[El 3 de noviembre de 1892, el gerente de una casa editora le escribió a la Sra. E. G. de White para informarle que había decidido salir de la institución para emplearse fuera de la obra denominacional, a causa de problemas financieros personales. No había logrado vivir dentro de sus entradas, y se había endeudado con la institución en un total de 1.244 dólares durante un período de ocho años. Y al mismo tiempo tenía una deuda con el sanatorio. Ambas instituciones le estaban pidiendo bondadosamente que pagase esas deudas. El pensaba que bajo esas circunstancias encontraría justificación para salir de la obra denominacional para buscar empleo afuera donde pudiera ganar un sueldo más elevado, con la esperanza de pagar sus deudas y con la perspectiva de no regresar nunca más para trabajar en la causa de Dios. La siguiente carta constituye la respuesta de la Sra. White.--Los compiladores.]
Hermano mío, en su carta Ud. habla de salir de la administración de la Review. Siento que Ud. esté dispuesto a alejarse de la obra de Dios por las razones que aduce. Estas revelan que Ud. debe obtener una experiencia mucho más profunda que la que ahora posee. Su fe es muy débil. Otras familias más numerosas que la suya se mantienen sin una palabra de queja con la mitad del sueldo que Ud. recibe. Nosotros hemos estado en ese terreno, y por eso sé de qué estoy hablando. Es evidente que, sea que permanezca en la administración de la Review o se aleje de ella, Ud. tiene lecciones que aprender y que serán del mayor interés para Ud. No me siento en libertad de instarlo a quedarse, porque a menos que Ud. beba profundamente de la Fuente de aguas vivas, su servicio no será aceptable para Dios.
No sé quién ocupará el cargo que quedará vacante si Ud. se va, pero si se lleva a cabo la obra que el Señor se propone y desea que se haga en favor de su iglesia en Battle Creek, estoy segura de que él les ayudará a superar cualquier crisis. El no desea un servicio forzado. A menos que las palabras del Señor sean admitidas en el alma y sometan todo el ser a Cristo, el agente humano, cuando sea tentado, elegirá seguir su propia inclinación antes que los caminos del Señor. Yo había esperado que inundara su alma la verdad que había estado brillando intensamente desde la reunión de Mineápolis. Pero a juzgar por las cartas que Ud. ha escrito, sé que Ud. no está andando en la luz...
Cualquiera sea el cargo que una persona tiene en relación con la casa editora, no debe recibir un sueldo exorbitante porque Dios no obra de esta manera. A Ud. le faltó el colirio espiritual y necesitó el ungüento espiritual, a fin de ver que la obra de Dios estaba fundada en el sacrificio, y que únicamente por el sacrificio puede llevarse a cabo...
Se han relacionado con la casa editora personas que no saben y que no quieren saber por experiencia lo que costó a sus predecesores establecer la obra. Cuando estos obreros aceptaron una parte en ella, no entraron en sociedad con Dios. No reconocieron los principios y las condiciones que deben gobernar al instrumento humano en colaboración con la Divinidad. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Ninguna persona que no participe de su amor abnegado está preparada para trabajar por Dios. Muchos cometen errores y se aferran a su carga de egoísmo como si fuera un tesoro precioso, y siguen diligentemente sus propios designios. Cuando llamen a la puerta del cielo diciendo: "Señor, Señor, ábrenos", muchos oirán estas palabras: "Aquí no entra nadie fuera de los que puedan recibir esta bendición celestial: 'Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor'. Pero vosotros os habéis servido fielmente a vosotros mismos, y habéis trabajado para vuestros intereses egoístas, siendo buenos con vosotros mismos. No os habéis hecho un tesoro en el cielo".
No estamos en una posición segura si por un solo momento somos indiferentes y descuidados acerca de la salvación de nuestras almas. Muchos tendrán que levantarse y modificar su conducta si desean ser salvos. Nos han sobrecogido los peligros de los últimos días. Sólo nuestra relación con la influencia divina mediante una fe poderosa, vivaz y activa, puede convertirnos en obreros juntamente con Dios. Los que descarten la parte de la religión que exige abnegación y espíritu de sacrificio, nunca participarán con Cristo en su gloria. Debe haber un estudio con oración y un esfuerzo decidido de parte de todos los que han de ganar la corona de la vida.
Que nadie piense que puede reclamar para sí mérito alguno debido a las ventajas proporcionadas por su nacimiento, su posición o su educación. ¿Cómo obtuvieron esas ventajas? Únicamente mediante Cristo. Dios pide que todos los que deseen tener vida eterna imiten al Modelo. La verdad y la justicia constituyen los principios más importantes del Evangelio, y los únicos que Cristo reconocerá en cualquier instrumento humano. Debe haber una sincera entrega de nuestra voluntad a Dios; debemos renunciar a todos nuestros méritos supuestos y contemplar la cruz del Calvario. Esta entrega a Dios implica esfuerzo de parte del instrumento humano para colaborar con los medios divinos; el vástago debe estar unido a la vid...
Entre los creyentes hay muchísimos que apenas tienen alimento suficiente para comer, y sin embargo en su gran pobreza llevan sus diezmos y las ofrendas a la tesorería del Señor. Muchas personas que saben en qué consiste sostener la causa de Dios en circunstancias adversas y difíciles han invertido sus recursos en la casa editora. Han soportado voluntariamente penurias y privaciones, y han orado por el éxito de la causa. Sus donativos y sus sacrificios manifiestan la ferviente gratitud y la alabanza de su parte a Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ningún incienso más fragante puede ascender al cielo. Sus oraciones y sus donativos permanecen delante de Dios como un monumento.
Pero la obra de Dios es una en toda su amplia extensión, y en todas sus ramas deberían dominar los mismos principios, y debería manifestarse el mismo espíritu. Debería llevar el sello de la obra misionera. Cada departamento de la causa se relaciona con todas las partes del campo evangélico, y el espíritu que controla un departamento se sentirá en todo el campo. Si una parte de los obreros recibe sueldos muy elevados, habrá otros, en diferentes secciones de la obra, que también pedirán una remuneración más elevada, y así se extinguirá el espíritu de abnegación en el gran corazón de la obra. Otras instituciones manifestarán ese mismo espíritu, y el favor del Señor les será quitado, porque él no puede aprobar el egoísmo. De este modo nuestra obra agresiva se detendrá. Es posible hacerla avanzar únicamente mediante un sacrificio continuo. De todas partes del mundo llegan pedidos de hombres y recursos para llevar a cabo la obra. ¿Nos veremos obligados a decir: 'Debéis esperar porque no tenemos dinero en la tesorería'?
El Hno. X conoce la historia pasada de la obra en la casa editora; conoce los testimonios que Dios le ha enviado a él y a otros acerca de la abnegación y el sacrificio. El no ignora que hay muchos campos que han abierto sus puertas donde debe levantarse el estandarte de la verdad, y donde se necesitan recursos para establecer la obra. Si tuviera el Espíritu de Cristo manifestaría el sentir de Cristo.
Desertores del ejército del señor
El Hno. X, al separarse de la obra de Dios que realizaba en la oficina, ha hecho justamente lo que yo temía que hiciera. Si se hubiese negado la satisfacción de sí mismo, y si hubiese permanecido en su puesto en obediencia a la voluntad de Dios y porque ésta es la obra de Dios, habiendo puesto todo su corazón en la obra y habiendo llevado sus responsabilidades y sus cargas tal como las han llevado otros antes que él, aunque no hubiera ganado financieramente lo mismo que si hubiese estado establecido por su cuenta; si hubiera hecho esto, habría demostrado que no era un mero asalariado. ¿Pero cuánto sería su interés en la oficina si fue capaz de retirarse cuando le plugo, cuando resultó en su interés hacerlo así? ¿Deberían obrar de este modo los soldados de las filas de Cristo? Si los soldados del ejército de la nación hiciesen esto, serían tratados como desertores, y ¿cómo considera el universo celestial a tales soldados del ejército de Cristo? Nadie que entre en la obra de Dios y que aprecie debidamente lo sagrada que ésta es, podría apartarse de ella para asegurarse ventajas mundanales, cualesquiera que éstas sean.
Hno. I, Dios ha sido sumamente misericordioso con Ud. y con el Hno. X. El os ha prolongado la vida que tanto estimáis. Os ha concedido días, meses y años y os ha proporcionado oportunidades para que desarrolléis el carácter. Dios os ha puesto en relación con su obra para que os compenetraseis con el espíritu de Cristo. Cada día y cada hora os llega como un privilegio comprado con sangre, no sólo para que trabajaseis por vuestra propia salvación, sino para que también fueseis instrumentos en la tarea de llevar a las almas a Cristo, de edificar su reino y de manifestar la gloria de Dios. Dios pide que haya una devoción de todo corazón a su obra. Los que de veras son obreros juntamente con Dios llevarán el peso de la obra, y como el ministro enviado por él, dirán: "¡Ay de mí si no llego a ser fiel y sincero en el cargo que se me ha confiado!"
Hermano mío, si su interés en la obra es tan poco sincero, como lo revela el hecho de que Ud. pueda abandonarla tan fácilmente, no tengo nada que decirle, no tengo ningún ruego que hacerle para que permanezca en la oficina, o para que el Hno. X regrese a ella. Habéis revelado ambos que no sois hombres en quienes se puede confiar. Y el ejemplo que se daría al ofreceros un aliciente adicional para que permanecierais en ella no agradaría a Dios.
Ni por un momento ofrecería a Ud. o a ningún otro hombre un soborno en pesos y centavos para mantenerlo relacionado con la obra, cualquiera sea el inconveniente que ésta pueda experimentar durante un tiempo a causa de su salida. Cristo está en el timón. Si su Espíritu no lo dispone a Ud. a hacerlo todo y a hacerlo todo por amor a la verdad, entonces Ud. podrá aprender esa lección únicamente pasando por pruebas. Dios probará la fe de cada alma. Cristo nos ha comprado a costa de un sacrificio infinito. Aunque él era rico, se empobreció por amor a nosotros, para que nosotros mediante su pobreza poseyésemos las riquezas eternas. Todo lo que poseemos--nuestra habilidad y nuestro intelecto--es únicamente lo que el Señor nos ha confiado a fin de que lo utilicemos para él. Tenemos el privilegio de participar con Cristo en su sacrificio si es que así lo queremos.
Los hombres experimentados y piadosos que iniciaron esta obra, que se negaron a sí mismos y no vacilaron en sacrificarlo todo por su éxito, ahora duermen en la tumba. Fueron los instrumentos destinados por Dios para comunicar a la iglesia los principios de la vida espiritual. Tuvieron una experiencia del valor más elevado. No podían ser comprados ni vendidos. Su pureza, su devoción, su abnegación y su unión vital con Dios, constituyeron una bendición para la edificación de la obra. Nuestras instituciones se caracterizaron por el espíritu de abnegación.
Pero la obra se ha deteriorado en algunos sentidos. A la par que ha crecido en extensión y en recursos, ha disminuido en piedad. En los días cuando luchábamos con la pobreza, los que veían la forma maravillosa como Dios obraba para la edificación de su causa, sentían que no podía concedérseles un honor mayor que el de estar unidos con los intereses de la obra mediante vínculos sagrados que los relacionaban con Dios. ¿Habrían depuesto ellos la carga para hacer tratativas con el Señor en términos de dinero? No, no. Aunque todas las personas serviles hubieran abandonado su puesto del deber, ellos nunca habrían desertado de la obra. Habrían dicho: "Si el Señor me colocó aquí, es porque desea que yo sea un mayordomo fiel y que aprenda de él cada día a llevar a cabo la obra en forma aceptable. Permaneceré en mi puesto hasta que Dios me descargue de mi obligación. Sabré lo que significa ser un cristiano práctico y sincero. Espero recibir pronto mi recompensa".
Los creyentes que en los comienzos de la causa se sacrificaron para la edificación de la obra estaban imbuidos por el mismo espíritu. Creían que Dios exigía de todos los que se relacionaban con su causa una consagración sin reservas del alma, el cuerpo y el espíritu, de toda su utilidad y su capacidad, para llevar la obra al éxito. Ellos recibieron testimonios mediante los que Dios reclamaba para sí todas sus energías, las que debían colaborar con los instrumentos divinos, y todas sus habilidades acrecentadas obtenidas mediante el ejercicio de cada una de sus facultades.
Efectos debilitantes del egoismo y la codicia
Los que son capaces de cortar su vinculación con la obra del Señor debido a un atractivo mundanal pueden pensar que tienen cierto grado de interés en la causa de Dios; pero el egoísmo y la codicia que se esconden en el corazón humano son pasiones muy poderosas, y por lo tanto el resultado del conflicto no es solamente una conjetura. A menos que el alma viva cada día de la carne y la sangre de Cristo, el elemento piadoso será vencido por el satánico. El egoísmo y la codicia ganarán la victoria. Un espíritu confiado en sí mismo e independiente nunca entrará en el reino de Dios. Solamente los que participen con Cristo en su abnegación y sacrificio compartirán con él su gloria.
Los que comprenden, aun en un grado reducido, lo que la redención significa para ellos y para sus semejantes, andarán por fe y entenderán en cierta medida las enormes necesidades de la humanidad. Se compadecen al contemplar la tremenda miseria que reina en nuestro mundo: multitudes que sufren por falta de alimento y de ropa, y la pobreza moral de miles y miles de personas que sirven bajo la sombra de una condenación terrible, en comparación con la cual los sufrimientos físicos se desvanecen hasta convertirse en algo insignificante. La religión de Jesucristo ha obtenido victorias admirables sobre el egoísmo humano. La abnegación y el sacrificio personal de Cristo siempre permanecen delante de los que son obreros juntamente con él, y la voluntad del hombre se sumerge en la voluntad de Dios...
Dios desea que todos los que son obreros juntamente con él tengan una experiencia fecunda en su amor y en su poder para salvar. Nunca deberíamos decir: "No tengo ninguna experiencia", porque el mismo Dios que le dio a Pablo una experiencia se revelará a cada alma que lo busque fervorosamente. ¿Qué le dijo Dios a Abrahán? "Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio". Génesis 18:19. Abrahán cultivaba la religión del hogar, y el temor de Jehová lo impulsaba a tener una vida íntegra. Aquel que bendice la morada de los justos dice: "Yo sé que mandará". No se traiciona la esperanza sagrada ni se vacila frente al bien y al mal. El Santo ha dado instrucciones para la dirección de todos: la norma de carácter de la que nadie puede apartarse sin ser considerado culpable. Hay que estudiar la voluntad de Dios con diligencia y concienzudamente, y debe dársele un lugar preponderante en todas las actividades de la vida. Los principios que cada instrumento humano debe obedecer fluyen del corazón de amor infinito.
Ese mismo Vigilante santo que dice: "Yo conozco a Abrahán", también conocía a Cornelio, y envió a su ángel con un mensaje para el hombre que había recibido y utilizado toda la luz que Dios le había enviado. El ángel le dijo: "Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro". A continuación se le dio una orden específica: "Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas". Hechos 10:4-6. Así fue como el ángel del Señor obró para poner a Cornelio en contacto con el instrumento humano mediante el que recibiría mayor luz. Estudiad cuidadosamente todo el capítulo y ved la sencillez que caracteriza todo este asunto. Luego considerad que el Señor nos conoce a cada uno por nuestro nombre, sabe dónde vivimos, está enterado del espíritu que poseemos y toma nota de cada acto de nuestra vida. Los ángeles ministradores pasan por las iglesias y anotan la fidelidad con que desempeñamos nuestros deberes personales.
Toman nota además de los deberes que descuidamos. Pensad en el caso de Ananías y Safira. Al fingir que habían consagrado a Dios todos sus bienes, mintieron al Espíritu Santo, y como resultado de su engaño perdieron no solamente la vida actual sino la vida venidera. Es nefasto para cualquier persona que se ocupa de las cosas sagradas, introducir en el servicio sus rasgos peculiares de carácter, y fastidiar a Dios con sus pecados. Dios desea que en su posición de confianza ejemplifiquen los pensamientos de Cristo, pero los rasgos objetables de carácter están entretejidos con toda su obra, y la causa sagrada de Dios es manchada por su egoísmo. El Señor sabe si los que llevan la carga de la responsabilidad son mayordomos fieles, si mantienen una estricta integridad en cada transacción y si colocan este distintivo en cada fase de su obra...
Su corazón está triste y afligido, pero no siga engañándose durante más tiempo, ni espere que los hombres y las mujeres estimarán la luz que Dios les ha dado de su propia santidad, hasta que abran sus corazones a Jesús. El le dice: "Apóyate en mí y confía en mí, porque nunca te fallaré; seré para ti una ayuda instantánea en todo momento de necesidad".
Se me ha mostrado que todos los que ahora ocupan cargos importantes en la oficina de la Review serán probados. Si convierten a Cristo en su modelo, él les concederá sabiduría, conocimiento y comprensión; crecerán en gracia y en actitudes según el modo de Cristo; sus caracteres serán modelados a su semejanza. Si fallan en seguir la modalidad del Señor, otro espíritu controlará la mente y el juicio, y como resultado idearán planes sin el Señor, seguirán su propia conducta y abandonarán los cargos que han ocupado. La luz les ha sido dada; si se apartan de ella y siguen su propia conducta, que nadie les ofrezca un soborno para inducirlos a quedarse. Constituirán un estorbo y una trampa. Ha llegado el tiempo cuando será sacudido todo lo que pueda sacudirse, para que permanezcan las cosas que son inconmovibles.--Carta 20a, 1893.