Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

Capítulo 27

Sostened la obra médica

Cooranbong, Australia,
1 de febrero de 1899

Me dirijo a los que ocupan puestos importantes en la Asociación General y también a los que trabajan en el ramo médico, Se me ha encargado que me dirija también a la iglesia de Battle Creek, y a todas las demás iglesias nuestras.

Se me han dado instrucciones de decir, con relación a la obra médica misionera, que existe el peligro de que ella predomine. Pero lo que yo diga sobre este punto no debe interpretarse en ningún sentido como que se les está dando razón a los que se mantienen indiferentes a dicha obra. Hay muchos que no han favorecido esta obra. Deben ahora tener mucho cuidado de cómo hablan de ella porque no están bien informados acerca de este asunto y no han andado en la luz. No importa cuál sea el puesto que ocupen dentro de la obra de Dios, deben tener mucho cuidado de no expresar sentimientos que desanimen e impidan a nuestras asociaciones afirmar esta obra. La opinión que algunos han sostenido con respecto a la obra médica misionera hace imposible que sus palabras sobre este asunto tengan ningún peso. Son personas de corto entendimiento y de mal criterio.

Cada uno de los ramos de la obra es necesario, pero todos han de estar bajo la supervisión de Dios. La obra médica misionera debe ser para la causa de Dios lo que es la mano derecha para el cuerpo. No sería propio que todo el vigor del cuerpo pasara a la mano derecha, ni tampoco sería correcto que toda la fuerza de la causa de Dios fuera empleada en la obra médica misionera. Hay que mantener el ministerio de la palabra, y tiene que haber unión, perfecta unidad, en la obra de Dios. Los que no han sentido interés por la obra médica misionera no están tratando a la mano derecha con respeto. Que todos ellos cambien de actitud respecto a esta obra. Que hablen lo menos posible hasta tener un parecer correcto en cuanto a ella. El silencio es elocuencia cuando la mente no está santificada y, por lo tanto, no puede discernir las cosas espirituales.

Es necesario ser precavidos

Actualmente tenemos gran necesidad de ser precavidos. "Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal". (Romanos 16:17-19)

"Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer" (1 Corintios 1:10). Esta es la voluntad de Dios respecto a nosotros. ¿La obedeceremos? "Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios". (Vers. 18-24)

¡Qué cambio se vería si todos los que ocupan puestos importantes se dieran cuenta de que están trabajando bajo el ojo escrutador de Dios! Lo que se necesita ahora es la obra franca del Espíritu de Dios sobre la mente y el corazón. Faltando esto, nuestros esfuerzos serán infructíferos. Cuando el Espíritu nos amolde y nos forje, nuestras palabras y hechos expresarán una gratitud profunda.

La importancia de la obra médica misionera

Hace gran falta un aumento de conocimiento en todos los ramos de la reforma pro salud. Los que han tenido el privilegio de oír la verdad han de darle a la trompeta un sonido certero al proclamar el mensaje del tercer ángel. Han de emprenderse líneas de trabajo especiales, como, por ejemplo, la obra médica misionera. Esta obra deberá llevarse a cabo en relación con el mensaje evangélico para este tiempo. Una labor médica misionera genuina es el evangelio puesto en práctica. Los que no entienden la responsabilidad de realizar esta obra no debieran sentirse autorizados para manejar ninguno de sus aspectos hasta saber la razón por la cual se lleva a cabo.

Declaro resueltamente que el Señor ha provisto grandes beneficios por medio de la obra médica misionera, y que ha usado al médico principal como su agente designado. No todo dentro de la obra médica misionera ha marchado perfectamente. Se han inmiscuido con ella muchos asuntos que han afectado adversamente su carácter sagrado. Pero el Señor tomará cargo de su causa, y se asegurará de que este ramo no se desarrolle desproporcionadamente. La obra no se echará a perder si la iglesia se levanta y resplandece, haciendo evidente que ha venido su luz y que la gloria de Jehová ha nacido sobre ella.

Los obreros médicos misioneros deben estar purificados, santificados y ennoblecidos. Han de alcanzar el punto máximo de la excelencia. Han de ser amoldados y forjados a la semejanza divina. Entonces verán que la reforma prosalud y la obra médica misionera deben unirse con la predicación del evangelio.

La razón por la cual los miembros de iglesia no entienden este ramo de la obra es porque no están siguiendo la luz ni andando paso a paso tras su gran Jefe. La obra médica misionera proviene de Dios y lleva su estampa. Por lo tanto, quítele el hombre las manos de encima y deje de pretender manejarla conforme a sus propias ideas.

Nuestro mensaje es mundial. Y aunque los recursos no deben ser empleados en una sola rama del trabajo, impidiendo que el evangelio sea llevado a nuevos campos, no se debe permitir que la obra médica misionera sea desacreditada en manera alguna. El mundo es un gran lazareto corrompido por sus habitantes, y la miseria es universal. El Señor le ha dado a nuestro médico principal una obra que hacer con el propósito de ayudar a preparar a un pueblo para que esté en pie en el gran día de Dios. Pero él ha de trabajar bajo la supervisión de Dios. Algunos aspectos de su labor necesitan acoplarse y ajustarse más de cerca a los principios del Obrero jefe.

La causa de la escasez en la iglesia

Todo aquel que acepte tomar parte en la obra para este tiempo debería sentir la solemne responsabilidad que descansa sobre sus hombros. Estamos trabajando para la eternidad. Si comemos el pan que descendió del cielo, seremos semejantes a Cristo en espíritu y en carácter. Estamos viviendo en una era cuando no debe existir el ocio espiritual. Toda alma debe estar llena de la corriente de vida celestial. A menudo surge la pregunta: "¿Cuál es la causa de la escasez de poder espiritual dentro de la iglesia? La respuesta ha sido dada: "Los miembros permiten que sus mentes se aparten de la palabra de Dios". Físicamente, somos lo que comemos: y de igual manera, la naturaleza de nuestra espiritualidad la determina el alimento que le proveemos a la mente. Hemos de darle a la mente y al corazón la nutrición apropiada comiendo la carne y bebiendo la sangre del Hijo de Dios.

Cristo declara: "De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna... Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo... El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne, y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí". (Juan 6:47-57)

Debemos permanecer en Cristo, y Cristo en nosotros "por que nosotros somos colaboradores de Dios". (1 Corintios 3:9) La labor del cristiano es individual. Que los obreros de Dios se dejen de buscar faltas, lo cual es pecado. Que procuren mejorarse ellos mismos de la misma manera cómo piensan que otros deben mejorar. Es su prerrogativa vivir en Cristo al comer el pan de vida. Los que así lo hagan, disfrutarán de una experiencia saludable de crecimiento, y la justicia de Dios irá enfrente de ellos mientras hacen la obra estipulada en el capítulo cincuenta y ocho de Isaías.

Cada cual con su trabajo

A cada renglón de la obra de Dios ha de dársele el debido reconocimiento. "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo..." (Efesios 4:11, 12) Este pasaje de las Escrituras demuestra que se necesitan diferentes clases de obreros, diferentes instrumentos. A nadie se le exige hacer la obra de otro aunque no esté capacitado para hacerla. Un hombre pensará que el puesto que ocupa le da autoridad para dictarles a otros obreros lo que deben hacer, pero la cosa no es así. Como desconoce la obra de ellos, ensancharía donde debiera reducir, y reduciría donde debiera ensanchar, debido a que está limitado a ver solamente la porción de la viña en la cual trabaja.

Vivid para Dios. Haced la enseñanza del Salvador parte de vuestra vida. Una luz clara y brillante iluminará vuestro camino. Recibiréis la unción de lo alto y seréis protegidos de cometer graves errores. No os concentréis de tal manera en la obra que estáis haciendo en un rincón de la viña del Señor que no podáis apreciar la obra que otros hacen en otras porciones de la misma. Es posible que ellos estén fielmente cultivando sus talentos para devolverlos a Dios en doble medida. Que cada hombre atienda bien su trabajo, asegurándose de que esté cabalmente hecho, sin mancha ni arruga que dañen su perfección. Entonces, dejad que Dios sea el que diga: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor". (Mateo 25:23)