Durante el verano de 1890, la Sra. White dedicó mucho de su tiempo a escribir. En octubre se la instó a que asistiera a las reuniones generales de Massachusetts, Nueva York, Virginia y Maryland. Después de unos pocos días pasados en Adams Center, Nueva York, ella asistió a la reunión general que se realizó en South Lancaster, Massachusetts. En el viaje de South Lancaster a Salamanca, Nueva York, contrajo un severo resfrío, de manera que al comienzo de las reuniones de Salamanca se hallaba muy cansada debido a los diez días de arduo trabajo en South Lancaster. La afligían mucho la ronquera y el dolor de garganta.
Alrededor de 200 personas se habían reunido de todas partes de Pennsylvania y de la parte sudoeste de Nueva York. Las reuniones se realizaban mayormente en la Casa de la Opera, pero el sábado por la tarde y por la noche se realizaron en la iglesia congregacional. La Sra. White habló el sábado de tarde sobre la necesidad de un gran esfuerzo de parte de todas nuestras iglesias para fortalecer la fe y el amor. El domingo de mañana habló en el teatro. Había un gran auditorio, que llenaba todos los asientos y todos los pasillos, y también la plataforma hasta cerca de la oradora. Su tema fue la temperancia. Ella se espació mayormente en el deber de los padres de educar a sus hijos en hábitos de fidelidad y abnegación, de manera que no fueran vencidos cuando resultaran tentados a beber licores intoxicantes.
Después de esta reunión, la Sra. White estaba tan completamente exhausta que su secretaria, la Srta. McEnterfer, la instó a que regresara a su hogar en Battle Creek, y tomara tratamientos en el sanatorio. El pastor A. T. Robinson, y otros que se hallaban interesados en las reuniones restantes a las cuales había prometido asistir, le rogaron que no abandonara la esperanza de recobrar la salud y la fuerza para continuar con sus labores.
Con gran dificultad ella cumplió un compromiso el lunes por la tarde, y entonces sintió que debía decidir qué hacer con respecto a asistir a la reunión de Virginia, que seguía inmediatamente después.
En el hogar del Hno. Hicks, donde estaba alojada, recibió la visita de una señora de edad que sufría una violenta oposición en su vida cristiana por parte de su esposo. Esta entrevista duró una hora. Después de esto, cansada, débil y perpleja, quiso retirarse a su habitación para orar. Subió las escaleras, se arrodilló junto a su cama, y antes de que elevara la primera palabra de petición sintió que la pieza estaba llena de fragancia de rosas. Mirando hacia arriba para ver de dónde venía esa fragancia, vio que la habitación estaba inundada de una luz suave y plateada. Instantáneamente su dolor y su cansancio desaparecieron. La perplejidad y el desánimo mental se disiparon, y la esperanza, el consuelo y la paz llenaron su corazón.
Entonces, perdiendo toda conciencia de lo que la rodeaba, recibió una visión en la que se le mostraban muchas cosas relativas al progreso de la causa en diferentes partes del mundo, y a las condiciones que estaban ayudando u obstaculizando la obra.
Entre las muchas cosas que se le presentaron, estaban las condiciones que existían en Battle Creek. Estas le fueron presentadas de una manera muy completa y vívida.
El martes 4 de noviembre por la tarde, era el tiempo establecido para la partida de Salamanca. Por la mañana los pastores A. T. Robinson y W. C. White vinieron a ver lo que la Sra. White había decidido hacer. Entonces ella les contó su experiencia de la tarde anterior, y de la paz y el gozo que había sentido por la noche. Dijo que durante la noche no había tenido ningún deseo de dormir, pues su corazón estaba muy lleno de gozo y alegría. Muchas veces había repetido las palabras de Jacob: "Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía". "No es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo". Génesis 28:16-17.
Estaba totalmente decidida a asistir a las reuniones, de acuerdo con el compromiso hecho. Entonces se propuso contar a los hermanos lo que había visto con respecto a la obra de Battle Creek; pero su mente se volvió de inmediato a otros asuntos, y no relató la visión. Y no lo hizo sino hasta que se reunió la sesión de la Asociación General en Battle Creek el siguiente mes de marzo.
El tiempo restante del mes de noviembre y del mes de diciembre fue empleado en los Estados del este, en reuniones en Washington y Baltimore, en Norwich, Lynn y Danvers, Massachusetts. El mes de enero y febrero fueron empleados en actividades en Battle Creek, y en preparación para el congreso de la Asociación General.
Propuestas relativas a la centralización
Durante el año 1890, los hermanos dirigentes habían dedicado mucho tiempo a pensar en la manera de administrar la Review and Herald Publishing Association, y a una propuesta de consolidación de la obra de las casas publicadoras bajo una sola junta controladora. La unión propuesta de los intereses de la obra de publicación era defendida como un medio de asegurar la unidad, la economía y la eficiencia. Al mismo tiempo se expresó la esperanza de que en un día no muy distante todos los sanatorios fueran puestos bajo un solo gobierno y un solo control. Los mismos que defendían la consolidación de las casas editoras y las instituciones médicas, presentaron la teoría de que la forma más segura de establecer confianza en la obra que hacían los adventistas del séptimo día era fortalecer las instituciones en el centro administrativo, proporcionándole edificios mayores y más importantes con amplias facilidades.
Pero los que estaban personalmente familiarizados con las condiciones existentes en los Estados Unidos y en el campo misionero extranjero, sentían que había mayor necesidad de ampliar el campo y establecer muchos centros de influencia. Ellos creían que ya una cantidad desproporcionada de recursos había sido invertida en la sede central. Por otra parte, los hombres que llevaban la responsabilidad de la casa editora de California no aprobaban ningún plan de consolidación que resultara en el desmedro de la obra en la costa del Pacífico.
Una propuesta que sugería cambios
Entre los que trabajaban en la causa de la libertad religiosa se habían despertado serias diferencias de opinión con respecto a la mejor manera de conducir esa obra, la cual se desarrollaba rápidamente. Durante varios años la entidad de la obra llamada American Sentinel y los ministros de la denominación, habían tratado el asunto de la libertad religiosa como una parte vital del mensaje del tercer ángel. Pero durante el año de 1890 los oradores principales de la Asociación Nacional Pro Libertad Religiosa habían descubierto una puerta abierta para presentar los principios que ellos defendían y su protesta en contra de la legislación religiosa, ante grandes auditorios de personas del mundo no cristiano. Les parecía que sería un plan sabio aprovechar estas oportunidades, y también que resultaría consecuente con estos principios pronunciarse con mucha claridad, sin relacionarlos con las enseñanzas de las Escrituras sobre la santidad del sábado y la cercanía de la segunda venida de Cristo. Ellos instaron a que se cambiaran los planes relativos a la revista Sentinel, y declararon que si esto no podía realizarse, propondrían que se publicara otro periódico en Battle Creek, cuyas directivas editoriales estuvieran más en armonía con su manera de presentar la verdad.
Consideración formal de cambios propuestos
El congreso de la Asociación General de 1891 se realizó en Battle Creek del 5 al 25 de marzo. El domingo 15 de marzo, de tarde, la comisión de veintiuna personas nombrada en el congreso anterior de la Asociación General para considerar la consolidación de los intereses publicadores, presentó su informe. La comisión habló favorablemente de los objetivos que se lograrían mediante la consolidación, pero aconsejaron que la Asociación General actuara con cautela. Entonces propusieron que la Asociación Legal de la Conferencia General fuera organizada con la idea de que, en última instancia, ella pudiera controlar toda la obra de publicaciones de la denominación.
En armonía con el consejo de esta comisión, la entidad legal de la Asociación General, que al principio tenía la intención de ser una organización que poseyera a su nombre las propiedades de la iglesia, fuera reorganizada con una comisión de veintiún miembros, y que se le diera a la misma el control de muchos ramos de la obra, entre los cuales figuraban los intereses de la obra de publicaciones en primer lugar.
Reunión de una comisión especial
En la primera parte de la reunión los funcionarios de la Asociación Nacional de Libertad Religiosa habían hecho un esfuerzo, junto con los representantes del periódico American Sentinel (Centinela Americano), para llegar a un entendimiento con respecto a los planes. Con este propósito se arregló un concilio combinado para que sesionara el sábado por la noche, 7 de marzo, después de las reuniones regulares en el tabernáculo.
En esta reunión, hombres con convicciones y una determinación fija expresaron sus puntos de vista y sus sentimientos en forma perfectamente libre, y por fin los representantes de la Asociación Nacional de Libertad Religiosa votaron que, a menos que se cambiaran las normas y directivas del periódico American Sentinel, la asociación creara otro periódico para que fuera su órgano. Esta reunión conjunta continuó hasta después de la una de la madrugada del domingo.
El servicio del sábado
El sábado 7 de marzo era un día de gran solemnidad. Por la mañana el pastor Haskell habló acerca de la proclamación mundial del Evangelio. Como en la era apostólica el Evangelio fue proclamado en su pureza, con un poder que lo llevó por todo el mundo, así también en los últimos días Dios había de hacer brillar todo rayo de luz del Evangelio eterno, para enviarlo con el poder de su Espíritu a toda la tierra.
Por la tarde la Hna. White habló de la importancia de predicar la Palabra y el peligro de cubrir y mantener semiocultos los rasgos distintivos de nuestra fe, con la idea de que de esta manera podrían evitarse prejuicios. Si hay un mensaje especial que nos fue encomendado, como creemos, ese mensaje debe presentarse sin temor a las costumbres y a los prejuicios del mundo, y no debiera restringirse por directivas que obedecieran a temor o favor. Aunque multitudes se opondrán y lo rechazarán, algunos lo recibirán y serán santificados por él. Pero debe ir a todas partes hasta que toda la tierra sea alumbrada con su gloria. Ella se espació especialmente en el peligro de abandonar nuestro primer amor, y en la importancia de que todos, especialmente los que estaban relacionados con nuestras instituciones principales, tuvieran una vital relación con Cristo, la vid verdadera. Debemos evitar el tratar de amoldar las cosas al mundo y adoptar directivas mundanas. Hombres que están en posiciones de responsabilidad deben ir a Dios, tan a menudo como lo hacía Daniel, en ferviente súplica en procura de ayuda divina.
Dos o tres veces durante el discurso ella comenzó a referir la historia de su experiencia de Salamanca, pero cada vez titubeó en hacerlo, y dejando la historia sin relatar dirigió su pensamiento en otra dirección. Este discurso hizo una profunda impresión en la gran congregación.
En la última parte de esa tarde se tuvo una reunión de ministros en la sala este del Tabernáculo. La Sra. White estaba presente, y rogó que hubiera una mayor consagración. Al final de esta reunión especial el pastor O. A. Olsen le preguntó si ella asistiría a la reunión de ministros el domingo por la mañana. Ella respondió que ya había hecho su parte, y que dejaría la carga con él. Entonces se planeó que los pastores Olsen y Prescott dirigieran la reunión.
El domingo por la mañana, aproximadamente a las 5:20, el Hno. A. T. Robinson, W. C. White y Ellery Robinson estaban pasando por la residencia de la Sra. White en camino a la reunión temprana. Como vieron una luz en su habitación, su hijo se apresuró a ir a averiguar cómo estaba su salud.
La encontró activamente ocupada en escribir. Ella le contó entonces que un ángel del Señor la había despertado como a las tres de la mañana, y le había pedido que fuera a la reunión de ministros y relatara algunas de las cosas que se le habían mostrado en Salamanca. Y añadió que se había levantado inmediatamente, y que había estado escribiendo por unas dos horas.
Había terminado una ferviente sesión de oración en la reunión de ministros cuando la Sra. White entró con un paquete de manuscritos en la mano. Con evidente sorpresa el pastor Olsen dijo: "Nos alegramos de verla, Hna. White. ¿Tiene Ud. un mensaje para nosotros esta mañana?"
"Por cierto que lo tengo", fue su respuesta. Entonces explicó ella que no había sido su plan asistir a la reunión de la mañana, pero que había sido despertada muy temprano, y que había recibido la instrucción de que se preparara para relatar a los hermanos algunas cosas que se le habían mostrado en Salamanca.
Contó brevemente la historia de su experiencia en la reunión de Salamanca, y dijo que en la visión que allí recibió, el Señor había descubierto delante de ella la condición y los peligros de la obra en muchos lugares. Le fueron dadas advertencias y se le ordenó que las presentara a los hombres que ocupaban puestos de responsabilidad. Grandes peligros amenazan la obra especialmente en Battle Creek, y los hombres no lo sabían, porque la impenitencia cegaba sus ojos.
En una ocasión su guía le dijo: "Sígueme", y ella fue dirigida a una reunión de concilio donde los hombres estaban defendiendo sus puntos de vista y sus planes con gran celo y fervor, pero no conforme a ciencia. Un hermano se puso de pie con un periódico en la mano y criticó el carácter de su contenido. La revista era el American Sentinel. Señalando ciertos artículos, dijo él: "Esto debe sacarse, y esto debe cambiar. Si el Sentinel no contuviera artículos como éstos, podríamos usarlo". Los artículos señalados como objetables tenían que ver con el sábado y con la segunda venida de Cristo.
Con claridad la Sra. White habló de las actitudes y los puntos de vista de los principales oradores de esa reunión de consejo. Se refirió al espíritu duro manifestado por algunos, y a la posición errónea tomada por otros. Clausuró sus observaciones con el más ferviente llamado a que todos sostuvieran la verdad en su perfección, y que los centinelas dieran un sonido certero a la trompeta. Una convicción solemne descansó sobre la asamblea, y todos sintieron que habían estado escuchando un mensaje del cielo.
El pastor Olsen estaba perplejo, y no sabía qué decir. El no había sabido nada de la reunión de la comisión especial que había continuado hasta las horas de la madrugada esa misma mañana, y que había terminado menos de dos horas antes que el ángel le pidiera a la Sra. White que relatara la visión que le fuera dada a ella cuatro meses antes, en la que precisamente le había sido descrita en detalles esa reunión. Pero él no necesitó esperar mucho tiempo para obtener una explicación. Pronto los hombres que habían estado en la reunión de la noche se levantaron y testificaron con respecto a la sesión de su comisión.
Uno dijo: "Yo estaba en la reunión anoche, y lamento decir que me considero del lado erróneo. Y aprovecho esta primera oportunidad para colocarme del lado correcto".
El presidente de la Asociación Nacional de Libertad Religiosa presentó un claro testimonio. Dijo que la noche anterior, un número de hermanos se habían reunido en su habitación en la oficina de la Review, y allí discutieron precisamente los asuntos a los cuales la Sra. White se refirió. Sus deliberaciones habían continuado hasta la una de la madrugada. Afirmó él que no trataría de describir la reunión. Eso era innecesario, porque la descripción dada por la Sra. White era correcta, y más exacta de lo que él podía darla. Reconoció libremente que la posición que él había sostenido no era correcta, y que ahora él podía ver su error.
Otro hermano declaró que había estado en la reunión, y que la descripción dada por la Sra. White era cierta y correcta en todos los detalles. Se manifestó profundamente agradecido de que se había recibido esa luz, porque las diferencias de opinión habían creado una situación seria. El creía que todos eran honrados en sus convicciones, y sinceramente anhelaban hacer lo que era correcto, a pesar de que sus puntos de vista estaban en conflicto, y no podían ponerse de acuerdo. Otros que habían estado presentes en esa reunión de la madrugada sobre el Sentinel, presentaron un testimonio de que la reunión había sido correctamente descrita por la Sra. White.
Se dieron otros testimonios, expresando gratitud de que se había recibido luz sobre este asunto que causaba tanta perplejidad. También expresaron su gratitud de que el mensaje había llegado de tal manera, que todos podían ver no solamente la sabiduría de Dios en el mensaje, sino también la bondad de Dios en enviarlo en una oportunidad tal, de manera que nadie podía dudar de que fuera un mensaje del cielo.
Esta experiencia confirmó la fe de aquellos que creían, e impresionó profundamente a aquellos que habían creído que, en materia administrativa, era más seguro seguir su propio juicio, fruto de la experiencia, que seguir los planes para la distribución de responsabilidades y el establecimiento de muchos centros de influencia, los cuales habían sido defendidos por sus hermanos en el campo y por los Testimonios.