Un problema que produce perplejidad
Durante años nos hemos preguntado: ¿Cómo podemos levantar fondos adecuados para sostener a las misiones que el Señor ha abierto delante de nosotros? Leemos los claros requerimientos del Evanlio; y las misiones, tanto en el país como en los campos extranjeros, presentan sus necesidades. Las indicaciones, más aún, las positivas revelaciones de la Providencia, se unen para instarnos a hacer con rapidez la obra que espera ser realizada.--Testimonies for the Church 9:114.
Un plan que tendrá éxito
Uno de los nuevos planes para alcanzar a los incrédulos es el de la campaña de la Recolección Anual en favor de las misiones. En muchos lugares, durante los pasados pocos años, ésta ha resultado un éxito y ha sido una bendición para muchos, aumentando la afluencia de medios a la tesorería de las misiones. Cuando a los que no son de nuestra fe se los ha familiarizado con el progreso del mensaje del tercer ángel en los países paganos, se han despertado sus simpatías; y algunos han tratado de conocer más acerca de la verdad que tiene tal poder para transformar los corazones y las vidas. Hombres y muieres de todas clases han sido alcanzados, y el nombre de Dios ha sido glorificado.--Manuscrito 2, 5 de junio de 1914, "Consecrated Efforts to Reach Unbelievers" [Esfuerzos Consagrados para Alcanzar a los no Creyentes].
Algunos pueden poner la objeción de que no es apropiado recibir ofrendas de los no creyentes. Pregúntense los tales: "¿Quién es el verdadero dueño de nuestro mundo? ¿A quién pertenecen sus casas y terrenos y sus tesoros de oro y plata?" Dios tiene abundancia en nuestro mundo, y él ha colocado sus bienes en las manos de todos, tanto de los obedientes como de los desobedientes. Está listo para conmover el corazón de hombres mundanos, aun de los idólatras, para que den de su abundancia para el sostén de su obra; y Dios hará esto tan pronto como sus hijos aprendan a acercarse a estos hombres sabiamente y a llamar su atención a lo que es su privilegio hacer. Si las necesidades de la obra de Dios fueran presentadas de la debida manera delante de los que tienen medios e influencia, estos hombres podrían hacer mucho por el progreso de la causa de la verdad presente. El pueblo de Dios ha perdido muchos privilegios que podría haber aprovechado, si no hubiera preferido permanecer independiente del mundo.--The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904.
El Señor conmueve aún el corazón de reyes y gobernantes en favor de su pueblo. Los que trabajan para él han de valerse de la ayuda que él induce a los hombres a dar para el avance de su causa. Los agentes de los cuales provienen estas dádivas pueden abrir caminos por los cuales la luz de la verdad pueda ser dada a muchos países entenebrecidos. Estos hombres pueden no tener simpatía hacia la obra de Dios ni fe en Cristo, ni conocimiento de su Palabra; pero sus dones no han de ser rechazados por este motivo.--The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904.
El Señor ha colocado sus bienes en manos de los no creyentes así como de los cristianos; todos pueden devolverle lo que le pertenece para la realización de la obra que debe ser hecha en favor de un mundo caído. Mientras estemos en este mundo, mientras el Espíritu de Dios contienda con los hijos de los hombres, hemos de recibir y hacer favores. Hemos de dar al mundo la luz de la verdad, tal como se revela en las Escrituras; y hemos de recibir de los hombres del mundo aquello que Dios los induce a dar para su causa.--The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904.
Todo el mundo, con sus riquezas y tesoros pertenece a Dios, aun cuando ahora casi todo está en posesión de hombres malos. "De Jehová es la tierra y su plenitud." "Mía es la plata, y mío el oro, dice Jehová de los ejércitos." "Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados. Conozco todas las aves de los montes, y en mi poder están las fieras del campo. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti: porque mío es el mundo y su plenitud." Ojalá que los cristianos se den cuenta cada vez más plenamente de que tienen el privilegio y el deber de aprovechar, siempre que sea sobre principios rectos, toda oportunidad enviada por el cielo para el avance del reino de Dios en este mundo.--The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904.
Amonestaciones a los obreros
A todos los que están por dedicarse a hacer obra misionera especial con el periódico preparado para su empleo en la campaña de la Recolección Anual, quisiera decirles: Sed diligentes en vuestros esfuerzos: vivid bajo la dirección del Espíritu Santo. Aumentad diariamente vuestra experiencia cristiana. Los que tienen aptitudes especiales trabajen por los inconversos tanto en los lugares encumbrados como humildes de la vida. Buscad diligentemente a las almas que perecen. ¡Oh, pensad en el anhelante deseo que Cristo tiene de rescatar para su redil a aquellos que se han descaminado! Velad por las almas como quienes deben dar cuenta de ellas. En vuestra obra misionera en la iglesia y el vecindario, permitid que vuestra luz irradie rayos tan claros que nadie pueda levantarse en el juicio para decir: "¿Por qué no me hablasteis de la verdad? ¿Por qué no cuidasteis de mi alma?" Además, seamos diligentes en la distribución de las publicaciones que han sido cuidadosamente preparadas para su empleo entre los que no son de nuestra fe. Saquemos el mayor partido de toda oportunidad que tenemos de llamar la atención de los no creyentes. Pongamos los impresos en todas las manos que los reciban. Consagrémonos a la proclamación del mensaje: "Aparejad el camino del Señor, haced derechas sus sendas." (Manuscrito 2, 5 de junio de 1914,,"Consecrated Efforts to Reach Unbelievers" [Esfuerzos Consagrados para Alcanzar a los no Creyentes].
Elementos esenciales para el éxito
Al seguir cualquier plan que pueda utilizarse para llevar a otros el conocimiento de la verdad presente, y de las maravillosas providencias relacionadas con el avance de la causa, consagrémonos en primer lugar nosotros mismos plenamente a Aquel cuyo nombre deseamos exaltar. Oremos con fervor por aquellos que esperamos visitar, llevándolos con fe viva, uno por uno, a la presencia de Dios. El Señor conoce el pensamiento y los propósitos de los hombres, y cuán fácilmente él puede enternecerlos! ¡Cómo puede su Espíritu, cual un fuego, subyugar el corazón empedernido! ¡Cómo puede él llenar el alma de amor y ternura! ¡Cómo puede darnos las gracias de su Espíritu Santo, y capacitarnos para salir a trabajar por las almas!--Manuscrito 2, 5 de junio de 1914, "Consecrated Efforts to Reach Unbelievers" [Esfuerzos Consagrados para Alcanzar a los no Creyentes].
La obra del Señor podría recibir favores mucho mayores que los que ahora recibe, si nos acercáramos a los hombres con sabiduría, informándolos acerca de la obra, y dándoles la oportunidad de hacer aquello que es nuestro privilegio inducirlos a realizar por su progreso. Si nosotros, corno siervos de Dios, siguiéramos una conducta sabia y prudente, su buena mano nos prosperaría en nuestros esfuerzos.--The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904.
Si todos los que están ocupados en la obra del Señor se dieran cuenta de cuánto depende de su fidelidad y de su sabia previsión, una prosperidad mucho mayor coronaría sus esfuerzos. Por nuestra timidez y cortedad a menudo dejamos de obtener lo que podríamos conseguir como un derecho, de los poderes existentes. Dios obrará por nosotros, cuando estemos listos a realizar lo que podemos y debemos hacer de nuestra parte.--The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904.
La obra misionera local y las misiones en el extranjero
La obra misionera local experimentará progresos en todo sentido cuando se manifieste un espíritu más liberal, abnegado y de sacrificio por la prosperidad de las misiones en el extranjero; porque la prosperidad de la obra local depende mayormente, bajo la dirección de Dios, de la influencia refleja de la labor evangélica realizada en los países lejanos. Es trabajando activamente para suplir las necesidades de la causa de Dios como colocamos nuestras almas en contacto con la Fuente de todo poder.--Testimonies for the Church 6:27.
Un comerciante norteamericano, que era un cristiano ferviente, conversando con un colaborador, señaló que él mismo trabajaba para Cristo 24 horas por día. "En todas mis relaciones comerciales--dijo él--, trato de representar a mi Maestro. Cuando tengo oportunidad, trato de ganar a otros para él. Todo el día estoy trabajando para Cristo. Y de noche, mientras duermo, tengo a un hombre trabajando para él en la China." Al explicarse agregó: "En mi juventud resolví salir como misionero a los paganos. Pero cuando murió mi padre tuve que encargarme de sus negocios para sostener a la familia. Ahora, en lugar de ir yo mismo, sostengo a un misionero. Mi obrero está establecido en tal ciudad de tal provincia de China. Y así, aun cuando yo duermo, estoy trabajando por medio de mi representante para Cristo."
¿No hay adventistas que hagan lo mismo? En lugar de que los pastores sigan trabajando por las iglesias que ya conocen la verdad, digan los miembros de las iglesias a estos obreros: "Id a trabajar por las almas que están pereciendo en las tinieblas. Nosotros mismos nos encargaremos de los servicios de la iglesia. Mantendremos las reuniones, y permaneciendo en Jesús, sostendremos la vida espiritual. Trabajaremos por las almas que nos rodean, y elevaremos nuestras oraciones y entregaremos nuestros dones para sostener a los obreros que se hallan en campos más necesitados y carentes de facilidades.--Testimonies for the Church 6:29, 30.
Un ejemplo digno
La viuda pobre que echó las dos blancas en la caja del Señor, poco sabía lo que estaba haciendo. Su ejemplo de abnegación ha influido y reaccionado sobre millares de corazones en todos los países y en todas las épocas. Esa ofrenda ha traído a la tesorería de Dios dones de parte de los encumbrados y los humildes, de los ricos y los pobres. Ella ha ayudado a sostener misiones, a establecer hospitales, a alimentar a los hambrientos, a vestir a los desnudos, a sanar a los enfermos, a predicar el Evangelio a los pobres. Multitudes han sido bendecidas por el acto de abnegación de esa mujer.--Testimonies for the Church 6:310.
Lecciones de la vida de Nehemías
En los años pasados, he hablado en favor del plan de presentar nuestra obra misionera y su progreso ante nuestros vecinos y amigos, y me he referido al ejemplo de Nehemías. Y ahora deseo instar a nuestros hermanos y hermanas a estudiar de nuevo la experiencia de este hombre de oración y fe y sano juicio, quien tuvo el valor de pedir a su amigo, el rey Artajerjes, ayuda para hacer progresar los intereses de la causa de Dios.--Manuscrito 2, 5 de junio de 1914, "Consecrated Efforts to Reach Unbelievers" [Esfuerzos Consagrados para Alcanzar a los no Creyentes].
Medios solicitados de los que están en condiciones de dar--Los hombres de oración deben ser hombres de acción. Los que están listos a trabajar y dispuestos a hacerlo, hallarán las formas y los medios. Nehemías no dependió de la incertidumbre. Los medios de los cuales carecía los solicitó de aquellos que podían otorgarlos.--The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904.
El ánimo para la tarea se obtiene por la oración--Nehemías y Artajerjes se hallaban frente a frente, el uno como siervo de una raza oprimida, el otro como monarca de un gran imperio mundial. Pero infinitamente mayor que la diferencia social era la distancia moral que los separaba. Nehemías había aceptado la invitación del Rey de reyes: "Echen mano ... de mi fortaleza, y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!" La petición silenciosa fué la misma que había ofrecido durante muchas semanas, a saber, que Dios prosperara su solicitud. Y ahora, cobrando ánimo ante el pensamiento de que tenía un Amigo, omnisciente y omnipotente, que podía obrar en su favor, el hombre de Dios dió a conocer al rey su deseo de que se lo eximiera por un tiempo de su puesto en la corte, y de recibir autorización para reedificar los lugares desolados de Jerusalén, y volver a hacerla una vez más una ciudad fortificada y protegida. Trascendentales resultados para la ciudad y la nación judía dependían de esta petición. "Y--dijo Nehemías--otorgómelo el rey, según la benéfica mano de Jehová sobre mí."--The Southern Watchman, 8 de marzo de 1904.
Se obtuvo el apoyo oficial--Cuando su pedido [el de Nehemías] al rey hubo sido favorablemente recibido, se sintió animado a solicitar la asistencia necesaria para la realización de sus planes. Para dar dignidad y autoridad a su misión, así como para proveer lo referente a la protección durante el viaje, obtuvo una escolta militar. Se le dieron cartas reales dirigidas a los gobernadores de las provincias que estaban al otro lado del Eufrates, el territorio por el cual debía pasar en su viaje hacia Judea; y obtuvo, además una carta dirigida al custodio del bosque que el rey tenía en las montañas del Líbano, en que se le solicitaba que proveyera la madera necesaria para el muro de Jerusalén y para los edificios que Nehemías se proponía levantar. A fin de que no hubiera ocasión de queja, en el sentido de que había excedido su comisión, Nehemías tuvo el cuidado de que la autoridad y los privilegios que se le acordaran quedaran claramente definidos.--The Southern Watchman, 15 de marzo de 1904.
Las cartas reales dirigidas a los gobernadores de las provincias que se hallaban a lo largo de su ruta, aseguraron a Nehemías una recepción honorable y una pronta ayuda. Y ningún enemigo osó molestar al funcionario que estaba protegido por el poder del rey persa y tratado con señalada consideración por los gobernantes de las provincias. El viaje de Nehemías fué seguro y próspero.--The Southern Watchman, 22 de marzo de 1904.
Se encuentran obstáculos--Su arribo a Jerusalén, sin embargo, con la ayuda de una escolta militar, que demostraba que había venido con alguna importante misión, excitó los celos y el odio de los enemigos de Israel. Las tribus paganas establecidas cerca de Jerusalén habían manifestado anteriormente su enemistad contra los judíos acumulando contra ellos todo insulto e injuria que quisieran infligirles. Además, en esta obra malvada actuaban ciertos jefes de esas tribus, Sanballat el horonita, Tobías el ammonita y Gesem el árabe; desde el principio esos caudillos observaron con ojos críticos los movimientos de Nehemías, y por todos los medios a su alcance procuraron estorbar sus planes y perjudicar su obra.--The Southern Watchman, 22 de marzo de 1904.
Intentaron causar división entre los obreros sugiriendo dudas y levantando incredulidad con respecto a su éxito. Además ridiculizaron los esfuerzos de los edificadores, declararon que la empresa era una imposibilidad, y predijeron un desgraciado fracaso. ... Los edificadores que trabajaban sobre el muro pronto se vieron confrontados por una oposición más activa. Se vieron obligados a estar en guardia continuamente contra las asechanzas de sus alertas adversarios. Los emisarios del enemigo trataron de destruir su valor haciendo circular falsos informes; se formaron conspiraciones con varios pretextos para hacer caer a Nehemías en sus trampas: y se hallaron judíos de corazón falso que estaban listos a ayudar los planes de traición. ... Emisarios del enemigo, que profesaban ser amigos, se mezclaron con los edificadores, sugiriendo cambios en el plan, tratando de varias maneras de distraer la atención de los obreros, de causar confusión y perplejidad, y de hacer surgir desconfianza y sospecha.--The Southern Watchman, 12 de abril de 1904.
Algunos obstáculos confrontan a los dirigentes hoy--La experiencia de Nehemías se repite en la historia del pueblo de Dios en este tiempo. Los que trabajan en la causa de la verdad hallarán que no pueden hacer esto sin excitar el enojo de sus enemigos. Aun cuando han sido llamados por Dios a la obra en la cual están empeñados, y su conducta es aprobada por él, no pueden escapar al reproche y al ridículo. Serán acusados de ser visionarios, indignos de confianza, maquinadores, hipócritas: cualquier cosa, en suma, que convenga a los propósitos de los enemigos. Las cosas más sagradas serán presentadas bajo una luz ridícula para divertir a los impíos. Un poquito de sarcasmo y de ingenio vil, unido a la envidia, los celos, la impiedad y el odio, es suficiente para excitar el regocijo del burlón profano. Y estos burladores presuntuosos agudizan mutuamente su ingenio, y se envalentonan el uno al otro en su obra blasfema. El desprecio y el ridículo son sin duda dolorosos para la naturaleza humana; pero deben ser soportados por todos los que son leales a Dios. Satanás tiene así el plan de que las almas desistan de hacer la obra que el Señor les ha confiado.--The Southern Watchman, 12 de abril de 1904.
Han de reunirse las fuerzas desalentadas--En secreto y silencio, Nehemías completó su gira de inspección de los muros. Declara: "Y no sabían los magistrados dónde yo había ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había yo declarado a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles y magistrados, ni a los demás que hacían la obra." En su dolorosa gira no quería él llamar la atención ni de sus amigos ni de sus adversarios, para no crear ninguna excitación, y para que no se pusieran en circulación informes que pudieran derrotar o por lo menos obstaculizar su obra. Nehemías dedicó el resto de la noche a la oración; por la mañana debía hacer un esfuerzo ferviente para levantar y unir a sus desalentados y divididos connacionales.--The Southern Watchman, 22 de marzo de 1904.
Aunque Nehemías llevaba una comisión real que requería de los habitantes la cooperación con él en la reedificación de los muros de la ciudad, no quiso depender del mero ejercicio de la autoridad. Intentó más bien ganar la confianza y la simpatía de la gente, pues sabía bien que una unión de los corazones así como de las manos era esencial para el éxito en la gran obra que había emprendido.
Cuando llamó a la gente a reunirse por la mañana, presentó argumentos calculados para despertar sus dormidas energías y para unir sus esparcidas huestes. ... Y habiendo presentado el asunto plenamente ante ellos, mostrándoles que estaba sostenido por la autoridad combinada del rey de Persia y del Dios de Israel, Nehemías formuló ante el pueblo directamente la pregunta de si aprovecharían esta favorable ocasión, y se levantarían con él para edificar el muro. Este discurso llegó directamente a sus corazones; la manifestación del favor del cielo hacia ellos los hizo avergonzar de sus temores. Con renovado valor clamaron a gran voz: "Levantémonos, y edifiquemos".--The Southern Watchman, 29 de marzo de 1904.
La santa energía y las elevadas esperanzas de Nehemías fueron comunicadas al pueblo. Al ser dominados por ese espíritu, se elevaron por un tiempo al nivel moral de su dirigente. Cada uno en su propia esfera era una especie de Nehemías; y cada uno de ellos fortaleció y sostuvo a su hermano en la obra.--The Southern Watchman, 29 de marzo de 1904.
Los sacerdotes de Israel se contaron entre los primeros en responder--Entre los primeros que captaron el espíritu de celo y fervor de Nehemías se hallaban los sacerdotes de Israel. Desde la posición de influencia que ocupaban, estos hombres podían hacer mucho para obstaculizar la obra o hacerla progresar. Su pronta cooperación, al comienzo mismo, contribuyó no poco a su éxito. Así debe ocurrir con toda empresa santa. Los que ocupan puestos de influencia y de responsabilidad en la iglesia, deben ser los primeros en la obra de Dios. Si ellos se mueven lentamente, otros no se moverán en absoluto. Pero su "ejemplo ha estimulado a muchos." Cuando su luz brille en forma refulgente, un millar de antorchas serán encendidas en su llama.--The Southern Watchman, 5 de abril de 1904.
Nehemías como organizador--La gente en general estaba animada como un solo corazón y una sola alma en su patriotismo y alegre actividad. Hombres de capacidad e influencia organizaron las diversas clases de ciudadanos en grupos, haciéndose responsable cada dirigente de la erección de determinada parte del muro. Era un espectáculo muy agradable para Dios y los ángeles ver los activos grupos trabajando armoniosamente sobre las murallas derribadas de Jerusalén, y era un ruido alegre el que producían sus instrumentos de trabajo desde las primeras horas de la madrugada "hasta salir las estrellas".--The Southern Watchman, 5 de abril de 1904.
La demostración de un verdadero espíritu de dirigente--El celo y la energía de Nehemías no decrecieron, ahora que el trabajo había comenzado de hecho. No se cruzó de brazos, sintiendo que podía deponer la carga. Con incansable vigilancia dirigió constantemente la obra, guiando a los obreros, notando cada obstáculo, y tomando las providencias para cada emergencia. Su influencia se sentía constantemente a lo largo de toda la extensión de aquellos casi cinco kilómetros de muro. Con palabras oportunas animaba a los temerosos, encomiaba a los diligentes, o despertaba a los perezosos. Y otra vez vigilaba con ojo de águila los movimientos de sus enemigos, que a veces se reunían a la distancia entregándose a una animada conversación, como si estuvieran complotando el mal, y luego, acercándose a los obreros, intentaban distraer su atención y obstaculizar su trabajo.
Mientras los ojos de cada obrero se dirigían con frecuencia a Nehemías, listos para prestar atención a la más leve señal, esos ojos y corazones se elevaban también a Dios, el gran Director de toda la obra, Aquel que había puesto en el corazón de su siervo el deseo de edificar. Y a medida que se fortalecían la fe y el valor en su propio corazón, Nehemías exclamaba, y sus palabras, repetidas una y otra vez, conmovían los corazones de los obreros a lo largo de toda la línea: "El Dios de los cielos, él nos prosperará."--The Southern Watchman, 5 de abril de 1904.
Nehemías y sus compañeros no rehuyeron el trabajo duro, ni se excusaron del servicio penoso. Ni de noche ni de día, ni aun durante el breve tiempo usado para dormir, se quitaban la ropa, o aun colocaban a un lado su armadura. "Y ni yo, ni mis hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía, desnudamos nuestro vestido: cada uno se desnudaba solamente para lavarse."--The Southern Watchman, 26 de abril de 1904.
Se pretenderá ejercer influencia negativa en cada movimiento religioso--La mayor parte de los nobles y los jefes de Israel también acudieron noblemente al cumplimiento del deber; pero había unos pocos, los nobles tecoítas, que "no prestaron su cerviz a la obra de su Señor". Mientras los fieles constructores han sido objeto de honrosa mención en el libro de Dios, la memoria de estos siervos perezosos quedó señalada con oprobio, y se registró como advertencia para todas las generaciones futuras.
En todo movimiento religioso habrá algunos que, aunque no puedan negar que se trata de la obra de Dios, se mantendrán alejados, rehusando hacer cualquier esfuerzo para hacerlo progresar. Pero en empresas para promover sus intereses egoístas, estos hombres son a menudo los obreros más enérgicos y activos. Bueno sería que recordáramos el registro que se lleva en lo alto, el libro de Dios, en el cual todos nuestros motivos y nuestras obras están escritas: el libro en que no hay omisiones ni errores, y en base al cual hemos de ser juzgados. Allí está fielmente asentada toda oportunidad para hacer servicios para Dios que hayamos descuidado, y todo acto de fe y de amor, por humilde que sea, será mantenido en eterno recuerdo.--The Southern Watchman, 5 de abril de 1904.
Dios llama a modernos Nehemías
Se necesitan Nehemías en la iglesia de nuestros días. No solamente hombres que puedan predicar y orar, sino hombres cuyas oraciones y sermones estén imbuidos de un propósito firme y vehemente. El plan de acción seguido por este patriota hebreo en el cumplimiento de sus propósitos debiera ser adoptado por los ministros y dirigentes. Una vez hechos sus planes, debieran presentarlos a la iglesia de tal manera que obtengan interés y cooperación. Que los hermanos entiendan los planes y compartan la tarea, y tendrán entonces un interés personal en su prosperidad. El éxito que acompañó los esfuerzos de Nehemías muestra lo que pueden lograr la oración, la fe y la acción sabia y enérgica. La fe viva promoverá la acción enérgica. El espíritu que manifieste el director será en gran parte reflejado por el pueblo. Si los directores que profesan creer las solemnes e importantes verdades que han de probar al mundo en este tiempo no manifiestan ardiente celo en preparar a un pueblo para estar en pie en el día de Dios, no podemos esperar sino que la iglesia sea descuidada, indolente y amante de los placeres.--The Southern Watchman, 29 de marzo de 1904.