El Ministerio Médico

Capítulo 11

La familia del sanatorio

Los cristianos deben ser portaantorchas

Los cristianos deben ser portaantorchas que digan a todos aquellos con quienes se relacionen: Seguidnos, como nosotros seguimos a Cristo. Deben ser ejemplos de piedad, que representen a Cristo en palabra, en espíritu, en acción y en todas las relaciones que tengan con sus hermanos y con los extraños. Deben mostrar que sus acciones son una copia de las acciones de su gran Modelo. Cristo encomienda todo esto a sus seguidores. Ellos deben mostrar la superioridad de los principios celestiales sobre los mundanales.--Carta 148, 1899.

Para irradiar luz y conocimiento

En cada sanatorio deben mantenerse al frente de todos los principios del verdadero servicio. Debe irradiar luz y conocimiento de la institución. Todas las personas vinculadas con ésta deben hacer su parte en forma inteligente, como representantes de la verdad para este tiempo. Los jóvenes llegan a nuestros sanatorios a fin de prepararse para hacer la verdadera obra misionera.

Si cooperáis con Dios, él irá delante de vosotros y la gloria del Señor será vuestra retaguardia. Los ángeles del cielo prorrumpirán en canción mientras las almas reciben el gran don de Dios por medio de Jesucristo. Podéis asegurar al enfermo y afligido que Cristo es el gran Sanador. Ellos pueden creer en él y confiar en su Palabra; pues él nunca falla.--Carta 97, 1905.

Preparación para diversas ramas de trabajo

Deben prepararse obreros en los sanatorios, algunos de los cuales se vincularán con la institución, mientras otros saldrán como misioneros médicos. Ellos, en cualquier rama de trabajo que vayan a desempeñar--sean médicos, enfermeros o auxiliares--debieran estar firmes sobre los principios de la reforma pro salud y de todos los puntos de nuestra fe, para que al tener contacto con los pacientes o al salir al mundo civilizado y a las regiones que están en las tinieblas del paganismo, se les pueda presentar la verdad de Dios referente a estos temas. Al comenzar estos obreros a cumplir sus deberes, la eficiencia de hombres y mujeres de experiencia se incrementa cien veces, y la obra para este tiempo se ejecuta en forma más rápida.

Se debe seleccionar y preparar a las personas adecuadas, quienes en realidad hagan honor a cada sección de la obra. La consagración de sus talentos debe ser muy real, y entonces Dios bendecirá sus esfuerzos. Él es la fuente de toda la sabiduría y la gracia. En su fuerza se puede vencer todo defecto e ignorancia.

Todo médico, cada enfermero y auxiliar que tenga algo que ver en el servicio de Dios debe esforzarse por alcanzar la perfección, y bajo la disciplina del Maestro más grande que este mundo haya conocido, su conducta debe tender siempre hacia arriba, hacia este blanco. Todos los que estén vinculados con la obra médica misionera deben ser aprendices. Ninguno debe detenerse a pensar: Yo no puedo hacer esto. Más bien, debe decir: Dios requiere de mí la perfección. ¿Qué dijo Cristo con relación a este asunto?: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto".

No se excusa a nadie que se tome la libertad de retener defectos conocidos en sus modales o en su carácter. Los que se relacionan con la obra médica misionera están vinculados con el servicio de Dios, y deben tratar de alcanzar la norma de él. Él les dará sabiduría y entendimiento. Debemos mostrar una superioridad en intelecto y comprensión, en habilidad y conocimiento, porque creemos en Dios y en su poder para obrar en los corazones humanos.

Leed la historia de Daniel. El Señor desea que su pueblo alcance el peldaño más alto de la escalera, para que lo puedan glorificar apropiándose de la habilidad que él desea otorgarles. Él tiene una mina de conocimiento de la cual todos podemos extraer. Entonces seamos conscientes de nuestros defectos y mejoremos bajo la instrucción de Dios. De esta forma la luz y la gracia de Dios se reflejarán al mundo como la más alta educación, la cual santifica al que la recibe.

La religión de Jesucristo nunca degrada; nunca hace a hombres y mujeres ásperos y rudos. Se deben vencer la conversación incorrecta y los hábitos inadecuados. Dios desea que todo hombre corrija su habla, que sea correcto en los hábitos, que posea un conocimiento que lo habilite para destacarse entre los hombres. Presento este asunto como el Señor me lo ha mostrado a mí. Decidamos dedicarnos a la tarea de aprender en la escuela de Cristo.

La preparación de los enfermeros

En la formación profesional de enfermeros debe haber un plan organizado. Están aprendiendo una profesión muy valiosa; y muchas tentaciones se les presentarán por medio de ofrecimientos de grandes sueldos y de lugares donde tengan una mejor oportunidad para ganar dinero, si van con algún paciente. Este punto debe ser vigilado, o con seguridad habrá dificultades...

Cada uno debe tener el espíritu de sacrificio propio y de abnegación del cual Cristo nos ha dado un ejemplo en su vida. Debemos sentir nuestra obligación de hacer lo mejor que podamos. Los que poseen muchos talentos y los que tienen pocos deben trabajar en forma unida, como una rueda dentro de una rueda. Y si todos sienten su gran responsabilidad para con Dios, harán su voluntad, desempeñando su parte de acuerdo con su cargo.--Manuscrito 162, 1897.

Vestíos de Cristo

No hay entre nosotros esa sencillez que debiera existir. Deberíamos venir al Señor tal como somos, humillándonos... delante de él, y luchando fervientemente hasta que recibamos el Espíritu Santo. ¿Por qué no obramos como los discípulos lo hicieron antes del día de Pentecostés? Ellos buscaron al Señor ardientemente, y cuando vino el día de Pentecostés, estaban "todos unánimes juntos". A pesar de que la oposición de las potestades de las tinieblas fue tan fuerte que la persecución se levantó, aun resultando algunos muertos, los discípulos dieron testimonio por Cristo, y se convirtieron grandes multitudes...

¿No os vestiréis todos de Cristo, no para abandonarlo una vez más, sino para permitir que su Espíritu selle vuestra mente y carácter? Cuando todos en esta institución estén convertidos de veras, con seguridad sucederá una obra maravillosa como cuando los discípulos recibieron el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. El Señor mismo estará con vosotros, para enseñar, dirigir y guiar. Veréis la salvación de Dios. A veces podréis estar descorazonados. Los desánimos vendrán, pero es vuestro privilegio asir continuamente la esperanza que el evangelio coloca ante vosotros. Velad en oración. Creed que Dios os ayudará a expresar palabras que alegrarán, alentarán y aumentarán la fe de aquellos con quienes os relacionéis...

No es un trabajo casual

No podemos esperar que la bendición de Dios repose sobre nosotros, si servimos a Dios a nuestro antojo y lo dejamos a nuestra propia voluntad. No es necesario que atendamos las demandas de placer hechas por el mundo. Hay otros lugares donde la gente puede encontrar diversión. Aquí necesitamos hombres y mujeres de verdad; necesitamos personas que revelen la sencillez de la verdadera piedad; hay lugar para hombres y mujeres que sean cristianos sólidos, que no sientan que se los debe honrar altamente porque hayan tenido alguna experiencia. Podéis tener una experiencia viva y rica aquí; pero el Señor no puede ser honrado por vosotros mientras penséis que no importa si habéis sido subyugados en espíritu o no, o si estáis o no realmente convertidos. Si ha de continuar la obra que se hace aquí, necesitamos hombres y mujeres que lleven responsabilidades en el temor del Señor. La preparación para el reino de Dios no es una labor casual. No podéis ser religiosos a veces e irreligiosos en otras ocasiones.--Manuscrito 57, 1909.

Instrucción bíblica regular para los enfermeros

Los enfermeros deben recibir instrucción bíblica regular, para que estén habilitados para hablar a los enfermos palabras que los iluminen y los ayuden. Los ángeles de Dios están en los cuartos donde se trata a los enfermos, y debe ser pura y fragante la atmósfera que rodea el alma del que da el tratamiento. Las virtudes de Cristo deben verse en la vida de los médicos y los enfermeros. Los principios celestiales deben vivirse. Entonces, por lo que ellos hacen y dicen, el enfermo será atraído al Salvador.--Carta 59, 1905.

Dejemos nuestras cargas a sus pies

La influencia de la familia del sanatorio debe ser unificadora, en la cual cada miembro busque convertirse en una fuerza para el bien en el departamento donde trabaja. Para obtener este resultado, primero se requiere desarraigar todo principio malo; entonces los obreros pueden esperar obtener éxito en perfeccionarse como obreros cristianos. Solamente cuando se colocan bajo la disciplina de Dios, conformando su vida diaria al Modelo que tienen en la vida terrenal del Salvador, pueden convertirse en copartícipes de la naturaleza divina y escapar de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Mientras estemos en este mundo, permaneceremos bajo examen y prueba. Se nos hará responsables no sólo por labrar nuestra propia salvación, sino por la influencia para el bien o el mal que ejerzamos sobre otras almas.

El que es manso en espíritu, el más puro y el que más se asemeje a un niño, será fortalecido para la batalla. Será vivificado con poder en el hombre interior por su Espíritu. El que siente su debilidad, y lucha con Dios como lo hizo Jacob, y como este siervo de antaño clama: "No te dejaré, si no me bendices", saldrá con la refrescante unción del Espíritu Santo. La atmósfera del cielo lo rodeará. Su influencia será una fuerza positiva a favor de la religión de Cristo...

Me alegro mucho de que podamos venir a Dios con fe y humildad, y rogarle hasta que nuestras almas alcancen una relación de tal intimidad con Jesús que podamos colocar nuestras cargas a sus pies, diciendo: "Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día". El Señor es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos. Nuestro corazón frío y carente de fe puede ser reavivado en sensibilidad y vida, hasta que podamos decir con fe: "Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios". Busquemos la plenitud de la salvación de Cristo. Sigamos las huellas del Hijo de Dios, pues la promesa es: "El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida"--Manuscrito 63, 1908.

En la ronda de labores cotidianas

Sobre el administrador de un sanatorio recaen responsabilidades importantes. Que sus asociados, quienes están comprometidos en una labor continua y difícil en las diversas artes manuales, escudriñen su propia alma de continuo como con una vela encendida. Se necesita mantener la unidad de acción en la diversidad del trabajo. Los obreros deben vivir esta oración de Cristo: "Yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad".

Que lean la Palabra del Señor para que tengan la sabiduría que es para salvación. Los tesoros más ricos se hallarán buscando en la Palabra. Algunas mentes se impresionarán de tal modo para buscar estos tesoros ocultos, que venderán todo lo que tienen con el fin de comprar el campo y tomar posesión de las joyas inestimables de la verdad. A menudo los más humildes están en posesión del tesoro escondido que pueden impartir a otros.

Las verdades de la Palabra de Dios, aplicadas al corazón y vividas con humildad en la práctica diaria, harán cristianos robustos en el poder de Jehová y felices en su paz. La bondad cristiana y la aplicada consagración deben manifestarse de continuo en la vida. No siempre estamos comprometidos con deberes especiales conectados con el servicio sagrado; pero en la ronda del día los deberes comunes pueden hacerse en su espíritu, y tal labor se recomendará a sí misma ante todo hombre, aun ante el inconverso que no conoce la doctrina. Podemos permitir que nuestra luz brille en buenas obras para que la verdad que albergamos sea, para los incrédulos, espíritu y vida.--Carta 140, 1906.

Imitad los métodos perfectos de Dios

Construid para la eternidad. Las lecciones de Cristo están ante nosotros. Debemos hacer con cuidado, pulcritud y exactitud lo que tiene que hacerse. Necesitamos estudiar la economía en toda rama de la obra. Constructores, reunid los fragmentos. Que nada se pierda. En todo lo que debe hacerse, en plantar y construir, imitad las maneras perfectas de Dios.

Enfermeras y médicos, pensad en Jesús. ¡Cuán cuidadoso fue acerca de los sobrantes del alimento después de alimentar a los cinco mil! Por su cuidado consciente, él quiere enseñarnos orden y economía. La gran obra de la redención pesaba constantemente sobre su alma. Mientras enseñaba y sanaba, todas las energías del cuerpo y del alma eran gravadas al máximo; sin embargo, notaba las cosas más sencillas de la vida humana y de la naturaleza. Sus lecciones más instructivas fueron las que usó para ilustrar el reino de Dios por medio de las cosas sencillas de la naturaleza. Él no pasó por alto las necesidades del más humilde de sus siervos. Su oído escuchaba todo clamor de necesidad. Estaba despierto al toque de la mujer afligida en la multitud. Su naturaleza divina, combinada con la humana, estaba tan finamente constituida que el mínimo toque de fe suscitaba una respuesta. Cuando levantó de la muerte a la hija de Jairo, se volvió a los padres recordándoles que debían darle de comer.

Las cosas pequeñas se hacen grandes de acuerdo con la atención que se les otorga. El único talento no debe ser envuelto en un pañuelo y guardado en la tierra. Haced lo que podáis para el Maestro. "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel". El Maestro utilizará todo talento que le consagremos. Vuestro valor es determinado por la fidelidad con la cual hagáis las cosas pequeñas. Todos necesitan aprender a construir para el tiempo y la eternidad en los detalles de la vida diaria. Entonces finalmente estará escrito al lado de vuestro nombre, en los libros del cielo, la más preciosa recomendación: "Vosotros estáis completos en él".--Manuscrito 63, 1899.

Una responsabilidad sagrada

Si los que ocupan posiciones de confianza en la institución son personas que aman y temen a Dios, serán conscientes de que tienen una responsabilidad sagrada que se desprende de la medida de autoridad y la influencia consecuente que dichas posiciones les confieren. Tratan con la mente humana; se relacionan con toda clase social; y deben actuar discretamente, pues se los considera representantes de la institución. Debieran ser amables y atentos, ejerciendo siempre cortesía hacia todos aquellos con los que tratan, tanto creyentes como incrédulos. Hermanos, deberíais velar por las almas como quienes han de dar cuenta. Nunca debemos olvidar que Jesús, en el sacrificio infinito que ha hecho por ellas, ha probado su amor por estos hombres, mujeres y niños, y reveló el valor colocado sobre ellos. Ellos son la compra de su sangre. Debe tratarse de igual forma al pobre y al rico, con una bondad invariable.

Que vuestra influencia sea persuasiva, ligando las personas a vuestro corazón porque amáis a Jesús y ellas le pertenecen. Esta es una gran tarea. Si por vuestras acciones y palabras cristianas, hacéis impresiones que enciendan... hambre y sed de justicia y verdad, sois colaboradores con Cristo. Vuestras palabras y comportamiento representan a Jesús.

Los que tienen una influencia de liderazgo en la institución deben ser hombres y mujeres que posean devoción y piedad; que no sean estrechos ni egoístas, sino conscientes, abnegados autosacrificados; que lo den todo para la gloria de Dios. Los tales tendrán que estar en el mundo, pero no ser del mundo. Los hombres de tal carácter se mantendrán en el camino del Señor y enseñarán constantemente a otros por precepto y ejemplo.

Resultados de los principios correctos

Todos, pacientes y huéspedes necesitan que se les presenten principios correctos. Habrá personas de mente inquisitiva que de esta forma recibirán la llave del conocimiento, y extraerán tesoros de pensamiento para el enriquecimiento de otras mentes: pensamientos que serán la salvación de las almas. Las circunstancias requerirán palabras, decisiones en favor de lo correcto, y muchos serán atraídos en la debida dirección. Tal es el resultado siempre que los hombres que aman la justicia, la temperancia y la verdad implantan en las mentes los principios del bien. Las palabras y las obras que fluyen del amor y el temor a Dios se convierten en una bendición general: una bendición que llega a los caminos y vallados apartados de la vida.

Los hombres que andan a la luz de Cristo como lo hizo Enoc, siempre ejercerán dominio propio aun bajo la tentación y la provocación. Aunque probados por la perversidad y la obstinación de los demás, no permiten que el impulso los domine. Si andáis en la luz, daréis evidencia de un poder divino combinado con el esfuerzo humano, y otros verán que sois guiados y enseñados por Dios. Sentiréis que el Atalaya divino está a vuestro lado escuchando vuestras palabras.

Debe albergarse la pureza de los pensamientos como indispensable para la obra de influir sobre otros. Debe existir una atmósfera pura y santa que rodee al alma, una atmósfera que tienda a reavivar la vida espiritual de todo el que la inhale.--Carta 6a, 1890.

Elegidos para la obra

Deseo expresarle algunos pensamientos que deben mantenerse ante los obreros del sanatorio. Lo que hará de ellos un poder para el bien es el conocimiento de que el gran Médico Misionero los ha escogido para esta labor, que él es su Instructor principal, y que su deber es reconocerlo siempre como su Maestro.

El Señor nos ha mostrado el mal de depender de la fortaleza de las organizaciones terrenales. Él nos ha enseñado que la comisión del misionero médico se recibe de la autoridad más elevada. Él quiere que comprendamos que es una equivocación considerar como muy esencial la educación dada por médicos que rechazan la autoridad de Cristo, el más grande Médico que alguna vez haya vivido sobre la tierra.--Carta 60, 1910.

La armonía entre los obreros

Es de suprema importancia que haya armonía en nuestras instituciones. Es preferible que la obra se debilite, en lugar de emplear a obreros que no estén plenamente dedicados. Son los hombres no consagrados y no convertidos los que han estado estropeando la obra de Dios. El Señor no tiene uso alguno para hombres que no estén completamente consagrados a su servicio.--Carta 202, 1903.

Cualidades de la jefa de enfermeras

Las enfermeras y estudiantes de enfermería deben estar bajo la dirección de una jefa de enfermeras que pueda ser una guía y consejera para ellas. Ella debe ser capaz de ejercer una supervisión prudente. Necesita ser una mujer de buena salud, no centrada en el yo, sino afectiva, generosa y radiante; una mujer que pueda moldear las mentes no por ser autoritaria, sino por su amabilidad y cuidado, y sin embargo que sea firme a los principios. Ella debe olvidar su yo en su interés por los demás. La sencillez de la religión del corazón debe verse en las que cumplan las funciones de jefas de enfermeras.--Manuscrito 162, 1897.

Una mujer de experiencia

La que ocupe el cargo de jefa de enfermeras de una institución debe ser una mujer de experiencia, que sepa lo que hay que hacer en una emergencia. Debe ser una mujer con capacidad ejecutiva, una mujer dispuesta a llevar responsabilidades, y quien diariamente acuda a Dios por sabiduría. Debe ser una mujer que conozca las leyes del decoro, y que las observe.--Carta 30, 1887.

Para exaltar la palabra de Dios

El Señor exige una solemne dedicación a él de todos los sanatorios que se funden. Nuestro objetivo en el establecimiento de estas instituciones es que por su medio pueda proclamarse la verdad para este tiempo. Para que esto se logre, los sanatorios deben ser administrados siguiendo lineamientos rectos. En ellos los intereses comerciales no deben ser tan apremiantes que tomen el lugar de los intereses espirituales. Deben tenerse ejercicios devocionales todos los días. La Palabra de Dios no debe ocupar un lugar secundario en ningún caso. Los que vengan a nuestros sanatorios en búsqueda de tratamientos necesitan ver la Palabra de Dios--el pan de vida--exaltada sobre todas las consideraciones comunes y terrenales. Debe ejercerse una fuerte influencia religiosa. Debe mostrarse claramente que la gloria de Dios y la exaltación de Cristo están sobre todo lo demás.--Carta 183, 1905.

Para otorgar alivio y aliento

En nuestros sanatorios es precisamente donde necesitamos médicos profundamente convertidos y obreros sabios: hombres y mujeres que no impongan sus ideas particulares al enfermo, sino que presenten las verdades de la Palabra de Dios de una forma que traiga alivio, ánimo y bendición a los pacientes. Esta es la obra para la cual se establecen nuestros sanatorios: representar correctamente las verdades de la Palabra de Dios, y llevar la mente de hombres y mujeres a Cristo.

Que los servicios religiosos que se tengan cada día sean cortos pero educativos. Presentad la Biblia y su autoridad, al Dios del cielo y de la tierra, y a Cristo el Hijo, el gran don de Dios al mundo. Relatad a los pacientes cómo vino el Salvador a la tierra para revelar el amor de Dios por los hombres. Presentad ante ellos su gran sacrificio al venir de esta forma a vivir y a morir aquí. Que se sepa que por medio de la fe en Cristo todo ser humano pecador puede convertirse en partícipe de la naturaleza divina, y puede aprender a cooperar con Dios en la obra de la salvación.--Carta 112, 1909.

Consideración por los desconsiderados

Los que están relacionados con nuestros sanatorios deben ser educadores. Tienen que hacer el evangelio atractivo por medio de palabras agradables y acciones bondadosas. Como seguidores de Cristo, deben tratar de producir la impresión más favorable de la religión que profesan, e inspirar pensamientos nobles. Algunos serán conmovidos por su influencia, para esta vida y la eternidad.

En la obra de ayudar a otros podemos ganar victorias muy preciosas. Deberíamos dedicarnos con celo ferviente, con fidelidad sincera, con abnegación y con paciencia, a la obra de ayudar a los que necesitan crecer. Las palabras afables y alentadoras obrarán maravillas. Hay muchos que, si se hace un esfuerzo constante y de corazón en su favor, sin crítica ni regaños, se mostrarán susceptibles a mejorar. Mientras menos critiquemos a otros, mayor será la influencia que tendremos sobre ellos para el bien. Las amonestaciones categóricas y frecuentes harán más daño que bien a muchas personas. Que una amabilidad semejante a la de Cristo sea patente a todos.

Hay ciencia en el trato con los que parecen especialmente débiles. Si vamos a enseñar a otros, primero debemos aprender de Cristo. Necesitamos una visión amplia, para que podamos hacer una verdadera obra médica misionera, y mostrar tacto en nuestra relación con las mentes.

Los que realmente están en la más mínima necesidad de ayuda es probable que reciban el máximo de nuestra atención. Pero necesitamos mostrar una sabiduría especial al relacionarnos con los que parecen desconsiderados y desatentos. Algunos no comprenden lo sagrado de la obra de Dios. Los que poseen la mínima habilidad, los descuidados y aun los indolentes, demandan en forma especial una consideración cuidadosa y de oración. Debemos ejercer tacto en nuestra relación con los que parecen ignorantes y desechados. Por medio del esfuerzo perseverante en favor de ellos, debemos ayudarlos a llegar a ser útiles en la obra del Señor. Ellos responderán con agrado a un interés paciente, tierno y amante.

Debemos cooperar con el Señor Jesús en la obra de restaurar al ineficiente y errado a la inteligencia y la pureza. Esta obra está en el mismo nivel de importancia que la del ministro del evangelio. Somos llamados por Dios a manifestar un interés incansable y paciente en la salvación de los que necesitan el pulimento divino.--Carta 113, 1905.

Relación con los irrazonables

Cuando tenga que enfrentar la manera de actuar de los que no tienen la religión de la Biblia, sino sólo una profesión, no olvide que usted es cristiano. Usted rebaja profundamente su influencia y estropea su propia experiencia cristiana cuando pierde su dominio propio y les da la mínima ocasión de pensar que los ha maltratado. No deje esta impresión en la mente de ellos si lo puede evitar. En este tiempo de prueba estamos formando nuestros caracteres para la vida futura e inmortal; pero eso no es todo, porque en este mismo método de construcción del carácter necesitamos ser extremadamente cautelosos de cómo construimos, pues otros lo harán sobre la norma que les presentemos.

Puede ser que nunca conozcamos, hasta el día del juicio, la influencia de una línea de conducta afable y considerada hacia el inconsecuente, el irrazonable y el indigno. Si luego de manifestaciones de provocación e injusticia de parte de ellos, usted los trata como trataría a una persona inocente, y aun se esfuerza por mostrar actos especiales de amabilidad, entonces ha desempeñado la parte que le corresponde a un cristiano; y ellos se sorprenden y se avergüenzan, y ven su propia conducta y vileza en forma más clara que si usted les hubiera echado en cara con claridad sus reprochables acciones para reprenderlas.

Si les hubiera denunciado su conducta equivocada, ellos se habrían empecinado en la terquedad y el reto. Pero al ser tratados con ternura y consideración, sienten más profundamente su propio proceder, y lo contrastan con el de usted. Entonces ...usted está en terreno ventajoso; y cuando muestra solicitud por sus almas ellos saben que usted no es hipócrita, sino que realmente hará lo que dice.

Unas pocas palabras, proferidas precipitadamente bajo provocación, que parecían poca cosa--sólo lo que se merecían--, a menudo cortan los lazos de influencia que pudieron haber atado su alma a la suya. La sola idea de que ellos están en tinieblas, bajo la tentación de Satanás y cegados por su poder encantador, debiera inducirlo a usted a sentir una profunda simpatía por ellos; la misma que mostraría por un paciente enfermo que sufre, pero que por razón de su enfermedad es incapaz de ver su peligro.

El valor de las almas que costaron la vida del unigénito Hijo de Dios debe estimarse por el inmenso rescate que se pagó por ellas; y ricos o pobres, blancos o negros, deben tratarse tomando en cuenta el valor que Cristo colocó sobre el alma humana.

Estos pensamientos merecen una consideración solemne. Cualquier descuido de nuestra parte, cualquier exaltación del yo, cualquier júbilo irrazonable y pasional puede colocar un alma en las sendas de la destrucción donde nunca hallará el camino estrecho de la santidad que guía hacia el cielo. ... Se cometen graves errores en el trato con mentes desequilibradas y enfermas. Se sienten mal y necesitan un médico, no para que los extirpe como se hace con un miembro enfermo, sino para que los sane. La conducta de Jesús se muestra en la parábola de la oveja perdida. Si Cristo nos tratara como nos tratamos entre nosotros, ninguno de nosotros sería salvo. ¡Oh, cuántos se perderán debido a que nunca dijeron las palabras que debieron expresar con delicada tolerancia!--Carta 20, 1892.

El estudiante lento

Los estudiantes que al principio parecen ser torpes y lentos, al final pueden progresar más que los que son naturalmente vivos o más rápidos. Si son metódicos y perseverantes en su labor, alcanzarán mucho más que otros. Los que forman hábitos de paciencia, de laboriosidad persistente, lograrán más que los que son rápidos, vivaces y de mente brillante; que aunque entienden un punto con rapidez, con igual prontitud lo olvidan. Los alumnos pacientes, aunque lentos para aprender, adelantarán más que los que aprenden tan rápidamente que no necesitan estudiar.--Manuscrito 115, 1903.

Actitud del instructor

Aunque los estudiantes deben estar dispuestos a empezar con responsabilidades menores y a dar evidencia de que se puede confiar en ellos, él [el instructor] debe sentir por ellos el más afectuoso cariño. No debe desalentarse por la ignorancia de ellos, sino darles crédito por todas las buenas cualidades que poseen. Al educarse a sí mismo en este sentido, obtiene una experiencia inestimable: una experiencia que necesita para convertirse en un cristiano práctico.

Si los estudiantes cometen errores, no piense él que no merecen otra prueba, como si hubieran cometido pecados imperdonables. Debe señalarles sus errores en forma amable, y ellos, a su turno, se mostrarán agradecidos por contar con un amigo tan fiel que les hace ver sus faltas y les enseña cómo corregirlas. Desechar a los que yerran, o tratarlos fríamente, no sería actuar como Cristo se portó con él. Todos somos falibles y necesitamos la compasión, la consideración y el perdón mutuo. Él no puede hallar perfección en ninguna parte y no debe esperarla, mas debe tener paciencia con la perversidad de los hombres, y tratar de enseñarlos.--Carta 1, 1885.

El mundo no es el cielo

Siempre que haya diferentes índoles de carácter que se relacionan en una institución, debe hacerse un esfuerzo firme y decidido para mantener la institución pura, elevada y noble, para que los inicuos no tengan éxito en desmoralizarla. Hay elementos no santificados que enfrentar, y si todos se esfuerzan por hacer el bien, por obrar con justicia y ser una bendición unos para otros, los rasgos objetables se vencerán. Este mundo no es el cielo. En nuestros deberes de la vida no nos relacionamos con ángeles, sino con seres humanos propensos a errar.--Manuscrito 41, 1900.

Cultivad una atmósfera de alabanza

No permitáis que los auxiliares trabajen en exceso. Que los pacientes vean enfermeros alegres y radiantes, no enfermeros que, debido al exceso de trabajo, estén desanimados y abatidos. Es muy contrario a los principios sobre los cuales se fundan nuestros sanatorios dejar que los enfermeros se debiliten en su trabajo.

Los obreros deben practicar los principios de la reforma pro salud en todo lo que hacen: al pararse, caminar, respirar, comer y vestir. Deben rodearse de una atmósfera de alabanza. Deben cultivar la voz, manteniéndola placentera y amable. No se debe escuchar palabra alguna de desánimo. Que los enfermeros y los médicos vuelvan el rostro hacia la luz. Que abran las ventanas del corazón hacia el cielo, para que éste rebose de los rayos del Sol de Justicia.--Carta 116, 1903.

Pulcritud y orden

Todo lo que se relaciona con el sanatorio debe ser pulcro y ordenado. La limpieza y el orden a menudo tendrán más influencia que las mismas palabras. Todo debe estar tan arreglado en el baño como para que haga una impresión favorable en los que visitan la institución.--Manuscrito 57, 1909.

El chisme

Hay algunos, tanto hombres como mujeres, que chismean más de lo que oran. No poseen un claro discernimiento espiritual. Están lejos de Dios. Cuando hablan con los pacientes, su actitud parece decir, infórmeme que yo informaré.

A los auxiliares que sigan esta conducta se los debe reprender y ayudar. Y si se niegan a cambiar su proceder, que sean despedidos. Si se les permite continuar en la institución, ocasionarán situaciones que separarán a Cristo del establecimiento. Es mucho mejor despedir a los obreros rebeldes que cortar a Dios de la institución. Que los auxiliares, no importa en qué departamento trabajen, sean discretos. Si repiten todo lo que escuchan, y hablan de todo lo que ven, serán una maldición para el establecimiento. Hay quienes encuentran deleite en repetir cosas para crear sensación. Esto es desmoralizador para una institución y no debe recibir el más mínimo aliento.--Carta 30, 1887.

Gozaos en el señor

El habla es un talento precioso. Debemos impartir las riquezas de la gracia de Cristo--que él siempre está listo a otorgarnos--por medio de palabras fieles y alentadoras. "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" Si vigiláramos nuestras palabras, de tal forma que nada sino lo amable se nos escapara de los labios, daríamos evidencia de que nos estamos preparando para convertirnos en miembros de la familia celestial. En palabras y acciones mostraríamos las alabanzas de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. ¡Oh, qué influencia reformadora ejerceríamos si como pueblo valoráramos el peso del talento del habla y su influencia sobre el alma humana!

Las reuniones sabáticas, la adoración matutina y vespertina en el hogar y los servicios que se tienen en la capilla, deben ser todos vitalizados por el Espíritu de Cristo. Todo miembro de la familia del sanatorio debiera confesar a Cristo abiertamente y con alegría, expresando el gozo, el consuelo y la esperanza que le llenan el alma. Debe colocar a Cristo como el Principal entre diez mil, uno que es todo amor, y presentarlo como el Dador de todo don bueno y perfecto, en quien están centradas nuestras esperanzas de vida eterna. Si hiciéramos esto, se dejaría de lado toda estrechez y tendríamos en ejercicio el amor de Cristo. El gozo que experimentemos en este amor será una bendición para los demás.

Profundo fervor y gozo

Se me indica decir a la familia del sanatorio: Que vuestras reuniones sociales y todos vuestros servicios religiosos se caractericen por un profundo fervor y un gozo que exprese el amor de Dios en el alma. Tales convocaciones serán de provecho general; pues unirán corazón a corazón. Que haya fervientes momentos de oración, pues la oración fortalecerá la experiencia religiosa. Confesad a Cristo abierta y valerosamente, y manifestad siempre la mansedumbre de Cristo.

El Señor desea que los miembros de la familia de obreros en Loma Linda sean canales de luz. Si abrimos en forma constante el corazón y la mente hacia la influencia celestial, dando cabida al consuelo de la gracia de Cristo en el corazón, su presencia se revelará. Que la sinceridad y el celo penetren en vuestra vida. No volváis atrás. El Señor es nuestro colaborador, nuestro guía, nuestro escudo y nuestra recompensa extraordinariamente grande. No permitáis que la ligereza tenga parte en vuestra experiencia, mas cultivad la disposición alegre; ésta es una gracia excelente. No podemos permitirnos ser descuidados con nuestras palabras y nuestro comportamiento...

Todos tenemos mucho que agradecer; abramos los labios en alabanza y agradecimiento a Dios. Acerquémonos al Señor Jesús y reconozcamos cada día nuestras obligaciones ante él. Él ha hecho posible que alcancemos una vida muy feliz, aun en este mundo de pecado, y nos ofrece la esperanza de estar continuamente en su presencia en el reino que está preparando para su pueblo. Estos pensamientos ¿no arrancarán de nosotros alabanza y agradecimiento?--Carta 260, 1907.

La observancia del sábado

La obra médica misionera genuina está ligada, en forma inseparable, a la obediencia de los diez mandamientos, de los cuales el sábado se menciona en forma especial, ya que es el gran monumento conmemorativo de la obra creadora de Dios. Su observancia está unida a la obra de restaurar la imagen moral de Dios en el hombre. Este es el ministerio que el pueblo de Dios debe hacer avanzar en este tiempo. Este ministerio, desempeñado correctamente, traerá ricas bendiciones a la iglesia.--Testimonies for the Church 6:266.

El médico no está exento

A menudo se llama a los médicos en sábado para ministrar a los enfermos, y es imposible para ellos tomar tiempo de descanso y devoción. El Salvador nos ha mostrado por su ejemplo que es correcto aliviar a los enfermos en este día; pero los médicos y los enfermeros no deben realizar un trabajo innecesario. Los tratamientos ordinarios y las operaciones que se pueden postergar, deben ser diferidos hasta el próximo día. Que los pacientes sepan que los médicos deben tener un día de reposo. El Señor dice: "En verdad vosotros guardaréis mis sábados; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico".

Que ningún hombre, porque sea médico, se sienta en libertad de menospreciar esta palabra del Señor. Él debe planear su trabajo de tal forma que obedezca los requerimientos de Dios. No debe viajar en sábado excepto cuando haya una enfermedad real que aliviar. Cuando éste sea el caso, no es una profanación del sábado que el médico viaje ese día; pero se deben aplazar los casos ordinarios.

Dios creó el mundo en seis días y descansó el séptimo. Él santificó y bendijo al séptimo día y lo hizo su monumento sagrado. "Guardarán, pues--declara él--, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo". Los que hacen esto, guardando todos los mandamientos de Dios, pueden reclamar las promesas descritas en Isaías 58:11-14. Las instrucciones que se dan en este capítulo son plenas y categóricas. Los que se abstienen de trabajar en el día sábado pueden pedir bienestar y consolación. ¿No creeremos a Dios? ¿No llamaremos santo al día que el Señor llama santo? El hombre no debe avergonzarse de llamar sagrado lo que el Señor llama sagrado. No debe temer hacer lo que Dios ha ordenado. La obediencia le proveerá un conocimiento de lo que constituye la santificación verdadera.

Que no se robe a Dios en diezmos ni ofrendas, ni por la profanación de su tiempo santo. El hombre no debe hacer su propia voluntad en el día santo de Dios. Tiene seis días en los cuales hacer sus negocios seculares, pero Dios reclama el séptimo día como de su propiedad. Nos dice: "No hagas en él obra alguna". El siervo de Dios llamará sagrado lo que el Señor llama sagrado. Así mostrará que ha escogido al Señor como su líder. El sábado fue hecho en el Edén cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios. Dios lo ha colocado bajo nuestro cuidado. Guardémoslo puro y santo.--Manuscrito 162, 1897.

Con peligro del alma

Los obreros que por cualquier causa se ven obligados a trabajar el sábado, siempre corren peligro; experimentan la pérdida y al realizar trabajos que son indispensables, adquieren el hábito de hacer en el día sábado cosas que no son necesarias. Se pierde el sentido de su carácter sagrado, y el santo mandamiento pierde vigencia. Hay que realizar un esfuerzo especial para producir una reforma con respecto a la observancia del sábado. Los obreros del sanatorio no siempre hacen por su cuenta lo que es su privilegio y deber. Con frecuencia se sienten tan cansados que se desmoralizan. Esto no debiera suceder. El alma puede abundar en gracia únicamente si permanece en la presencia de Dios. ...

Si permitimos que el exceso de trabajo nos aleje de nuestro propósito de buscar diariamente al Señor, cometeremos los mayores errores; incurriremos en pérdidas, porque el Señor no está con nosotros. Así hemos cerrado la puerta para que él no tenga acceso a nuestras almas. Pero si oramos, aun cuando tenemos las manos ocupadas, los oídos del Salvador están abiertos para escuchar nuestras peticiones. ... Dios cuidará de vosotros en el lugar donde desempeñáis vuestro deber. Pero no dejéis de ir con frecuencia al lugar donde se acostumbra a orar.--Consejos sobre la salud, 419-421.

Trabajo en sábado

Los médicos necesitan cultivar un espíritu de abnegación y sacrificio personal. Puede ser necesario dedicar hasta las horas del santo sábado al alivio de la humanidad doliente. Mas los honorarios por tal labor deberían colocarse en la tesorería del Señor, para que se utilicen en atender los casos de pobres que lo ameriten, que necesitan atención médica, pero carecen de recursos para costearla.--Salud, filantropía y obra médica misionera, 42.

El diezmo

Las personas vinculadas con las instituciones establecidas por Dios deben ser cuidadosas en reconocer al Señor en todo. A él le deben su intelecto y todas sus habilidades, y esto lo deben reconocer. Como lo hizo Abraham, deben pagar un diezmo fiel de todo lo que poseen y de todo lo que reciben. Un diezmo fiel es la porción del Señor. Retenerlo es robar a Dios. Todos debieran traer en forma libre, dispuesta y alegre los diezmos y las ofrendas al alfolí del Señor. Al hacerlo así se recibirá una bendición. No hay seguridad en no devolver a Dios su propia porción.--Manuscrito 162, 1897.

Un lugar que se presta a la apostasía

El sanatorio es un lugar donde existen amplias oportunidades para apostatar de Dios, para permitir que el yo obtenga la supremacía, y de esta forma separar el alma de Cristo y de los santos ángeles.

Ni los médicos ni los auxiliares debieran tratar de cumplir su tarea sin tomar tiempo para orar.--Salud, filantropía y obra médica misionera, 16.

Construir armoniosamente

Ninguno de nosotros puede permitirse pecar. Este es un asunto costoso. El pecado ciega de tal manera los ojos que no se discierne el mal, y por sus acciones indiscretas, los que han sido cegados se convierten en instrumentos de injusticia que esparcen para Satanás...

Velad contra los hábitos pecaminosos. Vigilad la lengua. Estad despiertos a las oportunidades para hacer el bien y bendecir a otros, siempre mirando a Jesús, creciendo en gracia y en el conocimiento de la verdad. Si deseáis la vida más elevada, debéis vivir ahora la vida superior en la vida inferior de este mundo. Estamos trabajando para esta vida y la eternidad. Una vida bien construida se forma al vivir el plan de la adición; añadiendo una gracia a otra en buenas obras, fe, paciencia, templanza, benevolencia, valor y abnegación. Sois labranza de Dios. Sois el edificio de Dios. Al aprender de Cristo, no seréis un revoltijo de oposiciones e inconsecuencias: hoy sobrios y devotos, mañana descuidados y frívolos.

Cristo ha hecho toda provisión para que vuestro carácter pueda ser armonioso por medio de la gracia que se os otorga. Por lo tanto, construid armoniosamente. Permitid que la estructura se levante, piedra sobre piedra. Dad cabida a los rayos de luz divina provenientes de Jesús, y que éstos brillen en la senda de otros que están en oscuridad. Todo el universo de Dios nos contempla con intenso interés.--Carta 6a, 1890.

Transformados a la semejanza divina

Digo a los jóvenes y a las señoritas que se preparan como enfermeros y médicos: "Manteneos cerca de Jesús. Al contemplarlo, seréis transformados a su semejanza... Podéis tener un conocimiento teórico de la verdad, pero esto no os salvará. Debéis conocer por experiencia cuán pecaminoso es el pecado y cuánto necesitáis a Jesús como un Salvador personal. Sólo así podéis llegar a ser hijos e hijas de Dios. Vuestro único mérito es vuestra gran necesidad".

Los que han sido elegidos para estudiar enfermería en nuestros sanatorios, deben escogerse en forma sabia. A las señoritas de carácter superficial no se las debe alentar a empeñarse en esta labor. Muchos de los jóvenes que se presentan mostrando un gran deseo de ser educados como médicos no poseen los rasgos de carácter que los habilitarían para soportar las tentaciones que son tan comunes en el trabajo de un médico. Sólo se deben aceptar los que posean aptitudes para ser calificados para la grande y sagrada labor de impartir los principios de la verdadera reforma de la salud.

Modestia en el comportamiento

Las señoritas vinculadas con nuestras instituciones deben mantener una vigilancia personal estricta. Deben ser reservadas en palabra y en acción. Al hablar a un hombre casado nunca deben mostrar la más mínima liviandad. Yo diría a mis hermanas que están relacionadas con nuestros sanatorios: Ceñid la armadura. Cuando habléis a los hombres, sed amables y atentas, pero nunca imprudentes. Sobre vosotras hay ojos escrutadores que observan vuestra conducta y juzgan por ésta si en realidad sois hijas de Dios. Sed modestas. Absteneos de toda apariencia de mal. Mantened puesta la armadura celestial; de lo contrario, por amor a Cristo, cortad vuestra relación con el sanatorio, el lugar donde almas pobres y desvalidas deben hallar un refugio. Los que están vinculados con estas instituciones deben velar por ellos mismos. Nunca, por palabra o acción, deben dar cabida a la menor ocasión para que los inicuos hablen mal de la verdad.

No del mundo

Hay solamente dos reinos en este mundo, el reino de Cristo y el reino de Satanás. Cada uno de nosotros debe pertenecer a uno de ellos. En su maravillosa oración por sus discípulos Cristo dijo: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo".

No es la voluntad de Dios que nos aislemos del mundo. Pero mientras estamos en el mundo debemos santificarnos para Dios. No debemos adoptar las normas del mundo. Debemos estar en el mundo como una influencia correctora, como sal que retiene su sabor. Debemos ser puros y santos entre una generación profana, impura e idólatra, mostrando que la gracia de Cristo tiene poder para restaurar en el hombre la semejanza divina. Debemos ejercer una influencia salvadora sobre el mundo.

"Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe". El mundo se ha convertido en una leprosería de pecado, una masa de corrupción. Éste no conoce a los hijos de Dios porque tampoco le conoce a él. No debemos practicar su modo de ser ni seguir sus costumbres. Debemos resistir de continuo sus principios laxos. Cristo dijo a sus seguidores: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Es deber de los médicos y de los enfermeros brillar como luces en medio de las influencias corruptoras del mundo. Deben albergar principios que el mundo no pueda empañar...

La bendición de la gracia se da a los hombres para que el universo celestial y el mundo caído puedan ver, como no podrían hacerlo de otra forma, la perfección del carácter de Cristo. El Gran Médico vino a nuestro mundo para mostrar a hombres y mujeres que por medio de su gracia pueden vivir en forma tal que en el gran día de Dios puedan recibir el precioso testimonio: "Vosotros estáis completos en él".--Manuscrito 24, 1900.

Para estudio adicional

Obra institucional de éxito: Consejos sobre la salud, 252-317; Testimonies for the Church 4:586, 587.

La elevada vocación de los obreros del sanatorio: Consejos sobre la salud, 247-251; Testimonios para la Iglesia 7:69-72.

Deberes y privilegios de los obreros de los sanatorios: Consejos sobre la salud, 395-408, 417-421.

La fidelidad entre los obreros: Testimonies for the Church 4:554-564.

La influencia cristiana: Testimonies for the Church 4:565-570.

La cultura moral e intelectual de los empleados: Consejos sobre la salud, 254-257; Testimonies for the Church 4:464-459.

Los obreros deben ser reformadores de la salud: Consejos sobre la salud, 258.

La elección de compañías: Consejos sobre la salud, 411-417; Testimonies for the Church 4:587-591.

Compartiendo responsabilidades: Consejos sobre la salud, 334-336; Testimonies for the Church 8:231-235.

La adherencia a los principios: Consejos sobre la salud, 284, 285; Testimonies for the Church 4:576, 577.

La alegría: Consejos sobre la salud, 403-405; El Ministerio de Curación, 169, 170.

La crítica y la censura: Consejos sobre la salud, 293-295.

La frivolidad y la crítica: Consejos sobre la salud, 409, 410.

Una atención consciente a las cosas pequeñas: Testimonies for the Church 4:572.

La observancia del sábado en los sanatorios: Consejos sobre la salud, 231-236; Testimonios para la Iglesia 7:104-108; Consejos sobre la salud, 419.

El médico principal: Consejos sobre la salud, 334-336.

El capellán: Consejos sobre la salud, 286; Testimonies for the Church 4:546, 547.