Estando en Vermont, el 10 de diciembre de 1871, se me mostraron algunas cosas respecto a Nueva York. La causa en ese estado parecía hallarse en una condición deplorable. Había pocos obreros, y no eran tan eficientes como su profesión de fe en las verdades sagradas para este tiempo les demandaba que fueran. Algunos de ellos, que ministran en palabra y doctrina, no son obreros cabales. Aunque creen la teoría de la verdad, y han estado predicando por años, nunca serán obreros competentes hasta que trabajen en base a un plan diferente. Han pasado mucho tiempo en las iglesias, sin estar calificados para beneficiarlas. Ellos mismos no están consagrados a Dios. Antes de estar preparados para ayudar a otros, necesitan un espíritu de paciencia para sufrir por causa de Cristo: "para beber la copa", y "para ser bautizados con el bautismo". Se necesitan obreros abnegados, devotos, para hacer adelantar las cosas en Nueva York de acuerdo con la norma bíblica. Estos hombres no han estado en la línea de su deber mientras viajaban entre las iglesias. Si Dios los ha llamado a su obra, es para salvar a los pecadores. Debieran probarse ellos mismos yendo a campos nuevos, para conocer personalmente si Dios les ha confiado la obra de salvar almas.
Si los hermanos Taylor, Saunders, Cottrell y Whitney, y el hermano y la hermana Lindsay hubieran trabajado en campos nuevos, estarían mucho más adelantados de lo que están ahora. El hecho de enfrentar la oposición de los adversarios los habría impulsado a acudir a sus Biblias en busca de argumentos para defender su posición, y esto habría aumentado su conocimiento de las Escrituras y los habría hecho conscientes de su capacidad en Dios para enfrentar la resistencia en cualquier forma. Aquellos que se conforman con repetir y repetir los mismos temas en las iglesias serán deficientes en la experiencia que debieran tener. Serán débiles y no fuertes para querer y hacer y sufrir por causa de la verdad. Serán obreros ineficientes.
Aquellos que tienen la causa de Dios en el corazón y sienten amor por las almas preciosas por las cuales Cristo murió, no buscarán su propia comodidad o placer. Harán como Cristo hizo. Saldrán a "buscar y a salvar lo que se había perdido". (Lucas 19:10) Él dijo: "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento". (Mateo 9:13)
Si los ministros en Nueva York desean ayudar a la iglesia, no hay mejor manera de hacerlo que yendo a campos nuevos y trabajando para traer almas a la verdad. Cuando la iglesia vea que los ministros están inflamados con el espíritu de trabajo, que sienten profundamente la fuerza de la verdad, y que están tratando de traer a otros al conocimiento de la misma, esto les infundirá nueva vida y vigor a los miembros. Sus corazones se sentirán conmovidos para hacer lo que pueden a fin de ayudar en la obra. No hay un grupo de personas en el mundo que estén más dispuestas a sacrificar sus medios para promover la causa que los adventistas del séptimo día. Si los ministros no los desaniman completamente con su indolencia e ineficiencia, y con su falta de espiritualidad, generalmente responderán a cualquier apelación que pueda hacerse que parezca meritoria a su juicio y a sus conciencias. Pero desean ver fruto. Y es correcto que los hermanos de Nueva York demanden fruto de sus ministros. ¿Qué han hecho? ¿Qué están haciendo?
Los ministros en Nueva York debieran estar mucho más adelantados de lo que están. Pero no se han ocupado en esa clase de trabajo que requiere esfuerzo ferviente y fuerte oposición. Si lo hubieran hecho, se habrían sentido impulsados a acudir a sus Biblias y a la oración a fin de poder responder a sus oponentes; y al ejercitar sus talentos éstos se habrían duplicado. Hay ministros en Nueva York que han estado predicando por años, pero de quienes no puede dependerse para dar una serie de conferencias. Se han empequeñecido. No han ejercitado sus mentes estudiando la Palabra y enfrentando oposición, como para que pudieran llegar a ser fuertes en Dios. Si como fieles soldados de la cruz de Cristo, hubieran ido "fuera del campamento", dependiendo de Dios y de sus propias energías, antes que apoyándose tan marcadamente en sus hermanos, habrían obteni do experiencia, y ahora estarían capacitados para ocuparse en la obra doquiera su ayuda fuera más necesaria. Si en términos generales los ministros en Nueva York hubieran permitido que las iglesias trabajaran por su propia cuenta, y no se hubieran interpuesto, tanto las iglesias como los ministros habrían progresado en espiritualidad y en el conocimiento de la verdad.
Muchos de nuestros hermanos y hermanas en Nueva York han sido negligentes en cuanto a la reforma pro salud. No hay sino un número pequeño de genuinos reformadores de la salud en el estado. Los hermanos en Nueva York han recibido luz y discernimiento espiritual. Pero la verdad que ha llegado al entendimiento, la luz que ha brillado sobre el alma, que no ha sido apreciada ni estimada, testificará contra ellos en el día de Dios. Se ha dado la verdad para salvar a aquellos que crean y obedezcan. Serán condenados, no porque no tuvieran la luz, sino porque la tuvieron y no caminaron en ella.
Dios ha provisto al hombre de abundantes medios para satisfacer el apetito natural. Ha esparcido ante él, en los productos de la tierra, una abundante variedad de alimentos agradables al paladar y nutritivos para el sistema. Nuestro bondadoso Padre celestial ha dicho que de tales alimentos podemos "comer abundantemente". Podemos disfrutar de las frutas, los vegetales, los granos, sin hacer violencia a las leyes de nuestro ser. Estos artículos, preparados en la manera más sencilla y natural, nutrirán el cuerpo y preservarán su vigor natural sin el uso de la carne.
Dios creó al hombre un poco menor que los ángeles y le otorgó atributos que si se usan debidamente, lo harán una bendición para el mundo y harán que glorifique al Dador. Pero aunque hecho a la imagen de Dios, el hombre, por su intemperancia, ha violado los principios y la ley de Dios en su naturaleza física. La intemperancia de cualquier tipo entorpece los órganos perceptivos y debilita tanto el poder del cerebro y los nervios que no se aprecian las cosas eternas, sino que se las coloca sobre el mismo nivel que las comunes. Las facultades superiores de la mente ideadas para propósitos elevados, son puestas en cautiverio de las pasiones más bajas. Si nuestros hábitos físicos no son correctos, nuestras facultades mentales y morales no pueden ser fuertes; porque existe una gran compatibilidad entre lo físico y lo moral. El apóstol Pedro comprendió esto y levantó su voz de advertencia a sus hermanos: "Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma". (1 Pedro 2:11)
No hay sino poco poder moral en el profeso mundo cristiano. Se ha cedido a hábitos incorrectos y se han descuidado leyes físicas y morales, hasta que la norma general de virtud y piedad se ha vuelto excesivamente baja. Los hábitos que rebajan la norma de salud física debilitan la fuerza mental y moral. La complacencia de apetitos y pasiones antinaturales tiene una influencia dominante sobre los nervios del cerebro. Los órganos animales son fortalecidos, mientras que el aspecto moral se debilita. Es imposible que un hombre intemperante sea cristiano, porque las facultades superiores son puestas en esclavitud de las pasiones.
Aquellos que han tenido luz sobre el tema de comer y vestir con sencillez en obediencia a las leyes físicas y morales, y que se apartan de la luz que señala su deber, rehuirán el deber en otras cosas. Si embotan sus conciencias para evitar la cruz que tendrán que llevar para estar en armonía con la ley natural, violarán los Diez Mandamientos a fin de rehuir la censura. Algunos, decididamente, no quieren soportar la cruz y menospreciar la vergüenza. Hay quienes se reirán de sus principios. La conformidad con el mundo está ganando terreno entre el pueblo de Dios, que profesan ser peregrinos y extranjeros, que esperan y velan por la aparición del Señor. Entre los profesos observadores del sábado en Nueva York hay muchos que están más firmemente aferrados a las modas y concupiscencias mundanales que a cuerpos sanos, mentes íntegras o corazones santificados.
Dios está probando a distintos individuos en Nueva York. Ha permitido que algunos tengan un grado de prosperidad, para mostrar lo que está en sus corazones. El orgullo y el amor al mundo los han separado de Dios. Los principios de la verdad son virtualmente sacrificados, mientras que profesan amar la verdad. Los cristianos debieran despertar y actuar. Su influencia es reveladora, y moldea las opiniones y hábitos de otros. Tendrán que llevar la pesada responsabilidad de decidir por su influencia el destino de otras almas.
El Señor, mediante verdades precisas y directas para estos últimos días, está separando a un pueblo del mundo y purificándolo para sí. Las modas orgullosas y malsanas, el amor a la ostentación y a ser aprobados, todo debe ser dejado con el mundo si es que hemos de ser renovados en conocimiento a la imagen de Aquel que nos creó. "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras". (Tito 2:11-14)
La iglesia en _____ necesita el zarandeo. Es necesaria una conversión completa antes que puedan estar en condiciones de trabajar. El egoísmo, el orgullo, la envidia, la malicia, conjeturas malignas, calumnias, murmuraciones y chismografía han sido albergados entre ellos, hasta el punto de que el Espíritu de Dios tiene poco que ver con ellos. Mientras que algunos que profesan conocer a Dios permanezcan en su estado actual, sus oraciones son una abominación a la vista de Dios. No respaldan su fe con sus obras, y habría sido mejor para algunos que nunca hubieran profesado la verdad, antes que haber deshonrado su profesión como lo están haciendo. Aunque profesan ser siervos de Cristo, son siervos del enemigo de la justicia; y sus obras testifican de ellos que no están relacionados con Dios y que sus corazones no están en obediencia a la voluntad de Cristo. Hacen de la religión un juego de niños; actúan como niños quisquillosos.
Los hijos de Dios, en todo el mundo, son una gran fraternidad. Nuestro Salvador ha definido claramente el espíritu y los principios que debieran gobernar las acciones de aquellos que, por sus vidas consecuentes y santas, se distinguen del mundo. El amor mutuo y el amor supremo a su Padre celestial, debieran ejemplificarse en su conversación y obras. La condición actual de muchos de los hijos de Dios es como la de una familia de hijos ingratos y pendencieros.
Hay peligro de que incluso ministros en Nueva York sean de esa clase que está siempre aprendiendo y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. No practican lo que aprenden. Son oidores, pero no hacedores. Estos ministros necesitan una experiencia en la verdad que los capacitará para comprender el carácter elevado de la obra. Estamos viviendo en un tiempo sumamente solemne e importante, de la historia de esta tierra. Estamos en medio de los peligros de los últimos días. Ante nosotros hay eventos graves y temibles. Cuán necesario es que todos los que temen a Dios y aman su ley se humillen ante él, y se aflijan y lamenten, y confiesen los pecados que han separado a Dios de su pueblo. Lo que debiera despertar la mayor alarma es que no sentimos ni comprendemos nuestra condición, nuestro estado pecaminoso, y que estamos satisfechos de permanecer como somos. Debiéramos acudir a la Palabra de Dios y a la oración, buscando al Señor en forma individual y ferviente, para que podamos encontrarlo. Debiéramos hacer de esto nuestra primera ocupación.
Los miembros de la iglesia son responsables por los talentos que se les han confiado, y es imposible para los cristianos enfrentar sus responsabilidades a menos que ocupen esa elevada posición que está en armonía con las verdades sagradas que ellos profesan. La luz que brilla en nuestro sendero nos hace responsables de permitir que también brille para otros de tal manera que glorifiquen a Dios.
Parientes en la iglesia
El progreso de la iglesia en _____ en cosas espirituales no está en proporción con la luz que ha brillado sobre su camino. Dios ha confiado talentos a cada uno para que sean mejorados prestándolos a los banqueros, para que cuando venga el Maestro pueda recibir lo suyo con ganancia. La iglesia en _____ está compuesta mayormente de material valioso, pero sus miembros no alcanzan la alta norma que es su privilegio lograr.
El capital humano de la iglesia se encuentra mayormente en las ramas de tres familias que están vinculadas por el matrimonio. Hay más talento en la iglesia, y más material para formar buenos obreros, que el que pueden emplear ventajosamente en esa localidad. La iglesia entera no está creciendo en espiritualidad. No están ubicados favorablemente para desarrollar fortaleza ejercitando los talentos que Dios les ha dado. No hay lugar para que todos trabajen. Uno se coloca en el camino del otro. Hay una falta de vigor espiritual. Si esta iglesia fuera menos una iglesia de familia, cada uno sentiría su responsabilidad individual.
Si el talento y la influencia de varios de sus miembros se emplearan en otras iglesias, donde serían escogidos para que ayuden donde es realmente necesario, obtendrían una experiencia del más alto valor en las cosas espirituales, y al llevar de esta manera responsabilidades y cargas en la obra de Dios serían una bendición para otros. Al estar ocupados en ayudar a otros, seguirían el ejemplo de Cristo. Él no vino para ser servido, sino para servir a otros. No se agradó a sí mismo. No se asió de ninguna reputación, sino que tomó sobre sí la forma de un siervo, y pasó su vida haciendo bien. Podría haber pasado sus días en la tierra con comodidad y en abundancia, y haberse apropiado de los placeres de esta vida. Pero él no vivió para gozar; vivió para hacer el bien y para salvar a otros del sufrimiento, y nosotros hemos de seguir su ejemplo.
Si estuvieran consagrados a Dios, los hermanos I y J podrían llevar mayores responsabilidades que las que llevan. Ellos han pensado que deberían responder prontamente a cualquier pedido que se hiciera solicitando recursos materiales, y que ésta era la carga principal que tenían que llevar en la causa de Dios. Pero Dios requiere de ellos más que esto. Si hubieran educado sus mentes para hacer un estudio más crítico de la Palabra de Dios, con el fin de llegar a ser obreros en su causa, y si hubiesen trabajado para la salvación de los pecadores tan fervientemente como lo han hecho para obtener las cosas de esta vida, habrían desarrollado fuerza y sabiduría para ocuparse en la obra de Dios donde los obreros se necesitan grandemente.
Estos hermanos, al permanecer en una comunidad familiar, están perdiendo su vigor mental y espiritual. No es el mejor plan para los hijos, que una, dos o tres familias vinculadas por matrimonios se establezcan a pocos kilómetros la una de la otra. La influencia no es buena sobre las familias. Los negocios de una son los negocios de todas. Las perplejidades y problemas que cada familia debe experimentar en mayor o menor grado y que, en la medida de lo posible, deberían conservarse dentro de los límites del círculo familiar, se extienden a las conexiones familiares y ejercen una influencia sobre las reuniones religiosas. Hay asuntos que una tercera persona no debiera conocer, por amigable y estrecha que pueda ser la relación. Debieran guardarlos los individuos y la familia [inmediata]. Pero la relación estrecha entre varias familias que están en un trato constante, tiende a dañar la dignidad que debiera mantenerse en cada familia. Al cumplir con el delicado deber de reprender y amonestar, existirá el peligro de lastimar los sentimientos, a menos que sea hecho con la máxima ternura y cuidado. Los mejores modelos de carácter están sujetos a errores y faltas, y debiera ejercerse sumo cuidado para no convertir cosas pequeñas en algo demasiado grande.
La relación familiar y de la iglesia como existe en _____ es muy agradable para los sentimientos naturales, pero no es la mejor, si se toman en cuenta todas las cosas, para el desarrollo de caracteres cristianos simétricos. La relación estrecha y los vínculos familiares de unos con otros, aunque estén unidos en el ámbito de la iglesia, debilitan su influencia. No se preservan esa dignidad, esa alta estima, confianza y amor que hacen que una iglesia sea próspera. Todas las familias serían mucho más felices si estuvieran separadas y se visitaran ocasionalmente, su influencia mutua sería diez veces mayor.
Al estar unidas estas familias por el matrimonio y al mezclarse como lo hacen en su relación mutua, cada una se vuelve consciente de las faltas y errores de las otras, y se siente en la obligación de corregirlos; y debido a que estos familiares realmente se quieren, se resienten por cosas pequeñas que no notarían si no estuvieran tan estrechamente vinculados. Experimentan agudos sufrimientos mentales, porque surgen sentimientos negativos en algunos que no han sido tratados imparcialmente y con toda la consideración que merecían. A veces surgen celos mezquinos y granos de arena se convierten en montañas. Estos pequeños malentendidos y desavenencias triviales causan más severo sufrimiento mental que las pruebas que provienen de otras fuentes.
Estas cosas hacen que hombres y mujeres verdaderamente concienzudos y de intenciones nobles se vuelvan débiles para sobrellevar pruebas, y no estén desarrollando el carácter que podrían cultivar si estuvieran ubicados en un lugar diferente. Se vuelven enanos en su crecimiento mental y espiritual, lo que amenaza con destruir su utilidad. Sus trabajos e intereses se limitan mayormente a ellos mismos. Su influencia se estrecha cuando debiera ampliarse y llegar a ser más general, para que al ser colocados en una variedad de circunstancias, puedan poner en ejercicio las facultades que Dios les ha dado, de tal manera que contribuyan más a su gloria. Todas las facultades de la mente son capaces de mejorar grandemente. Las energías del alma deben despertarse y ponerse en acción para la gloria de Dios.
Obreros para Dios
Dios necesita misioneros. Hay hombres con aptitudes en la iglesia de _____ que crecerán en capacidad y poder cuando ejerciten sus talentos en la obra y causa de Dios. Si estos hermanos se educaran ellos mismos para hacer de la causa de Dios su primer interés, y sacrificaran sus placeres e inclinaciones por causa de la verdad, la bendición de Dios descansaría sobre ellos. Estos hermanos, que aman la verdad y que por años se han gozado por la luz creciente proyectada sobre las Escrituras, debieran permitir que su luz resplandezca sobre aquellos que están en la oscuridad. Dios será para ellos sabiduría y poder, y se glorificará al trabajar con los que lo siguen enteramente y mediante ellos "Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará". (Juan 12:26) El que tiene buena voluntad y es fiel recibirá la sabiduría y el poder de Dios.
Los hermanos en _____ han estado dispuestos a dar de sus medios para diversas empresas, pero se han negado a darse ellos mismos. No han dicho: Heme aquí, Señor; envíame a mí. No es la fuerza de los instrumentos humanos, sino el poder y la sabiduría de Aquel que los emplea y trabaja con ellos, lo que da éxito a los hombres al llevar a cabo la obra que es preciso hacer. Al ofrecer nuestros bienes al Poseedor del cielo y de la tierra mientras rehusamos entregarnos a nosotros mismos, no podemos encontrar su aprobación ni asegurar su bendición. Los hermanos y hermanas en _____ deben establecer en sus corazones el principio de colocarlo todo, incluso ellos mismos, sobre el altar de Dios.
En Battle Creek se necesitan hombres que puedan tomar cargas y llevar responsabilidades, y que estén dispuestos a hacerlas. Vez tras vez se ha extendido el ruego, pero apenas si ha habido alguna respuesta. Algunos habrían contestado al pedido si sus intereses mundanales hubieran sido promovidos al hacerlo. Pero como no había perspectivas de aumentar sus recursos viniendo a Battle Creek, no podían ver que era su deber hacerlo. "El obedecer es mejor que los sacrificios". (1 Samuel 15:22) Y sin obediencia y amor desinteresado, las ofrendas más ricas son demasiado mezquinas para ser presentadas al Poseedor de todas las cosas.
Dios llama a los hermanos y hermanas de _____ para que se levanten y vengan en ayuda del Señor contra los poderosos. La razón por la que hay tan poca fuerza entre los que profesan la verdad es que no ejercitan la capacidad que Dios les ha dado. Muchos han envuelto su talento en un pañuelo y lo han ocultado en la tierra. Los talentos se aumentan al usarlos. Dios examinará y pondrá a prueba a su pueblo.
El hermano y la hermana I han llevado cargas fielmente en la causa de Dios, y ahora sus hijos no debieran retraerse y dejar que las cargas sigan descansando tan pesadamente sobre ellos. Es hora de que las facultades mentales más frescas de los hijos se ejerciten y que trabajen en forma más especial en la viña del Maestro.
Algunos de los hermanos y hermanas en Nueva York han sentido la inquietud de que se anime al hermano y la hermana K, especialmente a la hermana K, a trabajar en las iglesias. Pero éste no es el lugar propicio para que ellos demuestren su capacidad. Si Dios ciertamente ha colocado sobre ellos la carga del trabajo, no es [para que trabajen] para las iglesias; porque generalmente éstas están más adelantadas que ellos. Hay un mundo ante el hermano y la hermana K, un mundo que yace en la maldad. Su campo de labor es amplio. Tienen abundancia de espacio para ensayar sus dones y probar su vocación sin entrar en las labores de otras personas ni edificar sobre un fundamento que no han colocado. El hermano y la hermana K han sido muy lentos en obtener una experiencia en materia de abnegación. Las iglesias los aventajan en cuanto a la negación del apetito. Por lo tanto no pueden ser de beneficio para las iglesias en este respecto; más bien son un obstáculo.
El hermano K no ha sido una bendición para la iglesia en _____, sino una gran carga. Él ha sido un obstáculo directo para su progreso. No ha estado en condición de ayudar cuando y donde más necesitaban ayuda. No ha representado correctamente nuestra fe; su conversación y su vida no han mostrado santidad. Se ha quedado muy atrasado, y no ha estado listo ni dispuesto para discernir las sugerencias de la providencia divina. Fue un obstáculo para los pecadores; no ha estado en una posición tal que su influencia recomiende nuestra fe a los incrédulos.
Su ejemplo ha sido un obstáculo para la iglesia y para sus vecinos no creyentes. Si el Hermano K hubiera estado totalmente consagrado a Dios, sus obras habrían sido fructíferas y habrían producido mucho bien. Pero lo que distingue en forma más especial al pueblo de Dios de los cuerpos religiosos populares no es sólo su profesión, sino sus caracteres ejemplares y el principio del amor desinteresado. La influencia poderosa y purificadora del Espíritu de Dios sobre el corazón, llevada a cabo mediante palabras y obras, los separa del mundo y los señala como el pueblo peculiar de Dios. El carácter y la disposición de los seguidores de Cristo serán como los de su Maestro. Él es el modelo, el ejemplo santo y perfecto dado a los cristianos para que lo imiten. Sus verdaderos seguidores amarán a sus hermanos y estarán en armonía con ellos. Amarán a sus vecinos como Cristo les ha dado el ejemplo y harán cualquier sacrificio si por ello pueden persuadir a las almas a que dejen sus pecados y se conviertan a la verdad.
La verdad, profundamente enraizada en los corazones de los creyentes, brotará y llevará fruto en justicia. Sus palabras y acciones son los canales mediante los cuales los principios puros de la verdad y la santidad son transmitidos al mundo. Hay bendiciones y privilegios especiales para aquellos que aman la verdad y caminan de acuerdo con la luz que han recibido. Si descuidan hacerlo, su luz se les volverá tinieblas. Cuando el pueblo de Dios se vuelve autosuficiente, el Señor los deja librados a su propia sabiduría. Se promete misericordia y verdad a los humildes de corazón, a los obedientes y fieles.
El hermano K se ha interpuesto en el camino de sus hijos. Si hubiera estado consagrado a Dios, teniendo puesto su corazón en la obra, y viviendo la verdad que profesaba, habría sentido la importancia de mandar a su casa después de sí, como hizo el fiel Abraham.
La falta de armonía y amor entre los dos hermanos K es un descrédito para la causa de Dios. Ambos están equivocados. Ambos tienen una obra que hacer para someter el yo y cultivar las virtudes cristianas. Dios es deshonrado por las disensiones, y no exagero cuando digo, por el odio que existe entre estos dos hermanos naturales. El hermano A K es grandemente culpable. Ha acariciado sentimientos que no han estado de acuerdo con la voluntad de Dios. Él conoce las peculiaridades de su hermano B K, que tiene un temObreros peramento irritable y desdichado. Frecuentemente no puede ver lo bueno cuando se encuentra directamente en su camino. Ve sólo lo malo y se desanima muy fácilmente. Satanás hace ante él una montaña de un grano de arena. Teniendo en cuenta todas las cosas, en muchos aspectos el hermano B K ha seguido un curso de acción menos censurable que su hermano, porque ha sido menos dañino para la causa de la verdad presente.
Estos hermanos consanguíneos deben reconciliarse plenamente antes que puedan suprimir de la causa de Dios la deshonra que su desunión ha causado. "En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios". (1 Juan 3:10) "El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas". (1 Juan 2:9) Aquellos que trabajan para Dios debieran ser vasos limpios, santificados para el uso del Maestro. "Limpiaos los que lleváis los vasos del Señor". (Isaías 52:11, NRV) "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano". (1 Juan 4:20, 21)
Los embajadores de Cristo tienen ante ellos una obra de responsabilidad sagrada. Son sabor de vida para vida, o de muerte para muerte. Su influencia decide el destino de almas por quienes Cristo murió. El hermano y la hermana K carecen de experiencia. No han vivido en santidad. No han tenido un conocimiento profundo y cabal de la voluntad divina. No han estado avanzando firmemente y ascendiendo en la vida divina, como para que su experiencia pudiera ser de valor para la iglesia. Su curso de acción ha sido una carga no pequeña para la iglesia.
La vida pasada de la hermana K no ha sido de tal naturaleza que su experiencia pudiera ser una bendición para otros. Ella no ha vivido de acuerdo con sus convicciones del deber. Ha violado demasiadas veces su conciencia. Ha buscado los placeres y ha entregado su vida a la vanidad, la frivolidad y las modas, a pesar de la luz de la verdad que ha brillado sobre su sendero. Conocía el camino, pero descuidó de caminar en él. El Señor le dio a la hermana K un Testimonio de advertencia y reprensión. Ella creyó en el Testimonio y se separó del grupo donde eran amantes de los placeres más que de Dios. Luego, cuando examinó su vida pasada, tan llena de descuidos y errores, se entregó a la incredulidad y a una melancolía insensible. La desesperación extendió sus oscuras alas sobre ella. Su casamiento con el hermano K cambió algo el orden de las cosas, pero desde entonces ha estado a veces muy deprimida y desalentada.
La hermana K tiene un buen conocimiento de las profecías y puede escudriñarlas y hablar sobre ellas con gran facilidad. Algunos de los hermanos y hermanas han estado ansiosos de instar a los esposos K a salir como obreros activos. Pero hay peligro de que trabajen desde una perspectiva equivocada. Las ventajas educacionales de la hermana K han sido superiores a las de muchos que la rodean. Al actuar públicamente, ella ha dependido de su propia fuerza más que del Espíritu de Dios. Ella ha albergado un espíritu de independencia orgullosa y ha pensado que estaba calificada para enseñar antes que para ser enseñada. Con su falta de experiencia en las cosas espirituales, no está preparada para trabajar entre las iglesias. No posee el discernimiento ni la fuerza espiritual necesarios para edificarlas. Si ella y su esposo se ocuparan en algún aspecto de esta obra, por sencillo que fuera, tendrían que comenzar ejerciendo una buena influencia en la iglesia. Deberían realizar sus labores donde más se necesitan.
Hay un trabajo que hacer en campos nuevos. Los pecadores que nunca han oído el mensaje de advertencia necesitan ser amonestados. Aquí el hermano y la hermana K tienen amplio lugar para trabajar y demostrar su vocación. Nadie debería ponerles trabas en sus esfuerzos en campos nuevos. Hay pecadores que salvar en todas direcciones. Pero algunos ministros se inclinan por ir vez tras vez al mismo territorio entre las iglesias, cuando sus labores no pueden ayudarlas y su tiempo se malgasta.
Deseamos que todos los siervos del Señor sean obreros. La obra de amonestar a las almas no debiera limitarse sólo a los ministros, pero hermanos que tienen la verdad en su corazón y que han ejercido una buena influencia en el hogar, debieran sentir que descansa sobre ellos la responsabilidad de dedicar una parte de su tiempo a salir entre sus vecinos y por los pueblos aledaños para ser misioneros de Dios. Debieran llevar nuestras publicaciones y conversar con la gente y, en el espíritu de Cristo, orar por aquellos a quienes visiten. Esta obra despertará el espíritu de investigación y reforma.
Por años el Señor ha estado llamando la atención de su pueblo a la reforma pro salud. Ésta es una de las grandes ramas de la obra de preparación para la venida del Hijo del hombre. Juan el Bautista salió en el espíritu y el poder de Elías a fin de preparar el camino del Señor y convertir a la gente a la sabiduría de los justos. Fue un representante de aquellos que viven en los últimos días a quienes Dios ha confiado verdades sagradas para presentar ante el pueblo a fin de preparar el camino para la segunda venida de Cristo. Juan fue un reformador. El ángel Gabriel, directamente desde el cielo, les dio al padre y a la madre de Juan una plática sobre la reforma pro salud. Dijo que no debía beber vino o bebidas fuertes, y que debería ser lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento.
Juan se separó de amigos y de los lujos de la vida. La sencillez de su vestimenta, un manto tejido con pelo de camello, era un reproche constante a la extravagancia y la ostentación de los sacerdotes judíos y del pueblo en general. Su dieta, puramente vegetal, de langostas y miel silvestre, reprendía la indulgencia al apetito y la glotonería que prevalecían por todas partes. El profeta Malaquías declara: "He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres". (Malaquías 4:5, 6) Aquí el profeta describe el carácter de la tarea. Aquellos que tienen que preparar el camino para la segunda venida de Cristo están representados por el fiel Elías, así como Juan vino en el espíritu de Elías para preparar el camino para el primer advenimiento de Cristo. Debe debatirse el gran tema de la reforma y la mente del público tiene que ser despertada. La temperancia en todas las cosas ha de relacionarse con el mensaje, para apartar al pueblo de Dios de su idolatría, su glotonería, y su extravagancia en la vestimenta y en otras cosas.
Debe presentarse a la gente la abnegación, la humildad y la temperancia requeridas de los justos, a quienes Dios conduce y bendice en forma especial, en contraste con los hábitos extravagantes y destructores de la salud de aquellos que viven en esta era degenerada. Dios ha mostrado que la reforma pro salud está tan estrechamente relacionada con el mensaje del tercer ángel como la mano lo está con el cuerpo. En ninguna parte se encontrará una causa tan grande de degeneración física y moral como en el descuido de este importante tema. Las personas que complacen el apetito y la pasión, y cierran sus ojos a la luz por temor de ver complacencias pecaminosas que no están dispuestos a abandonar, son culpables ante Dios. Quienquiera que se aparta de la luz en una ocasión, endurece su corazón para hacer caso omiso de la luz en otros asuntos. Quienquiera que viola las obligaciones morales en la cuestión de la comida y la vestimenta, prepara el camino para violar las demandas de Dios respecto a intereses eternos. Nuestros cuerpos no son nuestros. Dios demanda que cuidemos la habitación que nos ha dado, para que podamos presentarle nuestros cuerpos en un sacrificio vivo, santo y aceptable. Nuestros cuerpos pertenecen a Aquel que los hizo, y tenemos la obligación de estar informados en cuanto a los mejores medios para preservarlos de su deterioro. Si debilitamos el cuerpo mediante la indulgencia propia, la complacencia del apetito y por vestirnos de acuerdo con modas que destruyen la salud, a fin de estar en armonía con el mundo, llegamos a ser enemigos de Dios.
El hermano y la hermana K no han apreciado la luz sobre la reforma pro salud. No le han visto un lugar en conexión con el mensaje del tercer ángel. La Providencia ha estado guiando al pueblo de Dios para que se aparte de los hábitos extravagantes del mundo, lejos de la indulgencia del apetito y la pasión, para abrazar los principios de la abnegación y la temperancia en todas las cosas. El pueblo a quien Dios está dirigiendo será un pueblo peculiar. No serán como el mundo. Pero si siguen las instrucciones de Dios cumplirán sus propósitos, y cederán su voluntad a la voluntad divina. Cristo morará en el corazón. El templo de Dios será santo. Su cuerpo, dice el apóstol, es el templo del Espíritu Santo. Dios no requiere de sus hijos que se nieguen ellos mismos hasta el punto de perjudicar el vigor físico. Les pide que obedezcan la ley natural, para preservar la salud física. El camino de la naturaleza es la senda que Dios marca, y es suficientemente amplio para todo cristiano. Dios, con una mano generosa, nos ha provisto de dádivas ricas y variadas para nuestro sustento y nuestro gozo. Pero a fin de que disfrutemos del apetito natural, que preservará la salud y prolongará la vida, él lo restringe. Él dice: Cuidado; reprime, niega el apetito antinatural. Si creamos un apetito pervertido, violamos las leyes de nuestro ser y asumimos la responsabilidad de abusar de nuestros cuerpos y de acarrearnos enfermedades.
El espíritu y poder de Elías han estado conmoviendo corazones para reformarlos y dirigirlos hacia la sabiduría de los justos. El hermano y la hermana K no se han convertido a la reforma pro salud, a pesar del cúmulo de evidencias que Dios ha dado sobre el tema. La abnegación es esencial para una religión genuina. Los que no han aprendido a negarse ellos mismos están desprovistos de una piedad vital y práctica. No podemos esperar otra cosa sino que los reclamos de la religión entrarán en contacto con los afectos naturales y los intereses mundanales. Hay lugar para todos en la viña del Señor. Nadie debiera estar ocioso. Los ángeles de Dios están todos activos, ascendiendo al cielo y descendiendo nuevamente a la tierra con mensajes de misericordia y advertencia. Estos mensajeros celestiales están laborando en mentes y corazones. Por todas partes hay hombres y mujeres cuyos corazones son susceptibles de ser inspirados con la verdad. Si aquellos que tienen un conocimiento de la verdad trabajaran ahora al unísono con el Espíritu de Dios, veríamos que se cumple una gran obra.
Están abiertos campos nuevos en los cuales todos pueden comprobar su vocación mediante el esfuerzo fundado en la experiencia de sacar almas de las tinieblas y el error, y establecerlas sobre los principios de la verdad eterna. Si el hermano y la hermana K sienten que Dios los ha llamado a ocuparse en su obra, tienen suficiente que hacer para llamar pecadores al arrepentimiento; pero a fin de que Dios trabaje en ellos y a través de ellos, necesitan una conversión cabal. La obra de preparar a un pueblo en estos últimos días para la venida de Cristo, es una obra sumamente sagrada, solemne, y requiere obreros consagrados y abnegados. Los que sean humildes, y tengan fe, energía, perseverancia y decisión, encontrarán mucho que hacer en la viña de su Maestro. Hay responsabilidades que cumplir que requieren perseverancia y el ejercicio de todas sus energías. Lo que Dios acepta es el servicio voluntario. Si la verdad que profesamos es de importancia tan infinita como para decidir el destino de las almas, cuán cuidadosos debiéramos ser en su presentación.
"La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto". (Proverbios 4:18) Hermano y hermana K, si ustedes hubieran caminado en la luz que brillaba en su camino, si se hubiesen acercado más a Dios, creyendo constantemente en la verdad y caminando con humildad ante Dios en la luz que él ha dado, tendrían ahora una experiencia que sería de inestimable valor. Si hubiesen mejorado los talentos que Dios les prestó, habrían brillado como luces en el mundo. Pero la luz se vuelve tinieblas para aquellos que no caminen en ella. A fin de ser aceptados y bendecidos por Dios como lo fueron nuestros padres, debemos ser fieles, al igual que ellos. Debemos mejorar nuestra luz como los fieles y antiguos profetas mejoraron la suya. Dios requiere de nosotros resultados en armonía con la gracia que nos ha concedido, y no aceptará menos de lo que demanda. Todas sus justas demandas deben ser satisfechas plenamente. A fin de cumplir con nuestras responsabilidades, debemos colocarnos en ese elevado terreno que el orden y el progreso de la verdad bendita y sagrada nos ha preparado.
El hermano L no comprende la influencia santificadora de la verdad de Dios sobre el corazón. Él no es tan paciente, humilde y tolerante como debiera ser. Se irrita fácilmente; surge el yo, y dice y hace muchas cosas sin la debida reflexión. No ejerce en todo momento una influencia salvadora. Si estuviera imbuido con el Espíritu de Cristo, con una mano podría tomarse del Poderoso, mientras que con la mano de la fe y del amor podría alcanzar al pobre pecador. El hermano L necesita la influencia poderosa del amor divino, porque él renovará y refinará el corazón, santificará la vida, y elevará y ennoblecerá todo el ser. Entonces sus palabras y obras tendrán sabor de cielo antes que de su propio espíritu.
Si se siembran palabras de vida eterna en el corazón, se producirán frutos de justicia y paz. Mi querido hermano, usted debe vencer el espíritu de autosuficiencia y de importancia propia. Debería cultivar un espíritu dispuesto a ser instruido y aconsejado. No importa lo que otros puedan decir o hacer, usted debiera decir: ¿Qué tiene que ver eso conmigo? Cristo me ha ordenado seguirlo. Usted debiera cultivar un espíritu de mansedumbre. Necesita adquirir experiencia en la piedad genuina, y a menos que la obtenga, no puede ocuparse juiciosamente en la obra de Dios. Su espíritu debe ser suavizado y subyugado siendo obediente a la voluntad de Cristo. En todo momento usted debiera mantener la humilde dignidad de un seguidor de Jesús. Nuestro porte, nuestras palabras y acciones, predican a otros. Somos epístolas vivientes, conocidas y leídas por todos los hombres.
Usted debería tener cuidado de no predicar la verdad por rivalidad o contienda, porque si lo hace con toda seguridad tornará la batalla contra usted mismo y promoverá la causa del enemigo antes que la verdad de Dios. Cada vez que se envuelve en un debate, debería hacerlo por un sentido del deber. Si usted hace de Dios su fuerza y se somete a él, y permite que la verdad se lleve la victoria, las estratagemas de Satanás y sus dardos ardientes caerán sobre él, y usted será fortalecido, librado del error y de todo camino falso. Usted necesita ser cauteloso y no avanzar precipitadamente valiéndose de su propia fuerza. La obra es importante y sagrada, y usted necesita mucha sabiduría. Debiera pedir el consejo de sus hermanos que han tenido experiencia en la obra. Pero, sobre toda otra cosa, debiera obtener un conocimiento cabal de sus propias debilidades y peligros, y fortalecer los puntos débiles de su carácter, para que su fe no naufrague.
Estamos viviendo en medio de los peligros de los últimos días, y si tenemos un espíritu de autosuficiencia e independencia estaremos expuestos a los ardides de Satanás y seremos vencidos. Usted debe desechar la importancia propia y ocultarse en Dios, dependiendo sólo de él para su fuerza. Las iglesias no necesitan sus esfuerzos. Si usted está consagrado a Dios, puede trabajar en campos nuevos y Dios trabajará con usted. Dios aceptará la pureza del corazón y la vida. Él no estimará cualquier cosa que no sea esto. Debemos sufrir con Cristo si hemos de reinar con él.
El hermano M podría haber logrado mucho si años atrás lo hubiera dado todo para Cristo. Él no ha sido santificado mediante la verdad; su corazón no ha sido recto con Dios. Ha ocultado su talento en la tierra. ¿Qué dirá el que usó mal sus talentos cuando el Maestro le pida que dé cuenta de su mayordomía? El hermano M no ha honrado la causa de Dios. Es peligroso contender con la providencia de Dios y estar insatisfecho con casi todo, como si hubiera habido un arreglo especial de las circunstancias para tentar y destruir. La tarea de podar y purificar con el fin de prepararnos para el cielo es una obra grande y nos costará mucho sufrimiento y pruebas, porque nuestras voluntades no están sujetas a la voluntad de Cristo. Debemos pasar por el horno hasta que el fuego haya consumido la escoria y estemos purificados y reflejemos la imagen divina. Aquellos que siguen sus inclinaciones y están gobernados por las apariencias no son buenos
jueces de lo que Dios está haciendo. Están llenos de descontento. Ven fracaso donde ciertamente hay triunfo, una gran pérdida donde hay ganancia; y, como Jacob, están listos para exclamar: "Contra mí son todas estas cosas" (Génesis 42:36), cuando las mismas cosas de las que se quejan están todas obrando conjuntamente para su bien.
Si no hay cruz, no hay corona. ¿Cómo puede uno ser fuerte en el Señor sin pruebas? Para tener fuerza debemos hacer ejercicio. Para tener una fe fuerte, debemos ser colocados en circunstancias donde nuestra fe sea ejercitada. El apóstol Pablo, justo antes de su martirio, exhortó a Timoteo: "Participa de los sufrimientos del evangelio por el poder de Dios" (2 Timoteo 1:8, NRV) Se necesita pasar por mucha tribulación para entrar al reino de Dios. Nuestro Salvador fue probado de todas las maneras posibles, y sin embargo triunfó en Dios continuamente. Es nuestro privilegio ser fuertes con la fuerza de Dios bajo todas las circunstancias y gloriarnos en la cruz de Cristo.