Presentando las dificultades de la iglesia a los no creyentes--Cuando surgen problemas en la iglesia no debemos buscar la ayuda de abogados que no pertenecen a nuestra fe. Dios no desea que presentemos las dificultades de la iglesia a los que no le temen. El no quiere que dependamos de la ayuda de los que no obedecen sus mandamientos. Los que confían en tales consejeros muestran que no tienen fe en Dios. Por su falta de fe, el Señor resulta grandemente deshonrado, y la conducta de esas personas le produce un gran perjuicio a ellos mismos. Al recurrir a los no creyentes para que arreglen dificultades que surgen en la iglesia se están mordiendo y devorando unos a otros, para que "os consumáis unos a otros". Gálatas 5:15.
Estos hombres ponen a un lado el consejo que Dios ha dado, y hacen precisamente las cosas que Dios les ha dicho que no hagan. Muestran que han escogido al mundo como su juez, y en el cielo sus nombres están registrados como uno con los incrédulos. Cristo es crucificado de nuevo, y expuesto a la vergüenza pública. Sepan estos hombres que Dios no escucha sus oraciones. Insultan su santo nombre, y él los abandonará a las bofetadas de Satanás hasta que vean su insensatez y busquen al Señor por la confesión de su pecado.
Los asuntos relacionados con la iglesia deben mantenerse dentro de sus propios límites. Si se comete abuso contra un cristiano, él debe tomarlo pacientemente; si es defraudado, no debe acudir a las cortes de justicia; antes bien, soporte la pérdida y el perjuicio.
Dios tratará con los miembros de iglesia que son indignos y que defraudan a su hermano o a la causa de Dios; el cristiano no necesita contender por sus derechos. Dios tratará con el que viole esos derechos. "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor". Romanos 12:19. Se guarda un registro de todos estos asuntos, y por todo esto el Señor declara que él vengará. El traerá toda obra a juicio.
Consejeros inseguros
Los intereses de la causa de Dios no han de encomendarse a hombres que no tienen relación con el cielo. Los que son desleales a Dios no pueden ser consejeros seguros. No tienen la sabiduría que viene de arriba. No debe confiarse en ellos para que pronuncien juicio en asuntos relacionados con la causa de Dios, asuntos de los cuales dependen tan grandes resultados. Si seguimos su juicio, seremos puestos, sin lugar a dudas, en situaciones muy difíciles, y retardaremos la causa de Dios.
Los que no están relacionados con Dios lo están con el enemigo de Dios, y aunque pueden ser honestos en el consejo que dan, ellos mismos pueden estar cegados y engañados. Satanás pone sugestiones en sus mentes y palabras en sus bocas, que son enteramente contrarias a la mente y la voluntad de Dios. Así trabaja por medio de ellos para inducirnos a seguir senderos falsos. El nos desviará, nos enredará y nos arruinará si puede.
Antiguamente era un gran pecado para los hijos de Dios entregarse a los enemigos, y presentar delante de ellos sus perplejidades o su prosperidad. Bajo la economía antigua era un pecado ofrecer sacrificio sobre un altar falso. Era un pecado ofrecer incienso encendido con un fuego extraño.
Estamos en peligro de mezclar lo sagrado con lo común. En nuestros esfuerzos debe usarse el fuego santo de Dios. El verdadero altar es Cristo; el verdadero fuego es el Espíritu Santo; éste es nuestra inspiración. Un hombre es un consejero sabio sólo cuando el Espíritu Santo lo guía y lo dirige. Si abandonamos a Dios y a sus escogidos para ir a altares extraños a buscar respuestas, se nos responderá según nuestras obras.
Manifestemos perfecta confianza en nuestro Dirigente. Busquemos sabiduría de la Fuente de sabiduría. En toda situación que cause perplejidad o prueba, que los hijos de Dios se pongan de acuerdo en cuanto al asunto que desean, y entonces únanse para ofrecer una oración a Dios, y perseveren pidiendo la ayuda que necesitan. Debemos reconocer a Dios en todos nuestros consejos, y cuando le pedimos algo, creamos precisamente la bendición solicitada.--Manuscrito 196, 1898.
Consejo a un creyente que amenazaba con entablar juicio
Cuando Ud. inició ese juicio contra R, yo dije: "Si S ha ido hasta el punto de entrar en ese negocio, será una mancha sobre su vida". Me entristecí por su conducta en este asunto. Yo sé que no está bien, y que no aliviará en nada la situación de Ud. Es sólo una manifestación de la sabiduría que no viene de arriba.
Se me informó que Ud. intentaba iniciar un juicio contra mí, demandándome porque Ud. ha sido perjudicado por los testimonios dados con relación a su caso. Recibí una carta en la cual me amenazaba con entablarme juicio si yo no reconocía que lo he perjudicado. Ahora bien, yo apenas podía creer que Ud. había ido tan decididamente al terreno del enemigo, conociendo la obra de mi vida tan bien como Ud. la conoce.
Todo lo que yo le he escrito, toda palabra del consejo, era verdad. No necesito retractarme de nada. He hecho sólo lo que sé que era mi deber hacer. Mi único motivo al publicar el asunto era la esperanza de salvarlo. No tenía otro pensamiento que el de sincera piedad y amor por su alma. Ud. mismo sabe que tengo gran interés en su alma...
Si alguien trata de ponerme obstáculos en mi obra recurriendo a la ley, no suprimiré ni una sola jota de los testimonios dados. La obra en la cual yo estoy empeñada no es mi propia obra. Es la obra de Dios, que él me ha dado para hacer. Yo no creí que Ud. haría una cosa tan terrible como levantar su mano finita contra el Dios del cielo. Quienquiera haga una obra tal; pero no permita que sea Ud...
Quiero decirle: No exija sin derecho dinero de nadie, debido a palabras habladas contra Ud. o los suyos. Si lo hace, Ud. mismo se perjudica. Si miramos a Jesús, Autor y Consumador de nuestra fe, nos será posible orar: "Señor, perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores". Mateo 6:12. Jesús no se valió de la ley para lograr reparaciones cuando fue injuriado, no contestó con injurias; cuando fue amenazado, no ejerció represalias.--Carta 38, 1891.
Precisamente aquello que Dios les dijo que no hicieran--He escrito extensamente en cuanto a cristianos que creen en la verdad y que llevan sus casos a las cortes de justicia para obtener compensaciones. Al hacerlo se están mordiendo y devorando unos a otros, en todo el sentido de la palabra: para que "os consumáis unos a otros". Se apartan del consejo inspirado que Dios ha dado, y frente al mensaje que él da, hacen precisamente aquello que Dios les ha dicho que no hicieran. Tales hombres harían bien en dejar de orar a Dios, porque no oirá sus plegarias. Insultan a Jehová, y él los abandonará para que lleguen a ser los súbditos de Satanás hasta que vean su insensatez y busquen al Señor por medio de la confesión de sus pecados...
Qué cosa revela el recurrir a las cortes de justicia--El mundo y los miembros de iglesia no convertidos simpatizan mutuamente. Algunos, cuando el Señor los reprende porque quieren salir con las suyas, hacen del mundo su conficente, y llevan los asuntos de la iglesia ante el mundo para lograr una decisión. Entonces hay choques y luchas, y Cristo es crucificado de nuevo y expuesto a la vergüenza pública. Los miembros de iglesia que acuden a las cortes del mundo demuestran que han escogido al mundo como su juez, y sus nombres son registrados en el cielo como unidos con los incrédulos. ¡Cuán ávidamente utiliza el mundo las declaraciones de los que traicionan un cometido sagrado!
Esta acción, la de recurrir a las cortes humanas, que nunca antes fue utilizada por los adventistas del séptimo día, es la que se comete ahora. El Señor ha permitido esto para que los que habéis sido engañados entendáis qué poder está controlando a las personas a quienes se han confiado grandes responsabilidades. ¿Dónde están los centinelas de Dios? ¿Dónde están los hombres que estarán en pie hombro a hombro, corazón a corazón, teniendo la verdad, la verdad presente para este tiempo, en posesión de sus corazones?--Manuscrito 64, 1898.
Los santos han de juzgar al mundo
Los santos han de juzgar al mundo. ¿Deben entonces depender ellos del mundo, y de los abogados del mundo para decidir sus dificultades? Dios no quiere que lleven sus problemas a los súbditos del enemigo para lograr una decisión. Tengamos confianza los unos en los otros.--Manuscrito 71, 1903.
Los abogados y los laodicenses
Depender del brazo de la ley es una desgracia para los cristianos; sin embargo, este mal se ha introducido y ha sido utilizado entre el pueblo escogido del Señor. Principios mundanos han sido subrepticiamente introducidos, hasta que en la práctica muchos de nuestros obreros están llegando a ser como los laodicenses:--indiferentes--, porque se confía tanto en los abogados y en los documentos y contratos legales. Esta condición es aborrecible para Dios.--Manuscrito 128, 1903.
Un pleito contra la casa publicadora
"¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia? Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos? Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos. ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?" 1 Corintios 6:1-9. Cuando los miembros de iglesia tengan este conocimiento, su conducta será de un carácter que recomendará su fe. Revelarán a Cristo mediante una fe bien ordenada y una conversación piadosa. No habrá pleitos entre vecinos o hermanos.
Le insto en el nombre de Cristo a retirar el pleito que ha iniciado y a no llevar ningún otro a los tribunales. No permita Dios que Ud. deshonre de esa manera su nombre. Ud. ha tenido mucha luz y muchas oportunidades, y no debe unirse con los mundanos y seguir sus métodos. Recuerde que el Señor lo tratará según la posición que adopte en esta vida...
Le digo solemnemente que si toma el paso que ahora se propone tomar, nunca se recuperará de los resultados del mismo. Si presenta delante del mundo los males que supone que sus hermanos le han hecho, habrá algunas cosas que tendrán que decirse del otro lado [sus oponentes]. Tengo una advertencia que darle.
Con respecto al caso de los que compartieron grandes responsabilidades con Uds. en la Review and Herald, y que se han convertido en enemigos de la obra: no querréis escuchar el veredicto que se pronunciará con respecto a ellos cuando el juez se siente y se abran los libros, y cada hombre sea juzgado según las cosas escritas en los registros celestiales. Quiero salvarlo de seguir una conducta que lo una con aquellos que se han ligado con los ángeles caídos, para hacer todo el daño que puedan a los que aman a Dios y que, bajo grandes dificultades, están esforzándose para proclamar al mundo la verdad presente.
La casa publicadora no está sin culpa--Aquellos contra quienes Ud. hace cargos saben que yo no he aprobado su manera de tratarlo, y que los he reprendido por su falta de sensibilidad al tratar su caso. Algunas personas no lo han tratado honradamente. No lo han tratado como ellos quisieran ser tratados. Pero a pesar de esto, ¿debiera Ud., en vista de las advertencias dadas, actuar tan manifiestamente contra la instrucción recibida? Le ruego que no se separe de la confianza de sus hermanos y de tomar parte en la obra de las publicaciones.
Quisiera más bien compartir su pérdida antes que seguir adelante con este asunto para perjuicio de su alma, dándole a Satanás una oportunidad de presentar su caso delante de los no creyentes bajo el aspecto más ridículo, y presentar la oficina de publicaciones de una manera degradante...
La causa de Dios perjudicada
Quite este caso de manos de los abogados. Me parece terrible que Ud. proceda directamente en contra de la clara Palabra de Dios, y que presente al mundo su obra cruel contra el pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Si esta acción suya fuera dirigida exclusivamente contra los que han hecho la injusticia, el daño no sería tan extenso; ¿pero no se da cuenta que despertará prejuicio contra el pueblo de Dios como cuerpo? Así herirá y dañará a Cristo en la persona de sus santos, y hará que Satanás se alegre porque por medio de Ud. podrá obrar contra el pueblo de Dios y contra sus instituciones, haciéndoles un gran daño.--Carta 301, 1905.