Testimonios para la Iglesia, Tomo 5

Capítulo 3

Nuestro colegio

Existe el peligro de que nuestro colegio se desvíe de su propósito original. El propósito de Dios se ha dado a conocer, que nuestro pueblo tenga la oportunidad de estudiar las ciencias y al mismo tiempo aprender los requerimientos de su palabra. Se deben dar disertaciones bíblicas; el estudio de las Escrituras debe ocupar el primer lugar en nuestro sistema de educación.

Los estudiantes son enviados desde bien lejos para asistir a nuestro colegio de Battle Creek, precisamente para recibir instrucción por medio de las disertaciones sobre temas bíblicos. Pero desde hace uno o dos años, se han hecho esfuerzos por amoldar nuestro colegio a la semejanza de otros colegios. Cuando se hace esto, no podemos animar a los padres a que envíen a sus hijos al colegio de Battle Creek. Las influencias morales y religiosas no deben quedar relegadas a un segundo plano. En tiempos pasados, Dios ha obrado por medio de los esfuerzos de los profesores, y muchas almas, como resultado de su conexión con el colegio, se han dado cuenta de la verdad y la han aceptado regresando luego a sus hogares para vivir de ahí en adelante para Dios. Al ver que el estudio de la Biblia formaba parte de su educación, se vieron precisados a considerarlo como un asunto del mayor interés e importancia.

Se ha hecho muy poco caso de la educación de hombres jóvenes para el ministerio. Este fue el primer objetivo que se intentó lograr al establecerse el colegio. Bajo ninguna circunstancia debería esto pasarse por alto ni considerarse como un asunto de menor importancia. Sin embargo, desde hace varios años, sólo unos pocos han egresado de esa institución preparados para enseñar la verdad a otros. Algunos de los que ingresaron a gran costo, con miras al ministerio, han sido alentados por los maestros a seguir cursos que demorarían años en completar y, para poder llevar a cabo sus planes, han entrado en el campo del colportaje y abandonado toda idea de predicar. Esto es enteramente incorrecto. No nos quedan muchos años más para trabajar, por lo que profesores y rectores debieran estar llenos del Espíritu de Dios y trabajar en armonía con su voluntad en vez de realizar sus propios planes. Cada año perdemos mucho porque no acatamos lo que Dios ha dicho acerca de estas cosas.

Nuestro colegio ha sido establecido por Dios para suplir las necesidades cada vez mayores de estos tiempos de peligro y desmoralización. El estudio libresco solo no puede proporcionar la disciplina necesaria para los estudiantes. Ha de echarse un cimiento más sólido. El colegio no fue fundado para que lleve la estampa de la mente de un solo hombre. Los maestros y el rector deben trabajar juntos como hermanos. Deben consultarse entre sí, y también pedir el consejo de ministros y hombres responsables y, sobre todo, pedir sabiduría de lo alto, de manera que todas sus decisiones con respecto a la institución sean las que Dios apruebe.

No es el propósito de la institución impartir a los alumnos un mero conocimiento libresco. Dicha educación puede obtenerse en cualquier colegio del país. Se me ha mostrado que es el propósito de Satanás evitar que se logre el verdadero objetivo para el cual se fundó el colegio. Entorpecidos por sus artimañas, sus dirigentes razonan a la manera del mundo, copian sus planes e imitan sus costumbres. Pero al hacer esto, no están en armonía con el pensar del Espíritu de Dios.

Se necesita una educación más amplia, una que exija de los maestros y del rector un pensamiento y un esfuerzo de una calidad que la simple instrucción en las ciencias no puede requerir. El carácter ha de recibir la disciplina necesaria para que alcance su más elevado y noble desarrollo. En el colegio, los estudiantes deben recibir una preparación que los capacite para mantener una reputación virtuosa ante la sociedad, contraria a las influencias desmoralizadoras que corrompen a la juventud.

Sería recomendable que hubiera junto al colegio terreno para el cultivo y también talleres a cargo de hombres competentes para instruir a los alumnos en los diversos aspectos de la labor física. Se pierde mucho cuando se olvida unir el esfuerzo físico con el mental. Las horas de ocio de los estudiantes a menudo se emplean en placeres frívolos que minan las fuerzas físicas y mentales. Bajo el poder degradante de la complacencia sensual, o del entusiasmo prematuro o provocado por el noviazgo y el matrimonio, muchos estudiantes no alcanzan el nivel de desarrollo mental que de otra manera hubieran podido obtener.

A los jóvenes se les debiera inculcar a diario un sentido de obligación hacia Dios. Su ley es violada continuamente, aun por los hijos de padres religiosos. Algunos de estos jóvenes frecuentan lugares de disipación y como consecuencia, las facultades de la mente y el cuerpo quedan afectadas. Esta clase induce a otros a seguir su comportamiento perjudicial. De esta manera, mientras el rector y los maestros imparten instrucción en las ciencias, Satanás, con astucia infernal, trabaja con gran tesón para obtener el control de las mentes de los alumnos y conducirlos hacia la ruina.

Hablando en términos generales, la juventud tiene poca fuerza moral. Esto es el resultado de una educación descuidada durante la niñez. El conocimiento del carácter de Dios y de nuestros deberes hacia él no deben ser considerados como un asunto de poca importancia. La religión de la Biblia es la única salvaguardia para los jóvenes. La moralidad y la religión deben recibir atención especial en nuestras instituciones educativas.

La Biblia como libro de texto

Ningún otro estudio podrá ennoblecer los pensamientos, sentimientos y aspiraciones como el estudio de las Escrituras. Esta Sagrada Palabra es la voluntad de Dios revelada a los hombres. En ella podemos aprender lo que Dios espera de seres creados a su imagen. En ella aprendemos cómo mejorar la vida presente y cómo asegurarnos la vida futura. Ningún otro libro puede satisfacer los interrogantes de la mente y los anhelos del corazón. Al obtener conocimiento de la Palabra de Dios y al obedecerla, la gente podrá elevarse de las más abyectas profundidades de la ignorancia y degradación y convertirse en hijos de Dios, compañeros de ángeles sin pecado.

Un concepto claro de lo que Dios es, y lo que requiere que seamos, nos dará una opinión humilde de nosotros mismos. El que estudia correctamente la Sagrada Palabra aprenderá que el intelecto humano no es omnipotente; que sin el auxilio que nadie fuera de Dios puede darnos, la sabiduría y el poder humanos no son más que flaqueza e ignorancia.

La influencia educativa de la Biblia no tiene rival. Nada impartirá tanto vigor a todas las facultades como requerir que los estudiantes capten las estupendas verdades de la revelación. La mente gradualmente se adapta a los temas en los que se le permite concentrarse. Si se ocupa sólo de asuntos comunes, excluyendo los temas importantes y elevados, se empequeñece y debilita. Si nunca se le exige luchar con problemas difíciles o dilatarse para comprender verdades importantes, perderá, después de un tiempo, su capacidad de desarrollo.

La Biblia es la historia más abarcante e instructiva que los seres humanos poseen. Vino fresca de la fuente de verdad eterna, y una mano divina ha conservado su pureza a través de todas las edades. Sus resplandecientes rayos alcanzan a iluminar el pasado más remoto, donde la investigación humana procura en vano penetrar. Solamente en la Palabra de Dios encontramos una auténtica narrativa de la creación. En ella contemplamos el poder que asentó el cimiento de la tierra y desplegó los cielos. Sólo aquí podemos encontrar una historia de nuestra raza, libre de la mancha del prejuicio y orgullo humano.

En la Palabra de Dios la mente encuentra material para el pensamiento más profundo, las aspiraciones más elevadas. En ella nos podemos relacionar con patriarcas y profetas, y escuchar la voz del Eterno que habla con los hombres. En ella contemplamos cómo la Majestad celestial se humilló y se convirtió en nuestro sustituto y garantía para vérselas a solas con las potencias de las tinieblas y ganar la victoria en nuestro favor. Una meditación reverente sobre temas como éstos no podrá menos que ablandar, purificar y ennoblecer el corazón y, a la vez, impartir a la mente nuevo poder y vigor.

Si la moralidad y la religión han de morar en un colegio, ha de ser por medio del conocimiento de la palabra de Dios. Algunos aseveran que si se da un lugar prominente a la instrucción religiosa, nuestro colegio perderá su popularidad; que los que no son de nuestra fe no patrocinarán nuestro colegio. Bien, pues, dejad que se vayan a otros colegios donde encuentren un sistema de educación que les acomode. Nuestro colegio fue establecido, no sólo para enseñar las ciencias, sino con el fin de impartir instrucción acerca de los grandes principios de la palabra de Dios y de los deberes prácticos de la vida cotidiana.

Esta es la educación que tanto se necesita en el tiempo presente. Si la influencia mundana ha de reinar en nuestro colegio, entonces vendédselo a los mundanos y permitid que ellos asuman el control total; los que han invertido sus recursos en esa institución, establecerán otro colegio que se rija, no según el plan de las escuelas populares ni de acuerdo con los deseos del rector y los maestros, sino conforme al plan que Dios ha especificado.

En el nombre de mi Maestro, ruego a todos los que están en puestos de responsabilidad en ese colegio que sean hombres de Dios. ¿Cómo podemos apetecer la popularidad o procurar imitar las costumbres y prácticas del mundo, cuando Dios requiere que seamos distintos y peculiares? Es el propósito declarado de Dios tener un colegio en el país donde se le dé a la Biblia su debido lugar en la educación de la juventud. ¿No haremos nuestra parte para llevar a cabo ese propósito?

Tal vez nos parezca que la enseñanza de la Palabra de Dios tiene poco efecto sobre las mentes y los corazones de muchos estudiantes; pero, si el trabajo de los profesores ha sido hecho en el Señor, algunas lecciones de la verdad divina quedarán grabadas en la memoria de los más descuidados. El Espíritu Santo regará la semilla que se sembró, y a menudo brotará después de muchos días y llevará fruto para la gloria de Dios.

Constantemente, Satanás procura apartar de la Biblia la atención del pueblo. Las palabras de Dios a los hombres, que debieran recibir nuestra atención prioritaria, son despreciadas por las declaraciones de la sabiduría humana. ¡Cómo podrá Aquel que es infinito en poder y sabiduría soportar así la presunción e insolencia de los hombres!

Por intermedio de la prensa, se ponen al alcance de todo el mundo conocimientos de todas clases; y, sin embargo, cuántos hay en toda comunidad que son depravados en su moral y superficiales en sus logros mentales. Si la gente tan sólo se convirtiera a la lectura y el estudio de la Biblia, veríamos un estado de cosas diferente.

En una época como la nuestra en que abunda la iniquidad, y el carácter de Dios y su ley son considerados con desprecio, se debiera tener cuidado especial para enseñar a la juventud a estudiar, reverenciar y obedecer la voluntad divina como ha sido revelada al hombre. El temor de Dios se está desvaneciendo de la mente de nuestra juventud por causa del descuido del estudio de la Biblia.

El rector y el personal docente debieran tener una conexión vital con Dios y mantenerse con firmeza y valentía en pie como testigos suyos. Jamás permitáis que la cobardía o las costumbres del mundo os lleven a colocar la Palabra de Dios en un plano inferior. Al estudiarla, los alumnos se beneficiarán intelectualmente, como también moral y espiritualmente.

El propósito del colegio

Nuestro colegio ocupa hoy una posición que Dios no aprueba. Se me han mostrado los peligros que amenazan a esta importante institución. Si sus dirigentes procuran alcanzar la norma del mundo, si copian los planes y métodos de otros planteles, el reproche de Dios recaerá sobre él.

Ha llegado el momento cuando debo hablar resueltamente. El propósito de Dios para el establecimiento de nuestro colegio ha sido expresado claramente. Existe una demanda urgente de obreros en el campo evangélico. Hombres jóvenes que se proponen ingresar en el ministerio no pueden pasar muchos años adquiriendo una educación. Los profesores debieran haber comprendido la situación y adaptado su enseñanza a las necesidades de este grupo. A estos alumnos debió habérseles otorgado ventajas especiales para un estudio breve pero amplio de los ramos más necesarios que los capaciten para su trabajo. Pero se me ha mostrado que esto no se ha logrado.

El Hno. _____ pudo haber hecho un trabajo mejor que el que ha hecho en favor de los alumnos que se preparaban para el ministerio. Dios no está complacido con su proceder respecto a este asunto. No se ha adaptado a la situación. Hombres que con grandes sacrificios han dejado sus campos de labor para aprender en poco tiempo todo lo posible, no siempre han recibido la ayuda y el ánimo que debieron haber recibido. Hombres que han llegado a una edad madura, al mismo apogeo de su vida, y que tienen familia propia, han sido sometidos a pasar una vergüenza innecesaria. El mismo Hno. ___-__ es extremadamente sensible, pero no se da cuenta que también hay otros que pueden sentir el aguijón del ridículo, el sarcasmo o la censura tan agudamente como él. En esto él ha lastimado a sus hermanos y no ha agradado a Dios.

Los profesores dentro del colegio

Hay una labor que hacer en favor de cada profesor en nuestro colegio. Nadie está exento del egoísmo. Si el carácter moral y religioso de los maestros fuera lo que debe ser, se ejercería una mejor influencia sobre los alumnos. Los profesores no procuran individualmente hacer su trabajo con el único propósito de glorificar a Dios. En lugar de contemplar a Jesús e imitar su vida y carácter, se miran a sí mismos y apuntan demasiado hacia el logro de una norma humana. Ojalá que me fuera posible impresionar a cada profesor para que apreciara plenamente su responsabilidad por la influencia que ejerce sobre los jóvenes. Satanás es infatigable en sus esfuerzos para asegurarse el servicio de nuestra juventud. Con gran cautela tiende la red para los pies inexpertos. El pueblo de Dios debiera protegerse celosamente contra sus artimañas.

Dios es la personificación de la benevolencia, la misericordia y el amor. Los que verdaderamente están conectados con él no pueden estar en desavenencia unos con otros. La presencia del Espíritu engendra la armonía, el amor y la unidad en el corazón. Se ve lo contrario entre los hijos de Satanás. Su obra consiste en incitar la envidia, la contienda, y los celos. En el nombre de mi Maestro, pido a los que profesan ser seguidores de Cristo: ¿Qué fruto lleváis?

En el sistema de instrucción empleado en las "escuelas comunes" se descuida la parte más esencial de la educación, a saber, la religión de la Biblia. La educación no sólo afecta en gran medida la vida del estudiante en este mundo, sino que su influencia se extiende hasta la eternidad. ¡Cuán importante es, pues, que los profesores sean personas capaces de ejercer una influencia correcta! Deben ser hombres y mujeres de experiencia religiosa, que reciben a diario luz divina para impartirla a sus alumnos. Pero no se debe esperar que el profesor haga el trabajo de los padres. Entre muchos padres ha habido un temible descuido del deber. Al igual que Elí, dejan de ejercer la disciplina debida; y luego mandan a sus hijos indisciplinados al colegio para recibir la enseñanza que los padres debieron haberles dado en el hogar. A los profesores les toca una tarea que sólo unos pocos saben apreciar. Si logran reformar a los jóvenes descarriados, no reciben el crédito merecido. Si los jóvenes escogen la compañía de los que se inclinan al mal y proceden de mal en peor, entonces se censura a los profesores y se condena al colegio.

En muchos casos la censura justamente debe recaer sobre los padres. Fueron ellos los que tuvieron la oportunidad más favorable para controlar a sus hijos, mientras el espíritu de ellos era dócil y su mente y corazón fáciles de impresionar. Pero, por causa de la desidia de los padres, a los hijos se les permite seguir su propia voluntad hasta que se cauterizan en un mal proceder.

Que los padres estudien menos del mundo y más de Cristo; que se esfuercen menos por imitar las costumbres y modas del mundo y dediquen más tiempo y esfuerzo a amoldar las mentes y el carácter de sus hijos conforme al Modelo divino. Entonces podrán enviar a sus hijos e hijas fortalecidos por una moral pura y nobles propósitos, a que reciban una educación que los prepare para ocupar puestos de utilidad y confianza. Los maestros que son controlados por el amor y el temor de Dios podrán conducir a tales jóvenes aún más adelante y hacia arriba, preparándolos para que sean una bendición para el mundo y un honor para su Creador.

Vinculado con Dios, cada instructor ejercerá una influencia que conduzca a sus alumnos a estudiar la Palabra de Dios y a obedecer su ley. Guiará sus mentes hacia la contemplación de intereses eternos, abriendo ante ellos vastos campos para el pensamiento, temas grandiosos y ennoblecedores para cuya comprensión el intelecto más vigoroso podrá ejercitar todas sus fuerzas y todavía sentir que más allá queda una infinitud.

Los males del orgullo personal y de la independencia no santificada, que son los que más perjudican nuestra utilidad y que ocasionarán nuestra ruina si no los vencemos, nacen del egoísmo. "Consultaos los unos a los otros" es el mensaje que vez tras vez el ángel del Señor me ha repetido. Al influir sobre el criterio de un solo hombre, Satanás intenta controlar los asuntos para su propia conveniencia. Pudiera tener éxito en desviar las mentes de dos personas, pero, cuando varios se consultan entre sí, hay más seguridad. Cada plan se someterá a un escrutinio más cuidadoso; cada movimiento de progreso será más cuidadosamente estudiado. Así habrá menos peligro de hacer decisiones precipitadas y desatinadas que pudieran causar confusión, perplejidad y derrota. En la unión está la fuerza. En la división hay flaqueza y derrota. Dios está guiando a su pueblo y preparándolo para ser trasladado. ¿Estamos nosotros, los que tomamos parte en este trabajo, emplazados como centinelas para Dios? ¿Procuramos trabajar unidos? ¿Estamos dispuestos a ser siervos de todos? ¿Estamos siguiendo a nuestro gran Ejemplo?

Hermanos colaboradores, cada uno de nosotros está sembrando semillas en los campos de la vida. De tal semilla, tal cosecha. Si sembramos la desconfianza, la envidia, los celos, el amor propio, la amargura de pensamiento y de sentimiento, segaremos amargura para nuestras propias almas. Si manifestamos bondad, amor, una tierna apreciación por los sentimientos de los demás, recibiremos lo mismo de vuelta.

El profesor que es severo, criticador, dominante, que no hace caso de los sentimientos de los demás, debe esperar que el mismo espíritu se manifieste hacia él. Aquel que desea conservar su dignidad y respeto propios debe cuidarse de no herir indebidamente el respeto propio de los demás. Esta regla debe ser religiosamente observada en la relación con los alumnos más torpes, más jóvenes y más errantes. No sabéis lo que Dios va a hacer con estos jóvenes aparentemente apáticos. En el pasado él ha aceptado a personas poco prometedoras y sin atractivo para que hicieran una gran obra para él. Su Espíritu, obrando en sus corazones, ha despertado y puesto en vigorosa acción todas sus facultades. El Señor vio en esas toscas piedras sin labrar un precioso material que pasaría la prueba de la tormenta, el calor y la presión. Dios no ve como el hombre. No juzga por la apariencia, sino que escudriña los corazones y juzga rectamente.

El maestro debería en todo momento comportarse como un caballero cristiano. Siempre ha de mantener la actitud de amigo y consejero hacia sus alumnos. Si nuestro pueblo entero --maestros, ministros y miembros laicos--, cultivara el espíritu de la cortesía cristiana, tendría acceso mucho más fácil a los corazones de la gente; muchas personas más se verían inducidas a examinar y a recibir la verdad. Cuando los profesores se olviden de sí mismos y sientan un profundo interés por el éxito y la prosperidad de sus alumnos, dándose cuenta de que son propiedad de Dios y que ellos tienen que rendir cuenta por su influencia sobre sus mentes y carácter, entonces tendremos un colegio en el que los ángeles permanecerán con placer. Jesús mirará con aprobación la labor de los maestros y colmará de su gracia el corazón de los alumnos.

Nuestro Colegio de Battle Creek es un lugar donde los miembros más jóvenes de la familia del Señor han de ser preparados conforme al plan de crecimiento y desarrollo de Dios. Que se les inculque la idea de que han sido creados a la imagen del Hacedor y que Cristo es el modelo que han de seguir. Nuestros hermanos permiten que sus mentes se encaminen hacia un blanco demasiado bajo y estrecho. No mantienen siempre a la vista el plan divino, sino que fijan sus ojos sobre modelos mundanos. Mirad hacia arriba adonde Cristo está sentado a la diestra de Dios, y luego trabajad para que vuestros alumnos se conformen a ese carácter perfecto.

Si rebajáis las normas para aseguraros de la popularidad y el aumento en número, y luego os regocijáis por este incremento, manifestáis una gran ceguera. Si los Números fueran evidencia del éxito, Satanás podría reclamar la preeminencia, porque en este mundo sus seguidores constituyen la mayoría. Es el grado de fuerza moral que infiltra el colegio lo que constituye una prueba de su prosperidad. Es la virtud, la inteligencia y la devoción de la gente que integra nuestras iglesias, y no sus Números, lo que debiera ser causa de gozo y de gratitud.

Sin la influencia de la gracia divina, la educación no resultará ventajosa; el aprendiz se hace orgulloso, vano e intolerante. Pero aquella educación que se recibe bajo la influencia ennoblecedora y refinadora del Gran Maestro, le dará al hombre un valor moral más elevado ante la vista de Dios. Lo capacitará para subyugar el orgullo y la pasión y para andar humildemente ante Dios, como si dependiera de él para cada aptitud, cada oportunidad y cada privilegio.

Me dirijo a los obreros de nuestro colegio: Debéis no solamente profesar que sois cristianos, sino que habéis de ejemplificar el carácter de Cristo. Que la sabiduría de lo alto colme toda vuestra instrucción. En un mundo de tinieblas y de corrupción, que se vea que el espíritu que os mueve a la acción es de lo alto, y no de abajo. Al depender enteramente de vuestra propia fuerza y sabiduría, vuestros mejores esfuerzos lograrán poco. Si os impulsa el amor de Dios y su ley es vuestro fundamento, vuestra labor perdurará. Al ser consumida la paja, la leña y el rastrojo, vuestra labor pasará la prueba. Los jóvenes que han sido puestos bajo vuestro cuidado los veréis otra vez en torno al gran trono blanco. Si permitís que vuestros modales y temperamentos descontrolados os dominen y dejáis de ejercer sobre estos jóvenes una influencia que sea para su bien eterno, tendréis que hacer frente a las graves consecuencias en aquel día. Por medio del conocimiento de la ley divina, y la obediencia a sus preceptos, los hombres pueden convertirse en hijos de Dios. Si violan esa ley, se convierten en servidores de Satanás. Por un lado pueden ascender a cualquier altura de excelencia moral, o por otro descender a cualquier profundidad de iniquidad y degradación. Los obreros de nuestro colegio deben manifestar un celo y un empeño proporcionales al valor del premio que está en juego --las almas de los alumnos, la aprobación de Dios, la vida eterna, y los deleites de los redimidos.

Como colaboradores de Cristo, con tantas oportunidades favorables para impartir el conocimiento de Dios, nuestros profesores deben obrar como quienes han sido inspirados de lo alto. Los corazones de la juventud no están endurecidos, ni sus ideas y opiniones estereotipadas, como lo están los adultos. Pueden ser ganados para Cristo por vuestro comportamiento piadoso, vuestra devoción y vuestra imitación de Cristo. Sería mucho mejor no sobrecargarlos tanto con el estudio de las ciencias y darles más tiempo para sus deberes religiosos. En esto se ha cometido un grave error.

Se ha perdido de vista el propósito de Dios al traer a la existencia nuestro colegio. Hasta ahora, los ministros del Evangelio han mostrado su falta de sabiduría de lo alto al vincular un elemento mundano con el colegio; se han unido a los enemigos de Dios y de la verdad al proveer diversiones para los estudiantes. Al descarriar de esta manera a la juventud, han hecho una obra en favor de Satanás. Esa obra, con todos sus resultados, la tendrán que enfrentar otra vez ante el tribunal de Dios. Los que siguen ese camino muestran que no se puede confiar en ellos. Después de hecha la mala obra, podrán confesar su error; ¿pero acaso podrán con la misma facilidad retraer la influencia que han ejercido? ¿Se pronunciará el "bien hecho" sobre aquellos que han faltado a su cometido? Estos hombres infieles no han edificado sobre la Roca eterna. Su fundamento resultará ser arena movediza. "¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios". (Santiago 4:4)

No se puede poner límite a nuestra influencia. Un solo acto de descuido puede ocasionar la ruina de muchas almas. El comportamiento de cada obrero en nuestro colegio está causando impresiones en las mentes de los jóvenes, las cuales son llevadas y reproducidas en otros. Que sea el objetivo de cada maestro preparar a todo joven bajo su cuidado para que sea una bendición para el mundo. Este propósito no se debiera perder de vista jamás. Hay algunos que profesan estar trabajando por Cristo, pero de vez en cuando se pasan al lado de Satanás para hacer su obra. ¿Puede el Salvador declarar que son siervos buenos y fieles? ¿Son ellos como atalayas que dan a la trompeta un sonido claro?

En el juicio se pagará a todo hombre conforme a las obras hechas en la carne, sean buenas o malas. Nuestro Salvador nos implora: "Velad y orad, para que no entréis en tentación". (Mateo 26:41) Si encaramos dificultades y con el poder de Cristo las vencemos; si encaramos enemigos y con el poder de Cristo los hacemos huir; si aceptamos responsabilidades y con el poder de Cristo las cumplimos fielmente, estamos adquiriendo una preciosa experiencia. Aprendemos, como no lo hubiéramos podido aprender de ninguna otra manera, que nuestro Salvador es un pronto auxilio en las tribulaciones.

Hay una gran obra que hacer en nuestro colegio, una obra que requiere la cooperación de todo maestro; y no agrada a Dios que uno desanime al otro. Pero casi todos parecen olvidar que Satanás es el acusador de los hermanos, y se unen con el enemigo en su obra. Mientras los cristianos profesos riñen, Satanás tiende sus redes para los pies inexpertos de niños y jóvenes. Aquellos que han tenido una experiencia religiosa deben procurar proteger a los jóvenes contra sus artificios. No deben jamás olvidar que en un tiempo ellos mismos estaban embelesados por los placeres pecaminosos. Necesitamos la misericordia y paciencia de Dios a cada hora, y cuán indecoroso es que nosotros nos mostremos impacientes por los errores de la juventud inexperta. Mientras Dios los soporte, ¿nos atrevemos nosotros, pecadores como ellos, a desecharlos?

Debemos siempre considerar que la juventud fue comprada por la sangre de Jesús. Como tales, merecen nuestro amor, paciencia y simpatía. Si hemos de seguir a Jesús, no podemos limitar nuestro interés y afecto a nosotros mismos y a nuestras familias; no podemos dar nuestro tiempo y atención a los asuntos temporales y olvidar los intereses eternos de aquellos que nos rodean. Se me ha mostrado que es resultado de nuestro propio egoísmo que no haya cien hombres jóvenes donde ahora hay sólo uno empeñado con abnegación en la obra de salvar al prójimo. "Que os améis los unos a los otros; como yo os he amado" (Juan 13:34), es el mandato de Jesús. Contemplad su abnegación; mirad cuál amor nos ha dado; y luego procurad imitar al Modelo.

Ha habido muchas cosas que han desagradado a Dios en los hombres y mujeres jóvenes que han actuado como profesores de nuestro colegio. Habéis estado tan ensimismados y tan desprovistos de espiritualidad, que no podéis conducir a la juventud hacia la santidad y hacia el cielo. Muchos han regresado a sus hogares más empecinados en su impenitencia debido a vuestra falta de amor por Dios y por Cristo. Al andar sin el espíritu de Cristo, habéis fomentado la irreligiosidad, la liviandad, y la falta de bondad en el sentido que vosotros mismos habéis albergado estos males. No os dais cuenta del resultado de este comportamiento: se pierden las almas que pudieron haber sido salvas.

Muchos manifiestan fuertes sentimientos contra el Hno _____--Lo acusan de falta de bondad, de dureza y severidad. Pero algunos de entre los mismos que lo quieren condenar, no son menos culpables. "El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra" (Juan 8:7) El Hno _____ no siempre ha procedido con sabiduría, y ha sido difícil convencerlo del punto donde no ha seguido el camino apropiado. No ha estado muy dispuesto a recibir consejo ni a modificar sus métodos de enseñanza y su manera de tratar a sus alumnos, como pudo haberlo estado. Pero aquellos que le condenarían por causa de sus defectos, podrían a su vez también ser ellos mismos condenados. Todo hombre tiene sus defectos de carácter particulares. Uno puede estar libre de la debilidad que ve en su hermano, pero a la vez puede tener faltas que son más gravosas ante la vista de Dios.

Esta crítica mutua insensata es totalmente satánica. Se me mostró que el Hno. _____ merece respeto por el bien que ha hecho. Trátesele con ternura. El ha hecho el trabajo que debió haber sido repartido entre tres hombres. Calculen los que con tanta insistencia le buscan faltas cuánto han hecho ellos en comparación con él. El se afanó cuando otros buscaban el reposo y el placer. Está gastado; Dios quisiera que por un tiempo se aliviase de algunas de las cargas que tiene de más. Tiene tantas cosas a que dedicar su tiempo y atención, que no puede hacerle justicia a ninguna de ellas.

El Hno._____ no debe permitir que su espíritu combativo se subleve y lo lleve a la justificación propia. Ha dado lugar al descontento. Esto el Señor lo ha presentado ante él por medio de un testimonio.

No se estimule la crítica entre los alumnos. Este espíritu de queja se acrecentará si se alienta, y los alumnos se sentirán libres para criticar a los profesores que no son de su agrado, y el espíritu de descontento y de contienda aumentará rápidamente. Esto se debe desaprobar hasta que se extinga. ¿No ha de corregirse este mal? ¿No pondrán a un lado los maestros su anhelo de supremacía? ¿No trabajarán con humildad, amor y armonía? El tiempo lo dirá.

Nota:

  1. Mensaje leído en College Hall, diciembre de 1881, ante delegados de la Asociación, y de obreros dirigentes de la casa editora Review and Herald, del Sanatorio y del Colegio de Battle Creek.