Mensajes Selectos, Tomo 2

Capítulo 38

Acerca de la cuestión militar

La guerra en los tiempos del Antiguo Testamento

El señor le ordenó a Moisés que persiguiera a los madianitas y los destruyera, porque habían perturbado a Israel con sus tretas, mediante las cuales lo habían inducido a transgredir los mandamientos de Dios.

El Señor le ordenó a Moisés que vengase a los hijos de Israel de los madianitas, después de lo cual sería recogido a su pueblo. Moisés ordenó a sus guerreros que se preparasen para luchar contra los madianitas. Y lucharon contra ellos tal como el Señor había mandado, y mataron a los varones pero llevaron cautivas a las mujeres y los niños. Balaam fue muerto junto con los madianitas. "Y salieron Moisés y el sacerdote Eleazar, y todos los príncipes de la congregación, a recibirlos fuera del campamento. Y se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de centenas que volvían de la guerra, y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres? He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-peor, por lo cual hubo mortandad en la congregación de Jehová". Números 31:13-16.

Moisés ordenó a los guerreros que destruyesen a las mujeres y los varoncitos. Balaam había vendido a los israelitas por una recompensa, de modo que pereció con el pueblo cuyo favor había conseguido por el precio del sacrificio de 24 mil israelitas.

Muchos consideran que el Señor fue cruel al requerir que su pueblo guerreara contra otras naciones. Afirman que tal cosa es contraria a su carácter benevolente. Pero Aquel que hizo el mundo y formó al hombre para que morara sobre la tierra, ejerce un control ilimitado sobre la obra de sus manos, tiene el derecho de hacer como le plazca y lo que él quiera con la obra de sus manos. El hombre no tiene derecho de decir a su Hacedor: ¿Por qué haces tú esto? No hay injusticia en su carácter. El es el Gobernante del mundo, y una gran parte de sus súbditos se han rebelado contra su autoridad y han pisoteado su ley. Los había bendecido abundantemente y los había rodeado de todo lo que necesitaban, y sin embargo ellos se habían postrado delante de ídolos de madera y de piedra, de plata y de oro, que habían confeccionado con sus propias manos. Habían enseñado a sus hijos que ésos eran los dioses que les habían dado vida y salud, que habían hecho fructificar sus tierras y les habían proporcionado riquezas y honores. Se habían burlado del Dios de Israel. Habían despreciado a su pueblo porque sus obras eran justas. "Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables". Salmos 14:1. Dios los soportó hasta que colmaron la medida de su iniquidad, después de lo cual envió sobre ellos una rápida destrucción. Empleó a su pueblo como el instrumento de su ira para castigar a las naciones impías que los habían perseguido y hecho caer en la idolatría.

Se me mostró una escena familiar. Una parte de los hijos parece ansiosa de conocer y obedecer los requerimientos del padre, mientras los demás pisotean su autoridad y parecen complacerse en el desprecio del gobierno de su familia. Comparten los beneficios de la casa paterna y participan constantemente de su abundancia. Dependen por entero de él, y sin embargo no son agradecidos sino que se muestran orgullosos, como si todos los favores que reciben de su padre indulgente fueran obtenidos por ellos mismos. El padre advierte todos los actos irrespetuosos de sus hijos desobedientes y desagradecidos, y sin embargo los soporta.

Con el tiempo esos hijos rebeldes avanzan un paso más, y procuran inducir a rebelión a los miembros de la familia de su padre que hasta ese momento han permanecido fieles. Entonces se pone en acción toda la dignidad y la autoridad del padre, y éste expulsa de la casa a sus hijos rebeldes, quienes no sólo abusaron de su amor y de sus favores, sino que también procuraron sublevar a los pocos que habían permanecido fieles a las leyes juiciosas del hogar paterno.

Por amor a los pocos que permanecen leales, cuya felicidad estuvo expuesta a la influencia sediciosa de los miembros rebeldes de su casa, el padre aleja de su familia a sus hijos desobedientes, mientras que al mismo tiempo se esfuerza por acercar hacia sí mismo a los que han permanecido fieles y leales. Todos aprobarán la conducta sabia y justa de ese padre que castiga severamente a sus hijos desobedientes y rebeldes.

Tal es la forma como Dios ha tratado a sus hijos. Pero el hombre, en su ceguera, pasará por alto las abominaciones de los impíos y no verá la ingratitud y la rebelión continua y los pecados desafiantes de los que pisotean la ley de Dios y desafían su autoridad. No se detienen allí, sino que se jactan de sublevar a su pueblo y de influir en él mediante sus tretas para transgredir y despreciar públicamente los sabios requerimientos de Jehová.

Algunos pueden ver sólo la destrucción de los enemigos de Dios, y consideran que Dios no tiene misericordia y es severo. No contemplan el otro lado. Pero agradezcamos eternamente porque el hombre impulsivo y mudable, con todo su alarde de benevolencia, no es el que dispone los acontecimientos ni quien los controla. "La compasiones de los inicuos son crueles". Proverbios 12:10 (VM).--Spiritual Gifts 4:49-52.

Instrucción acerca del reclutamiento

Ud. pregunta acerca de la conducta que debería seguirse para asegurar el derecho que tiene nuestro pueblo de adorar de acuerdo con los dictados de su propia conciencia. Durante un tiempo he estado muy preocupada por saber si esto constituiría una negación de nuestra fe y una evidencia de que nuestra confianza no estaba plenamente asentada en Dios. Pero he recordado muchas cosas que el Señor me ha mostrado en el pasado concernientes a asuntos de un carácter similar, tales como el reclutamiento y otras cosas. Puedo hablar en el temor de Dios y decir que es correcto que utilicemos todos los recursos que podamos para apartar la presión que se está ejerciendo sobre nuestro pueblo.--Carta 55, 1886.

El servicio militar obligatorio

Acabamos de despedir a tres de nuestros hombres responsables que trabajaban en la oficina, quienes recibieron orden del gobierno de ingresar durante tres semanas en el servicio militar. En la casa editora pasábamos por una importantísima etapa en nuestro trabajo, pero los requerimientos del gobierno no se acomodan a nuestras conveniencias. Exigen que los jóvenes a quienes han aceptado como soldados no descuiden los ejercicios ni la preparación esencial para los soldados. Nos alegró ver que esos hombres con sus uniformes militares habían recibido condecoraciones por su fidelidad en su trabajo. Eran jóvenes dignos de confianza.

No fueron por elección propia, sino porque las leyes de su nación así lo requerían. Los animamos a ser fieles soldados de Cristo. Nuestras oraciones acompañarán a esos jóvenes, para que los ángeles de Dios vayan con ellos y los protejan de toda tentación (Carta no copiada, N0 33, 1886 [Escrita desde Basilea, Suiza, el 2 de septiembre de 1886]).