A los maestros y directores de nuestras escuelas:
Los que están encargados de nuestras instituciones y escuelas deben guardarse con diligencia para que sus palabras y sentimientos no conduzcan a los alumnos por sendas falsas. Los que enseñan la Biblia en nuestras iglesias y escuelas no tienen libertad de unirse para hacer públicos sus prejuicios en pro o en contra de hombres o medidas políticas, porque al hacerlo excitan la mente de otros, induciendo a cada uno a defender su teoría favorita. Hay entre los que profesan creer la verdad presente, algunos que se verán así incitados a expresar sus sentimientos y preferencias políticas, de manera que se produzca división en el seno de la iglesia.
El Señor quiere que su pueblo entierre las cuestiones políticas. Acerca de estos temas, el silencio es elocuencia. Dios pide a sus seguidores que se unan en los puros principios del Evangelio que están claramente revelados en la Palabra de Dios. No podemos votar sin peligro por los partidos políticos; porque no sabemos para quiénes votamos. No podemos, sin riesgo, tomar parte en plan político alguno. No podemos trabajar para agradar a hombres que emplearán su influencia para reprimir la libertad religiosa, y pondrán por obra medidas opresivas para inducir u obligar a sus semejantes a guardar el domingo como día de reposo. El primer día de la semana no es un día que se haya de reverenciar. Es un falso día de reposo, y los miembros de la familia del Señor no pueden estar de parte de los hombres que exaltan ese día y violan la ley de Dios hollando su sábado. Los hijos de Dios no deben votar en favor de tales hombres; porque al hacerlo se hacen participantes con ellos de los pecados que cometen en el ejercicio de sus funciones.
No debemos comprometer los principios cediendo a las opiniones y prejuicios que hayamos albergado antes de unirnos con el pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Nos hemos alistado en el ejército del Señor, y no debemos pelear en el bando del enemigo, sino al lado de Cristo, donde podemos formar un conjunto unido en sentimiento, en acción, en espíritu y en camaradería. Los que son verdaderamente cristianos serán sarmientos de la vid verdadera, y llevarán el mismo fruto que la vid. Obrarán en armonía, en compañerismo cristiano. No llevarán distintivos políticos, sino el distintivo de Cristo.
¿Qué hemos de hacer, pues?--Dejar a un lado las cuestiones políticas. "No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el fiel con el infiel?"1 ¿Qué pueden tener en común estas partes? No puede haber entre ellas compañerismo ni comunión.
La palabra "comunión" significa participación, sociedad. Dios emplea las figuras más fuertes para mostrar que no debe haber unión entre los partidos mundanos y los que buscan la justicia de Cristo. ¿Qué comunión puede haber entre la luz y las tinieblas, la verdad y la injusticia?--Ninguna. La luz representa la justicia; las tinieblas, la injusticia. Los cristianos han salido de-las tinieblas a la luz. Se han revestido de Cristo, y llevan el distintivo de la verdad y la obediencia. Son gobernados por los elevados y santos principios que Cristo expresó en su vida....
Los que enseñan en la iglesia o en la escuela y se distinguen por su celo en la política, deben ser destituidos sin demora de su trabajo y responsabilidades: porque el Señor no cooperará con ellos. No debe emplearse el diezmo para pagar a nadie para perorar sobre cuestiones políticas. Cada maestro, predicador o dirigente de nuestras filas que se sienta incitado por un deseo de ventilar sus opiniones sobre cuestiones políticas, debe ser convertido por una creencia en la verdad, o renunciar a su trabajo. Deberá ejercer una influencia como colaborador de Dios para ganar almas para Cristo, o se le quitarán las credenciales. Si no cambia, causará daño y únicamente daño....
"Separaos"
Invito a mis hermanos designados para la obra de educar, a que cambien de conducta. Es un error de vuestra parte unir vuestros intereses con algún partido político, para echar vuestro voto en su favor. Tanto los que ocupan el puesto de educadores, como los ministros, como colaboradores de Dios en cualquier ramo, no tienen batallas que reñir en el mundo político. Su ciudadanía está en los cielos. El Señor les pide que sean un pueblo separado y peculiar. El no quiere que haya cismas en el cuerpo de creyentes. Su pueblo ha de poseer los elementos de reconciliación.
¿Consiste su obra en crear enemigos en el mundo político?--No, no. Han de ocupar la posición de súbditos del reino de Cristo, enarbolando el estandarte en el que está inscripto: "Los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús." Han de llevar la carga de una obra y un mensaje especiales. Tenemos una responsabilidad personal y ésta ha de revelarse ante el universo celestial, ante los ángeles y ante los hombres. Dios no nos invita a ensanchar nuestra influencia mezclándonos con la sociedad, uniéndonos con los hombres en las cuestiones políticas, sino ocupando la posición de partes individuales de su gran conjunto, con Cristo como cabeza nuestra. Cristo es nuestro príncipe, y como súbditos suyos hemos de hacer la obra que Dios nos ha señalado....
Puede formularse la pregunta: ¿No hemos de tener ninguna unión con el mundo? La Palabra del Señor ha de ser nuestra guía. Cualquier conexión con los infieles e incrédulos que nos identificase con ellos está prohibida por la Palabra. Hemos de salir de entre ellos, y estar separados. En ningún caso hemos de unirnos con ellos en sus planes de trabajo. Pero no hemos de vivir una vida de reclusión. Debemos hacer a los mundanos todo el bien que esté a nuestro alcance.
Cristo nos dió un ejemplo de ello. Cuando los publicanos y pecadores lo invitaban a comer, no rehusaba; porque de ninguna otra manera que tratándose con ellos podía alcanzar esta clase. Pero en toda ocasión ... les presentaba temas de conversación que atraían su atención a cosas de interés eterno. Y él nos recomienda: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."2
Acerca de la cuestión de la temperancia, mantened vuestra posición sin vacilar. Sed tan firmes como una roca. No participéis de los pecados de otros hombres....
Hay una gran viña que cultivar; pero mientras los creyentes trabajen entre los incrédulos, no han de parecer mundanos. No han de pasar su tiempo hablando de política ni desempeñando parte en ella; porque al hacerlo darían al enemigo oportunidad de penetrar y causar divergencia y discordancia. Deben quitarse las credenciales a los miembros del ministerio que deseen destacarse como políticos; porque Dios no ha dado esta obra ni a los encumbrados ni a los humildes de entre su pueblo.
Dios pide a todos los que ministran en palabra y doctrina que den un sonido seguro a la trompeta. Todos los que han recibido a Cristo, ministros y miembros laicos deben levantarse y resplandecer; porque nos está por sobrecoger un gran peligro. Satanás está excitando las potencias de la tierra. Todo en este mundo está en confusión. Dios pide a su pueblo que mantenga en alto el estandarte que lleva el mensaje del tercer ángel....
Los hijos de Dios han de separarse de la política, de cualquier alianza con los incrédulos. No deben unir sus intereses con los del mundo. "Dad pruebas de vuestra fidelidad a mí--dice, revelándoos como mi heredad escogida, como pueblo celoso de buenas obras." No toméis parte en las luchas políticas. Separaos del mundo, y evitad de introducir en la iglesia o la escuela ideas que conducirán a contención y desorden. La disensión es el veneno moral introducido en el sistema por seres humanos egoístas. Dios quiere que sus siervos tengan percepciones claras y una dignidad verdadera y noble, para que su influencia demuestre el poder de la verdad.
La vida cristiana no ha de ser una vida azarosa, de emociones. La verdadera influencia cristiana, ejercida para ejecución de la obra que Dios señaló, es un agente precioso, y no debe unirse con la política, ni formar confederación con los incrédulos. Dios ha de ser el centro de atracción. Cada mente que sea regida por el Espíritu Santo estará satisfecha con él.--Carta 95, 16 de junio de 1899.
"Ninguno de nosotros vive para sí."3 Recuerden los que estén tentados a tomar parte en la política que todo paso que den tiene influencia sobre otros. Cuando los predicadores, u otras personas que ocupan posiciones de responsabilidad, hacen observaciones acerca de estos asuntos, no pueden recoger los pensamientos que implantaron en las mentes humanas. Bajo las tentaciones de Satanás, pusieron en obra un juego de circunstancias que producirá resultados que ni pueden soñar. Un acto, una palabra, un pensamiento, echado en las mentes del gran concurso de la humanidad, si lleva el apoyo celestial, producirá una cosecha de fruto precioso; pero si es inspirado por Satanás, hará brotar la raíz de amargura, por la cual muchos serán contaminados. Por lo tanto, guárdense los dispensadores de la gracia de Dios ocupados en cualquier ramo de servicio, y tengan cuidado de la forma en que mezclan lo común con lo sagrado.