La familia
Visitar a la familia puede ser la obra más provechosa que el ministro haga--Esta parte de la obra pastoral no ha de descuidarse o confiarse a la esposa o a alguna otra persona. Debéis educaros y enseñaros a vosotros mismos a visitar cada familia a la cual podáis tener acceso. Los resultados de esta obra testificarán de que es el trabajo más provechoso que un ministro del Evangelio puede hacer.--El Evangelismo, 322.
La manera de medir la eficacia de su predicación es visitando a las familias a quienes les predicó--¿Cómo va a saber usted si la palabra hablada desde el púlpito ha sido sabor de vida para vida, a menos que visite a las familias, ore con ellas, y descubra el verdadero estado de sus mentes y la condición real de su experiencia, para que pueda señalarles al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo? Hay necesidad que el hálito de Dios sople sobre ellos, y les dé vida espiritual. Las iglesias necesitan ser iluminadas con respecto a la religión práctica en la vida hogareña.--Address to Ministers (Ph 118), 17.
Hablar palabras de ayuda y de aliento en el hogar es mucho más efectivo que predicar--Esta es obra misionera en el hogar, una obra que los ministros de Dios deben afanarse por hacer fielmente. No deben solamente predicar; sino deben ministrar yendo de casa en casa, llegando a conocer a las diferentes familias de la iglesia, algunas de los cuales pueden estar convertidas, mientras que otras están aún sin Dios y sin esperanza en el mundo. Es posible predicar muchos sermones sin realizar el trabajo esencial para el bienestar del pueblo de Dios. Los discursos dados deben ser seguidos con labor personal. La obra que se puede hacer visitando a las personas en sus hogares, y hablándoles palabras de consuelo y de aliento, será mucho más efectiva que el trabajo hecho con la predicación.--The Review and Herald, 31 de enero de 1899.
Cuando visite procure conversar con todos los miembros de la familia, ya sea que profesen la verdad o no--Las visitas de casa en casa constituyen una parte importante de las labores del ministro. Debería tratar de conversar con todos los miembros de la familia, ya sea que profesen la verdad o no. Es deber suyo afirmar la espiritualidad de todos; y debería vivir tan cerca de Dios que pueda aconsejar, exhortar, y reprender con cuidado y sabiduría. Debería tener la gracia de Dios en su propio corazón, y la gloria de Dios constantemente en vista. Toda liviandad y trivialidad está definidamente prohibida en la Palabra de Dios. Su conversación debería referirse al Cielo; sus palabras deberían estar sazonadas con gracia.--Testimonios para la Iglesia 2:303.
La oración debe ser parte de cada visita familiar--Hay otro punto que casi había olvidado. Es la influencia que el predicador debiera ejercer en su ministerio. Su obra no consiste simplemente en hablar desde el púlpito. Sólo comienza allí. Debiera visitar a las diferentes familias, y llevar a Cristo allí, llevar sus sermones allí, llevarlos en sus acciones y sus palabras. Cuando visita a una familia debiera averiguar cuál es su condición. ¿Es él el pastor del rebaño? La obra del pastor no se hace toda desde el púlpito. Debiera hablar con todos los miembros del rebaño, con los padres para conocer su posición y con los hijos para conocer la de ellos. Un ministro debiera alimentar al rebaño del cual Dios lo ha hecho mayoral. Sería agradable ir a casa y estudiar; pero si hacen esto en perjuicio de la obra que Dios les ha encomendado, hacen mal. Nunca entren a un hogar sin reunirlos a todos, y postrarse y orar con ellos antes de salir. Interésense por la salud de sus almas. ¿Qué hace un buen médico? Se interioriza de los detalles del caso, luego procura administrar los medicamentos. Así mismo el médico del alma debiera interiorizarse de las enfermedades espirituales que afligen a los miembros de su rebaño, luego administrarles los medicamentos apropiados, y pedirle al gran Médico que venga en su ayuda. Dénles la asistencia que necesitan. Esos ministros recibirán todo el respeto y el honor que se debe a los ministros de Cristo. Y al trabajar por los demás, mantendrán viva su propia alma. Deben extraer fortaleza de Dios con el fin de impartir fortaleza a los que ellos han de ayudar.--Testimonios para la Iglesia 2:547.
El pobre
Cada ministro deber ser amigo del pobre--Todo ministro del Evangelio debe ser un amigo del pobre, del afligido, y del oprimido entre los creyentes del pueblo de Dios. Cristo fue siempre el amigo del pobre, y los intereses del pobre necesitan ser sagradamente protegidos. Demasiado a menudo ha habido una carencia asombrosa de la compasión de Cristo y de su amoroso interés en el pobre y afligido. El amor, un amor refinado y sagrado debe ser ejercitado en favor del pobre y del desafortunado.--Medical Ministry, 310.
El desanimado
Nada da mayor fortaleza espiritual que ministrar al enfermo y al desalentado--Nada aumentará más la fuerza espiritual y el fervor y profundidad de los sentimientos, como el visitar y servir a los enfermos y abatidos, ayudándoles a ver la luz y a aferrarse de Jesús por la fe. Hay deberes desagradables que alguien debe cumplir, o habrá almas que perecerán. Los cristianos hallarán bendición en hacer estos deberes por desagradables que sean. Cristo asumió la desagradable tarea de bajar de la mansión de pureza y gloria insuperable, para venir a morar como hombre entre los hombres en un mundo mancillado y ennegrecido por el crimen, la violencia y la iniquidad. Lo hizo para salvar almas; y ¿podrán presentar excusas en favor de sus vidas de comodidad egoísta los que fueron objeto de un amor tan asombroso y una condescendencia sin paragón? ¿Preferirán los tales seguir sus propios placeres e inclinaciones, y dejarán que las almas perezcan en las tinieblas porque se arrostran chascos y reproches al trabajar para salvarlas? Cristo pagó un precio infinito por la redención del hombre, y ¿dirá éste: "Señor mío, no quiero trabajar en tu viña; ruégote que me des por excusado?"--Joyas de los Testimonios 1:464, 465.
Ministre especialmente a aquellos que se han desalentado por la culpabilidad--El ministerio no consiste solamente en predicar. Ministran aquellos que alivian al enfermo y al que sufre, ayudando al necesitado, hablando palabras de consuelo al desalentado y a los de poca fe. Cerca y lejos, las almas son aplastadas por un sentimiento de culpabilidad. No son las penas, las luchas, o la pobreza lo que rebaja y degrada a la humanidad. Es el sentimiento de culpabilidad; el hacer lo malo. Esto trae intranquilidad e insatisfacción. A Jesús le agradaría que sus hijos ministrasen a las almas enfermas de pecado. Aquellos que son fuertes deben llevar las flaquezas de los débiles hasta que se fortalezcan.--The Review and Herald, 19 de julio de 1898.
Al visitar al desanimado, lleve un rostro alegre, palabras de esperanza y un apretón de manos--La misión de Cristo fue sanar a los enfermos, alentar a los desesperanzados, vendar a los quebrantados. Esta labor de restauración debe ser hecha entre los dolientes necesitados de la humanidad. Dios no solamente pide vuestra caridad sino vuestro semblante alegre, vuestras esperanzadas palabras, el apretón de vuestra mano. Aliviad a algunos de los afligidos de Dios. Algunos están enfermos y han perdido la esperanza. Devolvedles la luz del sol. Hay almas que han perdido su valor; habladles, orad por ellas. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leedles de la Palabra de Dios. Hay una enfermedad del alma que ningún bálsamo puede alcanzar, ninguna medicina puede curar. Orad por estas [almas] y traedlas a Jesucristo. Y en toda vuestra obra Cristo estará presente para impresionar los corazones humanos.--El Ministerio de la Bondad, 75.
La oscuridad de los miembros desalentados puede ser disipada si son guiados a trabajar por aquellos más necesitados que ellos--Nuestros ministros pueden visitar nuestras iglesias, y pueden ofrecer oraciones públicas a Dios para consolar a los acongojados, pidiéndole que disipe las dudas de sus mentes, y vierta luz sobre sus corazones oscurecidos. Pero esto no será tan efectivo en ayudar a estos acongojados, incrédulos, cargados de pecados, como guiarlos a trabajar por aquellos que son más necesitados que ellos. La oscuridad será disipada si pueden ser guiados a ayudar a otros.--The Review and Herald, 5 de mayo de 1904.
El enfermo
Ministrar a los afligidos es parte del trabajo del ministro--Llegar a la gente donde esté, cualquiera que sea su posición, y condición y ayudarla en toda forma posible, esto es ministerio evangélico. Los que tienen enfermedades corporales, casi siempre están enfermos mentalmente, y cuando el alma está enferma, el cuerpo también está afectado. Los ministros deben sentir que es parte de su trabajo ministrar al enfermo y al afligido siempre que se presente la oportunidad. El ministro del Evangelio debe presentar el mensaje, el cual debe ser recibido si la gente espera ser santificada y preparada para la venida del Señor. Esta obra ha de abarcar todo lo que Cristo abarcó en su ministerio.--Testimonies for the Church 6:301.
Se debe enseñar a los miembros a visitar a los enfermos--Las iglesias han sido enseñadas de tal forma que no sienten una responsabilidad especial de visitar, hablar la verdad, orar los unos por los otros, visitar a los enfermos, alentarlos, darles simpatía y amor, y hacer manifiesto que en Cristo ellos son miembros los unos de los otros.--Manuscript Releases 6:69.
Cuando los ministros de mucha fe oran por el enfermo, la humanidad es puesta en contacto con la divinidad--Con una conciencia despierta, más de un alma afligida, que sufre dolencias corporales como resultado de la continua transgresión, clama: "Señor, ten misericordia de mí, pecador; hazme tu hijo". Entonces es cuando el predicador, fuerte en fe, debe estar listo para decir al que sufre que hay esperanza para el arrepentido, que en Jesús todo aquel que anhela recibir ayuda y aceptación puede recibir libramiento y paz. Aquel que con mansedumbre y amor lleva así el Evangelio al alma afligida que tanto necesita de su mensaje de esperanza, es portavoz de Aquel que se dio a si mismo por la humanidad. Mientras él habla las palabras de ayuda apropiadas, y mientras eleva oración por la persona que está postrada en el lecho de dolor, Jesús hace la aplicación. Dios habla por labios humanos. El corazón se conmueve. La humanidad es puesta en contacto con la divinidad.--Obreros Evangélicos, 225, 226.
El ungimiento y la sanidad divina
Los ministros no deben solamente "predicar el reino", sino también orar por el afligido--Cuando el Salvador envió a sus discípulos a predicar al mundo, él "les dio potestad. ... para sanar toda dolencia". Ellos debían "predicar el reino de Dios, y sanar al enfermo". Esta fue la doble orden que se les dio. La misma orden es dada a nuestros ministros. Ellos han de elevar oraciones por los afligidos, para que el Señor Dios de Israel tome estos casos bajo su cuidado. Si sus obreros colaboraran con él, si se dieran cuenta de lo sagrado de la obra hecha por Cristo, y de la obra que él desearía que hicieran, su ministerio será marcado por una consagración que dará evidencia de su inspiración celestial.--Australasian Union Conference Record, 20 de febrero de 1911.
No afirme ser un obrador de milagros--Multitudes me han escuchado hablar, y han leído mis escritos, pero nadie me ha oído decir que realizó milagros. Algunas veces me han invitado a orar por los enfermos, y se ha cumplido la Palabra de Dios: "¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia y oren por él, ungiéndolo con aceite en el Nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará. Y si estuviere en pecado, le serán perdonados". Cristo es el gran hacedor de milagros. A él sea toda la gloria.--Manuscript Releases 19:372.
El ungimiento no sana al enfermo. Jesús es el que sana--Algunos han hecho la pregunta, "¿Ha sanado a los enfermos la Hna. White?" Contesto, "No, no; la Hna. White fue llamada a menudo a orar por los enfermos, y a ungirlos con aceite en el nombre del Señor Jesús, y ella pidió para ellos el cumplimiento de la promesa, 'La oración de fe salvará [sanará] al enfermo'". Santiago 5:15. Ningún poder humano puede salvar al enfermo, pero por medio de la oración de fe, el Poderoso Sanador ha cumplido su promesa en favor de aquellos que han invocado su nombre. Ningún poder humano puede perdonar o salvar al pecador. Nadie puede hacerlo fuera de Cristo, el misericordioso Médico del cuerpo y del alma.--Mensajes Selectos 3:338.
No se debe solicitar ungimiento por cualquier dolencia pequeña--Yo entiendo que el versículo de Santiago debe ponerse en práctica cuando una persona está enferma en su cama; si llama a los ancianos de la iglesia, y ellos siguen las instrucciones de Santiago, ungiendo al enfermo con aceite en el nombre del Señor e implorando por él la oración de fe, leemos, "Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará. Y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados".
No puede ser nuestro deber llamar a los ancianos de la iglesia por cualquier pequeña dolencia que tengamos, pues esto sería imponer una carga sobre ellos. Si todos hicieran esto ocuparían completamente su tiempo, y no podrían hacer nada más; pero el Señor nos da el privilegio de buscarlo en forma individual en oración ferviente para descargar nuestras almas sobre él, sin ocultar nada de Aquel que nos ha invitado, "Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar". ¡Oh, cuán agradecidos debemos estar que Jesús está dispuesto y habilitado para llevar todas nuestras dolencias, fortaleciéndonos y sanándonos de todas nuestras enfermedades si es para nuestro bien y para su gloria. Algunos murieron en los días de Cristo y en los días de los apóstoles porque el Señor sabía lo que era mejor para ellos.--Medical Ministry, 16, 17.
El ungimiento debe ser ofrecido normalmente sólo a los que guardan los mandamientos--Usted preguntó si debemos orar solamente por los que tienen el mensaje del tercer ángel, o si debemos orar por todos los que lo soliciten, etc. Santiago 5 es la regla a seguir. "¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame", etc. Son aquellos que están entre nosotros. Dios me ha mostrado que quienes guardan los mandamientos no deben tener nada que ver [en el ungimiento y oración especial] con los enfermos de aquellos que diariamente están pisoteándolos, a menos que sea un caso especial en el que las almas han sido convencidas de la verdad y están decididas a aceptarla. Se debe mantener una pared de separación entre los que guardan los mandamientos y los que los pisotean.--Carta 4, 1857.
Elena White efectuó servicios de ungimiento--Justo cuando concluyó el servicio, la Hna. Meade, quien había sido afligida por una fiebre persistente, nos solicitó que orásemos por ella. Los Hnos. Holt, Wheeler, Stowell, James y yo nos dirigimos a una recámara. Después de que la ungí con aceite oramos por ella, y fue sanada totalmente y cayó postrada por el poder de Dios. Esa noche subimos a un bote de remos y fuimos por el lago cerca de una milla hasta la casa del Hno. Meade. Su hermana estaba allí con un niño muy enfermo. Lo ungimos con aceite y oramos por él, y Dios escuchó nuestras oraciones.--Manuscript Releases 5:239.