Deben apartarse mujeres para el trabajo de la iglesia--Las mujeres que están dispuestas a consagrar parte de su tiempo al servicio del Señor deben ser nombradas para visitar a los enfermos, cuidar de los jóvenes, y ministrar a las necesidades de los pobres. Ellas deberían ser apartadas para este trabajo mediante la imposición de manos. En algunos casos necesitarán consejo de los dirigentes de la iglesia o del ministro; y si son mujeres dedicadas, que mantienen una conexión vital con Dios, serán un poder para el bien en la iglesia. Este es otro medio para el fortalecimiento y edificación de la iglesia. Necesitamos ampliar más nuestros métodos de labor. Ninguna mano debe ser atada, ninguna alma desalentada, ninguna voz silenciada; dejad que cada individuo trabaje, privada o públicamente, para ayudar en el avance de esta obra grandiosa. Poned las cargas sobre los hombres y las mujeres de la iglesia, para que puedan crecer con la práctica, y así llegar a ser agentes en las manos del Señor para el esclarecimiento de quienes moran en tinieblas.--The Review and Herald, 9 de julio de 1895.
Siga el ejemplo de Cristo y Pablo de poner a las mujeres a trabajar--Las mujeres que tienen la obra de Dios en el corazón, pueden realizar una tarea en los distritos en donde residen. Cristo habla de mujeres que lo ayudaron a presentar la verdad ante otros, y Pablo habla también de mujeres que trabajaron con él en el Evangelio. Pero, cuán limitada es la obra hecha por las que podrían hacer un gran trabajo si quisieran. Hay familias que tienen medios que podrían usar para la gloria de Dios, yendo a tierras lejanas para hacer brillar su luz con buenas obras, para aquellos que tienen necesidad. ¿Por qué no se comprometen los hombres y las mujeres en el trabajo misionero, siguiendo el ejemplo de Cristo?--The Review and Herald, 21 de Julio de 1896.
Las mujeres deben dedicarse a ministrar--Ciertamente debería haber un gran número de mujeres dedicadas a ministrar a la humanidad doliente, a elevarla y educarla para que crea--nada más que para que crea--en Jesucristo nuestro Salvador.--El Evangelismo, 340.
Las mujeres ayudando a llevar la verdad--Dios quiere obreros que puedan llevar la verdad a todas las clases sociales, altas y bajas, ricas y pobres. En esta labor las mujeres pueden desempeñar un papel importante. Dios permita que quienes lean estas palabras puedan poner todos sus esfuerzos en presentar una puerta abierta, para que mujeres consagradas puedan entrar al campo.--Manuscript Releases 5:162.
Se necesitan mujeres en el trabajo de la ganancia de almas--Las mujeres pueden ser los instrumentos de justicia, que presten un servicio santo. Fue María la que predicó primero acerca de un Jesús resucitado... En el cumplimiento del plan divino, el Hijo del Hombre vino para buscar y salvar lo que se había perdido... Los que se entreguen con el Hijo de Dios a ese trabajo, no importa a cuanto aspiren, nunca podrán tener una obra mayor, ni más santa que ésta. Si hubieran veinte mujeres donde ahora hay una, que hicieran de ésta santa misión su obra predilecta, veríamos muchas más almas convertidas a la verdad. Se necesita la influencia refinadora y suavizadora de las mujeres cristianas en la gran obra de predicar la verdad. El Señor de la viña le está diciendo a muchas mujeres que no están haciendo nada ahora: "¿Por qué se pasan todo el día en ociosidad?" Si hay celo y diligencia continua en nuestras hermanas que se afanan en diseminar la verdad, tendrán un éxito total, y nos asombrarán con sus resultados. Con paciencia y perseverancia, el trabajo debe ser realizado. ...Carecemos de actos de simpatía y benevolencia, en ministrar sagrada y socialmente al necesitado, al oprimido, y al que sufre. Se necesitan mujeres que puedan trabajar ahora, mujeres que aparten su atención del yo, humildes y modestas de corazón, que trabajen con la mansedumbre de Cristo, en donde puedan encontrar trabajo para realizar en favor de la salvación de las almas.--The Review and Herald, 2 de enero de 1879.
Los cónyuges trabajando juntos
Los esposos se pueden unir en el trabajo--Hay mujeres que debieran trabajar en el ministerio evangélico. En muchos sentidos harían mayor bien que los ministros que no visitan la grey de Dios como deberían. El esposo y la esposa pueden unirse en este trabajo, y deben hacerlo, siempre que sea posible. El camino está abierto para las mujeres consagradas.--Manuscript Releases 5:325, 326.
El Señor desea tener a los ministros y sus esposas estrechamente unidos en la obra--La obra de Dios exige un trabajo intenso, y el Señor desearía tener a los ministros y sus esposas estrechamente unidos en esta obra. El esposo y la esposa pueden combinarse tan bien en la labor, que la esposa será el complemento del esposo. El Señor desea que unidos escuchen su voz, para acercarse más y más a él, alimentándose con su Palabra, y recibiendo luz y bendición para impartir a otros. Deben tener la libertad necesaria para asistir a los congresos y otras reuniones generales. Y la esposa puede continuamente ser una gran ayuda para su esposo en la visitación y otras labores personales. ...Las esposas de muchos siervos del Señor se han unido gustosamente con sus esposos en el trabajo de salvar almas. Mediante su desprendido interés por avanzar la causa de Dios, la esposa ha hecho el trabajo del esposo mucho más completo.--Manuscript Releases 6:43.
Siempre que sea posible, permitid que el ministro y su esposa trabajen juntos--El ministro y su esposa deben salir juntos cuando esto sea posible. La esposa, con frecuencia puede trabajar junto a su marido cumpliendo una tarea noble. Puede visitar los hogares y ayudar a las dueñas de casa en una forma como su esposo no podría hacerlo.--El Evangelismo, 358.
La esposa puede alcanzar a algunas almas, especialmente entre las de su mismo sexo, que el ministro no puede alcanzar--La esposa del predicador puede hacer mucho bien si quiere. Si posee el espíritu de renunciamiento, y siente amor por las almas, puede hacer a su lado casi tanto bien como él. Una obrera en la causa de la verdad puede comprender y alcanzar, especialmente entre las hermanas, ciertos casos que el predicador no puede alcanzar.--Obreros Evangélicos, 213.
Si el ministro y su esposa pueden ocuparse juntos en la visitación, debieran hacerlo--Vigilad el rastro de las almas. Manifestad tacto y habilidad cuando visitáis a las familias. Orad con ellas y por ellas. Llevadles la verdad con gran ternura y amor, y seguramente tendréis recompensas. Si el ministro y su esposa pueden ocuparse juntamente en esta obra, debieran hacerlo.--El Evangelismo, 321.
La remuneración de las esposas
Algunas esposas deben recibir remuneración--Hay esposas de ministros, como las hermanas Starr, Haskell, Wilson y Robinson, que son obreras de corazón, dedicadas y entregadas, dando estudios bíblicos y orando con las familias, ayudando con esfuerzo personal, tan exitosamente como sus esposos. Estas mujeres dan todo su tiempo, y se les ha dicho que a ellas no se le paga por su trabajo porque sus esposos reciben sueldos. Yo les digo que sigan adelante y que tales decisiones serán cambiadas. La Palabra dice, "El obrero es digno de su salario". Cuando se tomen decisiones como ésta, yo protestaré, en el nombre de Cristo. Sentiré que es mi responsabilidad crear un fondo del dinero de mis diezmos, para pagarle a estas mujeres que están realizando un trabajo tan esencial como el que realizan los ministros, y apartaré este diezmo para la misma línea de trabajo como la de los ministros, buscando almas, pescando almas. Yo sé que a las mujeres fieles se les debe pagar sueldos en proporción al sueldo que reciben los ministros. Ellas sienten la responsabilidad por las almas, y no deben ser tratadas injustamente. Estas hermanas están donando su tiempo para educar a los nuevos conversos, y se pagan a sí mismas por el trabajo realizado, y le pagan a quienes trabajan para ellas. Todas estas cosas deben ser corregidas y puestas en orden, y se debe hacer justicia a todos. Las correctoras de pruebas en la oficina reciben su salario, dos dólares y medio a tres por semana. Esto lo he tenido que pagar yo, y otros también lo tienen que pagar. Pero las esposas de los ministros que llevan una tremenda responsabilidad, dedicando todo su tiempo, no reciben nada por su trabajo.--Manuscript Releases 12:160, 161.
A veces hemos cometido una injusticia, al no pagarle a las esposas competentes--Se ha cometido a veces una injusticia para con mujeres que trabajan con tanta consagración como sus esposos, y que son reconocidas por Dios como necesarias para la obra del ministerio. El método de pagar a los obreros varones, y de no pagar a sus esposas que participan de sus labores, no es un plan conforme al mandato del Señor, y si se lleva a cabo en nuestras asociaciones, se corre el riesgo de desanimar a nuestras hermanas en cuanto a calificarse para la obra en la cual deben trabajar. Dios es un Dios de justicia, y si los ministros reciben salario por su trabajo, sus esposas, que se dedican a la obra tan desinteresadamente como ellos, deben recibir su paga en adición al sueldo que perciben sus esposos, aun cuando no lo pidan.--Obreros Evangélicos, 468.
La remuneración de las mujeres debe ser en proporción al tiempo que emplean en el trabajo--Se ha cometido un error cuando se deja completamente la carga de la obra a los ministros. Este plan fue trazado ciertamente sin la aprobación de Dios. Algunas mujeres están ahora mismo enseñando a señoritas a trabajar exitosamente en la visitación y dando estudios bíblicos. Las mujeres que laboran en la causa de Dios deben ser remuneradas en proporción al tiempo que dedican al trabajo. Dios es un Dios de justicia, y si los ministros reciben salarios por su trabajo, sus esposas, quienes se dedican con tanto interés a la obra como obreros juntamente con Dios, deben ser remuneradas además del sueldo de sus esposos, aun cuando ellas no lo pidan. Al dedicarse el ministro y su esposa a la obra, se les debe remunerar proporcionalmente al salario de dos obreros distintos, para que tengan los medios para ser usados según lo vean necesario en la causa de Dios. El Señor ha derramado su Espíritu sobre ambos. Si el esposo muere, quedando sola la esposa, ella estará capacitada para continuar el trabajo en la causa de Dios, y recibirá remuneración por la labor que realice.--Manuscript Releases 5:323, 324.
Las mujeres que trabajan en el Evangelio deben recibir salario--Los adventistas del séptimo día no deben de ninguna manera despreciar la obra de la mujer. Si una mujer confía el trabajo de su casa a una ayudante fiel y prudente, y deja a sus niños bajo buen cuidado mientras ella trabaja en la obra, la asociación debe tener bastante sabiduría para comprender que es justo que reciba salario. Mujeres ayudaron al Salvador uniéndose con él en su obra. ... Si las mujeres hacen el trabajo que no es el más agradable para muchos de los que trabajan en palabra y doctrina, y si su obra testifica que están llevando a cabo un trabajo que ha sido manifiestamente descuidado, ¿no debería esa obra considerarse tan rica en resultados como la obra de los ministros ordenados? ¿No debería ser eso motivo para emplear a esas mujeres? ¿No se sentirían defraudadas si no se les pagase?
Este asunto no deben resolverlo los hombres. El Señor ya lo ha resuelto. Debéis cumplir vuestro deber con las mujeres que trabajen en el Evangelio, cuya obra testifique que son indispensables para llevar la verdad a las familias. Su obra es justamente la que debe hacerse. En muchos sentidos una mujer puede impartir a sus hermanas un conocimiento que los hombres no pueden darles. La causa sufriría una gran pérdida sin esa clase de labor. Vez tras vez el Señor me ha mostrado que las maestras son tan grandemente necesitadas para la obra para la cual Dios las ha elegido como los maestros. Ellas no deben sentirse presionadas por los sentimientos y reglas de otros para depender de donaciones para su salario, como tampoco lo son los ministros.--Manuscript Releases 5:324, 325.
Los ministros reciben salario. ¿Deberá tenerse por inútil la labor de su esposa?--El ministro recibe paga por su trabajo, y así debe ser. Y si el Señor da a la esposa, así como al esposo la carga de trabajar, y ella dedica su tiempo y fuerza a visitar las familias y abrirles las Escrituras, aunque las manos de la ordenación no le hayan sido impuestas, está haciendo una obra que pertenece al ministerio. Entonces, ¿deben tenerse por inútiles sus labores?--Obreros Evangélicos, 467.
El Señor tiene una obra para las mujeres--El Señor tiene una obra para las mujeres así como para los hombres. Ellas pueden ocupar sus lugares en la obra del Señor en esta crisis, y él puede obrar por su medio. Si están imbuidas del sentido de su deber, y trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán justamente el dominio propio que se necesita para este tiempo. El Salvador reflejará, sobre estas mujeres abnegadas, la luz de su rostro, y les dará un poder que exceda al de los hombres. Ellas pueden hacer en el seno de las familias una obra que los hombres no pueden realizar, una obra que alcanza hasta la vida íntima. Pueden llegar cerca de los corazones de las personas a quienes los hombres no pueden alcanzar. Se necesita su trabajo.--El Evangelismo, 340.