He recibido instrucciones acerca de lo importante que es que nuestros ministros se mantengan libres de las responsabilidades que deben ser llevadas mayormente por hombres de negocios. De noche, me vi en una asamblea integrada por unos cuantos de nuestros hermanos que llevan la carga de la obra. Estaban muy perplejos acerca de asuntos pecuniarios y estaban consultando acerca de cómo se podía llevar la obra a cabo con éxito. Algunos pensaban que se podría limitar el número de obreros, y obtener, sin embargo, todos los resultados esenciales. Uno de los hermanos que ocupaba una posición de responsabilidad estaba explicando sus planes, y expresando lo que deseaba ver hecho. Varios otros presentaron asuntos para que se considerasen. Entonces se levantó Uno que tenía dignidad y autoridad y empezó a declarar los principios que debieran dirigirnos. Dijo a varios predicadores:
"Vuestra obra no consiste en la dirección de asuntos financieros. No es prudente que lo emprendáis. Dios tiene cargas para vosotros, pero si seguís ramos de obra a los cuales no os habéis adaptado, vuestros esfuerzos para presentar la Palabra resultarán infructuosos. Esto os ocasionará un desaliento que os descalificará para la misma obra que debierais hacer,--una obra que requiere cuidadoso y sano discernimiento y juicio abnegado."
Los que están dedicados a escribir y hablar la Palabra deben asistir a menos reuniones de junta. Deben confiar muchos asuntos de menor importancia a hombres de capacidad comercial, y deben evitar de hallarse constantemente en una tensión que despoja su mente de su vigor natural. Deben dedicar mucho más atención a la conservación de la salud física; porque el vigor de la mente depende mayormente del vigor del cuerpo. Los debidos períodos de sueño y descanso, y una abundancia de ejercicio físico son esenciales para la salud del cuerpo y de la mente. El privar a la naturaleza de sus horas de descanso y recuperación, dejando a un hombre hacer el trabajo de cuatro, o de tres, o aun de dos, resultará en pérdida irreparable.
La educación en ramos de negocios
Los que piensan que la idoneidad de un hombre para cierta posición lo califica para desempeñar varias otras posiciones, están expuestos a cometer errores cuando hacen planes para el adelantamiento de la obra. Están expuestos a colocar sobre uno los cuidados y las cargas que debieran dividirse entre varios.
La experiencia es de gran valor. El Señor desea tener hombres de inteligencia relacionados con su obra, hombres calificados para ocupar diversos puestos de confianza en nuestras asociaciones e instituciones. Se necesitan especialmente hombres de negocios consagrados, hombres que practiquen los principios de la verdad en toda transacción comercial. Los que están encargados de los asuntos financieros no deben asumir otras responsabilidades, responsabilidades que son incapaces de llevar; ni tampoco se ha de encargar a hombres incompetentes la dirección de los negocios. Los que dirigen la obra han errado a veces al permitir el nombramiento de hombres desprovistos de tacto y habilidad para dirigir importantes intereses financieros.
Los hombres que prometen en los ramos de negocios deben desarrollarse y perfeccionar sus talentos por medio de estudios y preparación muy cabales. Debe animárselos a colocarse donde, como estudiantes, puedan obtener rápidamente un conocimiento de los principios y métodos correctos para manejar negocios. Ningún hombre de negocios ahora relacionado con la causa necesita ser novicio. Si en algún ramo de la obra hay hombres que deben aprovechar sus oportunidades de hacerse sabios y eficientes, son los que están dedicando su capacidad a la obra de establecer el reino de Dios en nuestro mundo. En vista del hecho de que estamos viviendo tan cerca del fin de la historia de esta tierra, debe haber mayor esmero en la labor, debe esperarse con más vigilancia, velando, orando y trabajando. El agente humano debe procurar alcanzar la perfección, para ser un cristiano ideal, completo en Cristo Jesús.
Los principios rectos son esenciales
Los que trabajan en ramos de negocios deben tomar toda precaución para evitar de caer en error por causa de principios o métodos erróneos. Su actuación debe ser como la de Daniel en la corte de Babilonia. Cuando todas sus transacciones administrativas fueron sometidas al escrutinio más detenido no se pudo hallar un solo detalle deficiente. El registro de su vida de negocios, aunque tan incompleto como es, contiene lecciones dignas de estudio. Revela el hecho de que un hombre de negocios no es necesariamente un hombre astuto y maquinador. Puede ser un hombre instruido por Dios en cada paso. Daniel, mientras era primer ministro del reino de Babilonia era profeta de Dios, y recibía la luz de la inspiración divina. Su vida es una ilustración de lo que puede ser cada hombre de negocios cristiano....
Actualmente la causa de Dios necesita hombres y mujeres que posean raras calificaciones y buenas facultades de administración; hombres y mujeres que hagan una investigación paciente y cabal de las necesidades de la obra en los diversos campos; se necesita a quienes tengan una gran capacidad para el trabajo; quienes posean corazones cálidos y bondadosos, cabezas serenas, buen sentido y juzguen sin prejuicio; quienes estén santificados por el Espíritu de Dios, y puedan decir intrépidamente No, o Sí y Amén a las propuestas hechas; quienes tengan fuertes convicciones, claro entendimiento y corazones puros, llenos de simpatía; quienes practiquen las palabras: "Todos vosotros sois hermanos;"1 quienes procuren elevar y restaurar a la humanidad caída.--Testimonies for the Church 7:246-249.
No pocos ministros están descuidando precisamente la obra para la cual han sido nombrados. ¿Por qué se nombran miembros de juntas y comisiones a aquellos que han sido puestos aparte para la obra del ministerio? ¿Por qué se les convoca a asistir a tantas reuniones de negocios, muchas veces a gran distancia de sus campos de labor? ¿Por qué no se ponen los asuntos administrativos en manos de administradores? Los ministros no han sido designados para hacer esta obra. Las finanzas de la causa han de ser manejadas por hombres capaces; pero los ministros han sido destinados a otro ramo de trabajo....
Los ministros no han de ser llamados aquí y allí para asistir a reuniones de junta con el propósito de decidir cuestiones de negocios comunes. Muchos de nuestros ministros han hecho esta obra en lo pasado, pero no es la obra a la cual el Señor desea que se dediquen. Se les han impuesto demasiadas cargas financieras. Cuando tratan de llevar estas cargas, esto resulta en desmedro de su comisión evangélica. Dios considera esto como un deshonor para su nombre.--Testimonies for the Church 7:254, 255.