Sería perfectamente seguro que nuestros jóvenes entraran en los colegios de nuestro país si renovaran diariamente su conversión; pero si se sienten libres de bajar la guardia un día, ese mismo día Satanás estará listo con sus trampas y resultarán vencidos, y serán inducidos a andar por caminos falsos, por senderos prohibidos, senderos que el Señor no ha trazado.
¿Rehusarán los seguidores de Cristo asociarse con los no convertidos, y rehuirán la comunicación con ellos? No, tendrán que estar con ellos, en el mundo, pero sin pertenecer al mundo; sin embargo no participarán de sus caminos, no se dejarán impresionar por ellos, no tendrán el corazón abierto a sus costumbres y prácticas. Su asociación con ellos tendrá el propósito de atraerlos a Cristo.
La influencia del error se presenta repetidamente--Aquí está el peligro para nuestros jóvenes. Las atracciones en estas instituciones son tales, y la enseñanza tan mezclada con el error y los sofismas, que ellos no pueden discernir los sentimientos ponzoñosos con lo que es útil y precioso. Hay una corriente subterránea de tal naturaleza, y ésta actúa de tal manera, que muchos no la perciben; pero está constantemente en acción. Los profesores presentan constantemente ciertas ideas, y las repiten tan a menudo, que al fin la mente comienza a asimilarlas y a conformarse con ellas.
Así ocurre cuando se estudian autores ateos. Estos hombres tienen intelectos agudos y presentan sus ideas en forma incisiva, y las mentes de los alumnos quedan influidas por ellas; a los estudiantes les gusta el brillo intelectual de los maestros.
¿Pero dónde obtuvieron estos hombres sus facultades intelectuales? ¿De dónde sacaron su brillantez? De la fuente de todo conocimiento. Ellos han prostituido sus facultades; las han dado como una contribución al diablo, ¿y no creéis que el diablo es inteligente? Muchos están andando por los senderos del diablo al leer autores ateos. Satanás es un ser inteligente, y ellos quedan enamorados de su sabiduría e inteligencia.--Manuscrito 8b, 1891.
Los peligros de escuchar a los grandes hombres del mundo
Es un gran peligro para muchos de nuestros jóvenes el escuchar los discursos de aquellos que en el mundo son considerados grandes hombres. Estos discursos son a menudo de un alto nivel intelectual, y junto con observaciones y dichos sabios se mezclan errores prevalecientes en la falsamente llamada ciencia, y doctrinas de religiones populares; pero esto mina las declaraciones de la Biblia y da la impresión de que hay razón para poner en duda la verdad de la Palabra inspirada. De esta manera, hombres llamados grandes y evidentemente sabios siembran las semillas del escepticismo; sin embargo, sus nombres están inscritos como insensatos en los libros de registro del cielo, y son una ofensa para Dios. Ellos repiten las falsedades que Satanás puso en boca de la serpiente, y con engaños educan a los jóvenes.
Esta es la clase de educación en la cual se deleita el enemigo. Es una hechicería. El gran apóstol preguntó: "¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad?" Los que reciben y admiran los sentimientos de estos llamados grandes hombres están en peligro, porque debido a la sutileza del enemigo el razonamiento lleno de sofismas de estos falsos maestros se arraiga en el corazón de nuestros jóvenes, y casi imperceptiblemente se convierten de la verdad al error. Pero la conversión debe ser en sentido opuesto. Nuestros jóvenes, que han visto las evidencias de la veracidad de la verdad, deben estar firmemente establecidos y ser capaces de ganar almas de las tinieblas del error para Cristo.
Los jóvenes que asisten a Ann Arbor1 deben recibir a Jesús como su Salvador personal, o de otra manera edificarán sobre la arena, y su fundamento será arrasado. El Espíritu de Cristo debe regenerar y santificar el alma, y el puro afecto por Cristo debe ser mantenido vivo por medio de una humilde y diaria confianza en Dios. Cristo, la esperanza de gloria, debe ser formado en ellos. Que Jesús sea revelado ante aquellos con quienes os asociáis.--Carta 26, 1891.
Alumnos adventistas
Los valdenses entraban en las escuelas del mundo como alumnos, sin ningunas pretensiones. Aparentemente no prestaban atención a nadie; pero vivían lo que creían. Nunca sacrificaban sus principios, y sus principios pronto llegaron a ser conocidos. Esto era diferente de todo cuanto los otros estudiantes habían visto, y empezaron a preguntarse: ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué estos jóvenes no pueden ser inducidos a apartarse de sus principios? Mientras consideraban esto, los oían orar en sus piezas, no a la virgen María, sino al Salvador, a quien se dirigían como el único mediador entre Dios y los hombres. Los estudiantes mundanos se animaron entonces a hacer preguntas, y al presentárseles la sencilla historia de la verdad como es en Jesús, sus mentes la aprehendieron.
Traté de presentar estas cosas en Harbor Heights [en una convención educacional en 1891]. Los que tienen el Espíritu de Dios, aquellos en cuyo interior obró la verdad, deben ser animados a entrar en colegios y a vivir la verdad como lo hicieron Daniel y Pablo. Cada uno debe estudiar para ver cuál es la mejor forma de introducir la verdad en el colegio, a fin de que ella pueda brillar. Muestren ellos que respetan todas las reglas y disposiciones del colegio. El cielo comenzará a obrar; porque podemos depender mucho más del poder de Dios manifestado en las vidas de sus hijos que de las palabras que puedan hablarse. Pero también deben explicar a los que preguntan, en la forma más sencilla en que puedan hacerlo, las sencillas doctrinas de la Biblia.
Arrojando semillas de verdad en las mentes y los corazones
Existen personas que, después de haber quedado establecidas, arraigadas y fundadas en la verdad, debieran entrar en estas instituciones de enseñanza como estudiantes. Ellos pueden sostener los vivos principios de la verdad y observar el sábado, y sin embargo tendrán oportunidad de trabajar por el Maestro arrojando semillas de verdad en las mentes y corazones. Bajo la influencia del Espíritu Santo, estas semillas brotarán y darán fruto para la gloria de Dios, y resultarán en la salvación de almas. Los estudiantes no necesitan ir a estas instituciones de saber para ser iluminados sobre temas teológicos, pues los maestros del colegio necesitan ellos mismos convertirse en estudiantes de la Biblia. No deben iniciarse controversias abiertas, y sin embargo se dará oportunidad para hacer preguntas sobre doctrinas bíblicas, y la luz resplandecerá en muchas mentes. Se despertará un espíritu de investigación.
Un procedimiento cargado de grandes peligros--Pero apenas me atrevo a presentar este método de trabajo; porque existe el peligro de que los que no tienen conexión con Dios se coloquen en estas escuelas, y en vez de corregir el error y difundir la luz, sean desviados ellos mismos. Pero esta obra debe hacerse, y será hecha por los que son guiados y enseñados por Dios.--Manuscrito 22a, 1895.