En mi última visión se me mostró la introducción de la verdad, y el progreso de la causa de Dios, en la costa del Pacífico. Vi que muchos habían realizado un buen trabajo en California, pero que hay muchos que profesan la verdad que no están dispuestos a asumir las responsabilidades de la obra de Dios en el momento apropiado y avanzar cuando las providencias oportunas de Dios indican que es su deber hacerlo. Si hay una acción unida, puede hacerse una gran obra en esta área trayendo almas al conocimiento de la verdad.
Si todos los que tienen influencia sintieran la necesidad de cooperar y procuraran contestar la oración de Cristo, para que pudiesen ser uno como él es uno con el Padre, la causa de la verdad presente sería una potencia en esta región. Pero el pueblo de Dios está dormido y no ve las necesidades de la causa para este tiempo. No sienten la importancia de una acción concentrada. Satanás siempre está tratando de dividir la fe y los corazones del pueblo de Dios. Sabe bien que la unión es su fuerza, y la división su debilidad. Es importante y esencial que todos los seguidores de Cristo comprendan los ardides de Satanás y con un frente unido enfrenten sus ataques y lo venzan. Necesitan hacer esfuerzos continuos para avanzar juntos aun si esto les requiere algún sacrificio.
El pueblo de Dios, con temperamentos y organizaciones diversos, son reunidos como iglesia. La verdad de Dios, recibida en el corazón, hará su obra de refinar, elevar y santificar la vida, y dar la victoria sobre los puntos de vista peculiares y los prejuicios de cada uno. Todos deberíamos esforzarnos para acercarnos unos a otros tanto como sea posible. Todos los que aman a Dios y guardan sus mandamientos en verdad influirán sobre los incrédulos y ganarán almas para Cristo, con el fin de unirse a los alegres cantos de triunfo y de victoria ante el gran trono blanco. El egoísmo será vencido, y se manifestará un desbordante amor por Cristo en la responsabilidad que sienten de salvar almas por las cuales él murió.
Se me mostró a muchas familias que no están viviendo como Jesús desearía que vivieran; tienen un trabajo que hacer en el hogar antes que puedan progresar en la vida divina. Se me mostró el caso del hermano B y se me señaló el tiempo cuando él primero aceptó la verdad. Ésta tuvo entonces una influencia transformadora en su vida. En cierta medida se había olvidado del yo por el interés que sentía por la verdad. Procuraba mostrar su fe con sus obras, y sus intereses personales pasaron a un plano secundario. Amaba la obra del Señor y trataba alegremente de promover el interés de su causa; el Señor aceptó sus esfuerzos para servirle, y la mano del Señor lo prosperó.
Se me mostró que el hermano B desagradó a Dios y se acarreó gran oscuridad cuando se pronunció en contra de sus hermanos respecto a la manera correcta de observar el sábado. Los intereses del hermano B estaban en juego y él se negó a ver el punto correcto del asunto bajo consideración. Si hubiera estado en la luz, nunca habría tomado el curso de acción que tomó cuando regresó del Este. Se me llevó a otro punto en su historia y vi el recorrido que siguió. Mientras estaba entre incrédulos no permitía que su luz brillara ante los hombres de tal modo que al ver sus obras buenas glorificaran a nuestro Padre que está en el cielo. Se olvidó de Dios y de su deber de representar correctamente a su Salvador en todo lugar y ocasión.
El hermano B es especialmente débil en algunos puntos; ama la alabanza y la adulación, y le agrada el placer y recibir honores. Se enalteció mucho y hablaba mucho y oraba poco, y Dios lo dejó librado a su debilidad, porque él no llevó fruto para la gloria de Dios. En ese viaje tuvo una oportunidad de hacer mucho bien, pero no comprendió que debía rendir cuentas a Dios por sus talentos y que como un mayordomo de Dios sería llamado a rendir cuenta si había usado su capacidad para agradarse a sí mismo o para glorificar a Dios. Si el hermano B hubiera sentido el poder del amor de Cristo en su corazón, habría sentido un interés por la salvación de aquellos con quienes se puso en contacto, para poder hablarles palabras que los hicieran reflexionar en cuanto a sus intereses eternos.
Tuvo una oportunidad para sembrar la semilla de verdad, pero no la aprovechó como debería haberlo hecho. Tendría que haber practicado su religión mientras estaba entre sus familiares. Su profesión santa y la verdad de Dios deberían haberse mezclado con todos sus pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. Cristo ordena a sus seguidores que caminen en la luz. Caminar significa avanzar, esforzarnos, ejercitar nuestra capacidad, estar ocupados activamente. A menos que nos ejercitemos en las buenas obras a las que nuestro Salvador nos ha llamado, y sintamos la importancia del esfuerzo personal en esta obra, tendremos una religión enfermiza, raquítica. Ganamos nuevas victorias mediante nuestra experiencia en el trabajo. Obtenemos fuerza y actividad caminando en la luz, para que podamos tener energía a fin de correr en el camino de los mandamientos de Dios. Podemos aumentar nuestras fuerzas en cada paso que avancemos hacia el cielo. Dios bendecirá a su pueblo sólo cuando tratan de ser una bendición para otros. Nuestras virtudes maduran y se desarrollan mediante el ejercicio.
Se me mostró que mientras el hermano B estuvo en Battle Creek fue débil en poder moral. No había estado tratando de aferrarse a Dios y de preservar su alma en pureza de pensamiento y acción, y se lo dejó para que siguiera sus propias ideas y recibiese impresiones que fueron perjudiciales para su interés espiritual. Se encontró con aquellos que pervertían la verdad y ellos lo indujeron a creer cosas que no eran ciertas; y como él había abierto la puerta al enemigo y lo había recibido como a un ángel de luz, fue fácilmente vencido por la tentación.
Se llenó perversamente de prejuicios y albergó sospechas de aquellos en quienes Dios quería que confiara. Veía las cosas en una luz pervertida, y las reuniones que tendrían que haber sido para él una gran fuente de fortaleza, fueron dañinas. Así era como Satanás lo deseaba, para que el hermano B perdiera confianza en los hombres a quienes Dios había designado para que dirigiesen esta obra. Llegó a discrepar con ellos y con el corazón de la obra. Era como un barco en alta mar sin un ancla o un timón. Si él no podía confiar en aquellos que estaban al frente de la obra, no confiaría en nadie.
El hermano B tiene poca consideración o respeto por sus hermanos; piensa que su juicio y su propio conocimiento y su capacidad son superiores a los de ellos; por lo tanto no recibirá nada de ellos, no confiará en su juicio, ni buscará su consejo, a menos que pueda dirigir y enseñarles. Actuará de acuerdo con su propio juicio, sin tener en cuenta los sentimientos, tristezas o ruegos de sus hermanos. Cuando apartó su confianza del corazón de la obra, Satanás sabía que era una presa segura, a menos que esta confianza pudiera ser restaurada. Los intereses eternos del hermano B dependen de que acepte y respete a los ayudantes y administradores que Dios se ha complacido en colocar en la iglesia. Si él sigue un curso de conducta de su propia elección, con el tiempo descubrirá que ha estado del todo en una senda equivocada y que se ha engañado a sí mismo para su ruina. Tomará primero un rumbo, luego otro, y sin embargo después de todo perderá el único y verdadero camino que conduce al cielo.
Hay miles que están viajando en el camino de la oscuridad y el error, el camino ancho que conduce a la muerte, que se jactan de que están en la senda que lleva a la felicidad y al cielo; pero ellos jamás la encontrarán ni llegarán a su destino. El hermano B necesita las ayudas que Dios ha colocado en la iglesia, porque él no puede constituir una iglesia de sí mismo, y sin embargo su curso de acción muestra que estaría satisfecho de ser una iglesia completa, no estando sujeto a nadie. Hace tiempo que el hermano B perdió su consagración a Dios; no cuidó las avenidas de su alma contra las sugerencias de Satanás. Vi que los ángeles de Dios estaban escribiendo sus palabras y acciones. Él se estaba alejando más y más de la luz del cielo. Cuando la gracia de Dios no lo domina a usted en forma especial, hermano B, usted es un hombre con quien resulta difícil relacionarse. Tiene una gran confianza propia y firmeza, mismas que se sienten en su familia y en la iglesia. Usted tiene poca consideración y respeto por los demás. No posee la gracia de la humildad.
El hermano B regresó a esta costa en gran oscuridad; había perdido su amor por la verdad y su amor por Dios. Lo dominaban sus sentimientos naturales y era orgulloso. Se amaba a sí mismo, y amaba el dinero más que a la verdad y a su Redentor. Se me mostró que su comportamiento después que regresó al Occidente era un deshonor para el nombre de los cristianos. Lo vi uniendo sus manos con los alegres amadores del placer. Afligió a sus hermanos e hirió a su Salvador y lo puso en vergüenza abierta ante los incrédulos. Vi que desde ese momento no se complacía en el servicio de Dios ni en el progreso de la verdad. Parecía poseer un celo para investigar las Escrituras y diferentes autores, no para poder afirmarse en importantes puntos de la verdad presente, que la providencia de Dios le había provisto a través de hombres de su elección, sino para encontrar una posición nueva y promover nuevos puntos de vista en oposición a la fe establecida del cuerpo de creyentes. Sus investigaciones no eran hechas para la gloria de Dios, sino para promover el yo.
Una vez que el hermano B adopta una posición en el lado equivocado, ver su error y confesar su equivocación no está de acuerdo con su naturaleza, sino que seguirá peleando hasta lo último, cualesquiera sean las consecuencias. Este espíritu es ruinoso para la iglesia y ruinoso para su familia. Él necesita suavizar su corazón y dejar que entren la ternura, la humildad y el amor. Necesita benevolencia y una generosidad noble. En síntesis, necesita estar completamente convertido, ser un nuevo hombre en Cristo Jesús. Entonces su influencia en la iglesia será satisfactoria y él será justamente la ayuda que ellos necesitan. Tendrá el respeto y el amor de su familia y mandará a su casa después de sí. El deber y el amor, como hermanas gemelas, serán sus ayudantes en la educación de sus hijos.
Vi que la hermana B tenía muchas razones para entristecerse en relación con el trato que su esposo había tenido hacia ella; vi que su vida había sido muy triste, aunque él era capaz de hacerla feliz. Ella parecía estar descorazonada y sentir agudamente que su esposo la descuidaba y no la amaba. En ausencia de él, ella a veces se sentía confundida y tenía celos y desconfianza respecto a él. Satanás estaba presente con sus tentaciones, y ella consideraba algunas cosas con una luz exagerada. Todo esto podría haberse evitado si el hermano B hubiera preservado su consagración a Dios. Fui llevada aun más lejos y vi que él estaba caminando en la incredulidad y la oscuridad mientras se jactaba de que él solo tenía la luz verdadera. Cuanto más lejos se separaba de Dios, menos amor tenía por sus hermanos y por la verdad.
Se me mostró al hermano B cuestionando uno tras otro los puntos de nuestra fe que nos han sacado del mundo y nos han hecho un pueblo separado y distinto, aguardando la esperanza bienaventurada y la aparición gloriosa de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Su incredulidad y oscuridad no han movido los principales pilares de nuestra fe. No ha hecho inefectiva la verdad de Dios. Ésta continúa siendo la verdad, pero él ha ejercido alguna influencia sobre las mentes de sus hermanos. Los informes de labios mentirosos en cuanto a mi esposo y a mí, que él trajo desde el Este, influyeron para crear sospechas y dudas en las mentes de otros. Aquellos que no estaban relacionados con nosotros no pudieron salir en nuestra defensa. Vi que la iglesia podría haber tenido tres veces más miembros de los que tiene ahora, y podría haber tenido una fuerza diez veces mayor, si el hermano B no se hubiera colocado en las manos del enemigo. En su incredulidad ciega él ha hecho todo lo posible para desanimar y esparcir a los creyentes en la verdad. En su ceguera no ha comprendido que su conducta era deplorable a la vista de Dios. El desaliento y la oscuridad que él ha causado han hecho las labores del hermano C doblemente difíciles, porque su influencia no sólo ha sido sentida por la iglesia, sino por otras iglesias.
El hermano B ha fortalecido la incredulidad y una influencia opositora que el hermano C ha tenido que enfrentar. Vi que enfrentaríamos lo mismo y que llevaría tiempo erradicar la vieja raíz de amargura por medio de la cual muchos han sido contaminados; que hay un tiempo para hablar y un tiempo para guardar silencio; que cuando Dios colocara sobre nosotros la responsabilidad de hablar no debiéramos vacilar, ya sea que los hombres escuchen o que se abstengan de escuchar; y que debiéramos avanzar aunque esto deje a algunos fuera de la iglesia y fuera de la verdad. Dios tiene una obra grande e importante para que alguien la haga, y a su debido tiempo será hecha, y la verdad triunfará.
Aquellos de nuestros hermanos que no habían obtenido una experiencia personal en la verdad presente no pudieron contestar los argumentos del hermano B, y aunque no pudieron aceptar los puntos de vista defendidos por él, en mayor o en menor medida fueron afectados por su conversación y su razonamiento. Algunos no sintieron un espíritu de libertad cuando se reunieron para adorar. Tenían temor de expresar sus verdaderos sentimientos y fe sobre el sábado, pensando que él criticaría lo que ellos dijeran. Ha habido muerte en las reuniones y poca libertad.
El hermano B desea que otros lo admiren como un hombre que puede explicar las Escrituras, pero se me mostró que él está engañado y que no las entiende. Ha comenzado a buscar en una huella equivocada para producir una nueva fe, una teoría original de la fe. Desarraigaría y colocaría equivocadamente los hitos que nos muestran nuestro rumbo correcto, que estamos cerca del fin de la historia de esta tierra. Puede jactarse de que está siendo dirigido por el Señor, pero seguramente es por otro espíritu. A menos que cambie su curso completamente y que esté dispuesto a ser guiado y a aprender, será abandonado para que siga sus propios caminos y haga un naufragio total de la fe.
Algunos se han cegado tanto por su propia incredulidad que no pudieron discernir el espíritu del hermano B. Él podría haberlos ayudado si hubiera permanecido en el consejo de Dios. Podría haberlos guiado a la luz en vez de aumentar su confusión de fe y sus perplejidades. Pero él ha sido una piedra de tropiezo, un guía ciego de los ciegos. Si hubiera hecho camino recto para sus pies, el cojo no se habría desviado del camino, sino que habría sido sanado. Se ha negado a caminar en la luz de la verdad que Dios ha dado a su pueblo, y ha puesto trabas a aquellos que querían caminar en ella.
Siente que es un honor sugerir dudas e incredulidad respecto a la fe establecida del pueblo que guarda los mandamientos de Dios. La verdad en la que en un tiempo se regocijó es ahora tinieblas para él, y, a menos que cambie su curso, caerá en una mezcla de los puntos de vista de las diferentes denominaciones, pero no estará de acuerdo en su totalidad con ninguna de ellas; él será una iglesia diferente por sí mismo, pero no estará bajo el control de la gran Cabeza de la iglesia. Al presentar sus puntos de vista en oposición a la fe del cuerpo, está descorazonando y desanimando a la iglesia. Ve que si el conjunto de observadores del sábado tiene la verdad, él está en tinieblas, y no puede admitir esto. La verdad lo condena, y en vez de tratar de colocar su alma en armonía con ella, rindiéndose a sus demandas y muriendo al yo, está buscando un puesto donde no estará bajo condenación.
Se me mostró que si él continúa en su curso actual, ciego a su verdadera condición, después de un tiempo se sentirá contento de encontrar algún pretexto para renunciar al sábado. Satanás seguramente lo está guiando, como ha guiado a muchos otros, para apartarlo del cuerpo en un camino de engaño y error. Cuánto más seguro es para el hermano B colocar su alma en armonía con la verdad, que interpretar erróneamente la Escritura para ponerla en armonía con sus ideas y acciones. Si pusiera sus acciones en armonía con los principios de la ley de Dios tiene una tarea en sus manos de cuya magnitud escasamente ha soñado. El corazón carnal está en enemistad con Dios. No está sujeto a la ley de Dios, ni tampoco puede.
Las insinuaciones y declaraciones abiertas de aquellos que son nuestros enemigos en Battle Creek fueron recibidas por el hermano B durante su viaje al Este, y él regresó con sentimientos amargos y perversos en su corazón contra aquellos que están en el centro de la obra y especialmente contra mí y mi trabajo. Él no tenía ninguna razón sólida para los sentimientos que acariciaba y las opiniones que expresaba en cuanto a mis labores y testimonios. Procuraba instilar en las mentes de otros la incredulidad y los prejuicios que habían corrompido su propia alma. Hizo esto con resultados considerables. Al principio, muchos fueron influenciados por sus sofismas e ignorancia, porque él puede hacer aseveraciones y extraer inferencias como si estuviera manejando hechos positivos. Sabe cómo argumentar y es de palabra ágil. Sus palabras influyeron sobre algunos que no estaban consagrados a Dios y que deseaban recibirlas tal como él las presentaba respecto a nuestro trabajo y nuestro llamamiento. Ejerció influencia y excitó prejuicios en las mentes de algunos que podrían haber ayudado, si él no hubiera cerrado nuestro camino de tal manera que no pudiéramos tener acceso a ellos. Entre ellos se encontraban el hermano y la hermana D.
En esto el hermano B puede ver los frutos de su curso de acción, y hay otros que fueron influenciados de la misma manera, con los mismos resultados, en lo que se refiere a su fe y confianza en la verdad. Tan pronto como el hermano B o cualquier otro llega a la conclusión de que los hombres que más han tenido que ver con llevar la causa de la verdad presente a su condición actual no están guiados por Dios, sino que [a juicio de ellos] son hombres astutos e intrigantes que engañan al pueblo, entonces el camino que deben seguir, a fin de ser consecuentes, es renunciar a toda la obra considerándola como un engaño, un fraude. A fin de ser consecuentes, deben tirar todo por la borda. Casi sin darse cuenta el hermano B ha estado haciendo esto, y también otros han hecho lo mismo. En algún momento futuro, si no ahora, él revisará su trabajo con sentimientos diferentes a los que tiene ahora. Verá el trabajo que ha estado haciendo durante los pocos últimos años como Dios lo ve, y no lo considerará con la satisfacción que siente ahora. Cuando vea la obra miserable en la cual ha estado ocupado en los pocos últimos años, su orgullosa jactancia de sabiduría y de un conocimiento superior terminará, y se arrepentirá en amargura de alma por la sangre de las almas que está en sus vestiduras.
Si el hermano B hubiera deseado ver las cosas correctamente y hubiera advertido la posibilidad de ser engañado, habría acudido al hermano y la hermana White con los informes lesivos a su reputación y les habría dado una oportunidad para hablar por ellos mismos. Los informes que trajo a través de las llanuras hasta la costa del Pacífico constituyen falso testimonio, lo que quebranta la Ley de Dios. Un día se encontrará con las declaraciones hirientes, como también con la sofistería engañosa instigada por Satanás, que ha instilado en las mentes de las personas para dañar la influencia de mi esposo y la mía. Este asunto no es entre el hermano B y yo, sino entre él y Dios.
Dios nos ha dado nuestro trabajo, y si él nos ha dado un mensaje para comunicar a su pueblo, aquellos que nos ponen trabas en la obra y debilitan la fe de la gente en la verdad y en los principios, no están peleando contra el instrumento, sino contra Dios, y deben responder ante él por el resultado de sus palabras y acciones. Todos los que tengan discernimiento espiritual pueden juzgar el árbol por sus frutos. El hermano B se erige como un iluminado por Dios para desengañar a la gente en lo que concierne a nuestro trabajo y misión. Si quieren, todos pueden ver el fruto de este árbol. Hermano B, ¿es para vida eterna, o es para muerte?
Después que el hermano B recibió de Battle Creek este conocimiento especial que lo indujo a empequeñecer nuestra obra y misión, se sintió libre para unirse a los incrédulos en la disipación y los placeres, y debido a su conducta liviana atrajo oprobio a la causa de Cristo y gran sufrimiento a su esposa. ¿Fue tan ciego que no reconoció que estaba tratando de derribar lo que Dios estaba edificando? ¿No se le ocurrió pensar que podía estar peleando contra Dios? Los ángeles han registrado en el cielo la obra que él ha estado haciendo, y tendrá que dar cuenta por ella cuando cada acto será sometido a juicio para soportar la inspección del Dios infinito. En su ceguera el hermano B ha estado levantando su débil brazo para pelear contra Dios mientras halagaba su alma engañada con la idea de que estaba haciendo el servicio de Dios. La obra de cada hombre ha de ser probada por fuego en el día postrero, y sólo el oro, la plata y las piedras preciosas resistirán la prueba.
Con Dios no se juega. Puede soportar por largo tiempo a los seres humanos, pero visitará sus transgresiones y pronunciará sentencia sobre cada uno según hayan sido sus obras. Aunque los hombres puedan hablar jactanciosamente y enorgullecerse de su sabiduría, un soplo de los labios de Dios puede reducir al polvo todo su honor y gloria. Se me mostró que el hermano B no tendrá excusa en el día de Dios, cuando cada caso sea pesado en las balanzas del santuario. Él sabía lo suficiente como para no haber hecho lo que hizo. Ha tenido suficiente evidencia para determinar el carácter de la obra que Dios nos ha encomendado. Los frutos de esta obra están ante él, lo cual él puede ver y entender si quiere.
La confianza propia del hermano B es asombrosa y es una trampa terrible para él. Si no vence este rasgo peligroso de su carácter, resultará ser su ruina. Él se siente en su elemento natural cuando está batallando y controvirtiendo puntos de doctrina; él planteará dudas y se valdrá de evasivas y estará en desacuerdo con sus hermanos hasta que Satanás controlará de tal modo su mente que él realmente piense que tiene la verdad y que sus hermanos están en el error. No permanece en la luz y no tiene la bendición de Dios, porque constituye una parte de su religión oponerse a los puntos establecidos del pueblo de Dios que guarda los mandamientos. ¿Están todos ellos engañados, y el hermano B es el único hombre a quien Dios ha dado la verdad correcta? ¿No está Dios tan dispuesto a darles a sus siervos consagrados y abnegados una comprensión correcta de las Escrituras como a dársela al hermano B para que comparta con ellos?
¿Prueba el hermano B su camino con este simple examen?: "Esta luz y conocimiento que yo he encontrado, y que me coloca en desacuerdo con mis hermanos, ¿me atrae más cerca de Cristo?; ¿hace que mi Salvador sea más precioso para mí y que mi carácter se asemeje más al suyo?" Es un rasgo natural, pero no agradable, de nuestros caracteres ser agudos en nuestras percepciones, y tenaces en nuestro recuerdo de las faltas y fallas de otros.
El hermano B no trata de estar en comunión con sus hermanos; su confianza propia lo ha inducido a no sentir ninguna necesidad especial de estar unido. Siente que las mentes de ellos han sido formadas en un molde inferior a la suya y que el recibir sus opiniones y consejos como algo digno de atención sería un acto de gran condescendencia. Esta actitud de confianza propia lo ha excluido del amor y la aceptación de sus hermanos y de la unión con ellos. Él siente que es demasiado sabio y experimentado como para necesitar las precauciones que a muchos les son indispensables. Tiene una opinión tan alta de su propia capacidad y tal confianza en sus propios logros que se cree preparado para cualquier emergencia. Dijeron los ángeles celestiales, señalando al hermano B: "El que piensa estar firme, mire que no caiga". (1 Corintios 10:12) La confianza propia conduce a descuidar la vigilancia y la oración humilde y contrita. Hay tentaciones externas que deben evitarse y enemigos y perplejidades internos que hay que vencer, porque Satanás adapta sus tentaciones a los diferentes caracteres y temperamentos de los individuos.
La iglesia de Cristo está en constante peligro. Satanás está tratando de destruir al pueblo de Dios, y no es suficiente la mente de un hombre, el juicio de un hombre, para confiar en él. Cristo quisiera unir a sus seguidores como iglesia, observando el orden, teniendo normas y disciplina, y estando todos sujetos unos a otros, estimando a los demás como mejores que uno mismo. La unidad y la confianza son esenciales para la prosperidad de la iglesia. Si cada miembro de la iglesia se siente en libertad para actuar independientemente de los demás, escogiendo su propio camino peculiar, ¿cómo puede la iglesia estar segura en la hora de peligro? La prosperidad y la misma existencia de una iglesia dependen de la acción rápida y unida, y de la confianza mutua de sus miembros. Cuando en una hora crítica alguien suena la voz de alarma, se necesita un trabajo rápido y efectivo, sin detenerse a hacer preguntas y a examinar la cuestión de un extremo al otro, permitiendo así que el enemigo gane ventajas por la demora, cuando la acción unida podría salvar a muchas almas de la perdición.
Dios quiere que su pueblo esté unido con los lazos más estrechos de compañerismo cristiano; la confianza en nuestros hermanos es esencial para la prosperidad de la iglesia; la unidad de acción es importante en una crisis religiosa. Un paso imprudente, una acción descuidada, puede hundir a la iglesia en dificultades y pruebas de las cuales podría no recobrarse por años. Un miembro de la iglesia lleno de incredulidad puede darle ventajas al gran enemigo que afectarán la prosperidad de toda la iglesia, y como resultado pueden perderse muchas almas. Jesús quisiera que sus seguidores estén sujetos entre ellos; entonces Dios puede usarlos como instrumentos para salvar el uno al otro; porque puede ser que uno no discierna los peligros que el ojo de otro es rápido para percibir; pero si la persona desprevenida obedece con confianza la advertencia, puede salvarse de grandes perplejidades y pruebas.
Cuando Jesús estaba por dejar a sus discípulos, oró por ellos en una manera sumamente conmovedora y solemne para que todos pudieran ser uno "como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado". (Juan 17:21-23) El apóstol Pablo en su primera epístola a los Corintios los exhorta a la unidad: "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer". (1 Corintios 1:10)
Dios está sacando a un pueblo del mundo y guiándolo a la plataforma exaltada de la verdad eterna, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Él disciplinará y capacitará a su pueblo. No estarán en desacuerdo, uno creyendo una cosa y otro teniendo fe y puntos de vista enteramente opuestos, cada uno avanzando independientemente del cuerpo. A través de la diversidad de los dones y de los tipos de administración que él ha colocado en la iglesia, llegarán todos ellos a la unidad de la fe. Si un hombre toma sus ideas de la verdad bíblica sin tener en cuenta las opiniones de sus hermanos, y justifica su conducta alegando que tiene el derecho de sustentar sus propias ideas peculiares, y luego quiere imponérselas a otros, ¿cómo puede estar cumpliendo la oración de Cristo? Y si surge otro y aún otro, cada uno afirmando su derecho a creer y hablar lo que le agrada sin referencia a la fe del cuerpo de creyentes, ¿dónde estará esa armonía que existió entre Cristo y su Padre, y por la que Cristo oró para que pudiera existir entre sus hermanos?
Dios está guiando a un pueblo y estableciéndolo en la única y gran plataforma de fe, los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús. Le ha dado a su pueblo una cadena confiable de la verdad bíblica, clara y bien eslabonada. Esta verdad es de origen celestial y se la ha buscado como a un tesoro escondido. Ha sido desentrañada mediante una investigación cuidadosa de las Escrituras y a través de mucha oración.
El hermano B está dudando de punto tras punto de nuestra fe. Si él tiene razón en sus nuevas teorías, el cuerpo de observadores del sábado está equivocado. ¿Se renunciará a la fe establecida en los fuertes puntos de nuestra posición, que nos ha sacado del mundo y nos ha unido como un pueblo distinto y peculiar, considerándola errónea? ¿Recibiremos la fe de esta sola persona, con las evidencias que él nos da de los frutos de su carácter religioso? ¿O el hermano B renunciará a su juicio y opiniones, y vendrá al cuerpo de creyentes? Si él no hubiera cegado su alma aceptando prejuicios y albergando una oposición perversa contra la obra de Dios, no habría sido dejado en esa oscuridad y engaño.
Es un hablador hábil e insistirá persistentemente en sus opiniones y no cederá ante el peso de las evidencias contra él. Es una crueldad que se coloque en el camino de la prosperidad de la iglesia, como él lo ha hecho. El mundo es grande; él puede pedir el privilegio de ir entre los no creyentes y de convertirlos a sus teorías; y cuando pueda presentar un cuerpo bien organizado del cual él ha sido el instrumento para convertirlos del pecado a la justicia, entonces, y no antes, debiera insistir con sus puntos de vista peculiares ante la iglesia de Dios, la cual está afligida y descorazonada con su oscuridad y error. No tiene el derecho de construir sobre el fundamento de otro hombre, colocando su madera, heno y rastrojo que han de ser consumidos por los fuegos del día postrero.
Se me mostró que la única posición segura para el hermano B es sentarse a los pies de Jesús y aprender el camino de vida más perfectamente. La doctrina de Cristo caerá como la lluvia, y sus palabras destilarán como el rocío sobre el corazón del humilde y dispuesto a aprender. El hermano B debe adquirir una disposición susceptible a ser enseñado. No debe sentarse como un juez, sino como un aprendiz; no para poner reparos, sino para creer; no para cuestionar y encontrar faltas y oponerse, sino para escuchar. El orgullo debe dar lugar a la humildad, y el prejuicio debe cambiarse por el candor, o las bondadosas palabras de Cristo serán en vano para él. Mi hermano, usted puede razonar con su juicio ciego y con
su mente no santificada hasta el día de Dios y no avanzar un paso hacia el cielo; usted puede debatir e investigar y escudriñar autores eruditos, y aun las Escrituras, y sin embargo autoengañarse más y más, y llenarse cada vez de más tinieblas, como ocurrió con los judíos con referencia a Cristo. ¿Cuál fue la falta de ellos? Rechazaron la luz que Dios ya les había dado y fueron en busca de alguna luz nueva mediante la cual pudieran interpretar las Escrituras como para respaldar sus actos.
Usted está haciendo lo mismo; no toma en cuenta la luz que Dios ha visto conveniente darle en las publicaciones sobre la verdad presente y en su Palabra, y está buscando doctrinas propias, teorías que no pueden ser respaldadas por la Palabra de Dios. Cuando usted llegue a ser como un niñito, dispuesto a ser conducido, y cuando su entendimiento sea santificado y se rindan su voluntad y sus prejuicios, se derramará una luz en su corazón, que iluminará las Escrituras y le mostrará la verdad presente en su armonía hermosa. Lucirá como una cadena de oro, con cada eslabón unido al otro en un conjunto perfecto. "Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 18:3) "Aprended de mí -- dice Jesús --, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas". (Mateo 11:29)
Si usted ciertamente ha entrado en la escuela de Cristo, él espera que en su carácter y conducta manifieste la humildad que está tan hermosamente ejemplificada en el carácter de Jesús. Cristo no emprenderá la tarea de enseñar a los santurrones, arrogantes y tercos. Si los tales acuden a él con la pregunta, ¿Qué es verdad?, él no les responde. Él sólo guiará a los mansos en el juicio; a los mansos les enseñará su camino. Salomón estaba dotado naturalmente con buen juicio y notables facultades de razonamiento, pero se reconoció ante Dios como un niñito. Buscó sabiduría de Dios con humildad, y no buscó en vano. Si usted realmente investiga en busca de la verdad con motivos correctos, irá al cuerpo de creyentes porque ellos tienen la verdad. Si usted está investigando las Escrituras y diferentes autores para poder encontrar doctrinas que coincidan con sus opiniones preconcebidas, y si ya definió firmemente su fe, entonces seguirá siendo jactancioso, confiado en sí mismo e inflexible.
La confianza propia es una trampa
Hermano B, con su actual espíritu terco, rebelde, usted se alejará más y más de la verdad; y a menos que se convierta, resultará ser un gran impedimento para la causa de Dios en cualquier lugar donde tenga alguna influencia. Usted es persistente para ganar sus argumentos. Su espíritu autosuficiente debe ceder antes que pueda ver nada claramente. Ha inducido a su esposa a pensar que usted conocía la verdad mejor que cualquiera de nuestros ministros; ha tomado la llave del conocimiento en sus manos, en lo que a ella concierne, y la ha mantenido en tinieblas. Dios le ha dado a su iglesia hombres de criterio, experiencia y fe. Ellos conocen el camino de la verdad y la salvación, porque la han investigado con agonía de espíritu a causa de la oposición que tuvieron que enfrentar por parte de hombres que convirtieron la verdad de Dios en una mentira; y el beneficio de la labor de estos fieles siervos de Dios es dado al mundo.
Hay muy pocos que comprenden la naturaleza exaltada de la obra de Dios en comparación con los cuidados temporales de la vida. Jesús, el Maestro celestial, nos ha dado instrucciones a través de sus discípulos. Cuando él envió a los doce, los instruyó a que en cualquier ciudad o pueblo donde tuvieran que entrar debían preguntar quién era digno en ella de su atención y de su visita; y si se encontraba un lugar adecuado donde la gente estimaba la bendición que les llegaba -- el privilegio de hospedar a los mensajeros de Cristo -- debían morar allí y permitir que allí reposara su paz hasta que dejaran esa ciudad. No se les instruyó a que visitaran cualquier casa o todas ellas en forma indiscriminada, imponiendo su presencia sobre la gente sin tomar en cuenta que fueran bienvenidos o no; pero si no eran bienvenidos, si su paz no podía descansar en la casa, debían abandonarla y buscar una casa donde los miembros fueran dignos y donde su espíritu pudiera descansar.
Cuando los mensajeros de Cristo que salen a enseñar la verdad a otros son rechazados y sus palabras no encuentran cabida en el corazón, Cristo es rechazado y su Palabra es despreciada en los mensajeros de verdad a quienes él ha escogido y enviado. Esto tiene una aplicación tan plena en esta época del mundo como la tuvo cuando Cristo dio la instrucción a sus mensajeros escogidos.
Cuando Cristo estuvo sobre la tierra, había hombres que no tenían respeto o cortesía por los mensajeros de Dios, ni más consideración por sus amonestaciones que por el propio juicio de ellos; también en esta época del mundo hay personas que tienen menos respeto por el testimonio de los siervos escogidos de Dios que por sus propias opiniones. Los tales no pueden beneficiarse con las labores de los siervos de Dios, y no debiera perderse tiempo en degradar la obra de Dios para enfrentar esas mentes. Cristo les dijo a los siervos a quienes envió: "El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió". (Lucas 10:16)
Cristo da poder a la voz de la iglesia. "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo". (Mateo 18:18) No se aprueba en absoluto que un hombre se ponga a hacer algo en base a su responsabilidad individual y defienda los puntos de vista que él escoge, sin tener en cuenta el juicio de la iglesia. Dios ha concedido a su iglesia el supremo poder bajo el cielo. Es la voz de Dios en su pueblo unido como iglesia, la que debe ser respetada.
Dios ha dado a su iglesia hombres que tienen una experiencia especial: aquellos que han ayunado y llorado y orado, aun durante toda la noche, para que el Señor abriese las Escrituras a sus mentes. Con humildad estos hombres han dado al mundo el beneficio de su experiencia madura. ¿Es esta luz del cielo, o de los hombres? ¿Es de algún valor, o es inservible? Al diseminar puntos de vista erróneos acerca de la verdad bíblica, el hermano B está haciendo una obra que algún día querrá anular; pero esto será en vano. Puede arrepentirse, puede aun ser salvo como por fuego; pero, oh, ¡cuánto tiempo precioso se habrá perdido que nunca podrá ser redimido! ¡Cuánta semilla ha sembrado que sólo ha producido zarzas y espinas! ¡Cuántas almas se han perdido que podrían haber sido salvadas si él hubiera tratado de hacer brillar la luz con tanto fervor como ha esparcido sus tinieblas! ¡Lo que podría no haber hecho si hubiera sido una persona consagrada, santificada mediante la verdad! El hermano B se siente demasiado autosuficiente, demasiado rico y lleno de bienes, como para ver su necesidad de algo. El Testigo Fiel lo señaló y dijo: "Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". Él no respeta la luz de la verdad tan cuidadosamente expuesta en libros y revistas, sino que exalta su propio juicio por encima de la luz más preciosa, y esta luz se elevará en el juicio para condenarlo.
Vi que él se opondría a los hombres a quienes Dios ha considerado conveniente confiarles la responsabilidad de su obra. Exaltaría sus propias opiniones y puntos de vista por encima de la luz que Dios había dado a través de ellos, y se jactaría de su conocimiento; y sería un acusador de sus hermanos, sin exceptuar a los embajadores de Cristo. Toda esta influencia altanera para empequeñecer el juicio de los siervos de Dios y para acusarlos de debilidad y errores, exaltando sus propias opiniones por encima de las de ellos, si no se arrepiente de ello, se hallará escrita contra él en los libros, los que él verá con vergüenza en el día de Dios.
Dios sostendrá a sus siervos, preservará a sus escogidos; pero ay de aquel que invalida las palabras de los embajadores de Cristo, que reciben la palabra de la boca de Dios para hablar a la gente y que les dicen que la espada viene y los amonestan a fin de que se preparen para el gran día de Dios. El hermano B encontrará que la obra en la que ha estado ocupado no es algo de poca importancia o trivial; es una obra que recaerá sobre su alma con peso aplastante. Ha puesto su espíritu en oposición a Dios. Tiene ante sí una obra difícil. Dijo Cristo: "Es forzoso que vengan escándalos, pero, ¡ay del hombre que los ocasione!" (Mateo 18:7, NRV)
Hermano B, hace tres años me fue mostrado el curso de conducta que usted ha estado siguiendo. Vi que usted estaba equivocado en casi cada acto, y sin embargo trató de medir la verdad comparándola con sus acciones en vez de medir éstas en relación con la verdad. Usted no fue una luz para el pueblo de Dios, sino una terrible carga. Usted no levanta cuando hay que levantar, y desanima a otros para que no practiquen unidad de acción. Siempre está encontrando faltas y hablando de sus hermanos, y mientras usted ha estado cuestionando la conducta de otros, un espeso crecimiento de malas hierbas ha prosperado y enraizado profundamente en su corazón. Esas raíces de amargura que han brotado, han contaminado a muchos y contaminarán a muchos más a menos que usted las vea y las desarraigue.
Se me mostró que un espíritu duro, farisaico, se desarrollará en el hermano B y lo controlará, a menos que vea los defectos terribles que hay en su carácter y obtenga gracia de Dios para corregir el mal. Antes que abrazara la verdad, su mano parecía estar contra todos; su espíritu combativo cobraba fuerzas ante cualquier provocación, y su autoestima se sentía herida; era un hombre duro, que se metía en dificultades y las creaba. La verdad de Dios obró una reforma en él. Dios lo aceptó y su mano lo sostuvo. Pero desde que el hermano B perdió el espíritu de consagración, su antiguo espíritu, turbulento y en desacuerdo con otros, se ha ido fortaleciendo y ha tratado de obtener el dominio. Cuando el yo muera y humille su corazón orgulloso ante Dios, encontrará cuán débil es su fuerza; sentirá la necesidad del socorro celestial y clamará: "Inmundo, inmundo, ante ti, oh Dios". Toda su orgullosa jactancia en el yo terminará.
La vida en este mundo tempestuoso, donde las tinieblas morales triunfan sobre la verdad y la virtud, será para el cristiano un conflicto continuo. Encontrará que debe mantener puesta su armadura, porque tendrá que pelear contra fuerzas que nunca se cansan y enemigos que nunca duermen. Nos encontraremos asediados por incontables tentaciones, y debemos encontrar fuerza en Cristo para vencerlas o ser vencidos por ellas y perder nuestras almas. Tenemos una obra grande y solemne que hacer, y cuán terrible será nuestra pérdida si fracasamos. Si la obra que nuestro Maestro nos ha dejado se encuentra sin hacer, no se nos concederá un segundo tiempo de prueba. Deberá quedar sin hacerse para siempre.
Se me mostró la vida del hermano B y su familia. Los ángeles lloraban al ver la conducta de él en la casa, al ver a la esposa desprovista de cariño, que no recibe respeto de él cuyo deber es amarla y cuidarla como a su propio cuerpo, así como Cristo amó y cuidó a la iglesia. Se esmera en hacer evidentes los defectos de ella y exalta su propia sabiduría y criterio, haciéndole sentir su inferioridad en compañía y sola. Pese a que ella es una analfabeta, su espíritu es por lejos más aceptable ante Dios que el de su esposo. Dios contempla a la hermana B con sentimientos de la más profunda compasión. Ella práctica los principios de verdad, hasta donde tiene luz, mucho mejor que su esposo. Ella no será responsable por la luz y el conocimiento que ha tenido su esposo pero que ella no ha tenido. Él podría ser una luz y una ayuda y una bendición para ella, pero usa su influencia en una forma equivocada. Le lee lo que a él le place, aquello que dará fuerza a sus opiniones e ideas, mientras que retiene luz esencial que no desea que ella escuche.
Él no respeta a su esposa, y les permite a sus hijos que le muestren falta de respeto. Como los hijos de Elí, a estos hijos se los deja crecer como quieren. No los restringe, y todo este descuido repercutirá poco a poco sobre él. Lo que el hermano B está ahora sembrando seguramente lo cosechará. En muchos respectos, la hermana B está más cerca del reino de los cielos que su esposo. Estos hijos ingobernables, desobedientes, a quienes no se ha educado para que ejerzan el dominio propio, plantarán espinas en los corazones de sus padres que ellos no podrán impedir; y luego en el juicio Dios llamará a cuenta a los padres por educar a los hijos en el mundo y por permitirles que crezcan indisciplinados, poco afectuosos y recibiendo poco cariño. Estos hijos no pueden ser salvos en el reino de los cielos sin un gran cambio en sus caracteres.
El hermano B trata de que su esposa crea como él cree, y quisiera que su esposa pensara que todo lo que él hace es correcto y que sabe más que cualquiera de los ministros y que es más sabio que todos los hombres. Se me mostró que en su sabiduría jactanciosa está tratando con los cuerpos de sus hijos como lo hace con el alma de su esposa. Ha estado siguiendo un curso de acción de acuerdo con su propia sabiduría, lo cual está arruinando la salud de su hija. Se jacta de que el veneno que ha introducido en el sistema de ella la mantiene viva. ¡Qué error! Debiera comprender cuánto mejor podría haber estado si él la hubiera dejado sola y no hubiese abusado de su naturaleza. Esta niña no puede tener nunca una constitución saludable porque sus huesos y la corriente sanguínea que está en sus venas han sido envenenados. La constitución destrozada de sus hijos y sus dolores penosos clamarán contra su sabiduría presumida, que es necedad.
Pero lo más deplorable de todo es que él, por decirlo así, ha dejado abierta de par en par la puerta de la perdición para que sus hijos entren y se pierdan. La naturaleza de sus hijos tendrá que cambiar, sus caracteres tendrán que ser transformados y hechos de nuevo, o no puede haber esperanza para ellos. ¿Pueden los ángeles mirar amorosamente a su familia, hermano B? ¿Pueden deleitarse en morar en su casa? El edificio es bueno, pero la casa no es lo que hace la felicidad interior. Aquellos que viven dentro de las paredes la convierten en un cielo o un infierno. Usted no respeta a la madre de sus hijos. Les permite que sean desobedientes e irrespetuosos.
Usted puede decir: "¿Por qué la hermana White me viene con esto? Yo no tengo fe en las visiones". Yo lo sabía desde antes que intentara escribirle, pero siento que ha llegado el tiempo de exponerle estas cosas. Debo decirle la verdad, porque espero enfrentar en el juicio lo que aquí he escrito imperfectamente. He esperado, confiando en que podría decirle algo que llegaría a su corazón y lo suavizaría por las palabras que he escrito aquí. Pero he perdido toda esperanza en esa dirección, porque usted se ha fortificado con una armadura tan impenetrable como el acero. Usted no aceptará nada que no satisfaga su mente. Se me mostró que habría sido mejor para la causa de la verdad presente si usted nunca hubiera abrazado la verdad del sábado. Su conciencia no es muy sensible; usted está cegado por el enemigo.
He renunciado a toda esperanza de hacer algo para la iglesia en _____ mientras usted sea una piedra de tropiezo para ellos. En un tiempo usted amó la verdad, y si hubiera seguido en la senda de la verdad y la santidad ahora sería un embajador para Cristo. Usted tendrá que rendir una cuenta terrible en el gran día de Dios por sus talentos que no han sido desarrollados. Usted tenía buenas aptitudes. Dios le prestó estos talentos para que los pusiera en buen uso, pero usted abusó de esos dones. Si hubiera usado del lado correcto la capacidad que Dios le había dado, habría hecho mucho en la ganancia de almas para Cristo, y vería en el reino de los cielos almas salvadas por su intermedio. Pero usted ha desparramado en vez de juntar con Cristo. Sus hermanos se han desanimado de tratar de levantarse y avanzar, porque usted, como una fuerza opositora, neutraliza lo bueno que ellos harían.
El corazón de Dios nunca ha anhelado salvar a sus hijos terrenales con un amor más profundo y una ternura más compasiva que ahora. Nunca hubo un tiempo cuando Dios estuviera más dispuesto y esperando para hacer más por su pueblo que ahora. Y él instruirá y salvará a todos los que eligen ser salvados en la manera que él ha establecido. Aquellos que son espirituales pueden discernir cosas espirituales y ver señales de la presencia y la obra de Dios en todas partes. Satanás, mediante su estrategia hábil y perversa, condujo a nuestros primeros padres fuera del Jardín del Edén, de su inocencia y pureza al pecado y una miseria indecible. No ha cesado de destruir; todas las fuerzas de las que puede disponer las emplea diligentemente en estos últimos días para lograr la ruina de las almas. Se apodera de todo recurso que puede usar para engañar, enredar y confundir al pueblo de Dios.
Lo ha usado a usted como su agente para diseminar oscuridad y confusión, y él descubre que usted trabaja admirablemente en sus manos. Usted es el instrumento preciso que él puede manejar en forma efectiva para herir, desanimar y derribar. Usted no siente entusiasmo para poner su hombro debajo de la carga con el pueblo de Dios; pero cuando ellos quieren avanzar, usted se arroja como una carga adicional para impedirles hacer lo que podrían a fin de avanzar en la dirección correcta. Satanás está trabajando con aquellos que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús. Existe en él el odio más amargo contra todos los que son leales a Dios y que obedecen sus mandamientos. Él no duerme; no disminuye su vigilancia ni por un momento. Ojalá los profesos seguidores de Dios fueran la mitad de sabios, diligentes y perseverantes en la obra de Dios como lo es Satanás en su obra.
Si usted, hermano B, hubiera continuado cuando puso primero su mano al arado, y no hubiese mirado atrás, ahora sería un mensajero de luz para llevar la verdad a aquellos que están en tinieblas. Pero Dios no podía usarlo para su gloria hasta que usted aprendiera a buscar consejo con sus hermanos y a no pensar que sabía todo lo que valía la pena saber. Satanás ha tenido éxito en impedir que usted haga el bien. Por un tiempo usted corrió bien, pero las tentaciones de Satanás lo vencieron. A usted le encantaba ser el primero y ser lisonjeado. A usted le encantaba el poder que da el dinero. Satanás comprende la debilidad de los hombres. Tiene el conocimiento que ha acumulado por siglos y posee experiencia en su trabajo. Su astucia y engaños están bien madurados, y demasiado a menudo tienen éxito porque el pueblo de Dios no es tan sabio como las serpientes.
Satanás aparece frecuentemente como un ángel de luz, ataviado con el uniforme del cielo; asume un aire amistoso, manifestando gran santidad de carácter y alta consideración por sus víctimas, las almas que se propone engañar y destruir. Yacen peligros en la senda que él invita a las almas a recorrer, pero tiene éxito en encubrirlos y presenta sólo las atracciones. El gran Capitán de nuestra salvación ha vencido en nuestro favor, para que a través de él podamos ser vencedores, si así lo queremos. Pero Cristo no salva a nadie en contra de su decisión; no obliga a nadie a obedecer. Hizo el sacrificio infinito para que podamos vencer en su nombre y para que su justicia nos sea imputada.
Pero a fin de ser salvado usted debe aceptar el yugo de Cristo y desechar el yugo que usted mismo ha modelado para su cuello. La victoria que Jesús ganó en el desierto es una garantía de la victoria que usted puede ganar mediante su nombre. Su única esperanza y salvación está en vencer como Cristo venció. La ira de Dios pende ahora sobre su persona. Usted ama las atracciones del mundo más que el tesoro celestial. La concupiscencia de los ojos y el orgullo de la vida lo han separado de Dios. Su confianza en su propio yo pobre, débil, defectuoso, debe ser quebrantada. Debe sentir su debilidad antes que pueda caer, con su carga, en las manos de Dios. El alma que confía plena y enteramente en Dios nunca será confundida.
Dios no desea que consultemos nuestra propia conveniencia para obedecerle. Cristo no se agradó a sí mismo cuando fue un hombre entre los hombres. Fue un hombre de dolores, experimentado en quebrantos. La Majestad del cielo no tuvo dónde reposar su cabeza, ningún lugar que pudiera reclamar como suyo. Se volvió pobre por causa nuestra, para que mediante él ciertamente pudiéramos ser enriquecidos. No hablemos de sacrificio, porque no sabemos qué es sacrificarse por la verdad. Hasta ahora apenas hemos levantado la cruz por la amada causa de Cristo. No busquemos un camino más fácil que la senda que nuestro Redentor recorrió antes de nosotros. ¡Cuán incompetente es usted, con toda su jactanciosa sabiduría, para ser su propio guía! ¡Cuán propenso es usted a seguir los dictados de una conciencia engañada, a andar en el camino del error, y a arrastrar a otros consigo!
Su temperamento natural es tal que le son muy difíciles la sumisión y la obediencia a los requerimientos de Dios. Su confianza propia ilimitada, sus prejuicios y sus sentimientos lo inducen fácilmente a escoger una senda equivocada. Cristo será su guía infalible si usted lo elige a él antes que a su propio juicio ciego. En su negocio usted no ha tenido sinceridad de propósito para la gloria de Dios. Ha enfrentado muchas perplejidades y dificultades, y si hubiera confiado en el verdadero Consejero en vez de confiar en su propio juicio, siempre habría sido guiado para superar sus perplejidades en sus transacciones comerciales.
Tiene ante usted una obra importante que nunca podrá llevar a cabo sin la ayuda especial de Dios. Usted es capaz de asegurarse el compañerismo de los ángeles y de ser un heredero de Dios, un coheredero con Jesucristo; y el hecho de que usted trabaje a fin de restringir la extensión de la esperanza y los deseos al alcance estrecho de sus propias conveniencias sería un error de toda la vida. Es un error terrible vivir sólo para este mundo. Usted mira hacia atrás y siente la condenación de su propio camino equivocado, y trata de justificarse encontrando faltas en otros. Cualquiera sea la trayectoria que otros puedan seguir, o lo equivocado que puedan estar, los errores de ellos nunca cubrirán una de sus faltas; y en el día del ajuste final de cuentas usted no se atreverá a mencionar esto ante Dios como un paliativo de su descuido del deber.
Dios se propone aceptarlo a usted como su hijo y convertirlo en un miembro de la familia real, un hijo del Rey celestial, bajo la condición de que usted salga del mundo y se separe y no toque ninguna cosa inmunda. El Monarca del cielo quiere que usted posea y disfrute todo lo que puede ennoblecer, expandir y exaltar su ser y capacitarlo para morar con él para siempre, midiendo su existencia con la vida de Dios. ¡Qué perspectivas encierra la vida venidera! ¡Qué encantos posee! ¡Cuán ancho y profundo e ilimitado es el amor de Dios manifestado al hombre! No hay palabras que puedan describir este amor; sobrepasa todo pensamiento e imaginación, pero es una realidad que usted debe aprender por experiencia; usted puede regocijarse en él con gozo indecible y lleno de gloria.
Con tales perspectivas ante usted, ¿cómo puede estrechar su mente al alcance de los pensamientos y las ocupaciones mundanales, buscando ganancias y renunciando a un punto tras otro de la verdad presente? Es deseable que usted retenga la verdad, los principios y la conciencia. El favor de Dios es mejor que casas de piata y oro. El gozo más profundo del corazón procede de la humillación más profunda. La confianza y sumisión a Dios producen fortaleza y nobleza de carácter. Las lágrimas no son siempre evidencia de debilidad. A fin de que usted construya un carácter que sea simétrico a la vista de un Dios puro y santo, debe comenzar en los fundamentos. El corazón debe quebrantarse ante Dios, y debe mostrarse verdadero arrepentimiento por el pecado, hasta que usted satisfaga las demandas de la verdad y el deber. Entonces tendrá verdadero respeto por sí mismo y verdadera confianza en Dios. Tendrá ternura de sentimientos. Todo ese espíritu jactancioso desaparecerá. En lugar de aspereza habrá una gran ternura combinada con firmeza de propósito para permanecer de parte de la verdad en todos los eventos. Entonces verá mucho en el mundo y en su propio corazón para hacerlo llorar.