Notas biográficas de Elena G. de White

Capítulo 45

Actividades en el centro de Europa

La segunda sesión del concilio misionero europeo se realizó en Basilea, Suiza, del 28 de mayo al 1.° de junio de 1884; el pastor George 1. Butler, de los Estados Unidos, la presidió. En esta reunión se adoptaron resoluciones por las que se solicitaba a la Asociación General que pidiera a la Sra. White y al pastor W. C. White, su hijo, que visitaran las misiones europeas. En la sesión de la Asociación General realizada en Battle Creek, Míchigan, el siguiente mes de noviembre, se dio curso a este pedido, y se les recomendó a estas personas que fueran.

Cumpliendo con este pedido la Sra. White y su secretaria, la Srta. Sara McEnterfer, junto con W. C. White y familia, salieron de los Estados Unidos el 8 de agosto de 1885, navegando desde Boston en el barco Cephalonia, y llegaron a Liverpool el 19 de agosto. Pasaron dos semanas en Inglaterra, visitando grupos de observadores del sábado en Grimsby, Ulceby, Riseley y Southampton. Se dieron varios sermones en salones públicos.

El grupo salió de Londres el 2 de septiembre, y llegó a Basilea, Suiza, a la mañana siguiente. Aquí iba a realizarse pronto la sesión anual de la Asociación Suiza y la tercera del concilio misionero europeo.

La Casa Editora "Imprimerie Polyglotte"

Acababa de completarse la instalación de la casa editora de Basilea, más tarde denominada "Imprimerie Polyglotte" (Casa Publicadora Políglota). Se había comprado el terreno y planeado el edificio durante la visita del pastor Butler en la primera parte de 1884. El edificio se había levantado bajo la vigilante supervisión del pastor B. L. Whitney, director de la Misión Europea; y su equipo había sido comprado e instalado por el Hno. H. W. Kellogg, quien por muchos años fue gerente de la Review and Herald Publishing Association de Battle Creek, Míchigan.

La nueva casa editora se componía de un edificio grande e importante de unos 15 metros por 25, que tenía cuatro pisos además del piso bajo. Los pisos superiores estaban construidos de tal manera que, hasta que lo requiriera el progreso de la empresa, podían ser usados como residencias para familias. Fue en uno de estos departamentos donde la Sra. White se instaló durante la mayor parte de los dos años que pasó en Europa.

Casas editoras en muchos países

Cuando la Sra. White y sus acompañantes llegaron a la casa editora, el pastor Whitney dijo: "Observen nuestra sala de reuniones antes de ir a los pisos superiores". Era una hermosa sala que estaba en el piso bajo, bien iluminada y bien amueblada. La Sra. White miró atentamente todos los detalles del lugar, y entonces dijo: "Es un buen salón de reuniones. Yo creo que he visto antes este lugar".

No mucho después de esto, se visitaron las partes del edificio ocupadas por la editorial. Cuando el grupo llegó al departamento de prensas, la prensa estaba marchando, y la Sra. White dijo: "He visto esta prensa antes. Este ambiente me parece muy familiar". Pronto se adelantaron los dos jóvenes que trabajaban en las prensas, y éstos fueron presentados a los visitantes. La Sra. White les estrechó la mano y entonces preguntó: "¿Dónde está el otro?"

"¿Cuál otro?" preguntó el pastor Whitney.

"Hay un hombre de más edad aquí--replicó la Sra. White--, y tengo un mensaje para él".

El pastor Whitney explicó que el encargado de las prensas estaba en la ciudad haciendo diligencias. Hacía poco más de diez años que la Sra. White, al relatar delante de un gran auditorio reunido en la iglesia de Battle Creek lo que le había sido mostrado en su visión con respecto a la obra que había de hacerse en muchos países extranjeros, había dicho que había visto prensas funcionando en muchos países, e imprimiendo periódicos, folletos y libros que contenían la verdad presente para los pueblos de esas naciones. En este punto de su narración el pastor Jaime White la interrumpió, preguntándole si podía mencionar algunos de estos países. Ella dijo que no podía hacerlo, porque no le habían sido mencionados por nombre, "excepto uno--afirmó--; recuerdo que el ángel dijo: Australia". Pero ella declaró que aunque no podía nombrar los países, podía recordar los lugares si alguna vez los viera, porque la escena había quedado grabada con mucha claridad en su mente.

En el departamento de prensas de la nueva editora de Basilea reconoció uno de estos lugares. Pocos meses más tarde, durante su visita a Noruega, reconoció en el departamento de prensas de la ciudad de Cristianía (hoy Oslo) otro de estos lugares; y seis años más tarde, durante su visita a Australia, ella vio, en la oficina del Bible Echo de Melbourne, otro departamento de prensas. En él reconoció el lugar y las prensas como pertenecientes al grupo que había visto en su visión de Battle Creek el 3 de enero de 1875.

La venta de publicaciones

El congreso de la Asociación Suiza se realizó del 10 al 14 de septiembre de 1885. Asistieron más o menos doscientas personas. A esta reunión siguió inmediatamente el concilio misionero europeo, que continuó por dos semanas. En estas reuniones se recibieron informes muy interesantes de Escandinavia, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Suiza, países en los cuales la causa de la verdad presente había empezado a operar. Los informes produjeron algunas discusiones animadas de temas como éstos: los planes más eficaces para la circulación de nuestras publicaciones; la ilustración de nuestros periódicos y libros; el uso de carpas, y el de portar armas.

Los hermanos de Escandinavia informaron que la venta de publicaciones en sus asociaciones durante el año fiscal anterior había alcanzado la suma de 1.033 dólares. Los delegados de Gran Bretaña informaron que las ventas alcanzaron 550 dólares. La oficina de Basilea había recibido 1.010 dólares por sus periódicos en alemán y francés.

Los colportores que trabajaban en la Europa católica pasaron mucho tiempo relatando sus incidentes y refiriendo ante el concilio las causas por las cuales nuestras publicaciones no podían venderse en Europa siguiendo los planes que se usaban con mucho éxito en los Estados Unidos; e instaban a que al colportor se le diera un sueldo, como lo hacían las sociedades evangélicas importantes que operaban en países católicos.

Durante los diecinueve días cubiertos por la conferencia y el concilio, la Sra. White escuchó con atención los informes, que se dieron mayormente en inglés. Pronunció palabras de ánimo y de alegría en las reuniones administrativas, y en las reuniones que se hacían temprano por la mañana dio una serie de discursos instructivos sobre temas como el amor, la tolerancia entre los hermanos; el valor y la perseverancia en el ministerio, y cómo trabajar en nuevos países. Al dirigirse a los obreros misioneros les dijo:

"En toda perplejidad, recordad, hermanos, que Dios tiene todavía sus ángeles. Podréis hacer frente a la oposición; sí, aun a la persecución. Pero si os mantenéis leales a los principios, encontraréis, como lo hizo Daniel, una ayuda presente y un libertador en el Dios a quien servís. Ahora es el tiempo de cultivar la integridad de carácter. La Biblia está llena de preciosas promesas para los que aman y temen a Dios.

"A todos los que están empeñados en la obra misionera quiero decirles: Refugiaos en Jesús. No permitáis que nada del yo aparezca en todas vuestras labores, sino que se vea solamente a Cristo. Cuando la obra sea difícil, y os desaniméis y estéis tentados a abandonarla, tomad vuestra Biblia, doblad vuestras rodillas delante de Dios y decid: 'He aquí, Señor, tu Palabra que lo ha prometido'. Echad vuestro peso sobre las promesas del Señor, y cada una de ellas se cumplirá".1

Cuando los informes desanimadores de los colportores habían alcanzado su punto culminante, ella instó a los obreros a que, frente a todas estas dificultades, tuvieran fe en que el éxito coronaría sus labores. Repetidamente aseguró a los descorazonados colportores que se le había mostrado a ella que los libros podían venderse en Europa en forma tal que permitiera que los obreros se sostuvieran y produjeran suficientes entradas a la casa editora como para hacer posible la publicación de más libros.

La preparación de colportores

Animados por la seguridad que ella dio de que los que perseveraran en la fe recibirían una ayuda especial, un número de jóvenes fueron persuadidos a hacer otro esfuerzo para realizar obra de sostén propio en la venta de las publicaciones, pero ellos señalaron que debían ser equipados con una provisión mejor de libros vendibles.

El pastor J. G. Matteson relató que había hecho todo esfuerzo posible para animar y preparar colportores, y que ellos habían tenido éxito en la venta de periódicos y libros pequeños, pero que las entradas no eran suficientes para sostenerlos debidamente. Dijo que estaba muy ansioso por saber qué debía hacerse para lograr resultados mejores. Dijo que, con el ánimo recibido de la Sra. White, él estaba resuelto a intentarlo una vez más.

De acuerdo con esto, durante el invierno de 1885 a 1886 se hicieron esfuerzos especiales en Escandinavia para entrenar y preparar colportores. Se realizaron cursos de preparación en Suecia, Noruega y Dinamarca. El curso realizado en Estocolmo continuó por cuatro meses. Asistieron 20 personas. Usaban seis horas del día para colportar; las mañanas y las tardes se empleaban en el estudio. En 1886, la venta de libros y folletos en Escandinavia ascendió a 5.385 dólares, y las suscripciones a periódicos a 3.146 dólares. Años después, el pastor Matteson declaró que en su esfuerzo en favor de la obra del colportaje inmediatamente después de su regreso de la conferencia de Basilea, él estaba tan plenamente convencido de que sus obreros debían vivir a base de una entrada tan escasa, que persuadió a cada uno a guardar una estricta cuenta de los gastos, y a que le permitieran examinar esta lista una vez por semana para que pudiera aconsejarles sobre la forma de hacer economías. Pronto las cosas cambiaron, pues los colportores estaban gastando menos y ganando más, y un número de ellos ganaban lo suficiente como para sostenerse sin recibir nada de la tesorería de la asociación.2

En la Europa Central la obra de publicaciones necesitaba libros, y también un maestro y un director. El libro Life of Christ (Vida de Cristo), que estaba demostrando ser un libro popular en los países escandinavos, fue traducido al alemán y al francés, y estaba listo para ser usado en la primera parte del año 1887.

El pastor L. R. Conradi había ido a los Estados Unidos a principios de 1886, y después de visitar las iglesias y grupos de observadores del sábado de Alemania, Rusia y Suiza, informó que una de las necesidades más urgentes en los campos europeos eran libros sobre la verdad presente, que fueran llevados a los hogares de las gentes por colportores consagrados y bien preparados. Vio claramente que deben usarse nuestras publicaciones para llevar el mensaje adventista a las multitudes de Europa, y que debido a que los fondos misioneros no permitían siquiera pagar un pequeño salario a los colportores, debía hacerse un esfuerzo para inaugurar en Europa Central lo que había empezado en Escandinavia: la preparación de colportores para vender las publicaciones y para que vivieran a base de su comisión, sin sueldo. También vio que nuestros jóvenes necesitaban un empleo de tal carácter que los educara y los preparara para llegar a ser obreros eficientes en la causa de Cristo.

Comenzando en Basilea, el pastor Conradi reunió a un grupo de seis u ocho jóvenes, y empezó a prepararlos para que tuvieran éxito. El declaró que la gente necesitaba las verdades salvadoras que había en nuestros libros; que la Sra. White dijo que con esfuerzos bien realizados estos libros podían venderse; que el pastor Matteson había comprobado que esto era cierto; y que tanto él como sus jóvenes asociados debían encontrar la manera de lograrlo. Estudiaban su libro hasta que se volvían entusiastas con respecto a sus grandes verdades, y entonces, al salir con este ánimo e instrucción, tenían éxito.3

Desarrollo debido a un servicio fiel

El acuerdo de la junta directiva de la Asociación General por el cual se hacían subvenciones liberales para la traducción y publicación en Basilea, de varios libros grandes en alemán y francés, le había dado mucho trabajo a la Imprimerie Polyglotte. Esto abrió el camino para el empleo de una veintena de jóvenes y señoritas que estaban muy contentos de relacionarse con la obra educacional.

Viendo que los jóvenes estaban muy ansiosos de estudiar la Biblia y los idiomas, la gerencia organizó clases de Biblia, historia, doctrinas bíblicas y gramática inglesa, para los que quisieran asistir. Estas clases se tenían normalmente desde las seis y media hasta las siete y media de la mañana. Con admirable rapidez los jóvenes franceses dominaban tanto el alemán como el inglés, y los muchachos alemanes tanto el francés como el inglés. Al mismo tiempo progresaban en estatura y sabiduría.

Varias veces las clases matutinas fueron reemplazadas por una semana o diez días de reuniones religiosas. En éstas la Sra. White tomaba una parte importante, y parecía que nunca se cansaba en sus esfuerzos de animar a los jóvenes a capacitarse para un servicio eficiente en la causa de Cristo. Los urgía a aprovechar las oportunidades, a ser diligentes en el trabajo y en el estudio; y les decía que a ella se le había mostrado que, si ellos eran fieles, Dios los usaría para llevar la verdad a muchas personas que estaban cerca y lejos; que si ellos se mantenían cerca del Señor, llegarían a ser poderosos en su obra, y que algunos de ellos serían llamados a puestos de mayor responsabilidad.

Hay muchos que pueden dar testimonio del notable cumplimiento de esta predicción. En años posteriores, uno de estos jóvenes ejerció durante varios términos la presidencia de la Unión Latina; otro, la presidencia de la Asociación Suiza; y otro fue director de la Unión del Levante. Otros han sido predicadores, traductores, redactores, maestros, y gerentes de grandes empresas editoriales.4

Visitas a Italia

El 26 de noviembre de 1885, la Sra. White salió de Basilea rumbo a Torre Péllice, Italia. Fue acompañada por su nuera, María K. White, y por el pastor B. L. Whitney. Con respecto a este viaje ella escribió:

"Yo cumplía 58 años, y por cierto que el suceso había de celebrarse de una manera y en un lugar con los cuales poco había soñado. Parecía difícil darme cuenta que estaba en Europa; que había presentado mi testimonio en Inglaterra, Suiza, Dinamarca, Noruega y Suecia, y que me hallaba en camino a Italia.

"Nuestro viaje por los Alpes tenía que atravesar el gran paso de San Gotardo. Llegamos a Torre Péllice el viernes, cerca de las nueve de la mañana, y nos dieron la bienvenida en el hospitalario hogar del pastor A. C. Bourdeau. Al día siguiente, sábado, hablé a los hermanos y hermanas en el salón alquilado en que realizaban sus reuniones regulares los sábados".

La Sra. White permaneció en Torre Péllice por tres semanas, habló a la gente diez veces y visitó algunos de los lugares donde los valdenses, huyendo de sus perseguidores, habían sido seguidos y capturados, torturados y muertos. Refiriéndose a estos incidentes, ella escribió:

"Si sus voces pudieran escucharse, ¡qué historia contarían las montañas eternas que rodean estos valles, acerca de los sufrimientos del pueblo de Dios, debido a su fe! ¡Qué historia de la visita de ángeles no reconocidos por estos fugitivos cristianos! Una y otra vez los ángeles han hablado con hombres, como un hombre habla con su amigo, y los han guiado a lugares de seguridad. Repetidamente las palabras animadoras de ángeles han renovado los espíritus caídos de los fieles, y conducido sus mentes por encima de las cumbres de las más elevadas montañas, haciéndoles contemplar por la fe los mantos blancos, las coronas y las palmas de victoria que los vencedores recibirán cuando rodeen el gran trono blanco".

Dos veces después de esto, la Sra. White visitó los valles de los valdenses: una vez en abril de 1886, cuando, en compañía de su hijo y de la esposa de éste, dedicó dos semanas a hablar a pequeñas congregaciones en muchos lugares; y de nuevo, en compañía del pastor Guillermo Ings y su esposa, en noviembre, mientras estaban ellos de regreso a Basilea después de trabajar por dos semanas en Nimes, Francia.