Obreros Evangélicos

Capítulo 89

Los presidentes de asociaciones

Al Señor le ha agradado presentarme muchas cosas acerca de la vocación y la labor de nuestros ministros, especialmente de aquellos que han sido nombrados presidentes de asociación. Debe ejercerse gran cuidado en la elección de hombres para ocupar estos puestos de confianza. Debe orarse fervientemente para recibir la iluminación divina.

Los que sean así designados sobreveedores de la grey deben ser hombres de buena reputación; hombres que den evidencia de no tener solamente un mero conocimiento de las Escrituras, sino una experiencia en la fe y la paciencia, a fin de que con mansedumbre instruyan a los que se oponen a la verdad. Deben ser hombres de perfecta integridad, no novicios, sino estudiantes inteligentes de la Palabra, capaces también de enseñar a otros, sacando de su tesoro cosas nuevas y viejas; hombres que en su carácter, palabras y porte, honren la causa de Cristo, enseñando la verdad y viviendo en conformidad con ella, desarrollándose hasta alcanzar la plena estatura en Cristo Jesús. Esto significa el desarrollo y fortalecimiento de toda facultad por el ejercicio, para que los obreros se califiquen para llevar mayores responsabilidades a medida que la obra crezca.

El Señor Jesús relacionó a Judas y a Pedro consigo, no porque tuvieran caracteres defectuosos, sino a pesar de sus defectos. Quería darles una oportunidad de aprender en su escuela mansedumbre y dignidad de corazón, para que pudieran llegar a ser colaboradores suyos. Y si ellos querían aprovechar estas oportunidades, si querían disponerse a aprender, a ver sus deficiencias, y a llegar a ser, a la luz de un ejemplo puro, todo lo que Cristo quería que fuesen, entonces serían una gran bendición para la iglesia.

Así está todavía tratando con los hombres el Señor Jesús. Algunos que son imperfectos de carácter, quedan relacionados con intereses solemnes y sagrados; y cuando se los elige para una obra especial, no deben creer que su propia sabiduría es suficiente, que no necesitan que se los aconseje, reprenda e instruya. Hermanos, si tales son vuestros sentimientos, os separaréis de la Fuente de vuestro poder, y estaréis en peligro. Seréis abandonados a vuestra supuesta suficiencia, para hacer como hizo Judas,--traicionar a vuestro Señor....

No busquéis el consejo de los hombres

Algunas de nuestras asociaciones son débiles en la experiencia cristiana porque sus dirigentes--y los que siguieron su ejemplo--han buscado con ansiedad mucho mayor la aprobación del hombre que la de Dios. Han mirado al hombre más que a Dios para obtener ayuda y consejo. Han echado sus cargas sobre los hombres, y han aceptado la sabiduría humana precisamente cuando y donde debieran haber dependido de Dios. Y con demasiada frecuencia aquellos cuyo consejo buscaron, necesitaban ayuda ellos mismos; porque sus almas no estaban en paz con Dios. Los presidentes de nuestras asociaciones se han vuelto débiles e ineficientes por hacer de la carne su brazo. La confianza en la sabiduría del hombre no facilita el crecimiento en la gracia y el conocimiento de Cristo.

Hermanos, cuando se presentan perplejidades en vuestra asociación, cuando hay que hacer frente a emergencias, no permitáis que estas nubes oscuras lleguen hasta la Asociación General, si os es posible evitarlo. El presidente de la Asociación General no debiera verse cargado con los asuntos de las asociaciones locales, como ha sucedido en lo pasado. Si vosotros, con los que están asociados con vosotros en la obra, no podéis arreglar las dificultades que se presentan en vuestra asociación, ¿cómo pensáis que un hombre puede hacer este trabajo para todas las asociaciones? ¿Por qué habríais de volcar todas vuestras perplejidades y desalientos sobre la recargada mente y corazón del presidente de la Asociación General? El no puede comprender la situación tan bien como vosotros que estáis en el terreno. Al rehuir la responsabilidad, las cruces y las cargas, al negaros a pensar profundamente y a orar con fervor, y al mirar al presidente de la Asociación General para que haga vuestra obra y os ayude a salir de vuestras dificultades, ¿no podéis ver que echáis sobre él cargas que pondrán su vida en peligro? ¿No tenéis tanto como él mente y capacidad? No debéis descuidar ninguna parte de la obra porque requiera esfuerzos fervientes en llevar vuestra cruz.

Lo repito: No echéis vuestras cargas sobre el presidente de la Asociación General. No contéis con que él reanudará vuestras puntadas abandonadas y unificará vuestro trabajo. Resolved que llevaréis vuestras propias cargas por Cristo que os fortalece.

El presidente de la Asociación General, si anda en el consejo de Dios, no animará a sus hermanos a mirar a él para definir su deber, sino que les indicará la única fuente que no está contaminada por los errores de la humanidad. El se negará a ser mente y conciencia de los demás....

El que sea objeto de esta confianza indebida está expuesto a fuertes tentaciones. Si es posible, Satanás lo inducirá a tener confianza en sí mismo, a fin de que los defectos humanos estorben la obra. Correrá peligro de animar a sus hermanos a depender de él y a sentir que todas las cosas relacionadas con los movimientos de la causa deben serle presentadas. De este modo la obra llevará la señal del hombre en vez de la señal de Dios.

Pero si todos quieren aprender a depender de Dios por sí mismos, se evitarán muchos de los peligros que amenazan al que está a la cabeza de la obra. Si él yerra, si permite que la influencia humana tuerza su juicio o cede a la tentación, podrá ser corregido y ayudado por los hermanos. Y los que aprenden a allegarse a Dios por sí mismos para recibir ayuda y consejo, están aprendiendo lecciones que les serán del más alto valor.

Los dirigentes de una asociación que quieren llevar con éxito las cargas que les son impuestas, deben orar, deben creer, deben confiar en que Dios los emplee como agentes suyos para mantener a las iglesias de la asociación en buen orden de marcha. Esta es la parte de la viña que ellos han de cultivar. Debe manifestarse mucho más responsabilidad personal, mucho más meditación y mayor esfuerzo en hacer planes, mucho más fuerza mental en la labor hecha para el Maestro. Esto ampliará la capacidad de la mente, y hará que se tengan percepciones más agudas acerca de lo que se ha de hacer, y de la forma en que ello ha de ser hecho.

Hermanos, tendréis que luchar con dificultades, llevar cargas, dar consejos, hacer planes y ejecutarlos, buscando constantemente la ayuda de Dios. Orad y trabajad, trabajad y orad; como alumnos de la escuela de Cristo, aprended de Jesús.

El Señor nos ha dado la promesa: "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada."1 Es conforme a la orden de Dios que los que llevan responsabilidades se reunan a menudo para consultarse mutuamente, y para orar con fervor por aquella sabiduría que sólo él puede impartir. Hablad menos; se pierde mucho tiempo precioso en conversación que no produce luz. Unanse los hermanos en ayuno y oración por la sabiduría que Dios ha prometido dar liberalmente. Dad a conocer a Dios vuestras dificultades. Decidle como Moisés: "No puedo conducir a este pueblo a menos que tu presencia vaya conmigo." Luego pedid aún más; orad con Moisés: "Ruégote que me muestres tu gloria."2 ¿Qué es esta gloria?--El carácter de Dios. Así lo proclamó el Señor a Moisés.

Que el alma se aferre con fe viva a Dios. Cante la lengua sus alabanzas. Cuando os halléis reunidos dedicad vuestra mente con reverencia a la contemplación de las realidades eternas. Así os ayudaréis unos a otros a ser espirituales. Cuando vuestra voluntad esté en armonía con la divina, estaréis en armonía unos con otros; tendréis a Cristo a vuestro lado como consejero.

Enoc anduvo con Dios. Así puede andar todo aquel que trabaja por Cristo. Podéis decir con el Salmista: "A Jehová he puesto siempre delante de mí: porque está a mi diestra no seré conmovido."3 Mientras sintáis que no tenéis suficiencia propia, vuestra suficiencia estará en Jesús. Si esperáis que todo vuestro consejo y sabiduría provengan de los hombres, mortales y limitados como vosotros, recibiréis tan sólo ayuda humana. Si os allegáis a Dios para obtener ayuda y sabiduría, él no frustrará nunca vuestra fe.

Los presidentes de las asociaciones locales tienen el mismo Dios que el presidente de la Asociación General, y pueden acudir por sí mismos a la Fuente de sabiduría, en vez de depender de un hombre, que tiene que obtener su luz de la misma fuente.

Puede argüirse que el Señor da sabiduría especial a aquellos a quienes han sido confiadas responsabilidades importantes. Es cierto que, si andan humildemente con él, les dará ayuda para su obra; y os la dará para la vuestra, si la buscáis con el mismo espíritu. Si el Señor, en su providencia, os ha impuesto importantes responsabilidades, os hará idóneos para llevarlas, si acudís a él con fe a fin de obtener fuerza para cumplirlas. Cuando pongáis vuestra confianza en él y dependáis de su consejo, él no os abandonará a vuestro juicio finito para que hagáis planes imperfectos y fracaséis.

No hagáis del hombre vuestro confesor

Cada uno necesita una experiencia práctica en confiar en Dios por sí mismo. Que ningún hombre llegue a ser vuestro confesor; abrid vuestro corazón a Dios; contadle todo secreto de vuestra alma. Presentadle vuestras dificultades, grandes y pequeñas, y él os mostrará cómo salir de todas. El sólo puede saber cómo daros precisamente la ayuda que necesitáis.

Y cuando, después de momentos penosos recibáis ayuda, cuando el Espíritu de Dios obre manifiestamente por vosotros, ¡qué experiencia preciosa obtendréis! Obtendréis fe y amor, el oro que el Testigo fiel os aconseja que compréis de él. Estáis aprendiendo a allegaros a Dios en todas vuestras dificultades; y a medida que aprendáis estas preciosas lecciones de fe, las enseñaréis a otros. Así podréis estar elevando continuamente a la gente a un nivel superior de experiencia.

El presidente de una asociación local está, por su manera de tratar, educando a los ministros que están bajo su dirección, y juntos pueden educar de tal manera a las iglesias que no sea necesario llamar a los predicadores de la asociación de un campo de labor a arreglar dificultades y disensiones en la iglesia. Si los dirigentes de la asociación, como siervos fieles, quieren cumplir sus deberes señalados por el cielo, la obra de nuestras asociaciones no quedará tan enredada en perplejidades como hasta ahora. Y al trabajar así los obreros llegarán a ser hombres fuertes, capaces de llevar responsabilidades, que no fracasarán ni se desalentarán al verse en situaciones duras.

Hay Uno que es poderoso para salvar hasta lo sumo a todos los que a él se allegan. ¿No es amplia y plena la promesa: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar"?4 ¿Por qué estamos tan poco dispuestos a acudir directamente a la Fuente de nuestra fortaleza? ¿No nos hemos apartado del Señor en esto? ¿No deben nuestros ministros y los presidentes de nuestras asociaciones aprender de dónde viene su ayuda? ...

Un cambio de obreros

Se me ha preguntado si no es un error cambiar el presidente de una asociación local a un nuevo campo cuando muchos de los hermanos que están bajo su dirección actual no desean que él los deje.

Al Señor le plugo darme luz sobre este asunto. Me ha sido mostrado que los predicadores no deben ser retenidos en el mismo distrito año tras año, y que no debe presidir el mismo hombre durante largo tiempo en una asociación. Un cambio de dones es para bien de nuestras asociaciones e iglesias.

A veces los predicadores no se han sentido dispuestos a cambiar de campo de labor; pero si entendiesen todas las razones que hay para hacer los cambios, no retrocederían. Algunos han pedido quedar un año más en el mismo campo, y con frecuencia se les ha concedido su petición. Han sostenido que tenían planes para hacer una obra mayor que antes. Pero al fin del año, reinaba un estado de cosas peor que antes. Si un predicador ha sido infiel en su obra, no es probable que remedie el asunto permaneciendo más tiempo. Las iglesias se acostumbran a la dirección de aquel hombre, y piensan que deben mirarlo a él en vez de mirar a Dios. Sus ideas y planes tienen una fuerza predominante en la asociación.

Los hermanos pueden ver que él yerra en su juicio, y por causa de esto aprenden a tener en poco el ministerio. Si quisieran mirar a Dios y depender de la sabiduría celestial, obtendrían una experiencia del más alto valor, y podrían ellos mismos suplir, en muchos respectos por lo menos, lo que falta en aquel que es sobreveedor de la grey. Pero demasiado a menudo se deja que las cosas vayan como quieran, haciéndose responsable al presidente de la condición de las iglesias de la asociación, mientras que los miembros se vuelven indiferentes y tibios, sin hacer nada para poner las cosas en orden.

Tal vez el presidente no sienta la importancia de santificarse a sí mismo, para que otros se santifiquen. Puede ser un centinela infiel, que predique para agradar a la gente. Muchos son fuertes en algunos puntos de carácter, mientras que son débiles y deficientes en otros. Como resultado, se manifiesta una falta de eficiencia en algunas partes de la obra. Si el mismo hombre permanece como presidente de una asociación año tras año, sus defectos se reproducirán en las iglesias que están bajo su dirección. Pero un obrero puede ser fuerte donde su hermano es débil, y al cambiarlos así de campos de labor, se pueden, hasta cierto punto, suplir las deficiencias del otro.

Si todos fuesen completamente consagrados a Dios, estas notables imperfecciones de carácter no existirían; pero ya que los obreros no alcanzan la norma divina, ya que entretejen el yo con toda su obra, lo mejor, tanto para ellos como para las iglesias, consiste en hacer cambios frecuentes. Y por otro lado, si un obrero es espiritualmente fuerte, resulta, por la gracia de Cristo, una bendición para las iglesias, y sus labores son necesarias en diferentes asociaciones.