Mensajes para los Jóvenes (1967)

Capítulo 156

El buen criterio y el dominio propio en el matrimonio

LOS que profesan ser cristianos no debieran contraer matrimonio hasta haber considerado el asunto cuidadosamente y con oración, desde un elevado punto de vista, para ver si Dios puede ser glorificado por tal unión. Luego deberían considerar el resultado de cada privilegio de la relación matrimonial, y tomar como base de cada acto el principio santificado.

Provisión para el futuro

Antes de aumentar la familia deberían considerar si Dios será glorificado o deshonrado por el hecho de traer hijos al mundo. Desde el principio y durante cada año de su matrimonio deberían tratar de glorificar a Dios con su unión. Deberían considerar con toda calma qué provisión pueden hacer para sus hijos. No tienen derecho de traer hijos al mundo que sean una carga para los demás. ¿Tienen una ocupación en la que pueden confiar para mantener a una familia, de modo que no lleguen más tarde a ser una carga para otros? Si no la tienen cometen un crimen al traer hijos al mundo para que sufran por falta del cuidado debido, y de alimento y de ropa.

El dominio de la pasión

En esta época disoluta y corrompida, no se consideran estas cosas. Los deseos sensuales dominan, y no se someten, aunque el resultado de su dominio sea la debilidad, la miseria y la muerte. Las mujeres se ven obligadas a una vida de dificultades, dolores y sufrimientos, a causa de los deseos irrefrenables de los hombres que llevan el nombre de esposos, pero que con más justicia podrían llamarse brutos. Las madres llevan una existencia miserable, cargando casi todo el tiempo un niño en los brazos y arreglándose como pueden para que todos tengan pan y ropa. El mundo está lleno de esta miseria acumulada.

Hay poco amor verdadero, genuino y devoto. Es muy rara esta preciosa virtud. Se llama amor a la pasión. Más de una mujer ha visto ultrajada su delicada y tierna sensibilidad porque la relación del matrimonio permitió al que ella llamaba esposo, que la tratase brutalmente. Descubrió que su amor era de tan baja calidad, que la ofendía.

La necesidad del dominio propio

Muchas familias viven en un desgraciado estado, porque el esposo y padre permite que la parte animal de su naturaleza predomine sobre la intelectual y moral. Como resultado se experimenta una sensación de languidez y depresión, pero rara vez se adivina que la causa sea el resultado de su conducta indebida. Tenemos para con Dios solemnes obligaciones de mantener el espíritu puro y el cuerpo sano para que podamos ser un beneficio para la humanidad y prestar a Dios un servicio perfecto.--Testimonios para la Iglesia 2:380, 381.