Mensajes Selectos, Tomo 2

Capítulo 29

El empleo de remedios

Para aliviar el dolor y restaurar la salud

Empléense todos los medios.--Hacer uso de los medios curativos que Dios ha suministrado para aliviar el dolor y para ayudar a la naturaleza en su obra restauradora no es negar nuestra fe. No lo es tampoco el cooperar con Dios y ponernos en la condición más favorable para recuperar la salud. Dios nos ha facultado para que conozcamos las leyes de la vida. Este conocimiento ha sido puesto a nuestro alcance para que lo usemos. Debemos aprovechar toda facilidad para la restauración de la salud, sacando todas las ventajas posibles y trabajando en armonía con las leyes naturales.--El Ministerio de Curación, 231, 232 (1905).

Utilicemos los medios a nuestro alcance.--Su idea según la cual no habría que utilizar remedios para los enfermos, constituye un error. Dios no sana a los enfermos sin la ayuda de los medios de curación que están al alcance del hombre, o cuando los hombres rehúsan recibir el beneficio de los remedios sencillos que Dios ha provisto en el aire puro y en el agua.

Había médicos en los días de Cristo y de los apóstoles. A Lucas se lo llama el médico amado. El confiaba en el Señor para recibir habilidad en la aplicación de los remedios.

Cuando el Señor le dijo a Ezequías que prolongaría su vida durante quince años, y como señal de que cumpliría su promesa hizo que el sol retrocediera diez grados, ¿por qué no ejerció su poder restaurador directamente sobre el rey? Le indicó que aplicase una pasta de higos sobre su llaga, y ese remedio natural, que tenía la bendición de Dios, lo sanó. El Dios de la naturaleza instruye al instrumento humano para que utilice ahora los remedios naturales.

Podría seguir escribiendo indefinidamente sobre este asunto, hermano mío, pero voy a terminar refiriendo algunos pocos casos. [Luego sigue el relato de dos casos que se refieren al uso del carbón. Véase el capítulo 30.]

Todas estas cosas nos enseñan que debemos ser extremadamente cuidadosos para no aceptar ideas e impresiones radicales. Debo respetar sus ideas concernientes a la medicación a base de drogas; pero aun en esto Ud. no siempre debe dar a conocer a sus pacientes que descarta completamente las drogas, hasta que adquieran más conocimiento sobre ese tema. Con frecuencia Ud. se coloca en una posición que perjudica su influencia y no proporciona ningún bien, al expresar todas sus convicciones. De este modo Ud. se aísla del pueblo. Ud. debería modificar sus intensos prejuicios. Carta 182, 1899[A un obrero de ultramar].

Los remedios de Dios.--Hay muchas maneras de practicar el arte de sanar; pero hay una sola que el cielo aprueba. Los remedios de Dios son los simples agentes de la naturaleza, que no recargarán ni debilitarán el organismo por la fuerza de sus propiedades. El aire puro y el agua, el aseo y la debida alimentación, la pureza en la vida y una firme confianza en Dios, son remedios por cuya falta están muriendo millares; sin embargo estos remedios están pasando de moda porque su uso hábil requiere un trabajo que la gente no aprecia. El aire puro, el ejercicio, el agua pura y un ambiente limpio y amable, están al alcance de todos con poco costo; mientras que las drogas son costosas, tanto en recursos como en el efecto que producen sobre el organismo.--Joyas de los Testimonios 2:142, 143 (1885).

El empleo de remedios sencillos.--La naturaleza requiere cierta ayuda para restituir las cosas a su condición debida, y esa ayuda puede encontrarse en los remedios más sencillos, especialmente en los remedios proporcionados por la misma naturaleza: el aire puro y el conocimiento de la forma debida de respirar; el agua pura, y el conocimiento del método correcto de aplicarla; abundancia de sol en todas las habitaciones de la casa, si tal cosa es posible, y el conocimiento acertado acerca de las ventajas que pueden obtenerse con su uso. Todos éstos son medios poderosos y eficaces, y el paciente que ha obtenido conocimiento acerca de la forma de comer y vestirse saludablemente, puede vivir con bienestar, paz y salud; y no se verá obligado a ingerir drogas, las cuales en lugar de ayudar a la naturaleza, paralizarán sus poderes. Si los enfermos y los que sufren tan sólo obraran perseverantemente en la forma que saben que deberían hacerlo en lo que atañe a vivir de acuerdo con los principios de la reforma pro salud, entonces en nueve de cada diez casos sanarían de sus padecimientos. Medical Ministry, 223, 224 [Manuscrito 22, 1887].

Remedios del mundo natural

Tratamientos a base de agua y de hierbas sencillas.--El Señor nos ha enseñado que el empleo del agua es muy eficaz para curar. Estos tratamientos deberían darse hábilmente. Se nos ha instruido para que descartemos el uso de drogas en nuestros tratamientos administrados a los enfermos. Hay hierbas sencillas que pueden emplearse para la restauración de los enfermos, cuyo efecto sobre el organismo es muy diferente del efecto de las drogas que envenenan la sangre y ponen en peligro la vida (Manuscrito 73, 1908 [Manuscrito titulado "Consejos repetidos"]).

Como remedios que limpian el organismo.--Cristo nunca sembró la semilla de la muerte en el organismo. Satanás fue quien la sembró cuando tentó a Adán a que comiese del árbol del conocimiento, lo cual significaba desobediencia a Dios. Ninguna planta tóxica fue colocada en el gran huerto del Señor, pero después que Adán y Eva pecaron, comenzaron a surgir hierbas ponzoñosas. En la parábola del sembrador se formuló esta pregunta al padre de familia: "¿No sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?" El padre de familia contestó: "Un enemigo ha hecho esto". Mateo 13:27, 28. Toda la cizaña es sembrada por el maligno. Toda hierba perniciosa es de su siembra, y mediante sus ingeniosos métodos de cruzamiento ha corrompido la tierra con cizaña.

Entonces, ¿continuarán los médicos utilizando las drogas, que dejan un mal mortífero en el organismo y destruyen esa vida que Cristo vino a restaurar? Los remedios de Cristo limpian el organismo. Pero Satanás ha tentado al hombre para que introduzca en el organismo lo que debilita la maquinaria humana, lo que atasca y destruye el delicado y hermoso orden establecido por Dios. Las drogas administradas a los enfermos no restauran sino que destruyen. Las drogas nunca curan. En cambio colocan en el organismo semillas que producen una cosecha amarguísima...

Nuestro Salvador es el restaurador de la imagen moral de Dios en el hombre. Ha puesto en el mundo natural remedios para los males humanos, a fin de que sus seguidores tengan vida en abundancia. Podemos descartar con seguridad las mixturas que el hombre ha utilizado en el pasado. El Señor ha proporcionado antídotos contra las enfermedades por medio de plantas sencillas, y éstos pueden utilizarse por fe, y sin abdicar por ello de la fe; porque al utilizar las bendiciones provistas por Dios para nuestro beneficio estamos colaborando con él. Podemos emplear el agua, el sol y las hierbas que él ha hecho crecer, a fin de curar las enfermedades producidas por indiscreción o accidente. No manifestamos una falta de fe cuando pedimos a Dios que bendiga sus remedios. La verdadera fe agradecerá a Dios por el conocimiento acerca de cómo utilizar estas preciosas bendiciones en una forma que restaure el vigor mental y físico.

El cuerpo debe ser cuidado esmeradamente, y en esto el Señor pide la cooperación de los instrumentos humanos. El hombre puede adquirir conocimiento acerca del tratamiento y el uso del cerebro, de los huesos y los músculos. La mejor experiencia que podamos obtener consiste en conocernos a nosotros mismos (Manuscrito 65, 1899 [Manuscrito General]).

Todos deberían saber que hacer por sí mismos

Su pregunta es: ... "En casos urgentes ¿deberíamos llamar a un médico mundano debido a que los médicos del hospital están tan ocupados que no disponen de tiempo para dedicar a los pacientes de afuera?"... Si los médicos están tan ocupados que no pueden tratar a los enfermos fuera de la institución, sería más conveniente que todos se educasen en el uso de remedios sencillos, que arriesgarse a emplear drogas que se expenden con nombres muy largos para ocultar sus verdaderas cualidades. Nadie necesita ignorar los remedios de Dios: fomentos con agua caliente y compresas de agua caliente y fría. Es importante familiarizarse con el beneficio de una dieta en caso de enfermedad. Todos deberían saber qué hacer por sí mismos. Pueden llamar a alguien que entienda de enfermería, pero cada uno debería tener un conocimiento cabal de la morada en que vive. Todos deberían saber qué hacer en caso de enfermedad.

Si yo estuviera enferma, no estaría más dispuesta a llamar a un médico practicante de la medicina en general de lo que estaría a llamar a un abogado. No tocaría sus remedios secretos, a los que dan nombres en latín. Estoy decidida a saber, en claro inglés, el nombre de cada cosa que introduzca en mi organismo.

Los que convierten la ingestión de drogas en una práctica, pecan contra su inteligencia y ponen en peligro toda su vida futura. Hay hierbas que son inofensivas, cuyo uso ayudará a superar muchas dificultades aparentemente serias. Pero si todos se preocupasen de tener un conocimiento aceptable de sus necesidades corporales, la enfermedad sería rara en vez de ser tan común. Una onza de prevención vale más que una libra de cura (Manuscrito 86, 1897 [Manuscrito General, "Los principios de la reforma pro salud", escrito en Cooranbong, Australia]).

Remedios sencillos en el programa del sanatorio

He recibido abundante instrucción concerniente a la ubicación de los sanatorios. Deberían distar unos pocos kilómetros de las ciudades grandes. Deberían adquirirse los terrenos necesarios. Habría que cultivar frutas y verduras, y los pacientes deberían ser estimulados para que trabajen al aire libre. Muchas personas que sufren de enfermedades pulmonares podrían curarse si vivieran en un clima donde pudieran estar al aire libre la mayor parte del año. Muchos que han muerto de consunción podrían haber vivido si hubieran respirado más aire puro. El aire fresco del exterior constituye una medicina sanadora, y no produce efectos posteriores perjudiciales...

Habría sido mejor que las drogas se hubiesen mantenido desde el principio fuera de nuestros sanatorios, y que se hubiesen utilizado los remedios sencillos como el agua pura, el aire puro, el sol y algunas de las hierbas sencillas que crecen en el campo. Estos serían tan eficaces como las drogas que se utilizan con nombres misteriosos, mixturadas por la ciencia humana. Y no producirían efectos perjudiciales posteriores en el organismo.

Miles de personas afligidas por la enfermedad podrían recuperar su salud si, en lugar de depender de la farmacia para conservar su vida, descartasen todas las drogas, y viviesen con sencillez, sin utilizar té, café, licor ni especias, que irritan el estómago y lo dejan débil e incapaz de digerir sin la ayuda de estimulantes aun los alimentos más sencillos. El Señor quiere hacer brillar su luz con toda claridad para todos los que son enfermizos y están débiles (Manuscrito 115, 1903 [Manuscrito General concerniente a la obra de los sanatorios]).