Un repaso de la obra
Querido Hermano, Hay algunos que piensan que pueden medir el carácter y estimar la importancia de la obra que el Señor me ha dado. Su propia mentalidad y juicio son la norma por la cual quieren pesar los testimonios.
Mi Instructor me dijo: Di a esos hombres que Dios no les ha confiado la obra de medir, clasificar y definir el carácter de los testimonios. Los que intentan esto seguramente errarán en sus conclusiones. El Señor quiere que los hombres se apliquen a su obra señalada. Si observan el camino del Señor, podrán discernir claramente que la obra que Dios me ha señalado para hacer no es de invención humana.
Los que cuidadosamente leen los testimonios así como aparecieron desde los primeros días, no necesitan estar perplejos en cuanto a su origen. Los muchos libros escritos con la ayuda del Espíritu de Dios dan un claro testimonio en cuanto al carácter de los testimonios.
En los primeros días de nuestra experiencia en el mensaje, el Espíritu de Dios venía con frecuencia sobre unos pocos de nosotros cuando estábamos reunidos y yo era arrebatada en visión. El Señor nos daba tal luz y evidencia, tal consuelo y esperanza y gozo, que las alabanzas suyas estaban en nuestros labios.
Auxiliada por ayudantes literarios
Mientras vivió mi esposo, actuó como ayudante y consejero en el envío de los mensajes que me eran dados. Viajábamos mucho. A veces se me daba luz durante la noche, a veces durante el día delante de grandes congregaciones. La instrucción que recibía en visión era fielmente redactada por mí cuando tenía tiempo y vigor para esa obra. Después examinábamos juntos el asunto. Mi esposo corregía los errores gramaticales y eliminaba repeticiones inútiles. Eso era cuidadosamente copiado para las personas a quienes iba dirigido, o para el impresor.
A medida que creció la obra, otros me ayudaron en la preparación del material para su publicación. Después de la muerte de mi esposo, se me unieron fieles ayudantes, los que trabajaron infatigablemente en la obra de copiar los testimonios y preparar artículos para su publicación.
Pero no son verdaderos los informes que han circulado, que se permitía a cualquiera de mis ayudantes añadir material o cambiar el sentido de los mensajes que escribo.
Mientras estuvimos en Australia, el Señor me instruyó que W. C. White debía ser aliviado de las muchas responsabilidades que los hermanos ponían sobre él para que pudiera ayudar más libremente en la obra que el Señor me había confiado. La promesa había sido dada: "Pondré mi Espíritu sobre él y le daré sabiduría".
Desde que volví a Norteamérica, he recibido varias veces la instrucción de que el Señor me ha dado a W. C. White como mi ayudante y que en esa obra el Señor le dará de su Espíritu.
El tiempo y la forma adecuados de presentación
Se requiere mucha sabiduría y sano juicio, vivificados por el Espíritu de Dios, para conocer el tiempo adecuado y la manera de presentar la instrucción que ha sido dada. Cuando las mentes de las personas reprochadas están bajo la influencia de un fuerte engaño, naturalmente resisten el testimonio, y habiendo asumido una actitud de resistencia, es difícil que después reconozcan que han estado equivocadas.
En los primeros días de esta causa, si algunos de los hermanos dirigentes se hallaban presentes cuando se recibían mensajes del Señor, consultábamos con ellos en cuanto a la mejor manera de presentar la instrucción delante de los hermanos. A veces se decidía que era mejor no leer ciertas porciones delante de una congregación. A veces, aquellos cuya conducta era reprochada pedían que los mensajes que hacían resaltar sus errores y peligros fueran leídos delante de otros para que ellos también se beneficiaran.
Con frecuencia, después de que se leían testimonios de reprensión, se efectuaban confesiones sinceras. Entonces nos uníamos en oración y el Señor manifestaba su gracia perdonadora a los que habían confesado sus pecados. La aceptación de los testimonios producía ricas bendiciones de Dios en nuestras congregaciones.
Fielmente me esfuerzo por redactar lo que me es dado de vez en cuando mediante el divino Consolador. Algunas partes de lo que escribo son enviadas inmediatamente para hacer frente a las necesidades actuales de la obra. Otras partes son retenidas hasta que el transcurso de las circunstancias me convence de que ha llegado el momento de su uso. A veces, algunos ministros y médicos que llevan responsabilidades han fomentado la tendencia de descartar los testimonios, y se me ha instruido a no colocarlos en sus manos, pues al haberse rendido al espíritu que tentó y venció a Adán y a Eva, han abierto la mente y el corazón al dominio del enemigo. Estando en un sendero equivocado y trabajando bajo suposiciones engañosas, leerían en los testimonios cosas que no hay pero que están de acuerdo con las falsas declaraciones a las que han prestado oídos. Al leer los testimonios alumbrados por sus propias luces, son engañados y engañarán a otros.
A veces, después de que se han redactado reproches muy nítidos y decididos, son retenidos por un tiempo hasta que, por medio de correspondencia personal yo haya procurado cambiar el espíritu de aquellos a quienes iban dirigidos. Si esos esfuerzos son infructuosos, los mensajes, con toda la fuerza de su reprensión o reproche, les son enviados, ya sea que los escuchen o que nieguen la veracidad del mensaje.
Si aquellos cuyos errores son señalados confiesan su mal proceder, puede quebrantarse el hechizo del enemigo. Si se arrepienten y abandonan sus pecados, Dios es fiel y justo para perdonarles sus pecados y limpiarlos de toda maldad. Cristo, el Redentor que perdona los pecados, les quitará sus vestimentas inmundas, les dará otro ropaje y pondrá una hermosa mitra sobre su cabeza. Pero mientras rehúsen apartarse de la iniquidad, no pueden desarrollar un carácter que resista en el gran día del juicio.
Con frecuencia, son presentadas delante de mí faltas ocultas de las vidas de algunos, y se me ordena que dé un mensaje de reproche y amonestación.
Se me ha dicho que muchos que prestan atención a la falsa ciencia del enemigo serían capaces de declarar que mi obra es la de un profeta falso e interpretarían los testimonios de tal manera que cambiaran la verdad de Dios en mentira. Satanás está alerta, y algunos que en lo pasado han sido usados por el Señor para hacer su obra, pero que han permitido ser engañados, serán impulsados a usar impropiamente los mensajes dados. Porque no quieren escuchar las palabras de reproche, porque no quieren oír el consejo y mejorar su conducta y hacer la obra que les es asignada, interpretarán erróneamente los mensajes a la iglesia y confundirán a muchas mentes.
Sin embargo, debo dar el mensaje que se me ha dado, mientras el Señor lo determine. No me ha dado la obra de resolver todas las incomprensiones que son acariciadas en corazones incrédulos. Mientras permanezca abierta una puerta para recibir las sugestiones del tentador, se multiplicarán las dificultades. Está abierto a la incredulidad el corazón de los que no vienen a la luz. Si mi tiempo y energía se consumieran en tales asuntos, eso serviría a los propósitos de Satanás. El Señor me ha dicho: "Da los testimonios. Tu obra no es la de resolver las dificultades. Tu obra es la de reprender y presentar la justicia de Cristo".
Un incidente
En una ocasión, en los primeros días del mensaje, el padre Butler y el pastor Hart quedaron confundidos acerca de los testimonios. Se lamentaban y lloraban con gran angustia, pero durante algún tiempo no explicaban la razón de su perplejidad. Sin embargo, siendo instado a explicar su modo de hablar y comportamiento falto de fe, el pastor Hart se refirió a un folletito que había sido publicado como las visiones de la Hna. White y dijo que, hasta donde él supiera, no habían sido incluidas algunas visiones. Delante de un gran auditorio, esos dos hermanos hablaron vigorosamente de haber perdido su confianza en la obra.
Mi esposo entregó el folletito al pastor Hart y le pidió que leyera lo que estaba escrito en la página del título. El leyó: "Un bosquejo de la experiencia cristiana y visiones de la Sra. E. G. de White".
Durante un momento hubo silencio, y entonces mi esposo explicó que habíamos estado muy escasos de recursos y habíamos podido imprimir al principio sólo un folletito y prometió a los hermanos que cuando se consiguieran suficientes medios, se publicarían más plenamente las visiones en forma de libro.
El pastor Butler quedó profundamente conmovido, y dijo después de que se hubo presentado la explicación: "Postrémonos ante Dios". Siguieron oraciones, llanto y confesiones como rara vez hemos oído.
El Hno. Butler dijo: "Hno. White, perdóneme. Temí que estuvieran tratando Uds. de ocultar de nosotros algo de la luz que debiéramos recibir. Perdóneme, Hna. White". Entonces el poder de Dios se presentó en la reunión de una manera maravillosa.--The Writing and Sending Out of the Testimonies to the Church [La redacción y distribución de los testimonios para la iglesia], 3-9.
La obra y los ayudantes
Querido Hno. [F. M.] Wilcox: Recibí y leí su reciente carta. Acerca de la hermana que piensa que ha sido elegida para ocupar el puesto que ha ocupado la Hna. White, tengo esto que decir: Puede ser sincera, pero está ciertamente equivocada.
Más o menos un año después de la muerte de mi esposo, estuve muy débil y se temió que no viviría sino un corto tiempo. En el congreso de Healdsburg, fui llevada a la carpa donde había una gran reunión de nuestros hermanos. Pedí que me levantaran del sofá donde estaba recostada y me ayudaran a llegar al estrado del predicador para que pudiera decir unas pocas palabras de despedida a los hermanos. Cuando traté de hablar, el poder de Dios vino sobre mí y me conmovió completamente. Muchos de la congregación observaron que yo estaba débil y que mi rostro y manos estaban exangües, pero cuando comencé a hablar vieron que el color venía a mis labios y rostro y supieron que se estaba efectuando un milagro en mi favor. Estuve ante los hermanos sanada y hablé con libertad.
Después de este caso, se me explicó que el Señor me había levantado para dar testimonio de él en muchos países y que me daría gracia y vigor para la obra. También se me mostró que mi hijo W. C. White debía ser mi ayudante y consejero y que el Señor colocaría sobre él el espíritu de sabiduría y ecuanimidad. Se me mostró que el Señor lo guiaría y que no sería descarriado, porque reconocería la dirección y orientación del Espíritu Santo.
Se me dio la seguridad: "No estás sola en la obra que el Señor ha elegido para que hagas. Serás enseñada de Dios en cuanto a la forma de presentar la verdad en su sencillez delante de la gente. El Dios de verdad te sostendrá, y se darán pruebas convincentes de que te está guiando. Dios te dará de su Espíritu Santo, y su gracia, sabiduría y poder protector estarán contigo...
"El Señor será tu instructor. Te encontrarás con influencias engañosas. Vendrán de muchas maneras, como panteísmo y otras formas de incredulidad, pero anda donde yo te guiaré, y estarás segura. Pondré mi Espíritu sobre tu hijo, y será fortalecido para hacer su obra. Tiene la gracia de la humildad. El Señor lo ha elegido para efectuar una importante parte en su obra. Para ese propósito nació".
Este mensaje me fue dado en 1882, y desde entonces he estado segura de que la gracia de la sabiduría le fue dada. Más recientemente, en un período de perplejidad, el Señor dijo: "Te he dado a mi siervo, W. C. White, y le daré juicio para que sea tu ayudante. Le daré habilidad y entendimiento para que proceda sabiamente".
El Señor me ha dado a otros fieles ayudantes para mi obra. Muchos de mis discursos han sido comunicados y se los ha impreso para presentarlos delante de la gente. A través de casi toda mi larga experiencia me he esforzado por redactar, día tras día, lo que se me ha revelado a mí en visiones de la noche. Muchos mensajes de consejo, reproche y estímulo han sido enviados a individuos y mucho de la instrucción que he recibido para la iglesia se ha publicado en revistas y libros, y ha circulado en muchos países...
La obra adelanta constantemente. Estamos haciendo esfuerzos fervientes para colocar mis escritos ante la gente. Esperamos que pronto se impriman varios libros nuevos. Si me incapacito para el trabajo, mis fieles obreros están preparados para llevar adelante la obra.
Mis escritos hablarán constantemente
En estos últimos días, se ha dado luz abundante a nuestro pueblo. Ya sea que mi vida sea preservada o no, mis escritos hablarán constantemente, y su obra irá adelante mientras dure el tiempo. Mis escritos son guardados en los archivos en la oficina y aunque yo no viviera, esas palabras que me han sido dadas por el Señor todavía tendrán vida y hablarán a la gente. Pero mi vigor todavía está preservado, y espero continuar para hacer mucha obra útil. Quizá viva hasta la venida del Señor, pero si no fuera así, confío en que se diga de mí: "Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen". Apocalipsis 14:13...
Agradezco a Dios por la seguridad de su amor y porque tengo diariamente su dirección y orientación. Estoy muy ocupada con mis escritos. Temprano y tarde, redacto los asuntos que el Señor me presenta. La responsabilidad de mi obra es preparar a un pueblo que esté en pie en el día del Señor. La promesa de Cristo es segura. El tiempo no es prolongado. Debemos trabajar, velar y esperar al Señor Jesús. Se nos demanda que seamos firmes, inconmovibles, siempre abundando en la obra del Señor. Todas nuestras esperanzas tienen su fundamento en Cristo.
¿Están repasando nuestros hermanos el pasado, presente y futuro, a medida que se despliega ante el mundo? ¿Prestan atención a los mensajes de amonestación que se les ha dado? ¿Es nuestra mayor preocupación hoy día que nuestras vidas sean refinadas y purificadas y que reflejemos la semejanza divina? Esto deben experimentar todos los que se unan a la compañía de los que son lavados y emblanquecidos en la sangre del Cordero. Deben estar ataviados con la justicia de Cristo. El nombre de Cristo debe estar escrito en sus frentes. Deben regocijarse en la esperanza de la gloria de Dios. Cristo ha grabado los nombres de su pueblo en la palma de sus manos. Nunca perderá su interés en ninguna alma necesitada.
Decid a los miembros de iglesia que hay necesidad de una cabal consagración a Dios. Entiendan todos que deben hacer un pacto con Dios mediante un sacrificio. Necesitamos las bendiciones del Evangelio cada día y cada hora. Cada prueba del poder de Dios, su presencia y su amor han de reconocerse con cordial gratitud. Se ha de lograr la felicidad mediante el proceder correcto del alma respecto a Dios. Agradezco a Dios por este pensamiento precioso. Sea él glorificado por los sentimientos expresados y por las acciones realizadas... Nunca se han presentado ante la gente testimonios más claros que los que recientemente han sido trazados por mi pluma. Dios me ordena que me esfuerce por despertar la atención de nuestro pueblo a la importancia del estudio de los testimonios. Comience ahora esta obra. Así se inmortalizan estos mensajes, ya sea que se me permita trabajar o se me haga descansar hasta que venga Jesús.
Digo ahora a mis hermanos: Hablad palabras que atraigan las almas a Cristo. Dad frutos de buenas obras. "El que cree en el Hijo tiene vida eterna". Juan 3:36. Todo lo imaginable se presentará para engañar, de ser posible, a los mismos escogidos, pero el Señor ciertamente cuidará su obra.--The Writing and Sending Out of the Testimonies to the Church, 10-16.
Deben tomarse en cuenta el tiempo y el lugar
Acerca de los testimonios, nada es ignorado, nada es puesto a un lado. Sin embargo, deben tomarse en cuenta el tiempo y el lugar. Nada debe hacerse fuera de su tiempo. Algunos asuntos deben ser retenidos porque algunas personas darían un uso impropio a la luz dada. Son esenciales cada jota y cada tilde y deben aparecer en un tiempo oportuno. En lo pasado, los testimonios fueron cuidadosamente preparados antes de que se los enviara para su publicación. Y todavía cada asunto es cuidadosamente estudiado después de ser escrito por primera vez.
Decidles que coman la carne y beban la sangre del Hijo de Dios. Colocad su Palabra delante de ellos. Habrá los que interpreten mal y desfiguren. Sus ojos han sido cegados y presentan las imágenes e interpretaciones que Satanás ha preparado para ellos, y se pondrá una interpretación enteramente equivocada sobre las palabras que ha hablado la Hna. White. Satanás pretende tan verdaderamente ser hijo de Cristo como lo fue Judas, que estaba del lado de los acusadores. Se han educado en la escuela de las declaraciones fraudulentas de Satanás. En el tercer capítulo de Zacarías se da una descripción de ellos. Nada es tan caro para Dios en el mundo como su iglesia. Satanás ha obrado sobre las mentes humanas y continuará presentando las creencias sagradas en una forma espuria.
La publicación de compilaciones
Puedo ver claramente que si cada uno que piensa que está capacitado para escribir libros sigue su imaginación y consigue que se publique su producción, insistiendo que ésta sea recomendada por nuestras editoriales, habría mucha cizaña sembrada por doquiera en nuestro mundo. Me escriben muchos de entre nuestro propio pueblo, pidiendo con ferviente determinación el privilegio de usar mis escritos para dar fuerza a ciertos temas que desean presentar a la gente, en forma tal que deje una profunda impresión sobre ella.
Es cierto que hay una razón por la cual algunos de estos asuntos debieran ser presentados. Sin embargo, no me atrevería a dar mi aprobación para usar los testimonios en esta forma, o para sancionar la colocación de un asunto que es bueno en sí mismo en la forma en que proponen.
Las personas que hacen esas propuestas, hasta donde yo pueda comprender, podrían llevar a cabo de buena manera lo que sugieren por escrito. Sin embargo, no me atrevo a darles la menor licencia para usar mis escritos en la forma en que proponen. Al emprender una tarea tal, hay que tomar en cuenta muchas cosas, pues al usar los testimonios para apoyar algún tema que haya impresionado la mente del autor, las citas pueden dar una impresión diferente de la que darían si fueran leídas en su contexto original.--The Writing and Sending Out of the Testimonies to the Church, 25, 26.