamientos de Jesús? ¿Ama los placeres más que a Dios? ¿No me inducirá a disfrutar las cosas en que él se goza?" La senda que conduce a la vida eterna, es penosa y escarpada. No tome sobre sí pesos adicionales que retarden su progreso...
Yo quiero advertirle su peligro antes que sea demasiado tarde. Ud. escucha palabras dulces y agradables, y se siente inducida a creer que todo andará bien; pero no lee los motivos que inspiran esas hermosas frases. Ud. no puede ver las profundidades de la perversidad oculta en el corazón. Ud. no puede mirar detrás de las escenas, y discernir las trampas que Satanás está tendiendo para su alma. El quisiera inducirla a seguir una conducta que la haga fácilmente accesible, para disparar las saetas de la tentación contra Ud. No le conceda la menor ventaja. Mientras Dios obra sobre la mente de sus siervos, Satanás obra por medio de los hijos de la desobediencia. No hay concordia entre Cristo y Belial. Los dos no pueden armonizar. Unirse con un incrédulo es ponerse en el terreno de Satanás. Ud. agravia al Espíritu de Dios y pierde el derecho a su protección. ¿Puede Ud. incurrir en tales desventajas mientras pelea la batalla por la vida eterna?
Un compromiso roto
Tal vez Ud. diga: "Pero yo he dado mi promesa, ¿debo retractarla?" Le contesto: Si Ud. ha hecho una promesa contraria a las Sagradas Escrituras, por lo que más quiera retráctela sin dilación, y con humildad delante de Dios arrepiéntase de la infatuación que la indujo a hacer una promesa tan temeraria. Es mucho mejor retirar una promesa tal, en el temor de Dios, que cumplirla y por ello deshonrar a su Hacedor.
Recuerde Ud. que tiene un cielo que ganar, una senda abierta a la perdición que rehuir. Dios quiere decir lo que dice. Cuando prohibió a nuestros primeros padres que comiesen del fruto del árbol del conocimiento, su desobediencia abrió las compuertas de la desgracia para todo el mundo. Si andamos en forma que contraríe a Dios, él nos contrariará a nosotros. Nuestra única seguridad consiste en rendir obediencia a todos sus requerimientos, cueste lo que cueste. Todos están fundados en una sabiduría y un amor infinitos.--Joyas de los Testimonios 2:119-122.
Es esencial el criterio maduro
El bien de la sociedad, así como los más elevados intereses de los estudiantes, exigen que no intenten ellos elegir un cónyuge para la vida mientras su propio carácter no esté aún desarrollado, su criterio no esté maduro, y se hallen al mismo tiempo privados del cuidado y la dirección de los padres...
Buena obra hacen los que tratan de escudar a la juventud contra la tentación y prepararla para una vida de utilidad. Nos alegra ver en todas las instituciones de enseñanza un reconocimiento de la importancia de la sujeción propia y la disciplina entre los jóvenes. Ojalá sean coronados de éxito los esfuerzos de tales educadores.--Fundamentals of Christian Education, 62, 63.