Mensajes Selectos, Tomo 2

Capítulo 7

Las credenciales divinas

Apreciado Hno. M., Recibí su carta al comienzo del sábado... Debo aconsejarle que asista al colegio, y que no salga de este país hasta que haya establecido cabalmente en su pensamiento qué es la verdad. Espero sinceramente que asistirá a este período de clases y aprenderá todo lo que pueda con respecto a este mensaje de verdad que ha de predicarse al mundo.

El Señor no le ha dado un mensaje para que diga que los adventistas del séptimo día son Babilonia, y para que inste al pueblo de Dios a salir de ella. Todas las razones que Ud. sea capaz de presentar no pueden pesar en mi ánimo con relación a esto, porque el Señor me ha dado una información definida que se opone a tal mensaje.

No dudo de su sinceridad y honradez. En distintas ocasiones he escrito largas cartas dirigidas a los que acusaban a la Iglesia Adventista del Séptimo Día de ser Babilonia, y en ellas les decía que no estaban presentando la verdad. Ud. piensa que ciertas personas me han inducido a tener prejuicios. Si así fuera, no estaría capacitada para que se me encargase la obra de Dios. Pero este asunto me ha sido presentado en otros casos cuando ciertas personas han pretendido tener mensajes de un carácter similar para la Iglesia Adventista, y se me ha dicho: "No les creas". "Yo no los he enviado, y sin embargo ellos han corrido".

Repaso de algunos casos

El Hno. K, que estaba en su lecho de muerte, tenía la habitación llena de gente interesada, mientras se hallaba en el hospital de Battle Creek. Muchos fueron engañados. Ese hombre parecía estar inspirado. Pero la instrucción que recibí fue: "Esta obra no es de Dios. No creáis a ese mensaje".

Pocos años después, un hombre llamado N, de la localidad de Red Bluff, California, vino a verme para presentarme su mensaje. Dijo que él constituía la proclamación en alta voz del mensaje del tercer ángel que habría de iluminar el mundo con su gloria. Pensaba que Dios había pasado por alto a todos los dirigentes y que le había dado a él ese mensaje. Intenté demostrarle que estaba equivocado. Dijo que los adventistas del séptimo día eran Babilonia, y cuando le expusimos nuestras razones y analizamos la situación con él y le demostramos que estaba equivocado, realizó una gran demostración de poder y por cierto que gritó en alta voz... Tuvimos muchas dificultades con él; su mente se trastornó y debió ser internado en un hospital para enfermos mentales.

Otra persona, llamada Garmire, defendía y publicaba un mensaje concerniente a la proclamación en alta voz del tercer ángel; acusaba a la iglesia en forma similar a lo que Ud. está haciendo ahora. Dijo que los dirigentes de la iglesia caerían debido a la exaltación de sí mismos, que otra clase de hombres más humildes ocuparía su lugar, y que ellos realizarían cosas admirables. Este hombre tenía hijas que pretendían tener visiones.

Me fue presentado este engaño. Se trata de un hombre inteligente, que puede hablar bien en público, que posee abnegación y está lleno de celo y fervor, y tiene un aspecto de consagración y devoción. Pero recibí esta amonestación de Dios; "¡No les creáis; yo no los he enviado!"

El pretendía creer en los testimonios. Pretendía aceptar que eran verdaderos, y los utilizaba en la misma forma que Ud. los ha empleado para proporcionar fuerza y apariencia de verdad a sus pretensiones. Les dije que ese mensaje no procedía de Dios, sino que estaba engañando a los incautos. No quisieron convencerse. Les dije que las visiones de su hija [Ana] eran falsas, y que sin embargo su padre pretendía que esas visiones eran como las visiones de la Hna. White, y que testificaban de las mismas cosas. Esta hija estaba engañando a la familia y a varios otros que creían esos mensajes falsos. Se me mostró que esa joven no era virtuosa sino que estaba corrompida...

Si alguna vez hubo un hombre a quien yo consideraba inspirado, ciertamente era éste; pero le dije claramente que su inspiración procedía de Satanás y no de Dios. Su mensaje no llevaba las credenciales divinas.

Con el fin de proclamar este mensaje a todo el mundo, indujo a un joven honrado y concienzudo a creer que era su deber robar la lista de suscriptores de la revista Review and Herald. Esto constituye un crimen penado por las leyes del estado, y ese joven escapó de Battle Creek. No se atrevió a regresar a Battle Creek por algún tiempo. [Este maestro fanático] estableció una fecha cuando debía terminar el tiempo de gracia, y como esta predicción fracasó, el joven vio que había sido engañado y confesó su pecado, y ahora es un miembro honorable de la iglesia de Battle Creek.

Solamente dos años después de eso, otro hombre a quien llamaremos O, de Connecticut, vino con un mensaje que él denominaba nueva luz, concerniente al mensaje del tercer ángel. Esta familia inteligente, a causa de su engaño, se había separado de la Iglesia Adventista. Debido a que yo había dado un testimonio definido contra esa así llamada nueva luz, en ___________, Connecticut, donde él vivía, se opuso a mi obra y a mis testimonios.

El Hno. O, asistió al congreso y al cursillo bíblico para ministros realizados en Battle Creek; pero se mantuvo apartado y no armonizó con el espíritu de la reunión. Regresó a su hogar, y comenzó a corromper a la pequeña iglesia de ____ ______. Si yo no hubiera trabajado en ese lugar, habría destruido toda la iglesia con su rechazo de la verdad, de la posición de los adventistas y de la Sra. White en particular.

Por ese mismo tiempo, una Sra. T, vino de la ciudad de Wáshington, pretendiendo estar completamente santificada y poseer la facultad de sanar. Este espíritu dejó perplejas a muchas personas. Manifestaban el mismo espíritu acusador: esto es, que la iglesia estaba enteramente equivocada, y que Dios estaba llamando fuera de ella a un pueblo que realizaría milagros. Un grupo numeroso de nuestros hermanos de Battle Creek estaban siendo separados. El Espíritu de Dios influyó sobre mí durante la noche para que escribiera a nuestros hermanos de Battle Creek.

El mensaje a los Laodicenses

Dios está guiando a un pueblo. Ha elegido un pueblo, una iglesia en el mundo, a quien ha hecho depositario de su ley. Les ha confiado un legado sagrado y una verdad eterna que deben presentarse al mundo. El los reprenderá y los corregirá. El mensaje a los laodicenses se aplica a los adventistas que han tenido gran luz y no han andado en ella. Los que han hecho gran profesión de fe, pero que no se han mantenido al mismo paso de su Guía, son los que serán vomitados de su boca, a menos que se arrepientan. El mensaje que afirma que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es Babilonia, y que llama a la gente a salir de ella, no procede de ningún mensajero celestial, ni de ningún instrumento humano inspirado por el Espíritu de Dios.

El Testigo Fiel dice: "Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono". Apocalipsis 3:18-21.

"Yo reprendo y castigo"

Jesús desea entrar para proporcionar las bendiciones más ricas a cada uno de los miembros de la iglesia, si ellos quieren abrirle la puerta. No los llama ni una sola vez Babilonia, ni les pide que salgan de ella. Pero dice: "Yo reprendo y castigo a todos los que amo" (con mensajes de reproche y amonestación). Apocalipsis 3:19. No ignoro estos reproches. He presentado amonestaciones porque el Espíritu del Señor me ha constreñido a hacerlo así, y he pronunciado reproches porque el Señor me ha dado palabras de reproche. No he rehusado presentar todo el consejo de Dios que me ha sido dado para la iglesia.

Quiero decir en el temor y el amor de Dios, que sé que el Señor tiene pensamientos de amor y de misericordia para restaurar y curar a aquellos que se han apartado. El tiene una obra que debe ser hecha por su iglesia. No debe decirse que sus miembros son Babilonia, sino que son la sal de la tierra y la luz del mundo. Deben ser mensajeros vivientes que han de proclamar un mensaje vital en estos últimos días.

La Babilonia de Apocalipsis 18

"Después de esto vi otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no varé llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga". Apocalipsis 18:1-8.

Todo este capítulo demuestra que la Babilonia que ha caído está constituida por las iglesias que no reciban el mensaje de amonestación-que el Señor ha dado en los mensajes del primer, segundo y tercer ángeles. Rehusaron la verdad y aceptaron una mentira. Rehusaron los mensajes de verdad. Véase 2 Tesalonicenses 2:1-12. El mensaje del capítulo 18 de Apocalipsis es claro y bien definido: "Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites". Apocalipsis 18:3. Ninguno de los que leen este capítulo necesita ser engañado.

Cómo se regocijaría Satanás si pudiera conseguir que se proclamase un mensaje según el cual el único pueblo a quien Dios ha hecho depositario de su ley sería aquel a quien se aplica ese mensaje. El vino de Babilonia consiste en la exaltación del falso día de reposo sobre el sábado que el Señor Jehová ha bendecido y santificado para uso del hombre, y también es la creencia en la inmortalidad del alma. Estas herejías emparentadas, y el rechazo de la verdad, convierten la iglesia en Babilonia. Reyes, comerciantes, dirigentes y maestros religiosos están todos en corrompida armonía.

La iglesia no ha de ser dispersada

Nuevamente digo: El Señor no ha hablado mediante ningún mensajero que llame Babilonia a la iglesia que guarda los mandamientos de Dios. Es verdad que hay cizaña junto con el trigo, pero Cristo dijo que enviaría a sus ángeles a reunir primero la cizaña en atados para quemarla, y a poner el trigo en el granero. Sé que el Señor ama a su iglesia, la cual no ha de ser desorganizada ni dispersada en átomos independientes. No existe la menor lógica en esto ni hay la más mínima evidencia de que ocurrirá tal cosa. Quienes obedezcan este mensaje falso y procuren influir en otros para que también lo acepten, serán engañados y preparados para recibir engaños mayores, y los frutos de sus esfuerzos se reducirán a la nada.

Algunos miembros de la iglesia tienen orgullo, suficiencia propia e incredulidad arraigada, y manifiestan resistencia a abandonar sus ideas, aunque se amontonen las evidencias que indican que el mensaje a la iglesia de Laodicea se aplica a ellos. Pero eso no eliminará a la iglesia. Dejad que la cizaña y el trigo crezcan juntos hasta la cosecha, cuando los ángeles llevarán a cabo la obra de separación.

Amonesto a la Iglesia Adventista a ser cuidadosa en la forma como recibe cada nuevo concepto, y también a los que pretenden poseer gran luz. El carácter de su obra parece consistir en acusar y en destruir.

Hermano mío, quiero decirle: Sea cuidadoso. No dé ni un paso más por el camino en el cual ha entrado. Ande en la luz, "entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas". Juan 12:35.

Ud. se queja de que en Battle Creek lo trataron fríamente. ¿Acudió Ud. con espíritu de humildad a aquellos que son espirituales? ¿Les dijo: "¿Queréis examinar las Escrituras conmigo, y orar acerca de este asunto? No tengo la luz, y quiero poseerla; porque el error nunca santificará el alma"? ¿Puede Ud. sorprenderse de que ellos no le proporcionasen toda la confianza que Ud. pensaba obtener de ellos, después de la experiencia por la cual pasaron? ¿No debería darse importancia a las palabras de Cristo? "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces". Mateo 7:15. Se dirá cada vez con más frecuencia: "Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está". Que los creyentes obedezcan la voz del ángel que ha dicho a la iglesia: "Uníos estrechamente". En la unidad está vuestra fortaleza. Amaos como hermanos, sed compasivos, sed corteses. Dios tiene una iglesia, y Cristo ha declarado: "Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella". Mateo 16:18. Los mensajeros que el Señor envía llevan las credenciales divinas. Siento aprecio por Ud., pero venga a la luz; yo se lo ruego.--Carta 16, 1893.

El fruto de una obra clandestina

Es esencial que todos sepan qué atmósfera rodea sus almas, para ver si están en sociedad con el enemigo de la justicia, y si están realizando inconscientemente su obra, o si están unidos con Cristo para llevar a cabo su obra y establecer a las almas más firmemente en la verdad.

Satanás se regocijaría si pudiera conseguir que todos fuesen aliados suyos para debilitar de este modo la confianza del hermano en el hermano, y para sembrar discordia entre los que profesan creer la verdad. Satanás puede cumplir sus propósitos con más éxito utilizando a los profesos amigos de Cristo que no andan ni trabajan de acuerdo con la voluntad de Cristo. Quienes, en su mente y en su corazón, se están alejando de la obra especial del Señor para este tiempo, y quienes no colaboran con él para establecer a las almas en la fe induciéndolas a aceptar sus palabras de advertencia, están haciendo la obra del enemigo de Cristo.

Es una cuestión muy seria ir de casa en casa, y bajo la pretensión de llevar a cabo un trabajo misionero, sembrar la semilla de la desconfianza y la sospecha. Cada una germina rápidamente, y así se crea desconfianza en los siervos de Dios que tienen un mensaje para dar al pueblo. Cuando Dios habla mediante sus siervos, la semilla [de desconfianza y sospecha] sembrada, ya ha echado raíces de amargura. La palabra cae entonces en corazones que no quieren oír y en corazones que no quieren responder. Debido a ello, ningún poder terrenal ni ningún poder celestial puede abrirse paso hacia el alma.

¿Quién es responsable por estas almas? ¿Quién erradicará esa venenosa raíz de amargura que les ha impedido recibir la palabra del Señor? Una buena hermana o un hermano sembraron la mala semilla, ¿pero cómo puede ahora esa persona restaurar al alma que está en peligro? La lengua que debió emplearse para la gloria de Dios al pronunciar palabras de esperanza, fe y confianza en los obreros de Dios, ahora ha alejado a un alma de Jesucristo. Quienes despreciaron las palabras de Cristo, y rehusaron oír su voz y ser convertidos, han influido en otras mentes con la levadura de las suposiciones sin fundamento y las murmuraciones.

Este es el día de la preparación del Señor. No tenemos tiempo para hablar de incredulidad y para chismear; no tenemos tiempo ahora para realizar la obra del diablo. Que todos tengan cuidado de no desarraigar la fe de otros al sembrar semillas de envidia, celo y desunión; porque Dios oye las palabras, y juzga, no mediante aserciones, que no valen nada, sino por el fruto que produce la conducta de una persona. "Por sus frutos los conoceréis". Mateo 7:20. La semilla sembrada determinará el carácter de la cosecha (Manuscrito 32a, 1896).

El mensaje inspirado por Dios va acompañado por una evidencia convincente

Cuando el Señor da un mensaje a una persona, le da al mismo tiempo algo mediante lo cual su pueblo puede conocer que el mensaje procede de él. Dios no pide que su pueblo crea a todos los que acuden a él con un mensaje.

El Señor envía amonestaciones a su pueblo no para destruirlo, sino para corregir sus errores...

Estamos viviendo en tiempos peligrosos. Por la luz que he recibido, sé que Satanás está procurando introducir aquello que hará pensar a ciertos individuos que tienen una obra maravillosa que hacer. Pero cuando Dios da un mensaje a una persona, esa persona, mediante su humildad y su mansedumbre, dará evidencia de que Dios está obrando por su intermedio. Dios vive y reina, y desea que nosotros andemos humildemente delante de él. El no quiere que este hombre N se imponga por la fuerza a la congregación...

No seremos interrumpidos reunión tras reunión por aquellos que pretenden tener un mensaje para presentar. El que se introduce por la fuerza en un lugar donde no es aceptado, no está haciendo la obra de Dios. Debemos trabajar como los soldados de un ejército. No debemos salir de las filas para comenzar a trabajar por nuestra propia cuenta (Manuscrito 30, 1901).