La promesa
A nosotros hoy, tan ciertamente como a los primeros discípulos, nos pertenece la promesa del Espíritu. Dios dotará hoy a hombres y mujeres del poder de lo alto, como dotó a los que, en el día de Pentecostés, oyeron la palabra de salvación. En este mismo momento su Espíritu y su gracia son para todos los que los necesitan y quieran aceptar su palabra al pie de la letra.--Joyas de los Testimonios 3:210.
La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio.--Los Hechos de los Apóstoles, 40.
Dios desea vivificar a su pueblo por el don de su Santo Espíritu, bautizándolo de nuevo en su amor. No necesita manifestarse carencia del Espíritu Santo en la iglesia. Después de la ascensión de Cristo, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos que esperaban, oraban y creían, con una plenitud que alcanzó a cada corazón. En el futuro, la tierra ha de ser iluminada con la gloria de Dios. Una influencia divina ha de emanar de los que están santificados por la verdad y alcanzar al mundo. La tierra ha de ser circuída con una atmósfera de gracia. El Espíritu Santo ha de obrar en los corazones humanos, tomando las cosas de Dios y revelándolas a los hombres.--The Southern Watchman, 5 de septiembre de 1905.
Es cierto que en el tiempo del fin, cuando la obra de Dios en la tierra esté por terminar, los fervientes esfuerzos realizados por los consagrados creyentes bajo la dirección del Espíritu Santo irán acompañados por manifestaciones especiales del favor divino. Bajo la figura de la lluvia temprana y tardía que cae en los países orientales al tiempo de la siembra y la cosecha, los profetas hebreos predijeron el derramamiento de la gracia espiritual en una medida extraordinaria sobre la iglesia de Dios. El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fué el comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados. Hasta el fin del tiempo, la presencia del Espíritu ha de morar con la iglesia fiel.--Los Hechos de los Apóstoles, 44, 45.
El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fué "la lluvia temprana", y glorioso fué el resultado. Pero la lluvia tardía será más abundante. ¿Cuál es la promesa hecha a los que viven en estos postreros días? "Tornaos a la fortaleza, oh presos de esperanza: hoy también os anunció que os daré doblado." "Pedid a Jehová lluvia en la sazón tardía Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba en el campo a cada uno."--Joyas de los Testimonios 3:211.
Dios está dispuesto a conferirlo
El Señor está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que le sirven, que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos.--Los Hechos de los Apóstoles, 41.
En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las circunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circunstancia ni distancia pueden separarnos del Consolador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, está siempre a nuestra diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos.--El Deseado de Todas las Gentes, 607.
Mañana tras mañana, cuando los heraldos del Evangelio se arrodillan delante del Señor y renuevan sus votos de consagración, él les concede la presencia de su Espíritu con su poder vivificante y santificador, y al salir para dedicarse a los deberes diarios, tienen la seguridad de que el agente invisible del Espíritu Santo los capacita para ser colaboradores juntamente con Dios.--Los Hechos de los Apóstoles, 46.
Vivimos en el tiempo del poder del Espíritu Santo. El está procurando difundirse por medio de los instrumentos humanos, y está acrecentando de este modo su influencia en el mundo.--The Southern Watchman, 3 de noviembre de 1903.
Condiciones para recibirlo
El Espíritu Santo será derramado sobre todos los que están pidiendo el pan de vida para darlo a sus vecinos.--Testimonies for the Church 6:90.
Cuando pongamos nuestro corazón en unidad con Cristo y nuestra vida en armonía con su obra, el Espíritu que descendió sobre los discípulos en el día de Pentecostés, descenderá sobre nosotros.--Joyas de los Testimonios 3:250.
No es por causa de restricción alguna por parte de Dios por lo que las riquezas de su gracia no fluyen hacia la tierra, a los hombres. Si todos tuvieran la voluntad de recibir, todos serían llenados de su Espíritu.--Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 385.
El Espíritu espera que lo pidamos y recibamos.--Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 111.
Puesto que éste es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él y predicamos respecto a él?--Los Hechos de los Apóstoles, 41.
Si la promesa no se cumple como debiera, se debe a que no es apreciada debidamente. Si todos lo quisieran, todos serían llenados del Espíritu.--Los Hechos de los Apóstoles, 41.
Cada obrero debiera elevar su petición a Dios por el bautismo diario del Espíritu. Debieran reunirse grupos de obreros cristianos para solicitar ayuda especial y sabiduría celestial para hacer planes y ejecutarlos sabiamente. Debieran orar especialmente porque Dios bautice a sus embajadores escogidos en los campos misioneros con una rica medida de su Espíritu.--Los Hechos de los Apóstoles, 41, 42.
Pongan los creyentes a un lado toda disensión y entréguense a Dios para la salvación de los perdidos. Pidan con fe la prometida bendición y ella vendrá.--Testimonies for the Church 8:21.
Los discípulos no pidieron una bendición para sí mismos. Se sentían abrumados con una carga por las almas. El Evangelio había de ser llevado hasta los confines de la tierra, y ellos reclamaban la investidura de poder que Cristo les había prometido. Fué entonces cuando se derramó el Espíritu Santo y se convirtieron miles en un día.--The Southern Watchman, 1 de agosto de 1905.
Cristo ha prometido el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos. Pero, como toda otra promesa, nos es dada bajo condiciones. Hay muchos que creen y profesan aferrarse a la promesa del Señor; hablan acerca de Cristo y acerca del Espíritu Santo, y, sin embargo no reciben beneficio alguno. No entregan su alma para que sea guiada y regida por los agentes divinos. No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo "así el querer como el hacer, por su buena voluntad". Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla.--El Deseado de Todas las Gentes, 609.
El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ilumina toda la tierra con su gloria, no acontecerá hasta que tengamos un pueblo iluminado, que conozca por experiencia lo que significa ser colaboradores de Dios. Cuando nos hayamos consagrado plenamente y de todo corazón al servicio de Cristo, Dios lo reconocerá por un derramamiento sin medida de su Espíritu; pero esto no ocurrirá mientras que la mayor parte de la iglesia no colabore con Dios.--The Review and Herald, 21 de julio de 1896.
Requisitos esenciales para el éxito
La presencia del Espíritu en los obreros de Dios dará a la proclamación de la verdad un poder que todo el honor y la gloria del mundo no podrían conferirle.--Los Hechos de los Apóstoles, 42.
Dios no nos pide que hagamos con nuestras propias fuerzas la obra que tenemos ante nosotros. El ha provisto ayuda divina para todas las emergencias en que nuestros recursos humanos no basten. Otorga el Espíritu Santo para ayudar en todo aprieto, para fortalecer nuestra esperanza y seguridad, y para iluminar nuestras mentes y purificar nuestros corazones.--The Southern Watchman, 1 de agosto de 1905.
Después del descenso del Espíritu Santo, los discípulos estaban tan llenos de amor hacia Cristo y hacia aquellos por quienes él murió, que los corazones se conmovían por las palabras que hablaban y las oraciones que ofrecían. Hablaban con el poder del Espíritu; y bajo la influencia de ese poder miles se convirtieron.--Los Hechos de los Apóstoles, 19.
No hay límite a la utilidad del que, poniendo a un lado el yo, permite que el Espíritu Santo obre sobre su corazón, y vive una vida enteramente consagrada a Dios.--The Southern Watchman, 1 de agosto de 1905.
¿Cuál fué el resultado del derramamiento del Espíritu Santo el día de Pentecostés? Las buenas nuevas de un Salvador resucitado fueron llevadas hasta los últimos confines del mundo conocido. ... Por sus labores, se unieron a la iglesia hombres escogidos, quienes, al recibir la palabra de vida, consagraron sus vidas a la obra de dar a conocer a otros la esperanza que había llenado sus corazones de paz y gozo. Centenares proclamaron el mensaje: "El reino de Dios se ha acercado." No podía contenérselos o intimidárselos con amenazas. El Señor hablaba por medio de ellos; y doquiera fueran, los enfermos sanaban, y los pobres oían el Evangelio. De un modo igualmente poderoso puede Dios obrar cuando los hombres se entregan al dominio de su Espíritu.--The Southern Watchman, 1 de agosto de 1905.
El Espíritu Santo es el aliento de la vida espiritual. El impartimiento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo. Imbuye al que lo recibe con los atributos de Cristo. Únicamente aquellos que han sido enseñados de Dios, los que poseen la operación interna del Espíritu, y en cuya vida se manifiesta la vida de Cristo, han de destacarse como hombres representativos que ministren en favor de la iglesia.--El Deseado de Todas las Gentes, 734.
Pronto se realizarán cambios peculiares y rápidos, y el pueblo de Dios debe estar dotado del Espíritu Santo para que, con sabiduría celestial, pueda hacer frente a las emergencias de esta época, y hasta donde sea posible contrarrestar los movimientos desmoralizadores del mundo. Si la iglesia no se duerme, si los discípulos de Cristo velan y oran, podrán tener luz para comprender y apreciar los movimientos del enemigo.--Joyas de los Testimonios 3:69.
Promesa no apreciada
Cristo declaró que la influencia divina del Espíritu había de acompañar a sus discípulos hasta el fin. Pero la promesa no es apreciada como debiera serlo; por lo tanto, su cumplimiento no se ve como debiera verse. La promesa del Espíritu es algo en lo cual se piensa poco; y el resultado es tan sólo lo que podría esperarse: sequía, tinieblas, decadencia y muerte espirituales. Los asuntos de menor importancia ocupan la atención y, aunque es ofrecido en su infinita plenitud, falta el poder divino que es necesario para el crecimiento y la prosperidad de la iglesia y que traería todas las otras bendiciones en su estela.--Joyas de los Testimonios 3:211.
Algunos esperan ociosamente el refrigerio
Hay algunos que, en lugar de aprovechar sabiamente las oportunidades presentes, están esperando ociosamente que alguna ocasión especial de refrigerio espiritual aumente grandemente su capacidad de iluminar a otros. Descuidan sus deberes y privilegios actuales y permiten que su luz se empañe a la espera de un tiempo futuro en el cual, sin ningún esfuerzo de su parte, sean hechos los recipientes de bendiciones especiales que los transformen y capaciten para servir.--Los Hechos de los Apóstoles, 44.
El sucesor de Cristo
El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la personalidad humana e independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo no podía estar en todo lugar personalmente. Por lo tanto, convenía a sus discípulos que fuese al Padre y enviase el Espíritu para ser su sucesor en la tierra. Nadie podría entonces tener ventaja por su situación o su contacto personal con Cristo. Por el Espíritu, el Salvador sería accesible a todos. En este sentido estaría más cerca de ellos que si no hubiese ascendido a lo alto.--El Deseado de Todas las Gentes, 606.
El Espíritu Santo ha obrado desde el principio
Desde el principio Dios ha estado obrando por su Espíritu Santo mediante instrumentos humanos para el cumplimiento de su propósito en favor de la raza caída. Esto se manifestó en la vida de los patriarcas. A la iglesia del desierto también, en los días de Moisés, Dios le dió su "Espíritu para enseñarlos". Y en los días de los apóstoles obró poderosamente en favor de su iglesia por medio del Espíritu Santo. El mismo poder que sostuvo a los patriarcas, que dió fe y ánimo a Caleb y Josué, y que hizo eficaz la obra de la iglesia apostólica, sostuvo a los fieles hijos de Dios en cada siglo sucesivo. Fué el poder del Espíritu Santo lo que durante la época del oscurantismo permitió a los cristianos valdenses contribuir a la preparación del terreno para la Reforma. Fué el mismo poder lo que hizo eficaces los esfuerzos de muchos nobles hombres y mujeres que abrieron el camino para el establecimiento de las misiones modernas, y para la traducción de la Biblia a los idiomas y dialectos de todas las naciones y pueblos.--Los Hechos de los Apóstoles, 43, 44.