"Desde el territorio de Washington y desde el este--escribió la Sra. White desde su hogar, ubicado en Healdsburg, California, el 26 de marzo de 1883--, vienen urgentes pedidos de que yo asista a los congresos campestres... Ahora estoy empeñada en redactar un importante material, tarea que he estado tratando de realizar por seis años. Año tras año he postergado este trabajo para asistir a los congresos...
"Los últimos dos veranos llegué muy cerca de los portales de la muerte, y como pensé que placería al Señor permitirme descansar en la tumba, tenía muy penosos remordimientos de que mis escritos no hubieran sido completados. En la providencia de Dios, mi vida fue prolongada, y mi salud una vez más está restaurada. Agradezco a Dios por su misericordia y por su amorosa bondad hacia mí. He estado dispuesta a ir al este o al oeste, si mi deber en ese sentido resultara claro para mí. Pero en respuesta a mi oración, 'Señor, ¿qué quieres que haga?', el Señor me ha contestado: 'Descansa en paz hasta que el Señor te pida que vayas'.
"No he estado ociosa. Desde que el Señor me levantó en el congreso de Healdsburg, he visitado Santa Rosa, Oakland, San Francisco, Petaluma, Forestville y Ukiah, y también trabajé en Healdsburg, hablando frecuentemente el sábado y el domingo de noche. En cuatro semanas di diez discursos, viajé trescientos treinta kilómetros, y escribí doscientas páginas...
"Mis hermanos que me urgen a asistir a diversos congresos y a que los visite están preguntando ansiosamente: '¿Cuándo tendremos el tomo cuatro de Spirit of Prophecy (El espíritu de profecía)?' Esta pregunta la puedo contestar ahora. Dentro de unas pocas semanas mi trabajo con respecto a este libro quedará terminado. Pero hay otras obras importantes que requieren atención tan pronto como ésta termine... Mientras tenga capacidad física y mental haré la obra que es más necesaria para nuestro pueblo... Mientras viajaba he trabajado con grandes desventajas. He escrito en la estación de los carruajes, en los carruajes mismos, y en mi tienda en el congreso campestre, hablando a veces hasta que quedaba exhausta, y levantándome luego a las tres de la mañana para escribir de seis a quince páginas antes del desayuno...
"Me resultaría muy agradable encontrarme con nuestros queridos hermanos y hermanas en diversos congresos. Siento arder el amor de Jesús en mi alma. Me gusta mucho hablar y escribir acerca de esto. Mis oraciones serán que Dios os bendiga en vuestros congresos, y que vuestras almas puedan ser refrigeradas por su gracia. Si Dios me pide que abandone mi tarea de escribir, para asistir a estas reuniones o para hablar al pueblo en diferentes lugares, espero escuchar y obedecer su voz".1
Durante la primavera y el verano de 1883, la Sra. White pasó mucho tiempo en un esfuerzo para completar el tomo cuatro de la serie Spirit of Prophecy, conocido años más tarde como El conflicto de los siglos. No fue sino hasta los primeros días de agosto cuando ella detuvo su tarea de escribir para asistir a algunos de los congresos del otoño en el este, y a la sesión de la Asociación General que siguió. Acerca de estas labores públicas en 1883 escribió:
Visita a Battle Creek
"El domingo 12 de agosto, en compañía de la Hna. Sara McEnterfer, dejé la costa del Pacífico rumbo al este. Aunque sufrimos considerablemente por el calor y el polvo, tuvimos un viaje agradable a través de las llanuras. Encontramos conductores y mozos de cordel listos para hacer cuanto podían por nuestra comodidad y conveniencia.
"Desde el tiempo que abordamos el tren, yo me sentí perfectamente satisfecha de que estaba cumpliendo con mi deber. Había tenido dulce comunión con mi Salvador, y había sentido que él es mi refugio y fortaleza, y que no me podía acontecer ningún daño mientras estuviera empeñada en la obra que él me ha dado para hacer. Tengo una permanente confianza en las promesas de Dios, y disfruto de la paz que viene solamente de Jesús...
"Llegamos a Battle Creek el 17 de agosto, un viernes. La noche siguiente me resultó imposible dormir. No había visitado este lugar desde que saliera de aquí, cuando estaba muy débil, después del servicio fúnebre de mi esposo. Ahora la gran pérdida que la causa había sufrido con su muerte, la gran pérdida que yo sufrí al verme privada de la asociación con él y de su ayuda en mi trabajo me angustiaron vívidamente, y no podía dormir. Recordé el pacto que había hecho con Dios cuando mi esposo estaba en el lecho de muerte: que no me desanimaría bajo la carga, sino que trabajaría más fervorosamente y en forma más devota que nunca antes para presentar la verdad, tanto por la pluma como de viva voz; que presentaría delante del pueblo la excelencia de los estatutos y los preceptos de Jehová y que señalaría a los oyentes la fuente purificadora donde podemos lavar toda mancha de pecado.
"Toda la noche luché con Dios en oración para que él me diera fuerza para mi tarea, y que me imbuyera con su Santo Espíritu, a fin de que pudiera cumplir con mi solemne pacto. Lo que más deseaba era emplear mi tiempo en urgir a los que profesaban la verdad a que tuvieran una relación más estrecha con Dios, para que pudieran gozar de más perfecta comunión con él de la que gozó el Israel de antaño en sus días de mayor prosperidad.
"El sábado de mañana hablé a la gran congregación reunida en el Tabernáculo. El Señor me dio fuerza y soltura al presentar las palabras que se encuentran en Apocalipsis 7:9-17...
La senda de la obediencia
"El domingo de mañana hablé a unos 75 obreros relacionados con la oficina de la Review and Herald. Una semana antes, el 12 de agosto, me había presentado delante de un grupo similar en la Pacific Press, y les mostré la importancia de actuar según los principios. Ahora presenté el mismo tema, amonestando a todos a que no permitieran que nada los desviara de lo correcto. Les advertí que tendrían que hacer frente a influencias opositoras, y que se verían presionados por tentaciones. Les dije que todo el que no estuviera arraigado y fundado en la verdad sería movido de su fundamento...
"El domingo de tarde, 19 de agosto, hablé por invitación en el Sanatorio... Ante esa numerosa congregación me referí a las palabras: 'El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal' 1 Pedro 3:10-12...
"La senda de la obediencia a Dios es la senda de la virtud, la salud y la felicidad. El plan de salvación, como está revelado en las Sagradas Escrituras, abre ante nosotros un camino por el cual el hombre puede asegurarse la felicidad y prolongar sus días en la tierra, así como gozar del favor del cielo, y asegurarse la vida futura que se mide con la vida de Dios...
"La seguridad de la aprobación de Dios promoverá la salud física. Esta seguridad fortalece el alma contra la duda, la perplejidad y la excesiva congoja, que tan a menudo carcomen las fuerzas vitales e inducen a contraer enfermedades nerviosas de la índole más debilitante y angustiosa. El Señor ha comprometido su infalible palabra en el sentido de que su ojo estará sobre los justos, y su oído estará abierto a su oración...
"El lunes 20 de agosto de tarde hablé de nuevo a los empleados de la oficina de la Review...
"Hay algunos, aun de aquellos que están relacionados con nuestras instituciones, cuya fe se halla en grave peligro de naufragar. Satanás trabajará disfrazado de la manera más engañosa posible, en estas ramas de la obra de Dios. El hace de estos importantes instrumentos sus puntos especiales de ataque, y él no dejará de probar ningún medio para anular su utilidad... En estos días de peligro debemos tener extremo cuidado de no rechazar los rayos de luz que el cielo con misericordia nos envía; porque es por medio de estos rayos como hemos de discernir los ardides del enemigo. Necesitamos luz del cielo a toda hora, a fin de poder distinguir entre lo sagrado y lo común, lo eterno y lo temporal.
"Todos los que permanezcan puros e incorruptos, y se mantengan a cubierto del espíritu y de la influencia prevaleciente en este tiempo, tendrán serios conflictos. Pasarán por grandes tribulaciones; lavarán las ropas de su carácter, y las emblanquecerán en la sangre del Cordero. Estos cantarán el cántico de triunfo en el reino de gloria. Los que sufran con Cristo serán participantes de su gloria".2
Recogiendo frutos para la cosecha
"El congreso campestre de Worcester, Massachusetts, que se realizó del 22 al 28 de agosto, ... fue una ocasión de especial interés para mí. Allí encontré a una gran cantidad de creyentes, algunos de los cuales habían estado relacionados con la obra desde el mismo comienzo del mensaje del tercer ángel. Desde nuestro último congreso, el Hno. Hastings, uno de los fieles portaestandartes, había caído en su puesto. Me entristecí de ver a otros cargados por los achaques de la edad. Y sin embargo me alegré al ver que escuchaban ansiosamente las palabras de vida. El amor de Dios y su verdad parecía brillar en sus corazones e iluminar su semblante. Sus ojos a menudo se llenaban de lágrimas, no de dolor, sino de gozo, mientras escuchaban el mensaje de Dios por boca de sus siervos. Estos peregrinos entrados en años estaban presentes casi en todas las reuniones, como si temieran, como Tomás, estar ausentes cuando Jesús viniera y dijera: 'Paz a vosotros'.
"Como granos maduros, estos preciosos, probados y fieles hijos de Dios están listos para la cosecha. Su obra está casi terminada. Tal vez se les permita permanecer hasta que Cristo sea revelado en las nubes del cielo con poder y grande gloria. Pero pueden desaparecer de las filas en cualquier momento, y dormir en Jesús. Pero aunque las tinieblas cubren la tierra y densa oscuridad los pueblos, estos hijos de la luz pueden levantar sus cabezas y regocijarse, sabiendo que su redención está cerca...
Los miembros laicos como misioneros para Dios
"Al mirar la congregación de creyentes, y al notar la expresión seria y fervorosa de sus rostros, ... mis ojos descansaron sobre no pocos que tenían un conocimiento de la verdad, y que, si este conocimiento sólo fuera santificado, realizaría una obra para Dios. Pensé: si todos estos hermanos se dieran cuenta de que Dios les pedirá cuentas, y comprendieran su deber hacia sus semejantes, y si trabajaran según la capacidad que el Señor les concedió, ¡qué luz brillaría de ellos en Massachusetts, y aun se extendería a otros Estados! Si cada uno de los que profesan tener fe en el mensaje del tercer ángel hiciera de la Palabra de Dios su regla de conducta, y con estricta fidelidad realizara su tarea como un siervo de Cristo, sería un poder en el mundo.
"No son solamente los que trabajan por medio de la palabra y la doctrina los responsables por las almas. Todo hombre y mujer que tiene un conocimiento de la verdad debe ser un colaborador con Cristo... El pide que los miembros laicos trabajen como misioneros. Hermanos, salid con vuestras Biblias, visitad a la gente en sus hogares, leed la Palabra de Dios a la familia y a todas las personas que vengan. Id con un corazón contrito y una confianza permanente en la gracia y la misericordia de Dios, y haced lo que podáis...
"Hay hombres que nunca han dado un discurso en su vida, y que sin embargo, deberían estar trabajando para salvar almas. No se requiere ni grandes talentos ni una elevada posición. Pero existe una urgente necesidad de hombres y mujeres que conozcan a Jesús, y que estén familiarizados con la historia de su vida y de su muerte...
"No necesitamos tanto hombres eminentes sino buenos, veraces y humildes. Dios pide que trabajen en su causa personas de todas clases y de todos los oficios. Se necesitan hombres que empiecen en los peldaños más bajos de la escalera; hombres que, si fuera necesario, coman su propio pan y realicen silenciosamente su deber; hombres que no le teman al trabajo diligente para adquirir los medios y que practiquen una rígida economía en sus gastos, dedicando tiempo y recursos a la obra en favor del Maestro en el seno de sus familias y de sus propios vecindarios. Si la obra de reforma comenzara y progresara en cada familia, habría una iglesia viva y próspera. Las cosas deben ponerse en orden primeramente en el hogar. La causa necesita personas que puedan trabajar en sus propios hogares, que estudien la Biblia y practiquen sus enseñanzas, y que eduquen a sus hijos en el temor de Dios. Entonces podrán realizarse diligentes esfuerzos perseverantes en favor de otros, con oraciones fervientes en procura de la gracia y el poder divinos, y así se obtendrían grandes resultados de la labor misionera.
"No importa de quién se trate, es la mente, el corazón, el sincero propósito y la vida diaria lo que determina el valor del hombre. Los hombres inquietos, que hablan mucho, dictatoriales, no se necesitan en la obra. Hay muchos de esta clase que surgen por doquiera. Muchos jóvenes que tienen sólo poca experiencia, se colocan a sí mismos en las primeras filas, no manifiestan ninguna reverencia por la edad o por la posición, y se ofenden si se los aconseja o se los reprueba. De las personas que se creen muy importantes tenemos ya más de las que se necesitan. Dios está llamando a jóvenes modestos, silenciosos, de mente sobria, y hombres de edad madura bien equilibrados en sus principios, que puedan orar y también hablar, que se pongan en pie delante de los de más edad y traten con respeto a las canas.
"La causa de Dios está sufriendo por falta de obreros que tengan comprensión y poder mental. Hermanos y hermanas, el Señor os ha bendecido con facultades intelectuales capaces de vasto desarrollo. Cultivad vuestros talentos con fervor perseverante. Educad y disciplinad la mente por el estudio, la observación y la reflexión. No podéis encontraros con la mente de Dios a menos que pongáis en uso toda facultad. Las capacidades mentales se fortalecerán y desarrollarán si salís a trabajar con el temor de Dios, con humildad, y con una ferviente oración. Un propósito resuelto realizará milagros. Sed cristianos abiertos, firmes y decididos. Exaltad a Jesús, hablad con amor, referid su poder, y así permitiréis que vuestra luz brille sobre el mundo".3
Un ejemplo de abnegación
"Me alegré por el privilegio que tuve de asistir al congreso de Vermont, que se realizó en Montpelier del 30 de agosto al 4 de septiembre... Mi mente retrocedió treinta años al tiempo en que, en compañía de mi hermana, visité a Fairhaven, Massachusetts, para presentar mi mensaje al grupito de ese lugar. El pastor Bates vivía entonces allí, y expresó su convicción de que era su deber visitar Vermont, y predicar la verdad en ese Estado. Pero agregó: 'No tengo medios, y no sé de dónde vendrá el dinero para viajar allí. Creo que andaré por fe, empezando el viaje a pie, y yendo hasta donde el Señor me dé fuerzas'. Mi hermana me dijo: 'Yo creo que el Señor me ayudará a abrirle el camino al pastor Bates para ir a Vermont. La Hna. F. está buscando una niña para realizar el trabajo de la casa, y ... yo ganaré el dinero necesario'. Realizó su propósito, y, al solicitar el pago por adelantado, colocó el dinero en manos del pastor Bates. El salió a la mañana siguiente, y mi hermana quedó para trabajar por un dólar y cuarto por semana. Un buen número fue traído a la verdad en Vermont, y el pastor Bates regresó con gran gozo porque el Señor seguramente había bendecido sus labores...
Llenando las filas de los obreros
"Al mirar los rostros de hermanos probados que son preciosos a la vista del Señor, y al ver que algunos de ellos estaban casi a punto de deponer la armadura, ... se despertó la siguiente pregunta en mi mente: ¿Quién vendrá a ocupar los lugares de estos maduros y gastados soldados de la cruz? ¿Quién se consagrará a la obra del Señor?... ¿Quiénes son los que tienen el conocimiento de la verdad, y que aman tanto a Jesús y a las almas por las cuales él murió como para negarse a sí mismos, para elegir el sufrimiento como parte de la religión, y para salir fuera del campamento, llevando el reproche de Cristo?...
"¿Quién pondrá en uso los talentos que le fueron prestados por Dios, sean grandes o pequeños, y trabajará con humildad, aprendiendo diariamente en la escuela de Cristo, e impartiendo ese precioso conocimiento a los demás? ¿Quiénes verán lo que debe ser hecho y lo harán? ¿Y cuántos presentarán excusas, y se sentirán atados con intereses mundanos? Cortad las cuerdas que os atan, e id a la viña a trabajar por el Maestro.
"En todo departamento de la causa de Dios se necesitan ayudadores consagrados, que teman a Dios y se dispongan a trabajar; hombres de cerebro, hombres de intelecto, que salgan como ministros y colportores. Hermanos y hermanas, ascienda de vuestros labios la oración de fe a Dios para que el Señor levante obreros y los envíe a los campos de la mies; pues la cosecha es grande y los obreros pocos".4
Estableciendo la fe en la verdad bíblica
"Asistí al campamento realizado en Waterville, Maine, del 6 al 11 de septiembre. Aquí, en mi Estado natal, me encontré con hermanos y hermanas queridos, cuyo interés ha estado identificado con la causa y la obra de la verdad presente durante años... Tuvimos oportunidades preciosas en este congreso. Se presentaron muchos testimonios gozosos; pero no se realizó la obra completa que deseábamos grandemente haber realizado... Hay una clase de fe que da por sentado que tenemos la verdad; pero la fe que acepta plenamente lo que Dios ha dicho, la fe que obra por amor y purifica el corazón, se da muy raramente.
"Dios ha revelado verdades salvadoras en su Palabra. Como pueblo debemos ser estudiantes fervorosos de la profecía; no debemos descansar hasta que entendamos bien el tema del santuario, que les fue presentado en visiones a Daniel y a Juan. Este tema arroja gran luz sobre nuestra posición y nuestra obra actual y nos presenta una prueba inequívoca de que Dios nos ha guiado en nuestra pasada experiencia. Explica nuestro chasco de 1844, mostrándonos que el santuario que había de ser limpiado no era la tierra, como habíamos supuesto, sino que Cristo entonces entró en el lugar santísimo del santuario celestial, y está allí realizando la obra final de su oficio sacerdotal, en cumplimiento de las palabras que el ángel le dirigió al profeta Daniel: 'Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado' Daniel 8:14.
"Nuestra fe con referencia al mensaje del primero, el segundo y el tercer ángel era correcta. Los grandes postes señaladores que hemos pasado son inconmovibles. Aunque las huestes del infierno quieran derribarlos de su fundamento, y triunfar con el pensamiento de que han tenido éxito, no lo lograrán. Estos pilares de la verdad se mantienen tan inconmovibles como las colinas eternas, y no pueden ser movidos ni por todos los esfuerzos de los hombres combinados con los de Satanás y su hueste. Podemos aprender mucho y debemos estar constantemente investigando las Escrituras para ver si estas cosas son así. El pueblo de Dios debe tener ahora sus ojos fijos en el santuario celestial, donde se está realizando la ministración final de nuestro gran Sumo Sacerdote en la obra del juicio: donde él está intercediendo por su pueblo".5
La sesión de la Asociación General de 1883
Los congresos del otoño fueron seguidos por la vigesimosegunda sesión anual de la Asociación General, durante la cual la Sra. White presentó muchas de las "pláticas matutinas" a los ministros. Estas fueron publicadas en la Review y más tarde en la edición inglesa de Obreros evangélicos de 1883. Con respecto al congreso la Sra. White informó:
"Las reuniones realizadas en Battle Creek estaban cargadas de un interés más profundo que cualquier otra reunión similar que jamás haya sido realizada por nuestros hermanos. Muchas oraciones ascendieron al cielo en favor de esta sesión de la Asociación General; y podemos testificar que Jesús vino a la fiesta, y fue un huésped honrado en esta importante reunión. Los estudios de la Biblia prestaron valiosa instrucción a los ministros ordenados y licenciados y a la hermandad en general. Las reuniones de la mañana, destinadas especialmente al beneficio de los ministros y otros obreros en la causa, fueron intensamente interesantes. Se despertaron la fe y el amor en muchos corazones. Las cosas espirituales y eternas llegaron a ser una realidad, y no un mero sentimiento; se convirtieron en una gloriosa sustancia, y no en una sombra espasmódica. Esta preciosa reunión está ya en el pasado, pero sus resultados han de verse en el futuro. Nunca llegaremos a conocer el bien realizado durante los veinte días que estuvimos juntos, hasta que nos reunamos en torno al gran trono blanco".6
Actividades finales en el este
Se había fijado la fecha para unas reuniones de diez días en el Instituto Bíblico y Misionero, que se realizaría en la ciudad de South Lancaster, Massachusetts, y para una reunión general dedicada a los creyentes de la Asociación de Pensilvania, en Wellsville, Nueva York. Se logró que la Sra. White asistiera a estas reuniones, y a su regreso a Battle Creek habló, el viernes de noche, a los ayudantes que trabajaban en el Sanatorio, y el sábado, a una gran congregación en el Tabernáculo.
"Estas fueron mis labores finales en el este en este viaje--escribió la Sra. White, refiriéndose a los institutos bíblicos a los cuales asistió--; y tengo que decir, para la alabanza de Dios, que él me ha sostenido en todo momento. He orado durante la noche; y de día, mientras viajaba, he estado rogando a Dios que me diera la fuerza, la gracia y la luz de su presencia; y yo sé en quién he creído. Regreso a California con más fuerza y con más valor que los que tenía cuando salí de Oakland el 12 de agosto.7
"Anhelo como nunca antes tener el amor de Jesús. Veo razones para alabar a Dios por su bondad, su cuidado protector y la dulce paz, el gozo y el ánimo que él me dio en este viaje. Empecé por fe, y no por vista; y he visto la mano de Dios en el trabajo de cada día, y diariamente su alabanza ha estado en mi corazón y en mis labios. Su Espíritu me ha ayudado en mis enfermedades de una manera señalada, que no puedo temer encomendarme a su cuidado. Tengo la perfecta seguridad de su amor. El ha escuchado y contestado mis oraciones, y yo lo alabaré".8