No debemos avergonzarnos de nuestro nombre
Somos adventistas del séptimo día. ¿Nos avergonzamos de nuestro nombre? Contestamos: "¡No, no! No estamos avergonzados de él. Es el nombre que el Señor nos ha dado. Nos señala la verdad que ha de probar a las iglesias".--Carta 110, 1902.
Somos adventistas del séptimo día y nunca deberíamos avergonzarnos de llevar este nombre. Como un pueblo, debemos colocarnos firmemente de parte de la verdad y la justicia. Así es como glorificaremos a Dios. Debemos ser librados de los peligros y no ser entrampados y corrompidos por ellos. Para que esto sea así, hemos de contemplar a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe.--Carta 106, 1903.
Nuestra señal distintiva
El estandarte del tercer ángel lleva esta inscripción: "Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". Nuestras instituciones han tomado un nombre que expresa el carácter de nuestra fe, y nunca deberíamos avergonzarnos de este nombre. Se me ha mostrado que este nombre significa mucho, y al adoptarlo hemos seguido la luz que nos ha sido dada desde el cielo. El sábado constituye el monumento de Dios que conmemora su obra creadora, y es una señal que debe mantenerse delante del mundo.
No debe haber contemporización con los que adoran un día de reposo idolátrico. No debemos emplear nuestro tiempo en discusiones con los que conocen la verdad y sobre quienes la luz de la verdad ha estado brillando, cuando apartan sus oídos de la verdad para escuchar fábulas. Se me dijo que los hombres utilizarán toda clase de subterfugios para tornar menos prominente la diferencia que existe entre la fe de los adventistas del séptimo día y la de quienes observan el primer día de la semana. Todo el mundo participará en esta controversia; y hay que tener en cuenta que el tiempo es corto. No es éste el momento de arriar nuestros colores.
Me fue presentado un grupo de personas bajo el nombre de adventistas del séptimo día, que aconsejaban que el estandarte o la señal que nos hace un pueblo singular no se hiciera ondear en forma tan destacada; como razón de esto sostenían que no era la mejor política para asegurar el éxito de nuestras instituciones. Pero este estandarte distintivo ha de llevarse por todo el mundo hasta el fin del tiempo de gracia. Juan dice, al describir el pueblo remanente de Dios: "Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús". Apocalipsis 14:12. Esto comprende la ley y el Evangelio. El mundo y las iglesias se están uniendo para transgredir la ley de Dios, para derribar el monumento conmemorativo de Dios y para exaltar un día de reposo que lleva la rúbrica del hombre de pecado. Pero el sábado de Jehová tu Dios ha de ser una señal para mostrar la diferencia que existe entre los obedientes y los desobedientes. Vi que algunos extendían sus manos para quitar el estandarte y oscurecer su significado...
Cuando la gente acepte y enaltezca un día de reposo espurio, y cuando aleje las almas de la obediencia y la lealtad a Dios, alcanzará el punto al que llegó el pueblo en los días de Cristo... ¿Elegirá entonces alguno ocultar su estandarte o disminuir su devoción? El pueblo a quien Dios ha honrado, ha bendecido y ha prosperado, ¿rehusará dar testimonio en favor del monumento de Dios en un tiempo cuando ese testimonio debería darse? ¿No se estimarán más los mandamientos de Dios ahora cuando los hombres desprecian la ley de Dios? (Manuscrito 15, 1896).
El mundo está observando
El pueblo que observa los mandamientos de Dios es descrito por el profeta como "hombres típicos". Zacarías 3:8 (VM). Debemos ser un pueblo diferente del mundo. Los ojos del mundo nos observan, y somos contemplados por muchos a quienes no conocemos. Hay algunos que conocen algo de las doctrinas que pretendemos creer, y éstos advierten el efecto de nuestra fe sobre nuestro carácter. Están esperando ver qué clase de influencia ejercemos, y cómo nos comportamos delante de un mundo sin fe. Los ángeles del cielo nos contemplan. "Hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres". 1 Corintios 4:9.;--The Review and Herald, 18 de junio de 1889.
El futuro del pueblo de Dios
Nuestro pueblo ha sido considerado demasiado insignificante para ser digno de nota, pero ocurrirá un cambio; ahora se están dando los primeros pasos. El mundo cristiano ahora está dando los pasos que pondrán necesariamente de relieve al pueblo que guarda los mandamientos. Diariamente se suprime la verdad de Dios y se la sustituye por las teorías y las doctrinas falsas de origen humano. Se trazan planes y se realizan movimientos destinados a esclavizar las conciencias de los que deseen ser leales a Dios. Los que tienen la facultad de decretar las leyes se opondrán al pueblo de Dios. Cada alma será probada. Ojalá que como pueblo seamos sabios y sepamos impartir esa sabiduría a nuestros hijos. Se investigará cada posición de nuestra fe, y si no somos estudiantes cabales de la Biblia, establecidos firmemente y fortalecidos, la sabiduría de los grandes hombres del mundo será demasiado para nosotros.--Carta 12, 1886.