Mensajes Selectos, Tomo 3

Apéndice C

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W. C. White escribe a L. E. Froom,1el 8 de enero de 1928

Querido Hno. Froom: El correo me trajo ayer su carta del 3 de enero. En ella Ud. hace algunas preguntas que requieren una respuesta de mi parte.

Ud. se refiere al recuerdo de una conversación que tuvo conmigo en la cual cree que yo hice la observación de que mi madre dijo con referencia a algunos de sus escritos: "Mi obra será una preparación; y la obra suya será darle los últimos retoques".

No recuerdo haber oído jamás a mi madre hacer una declaración semejante, y no creo que ninguno de sus ayudantes nunca la oyera hacerla. El pensamiento de hacer surgir una declaración similar no está en armonía con sus ideas en cuanto a su obra y a la de sus copistas y secretarias.

Hay una declaración que yo he hecho a varios de nuestros obreros dirigentes, de la cual podría haberse derivado el pensamiento expresado por Ud. Les he dicho que en los primeros días de nuestra obra, mi madre había escrito un testimonio dirigido a un individuo o a un grupo, que contenía información y consejo que sería valioso para otros, y los hermanos le estaban preguntando cómo debía usarse ese escrito. Ella le dijo a mi padre a menudo, y a veces a él y a sus asociados: "Yo he hecho mi parte. He redactado lo que el Señor me ha revelado. Ahora os toca a vosotros decir cómo debe ser usado".

Ud. verá fácilmente que semejante declaración era muy razonable. Mi padre y sus asociados estaban en contacto con todos los problemas que pertenecían a la causa de la verdad presente, que desde entonces se ha desarrollado en la obra de la Asociación General; y era una provisión sabia del cielo que ellos compartieran la responsabilidad de decir cómo y de qué manera los mensajes debían ser usados, y a quiénes debían entregarse para beneficio de las personas.

Ud. parece pensar que si hubiera una declaración semejante a la cual se refirió en su carta, sería de beneficio para algunos de nuestros hermanos. Yo no comprendo cómo los beneficiaría. Posiblemente Ud. me lo pueda aclarar.

En cuanto a los dos párrafos que se encuentran en Spiritual Gifts y también en Spirit of Prophecy con respecto a la amalgamación2 y a la razón por la cual no fueron incluidos en libros posteriores, y la cuestión relativa a quién asumió la responsabilidad de sacarlos, yo puedo hablar con perfecta claridad y seguridad: fueron sacados por Elena G. de White. Nadie que estuviera relacionado con su obra tenía autoridad alguna sobre tales cuestiones, y yo nunca escuché que alguien le ofreciera consejo en cuanto a este asunto.

En todas las cuestiones de esta naturaleza, Ud. puede establecer como algo seguro, que la Hna. White era la responsable de sacar o agregar asuntos de esta índole en ediciones posteriores de sus libros.

La Hna. White no solamente tenía un buen juicio basado en una comprensión abarcante y clara de las condiciones y de las consecuencias naturales de publicar lo que ella escribió, sino que a menudo tenía directa instrucción del ángel del Señor con respecto a lo que debía omitirse y lo que debía añadirse a nuevas ediciones...

Considere por unos pocos momentos el capítulo de la primera edición de El conflicto de los siglos, t. 4, publicado por la Pacific Press en 1884. En el capítulo 27 (33), "Las asechanzas del enemigo", Ud. halla que se omitieron cuatro páginas de la última parte de ese capítulo en las ediciones posteriores de El conflicto. Estas cuatro páginas se encuentran en Testimonios para los Ministros, 472-475. La información contenida en estas cuatro páginas es muy valiosa para los adventistas del séptimo día, y era muy apropiado incluirla en la primera edición de El conflicto, t. 4, libro que cuando fue publicado era igual que los demás tomos, considerados como un mensaje especialmente para los adventistas del séptimo día, y para [todo] el pueblo cristiano que simpatizaba con ellos en creencias y propósitos.

Pero cuando se decidió que Great Controversy (La gran controversia), t. 4, se publicara de nuevo en forma apropiada para la circulación general como libro de colportaje, Elena G. de White sugirió que esas páginas fueran dejadas a un lado, pues era probable que los pastores de iglesias populares que leyeran tales declaraciones se enfadaran y lucharan en contra de la circulación del libro.

¿Por qué nuestros hermanos no estudian el misericordioso trato de Dios con nosotros al impartirnos información destinada a nuestro pueblo por medio del espíritu de profecía en sus aspectos hermosos, armónicos e instructivos, en lugar de escoger, y criticar, y disecar, tratando de dividirlo en pequeños bloques de concreto para ensamblar, como los que compramos para nuestros niños como juego, [rompecabezas], y entonces pedimos que algún otro los acomode de tal manera que forme una figura que les agrade, y que dejen afuera pequeñas partes de la figura total que a ellos no les gustan? Oro al Señor que nos dé paciencia y dirección para hacer lo que podemos hacer para ayudar a los tales a ver la hermosura de la obra de Dios.

Ud. se refiere a otras cartas que contienen preguntas que yo no he contestado. Espero entrar en ellas pronto, pero no esta mañana. Fraternalmente, W. C. White

Carta de W. C. White a L. E. Froom, del 9 de enero de 1928

Querido Hno. Froom, Después de que le escribí ayer, encontré su carta del 22 de diciembre. En ella Ud. me dice que durante dos años enteros ha estado animando al pastor Daniells a preparar un libro sobre el espíritu de profecía, pero no me ha dicho qué respuesta le ha dado él a esta sugestión.

Con respecto a las declaraciones que han sido publicadas por el pastor Loughborough, Ud. habla de la impresión ejercida sobre él por las manifestaciones físicas e íntimas, y dice que estas cosas no lo convencen a Ud.

Estoy plenamente con Ud. en que la gran prueba de la mano divina en el don que Dios ha dado a la iglesia remanente está en la evidencia interna de los escritos mismos. Sin embargo, debo creer que en las manifestaciones físicas que han acompañado la concesión de luz y revelación, hay algún verdadero valor, de otra manera Dios no las habría dado. Por otra parte, me relaciono con una gran cantidad de personas fervientes, sinceras y preciosas a la vista del Señor, que consideran estas manifestaciones como algo de seria importancia, y testifican de que su fe ha sido grandemente fortalecida por un conocimiento claro de los métodos adoptados por nuestro Padre celestial para la confirmación de los que habrían de recibir la luz que él les ha dado.

Ud. se refiere a la pequeña declaración que yo le envié en cuanto a la inspiración verbal. Esta declaración, hecha por el congreso de la Asociación General de 1883, está en perfecta armonía con las creencias y las posiciones de los pioneros de esta causa, y era, yo creo, la única posición tomada por todos nuestros ministros y maestros hasta que el profesor [W. W.] Prescott, director del colegio de Battle Creek, presentó de una manera muy enfática otro punto de vista: la opinión sostenida y presentada por el profesor Gausen.3 La aceptación de esa opinión por parte de los estudiantes del colegio de Battle Creek y muchos otros, incluyendo al pastor Haskell, ha hecho surgir en nuestra obra innumerables preguntas y perplejidades, y van en aumento.

La Hna. White nunca aceptó la teoría de Gausen con respecto a la inspiración verbal [o sea palabra por palabra], ora sea aplicada a su propia obra, ora fuera aplicada a la Biblia.

Ud. dice que en su esfuerzo por tener una comprensión leal y racional del trasfondo de este don maravilloso, ha estado tratando de obtener la información con respecto a varias personas que ayudaron a la Hna. White en la fase literaria de su obra.

Tengo la convicción, Hno. Froom, de que nunca obtendrá luz con respecto al trasfondo del don del espíritu de profecía estudiando las características y las calificaciones de los fieles copistas y correctores, a los cuales la Hna. White llamó para que la ayudaran a preparar para la publicación, artículos que aparecerían en nuestros periódicos y capítulos de sus libros.

El fundamento para establecer la fe en los mensajes que Dios ha enviado a su pueblo, se encontrará en forma mucho más fácil en el estudio de la manera en que Dios trató con sus profetas en siglos pasados. Me parece que el estudio de la vida y las labores y los escritos de San Pablo ayudan más, y son más iluminadores, que ninguna otra clase de estudio que podamos sugerir; y yo no creo que podríamos obtener gran ayuda al establecer confianza en los escritos de Pablo estudiando una lista de sus ayudadores y la historia y las experiencias de ellos. Es fácil para mí creer que Jeremías fue dirigido por Dios en la selección que hizo de Baruc como copista; también Pablo tuvo sabiduría divina al elegir a los que iban a ser sus amanuenses de vez en cuando, de acuerdo con sus necesidades.

Yo creo que la Hna. Elena G. de White tuvo la dirección divina para elegir a las personas que actuarían como copistas y las que ayudarían a preparar artículos para nuestros periódicos y capítulos para nuestros libros.

Estoy bien relacionado con las circunstancias que la indujeron a seleccionar a algunos de estos obreros, y sé del ánimo directo que ella recibió con respecto a sus calificaciones y su confiabilidad para tal obra. También sé de casos en que ella fue inducida a instruir y decir palabras de cautela, y a veces a despedir a algunos de sus empleados que carecían de espiritualidad, y por lo tanto estaban descalificados para un servicio satisfactorio. En cuanto a esto el pastor Starr podría darle a Ud. un capítulo interesante referente a la experiencia de la Hna. White con la Srta. Fanny Bolton; y yo podría hablarle de una circunstancia por la cual ella se separó de su propia sobrina, Mary Clough, a quien apreciaba mucho.

En la primera parte de la década de 1860, la Hna. White no tenía ayuda, con excepción de su esposo, quien solía escucharla mientras leía capítulos de manuscritos, y le sugería correcciones gramaticales. Como niño pequeño recuerdo que presencié circunstancias como ésta: el pastor White, cansado, estaba recostado en el sofá, y la Hna. White traía un capítulo escrito para Spiritual Gifts y se lo leía; y él le sugería, como dije antes, correcciones gramaticales. Artículos para los Testimonies eran tratados de una manera similar.

Además de unos pocos testimonios que fueron impresos, muchos testimonios personales eran enviados a individuos, y a menudo la Hna. White les escribía diciendo: "No tengo a nadie para que me copie este testimonio. Por favor haga una copia para Ud. y devuélvame el original". Como resultado de este método de trabajo, tenemos en nuestro archivo de manuscritos muchos de los primeros testimonios escritos con la propia letra de la Hna. White.

En la primera parte de la década de 1860, la Hna. Lucinda M. Hall actuó como ama de llaves de la Hna. White, y también como secretaria, y a veces como compañera de viaje. Era tímida, pero metódica, y solamente corregía los errores gramaticales más evidentes. En 1862, la Hna. Adelia Patten se relacionó con la familia White, y hacía copias para la Hna. White. Más tarde ella trabajó en la Review and Herald.

En el otoño de 1872 la Hna. White visitó Colorado y llegó a conocer a su sobrina Mary C. Clough, y durante los años 74, 75 y 76, la Srta. Clough la ayudó a preparar copias para Spirit of Prophecy, t. 2 y 3. También acompañó al pastor White y señora en los trabajos de los congresos campestres, y actuó como reportera para la prensa pública. Tal ocupación hizo que fuera la primera agente de publicidad regularmente empleada por la denominación, y puede ser considerada como la abuela de nuestro Departamento de Publicidad.

Su experiencia como periodista, la confianza [presunción] que obtuvo de esta manera, y el encomio que se hacía de su trabajo, la descalificaron para la tarea delicada y santa de ser una correctora de artículos para la Review y de capítulos para el Great Controversy (El gran conflicto). En una visión que se le presentó a la Hna. White, ella y Mary estaban observando maravillosos desarrollos que ocurrían en el cielo. Estos significaban mucho para la Hna. White, pero para Mary parecían no significar nada; y el ángel dijo: "Las cosas espirituales deben ser discernidas espiritualmente"; y entonces instruyó a la Hna. White a que despidiera a su sobrina como su correctora.

Durante los años 68, 69 y 70, varias personas fueron empleadas por la Hna. White para hacer copias de sus testimonios. Entre éstas se hallaban la Srta. Emma Sturgess, que más tarde llegó a ser la señora de Amos Prescott; la Srta. Anna Hale, que más tarde fue la esposa de Irwin Royce, y otras, cuyos nombres no recuerdo ahora.

Después de la muerte del pastor [Jaime] White en 1881, la Hna. White empleó a la Hna. Marian Davis. Ella había sido por algunos años una correctora de pruebas en la Review and Herald, y la Hna. White recibió la seguridad, por medio de una revelación de que la Hna. Davis sería una ayudante exacta y fiel. Más tarde la Hna. Elisa Burnham fue empleada por la Hna. White, y en una ocasión la Sra. B. L. Whitney y Fanny Bolton fueron empleadas en Battle Creek como ayudantes, cuando había mucho trabajo para hacer. La Hna. Davis estuvo con la Hna. White en Europa en 1886 y 1887. Fue también la principal ayudante de la Hna. White en Australia.

Cuando la obra en Australia creció, la Hna. Burnham fue llamada para asistir en la corrección de los libros, y Maggie Hare y Minnie Hawkins fueron empleadas como copistas.

Me olvidé de mencionar que durante los años en que la Hna. White estaba en Healdsburg (California), la Hna. J. I. Ings hizo muchas copias de testimonios y de manuscritos.

En una ocasión, mientras estábamos en Australia, se propuso que Special Testimonies to Ministers (Special Testimonies, Serie A), publicado y distribuido por medio del pastor [O. A.] Olson4 en la primera parte de la década del 90, fuera reimpreso, y el material se clasificara por temas. Mientras esto estaba en consideración, ocurrió que el pastor W. A. Colcord, que una vez había sido secretario de la Asociación General y por muchos años un escritor importante sobre tópicos de libertad religiosa, no tenía empleo, y por pedido mío la Hna. White lo ocupó para tomar los testimonios especiales y clasificarlos por temas para su nueva publicación. Pasó varias semanas en este trabajo, y recibía su salario de la Hna. White; pero la obra nunca lo empleó. Si bien recuerdo, esta fue toda su relación con el trabajo literario de ella.

La última obra hecha por la Hna. Davis fue la selección y el arreglo del material usado en el Ministerio de curación.

El pastor C. C. Crisler ayudó a la Hna. White a seleccionar y arreglar el material que aparece en Hechos de los apóstoles y en Profetas y reyes.

Este bosquejo de la obra y los obreros empleados no pretende ser completo. Ni yo ni ninguno de los ayudantes de la Hna. White consideramos jamás que el personal que la ayudaba tenía un interés básico para los lectores de sus obras. Ella era la que escribía los libros. Escribió en forma completa. Siempre había dificultades entre ella y los que publicaban los libros en cuanto a la cantidad de material que debía utilizarse. La Hna. White estaba más contenta cuando un tema era presentado en forma bien amplia, y los impresores siempre ejercían presión para que ella condensara el material o lo abreviara, de tal manera que el libro no fuera demasiado grande. Consecuentemente, después que se prepararon importantes capítulos para el impresor, y a veces después que estos fueron mandados a la imprenta, una nueva presentación del tema solía ser recibida por la Hna. White, y entonces escribía material adicional e insistía en que éste fuera incorporado. Esta experiencia se aplicó mayormente al libro Great Controversy (La gran controversia), t. 4.

Una dificultad similar en cuanto a la cantidad de material preparado para El Deseado de todas las gentes fue solucionada, en parte, al eliminar algunas porciones que fueron usadas en Palabras de vida del gran Maestro y en el Discurso maestro de Jesucristo.

En cuanto a la lectura de las obras de autores contemporáneos durante el tiempo de la preparación de estos libros, hay muy poco que decir, porque cuando la Hna. White se hallaba totalmente empeñada en escribir, tenía muy poco tiempo para leer. Antes de escribir su obra sobre la vida de Cristo, y durante el tiempo en que lo hizo, hasta cierto punto, leyó de las obras de Hanna, Fleetwood, Farrar y Geikie. Nunca supe que leyera de Edersheim.5 De vez en cuando se refería a Andrews, en forma particular con referencia a cronología.

¿Por qué leía ella algunos de estos libros? Los grandes acontecimientos del conflicto de los siglos, como se presentan en la serie Conflicto, le fueron presentados en parte, en muchas diferentes oportunidades. En la primera presentación le fue dado un breve bosquejo, como se presenta en la tercera sección del libro que ahora se llama Primeros escritos.

Más tarde, los grandes acontecimientos de la época patriarcal y la experiencia de los profetas le fueron revelados en la forma en que aparecen en sus artículos en Testimonies for the Church, y en su serie de artículos publicados en años posteriores en la Review, Signs of the Times y en el Southern Watchman. Estas series, como Ud. recordará, tratan en forma plena de la obra de Esdras, Nehemías, Jeremías y otros profetas.

Los grandes acontecimientos ocurridos en la vida de nuestro Señor le fueron presentados en escenas panorámicas, así como también las otras porciones de El gran conflicto. En unas pocas de estas escenas se le presentó claramente la cronología y la geografía; pero en la mayor parte de la revelación, las escenas instantáneas, que eran excesivamente vívidas, y las conversaciones y controversias que ella escuchó y que le fue posible narrar, no estaban dentro del punto de vista geográfico o cronológico, y fue dejada para que estudiara la Biblia, la historia y los escritos de hombres que habían presentado la vida de nuestro Señor, para que obtuviera la conexión cronológica y geográfica.

Otro propósito perseguido por la lectura de la historia y el libro titulado Life of Our Lord,6 y Life of St. Paul, fue que al hacerlo recordó vívidamente escenas presentadas claramente en visión, pero que durante el transcurso de los años, a través de su laborioso ministerio, palidecieron en su memoria.

Muchas veces en la lectura de Hanna, Farrar, o Fleetwood, tropezaba con una descripción o una escena que le había sido vívidamente presentada, que había olvidado, pero que ahora podía describirla detalladamente en forma más abarcante de lo que había leído.

A pesar de todo el poder que Dios le había dado para presentar las escenas de la vida de Cristo y de los apóstoles, así como de sus profetas y reformadores, de una manera más poderosa y más significativa que otros historiadores, no obstante ella sentía más agudamente los resultados de su falta de preparación escolar. Se admiraba del lenguaje en que otros escritores habían expuesto a sus lectores las escenas que Dios le había presentado a ella en visión, y encontró que era tanto un placer como una conveniencia y economía de tiempo utilizar el lenguaje de ellos, en forma total o parcial, para presentar las cosas que sabía por revelación, y que anhelaba transmitir a sus lectores.

En muchos de los manuscritos que provenían de sus manos se usaban comillas. En otros casos, éstas no se empleaban; y su hábito de usar partes de sentencias halladas en escritos ajenos, y de completar una parte con su propia redacción, no se basaba en ningún plan definido, ni fue cuestionado por sus copistas o ayudantes literarios hasta más o menos 1885, y en lo sucesivo.

Cuando algunos críticos señalaron este detalle de sus obras como una razón para dudar del don que le había permitido escribir, ella les prestaba poca atención. Más tarde, cuando se presentó la queja de que esto era una injusticia para otros publicadores y escritores, ella hizo un cambio decidido: un cambio con el cual Ud. está familiarizado.

Yo creo, Hno. Froom, que no puedo declarar con suficiente frecuencia el hecho de que la mente de la Hna. White era agudamente activa con referencia al contenido de los artículos publicados en nuestros periódicos y a los capítulos de sus libros, y que ella tenía la ayuda del cielo, y era notablemente aguda para descubrir cualquier error hecho por los copistas o por los correctores. Esta condición prevaleció durante todos sus años activos, antes de la muerte de su esposo y después de esto, durante su ministerio en Europa y Australia, y en la mayor parte de sus años pasados en los Estados Unidos después de que regresó de Australia.

En los años finales su supervisión no era tan abarcante, pero fue maravillosamente bendecida con su inteligencia para dirigir en algún asunto previamente escrito que estaba siendo utilizado en sus últimos años, y en señalar los temas que necesitaban ser destacados y los que podían pasarse por alto, mientras nosotros continuábamos con la tarea de hacer las abreviaciones de sus libros grandes, preparando manuscritos para que fueran traducidos a idiomas extranjeros.

Léale por favor esta declaración al pastor Daniells, y si Ud. observa que en mi apresuramiento he pasado por alto algunos puntos en que podría ser mal entendido, por favor señálemelo, y deme la oportunidad de fortalecer el tema antes de que sea puesto por Ud. ante otros hermanos. Con saludos cristianos, W. C. White

Carta de W. C. White a L. E. Froom,7del 13 de diciembre de 1934

Querido Hno. Froom, Tengo en mis manos su carta de diciembre 3. Las preguntas que Ud. hace son muy abarcantes y más bien difíciles de contestar.

Es un hecho que durante mis treinta o más años de asociación con Elena de White he tenido la más completa confianza en su ministerio. Yo sé que ella recibió revelaciones de Dios que fueron de un valor incalculable para la iglesia y para el mundo. No entré tan plenamente, como algunos hermanos quisieran, en un análisis de las fuentes de información que le permitieron escribir sus libros.

La estructura del gran templo de la verdad, sostenida por sus escritos, le fue presentada claramente en visión. En algunos aspectos de esta obra se le dio información detallada. En cuanto a algunos aspectos de la revelación, tales como rasgos de cronología profética, los relacionados con el ministerio en el santuario y los cambios que ocurrieron en 1844, el asunto le fue presentado muchas veces y en detalle, y esto le permitió hablar muy claramente y en forma muy positiva con respecto a los pilares fundamentales de nuestra fe.

En algunos de los asuntos históricos que fueron desarrollados en Patriarcas y profetas y en Hechos de los apóstoles, así como en El conflicto de los siglos, los grandes bosquejos le fueron dados en forma muy clara y sencilla; y cuando ella comenzó a escribir acerca de estos tópicos, tuvo que estudiar la Biblia y la historia para conseguir fechas y relaciones geográficas, y para perfeccionar su descripción de los detalles.

Elena de White era una lectora rápida, y tenía muy buena memoria. Las revelaciones que había recibido le permitían abarcar temas con respecto a los cuales ella había leído de una manera amplia. Esto la capacitaba para seleccionar y apropiarse de lo que era cierto, y descartar lo que era falso o dudoso.

Ella leyó en forma diligente el libro History of the Reformation of the Sixteenth Century (Historia de la Reforma del siglo XVI). Una gran parte de la historia de D'Aubigné se la leyó en voz alta a mi padre. Era una lectora interesada en las revistas religiosas, y durante los muchos años que Uriah Smith fue redactor de la Review, era su costumbre pedirle que después de que hubiera hecho uso de las publicaciones religiosas se las enviara; gastaba una porción de su tiempo en repasarlas y en seleccionar cosas preciosas que a veces aparecían en la Review. De este material ella también reunía información referente a lo que pasaba en el mundo religioso.

Con respecto al estudio de libros, después de que se concluyó la construcción del edificio de ladrillo para la Review and Herald, la gran sala que daba frente al norte, en el segundo piso, le fue asignada al pastor White y a su señora como su oficina editorial y lugar para escribir. En esta sala estaba la biblioteca de la Review and Herald. El pastor White hizo referencia a esto en sus escritos. Elena de White seleccionaba de esta biblioteca los libros que consideraba útiles para leer.

Era notable cómo en sus lecturas y en el examen de los libros su mente era dirigida a los volúmenes más útiles y a los pasajes que eran de mayor ayuda. De vez en cuando le mencionaba a mi padre, y en mi presencia, su experiencia al ser guiada en el examen de un libro que nunca había visto antes, y abrirlo en ciertos pasajes que la ayudaban a describir lo que ella ya había visto y deseaba presentar.

Supongo que el libro Memoirs (Memorias) de Bliss estaba en esta biblioteca, pero no tengo conocimiento de si ella lo leyó o no. Nunca la oí mencionar ese libro en relación con su obra.

Las notas explicativas que se hallan en los libros grandes de colportaje, fueron escritas por ella misma en algunos casos, pero la mayor parte fueron redactadas por J. H. Waggoner, Uriah Smith y M. C. Wilcox, junto con Marian Davis.

Ud. pregunta si Jaime White le traía a Elena de White libros, cuya lectura la ayudaría en sus escritos. No recuerdo ninguna cosa semejante. Me acuerdo que de vez en cuando ella traía pasajes interesantes que había estado leyendo, y se los presentaba a su esposo.

Ud. pregunta si los ayudantes le traían declaraciones para que ella las considerara, pasajes que ellos pensaban que la auxiliarían en sus escritos. Nada de esto ocurrió antes de la composición de Great Controversy, t. 4, en Healdsburg, en 1883 y 1884. Después ocurrió esto de vez en cuando, pero en relación con detalles menores.

Cuando estábamos en Basilea, en 1886, tuvimos un incidente muy interesante con un grupo de traductores. Nos dimos cuenta que nuestros hermanos de Europa tenían muchos deseos de que se tradujera Great Controversy, t. 4, al francés y al alemán...

Para proporcionar este libro al público francés, el pastor Au Franc fue empleado como traductor y preparó veinte o más capítulos con lo que él consideraba la mejor clase de francés. Pero no todos estaban satisfechos con su traducción, y el pastor Jean Vuilleumier fue empleado para traducir y tradujo una media docena de capítulos adicionales.

Con respecto al alemán, se hicieron tres tentativas de traducción. El profesor Kuhns, Madam Bach y Henry Fry eran los traductores.

¿Qué debíamos hacer? Varias personas se unieron para desaprobar cada una de estas traducciones, y fue difícil encontrar más de dos personas que dieran un buen informe de cada una de ellas.

El pastor Whitney, gerente de la oficina de Basilea, reconoció el hecho de que los escritos de la Hna. White eran difíciles. Las figuras de lenguaje eran en algunos casos imperfectamente comprendidas por los traductores, y en algunos casos, donde eran comprendidas, los traductores no conocían la fraseología religiosa de su propio idioma suficientemente bien como para traducir correctamente.

Finalmente se arregló un procedimiento. Cada mañana a las nueve, dos de los traductores alemanes, dos de los traductores franceses, el pastor Whitney, la Hna. Davis y yo mismo nos reuníamos en la sala editorial, y leíamos y comentábamos un capítulo tras otro del libro en inglés. Los traductores, al reconocer un pasaje difícil, dejaban de leer y discutían entre ellos mismos las palabras que usarían en francés y en alemán. Frecuentemente el pastor Whitney detenía la lectura, y decía: "Juan, ¿cómo traduciría Ud. esto?" Entonces se dirigía al pastor Au Franc, y le decía: "¿Está Ud. de acuerdo con esto?" Si se daba cuenta de que no entendía en forma completa el texto en inglés, la Hna. Davis y el Hno. Whitney discutían su significado, y entonces los traductores proponían otra traducción.

Cuando llegamos a los capítulos que se relacionan con la Reforma en Alemania y en Francia, los traductores comentaban sobre la forma apropiada de elegir los acontecimientos históricos que la Hna. White había seleccionado, y en dos casos yo recuerdo, ocurría que había otros sucesos de una importancia similar que ella no había mencionado. Cuando esto se presentaba a su atención, ella solicitaba que el asunto le fuera presentado para que pudiera considerar la importancia de los sucesos que habían sido mencionados. La lectura de historia refrescaba en su mente lo que ella había visto, después de lo cual redactaba una descripción del acontecimiento.

Cuando visitamos a Zurich con mi madre, su mente despertó al ver la vieja catedral y la plaza del mercado, y habló de estos lugares como eran en los días de Zwinglio.

Durante sus dos años de residencia en Basilea, ella visitó muchos lugares donde ocurrieron acontecimientos de especial importancia en los días de la Reforma. Esto refrescaba su memoria en cuanto a las cosas que había visto, y la inducía a hacer importantes ampliaciones en esas porciones del libro que trataban de los días de la Reforma... Con amables saludos cristianos, me despido, Sinceramente su hermano en Cristo, W. C. White