Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

Capítulo 43

Un Dios Personal

El gran poder que obra por la naturaleza y sostiene todas las cosas, no es, como lo representan algunos hombres de ciencia, simplemente un principio que lo compenetra todo, una energía que actúa. Dios es espíritu; sin embargo, es un Ser personal, pues el hombre fue hecho a su imagen.

La naturaleza no es Dios

La obra de Dios en la naturaleza no es Dios mismo en la naturaleza. Las cosas de la naturaleza son una expresión del carácter de Dios; por ellas podemos comprender su amor, su poder, y su gloria; pero no hemos de considerar a la naturaleza como Dios. La habilidad artística de los seres humanos produce obras muy hermosas, cosas que deleitan el ojo, y estas cosas nos dan cierta idea del que las diseñó; pero la cosa hecha no es el hombre. No es la obra, sino el artífice el que debe ser tenido por digno de honra, De igual manera, aunque la naturaleza es una expresión del pensamiento de Dios, ella no es lo que debe ser ensalzado, sino el Dios de la naturaleza.

"Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos." "No es así la porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad; Jehová de los ejércitos es su nombre". "El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría". (Jeremías 10:11, 16, 12)

"Buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre..." (Amós 5:8)

Un Dios personal creó al hombre

En la creación del hombre se manifestó la intervención de un Dios personal. Cuando hizo al hombre a su imagen, el cuerpo humano era perfecto en todos sus detalles, pero sin vida. Entonces ese Dios personal, existente de por sí, sopló en ese cuerpo el aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser vivo e inteligente que respiraba. Todas las partes del organismo humano entraron en acción. El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, los sentidos, las percepciones de la mente, todo inició su funcionamiento y todo fue puesto bajo ley. El hombre llegó a ser un alma viviente. Por Jesucristo un Dios personal creó al hombre y lo dotó de inteligencia y poder.

Nuestra sustancia no le era oculta cuando fuimos hechos en secreto. Sus ojos vieron nuestra sustancia, aunque imperfecta, y en su libro todos nuestros miembros fueron escritos, aun cuando no existía ninguno de ellos.

Dios quiso que el hombre, por sobre todos los seres de orden inferior, como obra culminante de su creación expresara su pensamiento y revelase su gloria. Pero el hombre no ha de exaltarse como Dios.

"Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
Servid a Jehová con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
Reconoced que Jehová es Dios;
Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre".
(Salmos 100:1-4)

"Exaltad a Jehová nuestro Dios,
y postraos ante su santo monte,
Porque Jehová nuestro Dios es santo".
(Salmos 99:9)
Dios revelado en Cristo

Como ser personal, Dios se ha revelado en su Hijo. Jesús, el resplandor de la gloria del Padre, "y la imagen misma de su sustancia" (Hebreos 1:3), vino a esta tierra en forma de hombre. Como Salvador personal, vino al mundo. Como Salvador personal, ascendió al cielo. Como Salvador personal, intercede en los atrios celestiales. Ante el trono de Dios ministra en nuestro favor como "uno semejante al Hijo del Hombre". (Apocalipsis 1:13)

Como la luz del mundo, veló el esplendor deslumbrante de su divinidad, y vino a vivir como hombre entre los hombres, a fin de que ellos pudieran conocer a su Creador sin ser consumidos. Ningún hombre vio jamás a Dios, excepto en la medida en que se reveló mediante Cristo.

"Yo y el Padre uno somos", declaró Cristo (Juan 10:30). "Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar". (Mateo 11:27)

Cristo vino para enseñar a los seres humanos lo que Dios desea que conozcan. En los cielos, en la tierra, en las anchurosas aguas del océano, vemos la obra de Dios. Todas las cosas creadas testifican acerca de su poder, su sabiduría y su amor. Pero ni de las estrellas, ni del océano, ni de las cataratas podemos aprender lo referente a la personalidad de Dios como se ha revelado en Cristo.

Dios vio que se necesitaba una revelación más clara que la de la naturaleza para presentarnos su personalidad y su carácter. Envió a su Hijo al mundo para revelar, hasta donde podía soportarlo la vista humana, la naturaleza y los atributos del Dios invisible.

Si Dios hubiera deseado que se le representara como morando personalmente en las cosas de la naturaleza, en la flor, el árbol, la brizna de hierba, ¿no habría hablado Cristo de esto a sus discípulos cuando estaba en la tierra? Pero nunca se habló así de Dios en las enseñanzas de Cristo. Cristo y los apóstoles enseñaron claramente la verdad de que existe un Dios personal.

Cristo reveló todo lo que de Dios podían soportar los seres humanos pecaminosos sin ser destruidos. Él es el Maestro divino, el Iluminador. Si Dios hubiera considerado que necesitábamos otras revelaciones que las hechas por Cristo y las que hay en la Palabra escrita, las habría dado.

Cristo reveló a Dios ante los discípulos

Estudiemos las palabras que Cristo pronunció en el aposento alto, la noche anterior a su crucifixión. Se acercaba su hora de prueba y procuraba consolar a sus discípulos, que iban a ser gravemente tentados y probados.

"No se turbe vuestro corazón --les dijo--, creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros...

"Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.

"Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras". (Juan 14:8-10)

Los discípulos no comprendían aún las palabras de Cristo concernientes a su relación con Dios. Gran parte de su enseñanza resultaba todavía oscura. Habían hecho muchas preguntas que revelaban su ignorancia acerca de la relación que Dios tenía con ellos y acerca de sus intereses presentes y futuros. Cristo deseaba que tuvieran un conocimiento más claro y distinto de Dios.

"Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre". (Juan 16:25)

Cuando en el día de Pentecostés el Espíritu Santo se derramó sobre los discípulos, comprendieron ellos las verdades que Cristo había expresado en parábolas. Les resultaron claras las enseñanzas que habían sido misterios para ellos. La comprensión que obtuvieron del derramamiento del Espíritu Santo los avergonzó de sus teorías fantásticas. Sus suposiciones e interpretaciones eran insensatez cuando se comparaban con el conocimiento de las cosas celestiales que recibieron entonces. Eran guiados por el Espíritu Santo, y la luz resplandecía en su entendimiento que antes estaba oscurecido.

Pero los discípulos no habían recibido el cumplimiento total de la promesa de Cristo. Recibieron todo el conocimiento de Dios que podían soportar, pero todavía había de llegar el cumplimiento total de la promesa que les había hecho Cristo de que les mostraría claramente el Padre. Así es hoy. Nuestro conocimiento de Dios es parcial e imperfecto. Cuando termine el conflicto y el Hombre Cristo Jesús reconozca ante el Padre a sus obreros fieles que en este mundo de pecado testificaron fielmente por él, comprenderán claramente las cosas que son ahora misterios para ellos.

Cristo llevó consigo a los atrios celestiales su humanidad glorificada. A los que le reciban, les da poder para llegar a ser hijos de Dios, para que al fin Dios pueda recibirlos como suyos, para que moren con él a través de toda la eternidad. Si durante esta vida son leales a Dios, al fin "verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes". (Apocalipsis 22:4) ¿Qué es la felicidad del Cielo si no es ver a Dios? Qué mayor gozo puede obtener el pecador salvado por la gracia de Cristo que el de mirar el rostro de Dios y conocerle como Padre?

El testimonio de las escrituras

Las Escrituras indican claramente la relación que hay entre Dios y Cristo, y hacen resaltar muy claramente la personalidad individual de cada uno.

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo?" (Hebreos 1:1-5)

Dios es Padre de Cristo; Cristo es el Hijo de Dios. A Cristo ha sido dada una posición exaltada. Ha sido hecho igual al Padre. Todos los consejos de Dios están abiertos para su Hijo.

Jesús dijo a los judíos: "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis". (Juan 5:17-20)

Aquí se recalca otra vez la personalidad del Padre y la del Hijo, y se demuestra la unidad que existe entre ellos.

Esta unidad se expresa también en el capítulo 17 de Juan, en la oración de Cristo por sus discípulos:

"Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste". (Juan 17:23-25)

¡Admirable declaración! La unidad que existe entre Cristo y sus discípulos no destruye la personalidad de ninguna de las partes. Son uno en propósito, en mente, en carácter, pero no en persona. Así es como Dios y Cristo son uno.

La relación entre el Padre y el Hijo, y la personalidad de ambos, se hacen claras en esta escritura también:

"Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos". (Zacarías 6:12, 13)

"El Dios eterno"

En la Palabra, se habla de Dios como "Dios eterno". Esta apelación abarca el pasado, el presente y el futuro. Dios es desde la eternidad hasta la eternidad. Es el Eterno.
"El Eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos;
Él echó de delante de ti al enemigo,
Y dijo: Destruye.
E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola
En la tierra de grano y de vino;
También sus cielos destilarán rocío.
Bienaventurado tú, oh Israel.
¿Quién como tú, pueblo salvo por Jehová,
Escudo de tu socorro,
Y espada de tu triunfo?".
(Deuteronomio 33:27-30)

"Antes que naciesen los montes
Y formases la tierra y el mundo,
Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,
Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.
Porque mil años delante de tus ojos
Son como el día de ayer, que pasó,
Y como una de las vigilias de la noche.
Los arrebatas como con torrente de aguas: son como sueño,
Como la hierba que crece en la mañana
En la mañana florece y crece;
A la tarde es cortada, y se seca".
(Salmos 90:2-6)

"Enséñanos de tal modo a contar nuestros días
Que traigamos al corazón sabiduría...
De mañana sácianos de tu misericordia,
Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
Alégranos conforme a los días que nos afligiste,
Y los años en que vimos el mal.
Aparezca en tus siervos tu obra,
Y tu gloria sobre sus hijos.
Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,
Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;
Sí, la obra de nuestras manos confirma".
(Salmos 90:12, 14-17)

"Jehová reina; se vistió de magnificencia;
Jehová se vistió, se ciñó de poder.
Afirmó también el mundo, y no se moverá.
Firme es tu trono desde entonces;
Tú eres eternamente".
(Salmos 93:1, 2)
Su fidelidad
"Porque recta es la palabra de Jehová,
y toda su obra es hecha con fidelidad.
Él ama justicia y juicio;
De la misericordia de Jehová está llena la tierra".
"Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová,
el pueblo que él escogió como heredad para sí".
"He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen,
Sobre los que esperan en su misericordia,
Para librar sus almas de la muerte,
Y para darles vida en tiempo de hambre.
Nuestra alma espera a Jehová;
Nuestra ayuda y nuestro escudo es él.
Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón,
Porque en su santo nombre hemos confiado".
(Salmos 33:4, 5, 12, 18-21)

"Busqué a Jehová, y él me oyó,
Y me libró de todos mis temores.
Los que miraron a él fueron alumbrados,
Y sus rostros no fueron avergonzados.
Este pobre clamó, y le oyó Jehová,
Y lo libró de todas sus angustias.
El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen
Y los defiende.
Gustad, y ved que es bueno Jehová;
Dichoso el hombre que confía en él.
Temed a Jehová, vosotros sus santos,
Pues nada falta a los que le temen.
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
Pero los que buscan a Jehová
no tendrán falta de ningún bien".
"Claman los justos, y Jehová oye,
Y los libra de todas sus angustias.
Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
Y salva a los contritos de espíritu".
"Jehová redime el alma de sus siervos,
Y no serán condenados cuantos en él confían".
(Salmos 34:4-10, 17, 18)

* * * * *

"Misericordioso y clemente es Jehová;
Lento para la ira, y grande en misericordia.
No contenderá para siempre,
Ni para siempre guardará el enojo.
No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,
Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
Cuanto está lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
Como el padre se compadece de los hijos,
Se compadece Jehová de los que le temen.
Porque él conoce nuestra condición;
Se acuerda de que somos polvo.
El hombre, como la hierba son sus días;
Florece como la flor del campo,
Que pasó el viento por ella, y pereció.
Y su lugar no la conocerá más.
Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad
y hasta la eternidad sobre los que le temen,
Y su justicia sobre los hijos de los hijos;
Sobre los que guardan su pacto,
Y los que se acuerdan de sus mandamientos
para ponerlos por obra".
(Salmos 103:8-18)
Su cuidado providencial

Nuestro Dios tiene a su disposición el cielo y la tierra y sabe exactamente lo que necesitamos. Sólo podemos ver hasta corta distancia delante de nosotros; mas "todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta". (Hebreos 4:13) Por sobre las perturbaciones de la tierra está él entronizado; y todas las cosas están abiertas a su visión divina; y desde su grande y serena eternidad ordena aquello que su providencia ve que es lo mejor.

Ni siquiera un pajarillo cae al suelo sin que lo note el Padre. El odio de Satanás contra Dios le induce a deleitarse en destruir hasta los animales. Y sólo por el cuidado protector de Dios son preservadas las aves para alegrarnos con sus cantos de gozo. Pero él no se olvida siquiera de los pajarillos. "Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos". (Mateo 10:31)
"Bendice alma mía, a Jehová.
Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido;
Te has vestido de gloria y de magnificencia.
El que se cubre de luz como de vestidura,
Que extiende los cielos como una cortina,
Que establece sus aposentos entre las aguas,
El que pone las nubes por su carroza,
El que anda sobre las alas del viento;
El que hace a los vientos sus mensajeros,
Y a las flamas de fuego sus ministros.
"Él fundó la tierra sobre sus cimientos;
No será jamás removida.
Con el abismo, como con vestido, la cubriste;
Sobre los montes estaban las aguas.
A tu reprensión huyeron;
Al sonido de tu trueno se apresuraron;
Subieron los montes, descendieron los valles,
Al lugar que tú les fundaste.
Les pusiste término, el cual no traspasarán,
Ni volverán a cubrir la tierra.
"Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos;
Van entre los montes;
Dan de beber a todas las bestias del campo;
Mitigan su sed los asnos monteses.
A sus orillas habitan las aves de los cielos;
Cantan entre las ramas.
Él riega los montes desde sus aposentos;
Del fruto de sus obras se sacia la tierra.
"Él hace producir el heno para las bestias,
Y la hierba para el servicio del hombre,
Sacando el pan de la tierra,
Y el vino que alegra el corazón del hombre.
Se llenan de savia los árboles de Jehová,
Los cedros del Líbano que él plantó.
Allí anidan las aves;
En las hayas hace su casa la cigüeña.
Los montes altos para las cabras monteses;
Las peñas, madrigueras para los conejos.
"Hizo la luna para los tiempos;
El sol conoce su ocaso.
Pones las tinieblas, y es la noche;
En ella corretean todas las bestias de la selva.
Los leoncillos rugen tras la presa,
Y para buscar de Dios su comida.
Sale el sol, se recogen,
Y se echan en sus cuevas.
Sale el hombre a su labor,
Y su labranza hasta la tarde...
"Todos ellos esperan en ti,
Para que les des su comida a su tiempo.
Les das, recogen;
Abres tu mano, se sacian del bien.
Escondes tu rostro, se turban;
Les quitas el hálito, dejan de ser,
Y vuelven al polvo.
Envías tu Espíritu, son creados,
Y renuevas la faz de la tierra.
"Sea la gloria de Jehová para siempre;
Alégrese Jehová en sus obras.
Él mira a la tierra, y ella tiembla;
Toca los montes, y humean.
A Jehová cantaré en mi vida;
A mi Dios cantaré salmos mientras viva.
Dulce será mi meditación en él;
Yo me regocijaré en Jehová".
(Salmos 104:1-34)

"Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia,
Oh Dios de nuestra salvación,
Esperanza de todos los términos de la tierra,
Y de los más remotos confines del mar.
Tú, el que afirma los montes con su poder,
Ceñido de valentía;
El que sosiega el estruendo de los mares,
el estruendo de sus ondas,
Y el alboroto de las naciones.
Por tanto, los habitantes de los fines de la tierra
temen de sus maravillas.
Tú haces alegrar las salidas de la mañana y de la tarde.
"Visitas la tierra, y la riegas;
En gran manera la enriqueces;
Con el río de Dios, lleno de aguas,
Preparas el grano de ellos, cuando así lo dispones.
Haces que se empapen sus surcos,
Haces descender sus canales;
La ablandas con lluvias, bendices sus renuevos.
Tú coronas el año con tus bienes,
Y tus nubes destilan grosura".
(Salmos 65:5-11)

"Sostiene Jehová a todos los que caen,
Y levanta a todos los oprimidos.
Los ojos de todos esperan en ti,
Y tú les das comida a su tiempo.
Abres tu mano,
Y colmas de bendición a todo ser viviente".
(Salmos 145:14-16)
Su paciente misericordia

Ningún padre terrenal ha intercedido con tanto fervor en favor de un hijo errante como aquel que nos creó intercede por el transgresor. Ningún interés de amor humano jamás extendió al impenitente invitaciones más tiernas que éstas:
"Y no me invocaste a mí, Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel".
(Isaías 43:22)

"Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí".
(Miqueas 6:3)

"Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo".
(Oseas 11:1)

"Porque la porción de Jehová es su pueblo;
Jacob la heredad que le tocó.
Le halló en tierra de desierto,
Y en yermo de horrible soledad;
Lo trajo alrededor, lo instruyó,
Lo guardó como a la niña de su ojo.
Como el águila que excita su nidada,
Revolotea sobre sus pollos,
Extiende sus alas, los toma,
Los lleva sobre sus plumas".
(Deuteronomio 32:9-11)

"No guardaron el pacto de Dios,
Ni quisieron andar en su ley".
(Salmos 78:10)

"Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí;
a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios.
Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín,
tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba.
Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor;
y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su
cerviz, y puse delante de ellos la comida.
No volverá a tierra de Egipto, sino que el asirio mismo será
su rey; porque no se quisieron convertir.
Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas;
las consumirá a causa de sus propios consejos.
Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí;
aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me
quiere enaltecer".
(Oseas 11:2-7)

"Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad,
y no los destruía;
Y apartó muchas veces su ira, y no despertó todo su enojo.
Se acordó de que eran carne,
Soplo que va y no vuelve".
(Salmos 78:38, 39)
Aunque "entregó a cautiverio su poderío, y su gloria en mano del enemigo", aun así dijo: "Mas no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad". (Salmos 78:61; 89:33)

"¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia". (Jeremías 31:20)
"¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín?
¿Te entregaré yo, Israel?
¿Cómo podré yo hacerte como Adma,
o ponerte como a Zeboim?
Mi corazón se conmueve dentro de mí,
se inflama toda mi compasión.
No ejecutaré el ardor de mi ira,
ni volveré para destruir a Efraín;
porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti;
y no entraré en la ciudad".
(Oseas 11:8, 9)

"Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios;
porque por tu pecado has caído.
Llevad con vosotros palabras de súplica,
y volved a Jehová, y decidle:
Quita toda iniquidad, y acepta el bien,
y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.
No nos librará el asirio; no montaremos en caballos,
ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos:
Dioses nuestros; porque en ti el huérfano
alcanzará misericordia".
(Oseas 14:3)

"En pos de Jehová caminarán; él rugirá como león; rugirá,
y los hijos vendrán temblando desde el occidente.
Como ave acudirán velozmente de Egipto,
y de la tierra de Asiria como paloma;
y los haré habitar en sus casas, dice Jehová".
(Oseas 11:10, 11)

"Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia;
porque mi ira se apartó de ellos.
Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio,
y extenderá sus raíces como el Líbano.
Se extenderán sus ramas,
y será su gloria como la del olivo,
y perfumará como el Líbano.
Volverán y se sentarán bajo su sombra;
serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid;
su olor será como de vino del Líbano.
Efraín dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos?
Yo lo oiré y miraré;
yo seré a él como la haya verde;
de mí será hallado su fruto.
¿Quién es sabio para que entienda esto,
y prudente para que lo sepa?
Porque los caminos de Jehová son rectos,
y los justos andarán por ellos...".
(Oseas 14:4-9)

"¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad,
y olvida el pecado del remanente de su heredad?
No retuvo para siempre su enojo,
porque se deleita en misericordia.
Él volverá a tener misericordia de nosotros;
sepultará nuestras iniquidades,
y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados".
(Miqueas 7:18, 19)

"Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con
amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia".
"Porque Jehová redimió a Jacob, lo redimió de mano del más fuerte
que él". "Y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré
de su dolor". "Mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová".
(Jeremías 31:3, 11, 13, 14)

"Canta, oh hija de Sión; da voces de júbilo, oh Israel;
gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén.
Jehová ha apartado sus juicios,
ha echado fuera tus enemigos;
Jehová es Rey de Israel en medio de ti;
nunca más verás el mal.
En aquel tiempo se dirá de Jerusalén:
No temas; Sión, no se debiliten tus manos.
Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará;
se gozará sobre ti con alegría, callará de amor,
se regocijará sobre ti con cánticos".
(Sofonías 3:14-17)

"Porque este Dios es Dios nuestro eternamente,
y para siempre;
Él nos guiará aún más allá de la muerte".
(Salmos 48:14)