En las ciudades
Se puede trabajar en las ciudades alquilando una casa y reuniendo un grupo de ayudantes--Los esposos Haskell han alquilado una casa en uno de los mejores barrios de la ciudad, y han reunido en torno de ellos a una familia de colaboradores, los que día a día salen a dar estudios bíblicos, a vender nuestras revistas y a llevar a cabo obra médica misionera. Durante la hora de culto, los obreros refieren sus experiencias. Los estudios bíblicos se dan regularmente en el hogar, y así los jóvenes y las señoritas relacionados con la misión reciben una instrucción práctica cabal en el arte de dar estudios bíblicos y de vender nuestras publicaciones. El Señor ha bendecido su trabajo, y como resultado una cantidad de personas ha abrazado la verdad y muchas otras están profundamente interesadas...--El Evangelismo, 84.
Obreros jóvenes deben asociarse con obreros de experiencia al trabajar en la ciudad--Muchos jóvenes que hayan tenido la debida clase de educación, han de ser preparados para el servicio y animados a elevar el estandarte de la verdad en nuevos lugares por medio de una obra bien planeada y fiel. Asociándose con nuestros misioneros y obreros experimentados en el trabajo que se realiza en las ciudades, obtendrán la mejor clase de preparación. Actuando bajo la divina dirección, y sostenidos por las oraciones de sus colaboradores más experimentados, podrán hacer una obra buena y bendecida. Al unir sus esfuerzos con los de los obreros de más edad y usar sus energías juveniles de la mejor forma, tendrán el compañerismo de los ángeles celestiales; y como obreros juntamente con Dios, tienen el privilegio de cantar, y orar, y creer, y trabajar con ánimo y libertad. La confianza que les dará la presencia de los agentes celestiales tanto a ellos como a sus colaboradores, los guiará a la oración, a la alabanza y a la sencillez de la verdadera fe.--Servicio Cristiano Eficaz, 42, 43.
Al trabajar en las ciudades se deben combinar escuelas de entrenamiento y campañas evangelísticas--Es más fácil llevar a cabo una obra bien equilibrada en las ciudades cuando se da un curso bíblico para preparar obreros mientras se celebran reuniones públicas. Relacionados con este curso, escuela o misión urbana, debe haber obreros de experiencia, de profunda comprensión espiritual, que puedan dar a los obreros bíblicos instrucción diaria, y que puedan también unirse de todo corazón en el esfuerzo público general. A medida que los hombres y mujeres se conviertan a la verdad, los que dirigen la misión deben, con mucha oración, mostrar a estos nuevos conversos cómo experimentar el poder de la verdad en el corazón. Una misión tal, si es dirigida por quienes sepan administrarla sabiamente, será una luz que resplandecerá en lugar oscuro.--Obreros Evangélicos, 377, 378.
El trabajo en las ciudades debe incluir conferencias sobre salud y restaurantes--El Señor tiene un mensaje para nuestras ciudades, y este mensaje hemos de proclamarlo en nuestros congresos y en campañas de evangelismo público, y también por medio de nuestras publicaciones. En adición a esto, han de establecerse restaurantes higiénicos en las ciudades, y por su medio el mensaje de temperancia ha de proclamarse. Deben hacerse arreglos para realizar reuniones en relación con nuestros restaurantes. Siempre que sea posible, búsquese un salón a donde puedan invitarse los clientes para tener conferencias sobre la ciencia de la salud y la temperancia cristiana, donde éstos puedan recibir instrucción sobre la preparación de alimentos sanos y sobre otros temas importantes. En estas reuniones debe haber oración y canto, y pláticas, no solamente sobre temas de salud y temperancia, sino también sobre otros temas bíblicos apropiados. A medida que se enseñe a la gente cómo preservar su salud física, se hallarán muchas oportunidades para sembrar las semillas del mensaje del reino.--Consejos sobre el Régimen Alimenticio, 326, 327.
En las prisiones
Los que están detrás de las paredes de una prisión necesitan consuelo y ánimo--¿Qué está escrito en tu diario este año? ¿Registra una experiencia obtenida al haber ministrado a los que sufren, a los pobres, o a los necesitados? Aquellos que sufren por amor a Cristo, quienes no renuncian a la verdad por el error, quienes, quizás, están encarcelados dentro de las paredes de una prisión necesitan consuelo y aliento. Esta es la clase de trabajo que está decidiendo nuestro destino. Una preciosa recompensa espera a los que son fieles en su ministerio. Tendrán un hogar en las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que le aman y esperan su venida.--The Youth's Instructor, 19 de agosto de 1897.
Sería peligroso llevar al cielo a personas que dicen ser siervos de Cristo, y que, sin embargo, no visitan a los que están en las cárceles--Pero la ley de Dios nos revela claramente el deber del hombre hacia su prójimo. Todos los que descuidan a sus prójimos, a los más pequeños a quienes Cristo llama sus hermanos, están registrados en los libros de los cielos como "pesados en balanza" y "hallados faltos". Al hacer caso omiso de su mandamiento especial, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo"; al pasar por alto al que sufre, al necesitado, y al herido, han dejado de estar al lado de Cristo, su Ejemplo, y se han alineado del lado del enemigo de Dios. Al descuidar de vestir al desnudo, alimentar al hambriento, visitar a los que están en la cárcel, muestran de qué espíritu son. No sería prudente que tales personas entren al cielo; pues por su egoísmo y dureza de corazón, por su falta de saber apreciar a sus hermanos aquí, claramente revelan el hecho que en el reino de los cielos ellos no podrían apreciar a Dios, ni a su Hijo, ni a los santos.--The Home Missionary, 1 de octubre de 1897.
Elena White visitó una prisión y habló a los convictos--Durante mi estadía en el estado de Oregón, visité la cárcel de Salem, y fuí invitada a predicarle a los convictos en la capilla de la prisión.--The Signs of the Times, 25 de julio de 1878.
Los minusválidos
Las iglesias traerán esperanza a los desesperanzados--Hay una labor que deben realizar nuestras iglesias de la que pocos tienen idea. ... Debemos dar de nuestros medios para sostener obreros en el campo de cosecha y regocijarnos al recoger las gavillas. Pero, si bien es cierto que esto es bueno, hay una obra, hasta ahora intacta, que debe ser realizada. La misión de Cristo fue sanar a los enfermos, alentar a los desesperanzados, vendar a los quebrantados. Esta labor de restauración debe ser hecha entre los dolientes necesitados de la humanidad. Dios no solamente pide vuestra caridad sino vuestro semblante alegre, vuestras esperanzadas palabras, el apretón de vuestra mano. Aliviad a algunos de los afligidos de Dios. Algunos están enfermos y han perdido la esperanza. Devolvedles la luz del sol. Hay almas que han perdido su valor; habladles, orad por ellas. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leedles de la Palabra de Dios. Hay una enfermedad del alma que ningún bálsamo puede alcanzar, ninguna medicina puede curar. Orad por estas [almas] y traedlas a Jesucristo. Y en toda vuestra obra Cristo estará presente para impresionar los corazones humanos.--El Ministerio de la Bondad, 75.
Ministrar como Jesús es servir a los afligidos--Qué escena vieron sus ojos al entrar de nuevo en los atrios del templo. Cristo estaba ministrando a los pobres, a los sufrientes y afligidos. Ellos habían clamado en su angustia porque no podían encontrar alivio para su aflicción y su pecado. Habían oído de este hombre Jesús, habían escuchado un rumor en cuanto a su compasión y amor. Habían oído cómo había sanado a los enfermos, cómo había hecho ver a los ciegos, y cómo había hecho andar a los cojos; y un clamor lastimero y suplicante se escapó de sus labios. Uno tras otro comenzaron a relatar la historia de su aflicción, y él se inclinó sobre ellos como una madre tierna se inclina sobre su doliente criatura. Invitó a los enfermos y afligidos a venir a él en busca de salud y paz. Dio tierno consuelo al sufriente. Tomó a los pequeños en sus brazos, y los libertó de la enfermedad y el sufrimiento. Dio vista a los ciegos, hizo oír a los sordos, dio salud a los enfermos y consuelo a los afligidos.--The Review and Herald, 27 de agosto de 1895.
Tenemos el deber de ministrar al pobre, al paralítico, al lisiado, y al ciego--En su conversación en la mesa, el Señor no estaba hablando de una verdad nueva, ni exponiendo nuevas doctrinas o explicando nuevos principios. Estaba repitiendo el antiguo mandamiento que le había dado previamente a Moisés para que se los diera. Deseaba que ellos entendiesen que sus enseñanzas de ninguna manera restaban fuerza a los mandamientos dados previamente. Las fiestas y cenas dadas por los sacerdotes, fariseos y gobernantes, eran celebradas únicamente para complacencia propia. Invitaban a sus favoritos, a sus parientes y amigos ricos, quienes a su vez los invitaban a ellos a sus fiestas en sus casas, para, de ser posible, exhibir ante ellos sus más abundantes provisiones. Jesús buscaba extender su visión, mostrarles que tenían un deber, que era obligatorio para ellos en todo tiempo, y éste era ministrar a los pobres, a los paralíticos, a los lisiados y a los ciegos. También los haría considerar el hecho que ninguna obra hecha a los necesitados, los afligidos, y sufrientes, perdería su recompensa.--The Signs of the Times, 14 de mayo de 1896.
Cristo contesta las oraciones de los afligidos enviando a sus seguidores--No obra un milagro enviando maná del cielo, no envía cuervos para llevarles alimento; pero obra un milagro en los corazones humanos. Ahuyenta el egoísmo del alma; destapa la fuente de la benevolencia. Pone a prueba el amor de sus profesos seguidores al confiarles los afligidos y angustiados, los pobres y los huérfanos, a sus tiernas misericordias. En un sentido especial, estos son los pequeños a quienes Cristo estima, y descuidarlos es ofenderlo a él. Los que los descuidan están descuidando a Cristo en la persona de sus afligidos. Cada acto de bondad hecho a ellos en el nombre de Cristo es aceptado por él como si hubiera sido hecho a él mismo, pues identifica su intereses con los de la humanidad doliente, y ha confiado a su iglesia la gran obra de socorrer a Jesús al ayudar y bendecir a los necesitados y dolientes. La bendición del Señor descansará sobre todos los que los ayuden con corazones dispuestos.--El Ministerio de la Bondad, 224.
Enseñe a los afligidos a ayudarse a sí mismos--Esto significa enseñar al imprevisor la necesidad de la economía. Hay miles de viudas y huérfanos, jóvenes y ancianos, afligidos y lisiados, que deben ser enseñados cómo ayudarse a sí mismos. Muchos que guardan cama, no están capacitados para trabajar. Pero a los que pueden trabajar se les debe hacer notar que si no trabajan, no serán alimentados. Todo el que es capaz de tomar una comida completa es capaz de trabajar para pagar por su alimento. Si se le hace pagar por su comida, apreciará el valor del dinero, de la fuerza y del tiempo. Tal beneficencia conlleva lecciones de gran valor. No solamente ministra a las necesidades del pobre, sino les enseña a cuidar de sí mismos.--Manuscrito 156a, 1901; Battle Creek Letters, 46.