Notas biográficas de Elena G. de White

Capítulo 51

El colegio de Avondale

Durante los últimos días del congreso campestre de Australia se dedicó mucho tiempo al estudio de los problemas educativos. La comisión que estaba a cargo de la escuela bíblica australasiana, y la comisión encargada de decidir la locación, presentaron sus informes. En general se creía que los tres cortos períodos de estudio que funcionaron en casas rentadas habían sido de gran valor y debían considerarse como un éxito notable. Al mismo tiempo, se vio que si la escuela continuaba en edificios rentados, los gastos para los alumnos serían demasiado grandes para hacer posible la gran asistencia que era deseable. También era evidente que, con una asistencia limitada, los gastos para los promotores de empresa serían muy pesados. ¿Cómo podría la escuela ser puesta sobre una base tal que abriera el camino para que una gran cantidad de alumnos asistiera a un costo moderado?

La Sra. White habló a menudo con respecto a la obra educativa, y presentó los puntos de vista que le fueron dados de tiempo en tiempo concernientes al carácter de la obra que ha de realizarse y de los lugares que deben seleccionarse para la preparación de los cristianos. Ella también habló de las ventajas que se obtienen combinando el estudio con el trabajo en la adquisición de una educación equilibrada.

Poco tiempo después del congreso campestre, ella preparó para la publicación una abarcante declaración al efecto de que es aconsejable colocar el colegio fuera de las grandes ciudades. También delineó la clase de educación que debe impartirse en la propuesta escuela. Las características principales de estos consejos se destacan en los siguientes extractos:

Trabajo y educación

"Hemos pensado mucho de día y de noche con respecto a nuestras escuelas. ¿Cómo deben ser dirigidas? ¿Y cuál será la educación y la preparación de nuestra juventud? ¿Dónde deberá estar instalada la Escuela Bíblica Australasiana? Me desperté esta mañana a la una de la madrugada con una carga pesada sobre mi alma. El tema de la educación me ha sido presentado de diferentes maneras, en diversos aspectos, por medio de muchas ilustraciones, y con especificaciones directas, a veces sobre un punto, y otras sobre otro. Por cierto, creo que tenemos mucho que aprender. Somos ignorantes con respecto a muchas cosas.

"Al escribir y hablar acerca de la vida de Juan el Bautista y de la vida de Cristo, he tratado de presentar lo que se me ha mostrado con respecto a la educación de nuestra juventud. Estamos bajo la obligación, por parte de Dios, de estudiar este tema en forma franca; porque merece un examen detenido y crítico en cada uno de sus aspectos...

"Los que pretenden conocer la verdad y entender la gran obra que ha de ser hecha para este tiempo han de consagrarse a Dios en alma, cuerpo y espíritu. En el corazón, en la vestimenta, en el lenguaje y en todo respecto deben separarse de las modas y prácticas del mundo. Han de ser un pueblo peculiar y santo. No es su indumentaria lo que los hace peculiares; pero debido a que forman un pueblo peculiar y santo, no pueden llevar las marcas de identificación del mundo.

"Muchos que suponen que están en camino al cielo, están cegados por el mundo. Sus ideas con respecto a lo que constituye una educación religiosa y una disciplina religiosa son vagas, y descansan solamente sobre probabilidades. Hay muchos que no tienen una esperanza inteligente, y corren gran riesgo de practicar las mismas cosas que Jesús enseñó que no deben hacer en el comer, en el beber, en el vestir, uniéndose con el mundo en una variedad de asuntos. Todavía tienen que aprender la seria lección, tan esencial para el crecimiento en espiritualidad, de salir del mundo y estar separados de él. El corazón está dividido; la mente carnal anhela conformidad con el mundo y similitud con él en tantos aspectos, que la señal de distinción del mundo es apenas perceptible. El dinero, el dios dinero, se gasta con el propósito de parecerse al mundo, la experiencia religiosa es contaminada de mundanalidad, y la evidencia del discipulado--la semejanza a Cristo en la abnegación y en llevar la cruz--no puede ser discernida por el mundo o por el universo del cielo...

"Nunca podrá impartirse la debida educación a la juventud en este país o en cualquier otro, a menos que estas instituciones estén a gran distancia de las ciudades. Las costumbres y prácticas de las ciudades incapacitan las mentes de los jóvenes para la recepción de la verdad. El beber bebidas alcohólicas, el fumar y los juegos de azar, las carreras de caballos, la asistencia a los cines, la gran importancia que se les da a los días feriados, todas estas cosas son especies de idolatría, un sacrificio sobre altares idólatras...

"No es un plan correcto establecer edificios de escuela donde los estudiantes tengan constantemente delante de sus ojos las prácticas erróneas que han modelado su educación durante toda su vida, sea este período largo o corto... Si las escuelas se ubicaran en las ciudades o en el perímetro de unos pocos kilómetros de ellas, sería más difícil contrarrestar la influencia de la educación anterior que los alumnos han recibido con respecto a estos días feriados y las prácticas relacionadas con ellos, tales como carreras de caballo, apuestas y ofrecimientos de premios. La misma atmósfera de estas ciudades está llena de miasmas ponzoñosas...

"Hallaremos que es necesario establecer nuestros colegios fuera de las ciudades y lejos de ellas, y sin embargo no tan lejos que los alumnos no puedan estar en contacto con ellas, para hacerles bien, para permitir que la luz brille en medio de las tinieblas morales. Los alumnos necesitan ser puestos bajo la influencia de circunstancias más favorables para contrarrestar mucha de la educación que han recibido...

"Necesitamos escuelas en el campo a fin de poder educar a los niños y a los jóvenes para que lleguen a ser señores del trabajo, y no esclavos del trabajo. La ignorancia y la holgazanería no elevarán a un miembro de la familia humana. La ignorancia no aliviará la suerte del que trabaja duro. Que el obrero vea la ventaja que puede obtener en la más humilde ocupación, usando la capacidad que Dios le ha dado como una concesión. Así puede llegar a ser un educador, y enseñar a otros el arte de hacer la obra inteligentemente. Puede entender lo que significa amar a Dios con el corazón, el alma, la mente y las fuerzas. Las facultades físicas han de consagrarse al servicio por amor a Dios. El Señor necesita las fuerzas físicas, y podéis revelar su amor por él mediante el uso debido de vuestras facultades físicas, realizando precisamente la obra que necesita hacerse. No hay acepción de personas para Dios...

"Hay en el mundo mucho trabajo duro y difícil para hacer; y el que trabaja sin ejercitar las facultades que Dios le ha dado, de la mente, del corazón y del alma, el que emplea la fuerza física solamente, hace que el trabajo resulte una carga pesada y agobiante. Hay personas con una mente, un corazón y un alma tales, que consideran el trabajo como una carga pesada, y se aplican al mismo con una ignorancia complaciente, laborando sin usar el pensamiento, sin emplear las capacidades mentales para hacer un trabajo mejor.

"Hay ciencia en la clase más humilde de trabajo; y si todos tuvieran ese concepto, verían nobleza en el trabajo. El corazón y el alma han de ser puestos en el trabajo, cualquiera sea la clase; entonces hay alegría y eficiencia. En las ocupaciones agrícolas y mecánicas, los hombres pueden dar evidencia ante Dios de que aprecian su don en las capacidades físicas, como también en las facultades mentales. Empléese la capacidad educada en idear mejores métodos de trabajo. Esto es lo que el Señor quiere. Todo tipo de trabajo que necesite ser hecho es honorable. Que la ley de Dios se convierta en una norma de acción, y entonces ella ennoblecerá y enaltecerá todo trabajo. La fidelidad en el desempeño de todo deber hacen del trabajo algo noble, y revela un carácter que Dios puede aprobar...

"Las escuelas deben establecerse donde haya tantas cosas como sea posible, en la naturaleza, para deleitar los sentidos y dar variedad al escenario. Aunque evitamos lo falso y artificial, descartando las carreras de caballos, el juego de cartas, las loterías, las peleas por premio, el beber y el uso de del tabaco, debemos proporcionar fuentes de placer que sean puras, nobles y elevadoras. Debemos escoger una ubicación para nuestra escuela lejos de las ciudades, donde los ojos no descansen continuamente sobre las moradas de los hombres, sino sobre las obras de Dios; donde haya lugares de interés que los alumnos puedan visitar fuera de lo que la ciudad les otorga. Establézcanse nuestros alumnos en lugares donde la naturaleza pueda hablar a los sentidos, y en la voz de ella escucharán la voz de Dios. Estén ellos donde puedan mirar las obras maravillosas del Señor y, por medio de la naturaleza, contemplar a su Creador...

"La ocupación manual para los jóvenes es esencial. La mente no ha de ser constantemente sobrecargada en desmedro de las facultades físicas. La ignorancia de la fisiología, y el descuido en la observancia de las leyes de la salud, han llevado a la tumba a muchos que podrían haber vivido para trabajar y estudiar inteligentemente. El debido ejercicio de la mente y el cuerpo desarrollarán y fortalecerán todas las facultades. Tanto la mente como el cuerpo serán preservados, y serán capaces de realizar una variedad de trabajo. Los ministros y los maestros necesitan aprender lo relativo a estas cosas, y también necesitan practicarlas. El debido uso de la fuerza física, así como de las facultades mentales, equilibrará la circulación de la sangre, y mantendrá todo órgano de la máquina viviente en buena condición. A menudo se abusa de la mente, y ella es dirigida hacia la locura prosiguiendo una sola línea de pensamiento. El empleo excesivo del poder del cerebro y el descuido de los órganos físicos crea una condición de enfermedad en el sistema. Toda facultad de la mente puede ejercitarse con comparativa seguridad si las facultades físicas son igualmente empleadas y el tema de pensamiento es variado. Necesitamos un cambio de ocupación, y la naturaleza es un maestro viviente y saludable...

"Se hallará que el hábito de la laboriosidad es una ayuda importante para que la juventud resista la tentación. Aquí hay un campo para dar salida a sus energías restringidas que, si no se emplean en forma útil, serán una fuente constante de dificultades para ellos mismos y para sus maestros. Pueden idearse muchas clases diferentes de trabajo adaptadas a diferentes personas, pero el trabajo de la tierra será una bendición especial para el obrero. Existe una gran carencia de hombres inteligentes que labren la tierra, y que sean cuidadosos. Este conocimiento no será un obstáculo en la educación esencial para los negocios o para ser útil en otro ramo. El desarrollar la capacidad de cultivar la tierra requiere pensamiento e inteligencia. No solamente desarrollará los músculos, sino también la capacidad de estudiar, porque la acción del cerebro y del músculo se equilibran. Debemos educar a los jóvenes de tal manera que amen el trabajo de la tierra y se deleiten en mejorarlo. La esperanza de hacer progresar la causa de Dios en este país reside en crear un nuevo gusto moral por el amor al trabajo, que transformará la mente y el carácter...

"La escuela que ha de establecerse en Australia debe considerar en primer lugar la cuestión de las industrias, y revelar el hecho de que la labor física tiene su lugar en el plan de Dios para todo hombre, y que su bendición la coronará. Los colegios establecidos por quienes enseñan y practican la verdad para este tiempo, deben dirigirse de tal manera que produzcan nuevos y frescos incentivos de toda clase de trabajo manual. Habrá muchas cosas que pondrán a prueba a los educadores, pero se habrá logrado un objetivo grande y noble cuando los estudiantes sientan que el amor de Dios ha de revelarse, no sólo en la devoción del corazón, de la mente y del alma, sino en el uso útil y sabio de su fuerza física. Sus tentaciones serán mucho menores; de ellos irradiará, por precepto y por ejemplo, una luz en medio de las teorías erróneas y de las costumbres que están de moda en el mundo...

"Puede hacerse esta pregunta: ¿Cómo puede el que maneja los bueyes [para arar la tierra] adquirir sabiduría permanente? Buscándola como la plata, y como tesoros escondidos. 'Porque su Dios lo instruye, y le enseña lo recto'. 'También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría'.

"El que les enseñó a Adán y Eva a cuidar el jardín, instruirá también a los hombres hoy en día. Hay sabiduría para el que maneja el arado, y planta y siembra la semilla. La tierra tiene sus tesoros escondidos, y el Señor quiere que miles y decenas de miles que ahora están apiñados en las ciudades esperando la oportunidad de ganar una pitanza, trabajen la tierra. En muchos casos la escasa cantidad que ganan no se convierte en pan, sino que es puesta en el cajón del publicano [el dueño de una taberna], para obtener lo que destruye la razón del hombre formado a la imagen de Dios. Los que lleven sus familias al campo las colocan donde hay menos tentaciones. Los hijos que están con padres que aman y temen a Dios, están en todo respecto mejor situados para aprender del gran Maestro que es la Fuente de la sabiduría. Tienen una oportunidad mucho más favorable para lograr la capacitación necesaria para el reino de los cielos".1

En busca de una propiedad adecuada

El pastor Olsen permaneció en Australia unas seis semanas después de la terminación del congreso campestre de 1894. Durante ese tiempo se unió de todo corazón en la búsqueda de un lugar adecuado para la escuela. Los administradores de la asociación y la comisión de locación esperaban que se encontrara alguna buena propiedad antes de su regreso a los Estados Unidos, pero en este respecto resultaron chasqueados. La Sra. White visitó muchos de los lugares que estaban bajo consideración. Mientras la búsqueda continuaba, llegó a ser evidente que se experimentaría gran dificultad en obtener, a un precio moderado, una propiedad adecuada para los amplios ramos de trabajo que se creía debían realizarse en el colegio.

En mayo, cinco miembros de la comisión visitaron Dora Creek y Cooranbong, y examinaron el terreno que fue más tarde comprado por $4.500 dólares. Esta parcela de tierra comprendía cerca de 600 hectáreas de tierra virgen, la tercera parte de las cuales se creía apta para el cultivo de granos, frutas y hortalizas, y para pasto. Después de comprar el terreno, la propiedad se designó con el nombre de "Avondale", debido a los numerosos arroyos y la abundancia de agua corriente. El lugar elegido para la edificación de la escuela está solamente a cinco kilómetros de la estación de Ferrocarril de Dora Creek, y a unos dos kilómetros al sudeste de la oficina de correos de Cooranbong.

En enero y febrero de 1895, los amigos de la escuela se vieron favorecidos con la visita de la Sra. A. E. Wessels, de la ciudad de El Cabo, Sudáfrica, acompañada de tres de sus hijos. Ellos estaban muy contentos con muchas de las características de la propiedad de Avondale, y manifestaban profunda simpatía con los objetivos y blancos de la obra. Su hija Ana donó $5.000 dólares a fin de ayudar en los comienzos de la empresa.

Un experimento industrial

Desde el tiempo en que la propiedad llegó a estar en plena posesión de la Unión Australasiana, hasta el tiempo de la apertura de las clases, había mucho para hacer. Había que limpiar el terreno, secar por drenaje un lodazal, plantar una huerta, y además había que erigir los edificios. Con ese propósito se reunió a un número de alumnos--jóvenes robustos que estaban contentos de trabajar seis horas por día, y recibir a cambio su alojamiento e instrucción en dos materias. La institución se inauguró el 6 de marzo de 1895, y continuó por 30 semanas.

Para el alojamiento de los veinte jóvenes que iniciaron esta obra, se alquiló un viejo hotel en Cooranbong, y se levantaron varias tiendas junto a ese edificio. En abril, el Hno. Metcalfe Hare, que había sido elegido como tesorero y gerente de la empresa, trasladó a su familia a Cooranbong, y, deseando estar cerca de la obra, levantó su tienda cerca del aserradero y el sitio elegido para levantar los edificios. Durante dos años la tienda, cubierta por un techo de cinc galvanizado, sirvió como su casa.

Muchos padres anhelosos de enviar a sus hijos al colegio, pensaban que debía establecerse cerca de una de las grandes ciudades donde vivían muchos adventistas. Ellos creían que unas diez o quince hectáreas de terreno que no estuvieran lejos de Sidney o Melbourne serían mucho mejores que una gran parcela de tierra inculta cerca de Newcastle. Otros se oponían a ese lugar porque creían que la tierra era tan pobre que se obtendría poco de su cultivo. La Sra. White tuvo una visión muy animadora del valor de la tierra; y cuando la ofrenda liberal de $5.000 dólares, procedente de los amigos del Africa, hizo posible el pago de la tierra, ella escribió: "Sentí mi corazón lleno de gratitud cuando supe que en la providencia de Dios la tierra ya estaba en nuestra posesión y sentí deseos de gritar expresando alabanzas a Dios por una situación tan favorable".

En julio de 1895, la Sra. White determinó manifestar su interés en la empresa del colegio y su confianza en la propiedad de Avondale comprando un lote de tierra, y estableciendo su hogar en Cooranbong. Ella seleccionó unas 28 hectáreas, y en unas pocas semanas tenía una porción de su familia viviendo en tiendas en los terrenos, que ella denominó "Sunnyside" [lado del sol]. Se comenzó la edificación de una casa de ocho habitaciones; y tan pronto como se pudo hacer la limpieza, el terreno fue arado y se plantaron árboles frutales. Acerca de esta experiencia ella escribió:

"Cuando se pusieron los cimientos de la casa, se hicieron los preparativos para cultivar frutas y verduras. El Señor me ha mostrado que la pobreza que existe en torno a Cooranbong no debe existir; porque con laboriosidad el suelo podría cultivarse y hacer que rinda sus tesoros para el servicio del hombre".

El entusiasmo ilimitado de la Sra. White con respecto a las mejoras de la propiedad de Avondale hizo mucho para alegrar y animar a otros. Ella insistió particularmente en que los hombres de la escuela no perdieran tiempo en empezar la preparación de la huerta; y se regocijó grandemente cuando en octubre se plantó un centenar de árboles frutales escogidos en un trozo de tierra favorable, ocupado un año antes por una espesa selva de eucaliptos.

Cuando se cerró la escuela industrial en noviembre, pasaron varios meses sin que se hiciera ningún progreso material. La gente sentía en forma muy aguda la depresión financiera con la cual luchaban las colonias. Las críticas con respecto al esfuerzo de edificar un colegio en un lugar tan agreste y tan apartado, aumentaron cada vez más. Entonces vino la terminación desfavorable de un pleito al cual la escuela había sido arrastrada por la acción precipitada del hombre que solicitaba los fondos, el cual costó $2.000 dólares además de causar una seria demora en la obra.

¿Qué podría hacerse? La obra parecía estar estancada, y con pocas perspectivas de tener condiciones más favorables. La pérdida de 2.000 dólares habría sido muy desanimadora en cualquier tiempo, pero en una ocasión como esta era desconsoladora.

Un hermoso sueño

En esta crisis, cuando la fe de muchos era severamente probada, la Sra. White tuvo un sueño que les trajo a ella y a otros la dulce seguridad de que Dios no los había abandonado. Al relatar esta experiencia, ella escribió:

"La noche del 9 de julio de 1896 tuve un sueño hermoso. Mi esposo, Jaime White, estaba a mi lado. Nos hallábamos en nuestra pequeña granja en los bosques de Cooranbong, consultando con respecto a la perspectiva de futuros beneficios por la labor realizada.

"Mi esposo me dijo: '¿Qué estás haciendo tú con respecto al edificio escolar?'

"'No podemos hacer nada--le dije--, a menos que tengamos medios, y sepamos de dónde vienen los medios. No tenemos un edificio para la escuela. Todo parece estar estancado. Pero no voy a estimular la incredulidad. Trabajaré con fe. He estado tentada a contarte de un capítulo desanimador de nuestra experiencia; pero hablaré con fe. Si hablamos de las cosas como se ven, nos desanimamos. Hemos de aventurarnos a roturar el suelo, y arar con esperanza y con fe. Veríamos una medida de prosperidad delante de nosotros si todos trabajaran inteligentemente y se esforzaran fervientemente para poner la semilla. Las presentes apariencias no son halagüeñas, pero según toda la luz que puedo obtener, veo que ahora es el tiempo de la siembra. El trabajar el terreno es nuestro libro de texto, pues exactamente de la manera en que tratamos los campos con la esperanza de futuros beneficios, debemos sembrar este suelo misionero con la semilla de la verdad'.

"Recorrimos toda la extensión de los terrenos que estábamos cultivando. Entonces regresamos, conversando mientras caminábamos; y vi que las viñas que habíamos pasado llevaban fruto. Dijo mi esposo: 'La fruta está lista para ser recogida'.

"Cuando llegué a otro sendero, yo exclamé: 'Mira, mira las hermosas fresas. No necesitamos esperar hasta mañana para verlas'. Al recoger la fruta, dije: 'Yo pensé que estas plantas eran inferiores, y que apenas valían la molestia de colocarlas en la tierra. Nunca esperé una cosecha tan abundante'.

"Mi esposo dijo: 'Elena, ¿te acuerdas cómo, cuando entramos por primera vez en el campo de Míchigan y viajamos en carro a diferentes localidades para encontrarnos con humildes grupos que observaban el sábado, las perspectivas parecían tan prohibitivas? En el calor del verano nuestro dormitorio era a menudo la cocina, donde habíamos cocinado durante el día, y no podíamos dormir. ¿Te acuerdas cómo, en un caso, nos perdimos, y cuando no podíamos encontrar agua, te desmayaste? Con un hacha prestada nos abrimos camino a través de la selva hasta que llegamos a una casucha de troncos, adonde se nos dio un poco de pan y leche y alojamiento para la noche. Oramos y cantamos con la familia, y por la mañana les dejamos nuestros folletos.

"'Nos sentíamos muy atribulados por esta circunstancia. Nuestro guía conocía el camino, y no podíamos entender que nos perdiéramos. Años después, en un congreso, varias personas nos fueron presentadas y estas nos contaron su historia. Esa visita hecha, según pensábamos, por error, y ese libro que dejamos, era una semilla sembrada. En total veinte fueron convertidos por lo que nosotros pensábamos que era un error. Esta era la obra del Señor, para que la luz fuera dada a los que deseaban conocer la verdad'.

"Mi esposo continuó: 'Elena, estás en un terreno misionero. Has de sembrar con esperanza y fe, y no te verás chasqueada. Un alma vale más que todo lo que fue pagado por este terreno, y tú ya tienes algunas gavillas para traerle al Maestro. La obra comenzada en otros campos--en Rochester (Nueva York), Míchigan, Oakland, San Francisco, y en los campos europeos--era tan promisoria como la obra en este campo. Pero la obra que haces con fe y esperanza te proporcionará un compañerismo con Cristo y con sus fieles siervos. Esa obra debe realizarse con sencillez, con fe y esperanza, y se verán resultados eternos como recompensa de tus labores'".

Ayuda de los amigos del Africa

En abril de 1896 la Sra. White había escrito a los hermanos Wessels de la Ciudad del Cabo, pidiéndoles que le prestaran 5.000 dólares a una tasa baja de interés, para que ella pudiera prestarlos a la junta de la escuela a fin de ayudar y animar en los comienzos de la edificación que se necesitaba. En una de sus cartas a uno de estos amigos de Sudáfrica ella escribió:

"Necesitamos edificar una escuela aquí, donde los alumnos sean educados en la formación de caracteres para la vida eterna, y donde reciban una educación tal en las Escrituras que salgan del colegio para educar a otros. Esta es la obra del Señor; y cuando sabemos que estamos haciendo precisamente la obra que él ha especificado, debemos tener fe para creer que él abrirá el camino... Los negocios del Rey requieren premura. La juventud de este país está esperando que haya una escuela, y no queremos esperar por más tiempo.

"¿Quisierais saber cómo podéis agradar mejor a vuestro Salvador? Pues, colocando vuestro dinero en manos de los cambistas, para ser empleado en el servicio del Señor a fin de hacer avanzar su obra. Realizando esto, hacéis la mejor inversión de los medios que Dios os ha confiado. Yo he consagrado todo lo que poseo al Señor, y he gastado los medios en varias ramas, ayudando a sostener congresos campestres y a edificar casas de culto en los lugares donde la gente había aceptado la verdad. Encuentro muchas oportunidades donde puedo ayudar a salvar a las almas que perecen...

"Vale la pena trabajar por aquellos por quienes Cristo murió. Nuestra fuerza y nuestros recursos no pueden invertirse de una manera mejor. Si mediante la ayuda del Espíritu de Dios, podemos edificar una estructura que dura por los siglos eternos, ¡qué obra habremos hecho! Cooperando con Dios en esta obra podemos pensar en las palabras de Cristo, tan llenas de seguridad: 'Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento'. Dios tiene cuidado de las almas humanas por las cuales él dio a su Hijo Unigénito, y debemos mirar a todos los hombres con los ojos de la compasión divina".

No mucho tiempo después del sueño relativo a la cosecha de la fruta, llegaron cartas del Africa, y en ellas se decía que la Sra. A. E. Wessels prestaría a la Hna. White el dinero que ella había solicitado. Gozosamente estas nuevas fueron comunicadas a la junta de la escuela, e inmediatamente se aceleraron los trabajos de cortar los árboles y aserrar la madera para los edificios.

El 5 de octubre de 1896, a las cinco y treinta de la tarde, unas 35 personas se reunieron en el colegio, y la Sra. White colocó el primer ladrillo de los cimientos del edificio llamado Bethel Hall, que habría de ser el dormitorio de las señoritas. Ella entonces relató brevemente su experiencia en las siguientes palabras:

"A menudo, durante este tiempo de estrecheces financieras, me he despertado en la noche gravemente afligida por la situación. ¿A qué fuente podríamos recurrir por ayuda? Oré con fervor para que el Señor abriera el camino para que pudiéramos construir, y aun cuando parecía no haber perspectivas de medios seguros, él enviara la ayuda necesaria. Una noche me quedé dormida, y soñé que estaba llorando y orando delante del Señor. Una mano me tocó en el hombro, y una voz dijo: 'Yo tengo recursos en poder de muchas familias del Africa que están siendo invertidos en empresas mundanas. Escribe a los Hnos. Wessels. Diles que el Señor tiene necesidad de dinero. Les hará bien ayudar a hacer progresar mi obra aquí con los medios que yo les he confiado. Diles que se hagan tesoros en los cielos, donde la polilla no corrompe, y donde no hay ladrones que minen y hurten; porque donde está su tesoro, allí estará también su corazón'".

La erección de los primeros edificios

Durante cuatro meses de trabajo el aserradero y los carpinteros hicieron buen progreso. El dormitorio de las señoritas estaba casi terminado, y se estaban colocando los cimientos para el comedor. De acuerdo con el plan del arquitecto, este edificio debía ser una estructura de un piso, de unos 25 metros de largo por 9 metros de ancho, para acomodar el comedor, las piezas de servir, la despensa, la cocina y el lugar del almacenamiento. Pero la junta de la escuela, temiendo que no sería posible levantar un tercer edificio pronto, planeó añadir un segundo piso, un extremo del cual, que quedaría sin terminar, podría ser usado por un tiempo como capilla, mientras que la porción restante podría usarse para acomodar dormitorios para una docena de jóvenes.

Cuando este edificio estaba terminado en sus dos terceras partes, el tesorero informó que los fondos se habían terminado, y que la obra debía progresar lentamente. Pero se acercaba el tiempo en que el colegio debía abrirse, y los amigos de la empresa sentían que el no estar preparados para recibir a los que vendrían al colegio resultaría desastroso. "La escuela debe iniciarse el día anunciado", insistió la Sra. White, cuando se le habló de las dificultades que afligían a la junta de la escuela. A esto los edificadores contestaron: "Es imposible; no puede hacerse".

Quedaba un recurso, y éste era la cooperación abnegada y unida de todos en un esfuerzo supremo para hacer posible aquello que parecía totalmente imposible. La Sra. White determinó hablar directamente a la hermandad. "Citamos a una reunión para el domingo a las seis de la mañana, y convocamos la iglesia--relató más tarde acerca de las experiencias de las semanas que siguieron--. Presentamos la situación delante de los hermanos y hermanas, y pedimos trabajo donado. Treinta hombres y mujeres se ofrecieron para trabajar; y aunque era duro para ellos disponer del tiempo, un grupo fuerte continuó trabajando día tras día hasta que los edificios se vieron completados, limpios y amueblados, y listos para ser usados el día fijado para la apertura de la escuela".

Al tiempo señalado, el 28 de abril de 1897, la escuela se abrió, teniendo como maestros al pastor S. N. Haskell y esposa, junto con el profesor H. C. Lacey y esposa. El primer día había solamente diez estudiantes. Cuando se divulgó la noticia de que la escuela había iniciado sus actividades, otros llegaron; y un mes más tarde, cuando el profesor C. B. Hughes y esposa vinieron a unirse al personal docente, asistían casi treinta estudiantes. En el transcurso del período escolar, a medida que se presentaba en las iglesias el carácter de la instrucción dada, otros hicieron grandes esfuerzos para unirse con ellos, y antes del fin del período había sesenta estudiantes en total. Más o menos cuarenta de ellos fueron acomodados en el hogar de la escuela.

Otra prueba de fe

A medida que avanzaba el período escolar, y las familias se reunían con el fin de que sus hijos pudieran tener las ventajas de la escuela, la congregación de los días sábados se hacía demasiado numerosa para la capilla temporaria, ubicada sobre el comedor. En ella se habían provisto asientos para cien personas. En años anteriores las reuniones sabáticas se habían realizado primero en el comedor del Hotel Healey; y más tarde en el oscuro e incómodo desván del aserradero. La pequeña capilla era un salón de reuniones mucho mejor que el desván del aserradero; pero ahora era demasiado pequeña. Hubo mucha discusión sobre lo que podía hacerse; y finalmente los hermanos decidieron erigir una iglesia bonita y cómoda, suficientemente grande para las necesidades de todos.

Refiriéndose a esta experiencia mientras hablaba en la iglesia durante la semana de oración que dirigió en el mes de junio de 1898, la Sra. White dijo:

"Cuando llegó el tiempo en que esta casa de reuniones debía erigirse, se presentó otra prueba de lealtad. Tuvimos un consejo para considerar lo que debía hacerse. El camino parecía cargado de dificultades. Algunos dijeron: 'Hágase un edificio pequeño, y cuando haya más dinero, amplíese; porque no tenemos la capacidad de completar en este tiempo una casa como la que deseamos'. Otros decían: 'Esperemos hasta tener dinero con el cual edificar una casa cómoda'. Pensamos hacer esto. Pero durante la noche recibí palabra del Señor: 'Levantaos, y edificad sin demora'.

"Entonces decidimos que emprenderíamos la tarea, y avanzaríamos por fe para hacer un comienzo. Precisamente en la noche siguiente vino de Sudáfrica un giro por 200 libras ... para ayudarnos a edificar la casa de culto. Nuestra fe había sido probada, habíamos resuelto comenzar la obra, y ahora el Señor ponía en nuestras manos este gran donativo con el cual empezar. Con este ánimo la obra comenzó con fervor. La junta de la escuela dio el terreno y cien libras. Doscientas libras se recibieron de la Unión, y los miembros de la iglesia dieron lo que podían. Amigos que no eran parte de la iglesia ayudaron; y los edificadores donaron parte de su tiempo, lo cual era tan bueno como dinero. Así la obra fue completada, y tenemos esta hermosa casa, capaz de acomodar a cuatrocientas personas".2

Mientras tanto la escuela prosperó, y un buen número de jóvenes y señoritas fueron preparados para entrar en el servicio del Maestro. En el congreso realizado en Queensland, Brisbane, del 14 al 24 de octubre de 1898, la Sra. White pasó en revista este aspecto animador del desarrollo de la escuela en las siguientes palabras:

"Durante el primer año, ... con una asistencia de sesenta estudiantes, había como treinta que tenían más de 16 años; y de este número, diez fueron empleados durante la vacación en varios ramos de trabajo religioso. Durante el segundo año la matrícula ascendió a cien; y de unos cincuenta que tenían más de 16 años de edad se encontró trabajo para 42 durante la vacación. Veinticinco de éstos fueron empleados por las asociaciones y las sociedades en trabajo religioso".3

Blancos y objetivos

Los gerentes de la escuela de Avondale habían estado planeando durante años, primordialmente con el propósito de dar a los alumnos una preparación práctica para el servicio en muchas ramas de esfuerzo cristiano. En forma clara y enfática, una y otra vez la Sra. White destacó la obra que la escuela debía hacer, y las grandes ventajas que tendrían los estudiantes y maestros en su contacto diario con los asuntos prácticos de la vida cotidiana. En septiembre de 1898 escribió:

"Necesitamos más maestros y más talentos para educar a los alumnos en varias ramas, a fin de que muchas personas salgan de este lugar deseosas y capaces de llevar a otros el conocimiento que ellos han recibido. Muchachos y niñas huérfanos han encontrado un hogar aquí. Deben levantarse edificios para un hospital, y deben proveerse embarcaciones para acomodar la escuela. Debe emplearse a un gerente de la granja que sea competente, y también a hombres sabios y enérgicos para actuar como jefes de las diversas empresas industriales, hombres que utilicen sus talentos consagrados para enseñar a los alumnos a trabajar.

"Muchos jóvenes que anhelan una preparación en los ramos industriales vendrán a la escuela. La instrucción industrial debe incluir contabilidad, carpintería, y todo lo que tenga que ver con trabajo de granja. También deben hacerse los preparativos para enseñar herrería, pintura, fabricación de zapatos, culinaria, panadería, trabajo de lavandería, el arte de tejer y remendar, dactilografía e imprenta.4 Toda facultad que está a nuestra disposición ha de ser puesta en esta obra de preparar a los alumnos, a fin de que salgan equipados para los deberes prácticos de la vida...

La labor misionera es la preparación más elevada

"El Señor seguramente bendecirá a todos los que tratan de bendecir a otros. La escuela ha de ser conducida de tal manera que maestros y alumnos aumenten constantemente su capacidad por el uso fiel de los talentos que les son dados. Poniendo en uso práctico lo que han aprendido, crecerán constantemente en sabiduría y conocimiento. Hemos de aprender del Libro de los libros los principios conforme a los cuales debemos vivir y trabajar. Consagrando a Dios todas las capacidades que nos fueron dadas por él, que es quien tiene el primer derecho de poseerlas, haremos hermosos progresos en todo lo que sea digno de nuestra atención...

"Nuestras escuelas deben ser conducidas bajo la supervisión de Dios. Hay una obra que debe hacerse por los jóvenes y las señoritas que todavía no se ha hecho. Existe un mayor número de jóvenes que necesitan tener las ventajas de nuestras escuelas. Ellos necesitan el curso de educación manual, que les enseñará a llevar una vida activa y enérgica. Nuestras escuelas deben realizar toda clase de trabajo. Los alumnos deben ser enseñados por directores sabios, juiciosos y temerosos de Dios. Todo ramo de labor ha de ser conducido de la manera más cabal y sistemática en que la larga experiencia y la sabiduría puedan capacitarnos a planear y ejecutar.

"Despierten los maestros a la importancia de este tema, y enseñen agricultura y otras industrias, lo cual es esencial que los alumnos entiendan. Tratad de obtener en todo departamento de trabajo los mejores resultados. Que la ciencia de la Palabra de Dios sea traída al trabajo a fin de que los alumnos entiendan los principios correctos, y alcancen las normas más altas que sea posible. Ejerced vuestras capacidades dadas por Dios, y contribuid con todas vuestras energías al desarrollo de la granja del Señor. Estudiad y trabajad, a fin de que, como resultado de la siembra de la semilla, se obtenga el máximo beneficio, y así haya abundante provisión de alimento, tanto temporal como espiritual, para el número creciente de estudiantes que deben reunirse con el objeto de ser preparados como obreros cristianos".5

Los campos están blancos para la siega

A medida que los obreros de las colonias australasianas y los que trabajaban en las islas del Pacífico siguieron avanzando hacia nuevos territorios, iba aumentando su convicción de que debía realizarse todo esfuerzo posible para educar a muchos obreros para la cosecha.

"Por todo nuestro alrededor--declaró la Sra. White en una ocasión en 1898, mientras asistía a un congreso campestre maravillosamente inspirador celebrado en la Asociación recientemente formada de Queensland--existen campos blancos para la siega; y todos nosotros sentimos un intenso deseo de que estos campos sean trabajados, y de que el estandarte de la verdad sea levantado en toda ciudad y toda aldea.

"Al estudiar nosotros la vastedad de la obra y la urgencia de entrar en estos campos sin demora, vemos que se necesitan centenares de obreros donde ahora hoy sólo dos o tres, y que no debemos perder tiempo antes de edificar las instituciones donde deben prepararse y educarse obreros".6

Y cuando la junta directiva de la Unión Australasiana, a la luz de las providencias divinas que abrían puertas, estudió de nuevo su deber de ocupar nuevos territorios, "reconoció que la escuela, el sanatorio y la fábrica de productos alimenticios eran tres agentes que trabajaban armoniosamente en la educación y la preparación de misioneros destinados al campo propio y al extranjero, los cuales debían salir preparados para ministrar las necesidades físicas, mentales y morales de sus semejantes". En su informe a los lectores de la Review con respecto a este paso de progreso dado por sus hermanos de Australia, la Sra. White escribió: "Todos nosotros sentimos que la obra es urgente. No hay ninguna parte de ella que pueda esperar. Todo debe progresar sin demora".

En ocasiones, durante los años de ardua labor invertidos en formar un numeroso grupo de creyentes en Australasia, y en establecer centros donde los jóvenes pudieran ser preparados como obreros para Dios, la Sra. White y sus asociados captaron vislumbres de lo que el futuro tenía en reserva para esa porción del amplio campo de la siega. Los pioneros de ese campo--los pastores Haskell, Corliss, Israel, Daniells, y otros--habían reconocido muy pronto la posibilidad de levantar allí mismo obreros que pudieran entrar en las islas circunvecinas de la Polinesia, de la Melanesia y la Micronesia. Pero hacia fines de la década del noventa, cuando los diversos ramos de la causa de la verdad presente--el ramo de las publicaciones, el educacional y el médico--, se estaban estableciendo bien, y muchos jóvenes surgían como obreros, los hermanos que estaban a cargo de la Unión Australasiana vieron más y más claramente las oportunidades de servicio que los rodeaban.

Estas posibilidades del futuro fueron bosquejadas ampliamente por la Sra. White en comunicaciones dirigidas a los dirigentes de la causa de Dios reunidos en el congreso de la Asociación General en la primera parte de 1899. "Nuestros hermanos no han discernido el hecho de que al ayudarnos--les escribió ella concerniente al valor de mantener fuertes centros de preparación de obreros en Australasia--se están ayudando a sí mismos. Lo que se dé para comenzar la obra aquí, resultará en el fortalecimiento de la obra en otros lugares. A medida que vuestros donativos nos liberen de continuos problemas, permitirán que nuestras labores se extiendan; habrá una recolección de almas, se establecerán iglesias, y la obra seguirá creciendo en fortaleza financiera. Tendremos suficientes medios no solamente para llevar adelante la obra aquí, sino para ayudar a otros campos. No se gana nada con retener los medios que nos capacitarían para trabajar con ventaja, extendiendo el conocimiento de Dios y los triunfos de la verdad en regiones lejanas".7

Un centro de preparación para campos misioneros

En representación de los hermanos y hermanas de Australasia que estaban ansiosos de compartir las cargas del esfuerzo misionero en las regiones lejanas, el pastor A. G. Daniells, en ese tiempo presidente de la Unión Australasiana, informó al congreso de la Asociación General de 1899 el rápido desarrollo que se realizaba, y la sólida fe que todos tenían en su capacidad para unirse con sus colaboradores de los Estados Unidos y Europa a fin de llevar el mensaje del tercer ángel a territorios misioneros.

"Nosotros en Australasia--escribió él--, hemos sido lentos en captar el significado de la providencia de Dios al mantener a su sierva, la Hna. White, en este país. Cuando ella vino, todos pensaron que estaba haciéndonos solamente una breve visita. Así también lo pensaba ella. Pero el Señor sabía mejor. El la colocó en este país, y no hace que la nube [que guiaba al pueblo] se levante y se mueva a otra parte.

"Desde el momento en que ella llegó, Dios ha estado instruyéndola con respecto a la obra aquí. El ha señalado los errores de nuestros métodos de trabajo. El ha permitido que se coloque otro molde a la obra que se hace en todo el campo. El ha amonestado constantemente a avanzar, a abrirse paso por todas partes. Todo el tiempo él está dirigiéndonos, e instándonos a ampliar nuestra obra. El ha dado a su sierva una gran preocupación con respecto a la obra educacional. Ha sido terrible la lucha que ha significado realizar lo que Dios ha revelado con sencillez que debía hacerse. Satanás ha disputado cada pulgada de terreno; pero Dios nos ha dado muchas victorias. El ha establecido la escuela de Avondale, y tenemos las más claras evidencias de que él será glorificado en ella. El ha dado detenidas instrucciones con respecto a su ubicación, objeto y dirección. Ahora él nos dice que si andamos en la luz que él ha dado, Avondale llegará a ser el centro de preparación para muchos campos misioneros. La mano de Dios está en todas estas cosas. Nos estamos esforzando por despertar a nuestro pueblo para que entienda la situación, y para que haga todo lo que está a su alcance para sostener la obra. Los hermanos están respondiendo con nobleza; pero nuestros recursos visibles son pequeños para la gran obra que se nos insta a realizar...

"Tenemos un ejército de jóvenes y señoritas inteligentes, ansiosos de prepararse para la obra de Dios. Creemos que en poco tiempo podremos proporcionar un gran número de obreros valiosos para varios campos misioneros que se hallan bajo la bandera británica. El Señor nos está revelando esto por medio del espíritu de profecía, y el hará que esto ocurra".8

En un discurso sobre la escuela de Avondale y su obra, dado el sábado 22 de julio de 1899 por la tarde ante el congreso de la Unión Australasiana de ese año, la Sra. White destacó considerablemente el carácter misionero de la obra que ha de hacerse aquí. Ella dijo:

"Dios se ha propuesto que este lugar llegue a ser un centro, una lección objetiva. Nuestra escuela no ha de establecerse de acuerdo con el modelo de cualquier otra escuela que haya sido fundada en los Estados Unidos, o de cualquier otra escuela que haya sido establecida en este país. Estamos mirando al Sol de justicia, y tratando de captar cada rayo de luz que podamos...

"De este centro hemos de enviar misioneros. Aquí han de ser educados y preparados, y enviados a las islas del mar y a otros países. El Señor quiere que nos preparemos para el trabajo misionero...

"Hay una obra grande y extensa que realizar. Algunos de los que están acá pueden sentir que ellos tienen la obligación de ir a la China o a otros lugares a proclamar el mensaje. Estos deben en primer lugar asumir la posición de quienes aprenden, y así ser probados".9

Y este ideal--la preparación de muchos obreros cristianos para los campos misioneros necesitados y lejanos--fue continuamente mantenido delante de los que sostenían la escuela de Avondale, y constituye el ideal que ha caracterizado la obra allí en los años que siguieron, como lo indica el propio nombre que la escuela ahora lleva: "Colegio Misionero Australasiano".

"Hemos avanzado por fe y hemos hecho grandes progresos--escribió la Sra. White al final de 1899--, porque hemos visto lo que debía hacerse, y nos hemos atrevido a no dudar. Pero hemos hecho la mitad de lo que debe hacerse. No estamos todavía en terreno ventajoso. Hay una gran obra delante de nosotros. En todo nuestro derredor hay almas que anhelan la luz y la verdad; ¿y cómo han de ser alcanzadas?...

"Mis hermanos y hermanas de Australasia, hay una obra en cada ciudad y en cada suburbio que debe hacerse para presentar el último mensaje de misericordia al mundo caído. Y mientras tratamos de trabajar en estos campos necesitados, nos llega el clamor de regiones distantes: 'Venid y ayudadnos'. Esos campos no pueden alcanzarse tan fácilmente, y tal vez no estén tan listos para la cosecha como los campos que se hallan ante nuestra vista, pero no deben ser descuidados. Necesitamos impulsar los triunfos de la cruz. Nuestro santo y seña ha de ser: '¡Adelante, siempre adelante!' No podemos deponer nunca nuestra preocupación por las regiones lejanas hasta que toda la tierra sea alumbrada con la gloria del Señor.

"Pero ¿qué podemos hacer nosotros? Nos sentamos a considerar el asunto, oramos, y hacemos planes de cómo empezar la obra en los lugares que nos rodean. ¿Dónde están los fieles misioneros que llevarán esta obra adelante? ¿Y cómo será sostenida?

"Por encima de todo, ¿cómo deben educarse esos misioneros? ¿Cómo deben prepararse para entrar en los campos que se abren? Aquí está nuestro mayor problema. Por lo tanto nuestra ansiedad especial se centra en nuestra escuela de Avondale. Debemos proporcionar aquí facilidades adecuadas para educar a obreros en diferentes ramos. Vemos jóvenes que poseen cualidades tales que, si pueden educarse y desarrollarse adecuadamente, los habilitarán para llegar a ser obreros juntamente con Dios. Debemos darles la oportunidad. Algunos están colocando alumnos en nuestra escuela, y están ayudándoles a sufragar sus gastos, a fin de que lleguen a ser obreros en alguna parte de la viña del Señor. Mucho más debe hacerse en este sentido, y deben realizarse esfuerzos especiales en favor de aquellos a quienes nuestros obreros enviarán desde las islas para ser preparados como misioneros.

"En lo futuro--más que en lo pasado--nuestra escuela debe ser un agente misionero activo, como el Señor ha especificado... Debemos tener veinte veces más obreros para suplir la necesidad, tanto en nuestro país como en los territorios extranjeros. Por lo tanto, la escuela de Avondale no debe ser restringida en lo que se refiere a edificios y equipo".10

Después de muchos años

Desde 1901 a 1909 el profesor C. W. Irwin actuó como director de la escuela de Avondale. En su informe a la Asociación General de 1909 presentó un testimonio del cumplimiento de lo que se había dicho que iba a ocurrir en la propiedad de Avondale, como sigue:

"A medida que el tiempo ha pasado, y al tener la oportunidad de observar el desarrollo de la obra, podemos afirmar con absoluta certeza, a base de nuestra experiencia, que Dios dirigió la selección de este lugar. Todo lo que se dijo acerca de la ubicación de la escuela en este lugar se ha cumplido; absolutamente todo".

El profesor Irwin declaró más adelante: "Los hermanos, en consejo con la Hna. White, habían realizado planes tan amplios y liberales para la escuela, que a través de mis ocho años de relación con la misma, nunca he necesitado cambiar uno solo de los planes que ellos habían trazado. Dios ha dirigido el establecimiento de la obra aquí; y todo lo que hemos tratado de hacer durante estos ocho años, ha sido sencillamente el desarrollo más amplio de los planes hechos. Yo creo que este desarrollo ha demostrado que la instrucción de Dios es cierta.

"Necesariamente se deduce que al iniciar una escuela de este género en un campo donde la feligresía era pequeña, y donde los hermanos habían estado pasando por una seria dificultad financiera, se incurriría en una gran deuda de unos $23.000 dólares sobre la escuela. Fue aproximadamente en ese tiempo cuando se lanzó el plan de vender el libro Palabras de vida del gran Maestro, y nuestros hermanos en ese país se abocaron a la tarea con ferviente propósito de realizar la instrucción necesaria. Como resultado de sus esfuerzos, hasta ahora se han recibido más de $20.000 dólares como producto de la venta de ese libro para la escuela. Cuando empezamos, prácticamente toda la deuda original--de $23.000--, había sido liquidada mediante la venta de Palabras de vida del gran Maestro...

"Al principio de esta campaña, el valor de la escuela de Avondale era de unos $23.000 dólares. El valor actual de la escuela [1909] gira en torno a $67.000. Añadiendo $20.00 dólares, la cantidad que se ha recibido, a los $23.000 del valor real, se tiene $43.000 dólares. Sustrayendo esta suma, de $67.000 dólares, que representa el valor real, vemos que la escuela ha ganado, durante los ocho años pasados, en torno a $24.000 dólares. Esto prueba que vale la pena tener escuelas industriales.

"Cuando comenzamos nuestra obra en esta escuela, hace ocho años, los estudiantes estaban ganando alrededor de $2.000 dólares por año en el trabajo industrial; esto es, trabajaban suficiente para recibir un crédito de $2.000 dólares por año. Ese trabajo ha crecido en forma constante desde ese día hasta hoy, de manera que cuando tuvimos nuestro último informe financiero el 30 de septiembre de 1908, se reveló que los estudiantes, durante el año anterior, habían ganado $20.000 dólares de su educación".11 ... Desde la inauguración del trabajo con Palabras de vida del gran Maestro, nunca hemos solicitado un centavo de donativos del campo. Creemos que cuando el Señor dice que una escuela industrial puede dirigirse con éxito financiero así como de otro tipo, la única cosa que debemos hacer es aceptar y probar lo que él nos ha dicho que es cierto.

"Me doy cuenta, sin embargo, de que las cifras financieras no son necesariamente la mejor señal de progreso en una escuela. Se dijo en ese tiempo, también, que esta escuela había de preparar misioneros para ir a varios campos y, como sabéis, nosotros en Australia tenemos un amplio campo misionero, que representa a muchos millones de personas ..., entre 65 y 70 millones. La mayor parte son nativos, que deben ser alcanzados con la verdad presente. Hace cinco años no teníamos más que dos o tres obreros de la escuela de Avondale en estos campos misioneros, pero actualmente hay en éstos casi treinta jóvenes de nuestra escuela que están empeñados en una activa labor".12

Durante el congreso de la Asociación General de 1913, el pastor J. E. Fulton informó concerniente a la escuela de Avondale: "Cada año esta institución proporciona nuevos reclutas para nuestro campo. Muchos que en años anteriores fueron estudiantes en esta escuela están ahora haciendo un trabajo de éxito, tanto en nuestro país como en los territorios extranjeros".13