Jaime White y otros ayudaron--Mientras vivió mi esposo, él actuó como ayudante y consejero en el envío de los mensajes que me eran dados. Viajamos mucho. A veces se me daba luz durante la noche, a veces durante el día delante de grandes congregaciones. La instrucción que recibía en visión era fielmente redactada por mí cuando tenía tiempo y vigor para esa obra. Después examinábamos juntos el asunto. Mi esposo corregía los errores gramaticales y eliminaba repeticiones innecesarias. Entonces era cuidadosamente copiado para las personas a quienes iba dirigido o para el impresor.
A medida que creció la obra, otros me ayudaron en la preparación del material para su publicación. Después de la muerte de mi esposo se unieron a mí fieles ayudantes, los que trabajaron infatigablemente en la obra de copiar los testimonios y preparar artículos para su publicación.
Pero no son verdaderos los informes que han circulado, de que se permitía a cualquiera de mis ayudantes añadir material o cambiar el sentido de los mensajes que escribo. Carta 225, 1906, publicada en 1913 en Writing and Sending Out of the Testimonies for the Church, 4; Mensajes Selectos 1:57.
El sentimiento de incapacidad de Elena G. de White en 1873--Esta mañana estoy considerando francamente mis escritos. Mi esposo está demasiado débil para prepararlos para la impresión, y por lo tanto no haré nada más con ellos en este momento. Yo no soy una persona de letras. No puedo preparar mis propios escritos para la impresión. Hasta que pueda hacerlo, no escribiré más. No es mi deber imponer a otros la carga de mis manuscritos.--Manuscrito 3, 1873 [Diario, enero 10, 1873].
Determinada a desarrollar sus habilidades literarias--Descansamos bien anoche. Este sábado por la mañana se presenta nublado. Mi mente está llegando a conclusiones extrañas. Estoy pensando que debo poner a un lado mis escritos en los cuales me he complacido tanto, y ver si puedo llegar a ser una persona letrada. No soy experta en gramática. Trataré, si el Señor me ayuda a los 45 años de edad, de llegar a ser una mujer versada en la ciencia. Dios me ayudará. Creo que lo hará.--Manuscrito 3, 1873 [Diario, enero 11, 1873].
Un sentido de incapacidad en 1893--Ahora yo debo dejar este tema tan imperfectamente presentado, que temo que interpretéis mal aquello que siento tantos deseos de hacer claro. Ojalá Dios despierte la comprensión, porque yo soy una pobre escritora y no puedo con la pluma o la voz expresar los grandes y profundos misterios de Dios. ¡Oh, orad por vosotros mismos, orad por mí!--Carta 67, 1894.
Refutando errores de cambios en los escritos--Ud. ha visto a mis copistas. Ellos no cambian mi lenguaje. Este queda como yo lo he escrito...
Mi labor en el campo se ha desarrollado desde 1845. Desde entonces he trabajado con la pluma y la voz. La luz que he recibido ha aumentado a medida que la he impartido. Tengo mucho más sobre pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, que presentaré a la gente.--Carta 61a, 1900.
La lectura final de todos los escritos, publicados e inéditos--Sigo siendo tan activa como siempre. No estoy decrépita en el menor sentido. Puedo hacer mucho trabajo, escribiendo y hablando como lo hacía hace años.
Volví a leer todo lo que fue copiado, para ver si está como debe ser. Leí todo el manuscrito del libro antes de mandarlo al impresor. De manera que Ud. puede ver que mi tiempo debe estar muy ocupado. Además de escribir, se me pide que hable en las diferentes iglesias y que asista a importantes reuniones. No podría hacer esta obra a menos que el Señor me ayudara.--Carta 133, 1902.
La obra de Marian Davis
La Srta. Davis es una ayudante fiel--Marian ha estado conmigo durante más o menos 25 años. Era mi principal ayudante en el arreglo del material para mis libros. Ella siempre apreció los escritos como un material sagrado colocado en sus manos, y a menudo me relataba cuánto consuelo y bendición recibía al hacer esta tarea, la cual ha significado para ella salud y vida. Siempre ha manejado los asuntos colocados en sus manos como sagrados. La echaré mucho de menos. ¿Quién ocupará su lugar?--Manuscrito 146, 1904.
Marian es la que compagina los libros--La obra de Marian es de un orden completamente distinto. Ella es la que me compagina [ordena] los libros. Fanny [Bolton]1 nunca me ha compaginado los libros. ¿Cómo se hacen mis libros? Marian no reclama reconocimiento.
Ella hace su trabajo de esta manera: toma mis artículos que han sido publicados en los periódicos, y los pega en libros [hojas] en blanco. También tiene una copia de todas las cartas que escribo. Cuando prepara un capítulo para un libro, Marian recuerda que yo he escrito algo sobre ese punto especial que puede darle más fuerza al asunto. Empieza a buscarlo, y cuando lo encuentra, si ve que da mayor claridad al capítulo, lo añade.
Los libros no son producciones de Marian, sino mi propia producción, recopilados de todos mis escritos. Marian tiene un gran campo del cual seleccionar, y su capacidad para ordenar los asuntos es de gran valor para mí. Me ahorra revisar una gran cantidad de material, lo cual no tengo tiempo de hacer.
De manera que Ud. entiende que Marian me es una ayuda muy valiosa en la preparación de mis libros. Fanny no tiene nada que ver con esta obra. Marian le ha leído a ella algunos capítulos, y Fanny a veces ha hecho sugestiones en cuanto al arreglo del material.
Esta es la diferencia entre las [estas] ayudantas. Como he dicho, a Fanny le hemos prohibido estrictamente cambiar mis palabras por las suyas. Las palabras, como fueron pronunciadas por los agentes celestiales, son severas en su sencillez; y yo trato de poner los pensamientos en un lenguaje tan sencillo que un niño pueda entender cada palabra pronunciada. Las palabras de alguna otra persona no me representan correctamente.
Le he escrito así, con amplitud, para que Ud. pueda entender el asunto. Puede ser que Fanny pretenda haber compaginado [ordenado] mis libros, pero no lo ha hecho. Esta ha sido la ocupación de Marian, y su obra es mucho más avanzada que cualquier trabajo que Fanny haya hecho para mí.--Carta 61a, 1900.
El cuidado de Marian mientras trabajaba en 1899 en Patriarcas y profetas.--Willie [William C. White]2 está en reuniones mañana y tarde, planeando cómo hacer una tarea más eficiente y mejor en la causa de Dios. Nos vemos solamente en la mesa.
Marian suele ir a él para consultarle acerca de unos pocos asuntos que parece que ella puede arreglar por su cuenta. Ella es enérgica y trabaja rápido, y él está tan cansado que tiene que mantener los labios cerrados y dominar sus nervios lo mejor posible. He tenido una conversación con ella, y le he dicho que muchas de las cosas que ha llevado a Willie las debe arreglar ella misma.
La mente de ella está en todas partes y en todos los detalles; pero la mente de él ha estado ocupada con una variedad de temas difíciles, hasta el punto de que su cerebro divaga y su capacidad no está preparada, de ninguna manera, para resolver esas pequeñeces. Ella debe decidir sobre algunas de estas cosas que pertenecen a su trabajo, y no someterlas a la consideración de él ni perturbar su mente con las mismas. A veces creo que nos aniquilará a ambos, en forma totalmente innecesaria, con las pequeñeces que ella puede resolver muy bien sin traerlas a nosotros. Ella quiere que veamos cada pequeño cambio de palabra.--Carta 64a, 1889.
Sus fieles servicios son grandemente apreciados--Me siento profundamente agradecida por la ayuda de la Hna. Marian Davis en la ordenación de mis libros. Reúne materiales de mis diarios, de mis cartas y de los artículos publicados en los periódicos. Aprecio grandemente su fiel servicio. Ha estado conmigo durante 25 años, y constantemente ha ido adquiriendo una capacidad creciente para la obra de clasificar y agrupar mis escritos.--Carta 9, 1903.
Hemos trabajado juntas, sencillamente juntas--Marian, mi ayudante, fiel y segura en su trabajo como la brújula al polo, se está muriendo3...
Mañana salgo para Battle Creek. Pero mi alma se angustia por la niña que se muere y que me ha servido durante los últimos 25 años. Hemos estado hombro a hombro en la obra y en perfecta armonía en ese trabajo. Y cuando ella reunía las preciosas jotas y las tildes que habían aparecido en periódicos y libros para presentármelas, solía decir: "Ahora hay algo que se necesita. Yo no lo puedo suplir". Yo solía examinar el asunto, y en un momento podía señalarle la forma de resolverlo.
Hemos trabajado juntas, sencillamente trabajado juntas, en perfecta armonía todo el tiempo. Ella se está muriendo. La caracterizaba una gran devoción al trabajo. Consideraba la intensidad de la tarea como si fuera una realidad, y ambas hemos abordado esta labor con una vehemencia tal, como para tener a mano todo párrafo en su debido lugar y para descubrir su debida función.--Manuscrito 95, 1904.