Mensaje de confortamiento para una nuera afligida
[María Kelsey de White, esposa de Guillermo C. White, y nuera de la Sra. White, fue desde su adolescencia una ferviente y talentosa obrera en la Review and Herald, en la Pacific Press y en nuestra casa editora de Basilea, Suiza. Enfermó de tuberculosis mientras estaba en Europa, y después de una enfermedad de tres años murió en Boulder, Colorado, EE.UU., a la edad de 33 años. Presentamos en este capítulo extractos de mensajes enviados a ella durante el último año de su enfermedad.--Los compiladores.]
Battle Creek, Míchigan, 4 de noviembre de 1889
QUERIDA HIJA MARIA, No cesamos de orar por ti, mi querida hija. La bondad y la misericordia de Dios son tan claras y patentes para mí, que cada vez que oro me parece como si el Salvador te tuviera en sus propios brazos y como si tú reposaras en ellos. Tengo fe en tu caso. Yo creo que el Señor ha escuchado las oraciones hechas en tu favor, y que él obrará para tu bien y para la gloria de su propio nombre. El ha dicho: "Pedid todo lo que queréis, y os será hecho". Juan 15:7. "Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis". Mateo 21:22.
Sé que nos esperan tiempos tormentosos, y debemos saber cómo confiar y cómo aferrarnos a la Fuente de nuestra fortaleza. El Señor es bueno con los que confían en él, y no serán vencidos. Pienso en las siguientes palabras del profeta, que se aplican a tu caso: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío". Salmos 43:5.
María, descansa en Dios. Espera pacientemente en el Señor. Será para ti una ayuda presente en todo momento de necesidad. El Señor es bueno. Alaba su nombre. Al Señor le agrada que confiemos en él y en sus promesas. Cree solamente, y veremos la obra de Dios.--Carta 71, 1889.
Battle Creek, Míchigan, 6 de diciembre de 1889
QUERIDA MARIA, No te olvidamos, mi querida hija afligida. Cada día oramos con mucho fervor por ti. Oro abundantemente. No olvidamos a los hermanos [A. D.] Olsen y [J. G.] Matteson y a otros que están atribulados. Oramos, y eso es todo lo que podemos hacer. Después de ello te dejamos con humilde confianza en las manos de Aquel que te ama con un amor más grande que el de una madre. Aférrate a Jesús y confía enteramente en él, porque él te cuida y no retirará su mano de ti, sino que te guiará él mismo.
Querida María, cuán agradable sería ver al Rey en su incomparable hermosura y estar donde no hay dolor, ni aflicción, ni enfermedad, ni tristeza. Siento claramente que saldremos victoriosos, y percibo con nitidez que la comunicación está abierta entre Dios y tu alma. Me parece indudable que tienes la Presencia Divina y que Jesús es tu constante ayudador. El te ama; él te ama, y te contempla con una ternura compasiva. No dudes de él ni por un instante. Encomiéndale tu caso a él y ten fe en que él hará por ti aquello que es mejor para tu interés eterno...
Oro fervorosamente por ti todo el día. El Señor vive, el Señor escucha y contesta la oración. Mira hacia arriba, hija querida. Mira hacia lo alto y ten ánimo; confía plenamente en el Señor, porque él es tu axiliador, tu médico y tu Salvador.--Carta 75, 1889.
Battle Creek, Míchigan, 12 de febrero de 1890
QUERIDA MARIA, Enferma, débil, solitaria, pienso en ti mientras estoy en tu misma condición... María, el Ser mejor, más amante y compasivo, el mismo Sol de Justicia, está brillando sobre ti. Mira hacia arriba; oh, mira hacia arriba. Pienso que el descanso en el sepulcro no ha de ser una cosa tan mala para mí. Estoy tan cansada, tan desanimada al ver tanto egoísmo y tanto del espíritu y la obra de Satanás. Luego contemplo a Jesús, y encuentro paz únicamente en él...
Te dejo por fe en los brazos de Cristo. El te ama. Sé que tú no estás lejos de Cristo, sino que te acercas a él con la plena seguridad de la fe, en humilde dependencia de su sangre y su justicia. Acepta la salvación como el don de su gracia, creyendo en la promesa porque él la ha dado. Contempla a Jesús; éste es mi único consuelo y esperanza. El Señor te ha estado guiando a lo largo de una senda de dolorosa humillación. Te han ocurrido muchas cosas sobre las que no tenías control. Has sido guiada por él paso tras paso, cada vez más adentro en el valle, pero únicamente para ponerte en una comunión más estrecha con Jesús en su vida de humillación.
¿Has dado un solo paso, amadísima hija, sin que te haya acompañado Jesús? ¿Hay alguna angustia que él no sienta? ¿Hay algún pecado que él no haya llevado, alguna cruz que él no haya soportado, alguna aflicción con la cual no haya simpatizado? El se conmueve con los padecimientos que experimentamos a causa de nuestras enfermedades. Estás conociendo el significado de la comunión con los sufrimientos de Cristo. Participa con Cristo en sus sufrimientos. Dios lo sabe todo, hija valiente y abnegada. Te entrega una copa en la cual derrama una gota de sus propios sufrimientos. Coloca sobre tus hombros la parte liviana de la cruz; arroja una sombra sobre tu alma...
Confíate a las manos de Jesús. No te preocupes. No pienses que Dios se ha olvidado de ser misericordioso. Jesús vive y no te abandonará. Que el Señor sea tu cayado, tu sostén, la protección de tu vanguardia y de tu retaguardia.--Carta 56, 1890.
Battle Creek, Míchigan, 13 de febrero de 1890
MI QUERIDA HIJA, El Señor te bendice, te confortará, y te proporcionará un gran consuelo y paz en él. El desea que descanses tranquilamente en sus manos, y que creas que él hará bien todas las cosas...
Ten buen ánimo. Sigue mirando hacia arriba. Jesús es la única esperanza de todos nosotros. No te dejará ni te olvidará. Las promesas de Dios son preciosas. Debemos aferrarnos a ellas. No las abandonemos.--Carta 57, 1890.
QUERIDOS HIJOS, Pienso en todos vosotros y oro por todos. Oh, si tan sólo mejorara el estado de María, ¡cuánto alegraría esto mi corazón! El Señor hará que su luz brille alrededor de vosotros. El os bendecirá, os fortalecerá y os ayudará, en este tiempo de zozobra por el cual estáis pasando. El Redentor es misericordioso, y rebosa de tierna simpatía y amor. Ahora es el momento de encomendar la protección del alma a Dios como a un fiel Creador. Qué bendita esperanza tenemos: una esperanza que se hace cada vez más fuerte a medida que aumentan las pruebas y las aflicciones. Demostrad ahora vuestra confianza en Aquel que dio su vida por vosotros. Agradece a Dios, María, porque esta leve tribulación momentánea produce en ti un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Tú sabes en quién has creído, y estás persuadida de que él puede guardar lo que le has confiado hasta que venga aquel día. Las pruebas pueden ser severas, pero contempla a Jesús a cada instante, no para luchar sino para descansar en su amor. El cuida de ti. Sabemos que a medida que se intensifican las pruebas, la esperanza se torna cada vez más fuerte. Los rayos del Sol de Justicia deben brillar en tu corazón con su poder sanador. Mira más allá de las nubes hacia el resplandor del Sol de Justicia. Agradece a Dios porque el ancla permanece firme en la tempestad de la prueba. Tenemos un Intercesor sempiterno que defiende nuestros casos individuales delante del Padre. Los gozos de una recompensa eterna han sido comprados a un precio infinito.
Que el Señor os conforte, os fortalezca y os bendiga es mi oración de todos los días. Oh, cuando veamos al Rey en su hermosura, ¡que día de gozo será! Descansaremos en las abundantes promesas de Dios. El nunca nos fallará, sino que será para nosotros una ayuda constante en todo momento de necesidad.--Carta 77, 1890.
QUERIDO GUILLERMO, Estoy ansiosa por todos vosotros, y especialmente por la querida María. Oro por ella todos los días y también todas las noches, y sé que el Señor la tiene en la palma de su mano. María, puedes decir ahora con toda confianza: "Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día". 2 Timoteo 1:12.
No tengo ninguna duda ni incredulidad con referencia al caso de María. El Señor la ama. "Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos". Salmos 116:15. María puede decir juntamente con Pablo: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida". 2 Timoteo 4:7, 8.
¿Qué haríamos sin un Salvador en el momento de prueba para el alma? Nos rodean los ángeles ministradores para darnos a beber del agua de vida a fin de refrescar nuestras almas en los momentos finales de la vida. Aquel que es la resurrección y la vida ha prometido que levantará del sepulcro y llevará con él a los que duerman en Jesús. La trompeta resonará, y los muertos despertarán a la vida, para no volver a morir. La mañana eterna ha llegado hasta ellos, porque en la ciudad de Dios no habrá más noche.
María ha luchado valerosamente en medio de las tentaciones y las pruebas; ha hecho todo lo que ha podido. Ha cumplido su parte por la gracia de Cristo al modelar el carácter de otras personas mediante sus palabras y sus obras. Muere en la fe, pero sus obras la sobreviven.--Carta 78, 1890.
Mensaje de simpatía y esperanza para una fiel ayudante
QUERIDA HNA. MARIANA DAVIS, Me gustaría estar en casa, pero no es seguro a qué reuniones consentiré en ir; por lo tanto haremos lo mejor posible...
Estoy pidiendo al Señor que la fortalezca. Esperamos que haya mejorado. Aférrese al Señor y ponga su mano en la de Cristo...
Mariana, Ud. no debe desanimarse. Su caso está en las manos del Señor, y en lo que se refiere a su tratamiento, Ud. ahora debe dejar que el Dr. A y el Dr. B hagan lo que haya que hacer. Tenemos otros libros para encomendarle cuando Ud. haya sanado. Esfuércese por comer, aunque ello le cause algo de dolor. Cuanto más tiempo permanezca sin comer, tanto más débil se tornará... Podemos preguntar: ¿Cómo puede el Señor necesitarnos? ¿No es nuestro Dios todopoderoso? ¿No confiará Ud. en su poder? Ningún ser viviente puede ayudarle como el Señor Jesús podría. Confíe en él. El la cuidará.--Carta 378, 1904.
QUERIDA HNA. MARIANA DAVIS, No albergue ningún pensamiento ansioso. Siento mucho que esté tan enferma, pero haga todo lo posible por recuperar su salud. Haré arreglos para que se paguen todas las cuentas de la enfermedad. No me siento bien, y puedo viajar tan sólo corta distancia en el coche. No me atrevo a realizar viajes largos en los carruajes. Mientras yo viva y Ud. viva, mi hogar estará a su disposición...
Mariana, durante casi todo el tiempo que he estado afuera no he sentido deseos de comer, pero no me atrevo a dejar de comer porque entonces no podría hacer nada. He comido aunque sin ganas, a fin de seguir viviendo. Desde que llegué a este lugar he sentido deseos de comer. Confío en Dios y ruego por Ud. y por mí. No debemos tener ansiedades ni preocupaciones excesivas. Tan sólo confíe en el Señor. Todo lo que necesitamos Ud. y yo, es creer en Aquel que puede salvar a todos los que acuden a él y confían en él. "Aférrate firmemente a mi mano", nos dice Jesús a Ud. y a mí. Se la anima para que piense correctamente acerca de Cristo nuestro Salvador: su Salvador y mi Salvador. Ud. ha sentido gozo cada vez que ha tenido la oportunidad de hacer todo lo posible para promover su gloria, y Ud. será llevada a la ciudad de Dios cuando resuene la última trompeta de Dios, y seamos recibidos con gozo genuino.
Mariana, Ud. ha colaborado conmigo para poner la buena doctrina en estrecho contacto con las almas humanas, para que obtuviesen inspiración y manifestasen una conducta consecuente. "La forma de las sanas palabras" ha de estimarse más valiosa que el oro y la plata y que toda atracción terrenal. Ud. ha amado la verdad. Ha sentido intensamente el gran descuido de que ha sido objeto nuestro Señor y Salvador. ¡Cuán bueno es tener los mismos pensamientos que Dios! Ud. ha anhelado esto. No existe ninguna otra influencia salvadora para el hombre aparte de la verdad de Dios.
"Bendice, alma mía a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre". Salmos 103:1. Le ruego que tanto Ud. como yo tengamos cada día un servicio de acción de gracias. ¿Acaso no lo debemos a Aquel que ha conservado su vida todos estos años en respuesta a la oración de fe? Póngase en sus manos en su debilidad, y confíe plenamente en él. Adoptemos la Palabra de Dios como la gran regla para nuestras vidas, y como la panacea celestial al alcance de nuestra mano. Hemos procurado, Ud. y yo trabajando unidas, presentar a la gente la doctrina verdadera, acompañada de santidad, misericordia, verdad y amor. Hemos procurado presentarla con sencillez, a fin de que la gente recibiese el amor y la santidad unidos, lo cual constituye sencillamente el cristianismo en el corazón. Hemos hecho todo lo que podíamos a fin de presentar el cristianismo como la corona y la gloria de la vida del hombre aquí en este mundo, como preparación para entrar en la ciudad de Dios y llegar a ser sus redimidos preciosos y amados en las mansiones que ha ido a preparar para nosotros. Entonces, alabemos al Señor. Alabémoslo a él.
Mariana, tenga la bondad de comer, porque su médico terrenal desea que Ud. coma, y el gran Médico Misionero también quiere que Ud. coma; y la Hna. [N. J.] Nelson conseguirá cualquier cosa que Ud. pida. Nadie se alegrará más que yo si se le conserva la vida para continuar trabajando; pero si ha llegado el momento cuando Ud. o yo debemos dormir en Jesús, no debemos acortar la vida rehusando el alimento que el organismo debe recibir. Ahora, querida mía, Ud. debe comer, sea que desee hacerlo o no, y en esa forma debe contribuir con su parte para obtener mejoría. Haga lo mejor que pueda para recuperarse, y luego si al Señor le place llevarla al descanso, Ud. habrá hecho su parte. Aprecio su trabajo. Alabe al Señor, Mariana, porque Jesús, el Gran Médico, puede sanarla. Reciba mi aprecio.--Carta 379, 1904.
QUERIDA HNA. MARIANA, Me preocupo constantemente de su caso, y me aflige que tenga pensamientos perturbadores. Quisiera reconfortarla si eso estuviera a mi alcance. ¿No ha sido Jesús, el precioso Salvador, tantas veces de ayuda en momentos de necesidad? No contriste el Espíritu Santo, sino que deje de preocuparse. Esto es lo que Ud. ha dicho muchas veces a otros. Permita que la consuelen las palabras de los que no están enfermos como Ud. lo está. Mi oración es que el Señor la ayude.
Si es la voluntad del Señor que Ud. muera, debería considerar que es su privilegio encomendar todo su ser, cuerpo, alma y espíritu, a las manos de un Dios justo y misericordioso. El no tiene sentimientos de condenación, como Ud. imagina. Quiero que deje de pensar en que el Señor no la ama. Encomiéndese sin reservas a las misericordiosas provisiones que él ha hecho. El espera que Ud. escuche su invitación... Ud. no necesita pensar que ha hecho cosa alguna que inducirá a Dios a tratarla severamente. Yo sé por qué lo digo. Tan sólo confíe en su amor y crea en su palabra... Ni la sospecha ni la desconfianza deberían posesionarse de nuestra mente. Ningún temor acerca de la grandeza de Dios debería confundir nuestra fe. Que Dios nos ayude a humillarnos con mansedumbre y sencillez. Cristo depuso su ropaje real y su corona regia, a fin de asociarse con la humanidad, y demostrar que los seres humanos pueden llegar a ser perfectos. Ataviado con el ropaje de la misericordia, él vivió una vida perfecta en nuestro mundo, para mostrarnos su amor. El ha llevado a cabo aquello que debería tornar imposible el no creer en él. Descendió de su elevada posición en la corte celestial para tomar sobre sí la naturaleza humana. Su vida es un ejemplo de lo que deberían ser las nuestras. Para que el temor a la grandeza de Dios no borrara nuestra creencia en el amor de Dios, Cristo se convirtió en varón de dolores, experimentado en quebrantos. Si el ser humano le entrega el corazón, éste se convertirá en un arpa sagrada que producirá música sacra.--Carta 365, 1904.
QUERIDA HNA. MARIANA, Oramos para que se le conserve la vida hasta que podamos encontrarnos una vez más; pero tal vez Ud. no morirá, sino que vivirá...
Mire a Jesús. Confíe en Jesús, ya sea que viva o muera. El es su Redentor. El es el que nos da la vida. Si duerme en Jesús, él la levantará del sepulcro para darle la gloriosa inmortalidad. Que él le proporcione paz, consuelo, esperanza y gozo, de aquí en adelante.
Confíe plenamente en Jesús. El no la dejará ni la abandonará. El dice: Te tengo esculpida en las palmas de mis manos. Mariana, si Ud. muere antes que yo, nos reconoceremos mutuamente allá. Veremos como somos vistas y conoceremos como somos conocidas. Tan sólo deje que la paz de Cristo inunde su alma. Sea fiel en su esperanza, porque él es fiel en su promesa. Coloque su pobre mano nerviosa en su mano firme, y deje que él la sostenga y la fortalezca, que la alegre y la reconforte. Ahora me prepararé para salir de este lugar. ¡Oh, cómo quisiera estar con Ud. en este momento! Con todo cariño.--Carta 382, 1904.
Mensajes a otras personas que pronto moririán
Podemos simpatizar con Ud. aunque estemos alejados. Quiero decirle: No abandone la esperanza, sino que aférrese a la promesa: "Pedid, y se os dará". Lucas 11:9. Sin embargo, no se desanime si Aquel que puede sanar, que conoce el fin desde el principio, permite que uno de sus hijos muera, para despertarlo en la mañana de la resurrección. Diga: "No se haga mi voluntad sino la tuya"... Si su esposa cae bajo los golpes de la aflicción, recuerde que hay una vida futura. La trompeta final llamará a todos los que hayan recibido a Cristo, que hayan creído en él y confiado en él para obtener salvación.
Mi querida Hna., oraremos por Ud. Cuente con nuestra simpatía. Presentaremos su caso al Gran Médico. Entiendo que ya ha sido hecho esto. Aférrese a la mano de Aquel que puede bendecir y sanar si ve que eso es para su bien presente y eterno. Y ahora, mi hermano y hermana, mientras ambos estáis vivos, aprovechad este tiempo precioso para apoderaros por la fe de las valiosas promesas de la Palabra de Dios. Estoy agradecida porque ambos os presentáis como humildes buscadores del perdón de vuestros pecados. Este es vuestro privilegio. No seáis incrédulos.
Nuestro precioso Salvador ha dado su vida por los pecados del mundo, y ha prometido salvar a todos los que acudan a él. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Juan 3:16. Estas son las condiciones para obtener la vida eterna. Cumplid con ellas y vuestra esperanza será segura, ya sea que viváis o muráis. Confiad en el Redentor que salva a las almas. Echad sobre él vuestra alma desvalida, y él la aceptará, la bendecirá y la salvará. Tan sólo creed. Recibidlo de todo corazón, y sabed que él desea que ganéis la corona de la vida. Que ésta sea vuestra petición más grande y más fervorosa. Entregaos por completo, y él os limpiará de toda contaminación, y os convertirá en vasos para honra. Podéis ser emblanquecidos en la sangre del Cordero. Así ganaréis la victoria... Manteneos firmes en la fe.--Carta 45, 1905.
Palabras para un ministro que moría de cáncer
No lo olvidamos; lo recordamos en nuestras oraciones en el culto de la familia. Permanezco despierta por las noches orando al Señor por Ud.
Oh, me siento tan triste por Ud. Continuaré orando para que reciba la bendición de Dios. El no lo dejará sin consuelo. Este mundo importa poco, pero mis queridos hermano y hermana, Jesús dice: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá". Mateo 7:7. Ruego para que esta promesa se cumpla para vosotros...
Hermano mío, una noche me pareció estar inclinada sobre Ud., diciéndole: "Tan solo un poquito más, tan sólo un poco más de dolor, unas pocas horas más de sufrimiento, y luego el descanso, el bendito descanso. Ud., particularmente, encontrará paz. Toda la humanidad debe ser probada. Todos debemos beber la copa y recibir el bautismo de aflicción. Pero Cristo probó la muerte más cruel en beneficio de cada ser humano. El sabe cómo compadecerse y simpatizar. Tan sólo descanse en sus brazos; él lo ama y lo ha redimido con su amor eterno. Sea fiel hasta la muerte, y recibirá la corona de la vida.
"Todos los que vivan en nuestro mundo de aquí en adelante conocerán el significado de las pruebas. Sé que Dios le proporcionará gracia y que no lo olvidará. Recuerde la promesa de Dios: 'Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen'. Apocalipsis 14:13. Tenga buen ánimo. Estaría ahora con Ud. si pudiera, pero nos encontraremos en la mañana de la resurrección"...
También hablaba palabras de consuelo a la Hna. C. La estaba animando, y la habitación parecía estar llena de ángeles de Dios. Que Uds. dos tengan buen ánimo. El Señor no los olvidará ni los dejará.--Carta 312, 1906.