El Ministerio Pastoral

Capítulo 33

La predicación

Si el ministro está entregado a Dios, el Espíritu Santo habla a través de cada uno de sus discursos y los torna efectivos--Es la eficiencia impartida por el Espíritu Santo la que hace eficaz el ministerio de la palabra. Cuando Cristo habla por medio del predicador, el Espíritu Santo prepara los corazones de los oyentes para recibir la palabra. El Espíritu Santo no es un siervo, sino un poder que dirige. Hace resplandecer la verdad en la mente, y habla en todo discurso cuando el predicador se entrega a la operación divina. El Espíritu es lo que rodea al alma de una atmósfera santa, y habla a los impenitentes palabras de amonestación, para enseñarles a Aquel que quita el pecado del mundo.--Obreros Evangélicos, 162, 163.

No presente a otros lo que su propia alma no ha experimentado--Existe el peligro de que los ministros que profesan creer la verdad presente se sientan satisfechos con presentar solamente la teoría, mientras que sus propias almas no sienten su poder santificador. Algunos no tienen el amor de Dios en su corazón, para ablandar, moldear y ennoblecer sus vidas.--Testimonies for the Church 4:526.

No debemos sentirnos satisfechos predicando los mismos discursos vez tras vez--Hermanos, no debemos presentarnos ante el púlpito a menos que hayamos dedicado algún tiempo luchando con Dios en oración. Nosotros no debemos sentirnos satisfechos usando los mismos discursos que hemos predicado vez tras vez durante los últimos diez, quince o veinte años. Debemos sacar nuevo material fresco de la fuente inagotable de la Palabra de Dios. Estamos deseosos que los ángeles de Dios estén a nuestro lado cuando estemos ante el púlpito sagrado, para que Dios impresione la mente; para que halla un glorioso despliegue de la verdad; para que sea presentado con la demostración del Espíritu; para que sea alimento a su debido tiempo para el rebaño del Señor.--The Review and Herald, 4 de junio de 1889.

El cielo se avergüenza de los predicadores que distan mucho de hacer lo mejor en el púlpito sagrado--El cielo se avergüenza de muchos que trabajan en todos los ramos de la obra, y especialmente se avergüenza el cielo de aquellos que son llamados al sagrado púlpito, y que sin embargo no intentan hacer lo mejor. Muchos leen los periódicos, revistas y libros, y descuidan el estudio de su Biblia. No luchan con Dios en su cámara secreta, pidiendo la ayuda que sólo él puede conceder. Van a sus trabajos sin el Espíritu y sin Cristo. Los ministros se presentan ante sus congregaciones, predicando fragmentos de un trillado y largo discurso, en vez de presentar a la gente una porción fresca de alimento a su debido tiempo. Entran en temas áridos o controversiales, y el rebaño del Señor no es alimentado.--The Review and Herald, 20 de mayo de 1890.

La predicación bíblica

Muchos ministros toman un texto de San Pablo y predican de los periódicos--Los discursos floridos no serán suficientes para alimentar el alma del hambriento hijo de Dios. Esto será seguido por un deseo que dará una voz de alerta a muchos de los corazones alimentados por lo que llaman "sermones ingeniosos". Un hombre inteligente declaró, "¡Oh, si mi pastor me diera algo más que flores, períodos brillantes, y gratificaciones intelectuales! Mi alma está hambrienta del Pan de Vida. Anhelo algo simple, nutritivo y bíblico". Daniel Webster pronunció estas enérgicas palabras: "Si el clérigo de nuestro días volviese a la simplicidad del Evangelio de la verdad, y le predicara más a los individuos y menos a la multitud, no habría tantas quejas de la decadencia de la verdadera religión. Muchos de los ministros de hoy toman un texto de San Pablo, y predican de los periódicos. Cuando ellos hacen eso, prefiero gozar de mis propios pensamientos, en vez de escuchar. Yo quiero que mi pastor venga a mi en el espíritu del Evangelio, diciendo, 'Usted es mortal. Su tiempo de prueba es breve, su obra debe ser hecha rápidamente. ... Usted se está acercando al juicio de Dios. El Juez está a las puertas'".--The Review and Herald, 23 de junio de 1891.

Los pastores bien educados pueden no estar alimentando el rebaño si no toman en cuenta la excelencia de las Escrituras--Sin embargo, los oráculos de Dios han sido tan manifiestamente descuidados, que no hay sino pocos en nuestro mundo, aun de los que pretenden explicarlos a otros, que tienen el conocimiento divino de las Escrituras. Hay eruditos que tienen educación universitaria, pero esos pastores no alimentan a la grey de Dios. No consideran que las excelencias de las Escrituras continuamente estarán desplegando sus tesoros ocultos, a medida que sean descubiertas joyas preciosas cuando se cave en su procura.--Mensajes Selectos 1:17, 18.

Las declaraciones humanas no tienen valor. Permita que la Palabra hable a la gente--Si los ministros que son llamados a predicar el más solemne mensaje jamás dado a los mortales, evaden la verdad, ellos son infieles en su trabajo, y son falsos pastores para las ovejas y los corderos. Las declaraciones de los hombres no tienen valor alguno. Que la Palabra de Dios hable a la gente. Que quienes han oído sólo tradiciones y máximas de los hombres, escuchen la voz de Dios, cuyas promesas son un Sí y un Amén en Cristo Jesús. Si el carácter y la conducta del pastor es para la gente una epístola viviente de la verdad que él defiende, el Señor pondrá su sello a la obra. Se formarán amistades genuinas con la gente, y el pastor y el rebaño serán uno, unidos por una esperanza común en Cristo Jesús.--The Review and Herald, 11 de marzo de 1902.

Los predicadores que estudian sus Biblias con oración, verán nueva belleza en cada línea--Una gran obra debe ser hecha para los ministros a fin de que ellos puedan hacer de la predicación de la verdad un éxito. La Palabra de Dios debe ser estudiada a fondo. Toda otra lectura es inferior a ésta. Un estudio cuidadoso de la Biblia no necesariamente excluirá toda otra lectura religiosa; pero si la Palabra de Dios es estudiada con oración, toda lectura que pueda tener la tendencia a distraer la mente de ella será excluida. Si estudiamos la Palabra con interés, y oramos para comprenderla, veremos nuevas bellezas en cada línea. Dios revelará una verdad preciosa tan claramente que la mente obtendrá un sincero placer y será una fiesta continua cuando sus confortantes y sublimes verdades sean reveladas.--Testimonies for the Church 2:337.

Escudriñe la Palabra para hallar verdades nuevas y antiguas para beneficio de otros--El ministro del evangelio de Cristo debe velar por las almas como quien deberá de rendir cuentas. Deberá arrodillarse en oración con frecuencia, pidiendo sabiduría celestial para poder fortalecer "las otras cosas que están por morir". Viviendo de acuerdo a la voluntad de Dios se coloca bajo el poder divino. La Palabra de Dios debe de ser su guía. En esa Palabra hay promesas, dirección, advertencias, y amonestaciones, que ha de usar en su trabajo como lo exija la ocasión. Con un corazón humilde y una mente sumisa ha de escudriñar esta Palabra para sacar de la fuente de la verdad, cosas nuevas y viejas para beneficiar a otros. Ha de buscar siempre guiar las mentes a obtener un conocimiento personal de la verdad. Muchos están severamente tentados y listos a morir porque no tienen un conocimiento de la verdad tal como es en Cristo.--The Review and Herald, 21 de enero de 1902.

Hasta ahora, las verdades bíblicas son débilmente comprendidas--¡Ojalá que se diga de los ministros que están predicando al pueblo y a las iglesias: "Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras"! Lucas 24:45. Os digo, en el temor de Dios, que hasta ahora las verdades bíblicas relacionadas con el gran plan de redención se entienden en forma muy débil. La verdad estará continuamente desarrollándose, se irá expandiendo y desenvolviendo, porque es divina como su Autor.--Mensajes Selectos 3:213.

Predique las profecías y céntrelas en Cristo--Los predicadores deben presentar la segura palabra profética como fundamento de la fe de los adventistas del séptimo día. Deben estudiar detenidamente las profecías de Daniel y del Apocalipsis, y en relación con ellas las palabras: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".--El Evangelismo, 147.

Haga su trabajo--Los temas que muchos de nuestros ministros presentan a la gente no están ni siquiera conectados a medias, ni sus argumentos son tan claros y fuertes como debieran. Profesan ser maestros de la Palabra, pero tristemente ellos mismos descuidan escudriñar las Escrituras. Están conformes de usar argumentos preparados en folletos y libros, y que otros han encontrado trabajando diligentemente; pero no están dispuestos a esforzar su mente estudiándolos por sí mismos. Para poder tener una prueba completa de su ministerio, los que abren la Palabra de Dios a otros deben escudriñar las Escrituras diligentemente. No se deben conformar con usar los pensamientos de otros hombres, sino cavar en busca de la verdad como quien busca un tesoro escondido. Aunque es perfectamente correcto compilar ideas de otras mentes, no deben sentirse satisfechos en tomarlas y repetirlas como loros. Hagan suyas estas ideas, hermanos; formen los argumentos ustedes mismos, de su propio estudio e investigación. No pidan prestadas las composiciones del cerebro y la pluma de otros hombres para recitarlas como una lección; sino usen hasta lo sumo los talentos y el poder del cerebro que Dios les ha dado.--The Review and Herald, 6 de abril de 1886.

La predicación cristocéntrica

Estudie y aprenda de Jesús--Al ministro del Evangelio nunca se le exhorta a esforzase por ser un predicador ingenioso o un orador popular, sino que se la da esta orden: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad". 2 Timoteo 2:15, 16. ¿Prestará atención cada mensajero de Dios a estas palabras? Somos colaboradores de Dios, y si los que aceptan la responsabilidad de presentar la Palabra de vida a otros no se unen cada día en el yugo con Cristo y llevan sus cargas, y no aprenden cada día de Jesús, sería mejor que buscaran algún otro empleo.--Cada Día con Dios, 119.

Estudie el carácter de Cristo--Puede sacarse de la fuente agua viva, y sin embargo no habrá disminución de la provisión de la misma. Los ministros del Evangelio serían hombres poderosos si colocaran siempre al Señor delante de ellos y dedicaran su tiempo al estudio de su adorable carácter. Si hicieran esto, no habría apostasías, y nadie sería separado de la asociación [hermandad] por haber acarreado desgracia a la causa de Dios y puesto a Jesús en una condición de pública vergüenza, debido a sus prácticas licenciosas. Las facultades de todo ministro del Evangelio deben ser empleadas para educar a las iglesias de creyentes a recibir a Cristo por fe como su Salvador personal, a incorporarlo en sus mismas vidas y hacer de él su Modelo, para aprender de Jesús, creer en Jesús y exaltar a Jesús. El ministro mismo debe espaciarse en el carácter de Cristo. Debe ponderar la verdad, y meditar en los misterios de la redención, especialmente la obra mediadora de Cristo para este tiempo.--Mensajes Selectos 3:212.

La salvación mediante Cristo debe ser la preocupación de cada sermón--La ciencia de la salvación debe ser el tema de cada sermón, el tema de cada himno. Debe acompañar cada súplica. Que nada que se incluya en la predicación sustituya a Cristo, la Palabra y el poder de Dios. Que su nombre, el único nombre debajo del cielo por el cual podemos ser salvos, sea exaltado en cada discurso, y que de sábado en sábado, la trompeta del centinela dé un sonido certero. Cristo es la ciencia y la elocuencia del evangelio, y sus ministros deben predicar la Palabra de vida, presentar esperanza a los penitentes, paz a los atribulados y desanimados, y gracia, integridad y fuerza a los creyentes.--La Voz: Su Educación y Uso Correcto, 374.

El verdadero predicador exalta a Cristo como la única esperanza del pecador--Si el hombre que siente que ha sido llamado de Dios para ser un ministro, se humilla y aprende de Cristo, llegará a ser un verdadero predicador. Si sus labios son tocados con el carbón encendido del altar, exaltará a Jesús como la única esperanza del pecador. Cuando el corazón del predicador es santificado por medio de la verdad, sus palabras serán una realidad viviente para él y para otros. Aquellos que lo escuchan sabrán que ha estado con Dios, y que se ha acercado a él en oración ferviente y eficaz. El Espíritu Santo ha descendido sobre él, su alma ha sentido el vivo fuego celestial, y es capaz de comparar lo espiritual con lo espiritual. Le será dado poder para echar abajo la fortaleza de Satanás. Los corazones serán conmovidos por su presentación del amor de Dios, y muchos preguntarán, "¿Qué debo hacer para ser salvo?"--The Review and Herald, 15 de abril de 1902.

Muchos oyentes desean y necesitan una explicación clara de la conversión--Los predicadores deben presentar la verdad de una manera clara y sencilla. Hay entre sus oyentes muchos que necesitan una clara explicación de los pasos requeridos en la conversión. La ignorancia de las masas en lo referente a este punto es mayor de lo que se supone. Entre los universitarios, oradores elocuentes, estadistas capaces, hombres de altos cargos de confianza, hay muchos que dedicaron sus facultades a otros asuntos, y descuidaron las cosas de mayor importancia. Cuando los tales forman parte de una congregación, el predicador pone a menudo a contribución todas sus facultades para predicar un discurso intelectual, y deja de revelar a Cristo. No demuestra que el pecado es la transgresión de la ley. No presenta claramente el plan de salvación. Podría haber conmovido el corazón de sus oyentes mostrándoles a Cristo muriendo para poner la redención a su alcance.--Obreros Evangélicos, 179.

El Cristo crucificado, el Cristo que ascendió al cielo, el Cristo que ha de volver debe alegrar de tal manera al ministro que presentará estas verdades a la gente--¡Oh, si pudiese disponer de un lenguaje suficientemente vigoroso para hacer la impresión que quisiera causar en mis colaboradores en el Evangelio! Hermanos míos, estáis manejando las palabras de vida; estáis tratando con las mentes que son capaces del más alto desarrollo si se las dirige en el debido cauce. En los discursos que se presentan hay demasiada exhibición del yo. El Cristo crucificado, el Cristo que ascendió a los cielos, el Cristo que va a volver, debe enternecer, alegrar la mente del ministro del Evangelio de tal manera que presente estas verdades a la gente con amor y fervor profundo. El ministro se perderá entonces de vista y Jesús será magnificado. La gente quedará impresionada con estos temas absorbentes, y hablará de ellos y los alabará en vez de alabar al ministro, el mero instrumento.--Joyas de los Testimonios 1:532.

Los sermones Cristocéntricos vienen de predicadores Cristocéntricos--¿Tendrán cuidado mis hermanos de que ninguna gloria sea dada a los hombres? ¿Reconocerán que Cristo realiza la obra en el corazón humano y no ellos mismos? ¿Rogarán mis hermanos ministros, solos en presencia de Dios, en oración secreta, que su presencia y poder los acompañe? No os atreváis a predicar un solo sermón más a menos que sepáis, por vuestra propia experiencia, lo que Cristo es para vosotros.--Testimonios para los Ministros, 154, 155.

Relacionar la fe con la vida

Por medio de la visitación, los ministros pueden aprender cómo alimentar a la grey--Es en la labor fuera del púlpito, entre las familias, donde se obtienen las más ricas y valiosas experiencias, y donde el ministro aprende cómo alimentar la grey del Señor, dando a cada uno su porción de alimento a su debido tiempo. Si hay un apóstata, el pastor sabe cómo presentar la verdad de tal manera que el alma sea convencida. El dejará las noventa y nueve, y buscará la oveja perdida. Pero si el pastor no visita a su rebaño, no conoce su condición, no sabe qué verdades exponerle, ni qué es apropiado en su caso.--Appeal and Suggestions to Conference Officers (Ph 2) 18.

La aplicación práctica

La religión práctica debe tener un lugar en cada discurso--Un esfuerzo constante por promover la piedad personal debe verse en las labores públicas del ministro. No se debe predicar sermón tras sermón sobre las profecías solamente. La religión práctica debe tener un lugar en cada discurso.--The Signs of the Times, 16 de marzo de 1882.

Los sermones deben fortalecer a los oyentes para las batallas de la vida diaria--Pablo era un orador elocuente. Antes de su conversión, había tratado a menudo de impresionar a sus oyentes con los vuelos de la oratoria. Pero ahora puso todo eso a un lado. En lugar de entregarse a descripciones poéticas y cuadros fantásticos que pudieran complacer los sentidos y alimentar la imaginación, pero que no podrían alcanzar la experiencia diaria, Pablo trataba, mediante el uso de un lenguaje sencillo, de introducir en el corazón las verdades de vital importancia. Las presentaciones fantásticas de la verdad pueden provocar un éxtasis de sentimiento; pero demasiado a menudo las verdades presentadas de esta manera no proporcionan el alimento necesario para fortalecer al creyente para las batallas de la vida. Las necesidades inmediatas, las pruebas presentes, de las almas que luchan, deberían satisfacerse con instrucción sana y práctica sobre los principios fundamentales del cristianismo.--Los Hechos de los Apóstoles, 204, 205.

Las ilustraciones inadecuadas

Muchas ilustraciones empequeñecen la dignidad sagrada del predicador--No queremos perder de vista la santidad peculiar de esta misión de ministrar la palabra y la doctrina a la gente. Es la obra del pastor la de hablar las palabras de verdad a la gente, la verdad solemne y sagrada. Algunos forman el hábito de relatar anécdotas en sus discursos, las cuales tienen la tendencia a divertir y quitar de la mente de los oyentes el carácter sagrado de la Palabra que están impartiendo. Tales personas deberían considerar que no están dando a la gente la Palabra del Señor. Demasiadas son las ilustraciones que no tienen una influencia correcta; empequeñecen la sagrada dignidad que siempre debe ser mantenida en la presentación de la Palabra de Dios a la gente.--El Evangelismo, 155, 156.

Los discursos floridos o anécdotas impropias no convencen al pecador--A menos que los predicadores estén en guardia, ocultarán la verdad bajo los adornos humanos. Ningún predicador suponga que puede convertir almas por sermones elocuentes. Los que enseñan a otros deben pedir a Dios que los llene de su Espíritu, y los habilite para elevar a Cristo como la única esperanza del pecador. Los discursos floridos, cuentos agradables, o anécdotas impropias no convencen al pecador. Los hombres escuchan las tales palabras como escucharían un canto placentero. El mensaje que el pecador debe oír es: "De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".--El Evangelismo, 142.

Las ilustraciones adecuadas

Los parábolas e ilustraciones de Cristo ayudan a simplificar la verdad--Cristo tiene el derecho y el poder para colocar todas las agencias e influencias humanas bajo su dominio en su obra por la humanidad. Utiliza instrumentos humanos, y no destruye la individualidad de sus siervos. Envía al Espíritu Santo sobre ellos y él mismo los rodea para que tengan la mente de Cristo, y lleguen a ser colaboradores con él. El presenta ante sus mentes parábolas e ilustraciones que les son conocidas, para simplificar la verdad que él desea que comuniquen, y el Espíritu Santo los ayudará al usar estas parábolas e ilustraciones.--The Bible Echo, 19 de agosto de 1895.

Las ilustraciones de Jesús

Las ilustraciones de Cristo captaban la atención, usaban la imaginación y repetían sus lecciones--Variaba sus mensajes de misericordia para adaptarlos a su auditorio. Sabía "hablar en sazón palabra al cansado" porque la gracia se derramaba de sus labios, a fin de inculcar a los hombres los tesoros de la verdad de la manera más atrayente. Tenía tacto para tratar con los espíritus llenos de prejuicio, y los sorprendía con ilustraciones que conquistaban su atención. Mediante la imaginación, llegaba al corazón. Sacaba sus ilustraciones de las cosas de la vida diaria, y aunque eran sencillas, tenían una admirable profundidad de significado. Las aves del aire, los lirios del campo, la semilla, el pastor y las ovejas, eran objetos con los cuales Cristo ilustraba la verdad inmortal; y desde entonces, siempre que sus oyentes veían estas cosas de la naturaleza, recordaban sus palabras. Las ilustraciones de Cristo repetían constantemente sus lecciones.--El Deseado de Todas las Gentes, 219.

Cristo recogía ilustraciones de las costumbres y experiencias de la vida diaria--Cristo nunca aduló a los hombres; nunca habló de aquello que exaltaría sus fantasías e imaginaciones, o los alabó por sus invenciones ingeniosas. Pero aquellos que eran pensadores profundos, sin prejuicios recibieron sus palabras, y encontraron que su inteligencia se ponía a prueba al tratar de comprender las verdades espirituales que él revelaba en un lenguaje muy sencillo. Los así llamados grandes hombres del mundo son generalmente los más ignorantes en cuanto a lo qué constituye la religión verdadera, y es correcto dirigirse a ellos en el lenguaje más sencillo, pues la elocuencia de la verdad motiva la convicción del alma. Tanto al educado como al ignorante, hay que hablarles en el lenguaje más sencillo y simple. Los defensores de la verdad deben aprender del Redentor del mundo, e imitar al más grande Maestro que el mundo haya conocido, quien habló como ningún hombre jamás habló.

Aunque el lenguaje de Cristo era sencillo, los más educados eran fascinados con su manera de enseñar, y los ignorantes sacaban siempre provecho de sus discursos. Empleaba ilustraciones de las costumbres y experiencias de la vida diaria, y siempre que sus oyentes miraban las cosas familiares de la naturaleza, las palabras de Cristo venían a sus mentes. Sacaba ilustraciones de las aves del aire, los lirios del campo, la semilla, el pastor y las ovejas, y diferentes cosas comunes que ocurrían en la vida diaria. Estas eran las lecciones de Cristo hechas simples para la comprensión de la gente. La instrucción de gran importancia estaba ligada al círculo más pequeño, y era tan claramente presentada que nadie necesitaba malentenderla. Sólo los escribas y los fariseos se quejaron de tener dificultad en entender sus enseñanzas; pero la razón era que estaban llenos de prejuicios, y estaban determinados a interpretar mal sus palabras. La gente común lo escuchaba gozosamente, pues para el pobre el Evangelio era predicado, y muchos dieron testimonio de que "jamás hombre alguno habló como este hombre".--Sabbath-School Worker, 1 de enero de 1895.

El propósito de ambas, la ilustración y la encarnación, es enseñar lo desconocido mediante lo conocido--En la enseñanza de Cristo mediante parábolas, se nota el mismo principio que el que lo impulsó en su misión al mundo. A fin de que llegáramos a conocer su divino carácter y su vida, Cristo tomó nuestra naturaleza y vivió entre nosotros. La Divinidad se reveló en la humanidad; la gloria invisible en la visible forma humana. Los hombres podían aprender de lo desconocido mediante lo conocido; las cosas celestiales eran reveladas por medio de las terrenales; Dios se manifestó en la semejanza de los hombres. Tal ocurría en las enseñanzas de Cristo: lo desconocido era ilustrado por lo conocido; las verdades divinas, por las cosas terrenales con las cuales la gente se hallaba más familiarizada.--Palabras de Vida del Gran Maestro, 8.

Lo positivo versus lo negativo

Los ministros deben hacer ambas cosas, alentar al obediente y amonestar al desobediente--¡Ojalá que cada ministro comprendiese cuán sagrado es su cargo y santa su obra, y revelase el mismo valor que manifestó Elías! Como mensajeros designados por Dios, los ministros ocupan puestos de tremenda responsabilidad. A cada uno de ellos le toca cumplir este consejo: "Reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina." 2 Timoteo 4:2. Deben trabajar en lugar de Cristo como dispensadores de los misterios del cielo, animando a los obedientes y amonestando a los desobedientes.--La Historia de Profetas y Reyes, 104.

Lo negativo

El predicador adventista no debe descuidar de predicar sobre la culpa, el error y el pecado como parte del mensaje a Laodicea--Los ministros que predican la verdad presente no deben descuidar el solemne mensaje a los laodicenses. El testimonio del Testigo Verdadero no es un mensaje suave. El Señor no nos dice: Estáis más o menos bien; habéis sorportado castigos y reproches que nunca merecisteis; habéis sido desalentados por la severidad; no sois culpables de los males y pecados por los cuales se os reprendió.--Joyas de los Testimonios 1:332, 333.

No escoja temas que le agradan a la gente y que no ofendan a nadie--Algunos ministros escogen para sus sermones temas que agradarán a la gente y no ofenden a nadie. Esto es rechazar la cruz de Cristo. Usted ve un hombre egoísta; otro controlado por el orgullo y la pasión; otro robando a Dios en los diezmos y ofrendas; y otro dudando y no creyendo. No deje que los engañados queden cegados por el enemigo en cuanto a su posición espiritual. Para cada uno de ellos hay un mensaje especial en la Palabra de Dios. Ore pidiendo sabiduría para poder presentar las instrucciones de la Palabra sagrada, de tal manera que todos puedan ver los defectos de su carácter, y lo que se espera de ellos a fin de que se sometan a los verdaderos principios. Gane su confianza y aprecio. Hágales ver la verdad como es en Cristo para que la lleven en sus corazones; pues no hay otro poder que pueda mantener al alma inmutable.--The Review and Herald, 17 de junio de 1884.

Lo positivo

Mostremos que tenemos una esperanza viva--He sido dirigida por el Espíritu de Dios a las muchas palabras de aliento que nos han sido dadas en los Salmos. Si más de nuestros ministros sintieran el mismo anhelo que Dios siente por las almas, su pueblo se acogería a estas palabras de ánimo, y el agradecimiento y la alabanza brotarían de los labios humanos. Animo y esperanza llegarían a muchas almas que ahora están tristes y desanimadas. Si nuestra gente se diera cuenta de las posibilidades que hay de tener más fe y de orar más, habría un decidido cambio en nuestras iglesias. Aquellos que ahora están deprimidos y preocupados, serían levantados de su desánimo y se regocijarían en el Señor. Hermanos y hermanas, mostremos que tenemos una esperanza viva, que nuestro servicio es un servicio vivo.--(Australasian) Union Conference Record, 29 de abril de 1907.

Ruegue por el calor del amor de Cristo--Los pastores demasiado a menudo desempeñan el papel de críticos, mostrando su capacidad y su agudeza para la polémica. Pasa un sábado tras otro y apenas se hace una impresión de la gracia de Cristo en los corazones y las mentes de los oyentes. Así el ministerio llega a ser considerado como algo sin importancia. Todo el cielo está trabajando por la salvación de los pecadores; y cuando el más pobre de la familia humana acude arrepentido a su Padre, como el hijo pródigo, hay gozo en la hueste celestial. Hay calor y cortesía y amor en el cielo. Acudan los pastores a Dios en oración, confesando sus pecados, y con toda la sencillez de un niñito pidan las bendiciones que necesitan. Rogad por el calor del amor de Cristo, y entonces colocadlo en vuestros discursos, y que nadie tenga ocasión de salir y decir que las doctrinas que creéis os incapacitan para expresar simpatía por la humanidad que sufre, que tenéis una religión sin amor.--Testimonios para los Ministros, 153, 154.

La convicción

Los mensajes de Cristo penetraban la conciencia y revelaban los pensamientos más íntimos--Cuando Cristo predicaba, su mensaje era como una aguda espada de dos filos, que penetraba en la conciencia de los hombres y revelaba sus pensamientos más íntimos. La obra que hizo Cristo también ha de ser realizada por sus fieles mensajeros. Deben predicar la Palabra con sencillez, pureza y absoluta integridad. Los que trabajan mediante la Palabra o la doctrina deben ser fíeles a su cometido. Deben velar por las almas como quienes tendrán que rendir cuentas. Jamás deberían revestir un "Así dice Jehová" con palabras engañosas de humana sabiduría. Así es como destruyen su energía viviente, así es como lo debilitan y lo tornan ineficaz, a tal punto que no logra convencer de pecado. Cada palabra pronunciada bajo la dirección del Espíritu Santo estará llena de un profundo afán por la salvación de las almas.--Mensajes Selectos 2:181.

Los sentimientos

La predicación debe alcanzar el corazón y la mente--La predicación de la Palabra debe dirigirse al intelecto e impartir conocimiento, pero debe hacer algo más que esto. Las expresiones del predicador, para ser eficaces, deben alcanzar los corazones de sus oyentes.--Obreros Evangélicos, 158, 159.

La verdad desapasionada no puede convertir. Los ministros que duermen predican a gente dormida--Mediante la blanda presentación de la verdad, sólo repitiendo la teoría sin que ésta los sacuda a ellos mismo, nunca van a convertir a los seres humanos. Aunque vivieran tanto tiempo como Noé, sus esfuerzos no darían resultados. Su amor por las almas debería ser intenso, y su celo ferviente. Una presentación de la verdad tranquila y sin sentimientos, nunca despertará a los hombres y las mujeres de su sopor de muerte. Deben poner de manifiesto mediante sus modales, actos y palabras, y mediante su predicación y su oración, que creen que Cristo está a las puertas. Los hombres y las mujeres están viviendo en las últimas horas del tiempo de prueba, no obstante lo cual son descuidados e insensatos, y los ministros no tienen poder para despertarlos; porque ellos también están durmiendo. ¡Predicadores dormidos que le predican a congregaciones dormidas!--Testimonios para la Iglesia 2:302, 303.

Las decisiones

Con demasiada frecuencia, la predicación no incluye apelaciones directas--Nadie puede decir cuánto se pierde por intentar predicar sin la unción del Espíritu Santo. En toda congregación hay almas que vacilan, casi decididas a entregarse completamente a Dios. Se hacen decisiones; pero demasiado a menudo el predicador no tiene el espíritu y el poder del mensaje, y no hace llamados directos a los que están temblando en la balanza.--Obreros Evangélicos, 157, 158.

Obtenga decisiones combinando la teoría de la verdad y el amor redentor de Cristo--Algunos predicadores yerran al construir sus sermones enteramente con argumentos. Hay quienes oyen la teoría de la verdad, y se sienten impresionados por las pruebas presentadas; entonces, si Cristo es presentado como Salvador del mundo, la semilla sembrada brotará y dará fruto para la gloria de Dios. Pero a menudo la cruz del Calvario no es presentada a la gente. Puede ser que algunos estén escuchando el último sermón de su vida, y la áurea oportunidad sea perdida para siempre. Si Cristo y su amor redentor hubiesen sido proclamados en conexión con la teoría de la verdad, dichas personas podrían haber sido ganadas para él.--Obreros Evangélicos, 166.

La oratoria--Las palabras

En un lenguaje sencillo, con un fervor que conmueva, presente la verdad tal como es en Jesús--Los ministros necesitan usar una forma más clara y sencilla para presentar la verdad como es en Jesús. ... Los que descuidan esta parte de la obra, necesitan convertirse ellos mismos antes de aventurarse a dar un discurso. Aquellos cuyo corazón está lleno del amor de Jesús, con las preciosas verdades de su Palabra, podrán sacar de la tesorería de Dios cosas nuevas y viejas. No encontrarán tiempo para relatar anécdotas; no se esforzarán por llegar a ser oradores que se remonten tan alto que no puedan llevar a la gente consigo, sino que en lenguaje sencillo, con fervor conmovedor, presentarán la verdad tal como es en Jesús.--Mensajes Selectos 1:184.

Las palabras de los ministros deben ser bien elegidas; su mensaje sólido--El comportamiento de un ministro que ocupa el púlpito debiera ser circunspecto, no descuidado. No debiera ser negligente en su actitud. Debiera ser ordenado y fino en el más alto sentido. Dios requiere esto de los que aceptan una obra de tanta responsabilidad como es la de recibir las palabras de su boca y comunicarlas a la gente, advirtiendo y reprendiendo, corrigiendo y consolando, según sea necesario. Los representantes de Dios en la tierra debieran estar en comunión diaria con él. Sus palabras debieran ser escogidas y su hablar correcto. Debieran descartarse para siempre las palabras precipitadas que usan con frecuencia los ministros que no predican el Evangelio con sinceridad.--Testimonios para la Iglesia 2:622.

La oratoria--Los gestos

En el púlpito, no asuma actitudes y expresiones calculadas para causar efecto--Veo que en el ministerio debe realizarse una gran reforma antes de que éste se convierta en lo que Dios desea. Cuando los ministros están en el púlpito no tienen licencia para comportarse como actores teatrales, asumiendo actitudes y expresiones calculadas para causar efecto. No ocupen el púlpito sagrado como actores sino como maestros de verdades solemnes. Hay también ministros fanáticos, quienes, al intentar predicar a Cristo, causan conmoción, gritan, dan saltos y golpean el púlpito como si estos ejercicios físicos fueran de algún provecho. Estas extravagancias no prestan fuerza a las verdades pronunciadas, sino por el contrario desagradan a hombres y mujeres de juicio claro y de conceptos elevados. Es el deber de los hombres que se dedican al ministerio dejar la conducta áspera y ruidosa por lo menos fuera del púlpito.--El Evangelismo, 464.

Refine su decoro en el púlpito--Se espera que el hombre de Dios, el ministro de Cristo, esté completamente provisto de toda buena obra. Un ministro pomposo, todo un dignatario, no hace falta para tal obra. Pero el decoro es necesario en el púlpito. Un ministro del Evangelio no debe ser descuidado en su actitud. Si es el representante de Cristo, su porte, su actitud, sus gestos, deben ser de tal carácter que no cause disgusto en el oyente. Los ministros deben ser refinados. Deben descartar todos los modales, actitudes y gestos toscos, y deben buscar en ellos mismos un porte de humilde dignidad.--Testimonies for the Church 1:648, 649.

La oratoria--La voz y la dicción

El esfuerzo anormal de la voz en un tono forzado cansa al predicador y a la gente--Muchos han errado al hacer largas oraciones y largas predicaciones, en tono alto y forzando la voz, en una tensión antinatural y un tono antinatural. El ministro se cansa sin necesidad y realmente extenúa a la gente por medio de un duro y trabajoso esfuerzo, que es del todo innecesario. Los ministros debieran hablar de un modo que alcance e impresione a la gente. Las enseñanzas de Cristo eran impresionantes y solemnes; su voz era melodiosa. Y, ¿no debiéramos nosotros, así como Cristo, esforzarnos para que nuestra voz sea melodiosa?--Testimonios para la Iglesia 2:546.

Preserve su utilidad siguiendo las reglas del uso correcto de la voz--Algunos de nuestros más talentosos predicadores se están haciendo mucho daño por su defectuosa manera de hablar. Mientras enseñan a la gente su deber en cuanto a obedecer la ley moral de Dios, no deben ser hallados violando las leyes de Dios acerca de la salud y la vida. Los predicadores deben mantenerse erguidos, y hablar lenta, firme y claramente, tomando una inspiración completa a cada frase, y emitiendo las palabras por el ejercicio de los músculos abdominales. Si observan esta regla sencilla, y dedican atención a las leyes de la salud en otros aspectos, podrán conservar su vida y utilidad por mucho más tiempo que los que se dedican a cualquier otra profesión. Se les ensanchará el pecho. ... y rara vez enronquecerá el orador, ni siquiera al tener que hablar constantemente.--Obreros Evangélicos, 93.

Entrene su voz de tal forma que pueda ser usada en toda su capacidad--Que los que laboran en palabra y doctrina se esfuercen por perfeccionar el uso del lenguaje. La voz tiene un gran poder, y sin embargo muchos no han entrenado sus voces de tal forma que puedan ser usadas en toda su capacidad. Jesús es nuestro ejemplo. Su voz era melodiosa, y nunca fue alzada en tonos agudos o forzados cuando hablaba a la gente. No hablaba tan rápido que sus palabras se amontonaran una sobre otra de tal manera que se dificultara el poderlo entender. Pronunciaba claramente cada palabra, y quienes escuchaban su voz daban testimonio de que "jamás un hombre habló como éste".--The Review and Herald, 5 de marzo de 1895.

La oratoria--Su duración

No le dé a la gente más de lo que puede recordar--Preséntese el mensaje para este tiempo, no en discursos largos y complicados, sino en alocuciones cortas y directas. Los sermones largos agotan la fuerza del predicador y la paciencia de sus oyentes. El predicador que siente la importancia de su mensaje, tendrá cuidado especial de no recargar sus facultades físicas ni dar a la gente más de lo que puede recordar.--Obreros Evangélicos, 177.

Cuando el discurso es demasiado largo, la última parte hace desmerecer la primera--Hable brevemente. Sus discursos duran por lo general el doble de lo que debieran durar. Es posible tratar de tal manera algo bueno que pierda su sabor. Cuando un discurso es demasiado largo, la última parte de la predicación debilita lo precedente y disminuye el interés en ello. No divague; vaya directamente al grano.--Testimonios para los Ministros, 311.

Lo que se presenta en la primera hora es de mucho más beneficio si el sermón termina entonces--Los que han de ser portavoces de Dios deben saber que sus labios han sido tocados con un carbón encendido sacado del altar, y deben presentar la verdad con el poder del Espíritu. Pero los discursos largos cansan al orador y a los oyentes que tienen que estar sentados tanto tiempo. La mitad del material presentado beneficiaría más a los oyentes que todo el conjunto vertido por el orador. Lo que se dice durante la primera hora vale mucho más, si el sermón termina entonces, que las palabras dichas en otra media hora. Se sepulta entonces lo que se ha presentado antes.--Testimonios para los Ministros, 256.