Testimonios para la Iglesia, Tomo 9

Capítulo 14

Consejos para los ministros

Sanatorio, California, 3 de noviembre de 1901.

A un obrero de mucha experiencia, radicado en Nueva York.

Después de considerar la situación de la obra en Nueva York experimenté una intensa preocupación. Durante la noche se me presentó lo siguiente: Se trabajará en Nueva York; se iniciará la obra en sectores de la ciudad donde no hay iglesias, en los que la verdad se afianzará. Hay gran cantidad de trabajo que se debe realizar en la proclamación de la verdad para este tiempo a la gente que se encuentra muerta en la desobediencia y el pecado. Hombres designados por Dios presentarán mensajes impactantes, mensajes de tal naturaleza que despertarán y amonestarán al público. Algunos se resentirán a causa de la amonestación y resistirán la luz y la evidencia presentadas, pero eso significa que estamos predicando el mensaje probatorio para este tiempo.

Se presentarán mensajes extraordinarios. Los juicios de Dios ya están en la tierra. Aunque hay que establecer misiones en las ciudades, donde los colportores, obreros bíblicos y obreros médicos misioneros prácticos puedan ser entrenados para presentar la verdad a ciertas clases sociales, también debemos tener en nuestras ciudades evangelistas consagrados, capaces de dar mensajes tan definidos y pertinentes, que impacten a los oyentes.

"Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es. Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros Dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?" (Isaías 43:8-13)

"Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé. Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses. Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver. ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová, que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye? Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla". (Isaías 42:16-21)

La obra delineada en estos pasajes es la que nosotros debemos llevar a cabo. Las expresiones "Mi siervo", "Israel", "el siervo de Jehová", se refieren a cualquiera que el Señor elija y designe para realizar cierto trabajo. Los convierte en ministros de su voluntad, aunque algunos que son elegidos sean tan ignorantes de su voluntad como lo era el rey Nabucodonosor.

Dios trabajará por los miembros de su pueblo que se sometan a la obra del Espíritu Santo. Promete su gloria para el éxito del Mesías y de su reino. "Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo; por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas...

''¿Quién de vosotros oirá esto? ¿Quién atenderá y escuchará respecto al porvenir?' (Isaías 42:5-7, 23)

El pueblo de Dios que ha tenido luz y conocimiento, no ha llevado a cabo los elevados y santos propósitos de Dios. No ha progresado de victoria en victoria, añadiendo nuevo territorio, elevando el estandarte en las ciudades y en los suburbios. Los que han recibido gran luz de parte del Señor han demostrado poseer gran ceguera espiritual, porque no han andado en la luz para progresar cada vez más en ella. Los miembros de la iglesia no han sido instados a utilizar nervio y músculo espirituales en la tarea de progresar. Hay que hacerles comprender que los ministros no pueden obtener su salvación si permanecen inactivos. Así es como se convierten en personas débiles en vez de ser fuertes.

En cada iglesia hay que elegir a hombres y mujeres jóvenes para que lleven responsabilidades. Dejad que hagan todo esfuerzo necesario para capacitarse a fin de ayudar a los que conocen la verdad. Dios necesita obreros fervientes y firmes. Los humildes y contritos aprenderán por experiencia personal que no existe salvador fuera de él.

La verdad bíblica debe ser predicada y practicada. Cada rayo de luz recibido debe hacerse brillar en forma clara y evidente. La verdad debe destacarse como una lámpara de poderosa luz. Hay cientos de siervos de Dios que deben responder a este llamamiento y salir al campo como obreros fervorosos dispuestos a ganar almas, que acuden en ayuda del Señor para combatir a los poderosos. Dios llama a hombres vivos, que estén llenos de la influencia vivificadora de su Espíritu, hombres que consideren a Dios como Legislador Supremo y reciban de él abundante prueba del cumplimiento de sus promesas, hombres que no sean tibios, sino entusiastas y fervorosos con su amor.

Si la influencia que se ha ejercido sobre las iglesias durante los veinte años pasados volviera a ejercerse sobre ellas, fracasaría, tal como fracasó en el pasado, y no convertiría a los miembros en seguidores de Cristo abnegados y capaces de llevar su cruz. Muchos han sido sobrealimentados con alimento espiritual, mientras en el mundo hay miles que perecen sin el pan de vida. Los miembros de la iglesia deben trabajar; deben educarse a sí mismos para alcanzar la elevada norma que se ha puesto ante ellos. El Señor les ayudará a conseguirlo, si colaboran con él. Si guardan sus propias almas en el amor de la verdad, no impedirán que los ministros presenten la verdad en nuevos campos.

Las grandes ciudades debieran haber sido trabajadas poco después que las iglesias recibieron la luz, pero muchos no han experimentado ninguna preocupación por las almas, y Satanás, al encontrarlos susceptibles a sus tentaciones, ha echado a perder su experiencia. Dios pide a su pueblo que se arrepienta, que se convierta y que vuelva a su primer amor, que perdieron porque no lograron seguir los pasos de su abnegado Redentor.

Con valor y sencillez

Ha llegado el tiempo de realizar decididos esfuerzos en lugares donde la verdad no ha sido todavía proclamada. ¿En qué forma debe hacerse la obra del Señor? Hay que poner un sólido fundamento en todo lugar donde se penetra, con el fin de establecer obra permanente. Hay que poner en práctica los métodos del Señor. No debéis dejaros intimidar por las apariencias exteriores, por muy amenazadoras que parezcan. Debéis llevar adelante la obra tal como el Señor dijo que debía realizarse. Predicad la palabra y el Señor y el Espíritu Santo llevarán convicción a las mentes de los oyentes. La palabra es: "Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían". (Marcos 16:20)

Muchos obreros deben hacer su parte y dar estudios bíblicos de casa en casa a las familias. Deben demostrar su crecimiento en la gracia al someterse a la voluntad de Cristo. Así obtendrán una valiosa experiencia. A medida que reciban, crean y obedezcan la palabra de Cristo con fe, la eficacia del Espíritu Santo se observará en la obra de su vida. Se verá un esfuerzo intenso y ferviente. Manifestarán una fe que obra por amor y purifica el alma. Los frutos del Espíritu se advertirán en su vida.

Cristo es la Luz del mundo. Los que le siguen no andan en tinieblas, sino que poseen la luz de la vida. Juan declara de Cristo: "A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". Juan 1:12. Contemplad a Cristo. Su contemplación hace que el corazón, la mente y el carácter estén en armonía con la voluntad de Dios.

Hay necesidad de toda la instrucción que nuestras misiones puedan impartir. Continuad en vuestra obra con el mismo Espíritu que condujo a su establecimiento. Al abrir las Escrituras, al orar, al ejercer fe, educad al pueblo en los caminos del Señor; así se edificará una iglesia fundada sobre la Roca, Cristo Jesús.

Hay que llevar a cabo la obra en la sencillez de la verdad. Dios dice: "Tengo palabras de ánimo para vosotros". El Señor tiene en las grandes ciudades muchas almas preciosas que no se han inclinado ante Baal, y también tiene a los que han adorado a Baal por falta de conocimiento. La luz de la verdad debe brillar sobre ellos, para que contemplen a Cristo como el camino, la luz y la vida.

Realizad vuestra obra con humildad. Nunca os pongáis por encima de la sencillez del Evangelio de Cristo. Encontraréis el éxito en la ganancia de almas al destacar a Cristo, el Redentor que perdona los pecados, y no en el arte de los efectos teatrales. A medida que trabajéis por Dios con humildad y mansedumbre, él se manifestará a vosotros.

El ministro puede destacar la verdad con claridad y fuerza mediante el uso de ilustraciones, símbolos y representaciones de diversas clases. Estos recursos son una ayuda y están en armonía con las instrucciones de Dios. Pero cuando el obrero gasta tanto dinero en sus campañas, que otros obreros no pueden obtener de la tesorería recursos suficientes para sostenerlos en el campo de labor, no está trabajando en armonía con el plan de Dios. La obra en las grandes ciudades debe efectuarse de acuerdo con los métodos de Cristo y no siguiendo el arte de las representaciones teatrales. No es la representación teatral lo que glorifica a Dios, sino la exposición de la verdad en el amor de Cristo.

No despojéis la verdad de su dignidad y capacidad de impresionar, al llevar a cabo actos preliminares que se rigen más por el arte del mundo que por las instrucciones del Cielo. Haced comprender a los oyentes que vuestras reuniones no tienen el propósito de encantar sus sentidos con música y otros recursos, sino de predicar la verdad en toda su solemnidad para que la reciban como una advertencia y los despierte de su sueño mortal de la complacencia de sí mismos. La verdad desnuda es lo que corta en dos sentidos como una espada de dos filos. Eso es lo que despertará a los que están muertos en sus pecados.

Aquel que dio su vida para salvar a los hombres y las mujeres de la idolatría y la complacencia de sí mismos, dejó un ejemplo que debe ser seguido por todos los que se dedican a la obra de presentar el Evangelio a la gente. Los siervos de Dios han recibido las verdades más solemnes para que las proclamen, y sus acciones, métodos y planes deben adecuarse a la importancia de su mensaje. Si presentáis la palabra siguiendo los métodos de Cristo, vuestro auditorio quedará profundamente impresionado con las verdades que enseñáis. Recibirán la convicción de que se trata de la palabra del Dios viviente.

Formalismo en el culto de adoración

En su empeño por impresionar a la gente con la verdad, los mensajeros del Señor no deben seguir los métodos del mundo. Para despertar el interés en sus reuniones, no deben depender de cantantes mundanos ni representaciones teatrales. ¿Cómo podrían los que no tienen interés en la Palabra de Dios, que nunca la han leído con el deseo sincero de comprender sus verdades, cantar con el espíritu y el entendimiento? ¿Cómo podrían sus corazones estar en armonía con las palabras de los himnos sagrados? ¿Cómo podría el coro celestial unirse a una música que sólo tiene forma de piedad?

No hay palabras suficientemente fuertes para describir el mal del culto formalista, pero tampoco hay expresiones adecuadas para presentar la profunda bendición del culto genuino. Cuando los seres humanos cantan con el espíritu y el entendimiento, los músicos celestiales se unen en el canto de acción de gracias. Aquel que ha derramado sobre nosotros los dones que nos permiten ser obreros juntamente con Dios, espera que sus servidores cultiven sus voces para poder hablar y cantar en una forma que todos puedan comprender. No es necesario cantar con voz fuerte, sino con clara entonación y pronunciación correcta. Que todos dediquen tiempo al cultivo de la voz, para que la alabanza a Dios pueda ser cantada con tonos claros y suaves, sin voz destemplada que ofende los oídos. La habilidad de cantar es un don de Dios que debe ser usado para su gloria.

En las reuniones elegid a varias personas para que participen en el canto, acompañados por instrumentos musicales bien interpretados. No debemos oponernos al uso de música instrumental en nuestro trabajo. Esta parte del servicio debe conducirse con habilidad, porque es alabanza a Dios mediante el canto.

No siempre unas pocas personas deben hacerse cargo del canto. Tan a menudo como sea posible hay que hacer participar a toda la congregación.

Unidad en la diversidad

En nuestros esfuerzos en favor de las multitudes que moran en las ciudades, debemos tratar de realizar un servicio cabal. La obra en un centro urbano populoso es más grande que lo que un solo hombre puede hacer con buen éxito. Dios tiene diversas formas de trabajar, y tiene diferentes obreros a quienes ha confiado diversidad de dones.

Un obrero puede ser un excelente orador; otro un buen escritor; otro puede tener el don de la oración sincera y ferviente; otro puede poseer el don del canto; otro puede tener capacidad especial para explicar claramente la Palabra de Dios. Y cada don debe convertirse en poder para Dios, porque él trabaja con el obrero. A uno Dios concede palabra de sabiduría, a otro conocimiento, a otro fe; pero todos deben trabajar bajo la misma Cabeza. La diversidad de dones conduce a una diversidad de operaciones, "pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo". (1 Corintios 12:6)

Dios desea que sus siervos escogidos aprendan a unirse en un esfuerzo armonioso. Puede parecer a algunos que el contraste entre sus dones y los dones de un obrero colaborador es demasiado grande para permitirles unirse en un esfuerzo armonioso; pero cuando recuerdan que hay diversas clases de mentes que deben alcanzarse con el mensaje, y que algunos rechazarán la verdad en la forma como la presenta el obrero, pero abrirán su corazón a la verdad de Dios como es presentada en forma diferente por otro obrero, tal vez tratarán de trabajar juntos en unidad. Sus talentos, aunque sean diferentes, pueden mantenerse bajo el control del mismo Espíritu. En cada palabra y acción se manifestará bondad y amor; y cuando cada obrero ocupe fielmente el lugar que se le ha asignado, quedará contestada la oración de Cristo por la unidad de sus seguidores, y el mundo sabrá que éstos son sus discípulos.

Los obreros de Dios deben unirse unos con otros en amante simpatía. El que dice o hace cualquier cosa que tienda a separar a los miembros de la iglesia de Cristo, está obrando contra el propósito del Señor. Los malos entendimientos y las disensiones en la iglesia, la estimulación de la sospecha y la incredulidad, están deshonrando a Cristo. Dios desea que sus siervos cultiven el afecto cristiano mutuo. La verdadera religión une los corazones no solo con Cristo, sino también unos con otros con vínculos muy tiernos. Cuando sepamos lo que significa estar así unidos con Cristo y nuestros hermanos, una fragante influencia emanará de nuestro trabajo dondequiera que vayamos.

Los obreros que trabajan en las grandes ciudades deben desempeñar sus diversas partes y hacer todo lo posible para producir los mejores resultados. Deben hablar con fe y actuar de tal modo que impacten a la gente. No deben estrechar la obra de acuerdo con sus ideas personales. En el pasado hemos actuado excesivamente de este modo como pueblo, lo que ha estorbado el éxito de la obra. Recordemos que el Señor tiene diversos modos de trabajar y diferentes obreros a quienes concede diversos dones. Debemos ver su propósito al enviar a ciertos hombres a determinados lugares.

La voz de la misericordia se escuchará durante un tiempo más; por un tiempo más se oirá la bondadosa invitación: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba". Juan 7:37. Dios envía sus mensajes de amonestación a las ciudades en todas partes. Que los mensajeros que él envía trabajen con tanta armonía que todos vean que han aprendido de Jesús.

Con la humildad de Cristo

Ningún ser humano debe procurar vincular a otros seres humanos consigo mismo con la intención de controlarlos, para decirles lo que deben hacer y lo que no deben hacer, ordenando, dictando y actuando como un oficial sobre una compañía de soldados. Así es como actuaron los sacerdotes y dirigentes en los días de Cristo, pero no es la forma correcta de actuar. Después que la verdad ha impresionado los corazones, y hombres y mujeres han aceptado sus enseñanzas, deben ser tratados como propiedad de Cristo, y no como propiedad del hombre. Al unir las mentes a vosotros mismos, las conducís a desconectarse de la fuente de su sabiduría y suficiencia. Su dependencia debe ser totalmente de Dios; sólo así podrán crecer en la gracia.

Por mucho que una persona pretenda tener conocimiento y sabiduría, a menos que actúe bajo la dirección del Espíritu Santo, será muy ignorante de las cosas espirituales. Necesita comprender el peligro de su insuficiencia y depender totalmente de Aquel que puede mantener las almas comprometidas con su verdad, capaz de llenarlos con su Espíritu y con amor sin egoísmo, capacitándolos así para dar testimonio de que Dios ha enviado a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. Los que se han convertido auténticamente, trabajarán juntos con unidad cristiana. Que no haya división en la iglesia de Dios, que no se ejerza autoridad indebida sobre los que aceptan la verdad. La mansedumbre de Cristo debe aparecer en todo lo que se diga y se haga.

Cristo es el fundamento de cada iglesia verdadera. Tenemos su promesa inalterable de que su presencia y protección será dada a sus fieles que anden en su consejo. Cristo debe ser el primero hasta el fin del tiempo. El es la fuente de vida y poder, de justicia y santidad. Es todo esto para los que llevan su yugo y aprenden de él a ser mansos y humildes.

El deber y deleite de todo servicio es elevar a Cristo delante de la gente. Esta es la finalidad de todo trabajo genuino. Dejad que aparezca Cristo; dejad que el yo se oculte detrás de él. Esta es una abnegación digna que Dios acepta. "Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados". (Isaías 57:15)

Haciendo frente a la oposición

Con frecuencia surgirán manifestaciones de oposición cuando procuréis presentar la verdad; pero si tratáis de hacer frente a la oposición con argumentos, tan sólo la intensificaréis y no podéis daros el lujo de hacer tal cosa. Mantened una actitud afirmativa. Los ángeles de Dios os observan, y ellos saben cómo impresionar a las personas cuya oposición rehusáis hacer frente con argumentos. No insistáis en los puntos negativos de los asuntos que surgen, sino traed a vuestra mente verdades afirmativas y fijadlas en ella por medio de estudio, ferviente oración y consagración de corazón. Mantened vuestras lámparas aprovisionadas y encendidas, y dejad que emitan brillantes rayos para que la gente, al contemplar vuestras buenas obras, sea inducida a glorificar a vuestro Padre que está en los cielos.

Si Cristo no se hubiera aferrado de lo afirmativo en el desierto de la tentación, habría perdido todo lo que deseaba ganar. El método de Cristo es el mejor para hacer frente a nuestros opositores. Fortalecemos sus argumentos cuando repetimos lo que dicen. Mantened siempre una actitud afirmativa. Podría suceder que la misma persona que se opone estime vuestras palabras y se convierta a la verdad que ha llegado a su entendimiento.

He dicho con frecuencia a nuestros hermanos: "Vuestros opositores harán declaraciones falsas acerca de vuestra obra. No repitáis esas declaraciones, sino que aferraos a vuestras aseveraciones acerca de la verdad viviente, y los ángeles de Dios abrirán el camino ante vosotros. Tenemos una importante obra que debemos realizar, y debemos llevarla a cabo con sensatez. No nos pongamos nerviosos ni abriguemos sentimientos malignos. Cristo no lo hizo, y él es nuestro ejemplo en todas las cosas. Para llevar a cabo la obra que se nos ha encomendado necesitamos una provisión mayor de sabiduría celestial humilde y santificada, y menos del yo. Necesitamos aferrarnos firmemente del poder divino".

Los que se han alejado de nuestra fe volverán a nuestras congregaciones para apartar nuestra atención de la obra que Dios desea que hagamos. No podéis permitiros apartar vuestros oídos de la verdad para escuchar fábulas. No tratéis de convertir a la persona que pronuncia palabras de condenación contra vuestra obra; en cambio, haced ver que estáis inspirados por el Espíritu de Jesucristo, y los ángeles de Dios pondrán en vuestros labios palabras que llegarán hasta el corazón de los opositores. Si esas personas insisten en sus acusaciones, los miembros de la congregación que tienen mayor sensatez comprenderán que vuestras normas son las más elevadas. Hablad de tal manera que resulte evidente que Jesús está hablando a través de vosotros.

Es necesario trabajar de todo corazón

Si nuestros ministros comprendieran cuán pronto los habitantes delmundo tendrán que comparecer ante el tribunal del juicio de Dios, para dar cuenta de las obras realizadas en el cuerpo, ¡con cuánto fervor trabajarían juntamente con Dios para presentar la verdad! Cuán incansablemente trabajarían para hacer avanzar la causa de Dios en el mundo y proclamarían con sus palabras y acciones: "Mas el fin de todas las cosas se acerca". (1 Pedro 4:7)

"Preparaos para encontraros con vuestro Dios", es el mensaje que debemos proclamar en todas partes. La trompeta debe emitir un sonido certero. Hay que hacer resonar la advertencia clara y distintamente: "Ha caído, ha caído la gran Babilonia... Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas". (Apocalipsis 18:2-4) Las palabras de este pasaje se cumplirán. Pronto la gran prueba vendrá sobre todos los habitantes del mundo. En ese tiempo se realizarán decisiones rápidas. Los que han sido convencidos por la presentación de la palabra se alinearán bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel. Verán y comprenderán como nunca antes que han perdido numerosas oportunidades para hacer el bien que debieran haber hecho. Comprenderán que no han trabajado con tanto celo como debieran haberlo hecho para buscar y salvar a los perdidos, para arrancarlos, por decirlo así, del fuego.

Los siervos de Dios deben ser "en lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor". (Romanos 12:11) La dejación y la falta de eficiencia no son piedad. Cuando comprendamos que estamos trabajando para Dios tendremos un sentido más elevado que nunca antes del carácter sagrado del servicio espiritual. Esta comprensión introducirá vida, vigilancia y perseverancia en el cumplimiento de todo deber.

La religión pura y sin contaminación es intensamente práctica. En la salvación de las almas, lo único que produce resultado es el trabajo ferviente y de todo corazón. Debemos convertir nuestros deberes diarios en actos de devoción que aumenten constantemente en utilidad, porque vemos nuestra obra a la luz de la eternidad.

Nuestro Padre celestial nos ha encomendado la obra que debemos hacer. Tenemos que tomar nuestras Biblias y salir a advertir al mundo. Debemos ser las manos ayudadoras de Dios en la salvación de las almas; canales a través de los cuales su amor fluya día a día hacia los que perecen. El acto de llevar a cabo la gran obra en la que tenemos el privilegio de participar, ennoblece y santifica al verdadero obrero. Está lleno de la fe que obra por amor y purifica el alma. Nada es aburrido para el que se somete a la voluntad de Dios. "Como para el Señor" es un pensamiento que llena de encanto cualquier trabajo que Dios nos pide que hagamos.

Llevad a cabo toda vuestra obra sobre principios estrictamente religiosos. Que vuestra ferviente pregunta sea: "¿Qué puedo hacer para agradar al Maestro?" Visitad lugares en los que los creyentes necesiten ánimo y ayuda. Preguntaos a cada paso: "¿Es éste el camino del Señor? ¿Estoy en armonía con su voluntad en espíritu, en palabra y en acción?" Si trabajáis para Dios pensando únicamente en darle gloria, vuestra obra llevará el molde divino, y estaréis llevando a cabo los propósitos del Señor.

En vuestro estudio de la Palabra de Dios, penetrad cada vez más profundamente. Aferraos del poder divino por la fe, y buscad la profundidad de la inspiración. Llevad a vuestro ministerio el poder de Dios y recordad que tenéis su respaldo. Dejad que su amor brille a través de todo lo que hacéis y decís. Dejad que la preciosa y sencilla verdad de la Palabra de Dios brille plenamente. Humillaos delante de Dios. Cristo será vuestra eficiencia. El os ha designado como mayordomos sobre su casa, para que deis alimento a su debido tiempo. Los obreros de Cristo están muy cerca de su corazón. El desea perfeccionar su casa mediante la perfección de sus ministros.

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Cristo es el Redentor amante y compasivo. Los hombres y las mujeres se fortalecen en su poder sustentador para resistir el mal. Cuando el pecador convencido de su culpa considera el pecado, lo ve extremadamente pecaminoso. Se pregunta por qué no acudió antes a Cristo. Comprende que tiene que vencer sus faltas, y que sus apetitos y pasiones deben ser sometidos a la voluntad de Dios, a fin de ser participante de la naturaleza divina, habiendo vencido la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia. Habiéndose arrepentido de su transgresión de la ley de Dios, se esfuerza con fervor para vencer el pecado. Procura revelar el poder de la gracia de Cristo y se pone en contacto personal con el Salvador. Mantiene a Cristo constantemente ante él. Orando, creyendo y recibiendo las bendiciones que necesita, se acerca cada vez más a la norma que Dios le ha fijado. En su carácter se revelan nuevas virtudes a medida que niega el yo y eleva la cruz, siguiendo hacia donde Cristo guía. Ama al Señor Jesús de todo corazón, y Cristo se convierte en su sabiduría, su justicia, su santificación y su redención.

Cristo es nuestro ejemplo, nuestra inspiración y nuestra valiosa recompensa. "Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios". (1 Corintios 3:9) Dios es el Constructor principal, pero el hombre tiene una parte a su cargo. Debe cooperar con Dios. "Somos colaboradores de Dios". Nunca lo olvidéis. "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad". (Filipenses 2:12-13) El poder milagroso de la gracia de Cristo se manifiesta en la creación en el hombre de un nuevo corazón, de una vida más elevada, de un entusiasmo santo. Dios dice: "Os daré corazón nuevo". (Ezequiel 36:26) ¿No es esto, la renovación del hombre, el mayor milagro que pueda realizarse? ¿Hay algo que el agente humano no pueda hacer cuando por la fe se aferra del poder divino?

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Recordad que vuestro poder y vuestra victoria se encuentran en trabajar con Cristo como vuestro Salvador personal. Esta es la parte que todos debemos llevar a cabo. Cristo es el camino, la verdad y la vida. El declara: "Separados de mí nada podéis hacer". (Juan 15:5) Y el alma arrepentida y creyente responde: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". (Filipenses 4:13) Los que hacen esto reciben esta seguridad: "A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". (Juan 1:12)