Servicio Cristiano

Capítulo 17

La obra caritativa cristiana

Siguiendo las huellas divinas

Muchos piensan que sería un gran privilegio visitar el escenario de la vida de Cristo en la tierra, andar donde él anduvo, mirar el lago en cuya orilla se deleitaba en enseñar y las colinas y valles en los cuales sus ojos con tanta frecuencia reposaron. Pero no necesitamos ir a Nazaret, Capernaum y Betania para andar en las pisadas de Jesús. Hallaremos sus huellas al lado del lecho del enfermo, en los tugurios de los pobres, en las atestadas callejuelas de la gran ciudad, y en todo lugar donde haya corazones humanos que necesiten consuelo. Al hacer como Jesús hizo cuando estaba en la tierra, andaremos en sus pisadas.--El Deseado de Todas las Gentes, 579.

Jesús obraba para aliviar todo caso de sufrimiento que viese. Tenía poco dinero que dar, pero con frecuencia se privaba de alimento a fin de aliviar a aquellos que parecían más necesitados que él. Sus hermanos sentían que la influencia de él contrarrestaba fuertemente la suya. Poseía un tacto que ninguno de ellos tenía ni deseaba tener. Cuando ellos hablaban duramente a los pobres seres degradados, Jesús buscaba a estas mismas personas y les dirigía palabras de aliento. Daba un vaso de agua fría a los menesterosos, y ponía quedamente su propia comida en sus manos. Y mientras aliviaba sus sufrimientos, asociaba con sus actos de misericordia las verdades que enseñaba, y así quedaban grabadas en la memoria.--El Deseado de Todas las Gentes, 70.

Un respaldo práctico

Los seguidores de Cristo han de trabajar como él obró. Hemos de alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, y consolar a los dolientes y afligidos. Hemos de ministrar a los que desesperan, e inspirar esperanza a los descorazonados. Y para nosotros se cumplirá también la promesa: "Irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia."--El Deseado de Todas las Gentes, 303.

Los que han estado ocupados en esta obra de ayuda cristiana han estado haciendo lo que el Señor desea que se haga, y él ha aceptado sus labores. Lo que se ha hecho en este ramo de trabajo es la obra con la cual todo adventista debe simpatizar de todo corazón y darle su respaldo práctico, uniéndose a ella con todo fervor. Al descuidar esta labor que se halla a nuestro alcance, al rehusar llevar estas cargas, la iglesia sufre una gran pérdida. Si ella hubiera emprendido el trabajo como debiera haberlo hecho, los hermanos habrían sido los medios de salvar a muchas almas.--Testimonies for the Church 6:295.

Todos estos dones han de ser empleados en beneficiar a la humanidad, en aliviar a los dolientes y menesterosos. Debemos alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, cuidar de la viuda y los huérfanos, servir a los angustiados y oprimidos. Dios no quiso nunca que existiese la extensa miseria que hay en el mundo. Nunca quiso que un hombre tuviese abundancia de los lujos de la vida mientras que los hijos de otros llorasen por pan. Los recursos que superan las necesidades reales de la vida, son confiados al hombre para hacer bien, para beneficiar a la humanidad. El Señor dice: "Vended lo que poseéis y dad limosna." Sed "dadivosos", comunicad "con facilidad". "Cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos." "Desatar las ligaduras de impiedad", "deshacer los haces de opresión", "dejar ir libres a los quebrantados", "que rompáis todo yugo". "Que partas tu pan con el hambriento", que "a los pobres errantes metas en casa". "Cuando vieres al desnudo, lo cubras." Que sacies "el alma afligida". "Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda criatura." Estas son las órdenes del Señor. ¿Está haciendo esta obra el conjunto de los que profesan ser cristianos?--Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 338, 339.

Las buenas obras son el fruto que Cristo quiere que llevemos; las palabras bondadosas, los hechos de benevolencia, de tierna consideración para con el pobre, el necesitado, el afligido. Cuando los corazones simpatizan con otros corazones agobiados por el desánimo y el pesar, cuando la mano se extiende para ayudar al necesitado, cuando se viste a los desnudos, y el forastero recibe la bienvenida a vuestra casa y a vuestro corazón, los ángeles llegan muy cerca, y semejante acción halla respuesta en el cielo. Todo acto de justicia, misericordia y benevolencia, produce melodía en el cielo. El Padre desde su trono contempla a los que realizan estos actos de misericordia, y los cuenta entre sus más preciados tesoros. "Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo tengo de hacer." Todo acto de misericordia hacia los necesitados, los que sufren, es considerado como hecho a Jesús. Cuando socorréis al pobre, simpatizáis con el afligido y el oprimido, y amparáis al huérfano, os colocáis en una relación más estrecha con Jesús.--Testimonies for the Church 2:25.

La obra de reunir a los menesterosos, los oprimidos, los dolientes, los indigentes, es la obra que cada iglesia que cree la verdad para este tiempo debiera haber estado haciendo desde hace mucho. Debemos manifestar la tierna simpatía del samaritano y suplir las necesidades físicas, alimentar a los hambrientos, traer a los pobres sin hogar a nuestras casas, pedir a Dios cada día la gracia y la fuerza que nos habiliten para alcanzar las mismas profundidades de la miseria humana y ayudar a aquellos que no pueden ayudarse. Cuando hacemos esta obra, tenemos una oportunidad favorable para presentar a Cristo el crucificado.--Joyas de los Testimonios 2:514.

Muchos se preguntan por qué sus oraciones son tan inertes, su fe tan débil y vacilante, su experiencia cristiana tan sombría e incierta. "¿Qué aprovecha--dicen ellos--que guardemos su ley, y que andemos tristes delante de Jehová de los ejércitos?" En el (capítulo 58) de Isaías, Cristo demostró cómo puede cambiarse este estado de cosas. ... Versículos 6, 7. Tal es la receta que Cristo prescribió para el alma que desmaya, duda y tiembla. Levántense los pesarosos, los que andan tristes delante del Señor, y socorran a alguien que necesite auxilio.--Joyas de los Testimonios 2:504.

La gloria del cielo consiste en elevar a los caídos, consolar a los angustiados. Siempre que Cristo more en el corazón humano, se revelará de la misma manera. Siempre que actúe, la religión de Cristo beneficiará. Dondequiera que obre, habrá alegría.--Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 354.

La viuda de Sarepta compartió su poco alimento con Elías; y en pago fué preservada su vida y la de su hijo. Y a todos los que, en tiempo de prueba y escasez, dan simpatía y ayuda a otros más menesterosos, Dios ha prometido una gran bendición. El no ha cambiado. Su poder no es menor hoy que en los días de Elías.--La Historia de Profetas y Reyes, 96.

El amor de Cristo, manifestado en un ministerio de abnegación, será más eficaz, para reformar al malvado, de lo que podría ser la espada o la corte de justicia. Estas últimas son necesarias para infundir terror al criminal, pero el misionero amante puede hacer mucho más que esto. Muchas veces el corazón que se endurece bajo la reprobación, se derrite bajo el amor de Cristo.--El Ministerio de Curación, 98, 99.

Para recordar

En todas nuestras asociaciones hay que tener presente que en la experiencia de los demás hay capítulos sellados en que no penetran las miradas de los mortales. En las páginas del recuerdo hay tristes historias inviolab'es que yacen sagradamente ocultas de los ojos ajenos. Hay consignadas allí largas y rudas batallas libradas en circunstancias críticas, tal vez desórdenes en la vida del hogar, que día tras día debilitan el ánimo, la confianza y la fe. Los que pelean la batalla de la vida contra fuerzas superiores pueden ser fortalecidos y alentados merced a pequeñas atenciones que sólo cuestan un esfuerzo de amor. Para los tales, un fuerte apretón de la mano de un verdadero amigo, vale más que el oro y la plata. Las palabras de bondad son tan bien recibidas como lo son las sonrisas de los ángeles.

Hay muchedumbres que luchan con la pobreza, que se ven obligadas a duro trabajo por modestos salarios, y que apenas pueden suplir las necesidades primordiales de la vida. Las penas y privaciones, sin esperanza de mejora, hacen muy pesadas sus cargas. Cuando a esto se añaden los dolores y la enfermedad, la carga resulta casi insoportable. Gastados y agobiados, no saben adónde dirigirse en busca de alivio. Simpatícese con ellos en sus pruebas, sus congojas y sus desengaños. Esto abrirá el camino para llevarles ayuda. Hábleseles de las promesas de Dios, órese con ellos y por ellos, infúndaseles esperanza.--El Ministerio de Curación, 148.

Para muchos la vida es una lucha dolorosa: se sienten deficientes, desgraciados y descreídos; piensan que no tienen nada que agradecer. Las palabras de bondad, las miradas de simpatía, las expresiones de gratitud, serían para muchos que luchan solos como un vaso de agua fría para un alma sedienta. Una palabra de simpatía, un acto de bondad, alzaría la carga que doblega los hombros cansados. Cada palabra y obra de bondad abnegada es una expresión del amor que Cristo sintió por la humanidad perdida.--El Discurso Maestro de Jesucristo, 26.

Extended una mano ayudadora

El pecado es el mayor de todos los males, y nos incumbe compadecernos del pecador y ayudarlo. Pero no todos pueden ser alcanzados de la misma manera. Hay muchos que ocultan el hambre de su alma. Les ayudaría grandemente una palabra tierna o un recuerdo bondadoso. Hay otros que están en la mayor necesidad, y, sin embargo, no lo saben. No se percatan de su terrible indigencia del alma. Hay multitudes tan hundidas en el pecado que han perdido el sentido de las realidades eternas, han perdido la semejanza con Dios, y apenas saben si tienen almas que salvar o no. No tienen fe en Dios ni confianza en el hombre. Muchas de estas personas pueden ser alcanzadas únicamente por actos de bondad desinteresada. Primero hay que atender sus necesidades físicas: alimentarlas, limpiarlas y vestirlas decentemente. Al ver la evidencia de nuestro amor abnegado, les será más fácil creer en el amor de Cristo.

Hay muchos que yerran, y que sienten su vergüenza e insensatez. Miran sus faltas y errores hasta ser arrastrados casi a la desesperación. No debemos descuidar a estas almas. Cuando uno tiene que nadar contra la corriente, toda la fuerza de ésta lo rechaza. Extiéndasele una mano auxiliadora como se extendió la mano del Hermano Mayor hacia Pedro cuando se hundía. Diríjansele palabras llenas de esperanza, palabras que establezcan la confianza y despierten en ellos el amor.--Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 355.

Al alma apesadumbrada por la vida de pecado, pero que no sabe dónde encontrar alivio, presentadle al Salvador compasivo. Tomadla de la mano, levantadla, decidle palabras de aliento y de esperanza. Ayudadla a asirse de la mano del Salvador.--El Ministerio de Curación, 158, 159.

La hospitalidad es un deber cristiano

Nuestra obra en este mundo consiste en vivir para el bien de otros, en bendecir a los demás, en ser hospitalarios; y frecuentemente sólo a costa de algunos inconvenientes podemos nosotros hospedar a los que realmente necesitan nuestro cuidado y el beneficio de nuestro trato y de nuestros hogares. Algunos evitan estas cargas necesarias. Pero alguien debe llevarlas; y debido a que los hermanos en general no aman la hospitalidad y no comparten igualmente estos deberes cristianos, unos pocos de corazón generoso, y que alegremente se identifican con estos casos que necesitan ayuda, se ven sobrecargados.--Testimonies for the Church 2:645.

"No olvidéis la hospitalidad, porque por ésta algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles." Estas palabras no han perdido fuerza con el transcurso del tiempo. Nuestro Padre celestial continúa poniendo en la senda de sus hijos oportunidades que son bendiciones disfrazadas; y aquellos que aprovechan esas oportunidades encuentran mucho gozo.--La Historia de Profetas y Reyes, 96.

Un proceso de prueba

Dios nos prueba por los incidentes comunes de la vida. Son las cosas pequeñas las que revelan lo que el corazón encierra. Son las pequeñas atenciones, los numerosos pequeños incidentes y las simples cortesías de la vida, lo que constituye la suma de la felicidad y es el descuido de las palabras bondadosas, animadoras y afectuosas y las pequeñas cortesías, lo que ayuda a constituir la suma de la desventura humana. Al fin se hallará que la abnegación por el bien y la felicidad de los que nos rodean, constituye una gran parte del registro de la vida que se guarda en el cielo.--Testimonies for the Church 2:133.

Vi que en la providencia de Dios han sido colocados en estrecha relación cristiana con su iglesia viudas y huérfanos, ciegos, mudos, cojos y personas afligidas de varias maneras; es para probar a su pueblo y desarrollar su verdadero carácter. Los ángeles de Dios vigilan para ver cómo tratamos a estas personas que necesitan nuestra simpatía, amor y benevolencia desinteresada. Esta es la forma en que Dios prueba nuestro carácter. Si tenemos la verdadera religión de la Biblia, sentiremos que es un deber de amor, bondad e interés el que hemos de cumplir para Cristo en favor de sus hermanos; y no podemos hacer nada menos que mostrar nuestra gratitud por su incomparable amor manifestado hacia nosotros mientras éramos pecadores indignos de su gracia, revelando un profundo interés y un amor abnegado por aquellos que son nuestros hermanos, y que son menos afortunados que nosotros.--Testimonies for the Church 3:511.

La aplicación de una parábola

Los dos grandes principios de la ley de Dios son el amor supremo a Dios y el amor abnegado hacia nuestro prójimo. Los primeros cuatro mandamientos y los últimos seis descansan sobre estos dos principios y brotan de ellos. Cristo le explicó al doctor de la ley quién era su prójimo mediante el relato de un hombre que viajaba de Jerusalén a Jericó, y que cayó en manos de ladrones, quienes lo despojaron, lo castigaron y lo dejaron medio muerto. El sacerdote y el levita vieron a este hombre sufriendo, pero sus corazones no respondieron a sus necesidades. Lo evitaron pasando de lado. El samaritano pasó a su lado, y cuando vió la necesidad de ayuda que tenía el forastero, no preguntó si era pariente, o si pertenecía a su país o a su credo, sino que puso manos a la obra para ayudar al que sufría, porque había una obra que necesitaba ser hecha. Lo alivió lo mejor que pudo, lo colocó sobre su propia bestia, y lo llevó a una posada, haciendo provisión para sus necesidades a sus propias expensas.

El samaritano, dijo Jesús, era el prójimo de aquel que había caído entre ladrones. El levita y el sacerdote representan a una clase que en la iglesia manifiesta indiferencia precisamente hacia las personas que necesitan su simpatía y ayuda. Esta clase, a pesar de su posición en la iglesia, quebranta los mandamientos. El samaritano representa a una clase de personas que son verdaderos ayudadores de Cristo, y que están imitando su ejemplo de hacer bien. A los que tienen compasión por el infortunado, el ciego, el cojo, el afligido, las viudas, los huérfanos y los necesitados, Jesús los presenta como observadores de los mandamientos, que tendrán vida eterna. ... Cristo considera todos los actos de misericordia, benevolencia y cuidadosa consideración por el infortunado, el ciego, el cojo, el enfermo, la viuda y el huérfano, como hechos a él mismo; y estas obras son asentadas en los registros celestiales y recibirán su recompensa. Por otro lado, se hará un registro en el libro en contra de los que manifiestan la indiferencia del sacerdote y del levita hacia el infortunado, y contra aquellos que sacan toda la ventaja posible de los infortunios de los demás, y aumentan su aflicción a fin de beneficiarse egoístamente. Dios recompensará con toda seguridad cada acto de injusticia, y cada manifestación de descuidada indiferencia hacia el afligido que se halle entre nosotros. Cada uno será finalmente recompensado según las obras que haya hecho.--Testimonies for the Church 3:511, 513.