Preguntas directas contestadas
Pregunta sobre la visión--¿Recibió Ud. sus puntos de vista sobre la reforma pro salud antes de visitar el Instituto de Salud de Dansville, Nueva York,1 y antes de haber leído libros sobre el tema?
Respuesta--Fue en la casa del Hno. A. Hilliard, en Otsego, Míchigan, el 6 de junio de 1863, donde el gran tema de la reforma pro salud fue abierto delante de mí en visión.
Yo no visité Dansville hasta agosto de 1864, catorce meses después de haber tenido la visión. No leí ninguna obra sobre salud hasta que hube escrito Spiritual Gifts (Dones espirituales), tomos 3 y 4, Appeal to Mothers (Llamado a las madres), y hasta que hube bosquejado la mayor parte de mis seis artículos en los seis Números de la revista How to Live (Cómo vivir).
Yo no sabía que existía un periódico como The Laws of Life (Las leyes de la vida), publicado en Dansville, Nueva York. No tenía conocimiento de varias obras sobre salud, escritas por el Dr. J. C. Jackson, y otras publicaciones que existían en Dansville en el tiempo en que tuve la visión mencionada anteriormente. No supe que existían tales obras hasta septiembre de 1863, cuando en Boston, Massachusetts, mi esposo las vio anunciadas en un periódico titulado Voice of the Prophets (La voz de los profetas), publicado por el pastor J. V. Himes. Mi esposo encargó las obras de Dansville, y las recibió en Topsham, Maine. Sus ocupaciones no le dieron tiempo de hojearlas, y como yo determiné no leerlas hasta que hubiera escrito mi visión, los libros permanecieron en sus envolturas.
Al presentar el tema de la salud a algunos amigos mientras trabajaba en Míchigan, Nueva Inglaterra, y en el Estado de Nueva York, y al hablar contra las drogas y la carne, y en favor del agua, el aire puro y un régimen alimentario apropiado, a menudo me llegaba la respuesta: "Ud. habla muy parecido a la revista Laws of Life, y otras publicaciones por los Drs. Trall, Jackson y otros. ¿Ha leído Ud. el periódico y esas obras?"
Mi respuesta era que no lo había hecho, y que tampoco las leería hasta que hubiera escrito completamente mi presentación, no fuera que se dijera que yo había recibido mi luz sobre ese tema de salud de los médicos, y no del Señor.
Y después que hube redactado mis seis artículos para la revista How to Live, entonces investigué las diversas obras sobre higiene, y me sorprendí al encontrarlas tan parecidas y tan en armonía con lo que el Señor me había revelado. Y con el objeto de mostrar esa armonía, y para presentar delante de mis hermanos y hermanas el tema como lo presentan hábiles escritores, decidí publicar la revista How to Live (Cómo vivir), en la cual mayormente presenté extractos de las obras referidas.
Cómo me fue revelada la reforma en el vestido
Pregunta--La práctica adoptada por las hermanas de usar sus vestidos [con el ruedo a] 22 cm (9 pulgadas) del suelo, ¿no contradice el Testimonio N.o 11 donde se dice que éstos deben llegar hasta un poco debajo del borde superior de la bota de una dama?
Respuesta--La altura apropiada a la cual debe estar el ruedo del vestido del suelo no me fue dada en pulgadas... Pero tres grupos de mujeres pasaron delante de mí, con sus vestidos de la siguiente manera con respecto a su largo:
El primer grupo llevaba un largo a la moda, que estorbaba los miembros inferiores, impidiendo caminar, y que barría la calle y recolectaba su suciedad; los malos resultados de este tipo [de vestido] los he declarado plenamente. Esta clase, compuesta de esclavas de la moda, aparecían débiles y lánguidas.
El vestido de la segunda clase de mujeres que pasaron delante de mí era, en muchos aspectos, como debía ser. Los miembros [piernas] estaban bien abrigadas. Estaban libres de la carga que el tirano Moda había impuesto sobre la primera clase. Pero ellas habían ido a tal extremo en lo corto del vestido, que éste producía disgusto y creaba prejuicios en las personas buenas, y destruía en gran medida su propia influencia. Este es el estilo y la influencia de la "moda americana", enseñada y usada por muchos en la revista Our Home (Nuestro Hogar), de Dansville, Nueva York. El vestido no llega a la rodilla. Tengo que decir que este estilo de vestido se me mostró que era demasiado corto.
Una tercera clase de mujeres, con una disposición gozosa, con paso libre y elástico, pasó delante de mí. Sus vestidos eran del largo que he descrito como adecuado, modesto y saludable. En todas las circunstancias, tales como subiendo o bajando escaleras, etcétera, se hallaba a unas pocas pulgadas por encima de la suciedad de la calle y de las veredas.
Como lo declaré anteriormente, el largo [del vestido] no me fue dado en pulgadas...
Relación de la visión con su redacción y la práctica
Y aquí declaré que aun cuando dependo tanto del Espíritu del Señor para redactar mis visiones como para recibirlas, las palabras que utilizo para describir lo que veo son mis propias palabras, a menos de que me sean dichas por un ángel, en cuyo caso siempre las pongo entre comillas.
Al escribir sobre el asunto del vestido, la visión de estos tres grupos revivió en mi mente con tanta claridad como cuando los observaba en la visión; pero se me dejó describir el largo debido del vestido en mi propio lenguaje, lo mejor que pudiera, lo cual he hecho cuando digo que el borde del vestido debe llegar hasta cerca del borde superior de una bota de mujer; y esto es necesario para estar libre de la suciedad de la calle en las circunstancias antes mencionadas.
Yo me puse un vestido cuyo largo era tan parecido al que había visto y descrito, según yo lo podía juzgar. Mis hermanas en el norte de Míchigan también lo adoptaron. Y cuando se llegó al tema de las pulgadas [altura] a fin de asegurar la uniformidad en cuanto al largo en todas partes se usó una regla, y se halló que el largo de los vestidos fluctuaba a una altura del piso, entre 20 y 24 cm (8 a 10") Algunos de éstos eran un poco más largos que la muestra que me fue presentada, mientras que otros eran un poco más cortos.--The Review and Herald, 8 de octubre de 1867.
Escritos sobre salud del 16 de junio, día de la visión
Vi que ahora debemos tener especial cuidado de la salud que Dios nos ha dado, pues nuestra obra no está terminada todavía. Nuestro testimonio debe ser dado y debe tener influencia. Vi que yo había invertido demasiado tiempo y esfuerzo en coser y atender las visitas. Vi que los cuidados de la casa deben ser puestos a un lado. La preparación de la indumentaria es una trampa; otros pueden hacerlo. Dios no me ha dado fuerza para tal trabajo. Debemos preservar nuestra fuerza para trabajar por su causa, y presentar nuestro testimonio cuando éste se necesite. Vi que debemos ser cuidadosos con nuestra fuerza, y no tomar sobre nosotros cargas que otros pueden y deben llevar.
Vi que debemos cultivar una disposición mental alegre, esperanzada y pacífica, pues nuestra salud depende de eso. Vi que todos tenían el deber de cuidar su salud, pero que nosotros debemos prestarle una atención especial y tomarnos el tiempo necesario para dedicarlo a nuestra salud, a fin de que, en cierto grado, podamos recuperarnos de los daños que resultan de sobrecargar y abrumar la mente. La obra de Dios exige que no nos despreocupemos del cuidado de nuestra salud. Cuanto más perfecta sea nuestra salud, más perfecto será nuestro trabajo.
El observar y enseñar los principios de la reforma pro salud--Vi que cuando abusamos de nuestras fuerzas, trabajamos en exceso y nos cansamos mucho, contraemos resfríos, y en esas ocasiones estamos en peligro de que las enfermedades tomen un giro peligroso. No debemos dejarle a Dios el cuidado de nosotros para que él vigile y cuide lo que nos ha dejado a nosotros para que vigilemos y cuidemos. No es seguro ni agrada a Dios que se violen las leyes de la salud, y pedirle entonces que cuide nuestra salud y nos preserve de la enfermedad, cuando estamos viviendo contrariamente a nuestras oraciones.
Vi que era un deber sagrado atender nuestra salud, y despertar a otros ante su deber en este sentido, pero no cargar nosotros con la preocupación de su caso. Sin embargo tenemos el deber de hablar, de oponernos a la intemperancia en todas sus formas--intemperancia en el trabajo, en el comer, en el beber, intemperancia en el consumo de drogas--, y entonces señalarles la gran medicina de Dios: el agua, el agua pura y suave, para la enfermedad, para la salud, para la limpieza y la higiene, y para los lujos.
Una actitud alegre y agradecida--Vi que mi esposo no debía permitir que su mente se espaciara en el lado equivocado, el lado oscuro y tenebroso de las cosas; que debía rehuir los pensamientos y los temas tristes, y estar alegre, feliz, agradecido, y que debía tener una firme confianza en Dios y una dependencia y una fe inquebrantable en él. Su salud será mucho mejor si él puede controlar su mente. Vi que mi esposo, más que cualquier otro, debía tener todo el descanso que puede obtener el sábado, cuando no predica...
Vi que no debíamos guardar silencio sobre el asunto de la salud, sino que debíamos despertar las mentes a este tema.--Manuscrito 1, 1863.
Una revisión de los escritos sobre la reforma pro salud hecha en 1867
Las mentes enfermas tienen una experiencia enfermiza, en tanto que una mente sana, pura y saludable, con las facultades intelectuales despejadas, tendrá una experiencia sana que será de inestimable valor. La felicidad que disfruta una vida de bien será una recompensa diaria, y por sí misma será salud y gozo.
Estaba asombrada por las cosas que se me mostraron en visión. Muchas eran contrarias a mis propias ideas. El asunto estaba en mi mente continuamente. Hablé acerca de esto con todos aquellos con quienes tenía oportunidad de conversar. Mi primer escrito relativo a la visión fue la sustancia del asunto, y está contenido en el tomo 4 [Spiritual Gifts] y en [mis seis artículos publicados en] How to Live, titulados "La enfermedad y sus causas".
Inesperadamente se nos pidió que visitáramos a Allegan para asistir a un funeral [23 de junio de 1863], y pronto después salimos en viaje al este [agosto 19]. Intenté terminar mi libro durante el viaje. Al visitar las iglesias, cosas que se me habían mostrado en relación con errores existentes sobre este asunto, requerían casi todo mi tiempo fuera de las reuniones para redactar lo concerniente a ellas. Antes de regresar a casa desde el este, había escrito cerca de 500 páginas a individuos y a iglesias.
Después de que regresamos del este [diciembre 21 de 1863] empecé a escribir el tomo 3 de [Spiritual Gifts], esperando tener un libro de un tamaño como para encuadernar junto con los testimonios que ayudaran a componer [Spiritual Gifts] el tomo 4. A medida que escribía, el asunto se desarrollaba delante de mí, y vi que era imposible presentar todo lo que tenía para escribir en unas pocas páginas, como lo había planeado al principio. El asunto se amplió, y el tomo 3 quedó completo. Entonces empecé con el tomo 44 [Spiritual Gifts], pero antes de que terminara mi trabajo, mientras redactaba para los impresores los temas sobre salud, fui invitada a ir a Monterey [California]. Fuimos, pero no pude terminar allí la obra tan pronto como esperábamos. Me vi obligada a regresar para terminar la preparación del manuscrito para los impresores, y postergamos un compromiso para la próxima semana.
Estos dos viajes en tiempo caluroso fueron demasiado para mis fuerzas. Había escrito casi constantemente por más de un año. Generalmente empezaba a escribir a las siete de la mañana y continuaba hasta las siete de la noche; y entonces dejaba de escribir para leer pruebas. Había abusado severamente de mi mente, y durante tres semanas no había podido dormir más que dos horas por noche. Me dolía constantemente la cabeza.
Por lo tanto traté de incluir, apretadamente en el tomo 4 los puntos más esenciales de la visión relativa a la salud, pues intentaba publicar otro testimonio en el cual pudiera hablar más libremente en cuanto a la felicidad y las desdichas de la vida de casados. Con esta consideración, terminé el tomo 4 [agosto 23 de 1864] para que pudiera ser distribuido entre el pueblo. Reservé algunos asuntos importantes relativos a la salud, porque yo no tenía fuerza o tiempo para prepararlo para ese tomo, y sacarlo a tiempo para nuestro viaje al este (1864).
Escrito independientemente de libros u opiniones de otros
Lo que he escrito con respecto a la salud no fue tomado de libros o periódicos. Al relatar a otros las cosas que me habían sido mostradas, se me preguntó: "¿Ha visto Ud. la revista The Laws of Life (Las leyes de la vida) o Water Cure Journal (Curación por medio del agua)?" Les respondí: No; no he visto ninguna de esas publicaciones. Ellos [me] dijeron: "Lo que Ud. ha visto está de acuerdo con mucho de lo que ellos [los expertos] enseñan". Hablé libremente con el Dr. Lay y muchos otros sobre las cosas que me habían sido mostradas con respecto a la salud. Nunca había visto una revista que tratara asuntos de salud.
Después que la visión me fue dada, mi esposo despertó a las cuestiones de la salud. Compró libros en nuestro viaje al este, pero yo no los leí. Mi visión era clara, y no quería leer nada hasta que hubiera terminado completamente mis libros. Mis visiones fueron registradas por escrito, sin tener nada que ver con los libros o las opiniones de otros.--Manuscrito 7, 1867.