El Sábado 24 de julio de 1915, la Sra. White fue puesta a descansar al lado de su esposo, el pastor Jaime White, en el cementerio de Oak Hill, Battle Creek, Míchigan, para esperar allí el llamado del Dador de la vida.
En el Tabernáculo
Muchos amigos habían venido desde las ciudades y aldeas vecinas, para unirse con los miembros de la iglesia de Battle Creek y con los ciudadanos de ese lugar a fin de pagar un tributo de respeto y amor a la memoria de una persona que había sido llamada al descanso. También de los Estados colindantes había llegado un número considerable, incluyendo los presidentes y otros administradores de asociaciones locales de la Unión del Lago, de la División Norteamericana, y de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día.
El escenario para el servicio fúnebre era adecuado e impresionante. El servicio se realizó en el gran Tabernáculo, al cual todo el pueblo había contribuido cerca de cuarenta años antes, y en el que la Sra. White muchas veces había hablado palabras de vida. Los tributos florales estaban arreglados de tal manera que formaban una hermosa glorieta que semejaba un jardín. Los amigos del Sanatorio de Battle Creek habían enviado abundancia de palmas, lirios y margaritas en macetas, que casi cubrían la plataforma y se extendían hacia la derecha y la izquierda por la galería y las escaleras. También había muchos arreglos florales, símbolos de la ocasión y de la esperanza del más allá. La Iglesia de Battle Creek presentó una rueda quebrada; la Review and Herald Publishing Association, una columna quebrada; la Asociación General y la División Norteamericana, una cruz y una corona, y la Pacific Press Publishing Association, una Biblia abierta, sobre cuyas páginas se leían las promesas del Salvador: "He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo".
Dos horas antes de que empezara el servicio el cuerpo ya estaba frente a la plataforma. Había guardas de honor1 que lo custodiaban, en tanto que miles pasaban para pagar un tributo a la sierva de Jesús, que dormía su último sueño. En esa larga procesión de personas, había hombres y mujeres encorvados por el peso de los años, quienes en su juventud se habían sentado a los pies de aquella que ahora descansaba y habían recibido sus enseñanzas. Ahora lloraban su ausencia de las filas de los obreros en la causa de Dios. Las lágrimas corrían por las mejillas de más de un pionero noble que por más de medio siglo había guardado la fe una vez entregada a los santos, y que todavía se regocijaba en la esperanza de la recompensa final que aguardaba a los fieles.
Cuando llegó la hora señalada para el servicio, el Tabernáculo, con capacidad para cerca de 3.500 personas, estaba lleno, y muchos estaban de pie; se estima que 1.000 personas o más no pudieron entrar y tuvieron que regresar.
Entre los miembros de la familia de la Sra. White presentes estaban ambos hijos sobrevivientes, el pastor Jaime Edson White, de Marshall, Míchigan, y el pastor W. C. White, de Santa Elena, California; la Srta. McEnterfer, de Santa Elena, California; la Srta. Addie Walling MacPherson, una sobrina que vivía en Suffern, Nueva York; la Sra. L. M. Hall, en un tiempo miembro del equipo de la Sra. White; y varios otros que en años anteriores habían estado asociados más o menos estrechamente con la que descansaba. Muchos corazones sentían vivas simpatías por la Sra. Emma White, esposa del pastor J. E. White, ausente debido a la aflicción reumática que durante dos años le había impedido abandonar su casa.
El servicio fue impresionante en toda su extensión. Los cantores,2 los conductores del féretro3 y los ministros4 ascendieron a la plataforma arrodillándose por unos breves momentos en oración silenciosa. Entonces el coro cantó un himno relativo a la resurrección.
"¡En Jesús dormidos! ¡Bendito reposar sin llanto ni tristeza alguna al despertar! ¡Dulce reposo en paz y calma no turbada ni aun por quien cruelmente en la vida nos odiaba!
¡En Jesús dormidos! ¡Pronto despertar cuando suene la trompeta celestial! ¡Las prisiones de la tumba se abrirán y los fieles de Jesús despertarán!
Lectura bíblica
"Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva--leyó el pastor F. M. Wilcox, de Washington, D. C.--. He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron". Los pasajes que leyó de las visiones de Juan en la isla de Patmos, fueron (Apocalipsis 21:1-7; 22:1-5), y con éstos se vincularon las preciosas promesas registradas en el capítulo 35 de la profecía de Isaías. "Los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido'".
La oración
El pastor M. C. Wilcox, de Mountain View, California, elevó la petición al trono de gracia: "Bondadoso Dios, nuestro Padre celestial, te agradecemos porque no hay prueba en la tierra tan grande para la cual tú no tengas consuelo y fortaleza para tus hijos. Te agradecemos porque podemos venir a ti esta mañana y saber que tú eres nuestro Padre. Gracias por el gran amor con el cual nos amas aun en nuestra condición pecaminosa y mortal, no porque seamos amables, sino porque tú eres amor.
"Te damos gracías por el don de tu Hijo unigénito; porque él murió en nuestro favor, y porque en él tú puedes tomar a mortales indignos como nosotros y prepararlos para la gloriosa herencia acerca de la cual hemos estado oyendo.
"Te agradecemos porque tu poder es tan grande que puedes dominar y vencer todo lo que en nosotros es malo: porque puedes tomar la condición pobre, baja e inmunda de nuestra naturaleza humana, y convertirla en oro genuino de Dios.
"Te agradecemos por todas las preciosas promesas y seguridades de tu Palabra; por todas tus fieles amonestaciones; por todos tus santos preceptos; por la bendita esperanza de la venida de nuestro Señor que está a las puertas, cuando él transformará a esta tierra con su propio poder para formar un hogar eterno para todos sus hijos.
"Te agradecemos, oh Padre, por lo que tú has hecho por nosotros en este último movimiento evangélico. Te agradecemos por la obra que has realizado por medio de tu sierva, nuestra hermana, que yace delante de nosotros esta mañana; por todo el consejo e instrucción que nos has dado por ella; por toda la obra que has realizado por su medio; por las instituciones que ella ayudó a establecer; por el poderoso mensaje que ella presentó.
"Y aunque nuestros corazones se hallan inexpresablemente tristes esta mañana, Padre nuestro, te alabamos por lo que tú has hecho al tomar a un pobre y débil ser humano, y hacer de él un instrumento para la edificación de tu causa.
"Ven cerca de nuestros corazones doloridos esta mañana. Vuelca sobre ellos el bálsamo de tu Espíritu, de tu sanadora bondad. Llena todos los vacíos producidos por la muerte, con tu propia preciosa presencia. Ayuda a los que lloran a extender la mirada más allá, a la gloriosa mañana ya cercana, cuando el Señor Jesucristo sanará toda herida que el pecado haya hecho, consolará todo corazón que confíe en él y hará todas las cosas eternamente nuevas.
"Te rogamos que nos ayudes a aprender la lección de la brevedad de la vida humana; de la necesidad de consagrarnos a ti; del gran ánimo que tú nos das en esta vida que acaba de terminar, y que es un reflejo de lo que harás por los que se entregan en tus manos para tu servicio.
"Sabemos que nuestra hermana está segura. Podemos dejarla contigo. De aquí a poco tú hablarás, y los muertos resurgirán inmortales. Pero oramos por los que viven. Oramos por aquellos que quedan atrás para hacer frente a las luchas y las pruebas y los conflictos de estos últimos días. ¡Cuán débiles somos, cuán completamente incapaces de hacer frente a ninguna de estas cosas! En esta hora, nuestra esperanza está en ti. Y pedimos que el gran Dios que nos ha llamado nos capacite para su servicio; nos dé energía para un esfuerzo mayor; nos conceda una fe más firme, mayor diligencia y más gracia para encarar las pruebas y los conflictos. Rogamos que él nos salve de todos los engaños, los hechizos y las trampas del enemigo; que él nos dé una visión más clara para ver lo que Dios quiere que cada uno sea y haga, y que, finalmente, también nos conceda un triunfo rápido a la venida de nuestro Señor.
"Y así, Padre, en este día triste, dejamos estas cosas en tus manos, y rogamos que el gran Dios que ha guiado, que ha estado con nosotros, continúe guiándonos a cada paso del camino, dándonos la salida de todos los desiertos de duda y de prueba; conduciéndonos a la tierra del día perfecto, donde no habrá más pecado, ni dolor, y donde nos regocijaremos en las sonrisas de nuestro bendito Redentor, que ha vencido el pecado y por lo tanto fue victorioso sobre la muerte. Concédenos, oh nuestro Padre, que en aquel gran día, los que estamos aquí reunidos nos hallemos en el número de los que vivirán para siempre junto con los buenos que se han ido y aquellos que quedarán hasta tu venida. Todo esto lo pedimos en el nombre del Señor Jesús. Amén".
El discurso del pastor Daniells
Un solo vocal, "Descanso para las manos cansadas", presentado por el profesor Griggs, fue seguido por el discurso del presidente de la Asociación General, pastor A. G. Daniells. El orador bosquejó en forma breve, pero con mucha claridad, la vida temprana y la experiencia cristiana de la Sra. White, y también sus labores de los últimos tiempos. La primera parte de su discurso sirvió como bosquejo biográfico, y al mismo tiempo formó la base para la línea principal de pensamiento de toda la presentación; a saber, que con toda verdad Dios ha estado concediendo a la iglesia remanente el don precioso del espíritu de profecía.
Con respecto al llamamiento de la Sra. White en la primera parte de su vida para realizar un ministerio especial en favor de Dios, y los frutos que caracterizaron su ministerio, el pastor Daniells dijo:
"Tomando la Biblia como la guía suprema de su vida, en base a sus enseñanzas, llegó ella a estar plenamente convencida de que la segunda venida de Cristo estaba cerca. Sobre este asunto nunca tuvo dudas, y creyéndolo con toda su alma, sentía que el propósito supremo de todo individuo en este tiempo debe ser vivir una vida impecable en Cristo y dedicar todo recurso a su alcance a la salvación de los perdidos.
"Esta idea la indujo a la oración incesante por la presencia interna del Espíritu Santo. Su anhelo de la presencia divina fue contestado más allá de todo lo que ella podía imaginar... Su vida plenamente consagrada, su obediencia y su oración por la ayuda divina fueron recompénsadas por la concesión del don de profecía, uno de los dones más escogidos del Espíritu.
"En diciembre de 1844, el Espíritu Santo le dio una revelación de la segunda venida de Cristo. En esa visión del futuro recibió ella una comprensión de la gloriosa recompensa que aguarda a los redimidos y de la terrible suerte que les sobrevendrá a todos los que rechacen servir a su Señor y Maestro. Esta visión del destino de la familia humana hizo una profunda impresión en su corazón. Aquí recibió su encargo como mensajera del Señor. Ella sintió que Dios le estaba ordenando que diera este mensaje de luz y salvación a los demás.
"Esto constituyó una gran prueba para ella. Tenía solamente diecisiete años de edad, era pequeña, frágil y retraída; pero después de una lucha larga y severa, se rindió al llamamiento de su Señor, y le fueron dados valor y fortaleza para asumir la obra de su vida.
"Después de esta entrega y de esta victoria pasó por una serie de notables experiencias espirituales, inequívocamente genuinas, y que fueron consideradas por los obreros asociados de ese tiempo como una manifestación del don de profecía, prometido por Cristo a la iglesia remanente. Los que han estado asociados con ella durante todos los años que han pasado desde ese tiempo, nunca necesitaron cambiar su convicción de que las revelaciones que ella recibió a través de los años han venido de Dios.
"El extinto pastor Urías Smith, quien estuvo asociado durante toda su vida tanto con el pastor White como con su señora, dejó el siguiente testimonio de este don manifestado en las enseñanzas de la Sra. White:
"'Toda prueba que sea posible aplicar a tales manifestaciones muestra que éstas son genuinas. Las evidencias que las sostienen, tanto internas como externas, son concluyentes. Ellas concuerdan con la Palabra de Dios y consigo mismas. Son dadas cuando el Espíritu de Dios está especialmente presente, a menos que aquellos que están mejor capacitados para juzgar estén invariablemente engañados. Siendo tranquilas, dignas, impresionantes, esas enseñanzas se recomiendan a sí mismas a toda persona que las analiza, precisamente como lo opuesto de lo que es falso y fanático.
"'Su fruto es tal, que muestra que la fuente de la cual proceden es lo opuesto a lo malo.
"'1. Ellas tienden a la más pura moralidad. Enseñan a terminar con todo vicio, exhortan a la práctica de toda virtud. Señalan los peligros que hemos de pasar en nuestro camino al reino. Revelan los ardides de Satanás. Nos amonestan contra sus trampas. Cortan en flor todo esquema de fanatismo que el enemigo ha tratado de poner en nuestro medio. Ellas han expuesto iniquidades ocultas, han traído a luz males escondidos, y han presentado abiertamente los motivos perversos de los que no tienen corazón sincero. Ellas han protegido de peligros la causa de la verdad por todos lados. Ellas nos han despertado una y otra vez a la necesidad de una mayor consagración a Dios, a realizar esfuerzos más celosos para obtener la santidad del corazón, y a una mayor diligencia en la causa y el servicio de nuestro Maestro.
"'2. Conducen a Cristo. A semejanza de la Biblia, lo señalan como la única esperanza y el único Salvador del género humano, nos presentan en caracteres vivos su vida santa y su ejemplo piadoso, y con irresistible urgencia nos instan a seguir sus pasos.
"'3. Nos conducen a la Biblia. Señalan ese libro como la inspirada e inalterable Palabra de Dios. Nos exhortan a tomar esa Palabra como nuestro consejero y la regla de nuestra fe y práctica. Y con un gran poder compulsor nos ruegan que estudiemos prolongada y diligentemente sus páginas y nos familiaricemos con su enseñanza, pues ella ha de juzgarnos en el día final.
"'4. Han traído consuelo a muchos corazones. Han fortalecido al débil, animado al medroso, levantado al desanimado. Han traído orden en la confusión, han enderezado errores, y arrojado luz sobre lo que era oscuro y tenebroso'.
"El 30 de agosto de 1846, la Srta. Harmon se casó con Jaime White, nacido en Palmira, Somerset County, Maine. Desde el tiempo de su matrimonio, la vida de la Sra. White estuvo estrechamente ligada con la de su esposo en la ardua tarea evangélica hasta su muerte, ocurrida el 6 de agosto de 1881. Ambos viajaron en forma extensa por los Estados Unidos, predicando y escribiendo, plantando y edificando, organizando y administrando. El tiempo ha comprobado cuán amplios y firmes fueron los fundamentos que ellos colocaron, y cuán sabiamente y cuán bien edificaron.
"Los pensamientos sostenidos y ampliamente proclamados por la Sra. White con respecto a cuestiones vitales y fundamentales--la soberanía de Dios, la divinidad de Cristo, la eficacia del Evangelio, la inspiración de las Escrituras, la majestad de la ley, el carácter del pecado y la liberación de su poder, la hermandad del hombre y las relaciones y responsabilidades de esa hermandad--, su enseñanza con respecto a estas grandes cuestiones y su vida de devoción a su Señor y de servicio a sus semejantes, resultaron impresionantes por medio de las revelaciones que le fueron dadas por el Espíritu divino. Ellos son los frutos de ese Espíritu, los frutos por los cuales la obra de su vida ha de ser juzgada. Ellos deben determinar la fuente y el carácter del espíritu que ha dominado toda su vida. 'Por sus frutos los conoceréis'. '¡A la ley y al testimonio! si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido'.
"Esta cuestión no está envuelta de ninguna manera en una incertidumbre. Su enseñanza es clara y la influencia de su vida ha sido positiva.
"Ningún maestro cristiano en esta generación, ningún reformador religioso de cualquier época anterior, ha asignado un valor más alto a la Biblia. En todos sus escritos ésta se presenta como el libro de todos los libros, la guía suprema y suficiente para toda la familia humana. Ni una sombra de 'alta crítica', 'nueva teología', ni de filosofía escéptica y destructiva, puede hallarse en ninguno de sus escritos. Los que todavía creen que la Biblia es la inspirada e infalible Palabra del Dios vivo valorarán más altamente este punto de vista positivo, y este sostén incondicional que se da en los escritos de la Sra. White.
"En su enseñanza, Cristo es reconocido y exaltado como el único Salvador de los pecadores. Se coloca el énfasis sobre el anunció directo y claro de los discípulos: 'No hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos'. El poder de redimir del pecado y de sus efectos se halla solamente en él, y a él todos los hombres han de dirigirse.
"Sus escritos se atienen con firmeza a la doctrina de que el Evangelio, como está revelado en las Sagradas Escrituras, presenta el único medio de salvación. No se hace en sus obras el menor reconocimiento de ninguna de las filosofías de la India, o de los códigos de ética de Birmania y la China, en comparación con el Evangelio del Hijo de Dios. Esta es la única esperanza de un mundo perdido.
"El Espíritu Santo, el representante de Cristo en la tierra, es señalado y exaltado como el Maestro celestial y el guía enviado a este mundo por nuestro Señor en ocasión de su ascensión, para hacer real en los corazones y en las vidas de los hombres todo lo que él había hecho posible por su muerte en la cruz. Los dones del Espíritu divino, como se los enumera en los Evangelios y epístolas del Nuevo Testamento, son reconocidos, se ora por ellos, y se reciben tan plenamente como el Espíritu ve conveniente impartirlos.
"La iglesia instituida por nuestro Señor y edificada por sus discípulos en el primer siglo es señalada como el modelo divino. Se reconocen plenamente sus prerrogativas y autoridad, y se observan todas sus ordenanzas y servicios conmemorativos. Se coloca fuerte énfasis sobre el orden y la organización evangélicos tal como se revelan en las Escrituras, para la eficiencia de la iglesia en todas sus operaciones mundiales.
"En base a la luz y al consejo que le fueron dados, la Sra. White sostuvo y defendió opiniones amplias y progresivas con respecto a las cuestiones vitales que afectan el mejoramiento y la elevación de la familia humana, desde el punto de vista moral, intelectual, físico y social, así como el espiritual. Sus escritos están llenos de instrucción, clara y positiva, en favor de una educación cristiana amplia y práctica para todo joven y toda señorita. En respuesta a sus fervientes consejos, la denominación con la cual estuvo asociada ahora sostiene un sistema de educación para todos sus niños y jóvenes.
"Sus escritos presentan la posición más abarcante con respecto a la reforma pro temperancia, las leyes de la vida y la salud, y el uso de remedios racionales y eficaces para el tratamiento de la enfermedad. La adopción de estos principios ha colocado a la vanguardia al pueblo con el cual ella trabajó, junto con otros que están defendiendo los mismos principios de temperancia y están trabajando por el mejoramiento físico de la humanidad.
"Tampoco la condición social de la familia humana se ha perdido de vista. La esclavitud, el sistema de castas, los prejuicios raciales, la opresión del pobre, el descuido del infortunado, todas estas cosas son declaradas como anticristianas y una seria amenaza para el bienestar de la raza humana, y como un mal que la iglesia de Cristo está encargada de cambiar.
"En sus escritos la Sra. White destaca las responsabilidades de la iglesia en el servicio misionero, tanto en el país de origen como en el extranjero. Cada miembro del cuerpo es amonestado a ser una luz en el mundo, una bendición para aquellos con quienes se asocia. Todos deben vivir la vida abnegada del Maestro en favor de los demás. Y la iglesia en los países cristianos debe empeñarse en arduos esfuerzos para evangelizar, en los países paganos, a los que están marchando a tientas en las tinieblas y la superstición. Id a todo el mundo, dad a todo el mundo, trabajad por todo el mundo, es la exhortación que corre a través de todos los escritos de la Sra. White, como lo ilustra el siguiente párrafo:
"'Tengan los miembros de la iglesia una fe acrecentada, y obtengan celo de sus aliados angelicales invisibles, por medio de un conocimiento de sus inextinguibles recursos, de la grandeza de la empresa en la cual están empeñados, y del poder de su Dirigente. Los que se colocan bajo el gobierno de Dios, para ser guiados y conducidos por él, captarán una visión estable de los acontecimientos que él ordenó que ocurrieran. Inspirados por el Espíritu de Aquel que dio su vida por la vida del mundo, no seguirán estáticos en su impotencia, señalando lo que no pueden hacer. Colocándome la armadura del cielo, avanzarán a la batalla, deseosos de actuar y de ser valientes por Dios, sabiendo que su Omnipotencia suplirá su necesidad'.
"Así, durante setenta años ella consagró su vida a un servicio activo por la causa de Dios en favor de la humanidad pecaminosa, sufriente y dolorida. Después de viajar extensamente por los Estados Unidos desde 1846 hasta 1885, visitó Europa, donde dedicó dos años a la obra allí, la cual estaba en un período formativo. En 1891 fue a Australia, donde permaneció por nueve años, viajando por las colonias, y dedicando todas sus energías a la edificación de la obra.
"Al regresar a los Estados Unidos en 1900, a la edad de 73 años, pareció sentir que el deber de viajar casi había terminado, y que debía dedicar el resto de su vida a escribir. Así trabajó con ahínco hasta corto tiempo antes de su muerte, a la avanzada edad de casi ochenta y ocho años.
"Tal vez no somos lo suficientemente sabios como para poder decir en forma definida qué parte de la obra de la vida de la Sra. White ha sido del mayor valor para el mundo, pero parece que el gran volumen de literatura bíblica que ella dejó resultará ser el mayor servicio para el género humano. Sus libros son más de veinte. Algunos de ellos han sido traducidos a muchos idiomas en diferentes partes del mundo. Ahora han alcanzado una circulación de más de dos millones de ejemplares, y todavía continúan yendo al público por millares.
"Al echar una mirada a todo el campo de la verdad evangélica--o sea la relación del hombre con su Señor y con sus semejantes--debe verse que la Sra. White, en toda su enseñanza, ha dado a estas grandes verdades fundamentales un sostén positivo y constructivo. Ella tocó la humanidad en todo punto vital de necesidad, y la elevó a un plano más alto.
"Ahora ella descansa. Su voz está silenciosa; su pluma ha sido puesta a un lado. Pero la poderosa influencia de esa vida activa, poderosa y llena del Espíritu continuará. Esa vida estaba vinculada con el Eterno; estaba edificada en Dios. El mensaje proclamado y la obra realizada constituyen un monumento que nunca se desmoronará ni perecerá. Los muchos libros que ella ha dejado--relacionados con toda fase de la vida humana--instan a toda reforma necesaria para el mejoramiento de la sociedad, en lo que atañe a la familia, a la ciudad, el Estado y la nación, continuarán modelando el sentimiento público y el carácter individual. Sus mensajes se apreciarán más de lo que lo han sido en el pasado. La causa a la cual dedicó su vida, la causa que recibió la influencia de esa vida y progresó en extenso grado, progresará con creciente fuerza y rapidez a medida que pasen los años. Nosotros, que estamos relacionados con ella, no necesitamos tener ningún temor de que fracasaremos, a menos que tengamos temor de hacer nuestra parte tan fiel y lealmente como debemos".
El discurso del pastor Haskell
En el discurso que siguió al del pastor Daniells, el pastor S. N. Haskell llamó la atención a las palabras del salmista: "Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos". Salmos 116:15. Algunos pueden considerar que ésta es una extraña declaración; sin embargo es verdad. Los siervos de Dios que ahora duermen, son para él excesivamente preciosos. Mientras dure el tiempo, la influencia de su vida piadosa continuará llevando ricos frutos. Ya no podrá el enemigo de la raza humana poner en peligro su bienestar; están seguros y a cubierto de su poder. Jesús los reclama como suyos, y en la mañana de la resurrección él les dará la plenitud del gozo.
En una de las gloriosas visiones que se le dio a Juan el Amado en la isla de Patmos, la atención del profeta fue llamada por una voz del cielo que le pedía que escribiera: "Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen". Apocalipsis 14:13. Maravillosas son estas palabras y especialmente cuando se las considera a la luz del marco en que están colocadas, al final de la profecía concerniente al triple mensaje que ha de resonar en preparación para el fin del mundo y la segunda venida de Cristo.
El cielo parecía deseoso de ayudarnos a entender que en el tiempo del fin, cuando los mensajes son proclamados con el poder del Espíritu Santo, se permitirá que algunos de los que están empeñados en esta obra descansen de sus trabajos. Se nos asegura que todos ellos son considerados bienaventurados por Dios. Sus incesantes esfuerzos por elevar el estandarte de la verdad no serán sin resultado; "sus obras con ellos siguen". Hoy, a la luz de esta directa seguridad del cielo dada a los hijos de los hombres, podemos decir que ella, muerta, "aún habla". Hebreos 11:4.
El pastor Haskell pasó en revista la experiencia de los creyentes en Tesalónica que fueron llamados en la primera hora a sufrir crueles persecuciones, y aun la muerte. El apóstol Pablo, en su primera epístola a los que sufrían allí, los consuela con la certidumbre de la esperanza cristiana. "No os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza--exhorta él--. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo: y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras". 1 Tesalonicenses 4:13-18.
El orador llamó la atención a la expresión "Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también--así como Cristo fue resucitado de los muertos--traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él". E ilustró esto con la experiencia de María junto al abierto sepulcro. Amargamente chasqueada por no encontrar a su Señor, "María estaba afuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto". Su corazón clamaba por hallar a su Salvador, y en ese preciso momento él estaba a su lado, aunque ella no lo reconoció. "Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: María". Eso fue todo lo que dijo: "¡María!" Muchas veces ella había oído esa voz familiar, y ahora debió haber reconocido a Jesús por su tono o expresión, pues inmediatamente lo reconoció como a su Maestro y Señor. "No me toques--le dijo él--, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios". Juan 20:11-17. Fue entonces cuando María se apresuró a ver a los discípulos con las alegres nuevas de un Salvador resucitado.
"Fue su amor por el Maestro--continuó el orador--, por lo que él había hecho por ella al perdonarle sus pecados y vincular su alma con el cielo, lo que hizo que el Salvador permaneciera sobre la tierra después de la resurrección hasta que se dio a conocer a ella. Hay algo conmovedor en esta narración. Ella muestra que el Salvador está deseoso de revelarse a aquellos que están consagrados a él y a su servicio, a los que desean por encima de todas las cosas mantener una relación viviente con el cielo. Como María reconoció a su Señor después de su resurrección por su voz y por su comportamiento en general, así yo creo que podremos nosotros reconocer de nuevo a nuestra hermana que ahora duerme. Aunque ya no podamos oír su voz en este mundo, su influencia vive; y en la mañana de la resurrección, si permanecemos fieles, y tenemos una parte con los hijos de Dios en esa hora feliz, oiremos su voz una vez más, y la reconoceremos. Mis queridos amigos, hay una relación viva entre el cielo y esta tierra todavía, y las promesas que el Señor ha hecho a su pueblo se cumplirán. No faltará ni una palabra en su cumplimiento. Quiera el Señor ayudarnos a todos a estar entre aquellos que se encontrarán con su Señor en paz, y que tendrán el privilegio de saludar a nuestra hermana en el reino de los cielos. Que Dios lo conceda por amor de su nombre".
El himno "Nos veremos junto al río" y la bendición del pastor W. T. Knox clausuraron el servicio del Tabernáculo. Había carruajes y coches que estaban esperando, y éstos llevaron a muchos centenares al lugar de la sepultura en el cementerio de Oak Hill.
Frente a la tumba
Había pasado medio siglo desde que la Sra. White y su esposo enterraron a su hijo menor, y pronto después a su primogénito, en el hermoso rincón donde ella ahora descansa. Cuando en 1881 el pastor Jaime White fue puesto a dormir junto a los hijos, poco se imaginó su dolorida compañera que el Señor la fortalecería para continuar en el ministerio por todo un tercio de siglo. Sin embargo, tal ha sido el caso; y ahora sus labores han terminado, y ella había de descansar al lado de sus queridos.
El pastor I. H. Evans leyó la historia de la resurrección de Lázaro de los muertos, que está en el capítulo 11 de Juan. Jesús había declarado: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente". El pastor Evans leyó también del inspirado testimonio del apóstol Pablo, que se registra en 1 Corintios 15, muchas promesas positivas y consoladoras relativas a la resurrección de los justos. "Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe". "Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho". "En Cristo todos serán vivificados". "Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" "Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano".
"Dormimos en Jesús, mas no por siempre, sino hasta aquella alborada de emoción, cuando el reencuentro será sin despedidas en la mañana de la resurrección. De los valles, desiertos y montañas, de la entraña insondable de la mar, al sonido angelical de las trompetas, multitudes habrán de despertar".