La obra misionera médica evangélica debe llevarse adelante de una manera muy prudente y cabal. La obra solemne y sagrada de salvar almas debe progresar de una manera modesta, aunque elevada. ¿Dónde están las fuerzas que trabajan? Hombres y mujeres cabalmente convertidos, hombres y mujeres de discernimiento y aguda percepción, deben obrar como dirigentes. Debe ejercer buen criterio al emplear personas para hacer esta obra especial,--personas que amen a Dios y que anden delante de él con toda humildad, personas que sean eficaces agentes en la mano de Dios para la realización del objeto que tiene en vista, a saber, la elevación y salvación de los seres humanos.
Los misioneros médicos evangelistas podrán hacer excelente trabajo de avanzada. La obra del predicador debe fusionarse plenamente con la del misionero médico evangelista. El médico cristiano debe considerar su obra tan elevada como la del ministerio. El lleva una doble responsabilidad; porque en él se combinan las calificaciones del médico y las del ministro del Evangelio. La suya es una obra grande, sagrada y muy necesaria.
El médico y el predicador deben comprender que se dedican a la misma obra. Deben trabajar en armonía perfecta. Deben aconsejarse mutuamente. Por su unidad, darán testimonio de que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para salvar a todos los que crean en él como Salvador personal.
Médicos de habilidades profesionales superiores a las del médico común, deben dedicarse al servicio de Dios en las ciudades grandes. Deben tratar de alcanzar a las clases superiores.... Los misioneros médicos que trabajan en ramos de evangelización están haciendo una obra tan elevada como la de sus colaboradores del ministerio. Los esfuerzos hechos por estos obreros no han de limitarse a las clases más pobres. Las clases superiores han sido extrañamente descuidadas. En las clases elevadas, se encontrará a muchos que responderán a la verdad, porque ésta es consecuente y lleva la señal del elevado carácter del Evangelio. No pocos hombres de capacidad ganados así para la causa entrarán con energía en la obra del Señor.
El Señor llama a los que están en posiciones de confianza, a aquellos a quienes entregó sus preciosos dones, para que usen sus talentos de intelecto y recursos en su servicio. Nuestros obreros deben presentar a estos hombres un claro resumen de nuestro plan de trabajo explicándoles lo que necesitamos a fin de ayudar a los pobres y menesterosos y para establecer esta obra sobre una base firme. Algunos de ellos serán inducidos por el Espíritu Santo a invertir los recursos del Señor de una manera que hará progresar su causa. Cumplirán su propósito ayudando a crear centros de influencia en las ciudades grandes. Obreros interesados serán inducidos a ofrecerse para diversos ramos de esfuerzo misionero.
La obra en pro de la salud
Se establecerán restaurantes higiénicos. ¡Pero con qué cuidado debe hacerse esta obra! Cada restaurante higiénico debe ser una escuela. Las personas relacionadas con él deben estar estudiando y experimentando continuamente, para perfeccionarse en la preparación de alimentos saludables.
En las ciudades, esta obra de instrucción puede llevarse adelante en una escala mucho mayor que en los lugares de menor importancia. Pero en cada lugar donde haya una iglesia, deben darse instrucciones acerca de la preparación de alimentos sencillos y sanos para consumo de aquellos que desean vivir de acuerdo con los principios de la salud. Y los miembros de la iglesia deben impartir a los habitantes de su vecindario la luz que reciben acerca de este tema....
En muchos lugares se han de establecer escuelas culinarias. Esta obra puede principiar de una manera humilde, pero a medida que las cocineras inteligentes hagan cuanto puedan para ilustrar a otros, el Señor les dará habilidad y entendimiento. La palabra del Señor es: "No les impidáis; porque yo me revelaré a ellas como Instructor suyo." Dios obrará con aquellos que lleven a cabo sus planes, enseñando a la gente cómo verificar una reforma en su régimen alimenticio por la preparación de alimentos saludables y baratos. Así quedarán los pobres animados a adoptar los principios de la reforma pro salud. Y esto contribuirá a que se vuelvan industriosos y aprendan a confiar en sus propios recursos.
Me ha sido mostrado que Dios ha estado enseñando a hombres y mujeres capaces a preparar de una manera aceptable alimentos sanos y apetitosos. Muchas de estas personas eran jóvenes, y las había también de edad madura. Me fué indicado que estimulase el establecimiento de clases culinarias en todos los lugares donde se está haciendo obra misionera médica. Todo incentivo que induzca a la gente a reformarse debe serle presentado. Hágase resplandecer sobre ella tanta luz como sea posible. Enséñesele a hacer todos los progresos que pueda en la preparación de la comida, y estimúlesela a impartir a otros lo que aprende....
Del relato de los milagros que el Señor hizo al proveer vino para la boda y al alimentar la multitud, podemos aprender una lección de la más elevada importancia. El comercio de alimentos saludables es uno de los instrumentos que el Señor emplea para suplir una necesidad. El Proveedor celestial de todos los alimentos no dejará a su pueblo en ignorancia acerca de la preparación de los mejores alimentos para todos los tiempos y ocasiones.--Testimonies for the Church 7:110-114.
Únicamente el método de Cristo dará verdadero éxito para alcanzar a la gente. El Salvador se mezclaba con los hombres como alguien que deseaba su bien. Les manifestaba simpatía, atendía a sus necesidades, y ganaba su confianza. Luego los invitaba así: "Sígueme."
Es necesario acercarse a la gente por el esfuerzo personal. Si se dedicase menos tiempo a sermonear, y más al ministerio personal, se verían mayores resultados. Hay que aliviar a los pobres, cuidar a los enfermos, consolar a los tristes y afligidos por el duelo, instruir a los ignorantes, aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los que lloran, y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de la persuación, del poder de la oración, del poder del amor de Dios, esta obra no podrá quedar sin fruto.--The Ministry of Healing, 143, 144.