El Ministerio Pastoral

Capítulo 26

El reclutamiento y entrenamiento de voluntarios

Donde hoy hay uno trabajando debieran haber más de 1.000--Cristo nos dice, "Oh hombres de poca fe". El Espíritu Santo necesita hacer una obra en nuestros corazones. Debemos creer que el Señor desea que vengamos a él tal como somos, sin demora alguna, y con fe esperar que trabaje por nosotros. El Señor desea manifestar su poder en su pueblo. Donde hoy hay uno trabajando debieran haber más de 1.000, no ministros ordenados, sino hombres y mujeres de fe y oración, que puedan trabajar para Dios.--Manuscript Releases 5:336.

Dios exige servicio personal de todo aquel a quien él confía su verdad--Dios exigirá servicio personal de las manos de cada uno a quien él confía su verdad. Nadie es disculpado. Algunos piensan que si dan de sus bienes son eximidos de hacer esfuerzos personales. Que Dios no permita que se engañen ellos mismos en esto. Las donaciones de dinero no llenan los requerimientos de Dios, pues el deber es solamente hecho a medias. El no aceptará nada menos que a ustedes mismos. Deben trabajar por la salvación de las almas. No todos serán llamados a servir en el campo misionero, pero pueden ser misioneros en su hogar, con sus propias familias y en sus vecindarios.--The Signs of the Times, 4 de septiembre de 1879.

Los cristianos genuinos son conocidos como personas serviciales--Ahora deseo declararle que el Señor está presentando ante mí el hecho de que una gran debilidad ha sobrecogido a nuestro pueblo debido a las diversas maneras en que se ha guiado a los hombres a confiar y depender completamente de sus semejantes, de manera que el Señor es totalmente ignorado. De la misma forma en que la gloria de un buen árbol testifica de su valor por el fruto que lleva, así también el cristiano genuino es conocido por ser servicial. No florece simplemente demostrando una piedad pretenciosa, sino que lleva fruto en superabundancia. No hay ni una ramita seca o sin fruto en todo árbol que crece junto a los arroyos de aguas de la gracia de Cristo. Lleva fruto de diferentes clases. Puede estar en campos misioneros extranjeros o locales; el fruto aparece madurando bajo el sol de justicia de Cristo. "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto".--Special Testimonies on Education 11:18, 19.

Hay una abundancia de talento en la iglesia que debe ser utilizado--En cada departamento de la causa de Dios hay abundantes oportunidades para los que trabajarán con el espíritu de humildad que caracterizaba al Maestro. De todas partes se oyen voces pidiéndonos ayuda. Los ministros solos nunca podrán hacer este trabajo. Hay una abundancia de talento en la iglesia que debe ser utilizado. Hay hombres y mujeres que tienen habilidades, y a quienes Dios aceptaría como obreros en su causa; pero ellos están rehuyendo la responsabilidad bajo la excusa de no tener la capacidad para realizar esta obra. Las damas que en el salón de belleza pueden entablar una conversación con un tacto maravilloso y presteza, evaden señalar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y entonces cuando se arrodillan en oración, suplican para que la luz brille en la mente y el corazón de esa alma preciosa por quien Cristo murió. ¡Oh, hay tanto trabajo que se deja sin hacer para Dios y por las almas porque es una cruz, y porque cada uno busca su propia complacencia, y trabaja por sus propios intereses egoístas!--The Review and Herald, 7 de octubre de 1884.

Todos pueden ministrar--No todos podrán ser predicadores, pero todos pueden servir, enseñándole a otros como mantenerse ordenados y de buen ánimo. Esto es como medicina para el alma y el cuerpo. Entonces, añadiremos así gracia sobre gracia, y nos prepararemos en todo tiempo para el cielo. Le envío esta carta para que la lea a la iglesia.--Carta 106, 1898; The Paulson Collection of Ellen G. White Letters, 49.

Los miembros que no sienten preocupación constante por las almas, se alejarán de la iglesia--Aquellos que profesan creer la verdad, pero no sienten preocupación por las almas de otros, se alejarán continuamente, y requerirá esfuerzo y tiempo de parte del ministro evitarles naufragar en la fe, cuando podrían estar trabajando con todas sus fuerzas para presentarles el camino de vida y salvación a sus amigos y vecinos. Cientos de hombres y mujeres que en este momento profesan estar entregados a la obra de Dios, no están haciendo ni la décima parte de lo que podrían hacer si tan solo mejoraran todos los talentos que Dios les ha otorgado. Algunos no están haciendo literalmente nada por la verdad, y mediante su ejemplo de indiferencia están haciendo que otros tomen la misma posición de ociosidad, separándose así de Cristo. Esta última clase incluye a la mayoría. Están pensando y planeando solamente para ellos mismos. Los padres y las madres con sus pequeños a su alrededor hacen su mundo de este pequeño círculo. Todo el poder de su ser está centrado en "mí y lo mío", y cada año se están tornando más egoístas y circunscritos. No abren sus corazones a la gracia y al amor de Cristo para liberar su naturaleza y ennoblecer su ser mostrando simpatía hacia sus semejantes.--The Review and Herald, 10 de junio de 1880.

La propia fe de los miembros aumentará al trabajar por sus amigos y parientes--Por el esfuerzo individual de esos primeros pocos discípulos se estaba colocando el fundamento de la iglesia cristiana. Juan primeramente guió a dos de sus discípulos a Cristo. Entonces uno de ellos encuentra a su hermano, y lo lleva a Cristo. El entonces llama a Felipe para que lo siga, y éste va en busca de Natanael. Aquí hay una lección objetiva para todos los seguidores de Cristo. Les enseña la importancia del esfuerzo personal, haciendo apelaciones directas a sus parientes, amigos, y conocidos. Hay quienes profesan haber conocido a Cristo toda su vida pero nunca han hecho un esfuerzo personal por inducir a un alma a venir al Salvador. Le han dejado todo el trabajo al ministro. El puede estar bien capacitado para esa tarea; pero él no puede hacer el trabajo que Dios ha encomendado a los miembros de la iglesia. Muchos se disculpan de no estar interesados en la salvación de aquellos que están lejos de Dios, y se contentan con gozar egoístamente de los beneficios de la gracia de Dios, sin hacer ningún esfuerzo directo por traer a otros a Cristo. En la viña del Señor hay trabajo para todos, y los obreros fieles, desprendidos, llenos de interés, compartirán liberalmente de su gracia aquí, y de la recompensa que se les dará en el más allá. La fe se ejercita mediante buenas obras, y el valor y la esperanza están de acuerdo con la fe que obra. La razón por la que muchos profesos seguidores de Cristo no tienen una experiencia viva y radiante, es porque no hacen nada por obtenerla. Si ellos se pusieran a hacer el trabajo que Dios espera que hagan, su fe aumentaría y avanzarían en la vida de santidad.--The Spirit of Prophecy 2:66.

El pastor, los laicos y el trabajo de la iglesia

Los miembros no deben esperar que los ministros hagan su trabajo--No espere que el ministro haga su trabajo; no se duerma como las vírgenes fatuas, que no tenían aceite en sus lámparas. Tenga su lámpara llena con el aceite de la gracia de Cristo. Si cada uno en la iglesia alumbrara a otros con su luz como Dios lo ha designado, qué obra se haría. Una iglesia viva será una iglesia activa. Traiga sus talentos a Cristo, y ejercítelos. Piense, medite, vele y ore. Una unión íntima con Jesús aumentará su poder para hacer el bien, su intelecto será fortalecido. El tiempo cuando las almas de los hombres serán probadas está delante de nosotros. Entonces no tendremos un defensor para reprender al diablo, y suplicar por nosotros.--The Review and Herald, 22 de septiembre de 1896.

Cada miembro tiene una obra que realizar--Esta hora exige que se hagan movimientos de avanzada, que una fe perseverante y resuelta sea ejercida, que un espíritu paciente, de abnegación y resignación, sea manifestado en cada miembro de nuestras iglesias, y que cada uno que profese seguir a Cristo llegue a ser un obrero en su viña espiritual. Los miembros de la iglesia temerosos de Dios pueden hacer más bien con sus devotos esfuerzos personales que lo que pueden lograr nuestros ministros cuando no sienten la preocupación por trabajar de casa en casa. Nuestros ministros ordenados deben hacer lo que puedan, pero no se debe esperar que un hombre haga el trabajo de todos. El Maestro ha señalado a cada hombre su obra. Hay visitas que realizar, hay oraciones que elevar, hay simpatía que debe ser impartida; y la piedad, el corazón y la mano de toda la iglesia deben ser usados, si la obra ha de ser terminada. Usted puede sentarse con sus amigos, y en una agradable conversación social, hablarles de la preciosa fe de la Biblia.--The Review and Herald, 13 de agosto de 1889.

Dios se desagrada de una actitud indolente--Los que trabajan con Dios serán despertados para realizar su obra para el Maestro. En lugar de hacer tan poco, deben hacer mucho más, y actuar como si estuvieran sacando las almas como tizones del fuego ardiente. Dios se desagrada de la conducta indolente de quienes tienen la luz de la verdad. El tiempo es oro. Manténgase asidos de Dios por medio de una fe viva, y ejerzan sus facultades al máximo, vitalizando su testimonio a través del Espíritu de Dios, de tal manera que los pecadores puedan sentir y percibir su peligro. Que la fe sea entretejida con su experiencia. Que cada creyente de la verdad sea totalmente informado de los peligros de este tiempo. Que despierten de su estupor y sientan que los ministros elegidos no son los únicos que han de trabajar con Dios. Cada alma debe tener una parte en esto. Cristo dice, "Vosotros sois la luz del mundo". Esto no sólo se aplica a los ministros, sino a cada alma a quien Cristo se le ha revelado. En sus varias iglesias usted ha de ser un trabajador cristiano, activo, viviente. ¿Conoce a sus vecinos? ¿Ha trabajado por los que viven cerca de su propio hogar? ¿Tiene el amor de Jesús? Si es así, sentirá un interés por las almas por quienes Cristo murió. La religión pura y sin mancha es un principio activo. Va mucho más allá de las paredes de su hogar. Va en busca de los que necesitan ayuda. Su luz ilumina las carreteras y los vallados, y es vista y sentida en los lugares más extensos de la tierra. Las ovejas perdidas son buscadas diligentemente, y los extraviados son traídos de vuelta al redil.--The Review and Herald, 8 de marzo de 1887.

Demasiadas personas dependen de su pastor para su sostén espiritual cuando deberían estar ministrando a otros--Hay una terrible culpa de la cual la iglesia es responsable. ¿Por qué no están haciendo más esfuerzos fervientes para dar la luz a otros aquellos que la tienen? Ven que el fin se acerca. Ven que multitudes violan diariamente la ley de Dios; saben que esas almas no pueden ser salvas en la transgresión. Sin embargo, tienen más interés en sus oficios, sus fincas, sus casas, sus mercaderías, sus vestidos y sus mesas, que en las almas de los hombres y mujeres con quienes tendrán que encontrarse frente a frente en el juicio. Los que pretenden obedecer la verdad están dormidos. No podrían estar tan cómodos si estuviesen despiertos. El amor a la verdad se está apagando en su corazón. Su ejemplo no es de tal índole que convenza al mundo de que tienen la verdad sobre todos los demás pueblos de la tierra. Cuando debieran ser fuertes en Dios y tener una experiencia diaria viva, son débiles, vacilantes, buscan su sostén espiritual en los predicadores, cuando debieran estar sirviendo a otros con mente, alma, voz, pluma, tiempo y dinero.--Joyas de los Testimonios 2:157, 158.

Los miembros se animan a ellos mismos y a sus ministros al compartir su fe--Hermanos y hermanas, yo los insto a poner su confianza en la fortaleza de Jesús. No pongan el peso de sus perplejidades y cargas sobre sus ministros. Cristo los ha invitado a venir a él, quien lleva sus cargas. Si se pasan en un estado de incredulidad y falta de consagración a Dios, y ponen su carga sobre el corazón de sus ministros, les quitan el tiempo y las fuerzas que Dios les exige que utilicen en dar el mensaje a aquellos que aún no lo han escuchado. Hermanos, ¿no sería mejor que trabajaran junto a los embajadores de Cristo para ganar a las almas a la verdad? Cuando se sientan tentados a dar lugar a la incredulidad y al desánimo, encontrarán la mejor cura para ello en hablar de su fe a otros, y en presentar la verdad a los que están en oscuridad. Extiendan sus esfuerzos a sus vecinos, y a quienes no tienen el privilegio de asistir a reuniones. Siembren la semilla de la verdad junto a todas las aguas, y alienten los corazones de los siervos de Dios cuando los visiten, mostrándoles que no han estado inactivos, sino que por su medio uno o más han sido traídos de las tinieblas a la luz.--The Signs of the Times, 4 de septiembre de 1879.

Los miembros no deben esperar que los ministros vengan y ayuden a los que tienen preguntas--Muchos de los que ahora son abandonados en la oscuridad y la ruina podrían haber sido auxiliados, si sus hermanos, hombres y mujeres como ellos, vinieran con el amor de Cristo brotando de sus corazones, y personalmente se esforzaran por ellos. Muchos están esperando ser visitados personalmente. Las conversaciones humildes y fervientes con tales personas, y las oraciones de corazón a corazón en su favor, serían en la mayoría de los casos, totalmente exitosos. Pero en lugar de esto, aquellos que profesan estar siguiendo al Salvador descansan contentos, expresando el deseo que algún hermano o ministro venga y los ayude. Descuidan así precisamente el trabajo que Dios ha dejado para que ellos hagan. No se puede prescribir rígidamente la manera exacta de hacer este trabajo en cada caso, pero cuando establecen una conexión más íntima con el Redentor del mundo, los medios y las maneras surgirán en sus mentes.--The Review and Herald, 10 de junio de 1880.

Hasta donde sea posible, se debe aliviar a los ministros de las cargas de naturaleza temporal--El mismo orden y sistema que fueron necesarios en los días de los apóstoles deben ser mantenidos en la iglesia de hoy. La prosperidad de la causa depende en gran manera de una buena administración de sus varios departamentos por hombres capaces, y hábiles para llenar los puestos para los cuales fueron nombrados. Los que son escogidos por Dios para ser líderes en la causa de la verdad, que tienen una visión general de los intereses espirituales de la iglesia, deben ser aliviados, hasta donde sea posible, de las cargas y perplejidades de naturaleza temporal. Aquellos que han sido llamados por Dios para ministrar en palabra y doctrina deben tener tiempo para la meditación, la oración y el estudio de las Escrituras. Su discernimiento espiritual claro es opacado si son obligados a resolver los negocios menos importantes, y a lidiar con los varios temperamentos de todos los que se reúnen en la iglesia. Todos los asuntos difíciles, de naturaleza temporal, deben ser llevados a los debidos oficiales, para ser resueltos por ellos. Pero si estos asuntos son de un carácter tan complejo como para ofuscar la inteligencia de los oficiales, deben llevarse al concilio de los que tienen la responsabilidad general de la iglesia.--The Review and Herald, 16 de febrero de 1911.

La responsabilidad del pastor

Algunas iglesias prosperarían mejor si los ministros dejaran libre el camino y les permitieran trabajar--A menudo ocurre que los pastores se sienten inclinados a visitar casi únicamente las iglesias, dedicando su tiempo y sus fuerzas a una tarea que no hará ningún bien. Frecuentemente las iglesia les llevan ventaja a los ministros que trabajan entre ellas, y prosperarían más si esos pastores se hicieran a un lado y les dieran la oportunidad de trabajar. Los esfuerzos de estos ministros para edificar las iglesia lo único que logran es derribarlas. La teoría de la verdad se presenta una y otra vez, pero no acompañada del poder vitalizador de Dios. Manifiestan una negligente indiferencia; esta actitud es contagiosa, y las iglesias pierden el interés y la preocupación por la salvación de los demás. De ese modo, mediante su predicación y su ejemplo, los pastores adormecen a la gente en una seguridad carnal. Si dejaran las iglesias, y fueran a nuevos campos, y trabajaran para levantar otras iglesias, descubrirían cuáles son sus habilidades, y cuánto cuesta atraer a las almas para que se decidan por la verdad. Entonces comprenderían cuán cuidadosos deberían haber sido para que su ejemplo y su influencia nunca desanimaran ni debilitaran a aquellos que habían requerido mucho trabajo arduo, con oración, para convertirlos a la verdad. "Cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro".--Testimonios para la Iglesia 2:305.

Cuidar del rebaño incluye darles trabajo para hacer--"Guarda, ¿qué de la noche?" Isaías 21:11. ¿Están los centinelas a quienes se hace esta pregunta en situación de dar a la trompeta un sonido certero? ¿Están los pastores cuidando fielmente el rebaño del que deben dar cuenta? ¿Están los ministros de Dios velando por las almas, comprendiendo que los que están bajo su cuidado han sido comprados por la sangre de Cristo? Ha de hacerse una gran obra en el mundo, y, ¿qué esfuerzos estamos haciendo para realizarla? Los hermanos han oído demasiados sermones; pero, ¿se les ha enseñado a trabajar por aquellos por quienes Cristo murió? ¿Se les ha propuesto y presentado algún ramo de trabajo de tal manera que cada uno haya visto la necesidad de tomar parte en la obra?--Joyas de los Testimonios 3:64.

Los ministros no deben buscar primero convertir a los incrédulos, sino asegurarse de un ejército de obreros--Un grave y tal vez no sospechado impedimento para el éxito de la verdad se halla en nuestras iglesias mismas. Cuando se hace un esfuerzo para presentar nuestra fe a los no creyentes, con demasiada frecuencia los miembros de la iglesia quedan indiferentes, como si no fuesen parte interesada en el asunto, y dejan que toda la carga recaiga sobre el predicador. Por esta razón, la labor de nuestros predicadores más capaces ha producido a veces poco fruto. Pueden predicarse los mejores sermones que sea posible dar, el mensaje puede ser precisamente lo que la gente necesita, y sin embargo, no se ganan almas como gavillas que presentar a Cristo.

Cuando trabaje donde ya haya algunos creyentes, el predicador debe primero no tanto tratar de convertir a los no creyentes como preparar a los miembros de la iglesia para que presten una cooperación aceptable. Trabaje él por ellos individualmente, esforzándose por inducirlos a buscar una experiencia más profunda para sí mismos, y a trabajar por otros. Cuando estén preparados para apoyar al predicador con sus oraciones y labores, mayor éxito acompañará sus esfuerzos.--Obreros Evangélicos, 206.

La testificación en el trabajo

Cada miembro tiene una gran responsabilidad de avanzar la causa por medio de su vocación como la que tiene el ministro--Cuando un ministro que ha trabajado con éxito en ganar almas para Jesucristo abandona su obra sagrada para obtener ganancias temporales, se le llama apóstata y habrá de dar cuenta a Dios por los talentos a los cuales dio mala aplicación. Cuando hombres de diferentes vocaciones: agricultores, mecánicos, abogados, etc., se hacen miembros de la iglesia, vienen a ser siervos de Cristo; y aunque sus talentos sean completamente diferentes, su responsabilidad en cuanto a hacer progresar la obra por el esfuerzo personal y con sus recursos, no es menor que la que descansa sobre el predicador. El ay que caerá sobre el ministro si no predica el Evangelio, caerá tan seguramente sobre el negociante, si él, con sus diferentes talentos, no coopera con Cristo en lograr los mismos resultados. Cuando se le presente esto a cada individuo, algunos dirán: "Dura es esta palabra" (Juan 6:60); sin embargo, es veraz aunque sea contradicha continuamente por la práctica de hombres que profesan seguir a Cristo.--Joyas de los Testimonios 1:548, 549.

Los miembros fieles ministran a través de su vocación--Debemos llenarnos de Cristo y entonces podremos valorar las cosas mundanas a la luz de Dios. Cuando trabajen en sus fincas; cuando estén entregados a su vocación en los negocios, no estarán separando sus almas de Dios, porque laboran con el verdadero propósito y objetivo, reconociendo a Dios como el dueño de todo lo que poseen y buscando inteligencia para usar sus bienes para avanzar su gloria. Entonces estarán ministrando, no perezosos en los negocios, sino fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. Entonces vidas humanas serán bendecidas por medio de su influencia. La mente estará en las cosas celestiales, se sentirán como en la presencia de Cristo, y difundirán luz a todos en su derredor. Una vida verdaderamente cristiana nos costará esmero, escudriñamiento de las Escrituras, y oración más ferviente y perseverante. No será una oración sin fin ni propósito, sino la intercesión de un corazón preocupado por los pobres pecadores lejos de Cristo. Será un corazón anhelante de trabajar para Jesús en un esfuerzo personal por salvar las almas de los hombres.--Important Testimony to our Brethren and Sisters in New York (Ph 39) 9, 10.

Los dones espirituales

El Espíritu Santo encomienda a cada cristiano algún don o talento el cual debe ser usado para avanzar el reino--El presente es nuestro día de oportunidad. A cada persona se le encomienda algún don o talento especial para ser usado para avanzar el reino del Redentor. A todos los agentes responsables de Dios, desde el que ocupa el puesto más humilde y desconocido, hasta los que ocupan los puestos más elevados en la iglesia, les son encomendados los bienes de Dios. No es solamente el ministro el único que puede trabajar por la salvación de las almas. Los que tienen los dones más pequeños no son eximidos de usar sus mejores dones, y al hacerlo sus talentos serán aumentados. No es prudente tratar livianamente las responsabilidades morales o gastar el día en cosas pequeñas. Dios en su providencia reparte su tarea de acuerdo a las diferentes capacidades de la gente. Nadie debe quejarse porque no puede glorificar a Dios con los talentos que nunca ha poseído y de los cuales no es responsable.--Testimonies for the Church 4:618.

Los ministros deben animar a aquellos que Dios ha elegido en la iglesia para realizar una obra especial--Hay peligro que los ministros y presidentes de asociaciones, tomen mucha responsabilidad sobre sí y manifiesten poca confianza en la gente. La gente debe ser educada de tal manera que escudriñen las Escrituras por sí mismas. El Espíritu Santo ha de trabajar para moldear a cada hombre a la semejanza de Cristo. El hombre ha cometido un grave error al no tomar en cuenta que Dios trabaja a través de su iglesia. Los ministros deben dar amplio apoyo a los miembros de la iglesia en lo individual y a los que Dios ha elegido para hacer una obra especial de perfeccionar planes cuidadosos para salvar las almas de los que están en el error.--Manuscript Releases 9:146.

Los ministros deben dejar el camino libre para que los miembros tengan libertad de llevar adelante lo que el Espíritu Santo les indique--Dios ha dado "a cada hombre una obra". ¿Por qué es que los ministros y los dirigentes de la asociación no reconocen este hecho? ¿Por qué no manifiestan su aprecio por la ayuda que los miembros de iglesia en lo individual podrían dar? Dejen que los miembros se despierten. Dejen que mantengan alzados los brazos de los ministros y obreros, llevando adelante los intereses de la causa. No deben medirse los talentos haciendo comparaciones. Si un hombre ejerce fe, y camina humildemente con su Dios, podrá tener poca educación, podrá ser considerado un hombre débil, sin embargo, puede cumplir con su cargo tan bien como el hombre que tiene la más refinada educación. El que se entrega sin reservas a la influencia del Espíritu Santo está mejor habilitado para realizar un servicio aceptable para el Maestro. Dios inspirará al hombre que no ocupa puestos de responsabilidad para trabajar por él. Si los ministros y hombres en puestos de autoridad dejan el camino libre, y permiten que el Espíritu Santo se mueva en las mentes de los hermanos laicos, Dios los dirigirá en cuanto a qué hacer para la honra de su nombre. Permítanles tener libertad para llevar adelante lo que el Espíritu Santo les indique. No se le ponga obstáculos a hombres humildes a quienes Dios podría usar. Si aquellos que ahora ocupan puestos de responsabilidad hubieran sido marginados a una clase de trabajo año tras año, no hubieran desarrollado sus talentos, y no hubieran sido preparados para los puestos que ahora tienen; y sin embargo no hacen ningún esfuerzo especial para probar y desarrollar los talentos de quienes han entrado recientemente a la fe.--The Review and Herald, 9 de julio de 1895.

Confíe en que el Espíritu Santo usará a cada miembro valioso de la iglesia--Ni los dirigentes de la asociación ni los ministros han sido llamados por Dios para mostrar desconfianza en el poder de Dios para usar a cada individuo que es considerado un miembro valioso de la iglesia. Esta así llamada cautela, está retrasando casi cada rama de la obra de Dios. Dios puede usar y usará a aquellos que no han tenido una educación cabal en la escuela de los hombres. Dudar de su poder para realizar esto es manifestar incredulidad; es limitar el poder omnipotente de Aquel para quien nada es imposible. ¡Oh, si hubiera menos de esta cautela desconfiada y no santificada! Deja a tantas fuerzas de la iglesia sin ser usadas; cierra el camino para que el Espíritu Santo pueda utilizar a los hombres; mantiene inactivos a aquellos que están deseosos y ansiosos de laborar en las filas de Cristo; desanima a muchos de entrar a la obra que llegarían a ser obreros eficientes juntamente con Dios si se les diera una oportunidad justa. Aquellos que podrían ser trabajadores, que ven la gran necesidad de obreros consagrados en la iglesia y en el mundo, deben buscar fuerza en los lugares secretos de oración. Deben seguir adelante en su labor, y Dios los bendecirá, y los tornará en bendición para otros. Tales miembros darían fuerza y estabilidad a la iglesia. Es la falta de ejercicio espiritual lo que hace a los miembros de la iglesia tan débiles e ineficientes. De nuevo preguntaría, ¿quién es culpable por el estado de las cosas que hoy existen?--The Review and Herald, 9 de julio de 1895.

Todo cristiano es ungido para la misión de compartir a Cristo--No es solamente la responsabilidad del ministro la de representar a Cristo al mundo, sino la de todo miembro de la iglesia. Ellos han de recibir los rayos de luz de Cristo, y reflejarlos a las almas cegadas por el error e infatuadas con las doctrinas falsas. Han de llevar en alto el verdadero estandarte de justicia, el cual es la santa ley de Dios, mientras que el mundo levanta el estandarte falso. Satanás está buscando presentar luz como tinieblas y tinieblas por luz, la verdad por error y el error por verdad. El extinguiría cada rayo de luz que brilla desde el trono de Dios, y en su lugar pondría su oscuridad. Pero los hijos de Dios están aquí, cada uno de ellos, con el propósito de iluminar al mundo. Mientras más despreciada, contrarestada y condenada sea la luz, mayor es la evidencia que tienen que su tarea es permitir que su luz brille hacia otros. Ellos reciben sus órdenes de Dios para guiar almas a la justicia, a la verdad y al cielo. La antorcha de la verdad debe brillar ante los ojos de los que la anhelan así como de los que no la desean. Cuando Cristo ascendió al cielo, la iglesia debía ser el agente, el medio a través del cual la luz sería dada al mundo. "Vosotros sois la luz del mundo". Se requiere que todo individuo cristiano sea una luz viviente y radiante en el mundo. Debe luchar con Dios en oración secreta; entonces irá adelante en el espíritu de Cristo para conversar con los hombres. Ungido para esta misión, llevará consigo la atmósfera del paraíso. Sus palabras serán bien escogidas, y su rostro reflejará la imagen de su Maestro. Será la luz del mundo, una epístola viviente conocida y leída por todos los hombres.--The Review and Herald, 8 de marzo de 1887.

Todo miembro debe ser educado para hacer la obra para la cual esté mejor adaptado--Sábado tras sábado muchos de ustedes oyen la voz del predicador viviente, pero, ¿cuántos sienten la necesidad de traer la verdad a su vida práctica? ¿Cuántos se dan cuenta de que esa luz les es dada para que la reflejen a otros? Hay una gran necesidad de educar a la gente para que hagan su parte en la obra que les ha sido señalada; pero la educación de los miembros de la iglesia ha sido descuidada. Si los ministros instruyeran a sus miembros, tendrían un ejército que les ayudará a difundir la luz cuando se presente una crisis en el trabajo. Todo miembro de la iglesia debe hacer el trabajo para el cual esté mejor preparado, y arreglar el trabajo de tal manera que todo se mueva armoniosamente, y la prosperidad de la iglesia laboriosa se manifestará en un interés vital, que brotará entre quienes pongan sus energías en la causa de Cristo.--The Home Missionary, 1 de septiembre de 1892.

Motivando a los voluntarios

Cuando el poder transformador de Dios venga sobre la gente, llegarán a ser obreros--Esta clase está bien representada por el valle de huesos secos que Ezequiel vio en visión. Aquellos a quienes les han sido encomendados los tesoros de la verdad, y sin embargo están muertos en transgresiones y pecado, necesitan ser creados nuevamente en Cristo. Hay tan poca vitalidad real en la iglesia en este tiempo, que toma una labor constante dar a los hombres la apariencia de vida ante el profeso pueblo de Dios. Cuando el poder transformador de Dios venga sobre las personas, su actividad lo hará manifiesto. Llegarán a ser obreros, y estimarán el reproche de Cristo como mayores riquezas que los tesoros del mundo.--The Review and Herald, 17 de enero de 1893.

La verdadera conversión es seguida por un deseo de compartir a Cristo--Tan pronto como el hombre se convierte, nace en su corazón el deseo de dar a conocer a otros cuán precioso amigo ha encontrado en Jesús; la verdad salvadora y santificadora no puede ser ahogada en su corazón. El Espíritu de Cristo, iluminando el alma, es representado por la luz, que disipa toda oscuridad; es comparada con la sal, por sus cualidades preservativas; y a la levadura, que secretamente ejerce su poder transformador.--Testimonies for the Church 4:318, 319.

Aquellos que no están cumpliendo su responsabilidad deben ser visitados--Que los ministros y hombres responsables impresionen en los miembros de la iglesia individualmente, que para poder crecer espiritualmente, deben llevar la carga de la obra que el Señor ha puesto sobre ellos, la carga de guiar a las almas a la verdad. Que enseñen a la gente que debe tener un fuerte deseo de ver a los que aún no están en la fe convertirse a la verdad. Aquellos que tengan la oportunidad que hagan la obra encomendada por Dios. A los que no están cumpliendo con sus responsabilidades se les debe visitar, llevarlos a Dios en oración, y trabajar con ellos, para que lleguen a ser fieles mayordomos de la gracia de Cristo. Como ministros, no los guíen a depender de ustedes, sino a todos los que abracen la verdad enséñenles que tienen una obra que hacer usando los talentos que Dios les ha otorgado para salvar las almas que estén cerca. Trabajando de esta manera, estas personas tendrán la colaboración de los ángeles de Dios. Obtendrán una experiencia valiosa que aumentará su fe y les ayudará a asirse fuertemente de Dios.--Manuscrito 21a, 1894; Notebook Leaflets from the Elmshaven Library 1:127, 128.

El Salvador se sintió desilusionado por su falta de éxito en reclutar obreros, pero persistió--Si nuestros obreros hubieran sido bautizados con el Espíritu de Cristo, hubieran hecho cincuenta veces más de lo que han hecho por entrenar hombres como obreros. Aunque uno o dos, o quizá muchos, no han pasado la prueba, no debemos cesar en nuestros esfuerzos; pues esta labor debe ser hecha para Cristo. El Salvador se desilusionó; a causa de la perversidad de los corazones humanos, sus esfuerzos no fueron recompensados con el éxito; pero él continuó su obra, y nosotros debemos hacerlo también. Si hubiéramos trabajado con fidelidad, paciencia y amor, tendríamos cien obreros en donde hay uno. Las oportunidades desaprovechadas son escritas en contra nuestra en el mismo libro donde se registra la envidia y la rebelión contra Dios. Hemos perdido años en nuestras misiones extranjeras. Han habido unos pocos obreros fervientes; pero en gran medida, sus energías han sido empleadas en prevenir que los hombres que profesan la verdad echaran a pique la fe. Si estos hombres que necesitaron tanta ayuda para mantenerse a flote, hubieran estado trabajando por la salvación de sus semejantes, se habrían olvidado de sus pruebas, y se habrían fortalecido ayudando a otros. Nosotros podemos lograr mucho más de lo que hemos hecho, si llamamos en nuestra ayuda a todos los que podamos alistar en la labor. Algunos probarán no ser aptos; pero mientras lo descubrimos, debemos seguir trabajando. Un obrero valioso, temeroso de Dios, compensará todo nuestro esfuerzo, cuidado, y gasto.--The Review and Herald, 15 de diciembre de 1885.

Los pastores como entrenadores

Usted ayuda más a los miembros planeando trabajo para ellos que predicándoles--La mejor ayuda que los predicadores pueden dar a los miembros de nuestras iglesias no consiste en semonearlos, sino en trazarles planes de trabajo. Dad a cada uno un trabajo que ayude al prójimo. Enseñad a todos que, por haber recibido la gracia de Cristo, tienen el deber de trabajar por él. Especialmente a las personas que hace poco aceptaron la fe, debe enseñárseles a colaborar con Dios. Si se los pone a trabajar, los abatidos se olvidarán muy pronto de su desaliento; el débil se tornará fuerte; el ignorante, inteligente; y todos aprenderán a presentar la verdad tal cual es en Jesús. Hallarán una ayuda segura en Aquel que prometió salvar a quienes se allegan a él.--Joyas de los Testimonios 3:323.

Use menos tiempo en predicar y más tiempo estudiando cómo enseñar a otros a trabajar--Nuestros ministros deben llegar a ser tanto educadores como predicadores. Deben enseñarle a las personas a no depender de ellos, sino de Cristo. El ministro que predica dos horas cuando no debe pasarse de una, serviría mucho mejor a la causa de Dios dedicando esa hora extra en un estudio serio y cuidadoso para aprender cómo dirigir a otros y enseñarles a trabajar.--The Signs of the Times, 17 de mayo de 1883.

Los ministros deben enseñar a sus miembros cómo trabajar--Cuando Jesús ascendió al cielo, encomendó su obra en la tierra a los que habían recibido la luz del Evangelio. Habían de hacer progresar su obra hasta su terminación. No ha provisto ningún otro medio para la proclamación de la verdad. "Id por todo el mundo, y predicad el Evangelio a toda criatura". "Y, he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Esta solemne comisión nos alcanza en este tiempo. Dios deja con su iglesia la responsabilidad de recibirla o rechazarla. Muchos parecen descansar cómodamente, como si mensajeros celestiales fueran a bajar a esta tierra, para proclamar con voz audible el mensaje de advertencia; pero mientras los ángeles tienen una obra que realizar, nosotros hemos de hacer la nuestra abriendo las verdades bíblicas a aquellos que están en tinieblas. ¿Está su interés encerrado egoístamente en su familia, en su iglesia? ¡Dios se apiade de su estrechez! Usted debe tener ese celo imperecedero, y ese amor abarcante que circunda el mundo. Aquellos que no son llamados a ir a países extranjeros tienen una obra que hacer en sus propias fronteras para mantener el interés en sus iglesias mediante un esfuerzo bien dirigido, para que sean espirituales y sacrificados, y con sus medios y fervientes oraciones puedan ayudar a aquellos que entran en campos nuevos y difíciles.--The Review and Herald, 12 de octubre de 1886.

Debemos enseñar a nuestros miembros cómo usar sus talentos para ministrar a otros--Esta obra de alumbrar a otros no es trabajo del ministro solamente, sino es el trabajo de todos los que profesan tener la verdad de Dios. Dios ha señalado a cada hombre su trabajo para dar a conocer a Cristo al mundo. Debemos enseñarle a los miembros de la iglesia cómo ministrar eficazmente a otros. Hay muchos que son ministros ordenados, que nunca han ejercido el cuidado pastoral por el rebaño de Dios, ni tampoco han velado por las almas como quienes tienen que dar cuenta. Si la clase de labor que hace falta, fuera conferida a la iglesia, muchos de los que no están haciendo nada serían educados para llegar a ser obreros diligentes en la cosecha de almas. Se le debe dar una educación tal al pueblo de Dios que capacite a centenares con talentos valiosos, cuyo uso desarrollaría hombres para puestos de confianza e influencia, y se haría un gran bien a la causa del Maestro.--Appeal to Our Churches in Behalf of Home Missionary Work (Ph 7) 14.

Eduque a los miembros para ser ganadores de almas--No sólo existe el peligro que aquellos que están en puestos de confianza fallen en animar a otros individuos a emplear sus talentos, sino que también hay peligro que aquellos que hacen poco o nada para Cristo, busquen desanimar a alguien que está luchando por trabajar en la viña del Señor. Nunca haga esto. Eduque a cada uno de los que están recibiendo las corrientes de la salvación de Cristo. No es necesario que la Palabra de Dios sea diseminada solamente por algunos pocos ministros ordenados. La verdad debe ser sembrada junto a toda las aguas.--Sowing Beside All Waters (Ph 78) 37.

Instruya a sus miembros cómo trabajar en la obra médico-misionera--Los pastores y maestros han de trabajar inteligentemente en sus tareas específicas, instruyendo a los miembros de iglesia en la manera de trabajar en las tareas médico-misioneras. Cuando los profesos seguidores de Cristo tienen a un Salvador que mora en ellos, serán hallados haciendo lo que Cristo hizo. No tendrán la oportunidad de herrumbrarse por la inacción. Tendrán suficiente que hacer. Y la obra que hagan bajo los auspicios de la iglesia, será su medio máximo de comunicar la luz.--El Ministerio de la Bondad, 127.

Si los miembros no son enseñados a trabajar, el trabajo del ministro es casi un fracaso--La causa podría estar en condiciones saludables en todo el campo, y lo estaría si los ministros confiaran en Dios y no permitieran que nada se interpusiera entre ellos y su trabajo. Se necesitan obreros que sean mucho más que meros predicadores, pero ambos trabajos se deben unir. Se ha probado en el campo misionero que, cualquiera sea el talento de la predicación, si una parte del trabajo es descuidada, si no se le enseña a la gente a trabajar, cómo conducir reuniones, cómo hacer su parte en la labor misionera, cómo alcanzar a la gente con éxito, el trabajo será casi un fracaso. Hay mucho que hacer en la obra de la Escuela Sabática en cuanto a ayudar a la gente a darse cuenta de su obligación en hacer su parte. Dios los llama a trabajar para él, y los ministros deben guiar sus esfuerzos.--Testimonies for the Church 5:256.

Si los ministros han instruido debidamente a aquellos bajo su cuidado, cuando se vayan, la obra no se disgregará--La obra de los embajadores de Cristo es mucho mayor y de más responsabilidad de lo que muchos sueñan. No deben quedar satisfechos con su éxito a menos que puedan, por sus fervientes labores y la bendición de Dios, presentarle cristianos útiles, que tengan un verdadero sentido de su responsabilidad, y que hagan la obra que les ha señalado. La debida labor e instrucción tendrán por resultado el poner en condición de trabajar a aquellos hombres y mujeres cuyo carácter es fuerte, y cuyas condiciones son tan firmes que no permiten que nada de un carácter egoísta los estorbe en su trabajo, disminuya su fe o los aparte del deber.

Si el ministro ha instruido debidamente a los que estaban bajo su cuidado, cuando él sale rumbo a otros campos de trabajo, la obra no se disgregará, sino que quedará firmemente unida y segura. A menos que quienes reciban la verdad se conviertan cabalmente y haya un cambio radical en su vida y carácter, el alma no estará firmemente ligada a la Roca eterna; y después que cese el trabajo del ministro, y haya pasado la novedad, la impresión se borrará, la verdad perderá su poder fascinante, y dichas personas no ejercerán ya ninguna influencia santa, ni serán mejores por profesar la verdad.--Joyas de los Testimonios 1:531.

Enseñar a todos a ser activos

Los ministros deben ayudar a los obreros de la iglesia con potencial a desarrollar sus talentos--Algunos obreros son incapaces de ocupar los puestos que otros pueden ocupar. Muchos que podrían haber ocupado puestos de confianza, no se han disciplinado ni han hecho aquello que podrían haber hecho día a día para llenar las incesantes demandas del tiempo presente. Otros son capaces de llevar responsabilidades, y lo harían, si se les animara, y si hubiera alguien que, con paciencia, bondad y tolerancia, les enseñara cómo trabajar. Los ministros deben mostrar una seriedad real en ayudar a tales personas a triunfar, y deben esforzarse con perseverancia para desarrollar el talento. Los inexpertos necesitan que generales sabios con oración y esfuerzos personales los animen y los ayuden a llegar a ser perfectos en Cristo, sin faltarles nada. Esta es la obra que cada ministro del Evangelio debe empeñarse en hacer, pero que algunos fallan en lograr.--The Review and Herald, 1 de diciembre de 1904.

Enseñe a la gente cómo trabajar--Ministros, enseñen a la gente cómo trabajar. Díganles que su utilidad no depende tanto de las riquezas o del conocimiento del poder, sino de tener una mente dispuesta y una consagración a Cristo y a su causa. En tiempos pasados Dios ha usado a hombres humildes, y por su fe y devoción, a menudo han logrado más que muchos obreros pretenciosos. Aceptaron sus debilidades y su dependencia de Dios; y mediante cartas, folletos, y esfuerzo personal en apelaciones y advertencias, y mediante una vida bien ordenada y conversación santa, trajeron a muchos del error a la verdad; del camino de transgresión a la obediencia de la ley de Dios. El poder maravilloso de la gracia obró en ellos, y el éxito asistió sus esfuerzos. "Antes lo necio del mundo eligió Dios, para avergonzar a los sabios; lo débil del mundo eligió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado eligió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es; para que nadie se jacte en su presencia".--The Review and Herald, 24 de junio de 1884.

Las dudas de los miembros serán disipadas si pueden ser guiados a ayudar a otros--Nuestros ministros podrán visitar nuestras iglesias, y podrán ofrecer oraciones públicas a Dios por el consuelo de los que sufren, pidiéndole que disipe la duda de sus mentes y alumbre sus corazones entenebrecidos. Pero esto no será tan efectivo en ayudar a estos angustiados que dudan y están cargados de pecados, como el guiarlos a trabajar por aquellos que están más necesitados que ellos. La oscuridad será disipada si pueden ser guiados a ayudar a otros.--The Review and Herald, 5 de mayo de 1904.