El Ministerio Médico

Capítulo 16

La salud del obrero

Pertenecemos a Dios

Nuestro cuerpo pertenece a Dios. Él pagó el precio de la redención por el cuerpo como también por el alma. "No sois vuestros. Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios". "Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo".

El Creador vigila la maquinaria humana, manteniéndola en movimiento. Si no fuera por su cuidado constante, cesarían nuestras pulsaciones, la acción del corazón se detendría y el cerebro no desempeñaría su labor por más tiempo.

El cerebro es el órgano e instrumento de la mente, y controla todo el cuerpo. Para que las otras partes del organismo estén saludables, el cerebro debe tener salud. Y para que el cerebro tenga salud, la sangre debe estar pura. Si por hábitos correctos de comer y beber la sangre se mantiene pura, el cerebro se nutrirá en forma adecuada.

Es la falta de una acción armoniosa en el organismo humano lo que ocasiona la enfermedad. La imaginación puede controlar las otras partes del cuerpo para su propio mal. Todas las partes del organismo deben funcionar armoniosamente. Las diferentes partes del cuerpo, especialmente las alejadas del corazón, deben recibir una libre circulación de la sangre. Las extremidades realizan una actividad importante, y deben recibir una atención esmerada.

Dios es el gran Cuidador de la maquinaria humana. En el cuidado de nuestro cuerpo debemos cooperar con él. El amor por Dios es esencial para la vida y la salud... Para tener una salud perfecta, nuestro corazón debe rebosar de amor, esperanza y gozo.

Quiero grabar en la mente de los médicos el hecho de que no pueden hacer como desean con sus pensamientos y su imaginación y a la vez estar seguros de su llamamiento. Satanás es el destructor; Cristo es el restaurador. Anhelo que nuestros médicos comprendan plenamente este punto. Ellos pueden salvar su alma de la muerte por una aplicación correcta del conocimiento que han obtenido, o pueden obrar contra el gran Maestro Constructor. Pueden cooperar con Dios o contrarrestar sus planes al no trabajar armoniosamente con él.

Importancia de los hábitos de regularidad

Todos los médicos debieran colocarse bajo el control del Gran Médico. Bajo su guía, actuarán como debieran hacerlo. Pero el Señor no hará un milagro para salvar a los médicos que imprudentemente abusan de su organismo. Hasta donde sea posible, los médicos deben observar regularidad en sus hábitos de alimentación. Han de hacer una cantidad adecuada de ejercicio. Deben estar decididos a cooperar con el gran Obrero Maestro. Dios hace la obra, y el hombre debe conformarse para colaborar con él; pues él es el salvador del cuerpo.

Los médicos, sobre todos los demás, necesitan comprender la relación que los seres humanos mantienen con Dios respecto a la preservación de la salud y la vida. Tienen que estudiar la Palabra de Dios en forma diligente, no sea que descuiden las leyes de la salud. No hay necesidad de que se debiliten y se desequilibren. Bajo la guía de la autoridad celestial, pueden avanzar en líneas claras y rectas. Pero deben escuchar muy atentamente las leyes divinas. Deben sentir que son la propiedad de Dios, que han sido comprados con precio; que, por lo tanto, deben glorificarlo en todas las cosas.--Manuscrito 24, 1900.

Guardianes fieles de sus facultades

Los que aplican toda su alma a la obra médica misionera, que trabajan incansablemente en peligro, en privaciones, en vigilias, en cansancio y en dolores, corren el riesgo de olvidar que deben ser guardianes fieles de sus propias facultades mentales y físicas. No deben permitirse recargo de trabajo. Pero están llenos de celo y dedicación y algunas veces actúan imprudentemente, colocando sobre sus hombros una carga muy pesada. A menos que tales obreros hagan un cambio, el resultado será la enfermedad y el quebranto.

A la vez que los obreros de Dios deben estar llenos de un noble entusiasmo, y con una decisión de seguir el ejemplo del Obrero divino, el gran Médico Misionero, no deben sobrecargarse de muchas cosas en la labor diaria. Si lo hacen, pronto dejarán la obra por completo, quebrantados debido a que han tratado de llevar una carga muy pesada. Hermano mío, es correcto que usted haga el mejor uso de las ventajas que Dios le ha dado en esfuerzos dedicados para el alivio de los dolientes y la salvación de las almas. Pero no sacrifique su salud.

Tenemos un llamamiento tanto más elevado que los egoístas intereses comunes, cuanto los cielos son más altos que la tierra. Pero este pensamiento no debe inducir a los siervos de Dios, dispuestos y trabajadores, a llevar todas las cargas que puedan colocar sobre ellos mismos sin tomar períodos de reposo.

¡Cuán maravilloso sería si entre todos los que se dedican a proclamar el precioso plan de Dios para la salvación de las almas no hubiera holgazanes! Cuánto más se lograría si todos dijeran: "¡Dios me tiene como responsable para que esté plenamente despierto y para que mis esfuerzos hablen en favor de la verdad que profeso creer!" Soy un obrero práctico y no un soñador". Es a causa de tantos soñadores que los verdaderos obreros tienen que llevar cargas dobles.--Carta 291, 1904.

Quebrantados bajo la carga

Oigo de obreros cuya salud se está quebrantando bajo el peso de las cargas que llevan. Esto no debiera suceder. Dios desea que recordemos que somos mortales. No debemos abarcar demasiado en nuestro trabajo. No debemos colocarnos bajo una carga tal que nuestras facultades físicas y mentales se conviertan en un andrajo.

Se necesitan más obreros, para que ciertas cargas puedan quitarse de algunos de los que ahora están muy recargados. El Señor desea que los que han obtenido experiencia en su servicio sean educadores. Debemos ser aprendices en la escuela de Cristo, para poder enseñar a otros, y para que podamos planear sabiamente el avance de la obra de Dios.--Manuscrito 71, 1903.

El médico debe conservar sus energías

Algunos que han escogido la profesión médica se dejan alejar muy fácilmente de los deberes que recaen sobre los médicos. Hay quienes por su proceder equivocado debilitan sus facultades, de modo que no pueden rendir un servicio perfecto a Dios. Se colocan donde no pueden actuar con vigor, tacto y habilidad, y no comprenden que por su menosprecio de las leyes físicas se están acarreando la ineficiencia y de esta forma están robando y deshonrando a Dios.

Los médicos no deben permitir que su atención se desvíe de su trabajo. No deben circunscribirse tan enteramente a la labor profesional que pongan en riesgo su salud. En el temor de Dios, deben ser sensatos en el uso de la fortaleza que Dios les ha proporcionado. Nunca deben menospreciar los medios que Dios ha provisto para la preservación de la salud. Su deber es colocar bajo el control de la razón toda facultad que Dios les ha dado.

Más que otros, el médico debiera tomar, hasta donde le sea posible, horas regulares para descansar. Esto le dará fuerza para soportar las cargas pesadas de su trabajo. En su vida ocupada, el médico hallará que el escudriñamiento de las Escrituras y la oración sincera reportarán vigor a la mente y estabilidad al carácter.--Manuscrito 53, 1907.

Pérdida espiritual por agotamiento

Hay algunos que pueden llevar con éxito cierta cantidad de trabajo, pero que se sienten fatigados, malhumorados e impacientes cuando se los recarga con más faena de la que tienen fortaleza física o mental para realizar. Pierden el amor de Dios del corazón y luego se desalientan y pierden la fe, y no reciben la bendición divina. Hay médicos que han perdido su fortaleza espiritual porque han hecho el doble del trabajo que debieron haber realizado. Cuando se pida o se tiente a los hombres a llevar a cabo más labor de la que pueden hacer, que digan con firmeza: No puedo consentir en hacer esto. No me siento capaz de realizar con seguridad más de lo que estoy haciendo.--Manuscrito 44, 1903.

El ministro debe salvaguardar su salud

El propósito de Dios no es sólo que sus siervos tengan fe en la obra de sus instituciones; él quiere que vayan aún más lejos. Deben comprender que Dios desea que sean ejemplos vivos de lo que significa estar bien, física y espiritualmente. Él quiere que muestren evidencias de que la verdad ha realizado un gran trabajo en su favor.

La gente que asiste a nuestras conferencias no siempre está en un estado adecuado para juzgar correctamente. Muchos sufren de congestión cerebral. Otros de los que frecuentan nuestras asambleas debieran hacer primero todo lo que esté a su alcance para relacionarse debidamente con Dios y con la salud. Si la cabeza está congestionada, que indaguen para saber qué anda mal. El cerebro está congestionado porque hay algo que perturba el estómago. Que descubran lo que está errado en su régimen alimentario. Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, y si fracasamos en hacer todo lo que esté a nuestro alcance para colocar el cuerpo en la mejor condición de salud, estamos robando a Dios el honor que le debemos como seres creados por él.

Si usted es llamado para asistir a una reunión de concilio, pregúntese si sus facultades de percepción están en buenas condiciones como para poder pesar la evidencia. Si su condición no es saludable, si tiene el cerebro confundido, no debe tomar parte en la reunión. ¿Esta usted malhumorado? ¿Es su temperamento dulce y fragante, o está tan perturbado y antipático que será inducido a tomar decisiones apresuradas? ¿Siente como si deseara pelear con alguien? Entonces, no vaya a la reunión; pues si lo hace deshonrará a Dios con seguridad. Tome un hacha y corte madera o empléese en algún ejercicio físico hasta que su espíritu se serene y sea fácil de tratar. Tan ciertamente como el estómago le crea perturbación al cerebro, sus palabras crearán perturbación en la reunión. Los órganos digestivos perturbados ocasionan más dificultades de lo que muchos se imaginan.

Siempre debemos comer los alimentos más sencillos. A menudo se consume el doble de la cantidad de alimentos que el organismo necesita. Entonces la naturaleza tiene que esforzarse por liberarse del excedente. Tratad el estómago correctamente, y él hará lo mejor...

Sea que lo reconozcan o no, Dios coloca sobre todos los seres humanos el deber de cuidar del templo del alma. El cuerpo debe mantenerse limpio y puro. El alma debe ser santificada y ennoblecida. Entonces, Dios dice: "Vendré a él y haré mi morada con él". Somos responsables de nuestra propia salvación, y Dios nos responsabiliza de la influencia que ejerzamos sobre quienes se relacionan con nosotros. Debemos estar en una posición tal, física y espiritualmente, que podamos recomendar la religión de Cristo. Tenemos que dedicar nuestro cuerpo a Dios.

Dios desea que sus ministros ocupen una posición elevada y santa. Los que abren la Palabra de Dios a otros deben preguntarse ellos mismos, antes de venir al púlpito, si han sido abnegados, si su alimentación ha sido sencilla como la que el estómago puede digerir, sin entorpecer el cerebro: Por favor, lean el primer capítulo de la segunda epístola a los Corintios. Todo este capítulo es una lección para los creyentes en general.--Manuscrito 62, 1900.

Fortaleciendo las facultades mentales y morales

Se me instruye a decir a nuestros ministros y a los presidentes de nuestras asociaciones: Vuestra utilidad como obreros para Dios en la obra de recuperar las almas que perecen, depende mayormente de vuestro éxito en vencer el apetito. Venced el deseo de gratificar el apetito, y si hacéis esto vuestras pasiones serán controladas con facilidad. Entonces vuestras facultades mentales y morales serán más fuertes. "Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos".--Carta 158, 1909.

En los climas cálidos

En los climas cálidos, ardientes, debe darse al obrero, sea cual fuere su línea de acción, menos trabajo que en un clima benigno. El Señor recuerda que somos sólo polvo... Cuanto menos azúcar introduzca en la preparación de los alimentos, menos dificultad experimentará debido al calor del clima.--Carta 91, 1898.

La jardinería y la salud

Que hombres y mujeres trabajen en el campo, en la huerta y en el jardín. Esto comunicará salud y fortaleza a los nervios y a los músculos. Vivir encerrados y alimentar así la invalidez, es un asunto muy malo. Si los enfermos dieran a los nervios, a los músculos y a los tendones ejercicio adecuado al aire libre, su salud se renovaría.

La ignorancia más increíble prevalece con relación a colocar el cerebro, los huesos y los músculos en servicio activo. Cada parte del organismo humano debe ser ejercitada en forma equitativa. Esto es necesario para el desarrollo y la acción armoniosa de todo el cuerpo.

Muchos no ven la importancia de tener tierra para cultivar, y de sembrar y cosechar frutas y verduras para que sus mesas estén abastecidas con estas cosas. Se me instruye a decir a toda familia y a toda iglesia, que Dios os bendecirá cuando obréis vuestra propia salvación con temor y temblor, temiendo que, por un tratamiento insensato del cuerpo, podáis echar a perder el plan que el Señor tiene para vosotros.

Muchos actúan como si la salud y la enfermedad fueran enteramente independientes del proceder de ellos y estuviera completamente fuera de su control. No razonan de causa a efecto, y se someten a la debilidad y a la enfermedad como si fueran algo necesario. Consideran los violentos ataques de enfermedad como dispensaciones especiales de la Providencia, o como el resultado de algún poder dominante, que lo rige todo; y se vuelven a los fármacos como cura para el mal. Pero las drogas ingeridas para curar la enfermedad debilitan el organismo.

Ejercicio regular

Si los que están enfermos ejercitaran los músculos diariamente, tanto las mujeres como los hombres, en la vida al aire libre, utilizando el cerebro, los huesos y los músculos en forma proporcionada, la debilidad y la languidez desaparecerían. La salud tomaría el lugar de la enfermedad, y la fuerza el de la debilidad.

Que los enfermos hagan todo lo que esté a su alcance, por medio de prácticas correctas al comer, beber y vestir, y haciendo ejercicio sensatamente, para asegurar la recuperación de la salud. A los pacientes que vienen a nuestros sanatorios que se les enseñe a cooperar con Dios en la búsqueda de la salud. "Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios". Dios hizo los nervios y los músculos para que se utilizaran. Es la inacción de la maquinaria humana lo que trae sufrimiento y enfermedad.--Carta 5, 1904.

Para estudio adicional

El deber de preservar la salud: Consejos sobre la salud, 565-568.

La eficiencia depende de la salud: Consejos sobre la salud, 190, 191; Testimonies for the Church 4:264-270; Consejos sobre la salud, 404; El Ministerio de Curación, 167.

El precio de la salud: Consejos sobre la salud, 597; Testimonies for the Church 4:408, 409.

El ejercicio y la alimentación: Consejos sobre la salud, 574-576; Testimonies for the Church 3:489-492.

Los resultados de la inacción física con el estudio: Consejos sobre la salud, 181-185; Testimonies for the Church 3:148-152; Consejos sobre la salud, 198; Testimonies for the Church 4:94, 95.

La recreación: Consejos sobre la salud, 194-195; Testimonies for the Church 1:514, 515.

Una amonestación en contra de la recreación agotadora y no recuperativa: La Educación, 277, 278.

Horas regulares para el reposo: Consejos sobre la salud, 358.

Alivio ocasional para los médicos del sanatorio: Consejos sobre la salud, 351, 352; Testimonies for the Church 3:182.

El trabajo físico para los estudiantes: Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 280-286.

Efectos vivificantes de la combinación del trabajo físico y mental: Testimonies for the Church 3:157.

El uso correcto de la voz contribuye a la buena salud: Testimonies for the Church 4:404, 405.