La indumentaria del obrero no es un asunto trivial--Nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra indumentaria predican diariamente y en forma vívida, y juntan para Cristo o dispersan. Esto no es un asunto trivial, que se ha de dejar a un lado como una broma. El tema de la indumentaria exige seria reflexión y mucha oración. Muchos incrédulos han sentido que no han estado haciendo bien al permitir que los esclavizara la moda; pero cuando ven vestirse como los mundanos y gozar de una sociedad frívola a algunas personas que hacen alta profesión de piedad, deciden que una conducta tal no debe ser mala.--Joyas de los Testimonios 1:596.
El santuario muestra que Dios tiene una preferencia en cuanto a la indumentaria de quienes ministran para él--No debe haber negligencia...[en el vestir]. Por amor a Cristo, cuyos testigos somos, debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra apariencia. En el servicio del tabernáculo, Dios explicó todo detalle concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de él. Esto nos enseña que él tiene una preferencia en cuanto a la indumentaria de los que le sirven. Fueron muy específicas las instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas. Así la indumentaria de los que siguen a Cristo, debe ser simbólica. En todas las cosas, hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el hacer cambios en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de conformarse al mundo. Los cristianos no han de adornar su persona con atavíos costosos o adornos caros.--El Evangelismo, 230.
La apariencia del pastor
Ya sea en el púlpito o fuera del púlpito, su apariencia es importante--La obra en la que estamos comprometidos es una obra responsable y exaltada. Los que ministran la Palabra y la doctrina deben ser ejemplo de buenas obras. Deben ser ejemplo de santidad, limpieza y orden. La apariencia del siervo de Dios, en el púlpito y fuera de él, debe ser la de un ministro viviente. Puede lograr mucho más por su ejemplo fiel que meramente predicando desde el púlpito, permitiendo que su influencia fuera del púlpito no sea digna de ser imitada. Los que laboran en esta causa están presentando al mundo la verdad más elevada que jamás haya sido encomendada a los mortales.--Testimonies for the Church 1:446.
Su vestimenta le predica a la gente--El cuidado en el vestir es un punto importante. En esto los ministros que creen en la verdad presente han sido deficientes. El vestir de algunos ha sido desprolijo. No sólo hubo falta de gusto y de orden en el arreglo de la ropa, para que siente bien a la persona, del color conveniente y apropiado para un ministro de Cristo, sino que la vestimenta de algunos ha sido desaliñada. Algunos ministros usan un chaleco claro, con un pantalón oscuro o un chaleco oscuro con pantalón claro, sin gusto ni prolijidad en el vestir, cuando se presentan ante la gente. Estas cosas predican a la gente. El minstro les da un ejemplo de orden, y les brinda un modelo de apropiada prolijidad y gusto en el vestir, o les da lecciones de descuido y falta de gusto que ellos estarán en peligro de imitar.--Testimonios para la Iglesia 2:540.
Los ministros descuidados en su indumentaria ofenden a los de sensibilidad refinada--Un ministro que es descuidado en su indumentaria, con frecuencia ofende a las personas de buen gusto y de sensibilidad refinada. Los que están en falta en este sentido debieran corregir sus errores y ser más cuidadosos. Al final, se descubrirá que la pérdida de algunas almas será debido a la falta de pulcritud del pastor. La primera impresión que tuvieron de él los afectó desfavorablemente, porque de ninguna manera pudieron relacionar su apariencia con las verdades que presentaba. Su indumentaria hablaba contra él, y causó la impresión de que el pueblo a quien representaba era un conjunto de gente descuidada y que no se preocupaba de su vestimenta, de modo que sus oyentes no quisieron saber nada con esa clase de gente.--El Evangelismo, 486, 487.
La indumentaria inapropiada puede destruir su influencia--Algunas personas que ministran en las cosas sagradas disponen de tal manera su ropa sobre su persona que, por lo menos en cierta medida, eso destruye la influencia de su trabajo. Hay una evidente falta de gusto en la elección del color y de ajuste en la entalladura. ¿Qué impresión se causa con esta manera de vestir? Que la obra a la que se dedican no es considerada de carácter más sagrado o elevado que un trabajo común, como sería la tarea de arar el campo. El ministro mediante su ejemplo, rebaja las cosas sagradas al mismo nivel de las cosas comunes. La influencia de tales predicadores no agrada a Dios.--El Evangelismo, 487.
La negligencia de nuestro cuerpo no es la humildad que tiene el sabor del cielo--Pero esta humildad aparente, este culto a la voluntad y descuido del cuerpo, no es la humildad que tiene sabor de cielo. Esta humildad exige que la persona, las acciones y el vestido de todos los que predican la santa verdad de Dios, sean correctos y perfectamente adecuados, de manera que todo cuanto se relacione con nosotros recomiende nuestra santa religión. El vestido mismo será una recomendación de la verdad a los no creyentes. Será un sermón en sí mismo.--Mensajes Selectos 3:286.
Cultive la cortesía y una tranquila dignidad--El predicador debe recordar que su porte en el púlpito, su actitud, su manera de hablar, su traje, producen en sus oyentes impresiones favorables o desfavorables. Debe cultivar la cortesía y el refinamiento de los modales, y conducirse con una tranquila dignidad conveniente a su alta vocación. La solemnidad y cierta autoridad piadosa mezclada con mansedumbre, deben caracterizar su porte. La grosería y la tosquedad no se han de tolerar en la vida común, y mucho menos en la obra del ministerio. La actitud del predicador debe estar en armonía con las verdades santas que proclama. Sus palabras deben ser en todo respecto sinceras y bien elegidas.--Obreros Evangélicos, 181.
La apariencia de la familia
Evite la idolatría en el vestir. Dios desea un carácter hermoso, no una apariencia a la moda--Los ministros y sus esposas deben ser un ejemplo en desaprobar los despliegues de la moda en las hermanas que dicen creer la verdad. Ellas deben vestir a sus hijos de una manera que Dios apruebe, presentándolos a la iglesia con sencillez y modestia en el vestir. Se debe poner mucho más empeño en instruirlos para que tengan un carácter hermoso y se mantengan en los caminos del Señor, que en dejar que hagan despliegues de la moda en su apariencia, siguiendo el camino de los sodomitas.--Testimonies on the Case of Elder E. P. Daniels (Ph 96) 15.
La ropa debe ser sencilla, nítida, cómoda y de buen material--Nuestros pastores y sus esposas deben ser ejemplos de sencillez en el vestir; deben vestir en forma prolija, cómoda, usando buenas telas, pero evitando todo lo que se asemeje a lujo y a adornos, aunque no sean costosos; porque estas cosas contribuyen a nuestro menoscabo. Debemos educar a los jóvenes a vestir con sencillez y pulcritud. Que los adornos innecesarios sean dejados de lado, aún cuando su costo sea ínfimo.--Testimonios para los Ministros, 180.
Las mujeres que se presentan ante el público no deben sentirse tan pobres como para no proveerse de ropa adecuada--Fannie, dondequiera que vaya, doquiera esté, debe cuidar que el color, el estilo y el material de sus vestidos vayan de acuerdo a su edad y a la fe que profesa. Recuerde que le hice la observación al Pastor Olsen que cuando estaba en Preston usted carecía de ropa adecuada y sentía que era demasiado pobre para comprarse lo necesario. Las observaciones que usted hizo me demostraron que no entendió lo que dije. Ahora quiero que me entienda. Usted necesita ropa interior cómoda, la cual debe obtener para poder gozar de buena salud. Pero yo ciertamente no apruebo, en todos los aspectos, su estilo de vestir. Me sentí bastante triste y avergonzada cuando pasó a la plataforma ante esa multitud bajo la carpa, con ese vestido de tela delgada y de una talla tan grande. No era apropiado para la ocasión. Su juicio en el asunto del vestir puede mejorar bastante, y yo espero que no consultará a su modista, sino a los de mentes sensatas y que no la adularán ni la engañarán en cuanto a la ropa apropiada que haga una impresión correcta tanto en las mentes de los creyentes como de los incrédulos. Nosotros que decimos estar en la luz, y que tenemos puestos importantes para instruir a otros en las reuniones infantiles, necesitamos vestirnos con austeridad y sencillez, pero con pulcritud y buen gusto; no debemos dejar que nadie nos use como excusa para seguir las modas cambiantes, mundanas de esta época corrupta. Quienes se visten de acuerdo a lo ordenado en la Biblia pueden, con palabras adecuadas, ayudar a otros a alcanzar una norma adecuada. No venga a mí para preguntarme cómo vestirse. Si nuestras hermanas tienen el Espíritu de Dios morando en su corazón como un principio viviente, no podrán en ningún momento dar ocasión para que nadie se aleje de los consejos de Dios señalando a las esposas de los pastores o a quienes estén involucrados en dar estudios bíblicos. Tenga siempre vestidos de tela buena y durable, y de colores modestos; que sean sencillos, sin adornos. Usted necesita ciertamente mejorar su modo de vestir.--Carta 7, 1894.