El Ministerio Médico

Capítulo 13

La obra médica misionera y el ministerio del evangelio

Una obra unida

Quiero hablar acerca de la relación que existe entre la obra médica misionera y el ministerio del evangelio. Se me ha presentado que cada departamento de la obra debe estar unido en un gran todo. La obra de Dios debe preparar un pueblo para estar en pie delante del Hijo del Hombre en su venida, y esta obra debe mantenerse unida. La labor que debe alistar a un pueblo para subsistir en el último gran día no debe estar dividida.

El ministerio del evangelio tiene que presentar la verdad que debe recibirse para que el pueblo se santifique y esté listo para la venida del Señor. Y esta labor debe abarcar todo lo que incluyó el ministerio de Cristo. Los obreros del evangelio deben ministrar a la derecha y a la izquierda, haciendo su trabajo en forma inteligente y sólida.

No debe existir división entre el ministerio y la obra

médica. El médico debe trabajar en forma pareja con el ministro, y con tanta dedicación y minuciosidad para la salvación del alma como para la restauración del cuerpo...

El cuerpo--El brazo--la cabeza

La obra médica misionera nunca se me ha presentado en ninguna otra forma sino teniendo la misma relación con la obra como un todo, como el brazo la tiene con el cuerpo: El ministerio del evangelio es una organización para la proclamación de la verdad y para el adelanto de la obra a favor de sanos y enfermos. Este es el cuerpo, la obra médica misionera es el brazo, y Cristo es la cabeza sobre todo. De esta forma se me ha presentado el asunto.

Se me ha dicho que debido a que la obra médica misionera es el brazo del cuerpo, debiera mostrarse la misma unidad entre ambos. Esto es así. La obra médica misionera es el brazo del cuerpo y Dios desea que tomemos un interés decidido en esta obra.

Cristo tuvo relación con todas las ramas de la obra. Él no hizo ninguna división. No pensó que usurpaba los derechos de los médicos cuando sanaba a los enfermos. Proclamó la verdad, y cuando los enfermos venían a él buscando curación, les preguntaba si creían que él podía sanarlos. Estaba tan listo a colocar las manos sobre el enfermo y el afligido para curarlos, como lo estuvo para predicar el evangelio. Se sentía tan en lo suyo haciendo esta labor como proclamando la verdad; pues la curación de los enfermos es parte del evangelio.

El ministerio del evangelio es llegar a la gente donde está, sea cual fuere su condición, o su posición, y ayudarles en toda forma posible. Puede ser necesario que los ministros vayan a la casa de los enfermos y decir: "Estoy listo a ayudaros y haré lo mejor que pueda. No soy médico; pero sí, ministro, y me gusta ministrar a los enfermos y afligidos". Los que están enfermos del cuerpo casi siempre están enfermos del alma, y cuando el alma está enferma, el cuerpo se enferma también.--Manuscrito 62, 1900.

Para abrir puertas

La mano derecha se utiliza para abrir puertas por medio de las cuales pueda entrar el cuerpo. Esta es la parte que la obra médica misionera debe realizar. Es principalmente preparar el camino para la recepción de la verdad para este tiempo. Un cuerpo sin manos es inútil. Al dar honor al cuerpo, debe darse también a las manos que ayudan, las cuales son agencias de tal importancia que sin ellas el cuerpo no puede hacer nada. Por lo tanto, el cuerpo que trata en forma indiferente a la mano derecha, negándose a recibir su ayuda, no es capaz de lograr nada...

A todo lo largo y ancho de este país debe realizarse una obra que todavía no se ha hecho. Debe reconocerse la obra médica misionera. Los que deciden dedicarse a la obra del ministerio deben dominar bien el tema de la reforma pro salud. Los que después de muchos años de experiencia todavía no valoran la obra médica misionera, no debieran ser nombrados para presidir sobre nuestras iglesias. No andan en la luz de la verdad presente para este tiempo. Los que aman la verdad y aprecian el tema de la temperancia en toda su trascendencia no deben estar subordinados a un ministro que no haya prestado atención a la luz sobre el tema de la reforma pro salud. ¿Qué ayuda puede ofrecer a una iglesia un hombre que no anda en la luz?

Ninguna otra obra tiene tanto éxito

En los campos nuevos, ninguna otra obra es de tanto éxito como la obra médica misionera. Si nuestros ministros obraran decididamente para obtener una educación en las ramas médicas misioneras, estarían mucho más adaptados para hacer el trabajo que Cristo hizo como médico misionero. Por el estudio y la práctica diligente, ellos pueden llegar a familiarizarse tanto con los principios de la reforma pro salud que doquiera vayan sean una gran bendición para el pueblo con el que se relacionen.

Por treinta años la necesidad de la reforma pro salud se ha presentado delante del pueblo. Los enfermos y dolientes se alivian por la práctica de sus principios sencillos, y los campos a los que de ninguna otra forma se podría encontrar acceso se convierten en los campos de acción más interesantes. Las semillas de la verdad, sembradas en buen terreno, producen una cosecha abundante...

Una revelación de la compasión de Cristo

La obra médica misionera trae a la humanidad el evangelio de la liberación del sufrimiento. Es la obra pionera del evangelio. Es el evangelio en la práctica, la revelación de la compasión de Cristo. Hay una gran necesidad de esta obra, y el mundo está abierto para ella. Dios permita que la importancia de la obra médica misionera se comprenda, y que se entre de inmediato a nuevos campos. Entonces la obra del ministerio se realizará conforme a la orden del Señor; se sanará al enfermo y la humanidad pobre y doliente recibirá bendiciones.

Empezad a hacer la obra médica misionera con las comodidades que tengáis a mano. Encontraréis que de esta forma se abrirá el camino para que deis estudios bíblicos. El Padre celestial os colocará en conexión con los que necesitan saber cómo tratar a sus enfermos. Poned en práctica lo que sabéis acerca del tratamiento de la enfermedad. De esta forma se aliviará el sufrimiento y tendréis oportunidad de partir el Pan de vida con las almas hambrientas...

Trae rayos de brillo celestial

El desempeño de la obra médica misionera trae rayos de brillo celestial a las almas cansadas, perplejas y dolientes. Es como una fuente abierta para el viajero agotado y sediento. Los ángeles del Señor están presentes en el desempeño de toda obra de misericordia, de todo trabajo de amor. Los que viven más cerca del cielo reflejarán el brillo del Sol de Justicia...

Este es el ministerio verdadero

Leed las Escrituras con cuidado, y hallaréis que Cristo utilizó la mayor parte de su ministerio para restaurar la salud del doliente y el afligido. Así devolvió a Satanás la deshonra del mal que el enemigo de todo bien había originado. Satanás es el destructor; Cristo es el Restaurador. Y en nuestra tarea como colaboradores con Cristo, tendremos éxito si obramos siguiendo directivas prácticas. Ministros, no circunscribáis vuestra labor a dar instrucción bíblica. Haced obra práctica. Tratad de restaurar el enfermo a la salud. Este es el ministerio verdadero. Recordad que la restauración del cuerpo prepara el camino para la restauración del alma.--Manuscrito 55, 1901.

Un instrumento eficaz

Cuando está conectada con otras ramas del esfuerzo evangélico, la obra médica misionera es un instrumento de lo más eficaz, que prepara el terreno para la siembra de las semillas de la verdad, y también el instrumento con el cual se recoge la cosecha. La obra médica misionera es la mano ayudadora del ministerio del evangelio.

Hasta donde sea posible, estaría muy bien que los obreros del evangelio aprendieran a ministrar a las necesidades del cuerpo tanto como a las del alma, pues al hacerlo siguen el ejemplo de Cristo. La intemperancia casi ha llenado al mundo de enfermedad, y los ministros del evangelio no pueden utilizar todo su tiempo y energía en aliviar a cuantos necesitan ayuda. El Señor ha ordenado que los médicos y enfermeras cristianos obren en conexión con los que predican la Palabra. La obra médica misionera debe estar ligada con el ministerio del evangelio.--The Review and Herald, 10 de septiembre de 1908.

Animad a los obreros

Ahora debemos pedir a los que se escogen como presidentes de nuestras asociaciones que comiencen a trabajar adecuadamente en los lugares donde nada se ha hecho. Reconoced la obra médica misionera como la mano ayudadora de Dios. Como su agencia escogida, debe tener espacio y dársele aliento.

Los misioneros médicos deben tener tanto ánimo como cualquier evangelista acreditado. Orad con estos obreros. Aconsejadlos si necesitan consejo. No enfriéis su celo y energía. Por vuestra propia consagración y devoción no dejéis de mantener una alta norma delante de ellos. Se necesitan obreros en la viña del Señor en forma urgente, y no se debe proferir ni una palabra de desánimo a los que se consagran a la obra.--Manuscrito 33, 1901.

El peor mal

Mis hermanos, el Señor nos llama a la unidad, a la integridad general. Debemos ser uno en la fe. Deseo deciros que cuando los ministros del evangelio y los obreros médicos misioneros no están unidos, se coloca sobre nuestras iglesias el peor mal que se pueda concebir. Nuestros médicos misioneros deben estar interesados en la obra de nuestras asociaciones, y nuestros obreros de la asociación deben estar muy interesados en la obra de nuestros médicos misioneros.--Manuscrito 46, 1904.

Un medio de entrada al corazón

La obra médica misionera debe tener sus representantes en nuestras ciudades. Deben abrirse centros y establecerse misiones siguiendo lineamientos correctos. Los ministros del evangelio deben unirse con la obra médica misionera, la que siempre se me ha presentado como la labor que debe romper el prejuicio que existe en nuestro mundo contra la verdad.

La obra médica misionera está creciendo en importancia y reclama la atención de las iglesias. Es una parte del mensaje del evangelio y debe recibir reconocimiento. Es el medio ordenado por el cielo para encontrar acceso al corazón de la gente. Es el deber de los miembros de nuestra iglesia en todo lugar seguir la instrucción del gran Maestro. El mensaje del evangelio debe predicarse en toda ciudad, pues esto está de acuerdo con el ejemplo de Cristo y sus discípulos. Los médicos misioneros deben tratar de alcanzar las clases altas con paciencia y dedicación. Si esta obra se lleva a cabo fielmente, hombres profesionales llegarán a ser evangelistas preparados.--Manuscrito 33, 1901.

Una ferviente apelación a los médicos

Estoy preocupada porque la mente de nuestros médicos se ocupa de muchas cosas que les impiden hacer la obra que Dios quisiera que desempeñaran como evangelistas. Por la luz que Dios me ha dado, sé que se necesita con urgencia al predicador lleno de vida, que sea consagrado, dedicado y que sepa cómo colocar su confianza en Dios. Necesitamos cien obreros donde ahora tenemos uno. Hay una gran labor que realizar antes que la oposición satánica nos cierre el camino y se pierdan nuestras oportunidades presentes para trabajar. El tiempo pasa rápidamente. Nuestras publicaciones son numerosas, pero el Señor llama a hombres y mujeres de nuestras iglesias, que tienen la luz, para que se dediquen a la obra misionera genuina. Que ellos con toda humildad ejerciten los talentos que Dios les ha dado para proclamar el mensaje que debe llegar al mundo en este tiempo.

Tengo la esperanza de que ejerzáis todas vuestras capacidades en esta obra. Presentad la importancia de la verdad presente desde el punto de vista del médico. El Señor ha declarado que el médico educado hallará entrada en nuestras ciudades donde otros no lo pueden hacer. Enseñad el mensaje de la reforma pro salud. Esto ejercerá una influencia en la gente.

Estudiemos la Biblia, y enseñemos las palabra de la verdad. Hagamos la misma obra que hicieron los apóstoles de Cristo; ofrezcamos oraciones por los enfermos, pues hay muchos que no pueden tener las ventajas de nuestros sanatorios. El Señor quitará enfermedades en respuesta a la oración. Los ministros del evangelio deben poder presentar el tema de la reforma pro salud en su sencillez. Si esta fase de la verdad para hoy se presenta de una manera clara, sencilla y cristocéntrica, tendrá un efecto sobre el pueblo. Habrá respuestas de parte de muchos corazones.--Carta 128, 1909.

Muchos salvados de la degradación

Se me ha mostrado que la obra médica misionera descubrirá, en las mismas profundidades de la degradación, a personas que una vez poseyeron mente ilustre y cualidades elevadas, quienes serán rescatados de su condición caída por medio de la labor adecuada. Es la verdad tal como se revela en Jesús la que debe presentarse a la mente humana después que se haya atendido compasivamente a las personas y se hayan suplido sus necesidades físicas. El Espíritu Santo obra y coopera con los agentes humanos que trabajan por tales almas, y algunos apreciarán un fundamento establecido sobre una roca para su fe religiosa.

No se debe comunicar en forma alarmante ninguna doctrina extraña a estas personas a quienes Dios ama y de quienes se compadece; pero a medida que reciben ayuda física de parte de los obreros médicos misioneros, el Espíritu Santo coopera con el ministro de los agentes humanos para reavivar las facultades morales. Las facultades mentales se ponen en actividad, y muchas de estas pobres almas serán salvadas en el reino de Dios.--Special Testimonies for Ministers and Workers 11:32.

No se debe descuidar a los pobres

Vivimos en los últimos días de la historia de esta tierra, y la obra médica misionera debe ser todo lo que su nombre significa. Se debe predicar el evangelio a los pobres. El hombre pobre tanto como el rico es el objeto del cuidado y de la atención especial de Dios. Quitad la pobreza, y no tendríamos forma de comprender la misericordia y el amor de Dios, ni de conocer al Padre celestial, compasivo y lleno de misericordia.

Los que tienen la verdad para estos últimos días presentarán un mensaje adaptado a los pobres. Uno pensaría que el evangelio fue inspirado para alcanzar a esta clase. Cristo vino a la tierra para andar y trabajar entre los pobres. Predicó el evangelio a los pobres. Su obra es el evangelio mostrado en forma práctica en las ramas médicas misioneras: en justicia, misericordia y el amor de Dios, el buen fruto que se cosecha porque el árbol es bueno. En la persona de sus hijos creyentes y activos, bajo la guía del Espíritu Santo, Cristo visita hoy al pobre y al necesitado dando auxilio en la necesidad y aliviando el sufrimiento.--Carta 83, 1902.

El trabajo en favor de los ricos

Los que ejerciten la habilidad que Dios les ha dado para que trabajen por la conversión a la verdad de la clase intelectual, refinada, y rica absorta en el mundo, están haciendo una obra buena y esencial. Muchos la consideran una clase sin esperanza, y hacen poco para abrir los ojos de quienes, enceguecidos y deslumbrados por el poder de Satanás, han dejado la eternidad fuera de sus cuentas. Pero aquí hay un campo de labor que no debe descuidarse. Estas personas son mayordomos a quienes Dios ha confiado responsabilidades importantes. Debemos acercarnos a esta clase, pues sé que muchos de sus miembros son almas agobiadas; andan en busca de algo, pero no saben lo que es.

Si son salvos por Jesucristo, serán agentes útiles en las manos de Dios para comunicar la verdad a otros. Si se convierten a la verdad, sentirán una responsabilidad especial por llevar a otras almas de esta clase abandonada hacia la verdad. Sentirán que se les ha confiado a ellos una dispensación del evangelio en favor de los que hacen del mundo su dios. Necesitan el adiestramiento que el Espíritu Santo de Dios les puede dar, y los que tienen un conocimiento experimental de la verdad están obligados ante Dios a comunicar la preciosa luz a las almas absorbidas por el mundo, y amantes del mundo.

Algunos serán convencidos y escucharán las palabras que se les dirijan en amor y en compasión. Reconocerán que la verdad es precisamente lo que necesitan para liberarse de la esclavitud del pecado y desligarse de los principios del mundo. Delante de ellos se abren temas de pensamiento y campos de acción que nunca habían comprendido.

En el Redentor Jesús disciernen sabiduría infinita, justicia infinita y misericordia infinita: anchuras, longitudes, profundidades y alturas de amor que sobrepasan todo entendimiento. Contemplando la perfección del carácter de Cristo, viendo su misión, su amor, su gracia y su verdad, son atraídos; se satisface la gran necesidad del alma, y dirán con el salmista: "Veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza". Ven entonces que Jesucristo es el objeto divino de la fe y el amor; para ellos, el amor al mundo y la adoración de las cosas terrenales ha llegado a su fin...

Por medio de esfuerzos personales y fe viviente

Dios desea que la verdad se abra ante los hombres a quienes ha dado dotes especiales, pero que ignoran la gran necesidad del alma. Hay algunos que están habilitados particularmente para esta obra; hay quienes debieran buscar al Señor diariamente, haciendo un estudio de cómo alcanzar a las personas de esta clase, no sólo para tener una relación casual con ellos, sino para ocuparse de ellos con esfuerzo personal y una fe viva. Deben manifestar un profundo amor por su alma, una preocupación real porque tengan un conocimiento de la verdad como está presentada en la Palabra de Dios...

Tristemente esta clase se ha descuidado. Los obreros han juzgado por la apariencia, y han dado por cierto que ésa sería una labor en vano. Pero a estas personas a quienes Dios ha otorgado dones, ministros y pueblo en general, se les debe inducir a asirse de la mano de la fe viva. Que los obreros se aferren de las promesas de Dios, diciendo: "Tú has prometido, 'pedid, y recibiréis'. Debo convertir esta alma a Jesucristo". Pedid oración por las almas por quienes trabajáis; presentadlas delante de la iglesia como objetivos por los cuales suplicar. Esto será precisamente lo que la iglesia necesita para que sus miembros desvíen la mente de las cosas pequeñas y sus dificultades insignificantes para sentir una gran carga, un interés personal por un alma que casi perece. Elegid diariamente otra y aun otra alma, buscando dirección de Dios, colocando todo delante de él en oración ferviente y obrando en sabiduría divina. Mientras hagáis esto, veréis que Dios otorgará el Espíritu Santo para convencer, y el poder de la verdad para convertir el alma.

Se me ha mostrado que miles de hombres ricos han descendido a la tumba sin conocer la verdad, porque se los ha juzgado por la apariencia y se los ha pasado por alto como objetivos inalcanzables. El Señor desea que se cambie este orden de cosas. Que hombres de juicio entren a la obra, hombres que aún no han hecho nada de esto porque les ha parecido algo prohibitivo e imposible. Es una obra grande e importante, y Dios habilitará con sabiduría a personas que la lleven a cabo.

No será un toque casual o accidental el que hará que estas almas adineradas, amantes del mundo y adoradoras de la mundanalidad, sean atraídas a Cristo. Debe disponerse de esfuerzo personal decidido de parte de hombres y mujeres que estén imbuidos con el espíritu misionero, que no fracasen y que no se desanimen. El mensajero de Dios debe tener siempre en mente que el universo celestial ha estado esperando por mucho tiempo para cooperar con los agentes humanos en esta obra que se ha rehuido y descuidado.--Carta 47, 1894.

Valor de la obra médica

Algunos son completamente incapaces de entender la importancia de que los misioneros sean también médicos misioneros. Un ministro del evangelio tendrá un éxito doble en su labor si comprende cómo tratar la enfermedad. Se me ha dado luz creciente sobre este asunto. Algunos, que no ven la ventaja de educar a los jóvenes para ser médicos tanto de la mente como del cuerpo, dicen que el diezmo no debiera utilizarse para apoyar a los médicos misioneros, quienes dedican su tiempo a tratar a los enfermos. En respuesta a tales declaraciones, se me instruye a decir que la mente no debe estrecharse de tal forma para que no dé cabida a la verdadera situación. Un ministro del evangelio, que es también un médico misionero, que puede curar las molestias físicas, es un obrero mucho más eficiente que uno que no puede hacer esto. Su labor como ministro del evangelio es mucho más completa...

Disipará prejuicios

A medida que el médico misionero cuide de los enfermos, si está bien equipado con conocimiento y materiales para poner ese conocimiento en práctica, con certeza disipará prejuicios. Se debería educar a las mujeres en los renglones de la obra médica misionera, para que cuando vayan a países paganos puedan ayudar a sus hermanas que necesitan ayuda. Con su servicio, el Señor abrirá puertas por medio de las cuales su Palabra hallará entrada.

Vivir el evangelio al mantener sus principios es sabor de vida para vida. Las puertas que han estado cerradas para el que sólo predica el evangelio, se abrirán al médico misionero inteligente. Dios alcanza el corazón por medio del alivio del sufrimiento físico. Se siembra una semilla de verdad en la mente, y es regada por Dios. Se puede requerir mucha paciencia antes que esta semilla muestre señales de vida, pero al final brota, y lleva fruto para vida eterna.

¡Cuán lentos son los hombres para comprender la preparación que Dios hace para el día de su poder! Dios obra hoy para alcanzar los corazones de la misma forma como lo hizo cuando Cristo estuvo sobre esta tierra. Al leer la Palabra de Dios, vemos que Cristo incluyó la obra médica misionera en su ministerio. ¿No somos capaces de abrir los ojos para discernir los métodos de Cristo? ¿No podemos entender la comisión que él dio a sus discípulos y a nosotros?--Manuscrito 58, 1901.

Lo que los enfermeros misioneros pueden hacer

Hay muchas ramas de trabajo para que lleven a cabo los enfermeros misioneros. Hay oportunidad para que enfermeros bien preparados vayan entre las familias y traten de despertar interés en la verdad. En casi toda comunidad hay grandes Números que no asisten a ningún servicio religioso. El evangelio debe llevarse a sus hogares si han de ser alcanzados por la verdad. A menudo el alivio de sus necesidades físicas es la única avenida por la cual uno se les puede acercar. Como enfermeros misioneros que atienden a los enfermos y alivian la aflicción del pobre, hallarán muchas oportunidades para orar con ellos, para leerles la Palabra de Dios y hablar del Salvador. Pueden orar con los desvalidos rogando por ellos, pues no tienen fuerza de voluntad para controlar los apetitos que la pasión ha degradado. Ellos pueden traer un rayo de esperanza a la vida de los desanimados y abatidos. Su amor generoso, manifestado en actos de bondad desinteresada, contribuirá a que estos dolientes crean en el amor de nuestro Señor Jesucristo.

Sin motivación de alabanza ni compensación

Muchos no tienen fe en Dios y han perdido su confianza en el hombre. Pero aprecian los actos de simpatía y de ayuda. Al ver a alguien que, sin motivación de alabanza terrenal ni compensación llega a sus hogares para ministrar al enfermo, alimentar al hambriento, vestir al desnudo, animar al triste y tiernamente guiar a todos a Aquel de cuyo amor y ternura el obrero humano sólo es un mensajero... todo esto les toca el corazón. La gratitud brota, la fe se enciende. Ven que Dios los cuida, y al abrirse ante ellos la Palabra están preparados para escuchar.--The Review and Herald, 9 de mayo de 1912.

Eficiencia y poder

La exposición de los principios bíblicos por un médico inteligente ejercerá una influencia poderosa en muchas personas. La eficiencia y el poder acompañan al que puede combinar en su esfera de influencia la obra de un médico y la de un ministro evangélico. Su obra se recomienda por sí misma ante el juicio de la gente.--Consejos sobre la salud, 547.

Un ejemplo de curación y de ganancia de almas

Cristo nos ha dejado un ejemplo. Enseñó las verdades evangélicas basándose en las Escrituras, y también sanó a los afligidos que acudían a él en busca de alivio. Él fue el Médico más grande que el mundo haya conocido; sin embargo, combinó con su obra de sanidad la verdad salvadora del alma.

Así es como deben trabajar nuestros médicos. Hacen la obra del Señor cuando trabajan como evangelistas y presentan instrucciones acerca de la forma como el alma puede ser sanada por el Señor Jesús. Todo médico debiera saber orar con fe por los enfermos, como también administrar el tratamiento adecuado. Al mismo tiempo debiera trabajar como ministro de Dios para enseñar arrepentimiento, conversión y salvación del alma y el cuerpo. Esta combinación de trabajo ampliará su experiencia y extenderá notablemente su influencia.

De una cosa estoy segura: la mayor obra de nuestros médicos consiste en lograr acceso a la mente del mundo en forma adecuada. Hay un mundo que perece en el pecado, ¿y quién se ocupará de la obra en nuestras ciudades? Los mayores médicos son los que viven en las pisadas de Jesucristo.--Consejos sobre la salud, 545.

Un ministerio combinado

El médico debe revelar la educación superior en su habilidad para señalar al Salvador del mundo como quien puede sanar y salvar el alma y el cuerpo. Esto provee al afligido un aliento del más alto valor. El ministerio a favor de lo físico y lo espiritual debe combinarse para guiar a los enfermos a confiar en el poder del Médico celestial. Los que, mientras dan los tratamientos adecuados, también oran por la gracia restauradora de Cristo, inspirarán fe en la mente de los pacientes. Su propio proceder será una inspiración para los que suponen que su caso no tiene esperanza.

Esta es la razón por la cual se establecieron nuestros sanatorios: dar valor al desesperanzado al unir la oración de fe con un tratamiento adecuado, e instruirlo en la forma correcta de vivir, física y espiritualmente. Por medio de tal ministerio muchos se convertirán. Los médicos de nuestros sanatorios deben dar el claro mensaje evangélico de la cura del alma.--Carta 146, 1909.

Médicos como evangelistas en la ciudad

Los médicos cristianos pueden hacer una obra preciosa para Dios como médicos misioneros. Muy a menudo demasiadas cosas les llenan la mente, lo que los imposibilita para desarrollar la labor que Dios desea que lleven a cabo como evangelistas. Que los obreros médicos presenten las verdades importantes del mensaje del tercer ángel desde el punto de vista médico. A veces los médicos consagrados y de talento pueden conseguir un auditorio en las grandes ciudades cuando otros fracasan. Al unirse los médicos con los ministros en la proclamación del evangelio en las grandes ciudades, sus labores combinadas influirán sobre muchas mentes a favor de la verdad para este tiempo.

Por la luz que Dios me ha dado, sé que su causa está en gran necesidad de representantes de la verdad bíblica que estén llenos de vida. Los ministros ordenados, solos, no dan abasto. Dios llama no solamente a los ministros, sino también a médicos, enfermeros, colportores, obreros bíblicos y otros laicos consagrados de diversos talentos, que tengan un conocimiento de la verdad presente, para atender las necesidades de las ciudades inadvertidas. Debe haber cien creyentes comprometidos activamente en la obra misionera personal donde ahora hay sólo uno. El tiempo está pasando rápidamente. Hay mucha labor por realizar antes que la oposición satánica obstruya el camino. Se debe poner en operación toda agencia para que se mejoren sabiamente las oportunidades presentes.--The Review and Herald, 7 de april de 1910.

Un servicio doble

Usted necesita urgentemente la sabiduría divina que lo habilite para servir en dos posiciones de responsabilidad: como médico hábil y también como predicador del evangelio. Debe haber una conversión diaria para que se puedan unir exitosamente la obra en favor del cuerpo y del alma. No le puedo decir en detalle cómo se hace esto, pero sé que usted debe realizar una obra importante en el ministerio de la Palabra, e instruir a las almas en beneficio de las cuales trabaja para que éstas crean en Jesucristo.--Carta 64, 1910.

Enviados de dos en dos

Se necesitan médicos misioneros en todo el campo. Los colportores deben aprovechar toda oportunidad que se les presente para aprender cómo tratar la enfermedad. Los médicos deben recordar que a menudo se requerirá de ellos que cumplan las funciones de un ministro. Los médicos misioneros figuran como evangelistas. Los obreros deben salir de dos en dos, para que oren y se asesoren mutuamente. Nunca se los debe enviar solos. El Señor Jesucristo envió a sus discípulos a las ciudades de Israel de dos en dos. Él les dio la comisión: "Sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios".

En la Palabra de Dios se nos enseña que un evangelista es un maestro. Debe ser también un médico misionero. Pero no todos deben cumplir la misma tarea. "Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo".

Los que ocupan el cargo de ministros en nuestras asociaciones deben familiarizarse con la obra de ministrar a los enfermos. Ningún ministro debe enorgullecerse de ser ignorante donde debiera ser entendido. La obra médica misionera relaciona al hombre con su prójimo y con Dios. Ni el tiempo ni el espacio deben limitar la manifestación de simpatía y confianza.--Manuscrito 33, 1901.

Cooperación

Dios ha dado instrucción acerca de cómo debe hacerse la obra. En nuestros congresos campestres nos relacionamos con toda clase de personas, de clase alta y baja, ricos y pobres. No se excluye a nadie. El Señor desea que los mejores médicos misioneros estén listos para colaborar con los ministros del evangelio. Deben ser uno con Cristo, hombres mediante los cuales Dios pueda actuar. El propósito del Señor es que su obra avance en el ámbito de la reforma. Durante nuestros congresos campestres debe hacerse una obra médica misionera genuina.

No debe trazarse ninguna línea de separación entre la obra médica misionera genuina y el ministerio del evangelio. Ambos deben unirse. No deben estar aparte como si fueran ramas separadas de la obra. Deben mezclarse en una unión inseparable, como la mano está unida al cuerpo. Los que trabajan en nuestras instituciones deben dar evidencia de que comprenden su parte en la obra médica misionera genuina. Una dignidad solemne debe caracterizar a los médicos misioneros verdaderos. Deben ser hombres que comprendan y conozcan a Dios y el poder de su gracia.

Desprovista de todo egoísmo

No importa el monto de nuestras entradas o ganancias, la asociación debe mantenerse libre de toda hebra de egoísmo. Del mismo modo la obra médica misionera debe estar libre de todo egoísmo, y llevarse a cabo según la orden de Dios. Las diversas ramas de la obra deben apoyarse mutuamente.--Carta 102, 1900.

No por medio de representantes

Se requieren actualmente hombres y mujeres santos y devotos, para que sean médicos misioneros. Que ellos cultiven al máximo sus facultades físicas y mentales, como también su piedad. Todo esfuerzo debe hacerse para enviar obreros inteligentes. La misma gracia que vino de Jesucristo a Pablo y Apolos, que los hizo sobresalir por su excelencia espiritual, puede recibirse ahora, y traerá a la obra muchos misioneros dedicados.

Que nadie se cruce de brazos, diciendo: "Oh sí, que tales y cuales vayan a los campos donde aún no se ha trabajado", mientras ellos mismos no se interesan por hacer una labor dedicada y abnegada, y esperan que la obra que el Señor les ha comisionado sea hecha por representantes. Hay algunos que, si fueran abnegados y tomaran la cruz, hallarían que Dios se comunicaría con ellos tan ciertamente como lo hizo con Pablo y Bernabé. Ellos son representantes de lo que muchísimos podrían ser. "Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que lo invocan".--Special Testimonies Relating to Medical Missionary Work, 8 (1893).

Señal distintiva

La verdadera simpatía entre el hombre y su prójimo debe ser la señal que distinga a los que aman y temen a Dios, de los que hacen caso omiso de su ley. ¡Cuán grande simpatía ha expresado Cristo al venir a esta tierra a dar su vida como sacrificio por un mundo agonizante! Su religión lo indujo a hacer una obra médica misionera genuina. Él era un poder sanador. "Misericordia quiero, y no sacrificio", dijo él. Esta es la prueba que el gran Autor de la verdad utilizó para distinguir entre la verdadera religión y la falsa. Dios desea que sus médicos misioneros actúen con la ternura y la compasión que Cristo mostraría si estuviera en este mundo.--Manuscrito 117, 1903.

Verdadera caridad

Sólo al manifestar un interés generoso por quienes necesitan ayuda podemos proveer una demostración práctica de las verdades del evangelio. "Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma". "Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor". En la predicación del evangelio se incluye mucho más que el mero sermoneo; los ignorantes deben ser iluminados; los desanimados han de alentarse; debe sanarse a los enfermos. La voz humana debe hacer su parte en la obra de Dios. Palabras de ternura, de simpatía y de amor deben ser testigos a favor de la verdad. Las oraciones sinceras, que broten del corazón, acercarán a los ángeles".--An Appeal for a Medical Missionary College, 13, 14.

La atmósfera de amor

Visitar a los enfermos y aliviar a los pobres y a los afligidos por amor a Cristo traerá a los obreros los brillantes rayos de luz del Sol de Justicia, y aun el rostro expresará la paz que mora en el alma. El rostro de hombres y mujeres que hablan con Dios, para quienes el mundo invisible es una realidad, expresa la paz de Dios. Ellos llevan consigo la atmósfera suave y afable del cielo, y la difunden en acciones de bondad y obras de amor. Su influencia es del tipo que gana almas para Cristo. Si todos pudieran ver y comprender, y ser hacedores de las palabras de Dios, ¡qué paz, qué felicidad, qué salud del cuerpo y qué paz del alma habría como resultado! Una atmósfera cálida y amable de amor y la tierna simpatía de Cristo en el alma, son inestimables. El precio del amor está sobre el oro, la plata y las piedras preciosas, y hace a los seres humanos como Aquel que no vivió para agradarse a sí mismo.--Carta 43, 1895.

Siembra y cosecha

No se ha dicho demasiado en el mundo para vindicar y exaltar la genuina obra médica misionera. Conectada con otras ramas de la obra evangélica, la obra médica misionera es el instrumento por el cual se prepara el terreno para la siembra de la semilla de la verdad, y también el instrumento con el que se recoge la cosecha. Si todos nuestros ministros hubieran recibido y practicado la luz que Dios había dado en relación a la reforma pro salud, los necesitados y los parias encontrarían más cabida en todo esfuerzo evangelístico en una extensión mucho más amplia de lo que ha sucedido hasta ahora. Con la obra médica misionera actuando como la mano ayudadora del ministerio del evangelio, los enfermos serían restaurados a la salud y muchas almas serían llevadas a la luz...

El evangelio de Cristo debe estar atado con la obra médica misionera, y la obra médica misionera debe estar ligada al ministerio del evangelio. El mundo necesita los esfuerzos de médicos misioneros que estén vinculados con el mensaje del evangelio. Los ministros del evangelio no pueden gastar su tiempo y fortaleza en hacer la obra que necesita llevarse adelante en esta rama, pero por la influencia de la pluma y la voz ellos pueden reforzar esta obra. Deben considerarla como la mano ayudadora del evangelio, colocando en ella gran aprecio por ser el medio de preparar los corazones para la siembra de la semilla de la verdad, y para atraer muchos a Cristo.

Los ministros deben combatir la enfermedad

A menudo el ministro será llamado a desempeñar el papel de médico. Él debe tener una preparación que lo capacite para administrar los remedios más sencillos para el alivio del doliente. Los ministros y los obreros bíblicos debieran prepararse para esta línea de trabajo, pues al hacerlo están siguiendo el ejemplo de Cristo. Ellos también debieran estar preparados por instrucción y práctica para combatir la enfermedad del cuerpo, como lo están para sanar el alma enferma de pecado y guiarla al gran Médico. Cumplen la comisión que Cristo dio a los doce y luego a los setenta: "En cualquier ciudad donde entréis,... sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios". Cristo está al lado de ellos tan dispuesto a sanar a los enfermos como cuando estuvo en persona aquí en la tierra.--Manuscrito 88, 1902.

Cómo él es perfecto

Nuestra obra consiste en esforzarnos por alcanzar en nuestra esfera de acción la perfección que Cristo logró en todo aspecto del carácter en su vida sobre la tierra. Él es nuestro ejemplo. En todas las cosas debemos procurar honrar a Dios en carácter. Al alejarnos tanto, día a día, de los requerimientos divinos, estamos poniendo en peligro la salvación de nuestra propia alma. Necesitamos comprender y apreciar el privilegio que Cristo nos ha otorgado, y mostrar nuestra decisión de alcanzar la norma más elevada. Debemos depender plenamente del poder que él ha prometido concedernos.

Justo antes de expresar este requerimiento, el Salvador dijo a sus discípulos: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen". Debemos amar a nuestros enemigos con el mismo amor que Cristo manifestó hacia sus enemigos al dar su vida para salvarlos. Muchos pueden decir: "Este es un mandato difícil; pues yo quiero mantenerme tan lejos de mis enemigos como me sea posible". Pero actuar de acuerdo con vuestra propia inclinación no sería vivir los principios que nuestro Salvador ha dado. "Haced bien--dice él--, a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos". Este pasaje ilustra un aspecto de la perfección cristiana. Cristo dio su vida por nosotros mientras aún éramos enemigos de Dios. Debemos seguir su ejemplo.

Amad a vuestros enemigos

Aún debo escribir más de las Escrituras: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos... Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Yo he sido impresionada profundamente por estas palabras. Debemos comprender su significado verdadero. Si representáramos el carácter de Cristo al obedecer este requerimiento, habría un cambio mayor en los obradores de maldad. Muchas almas se convencerían de su pecaminosidad y se convertirían por las impresiones hechas en ellos porque no nos ofendemos por las acciones impías de quienes están controlados por las agencias satánicas. Debemos obrar en forma decidida y con oración del lado del Señor. En todos los asuntos que provoquen al alma debemos resistir al mal y negarnos a abusar del malhechor.

Representemos diariamente el gran amor de Cristo amando a nuestros enemigos como Cristo los amó. Si reveláramos de esa forma la gracia de Cristo, se quebrantarían fuertes sentimientos de odio y en muchos corazones surgiría el amor genuino. Se verían muchas más conversiones de las que ocurren ahora. Es cierto, nos costaría algo hacerlo. Si los ministros que predican la Palabra y los que ocupan puestos prominentes en la obra médica misionera consideraran como su deber especial practicar las enseñanzas de la Palabra en su vida diaria, colocándose bajo la disciplina de los requerimientos de Cristo y trabajando bajo su autoridad, su conducta consecuente guiaría a muchos a liberarse del servicio satánico y a ocupar su lugar bajo el estandarte teñido de sangre del Príncipe Emanuel.

Una experiencia amplia

De nuevo tengo la mente muy intranquila con relación a nuestra conducta y la formación del carácter en esta vida. Hemos tomado, abiertamente, nuestra posición del lado del Señor para representar en esta generación maligna la íntima relación que los cristianos gozan con Dios y con Jesucristo a quien él ha enviado. En realidad, tenemos el privilegio de ampliar nuestra experiencia, profundizar nuestra consagración y tener un contacto más cercano con nuestro Padre celestial, colocando nuestra voluntad y nuestros caminos en conformidad con su voluntad y sus caminos.

Mi oración esta mañana es muy fervorosa y persistente: que en la lucha cristiana no fracasemos ni nos desanimemos. "Hay luz arriba", me dice una Voz; y en respuesta, desvío los ojos de lo terrenal y desalentador y considero lo celestial, orando fervientemente para que el pueblo de Dios pueda comprender en forma más clara y contundente la dignidad que nuestro Padre celestial nos ha conferido al llamarnos a representar, delante del mundo, en carne de pecado, su bondad y misericordia. Sobre nosotros, como también sobre los desagradecidos e impíos, él derrama innúmeras bendiciones. Debemos expresar nuestra gratitud a Dios por ser aceptados como obreros que cooperan con el Señor Jesucristo.

Los que predican la Palabra del Señor deben vivir lo que enseñan. Si recibimos la gracia de Dios en el corazón, debemos revelar a otros esta gracia en toda palabra y acción. Los que están fundados en la misericordia sin límite de Cristo deben practicar su paciencia y tolerancia, y nunca revelar un espíritu de injusticia arbitraria hacia sus hermanos o hacia los demás.

Haced el bien sin tener en cuenta los resultados

Algunos dirán: "¿Cómo podemos hacer esto? Existe la posibilidad de que los que no tienen principios y son intrigantes se aprovechen de nosotros". Recordad que un discípulo debe hacer la voluntad de su maestro. No debemos razonar acerca de los resultados; porque entonces siempre estaríamos ocupados y en incertidumbre. Debemos tomar nuestra posición reconociendo plenamente el poder y la autoridad de la Palabra de Dios, sea que esté de acuerdo con nuestras opiniones preconcebidas o no. Tenemos un libro guía perfecto. El Señor nos ha hablado; y sean cuales fueren las consecuencias, debemos recibir su Palabra y practicarla en la vida diaria; de lo contrario, estaremos escogiendo nuestra propia versión del deber y haciendo exactamente lo contrario de lo que nuestro Padre celestial ha planeado que hagamos.

No nos pertenecemos a nosotros mismos para hacer lo que nos plazca. Somos llamados a ser representantes de Cristo. Fuimos comprados por precio. Como hijos e hijas elegidos de Dios, hemos de ser hijos obedientes, que actúen de acuerdo con los principios de su carácter como están revelados por medio de su Hijo.

Jesús ha dicho: "Haced bien a los que os aborrecen". Cuánto podemos lograr al seguir esta instrucción, no lo podemos estimar. "Orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos".

¿No se pasan por alto a menudo los principios esbozados aquí? La cantidad de maldad que podría evitarse al seguir estos principios en ningún modo es pequeña: pues algunas veces el corazón de los perseguidores es susceptible a las impresiones divinas, como lo fue el del apóstol Pablo antes de su conversión. Siempre es mejor tratar de vivir toda la voluntad de Dios como él la ha especificado. Él se encargará de los resultados.--Manuscrito 148, 1902.

Celo y perseverancia en la obra médica misionera

Si yo pudiera guiar a mi pueblo a hacer un esfuerzo cristiano, si pudiera inducirlo a dedicarse a la obra médica misionera con un celo santo y una perseverancia divina, no en pocos lugares sino en todo lugar, disponiendo el esfuerzo personal a favor de quienes están fuera del redil, ¡cuán agradecida me sentiría! Esta es la verdadera obra médica misionera. En algunos lugares, aparentemente no tiene mucho éxito; pero de nuevo el Señor abre el camino, y el triunfo premia el esfuerzo. Se expresan palabras que son como clavos puestos en un lugar seguro. Los ángeles del cielo cooperan con los instrumentos humanos, y se ganan los pecadores para el Salvador.--Carta 43, 1903.

En excelente compañía

El espíritu de persecución no se levantará contra los que no tienen un vínculo con Dios y que, por lo tanto, no poseen fortaleza moral. Se levantará contra los fieles, los que no hacen concesiones ante el mundo ni son absorbidos por sus opiniones, por su favor o por su oposición. Una religión que da un testimonio vivo de la labor de la santidad, que reprende el orgullo, el egoísmo, la avaricia y los pecados de moda, será odiada por el mundo y por los cristianos superficiales... Cuando sufrís oprobio y persecución estáis en excelente compañía; pues Jesús soportó todo esto, y mucho más. Si sois centinelas fieles para Dios, estas cosas os vendrán como un cumplido. Son las almas heroicas, las que son fieles cuando están solas, las que alcanzarán la corona imperecedera.--The Youth's Instructor, 28 de mayo de 1884.

Vendrá un reavivamiento

Si los obreros humillaran el corazón delante de Dios, vendría la bendición. Entonces recibirían siempre ideas frescas y nuevas, y habría un magnífico reavivamiento de la obra evangélica médica misionera.--Testimonios para la Iglesia 9:175.

Para estudio adicional

Los médicos misioneros y su trabajo: El Ministerio de Curación, 119-160.

El trabajo de los pioneros: Consejos sobre la salud, 497-502.

Una llamamiento para los médicos evangelistas: Consejos sobre la salud, 389-394.

Una apelación a los misioneros médicos evangelistas: El Deseado de Todas las Gentes, 760-768.

Consejos para los médicos evangelistas: Testimonies for the Church 8:201, 202.

El evangelio, "en ilustración": Testimonies for the Church 6:241; "en la práctica": Consejos sobre la salud, 533.

Descuidada por la iglesia y por el ministerio: Testimonies for the Church 6:294-304.

Los ministros deben trabajar en el plan evangélico médico: Consejos sobre la salud, 534, 535.

Los médicos como evangelistas: Consejos sobre la salud, 535-537; 544-549.

Oportunidades para las enfermeras consagradas: Consejos sobre la salud, 384-387; Testimonies for the Church 6:83, 84.

Los obreros evangélicos deben enseñar la reforma pro salud: Consejos sobre la salud, 428; Testimonies for the Church 6:376, 377.

La alimentación, un tema apropiado para el evangelista: Consejos sobre la salud, 440, 441; Testimonios para la Iglesia 9:91-92.

Una obra unida: Consejos sobre la salud, 514-518; Testimonies for the Church 6:288-293; Consejos sobre la salud, 517, 518; Testimonies for the Church 6:291, 292; Consejos sobre la salud, 520, 521; Testimonies for the Church 8:158, 159; Consejos sobre la salud, 525, 526; Testimonies for the Church 6:240-242; Consejos sobre la salud, 534, 551; Testimonios para la Iglesia 7:110; Consejos sobre la salud, 558-560.

Una obra combinada como médico y ministro en la obra de Cristo: Consejos sobre la salud, 529.

Palabras de advertencia a un director médico: Consejos sobre la salud, 520-524; Testimonies for the Church 8:158-162.

La labor de casa en casa hecha por los médicos misioneros: Consejos sobre la salud, 539.

"La enseñanza y la curación": El Ministerio de Curación, 99-118.

La obra en favor de los pobres: Consejos sobre la salud, 14; Testimonies for the Church 6:255; Testimonies for the Church 6:83-85; El Ministerio de Curación, 138-159.

La obra sostenida por hombres acaudalados que se han convertido: Testimonios para la Iglesia 9:92-94.

El ministerio a favor de los ricos: Consejos sobre la salud, 15-18; Testimonies for the Church 6:256-258; Testimonies for the Church 6:80-83; El Ministerio de Curación, 160-166.