Se deben hacer esfuerzos sabios para evitar que se descarríen y para traer de vuelta a los que se han descarriado--Allí había varios casos de apóstatas, que habían estado en tinieblas, y que se habían extraviado del rebaño. Pero el caso del Hno. A era notable. No se hicieron todos los esfuerzos necesarios para impedir que se apartara del rebaño; y cuando lo hizo, no se hicieron esfuerzos diligentes para traerlo de vuelta. Hubo más habladuría acerca de su caso que sincero pesar por él. Todas estas cosas lo mantuvieron alejado del redil, e incidieron para que su corazón se sintiera más y más alejado de sus hermanos, de modo que su rescate resultaba más dfícil aún. Cuán diferente fue la actitud del pastor de la parábola, cuando salió en busca de la oveja perdida. Dejó a las noventa y nueve en el desierto a merced de sí mismas, expuestas a peligros; pero esa oveja solitaria que se había separado del rebaño estaba en un peligro más grande aún, y para buscarla dejó a las noventa y nueva.--Testimonios para la Iglesia 2:197.
Muchos que se han descarriado regresarán--Cuando la tormenta de la persecución realmente nos caiga encima, las ovejas verdaderas escucharán la voz del Pastor. Se harán esfuerzo abnegados por salvar a los perdidos, y muchos que se han descarriado regresarán para seguir al gran Pastor. El pueblo de Dios se unirá, y presentará al enemigo un frente unido.--Testimonies for the Church 6:401.
Buscarlos
Algunos ministros, rodeados de apóstatas, no sienten preocupación por sus almas--Algunos ministros que profesan ser llamados por Dios tienen la sangre de las almas en sus vestiduras. Está rodeados por descarriados y pecadores, y sin embargo no sienten la responsabilidad por sus almas; manifiestan indiferencia por su salvación. Algunos están tan adormecidos que parecen no tener conciencia de la tarea de un ministro del evangelio. No consideran que como médicos espirituales se requiere que sean capaces de administrar sanamiento a las almas enfermas de pecado. La obra de advertir a los pecadores, de llorar por ellos y rogar con ellos se ha descuidado al punto que muchas almas ya no pueden ser sanadas. Algunos han muerto en sus pecados, y en el juicio reprocharán por su culpabilidad a los que podrían haberlos salvado, pero que no lo hicieron. Ministros infieles, ¡qué retribución os espera!--Testimonios para la Iglesia 2:449.
Buscad por doquiera a los apóstatas con el mensaje de misericordia--Dios trabajará poderosamente con sus ministros cuando sus corazones estén llenos de amor por las pobres ovejas perdidas de la casa de Israel. Buscad a los apóstatas, a los que una vez sabían qué era la religión, y presentadles el mensaje de misericordia.--Consejos sobre la Salud, 534.
Una oveja extraviada llena al pastor de pesar y ansiedad--El pastor que descubre que falta una de sus ovejas, no mira descuidadamente el rebaño que está a salvo y dice: "Tengo noventa y nueve, y me sería una molestia demasiado grande ir en busca de la extraviada. Que regrese y yo abriré la puerta del redil y la dejaré entrar". No; tan pronto como se extravía la oveja, el pastor se llena de pesar y ansiedad. Cuenta y recuenta el rebaño, y no dormita cuando descubre que se ha perdido una oveja. Deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida. Cuanto más oscura y tempestuosa es la noche, y más peligroso el camino, tanto mayor es la ansiedad del pastor y más ferviente su búsqueda. Hace todos los esfuerzos posibles por encontrar esa sola oveja perdida.--Palabras de Vida del Gran Maestro, 146, 147.
El buen pastor deja las noventa y nueve y busca la oveja perdida--Si hay algún descarriado, el pastor sabe cómo presentar la verdad de tal manera que el alma sea convencida. El dejará a las noventa y nueve, y buscará la oveja perdida. Pero si el pastor no visita a su rebaño; no conoce su condición; no sabe qué verdades presentarles, ni qué es apropiado en su caso; más que eso, al manifestar el predicador poco interés en las almas bajo su cuidado, no puede dar el ejemplo al rebaño para que tenga interés, amor y un cuidado vigilante por las almas.--Appeal and Suggestions to Conference Officers (Ph 2) 18.
Ganarlos
En las parábolas de la oveja perdida y la moneda extraviada, Jesús ilustró la actitud del cielo hacia los descarriados--Ellos deben ser cuidadosa y tiernamente guiados, y educados como alumnos en un colegio. Muchos tienen que desaprender teorías que han sido injertadas en sus vidas. Al convencerse que han estado en el error en relación a temas de la Biblia, son arrojados a la perplejidad y la duda. Ellos necesitan la mas tierna simpatía y la ayuda más juiciosa; deben ser cuidadosamente instruidos; y se debe orar por ellos y con ellos, vigilados y protegidos con la solicitud más amable. Aquellos que han caído en la tentación y se han descarriado de Dios, necesitan ayuda. Esta clase es representada en las lecciones de Cristo mediante la oveja perdida. El pastor dejó las noventa y nueve en el desierto, y fue en busca de la oveja perdida hasta que la halló; entonces regresó con regocijo, cargándola sobre sus hombros. También mediante la ilustración de la mujer que buscó la moneda extraviada hasta encontrarla, y juntó a sus vecinos para que se gozaran con ella pues lo perdido había sido hallado. La conexión de los ángeles celestiales con el trabajo del cristiano es claramente sacado a la luz. Hay más gozo en la presencia de los ángeles en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento. Hay gozo con el Padre y con Cristo. Todo el cielo está interesado en la salvación del hombre. Aquel que es un instrumento en la salvación de un alma está en libertad de regocijarse; pues los ángeles de Dios han sido testigos de sus esfuerzos con el interés más intenso, y se gozan con él en su triunfo.--Testimonies for the Church 4:263, 264.
Que el amor de Cristo lo constriña a sentir compasión hacia los descarriados--No olviden los ministros de la cruz de nuestro Salvador su experiencia en estas cosas, mas tengan siempre presente que son tan sólo hombres sujetos a error y a las mismas pasiones que sus hermanos; y que para ayudar a éstos deben ser perseverantes en sus esfuerzos por beneficiarlos, teniendo el corazón lleno de compasión y amor. Deben acercarse al corazón de sus hermanos, y ayudarles en aquello en que son débiles y necesitan más ayuda. Los que trabajan en palabra y doctrina deben quebrantar su propio corazón duro, orgulloso e incrédulo, si quieren notar la misma obra en sus hermanos. Cristo lo ha hecho todo por nosotros, porque éramos impotentes; estábamos atados con cadenas de tinieblas, pecado y desesperación y no podíamos hacer nada por nosotros mismos. Es mediante el ejercicio de la fe, la esperanza y el amor como nos acercamos más y más a la norma de la perfecta santidad. Nuestros hermanos sienten la misma lastimosa necesidad de ayuda que hemos sentido nosotros. No debemos recargarnos con censuras innecesarias, sino que debemos permitir que el amor de Cristo nos constriña a ser muy compasivos y tiernos, para que podamos llorar por los que yerran y los que han apostatado de Dios. El alma tiene un valor infinito, que no puede estimarse sino por el precio pagado por su rescate. ¡El Calvario! ¡El Calvario! ¡El Calvario explicara el verdadero valor del alma!--Joyas de los Testimonios 1:323.
Los descarriados se pueden levantar en contra de los ministros que tratan con ellos fielmente--Algunos son tan fríos y negligentes que no se dan cuenta que están poniendo sus afectos en los tesoros terrenales, que pronto serán arrastrados para siempre. El amor al mundo los está atando, como una ropa gruesa; y a menos que cambien su curso, no sabrán cuán precioso es practicar la abnegación por amor a Cristo. Todos nuestros ídolos, nuestro amor al mundo, debe ser expulsado del corazón. Hay ministros, y fieles amigos, que ven el peligro que rodea a estas almas esclavizadas, y les presentan fielmente el error de su curso, pero éstas en vez de tomar las advertencias en el espíritu en que les son dadas, y beneficiarse, se levantan en contra de los que tratan con ellos fielmente. ¡Oh, si se levantaran de su letargo espiritual, y se familiarizaran con Dios! El mundo está cegando sus ojos para que no vean al que es invisible. No pueden discernir las cosas más preciosas que son de interés eterno, sino que ven la verdad de Dios en una luz tan débil que parece de poco valor para ellos.--The Review and Herald, 31 de octubre de 1893.