Mensajes Selectos, Tomo 2

Capítulo 30

Cómo utilizó E. G. de White los recursos medicinales

[Elena G. de White habla repetidamente de los remedios sencillos, y explica con claridad a qué se refiere: el aire puro, el sol, la abstinencia, el reposo, el ejercicio, un régimen de alimentación adecuado, el empleo del agua y la confianza en el poder divino. (Véase la pp. 329 y El Ministerio de Curación, 89.) En adición a esto la Sra. White, en unas pocas ocasiones, se refirió en su correspondencia personal a ciertas medicaciones sencillas que ella conocía y utilizaba; cualquiera de esos remedios era mencionado generalmente una sola vez. También se refiere en su correspondencia a unas pocas situaciones de emergencia que la indujeron a utilizar remedios que no usaría a no ser en una crisis.

El lector debe tener en cuenta cuatro puntos al evaluar estas referencias a ciertos medicamentos:

1. Las páginas siguientes registran las declaraciones significativas en las que la Sra. White menciona medicaciones específicas de naturaleza sencilla, hasta donde se conocían esas declaraciones en el momento cuando se hizo esta compilación.

2. Se requiere muy poco espacio para publicar estas declaraciones--unas once páginas--, mientras que necesita más de dos mil páginas la presentación abarcante de los consejos acerca de la salud, tales como aparecen en los libros de E. G. de White.

3. La Sra. White escribió numerosísimos artículos y libros durante cincuenta años acerca del tema de la salud y del cuidado de los enfermos. Pero es muy interesante y significativo el hecho de que, con la excepción de una breve mención de la "masa de higos" para la llaga de Ezequías, y una alusión pasajera al uso ineficaz de "hierbas sencillas" en la enfermedad de uno de sus hijos (véase Spiritual Gifts 2:104), no hizo ninguna otra referencia al uso medicinal de las hierbas ni a otros medicamentos específicos sencillos en ninguna de sus declaraciones publicadas. Para decir lo menos, este hecho no permite arribar a la conclusión de que el empleo de las hierbas es de primera importancia en el programa de la reforma pro salud que ella estableció en una forma tan completa.

4. La Sra. White en ninguna parte declara, al analizar tales medicamentos sencillos, que posteriormente no podrían encontrarse otros medicamentos más eficaces.

Debido a que algunas personas creen que los escritos de la Sra. White no sólo respaldan el uso de hierbas sino que las colocan como el medio principal para combatir la enfermedad, y debido a que creen que hay una gran abundancia de material no publicado acerca de estos puntos, los fideicomisarios de la Corporación Editorial E. G. de White [Ellen G. White Publications] creen que la publicación de las declaraciones que siguen serán útiles para esclarecer el pensamiento de los feligreses adventistas en este respecto y contribuirá a mantener clara la reputación de la autora. El lector debe actuar con justicia y no atribuir a esas declaraciones mayor significado del que se proponía la autora, quien en sus trabajos publicados ofreció al público en general principios amplios que han de seguirse en el tratamiento de los enfermos.--Los compiladores.]

No puedo testificar en su favor

Después de haber visto tanto daño causado por la administración de drogas, no puedo utilizarlas, y no puedo testificar en su favor. Debo ser fiel a los conocimientos que Dios me ha dado.

Los tratamientos que dábamos durante los primeros días de existencia del sanatorio requerían un trabajo intenso para combatir las enfermedades. No utilizábamos mixturas a base de drogas, sino que seguíamos los métodos establecidos por la higiene. Esta obra fue bendecida por Dios. Fue una obra en la cual los instrumentos humanos podían colaborar con Dios para salvar vidas. No debería introducirse en el organismo humano nada que produzca posteriormente resultados perjudiciales. La razón que se me dio para justificar la existencia de sanatorios en diversas localidades fue: para esparcir conocimientos acerca de este asunto, para practicar tratamientos basados en los principios de la higiene, y para enseñar diversos métodos de tratar a los enfermos.

Me he sentido afligida al enterarme de que se ha instado a muchos alumnos a ir a ________ a fin de recibir instrucción en el uso de las drogas. Los mensajes que he recibido presentan el uso de las drogas en forma muy diferente de como se lo considera en ________ o en el sanatorio. Debemos ser instruidos acerca de estos asuntos. Los nombres intrincados que se dan a los medicamentos se emplean para ocultar las sustancias de que están hechos, de modo que nadie sepa qué se les da como remedio, a menos que consigan un diccionario para encontrar el significado de esos nombres.

El Señor ha dado algunas hierbas sencillas del campo que son beneficiosas en algunos casos; y si se enseñara a cada familia a utilizar esas hierbas en caso de enfermedad, podrían evitarse muchos sufrimientos y no necesitaría llamarse a ningún médico. Estas hierbas sencillas y fuera de moda, usadas inteligentemente, habrían ayudado a recuperarse a muchos enfermos que han muerto por acción de los medicamentos a base de drogas.

Uno de los remedios más benéficos es el carbón pulverizado, colocado en una bolsa y utilizado en fomentaciones. Es un remedio de mucho éxito. Si se lo moja en centinodia [o sanguinaria] hervida, su efecto es mejor aún. He pedido que apliquen este tratamiento en casos cuando el enfermo experimentaba gran dolor, y cuando el médico me había dicho que él pensaba que eso era lo último que podía hacerse antes de la muerte. En tal caso he sugerido la aplicación de carbón y el paciente ha dormido, se ha producido la crisis y finalmente la recuperación. A los alumnos que tenían las manos magulladas e inflamadas les prescribí este remedio sencillo, con perfecto éxito. El veneno de la inflamación fue dominado, se suprimió el dolor y la curación sobrevino rápidamente. La inflamación más severa de los ojos puede aliviarse mediante una cataplasma de carbón, colocada en una bolsa, y puesta en agua caliente o fría, como cuadre mejor a cada caso. Esto obra como un calmante.

Espero que Ud. se ría de esto; pero si yo pudiera darle a este remedio un nombre extraño, conocido solamente por mí, tendría una gran influencia... Pero los remedios más sencillos pueden ayudar a la naturaleza, sin producir efectos perniciosos después de su uso. Carta 82, 1897[Al Dr. J. H. Kellogg].

Cuando se pidió su consejo, recomendó remedios sencillos

Hay muchas hierbas sencillas que nuestras enfermeras podrían utilizar en lugar de las drogas, si comprendieran cuál es su valor, y encontrarían que son muy eficaces. Muchas veces me han pedido consejo acerca de qué debería hacerse en caso de enfermedad o de accidente, y he mencionado algunos de estos remedios sencillos, y han resultado útiles.

En cierta ocasión un médico vino a verme muy afligido. Lo habían llamado para atender a una mujer joven que estaba gravemente enferma. Le había venido fiebre mientras estaba en el congreso campestre, de modo que fue llevada a un edificio de nuestro colegio cerca de Melbourne, Australia. Pero su condición empeoró tanto que se temió que no pudiera vivir. El médico, Dr. Merritt Kellogg, vino a verme y me dijo: "Hna. White, ¿tiene alguna instrucción para mí en este caso? Si no podemos socorrer a nuestra hermana, vivirá tan sólo pocas horas". Repliqué: "Envíe a buscar carbón pulverizado a una herrería, prepare una cataplasma con él y aplíquela al estómago y a los costados". El médico se apresuró a seguir mis instrucciones. Pronto volvió y me dijo: "La enferma experimentó alivio en menos de media hora después de la aplicación de las cataplasmas. Ahora duerme por primera vez en forma natural desde hace días".

He ordenado que se aplique el mismo tratamiento a otros enfermos que experimentaban dolor, y ha proporcionado alivio y ha sido el medio de salvar vidas. Mi madre me había dicho que las mordeduras de serpientes y de otros reptiles, y las picaduras de insectos, a menudo podían neutralizarse mediante el uso de cataplasmas de carbón. Cuando trabajaba en Avondale, Australia, los obreros con frecuencia se herían las manos y las piernas, y esto en muchos casos producía graves inflamaciones a raíz de las cuales los obreros debían abandonar el trabajo por un tiempo. Cierto día, uno vino a verme en esta condición, con la mano en cabestrillo. Estaba muy preocupado porque necesitaban su ayuda para limpiar el terreno. Le dije: "Vaya al lugar donde han estado quemando los troncos y consígame un poco de carbón de eucalipto, pulverícelo, y yo curaré su mano". Lo hicimos así, y a la mañana siguiente informó que el dolor había desaparecido. Pronto estaba en condición de regresar a su trabajo.

Escribo estas cosas para que Ud. sepa que el Señor no nos ha dejado sin instrucciones acerca del uso de remedios sencillos, los cuales, cuando se los utiliza, no dejarán el organismo en la condición debilitada en que con tanta frecuencia lo deja el empleo de drogas. Necesitamos enfermeras bien preparadas que puedan comprender cómo utilizar los remedios sencillos que proporciona la naturaleza para la restauración de la salud, y que puedan enseñar a quienes desconocen las leyes de la salud cómo emplear esos medios curativos sencillos pero eficaces.

Aquel que creó a los seres humanos se interesa en los que sufren. Ha dado las directivas para el establecimiento de nuestros sanatorios y para la edificación de colegios cerca de ellos, a fin de que lleguen a ser medios eficaces para la preparación de hombres y mujeres para la obra de ministrar a la humanidad doliente. No es necesario utilizar drogas en el tratamiento de los enfermos. No debe recomendarse el uso del alcohol o el tabaco bajo ninguna forma, no sea que alguien adquiera el gusto por estas cosas perjudiciales. Carta 90, 1908[A J. A. Burden y a otras personas que desempeñaban cargos en Loma Linda].

Remedios sencillos y seguros

Con respecto a lo que podemos hacer por nosotros mismos, hay un punto que requiere una consideración cuidadosa y concienzuda. Debo conocerme a mí misma, siempre debo aprender cómo cuidar este edificio, el cuerpo que Dios me ha dado, a fin de preservarlo en la mejor condición de salud posible. Debo consumir aquellas cosas que me mantendrán en mejor condición física, y debo cuidar especialmente de vestirme en forma tal que permita una circulación saludable de la sangre. No debo privarme de ejercicio ni de aire. Debo recibir toda la luz del sol que me sea posible obtener.

Debo actuar con sabiduría para llegar a ser un fiel guardián de mi cuerpo. Sería muy imprudente que entrase en una habitación fría cuando estoy transpirando; sería un mayordomo infiel si me sentase en la trayectoria de una corriente de aire, exponiéndome de ese modo a contraer un resfrío. Actuaría insensatamente si me sentara con las manos y los pies fríos, privando de este modo de sangre a las extremidades y congestionando el cerebro o los órganos internos. Siempre debo proteger mis pies de la humedad.

Debo comer regularmente los alimentos más saludables para producir la sangre de mejor calidad, y no debería trabajar con intemperancia si está en mí el poder impedirlo.

Cuando he violado las leyes que Dios ha implantado en mi ser, debo arrepentirme y llevar a cabo una reforma, y colocarme en la condición más favorable bajo el cuidado de los médicos que Dios ha provisto: el aire puro, el agua pura, y la valiosa luz del sol de propiedades curativas.

El agua puede utilizarse en diversas formas para aliviar el sufrimiento. El agua caliente bebida antes de comer (aproximadamente poco menos de medio litro), nunca producirá daño alguno, sino que resultará beneficiosa.

Una taza de té preparada con calamento [calaminta, hierba gatera, Nepeta cataria] tranquilizará los nervios. El té de lúpulo es bueno para inducir el sueño. Las cataplasmas de lúpulo aplicadas sobre el estómago servirán para aliviar el dolor.

Si los ojos están débiles, si están doloridos o inflamados, pueden aplicarse paños de franela suave mojados en agua caliente con sal, con lo cual se producirá alivio rápidamente.

Cuando la cabeza está congestionada, puede obtenerse alivio colocando los pies y las piernas en un baño de agua caliente con un poco de mostaza.

Hay muchos otros remedios sencillos que contribuirán notablemente a restablecer el funcionamiento saludable del cuerpo. El Señor espera que utilicemos estas preparaciones sencillas; pero las necesidades extremas del hombre constituyen las oportunidades de Dios. Si descuidamos de hacer aquello que está al alcance de casi cada familia, y pedimos a Dios que alivie el dolor cuando somos demasiado indolentes para emplear esos remedios dentro de lo posible, estaremos manifestando nada más que presunción. El Señor espera que trabajemos a fin de conseguir alimento. No es su intención que reunamos la cosecha a menos que rompamos los terrones, labremos el suelo y cultivemos el sembrado. Entonces Dios envía la lluvia, el calor del sol y las nubes para hacer prosperar la vegetación. Dios trabaja y el hombre colabora con él. Y así es como llega el tiempo de la siembra y el de la cosecha.

Dios ha hecho crecer hierbas para que el hombre las utilice, y si comprendemos la naturaleza de esas raíces y hierbas, y las empleamos acertadamente, no habrá necesidad de correr con tanta frecuencia en busca del médico, y la gente tendrá mejor salud de la que tiene actualmente. Creo en la conveniencia de pedir la ayuda del Gran Médico cuando hemos utilizado los remedios que he mencionado. Carta 35, 1890[A un obrero en el campo misionero].

Consejo dado al director médico de un nuevo sanatorio

Haga Ud. todo lo posible para perfeccionar la institución, por dentro y por fuera. Asegúrese de que el orden más perfecto reine en todos los departamentos. Que no haya nada que cause una impresión desagradable en las mentes de los pacientes.

Estimule a los pacientes para que vivan en forma saludable y que realicen mucho ejercicio. Esto contribuirá notablemente a restaurarles la salud. Dispónganse asientos bajo la sombra de los árboles, para que los pacientes se sientan animados a pasar mucho tiempo al aire libre. También debería disponerse un lugar protegido por cortinas de lona o mamparas de vidrio, donde los pacientes puedan sentarse a tomar sol sin estar expuestos al viento en el tiempo frío...

El aire fresco y el sol, la alegría fuera y dentro de la institución, las palabras agradables y los actos bondadosos: éstos son los remedios que necesitan los enfermos; y Dios coronará con el éxito sus esfuerzos por proporcionarlos a los pacientes que acuden al sanatorio. Mediante la felicidad, la alegría y las expresiones de simpatía y esperanza manifestadas en su relación con otros, su propia alma se inundará de luz y paz. Y no olvide nunca que la luz de la bendición de Dios vale más que cualquier otra cosa para nosotros.

Enseñe a las enfermeras y a los pacientes el valor de esos recursos útiles para restaurar la salud proporcionados abundantemente por Dios, y la utilidad de las cosas sencillas que se consiguen con facilidad.

Quiero contarle algo acerca de mi experiencia con el carbón como remedio. Es más eficaz que las drogas para cierta forma de indigestión. Un poco de aceite de oliva mezclado con polvo de carbón tiende a limpiar y a sanar. He encontrado que es excelente. En casos de inflamación, hemos utilizado abundantemente carbón de leña de eucalipto pulverizado...

Hay que estudiar y enseñar siempre el uso de los remedios sencillos, y así podemos esperar la bendición especial de Dios que acompaña al uso de estos medios que están al alcance de la gente en general.--Carta 100, 1903.

Otras experiencias con el carbón

Una recuperación rápida.--Un hermano enfermó de disentería hemorrágica e inflamación de los intestinos. No observaba estrictamente la reforma pro salud, sino que se dejaba dominar por sus apetitos. Por entonces nos preparábamos para salir de Texas, donde habíamos estado trabajando durante varios meses, de modo que hicimos acondicionar carruajes para transportar a este hermano y a su familia, y a varios otros que estaban enfermos de malaria. Mi esposo y yo pensamos que era preferible soportar este gasto antes que permitir que murieran esos jefes de familia y dejaran desamparadas a sus esposas y sus hijos.

Dos o tres fueron puestos sobre colchones de elásticos en una galera de andar suave. Pero este hombre que sufría de inflamación de los intestinos, envió a buscarme. Mi esposo y yo decidimos que no sería conveniente moverlo de donde estaba. Se temía que ya se hubiese iniciado un proceso de gangrena. Luego me sobrevino un pensamiento como una comunicación del Señor, según el cual debía tomar carbón pulverizado, ponerle agua y darla a beber al enfermo, y luego colocar cataplasma de carbón sobre el vientre y el estómago. Estábamos como a una milla de la ciudad de Denison, pero el hijo del enfermo fue a una herrería, consiguió carbón, lo pulverizó, y luego lo utilizó de acuerdo con las instrucciones dadas. El resultado fue que en el término de media hora se había producido una reacción favorable. Tuvimos que seguir nuestro viaje y dejar atrás a esta familia; pero cuál no sería nuestra sorpresa al día siguente cuando su galera alcanzó a la nuestra. El enfermo estaba acostado en ella. La bendición de Dios había obrado mediante los recursos sencillos utilizados. Carta 182, 1899[A un obrero del campo misionero. Véase la pp. 329].

Carbón y linaza.--Necesitamos mucho un hospital. El jueves la Hna. Sara McEnterfer fue llamada para ver qué podía hacer por el hijito del Hno. B, de 18 meses de edad. Durante varios días había tenido una hinchazón dolorosa en la rodilla, y se suponía que había sido producida por la picadura de un insecto ponzoñoso. Se le aplicó carbón pulverizado mezclado con linaza, y esta cataplasma produjo un alivio inmediato. El niño había gritado toda la noche a causa del dolor, pero cuando se le aplicó esto, se durmió. Ella ha ido hoy a ver dos veces a la criaturita. Abrió la tumefacción en dos lugares y salió una gran cantidad de pus y de sangre. El niño experimentó alivio de su gran sufrimiento. Agradecemos al Señor porque podemos obtener conocimiento en el empleo de cosas sencillas que están a nuestro alcance para aliviar el dolor y suprimir la causa que lo produce (Manuscrito 68, 1899 [Manuscrito General]).

Otros remedios mencionados

Una cataplasma de higos para Ezequías.--Cuando Ezequías enfermó el profeta de Dios le comunicó que debía morir. El rey clamó al Señor, y el Señor lo oyó y le prometió que se le añadirían quince años de vida. Una palabra de Dios, un toque del dedo divino, hubieran bastado para curar instantáneamente a Ezequías. Pero en lugar de eso, se le ordenó que preparara una cataplasma de higos y la colocara sobre la parte afectada. Se hizo esto y Ezequías sanó. Deberíamos apreciar más de lo que hacemos esta prescripción que el Señor ordenó que se usase (Manuscrito 29, 1911 [Manuscrito General]).

El valor del aceite de eucalipto.--Me apena saber que la Hna. C no está bien de salud. No puedo recomendar para su tos ningún remedio mejor que el eucalipto y la miel. En un vaso de miel colóquense unas pocas gotas de [aceite de] eucalipto, agítese bien y adminístrese cuandoquiera que venga la tos. He tenido considerable dificultad con mi garganta, pero toda vez que uso esto, resuelvo rápidamente el problema. Tengo que utilizarlo sólo unas pocas veces, y la tos desaparece. Si Ud. emplea esta prescripción puede ser su propio médico. Si la primera vez no obtiene curación, pruebe otra vez. El momento mejor para tomarla es antes de acostarse. Carta 348, 1908[A un obrero].

Ya le he hablado del remedio que utilizo cuando sufro de la garganta. En un vaso de miel hervida coloco unas gotas de aceite de eucalipto y los mezclo muy bien. Cuando me viene tos, tomo una cucharadita de esta mixtura y con ello experimento alivio casi inmediatamente. Siempre he utilizado esto con el mejor resultado. Le sugiero que utilice este mismo remedio cuando tenga tos. Esta prescripción puede parecer tan sencilla que Ud. no confía en ella, pero la he probado durante varios años y puedo recomendarla entusiastamente. También puede tomar baños de pie en agua con hojas de eucalipto. Estas hojas tienen excelentes propiedades, y si Ud. lo prueba, encontrará que mis palabras son verdaderas. El aceite de eucalipto es especialmente benéfico en caso de tos y dolores en el pecho y los pulmones. Quiero que pruebe este remedio que es tan sencillo y que no le cuesta nada. Carta 20, 1909[Al obrero aludido en el párrafo anterior].

Arboles con propiedades medicinales.--El Señor me ha instruido en cuanto a muchas cosas. Me ha mostrado que nuestros sanatorios deberían construirse en un terreno tan alto como sea necesario para asegurar los mejores resultados, y que deben rodearse por terrenos extensos y hermosearse con flores y árboles ornamentales.

En cierto lugar se efectuaban los preparativos para limpiar los terrenos donde se construiría un sanatorio. Se me dijo que la fragancia del pino, del cedro y del abeto tenía propiedades salutíferas. Y hay varias otras clases de árboles que tienen propiedades medicinales estimulantes de la salud. No hay que cortar despiadadamente esos árboles... Hay que dejarlos vivir. Carta 95, 1902[A un grupo de obreros del sur de los EE. UU.].

"Las hierbas para preparar mi infusión".--No necesitamos ir a la China por nuestro té, o a Java por nuestro café. Algunos han dicho: "La Hna. White usa té, y lo tiene en su casa"; y dicen también que lo ha dado a beber a otros. No han dicho la verdad, porque yo no lo uso, ni tampoco lo tengo en mi casa. Una vez que viajaba en barco enfermé y no podía retener nada en mi estómago, de modo que tomé un poco de té simple como medicina, pero no quiero que ninguno de Uds. vuelva a decir que "la Hna. White usa té". Si vienen a mi casa les mostraré la bolsa que contiene las hierbas para preparar mi infusión. Mandé en busca de trébol rojo a Míchigan, al otro lado de las montañas. En cuanto al café, nunca podría beberlo, de modo que las personas que informaron que la Hna. White bebe café cometieron un error (Manuscrito 3, 1888 [Sermón predicado en Oakland, California]).

Flores de trébol de la primera cosecha.--Tengo que formular un pedido: ¿Podrían sus hijos reunir para mí tanto trébol como el que reunieron el año pasado, o más todavía? Si pudiesen hacerlo, me harían un gran favor. No puedo conseguirlo aquí. No tenemos trébol. Es preferible que sea de la primera cosecha, pero si esta carta llega demasiado tarde, que lo reúnan de la segunda cosecha. Carta 1, 1872[A una familia de Míchigan].

El té usado como medicina pero no como bebida.--No uso té, ya sea verde o negro. Ni una cucharada de él ha pasado por mis labios durante muchos años, a no ser una vez cuando viajaba en el mar y tuve que tomarlo como medicina porque estaba enferma y vomitaba. En tales circunstancias puede ofrecer un oportuno alivio. No usé té cuando Ud. estaba con nosotros. Siempre he utilizado flores de trébol rojo, como le he dicho. Le ofrecí esta bebida y le dije que era agradable, sencilla y sana...

No he comprado ni un centavo de té durante años. Puesto que conozco los resultados que produce no me atrevería a emplearlo, a no ser en caso de vómito severo, cuando lo tomo como una medicina, pero no como bebida...

No predico una cosa y practico otra. No presento a mis oyentes reglas de vida para que las sigan mientras yo hago excepciones en mi propio caso...

No puede culpárseme de beber té, a no ser té de flores de trébol rojo, y si me gustara el vino, el té y el café, no utilizaría esos narcóticos destructores de la salud, porque aprecio la salud y valoro un ejemplo saludable en todas estas cosas. Quiero ser un ejemplo de temperancia y de buenas obras para los demás. Carta 12, 1888[A un ministro de la costa occidental de los EE. UU.].

El café como medicina.--Que yo sepa, no he bebido una taza de café genuino durante veinte años; solamente, como he dicho, durante mi enfermedad bebí, como medicina, una taza de café bien cargado y mezclado con un huevo crudo. Carta 20, 1882[A unos amigos].

Jugo de uva y huevos.--Se me ha dicho que Ud. está dañando su cuerpo porque tiene un régimen de alimentación empobrecido... Lo que lo ha hecho sufrir tanto es la falta de un alimento apropiado. Ud. no ha tomado el alimento indispensable para nutrir sus débiles fuerzas físicas. No debe privarse de alimento bueno y sano... Consiga huevos de gallinas sanas. Utilícelos cocidos o crudos. Mézclelos con el mejor vino sin fermentar que pueda conseguir. Esto le proporcionará a su organismo lo que necesita... Los huevos contienen propiedades que son de valor medicinal para contrarrestar los venenos. Counsels on Diet and Foods, 203, 204 [Al Dr. D. H. Kress, 1901].

Aprobación de procedimientos médicos progresistas

Transfusión de sangre.--Hay una cosa que ha salvado vidas: la transfusión de sangre de una persona a otra; pero puede ser difícil y tal vez imposible que Ud. pueda hacerla. Tan sólo la sugiero. Medical Ministry, 286, 287 [Al Dr. D. H. Kress].

La vacunación.--[Véase la nota de pie de página.]

Tratamiento con rayos X en Loma Linda.--Durante varias semanas recibí tratamientos con rayos X para la mancha negra que tenía en la frente. En total fueron veintitrés aplicaciones que hicieron desaparecer completamente la mancha. Estoy muy agradecida por esto Carta 30, 1911[A su hijo J. E. White].