La Voz: Su Educación y Uso Correcto

Capítulo 61

Hombres y mujeres de la Biblia

Enoc

Conversaba sobre temas celestiales--El caso de Enoc está delante de nosotros. Durante cientos de años caminó con Dios. Vivió en una época corrupta, cuando la contaminación moral abundaba a todo su alrededor; pero disciplinó su mente en la devoción, y para amar la pureza. Su conversación era sobre cosas celestiales. Encauzó su mente en esta dirección, y llevaba la estampa de lo divino. Su semblante estaba iluminado con la luz que brilla en el rostro de Jesús.--Testimonies for the Church 2:122.

Predicaba la justicia--Al serle presentadas las escenas del futuro, Enoc se hizo predicador de la justicia, para dar el mensaje de Dios a todos los que quisieran oír las palabras de amonestación. En la tierra donde Caín había tratado de huir de la presencia divina, el profeta de Dios dio a conocer las maravillosas escenas que habían pasado ante su visión. "He aquí"--declaraba--"el Señor es venido con sus santos millares, a hacer juicio contra todos, y a convencer a todos los impíos de entre ellos, tocante a todas sus obras de impiedad".

El poder de Dios que obraba con su siervo, era sentido por aquellos que oían. Algunos prestaban oído a la amonestación y dejaban sus pecados; pero las multitudes se burlaban del solemne mensaje. Los siervos de Dios han de proclamar un mensaje similar al mundo en los últimos días, y también será recibido por la mayoría con incredulidad y burla.

A medida que transcurría año tras año, más y más caudalosa se volvía la corriente de la culpabilidad humana, más y más sombríos eran los nubarrones del juicio divino que se amontonaban. Sin embargo, Enoc, el testigo de la fe, proseguía su camino, amonestando, intercediendo y enseñando, esforzándose por rechazar el flujo de culpabilidad, y detener los rayos de la venganza.--Obreros Evangélicos, 53, 54.

Condenaba el pecado--Enoc condenaba intrépidamente el pecado. Mientras predicaba el amor de Dios en Cristo a la gente de aquel entonces, y les rogaba que abandonaran sus malos caminos, reprobaba la prevaleciente iniquidad, y amonestaba a los hombres de su generación, manifestándoles que vendría el juicio sobre los transgresores. El Espíritu de Cristo habló por medio de Enoc, y se manifestaba no sólo en expresiones de amor, compasión y súplica; pues, los santos hombres no hablan sólo palabras halagadoras. Dios pone en el corazón y en los labios de sus mensajeros, las verdades que han de expresar a la gente, verdades agudas y cortantes como una espada de dos filos.--Historia de los Patriarcas y Profetas, 74.

Los frutos de su mensaje--Después de proclamar su mensaje, siempre llevaba de vuelta consigo hasta su lugar de retiro, a los que habían recibido la amonestación. Algunos de ellos llegaron a ser vencedores, y murieron antes de que viniera el diluvio. Pero muchos habían vivido durante tanto tiempo rodeados por la corruptora influencia del pecado, que no podían soportar la rectitud.--Comentario Bíblico Adventista 1:1102.

Jocabed

La maestra de Moisés--Jocabed era mujer y esclava. Su destino en la vida era humilde, y su carga pesada. Sin embargo, el mundo no ha recibido beneficios mayores, mediante ninguna otra mujer, con excepción de María de Nazaret. Sabiendo que su hijo había de pasar pronto de su cuidado al de los que no conocían a Dios, se esforzó con más fervor aún, para unir su alma con el cielo. Trató de implantar en su corazón el amor y la lealtad a Dios. Y llevó a cabo fielmente esa obra. Ninguna influencia posterior, pudo inducir a Moisés a renunciar a los principios de verdad que eran el centro de la enseñanza de su madre.--La Educación, 61.

Una educadora para Dios--Dios había oído las oraciones de la madre; su fe fue premiada. Con profunda gratitud emprendió su tarea, que ahora no entrañaba peligro. Aprovechó fielmente la oportunidad de educar a su hijo para Dios. Estaba segura de que había sido preservado para una gran obra, y sabía que pronto debería entregarlo a su madre adoptiva, y se vería rodeado de influencias que tenderían a apartarlo de Dios. Todo esto la hizo más diligente y cuidadosa en su instrucción, que en la de sus otros hijos. Trató de inculcarle la reverencia a Dios, y el amor a la verdad y a la justicia, y oró fervorosamente para que fuese preservado de toda influencia corruptora. Le mostró la insensatez y el pecado de la idolatría, y desde muy temprana edad le enseñó a postrarse y orar al Dios viviente, el único que podía oírlo y ayudarlo en toda emergencia.

La madre retuvo a Moisés tanto tiempo como pudo, pero se vio obligada a entregarlo cuando tenía alrededor de doce años de edad. De su humilde cabaña fué llevado al palacio real, y la hija de Faraón lo prohijó. Pero en Moisés no se borraron las impresiones que había recibido en su niñez. No podía olvidar las lecciones que aprendió junto a su madre. Le fueron un escudo contra el orgullo, la incredulidad y los vicios que florecían en medio del esplendor de la corte.

¡Cuán extensa en sus resultados fue la influencia de aquella sola mujer hebrea, a pesar de ser una esclava desterrada! Toda la vida de Moisés y la gran misión que cumplió como caudillo de Israel, dan fe de la importancia de la obra de una madre piadosa.--Historia de los Patriarcas y Profetas, 249.

Mujeres fieles como madres--Esta responsabilidad recae principalmente sobre la madre, que con su sangre vital nutre al niño y forma su armazón física, le comunica también influencias intelectuales y espirituales, que tienden a formar la inteligencia y el carácter. Jocabed, la madre hebrea de fe robusta, y que no temía "el mandamiento del rey" (Hebreos 11:23), fue la mujer de la cual nació Moisés, el libertador de Israel. Ana, la mujer que oraba, abnegada y movida por la inspiración celestial, dio a luz a Samuel, el niño instruido por el cielo, el juez incorruptible, el fundador de las escuelas sagradas de Israel. Elisabet, la parienta de María de Nazaret, y animada del mismo espíritu que ésta, fue la madre del precursor del Salvador.--El Ministerio de Curación, 287, 288.

Moises

Sus palabras eran elocuentes--La vida de Moisés fue señalada con el supremo amor de Dios. Su piedad, humildad y paciencia le dieron influencia sobre las huestes de Israel. Su celo y fe en Dios eran mayores, que los de ningún otro ser humano sobre la tierra. En muchas ocasiones se dirigió a su pueblo con palabras de elocuencia conmovedora. Nadie conocía mejor que él, cómo conmover los afectos del pueblo. El condujo con gran sabiduría todos los asuntos relacionados con los intereses religiosos del pueblo.--Spiritual Gifts 3:57.

El rey Saúl

Su fluidez y sabiduría--Cuando Saúl se unió a los profetas en su culto... el Espíritu Santo se apoderó también de él; de modo que unió el suyo a sus cantos de alabanza y profetizó con ellos. Hablaba con tanta fluidez y sabiduría, y los acompañó con tanto fervor en su servicio, que los que le conocían, exclamaron con asombro: "¿Qué ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas?".--Historia de los Patriarcas y Profetas, 662.

Abigail

Su carácter bondadoso y pacífico--La piedad de Abigail, como la fragancia de una flor, se expresaba inconscientemente en su semblante, sus palabras y sus acciones. El Espíritu del Hijo de Dios moraba en su alma. Su palabra, sazonada de gracia, y henchida de bondad y de paz, derramaba una influencia celestial. Impulsos mejores se apoderaron de David, y tembló al pensar en lo que podría haber resultado de su propósito temerario. "Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios". Mateo 5:9. ¡Ojalá que hubiera muchas personas como esta mujer de Israel, que suavizaran los sentimientos irritados, y sofocaran los impulsos temerarios, y evitaran grandes males por medio de palabras impregnadas de una sabiduría serena y bien dirigida!--Historia de los Patriarcas y Profetas, 724.

Elías

Habló en un tono claro--Mirando primero el altar de Jehová, que estaba derribado, y luego a la multitud, Elías clamó con los tonos claros de una trompeta: "¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?--La Historia de Profetas y Reyes, 108.

Los hijos de Israel

La responsabilidad de los padres--Dios ordenó a los hebreos que enseñaran a sus hijos sus requisitos, y que los familiarizaran con el trato que él daba a su pue- blo. El hogar y la escuela eran uno. En lugar de labios extraños, los corazones amantes de padres y madres debían dar instrucciones a sus hijos. Los pensamientos de Dios estaban asociados con todo lo que sucedía en la vida diaria en el hogar. Las poderosas obras que Dios había realizado, para librar a su pueblo, se volvían a narrar con elocuencia y temor reverente. Las grandes verdades de la providencia de Dios, y la vida futura eran impresionadas en las mentes jóvenes. Así, se familiarizaban con lo verdadero, bueno y hermoso.

Mediante el uso de figuras y símbolos, se ilustraban las lecciones dadas, y de este modo, quedaban más firmemente grabadas en la memoria. Casi desde la infancia, y mediante estas imágenes animadas, el niño era iniciado en los misterios, la sabiduría y las esperanzas de sus padres, y guiado en una forma de pensamiento, sentimiento y anticipación, que iba más allá de las cosas que se ven y son transitorias, a las invisibles y eternas.--Fundamentals of Christian Education, 95.

Juan el Bautista

Su elocuencia era pura y natural--La voz de Juan resonó como una trompeta. Su comisión era: "Anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado". Isaías 58:1. No había recibido educación en las escuelas humanas. Dios y la naturaleza habían sido sus maestros. En la tarea de preparar el camino para el advenimiento de Cristo, se necesitaba a uno que fuera tan valiente, como para hacer oír su voz al igual que los profetas de la antigüedad, y amonestar a la nación degenerada, para que se arrepintiera.

Y todos salieron al desierto para oírlo. Los pescadores y los campesinos incultos, acudieron desde las comarcas vecinas y de regiones cercanas y lejanas. Los soldados romanos salieron de los cuarteles de Herodes para ir a escucharlo. Los capitanes fueron con las espadas ceñidas a su costado, con el fin de sofocar todo lo que se asemejara a un alboroto, o a una rebelión. Los avaros cobradores de impuestos acudieron de todas partes; y desde el Sanedrín fueron los sacerdotes con sus filacterias. Todos escucharon fascinados; y todos se retiraron, aun los fariseos, los saduceos y los fríos e insensibles escarnecedores de ese tiempo, sin tener ya más su expresión de burla, y con una profunda convicción de su pecado. No hubo prolongados argumentos, ni bien estructuradas teorías, presentadas elaboradamente con sus "en primer lugar", "en segundo lugar", y "en tercer lugar". En cambio, se advertía una elocuencia pura e innata en las sentencias cortas, y cada palabra llevaba con ella, la certidumbre y la verdad de las poderosas advertencias dadas...

Reprochó abiertamente el pecado en los hombres de ocupaciones humildes, y de los de elevada alcurnia. Declaró la verdad a los reyes y los nobles, ya fuera que la escucharan o la rechazaran.--Mensajes Selectos 2:168-170.

El poder de sus palabras--El propósito de Juan era alertar y alarmar a la gente, y hacerla temblar por su gran perversidad. Con sencillez y llaneza, señalaba los errores y delitos de los hombres. Sus palabras estaban acompañadas de poder, y aunque la gente no quisiera escuchar las denuncias acerca de su vida no santificada, no podía resistirse a sus palabras. El no adulaba a nadie; ni tampoco recibía la adulación de nadie. La gente acudía a él de común acuerdo a arrepentirse, a confesar sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.

Reyes y gobernantes iban al desierto a escuchar al profeta, y se mostraban interesados y profundamente convencidos, cuando él les señalaba sin temor sus pecados particulares. Su discernimiento de los caracteres y su visión espiritual, le permitían leer los propósitos y la mente de los que se acercaban a él, y sin temor alguno les decía, tanto a los ricos, como a los pobres, a los encumbrados como a los humildes, que, aunque pretendieran ser justos, no podrían disfrutar del favor de Dios, ni tener parte en el reino del Mesías, cuya venida él anunciaba, sin arrepentirse de sus pecados, y sin una verdadera conversión.

En el espíritu y con el poder de Elías, Juan denunciaba las corrupciones de los judíos, y levantaba su voz condenando sus pecados prevalecientes. Sus discursos eran sencillos, al punto y convincentes.--The Review and Herald, 7 de enero de 1873.

Un tono alarmante y firme--Juan declaraba sus mensajes sin argumentos elaborados ni teorías sutiles. Su voz se escuchaba desde el desierto en un tono alarmante y firme, pero llena de esperanza: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado". Mateo 3:2. El conmovía a la gente con un poder nuevo y extraño. Toda la nación estaba conmovida. Las multitudes acudían al desierto.--Testimonies for the Church 8:332.

La responsabilidad de su misión--Con visión iluminada por el Espíritu divino, estudiaba los caracteres humanos, para poder saber cómo alcanzar los corazones con el mensaje del cielo. Sentía el peso de su misión. En la soledad, por la meditación y la oración, trataba de fortalecer su alma, para la carrera que le esperaba.--El Deseado de Todas las Gentes, 77.

En tonos de trompeta--Juan había predicado la venida del Mesías. Las palabras del precursor de Cristo habían resonado en sus oídos, como sonido de trompeta.--The Review and Herald, 13 de febrero de 1900.

Uno de los mayores profetas--Cristo declaró que Juan el Bautista era uno de los mayores profetas, y mostró a sus oyentes, que habían tenido suficiente evidencia de que Juan era un mensajero de Dios. Las palabras del predicador del desierto poseían poder. El presentó su mensaje resueltamente, reprendiendo los pecados de los sacerdotes y gobernantes, instándolos a hacer las obras del reino de los cielos.--Palabras de Vida del Gran Maestro, 220, 221 (PP), 193 (ACES).

María, la madre de Jesús

La maestra del niño Jesús--El niño Jesús no recibió instrucción en las escuelas de las sinagogas. Su madre fue su primera maestra humana. De labios de ella y de los rollos de los profetas, aprendió las cosas celestiales.--El Deseado de Todas las Gentes, 50.

Clases a los pies de su madre--En su niñez, juventud y virilidad, Jesús estudió las Escrituras. En su infancia, su madre le enseñó diariamente conocimientos obtenidos de los pergaminos de los profetas.--La Educación, 185.

Los apóstoles

Tenían un lenguaje puro y exacto--Los apóstoles y sus asociados eran hombres sin letras, pero por el derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés, su lenguaje, fuese en su idioma o en otro extranjero, era puro, sencillo y exacto, tanto en los vocablos, como en el acento.--El Deseado de Todas las Gentes, 761.

Presentaban verdades elevadas--Desde ese momento [Pentecostés] en adelante, el lenguaje de los discípulos fue puro, sencillo y exacto, tanto en los vocablos como en el acento, ya fuera que hablaran en su idioma nativo o en lengua extranjera. Estos hombres humildes, que nunca habían estudiado en las escuelas de los profetas, presentaban verdades tan elevadas y puras, que dejaban atónitos a los que los escuchaban.--La Historia de la Redención, 256.

Sus palabras eran como saetas agudas--Los argumentos de los apóstoles por sí solos, aunque claros y convincentes, no habrían eliminado el prejuicio que había resistido tanta evidencia. Pero el Espíritu Santo hizo penetrar los argumentos en los corazones con poder divino. Las palabras de los apóstoles eran como saetas agudas del Todopoderoso, que convencían a los hombres de su terrible culpa, por haber rechazado y crucificado al Señor de gloria.--Los Hechos de los Apóstoles, 37.

Héroes de la fe--Los discípulos no eran sino hombres humildes, sin riquezas, y sin otra arma que la palabra de Dios; sin embargo, en la fuerza de Cristo salieron para contar la maravillosa historia del pesebre y la cruz, y triunfar sobre toda oposición. Aunque sin honor ni reconocimiento terrenales, eran héroes de la fe. De sus labios salían palabras de elocuencia divina, que hacían temblar al mundo.--Los Hechos de los Apóstoles, 64 (PP), 65 (ACES).

Predicaban a un Dios creador--Los apóstoles se esforzaron por impartir a estos idólatras un conocimiento del Dios Creador, y de su Hijo, el Salvador de la especie humana. Primero atrajeron su atención a las obras admirables de Dios, que son el sol, la luna y las estrellas, el hermoso orden de las estaciones sucesivas, las altas montañas cubiertas de nieve, los frondosos árboles, y otras varias maravillas de la naturaleza, que demostraban una habilidad, que superaba la comprensión humana. Por medio de estas obras del Todopoderoso, los apóstoles dirigieron la mente de los paganos a la contemplación del gran gobernante del universo.

Habiendo presentado estas verdades fundamentales concernientes al Creador, los apóstoles hablaron a los listrenses del Hijo de Dios, que vino del cielo a nuestro mundo, porque amaba a los hijos de los hombres.--Los Hechos de los Apóstoles, 146, 147 (PP), 148, 149 (ACES).

Su mensaje era claro y sencillo--Los obreros evangélicos de Corinto comprendían los terribles peligros que amenazaban las almas de aquellos por quienes trabajaban; y con conciencia de la responsabilidad que descansaba sobre ellos, presentaban la verdad como es en Jesús. Claro, sencillo y decidido era su mensaje: sabor de vida para vida, o de muerte para muerte. Y no sólo en sus palabras, sino en su vida diaria, se revelaba el Evangelio.--Los Hechos de los Apóstoles, 202 (PP), 204, 205 (ACES).

Presentaban la verdad con sencillez y claridad--[Los discípulos] habían presentado la verdad con sencillez y claridad, orando por la convicción y conversión de las almas. Y se habían esforzado por vivir de acuerdo con sus enseñanzas, para que la verdad que presentaban, fuera aceptable a la conciencia de todo hombre.--Los Hechos de los Apóstoles, 265 (PP), 272 (ACES).

Su osadía y poder--La gente estaba asombrada de la valentía de los discípulos. Suponían, puesto que eran ignorantes, que podían ser aplastados y confundidos al comparecer ante los sacerdotes, escribas y ancianos. Pero tomaron nota de que habían estado con Jesús. Los apóstoles hablaron como él lo hubiera hecho, con un poder convincente, que sometió al silencio a sus adversarios.--La Historia de la Redención, 262, 263.

El apóstol Juan

Era un fiel y ferviente obrero--Después de la ascensión de Cristo, Juan se destacaba como fiel y ardoroso obrero del Maestro. Juntamente con los otros discípulos disfrutó del derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, y con renovado celo y poder continuó hablando a la gente las palabras de vida, procurando llevar sus pensamientos hacia el Invisible. Era un predicador poderoso, ferviente y profundamente solícito. Con hermoso lenguaje y una voz musical, relataba las palabras y las obras de Cristo; hablaba en una forma que impresionaba los corazones de aquellos que le escuchaban. La sencillez de sus palabras, el poder sublime de la verdad que enunciaba, y el fervor que caracterizaba su enseñanza, le daba acceso a todas las clases sociales.--Los Hechos de los Apóstoles, 436 (PP), 451 (ACES).

No entró en controversia--Como testigo de Cristo, Juan no entró en controversias, ni en fastidiosas disputas. Declaró lo que sabía, lo que había visto, y oído.--Los Hechos de los Apóstoles, 443 (PP), 458 (ACES).

Se concentraba en la historia del evangelio--Cuando la fe de los cristianos parecía vacilar ante la terrible oposición que debían soportar, el anciano y probado siervo de Jesús les repetía con poder y elocuencia, la historia del Salvador crucificado y resucitado.--Los Hechos de los Apóstoles, 454 (PP), 469 (ACES).

La sencillez de su lenguaje--Cuando él testificaba de la gracia del Salvador, la sencillez de su lenguaje era elocuente con un amor que saturaba todo su ser. El no tenía una sola duda, ni sospecha. No participaba en controversias, ni en contiendas fastidiosas.--Manuscrito 8a, 1888.

Era un poderoso predicador--La vida del apóstol estaba en armonía con sus enseñanzas. El amor que brillaba en su corazón para con Cristo, lo condujo a realizar la labor más ferviente e incansable en favor de sus semejantes, especialmente por sus hermanos en la iglesia cristiana. Era un poderoso predicador, ferviente, y profundamente celoso, y sus palabras llevaban en ellas el peso de su convicción.--The Review and Herald, 15 de febrero de 1881.

Su candor en la corte del emperador--Con este fin, Juan fue llamado a Roma para ser juzgado por su fe. Allí, delante de las autoridades, las doctrinas del apóstol fueron expuestas erróneamente. Testigos falsos le acusaron de enseñar herejías sediciosas, con la esperanza de conseguir la muerte del discípulo.

Juan se defendió de una manera clara y convincente, y con tal sencillez y candor que sus palabras tuvieron un efecto poderoso. Sus oyentes quedaron atónitos ante su sabiduría y elocuencia. Pero cuanto más convincente era su testimonio, tanto mayor era el odio de sus opositores. El emperador Domiciano estaba lleno de ira. No podía refutar los razonamientos del fiel abogado de Cristo, ni competir con el poder que acompañaba su exposición de la verdad; pero se propuso hacer callar su voz.--Los Hechos de los Apóstoles, 455 (PP), 470 (ACES).

La influencia del Espíritu Santo--La sencillez de sus palabras, el poder sublime de las verdades que pronunciaba, y el fervor espiritual que caracterizaba sus enseñanzas, le daban acceso a todas las clases. No obstante, hasta los creyentes eran incapaces de comprender completamente los misterios sagrados de la verdad divina, que se desplegaban en sus discursos. Parecía estar constantemente imbuido del Espíritu Santo. El trataba de elevar los pensamientos de la gente para que captaran lo invisible. La sabiduría que él exponía, hacía que sus palabras cayeran como gotas de rocío, suavizando y subyugando las almas.--The Review and Herald, 15 de febrero de 1881.

Pedro

Se adaptaba a su auditorio--Con claridad y poder Pedro dio testimonio de la muerte y resurrección de Cristo: "Varones israelitas, oid estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado de Dios entre vosotros en maravillas y prodigios y señales, que Dios hizo por él en medio de vosotros, como también vosotros sabéis; a éste... prendisteis y matasteis por manos de los inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible ser detenido por ella".

Pedro no se refirió a las enseñanzas de Cristo para probar su aserto, porque sabía que el prejuicio de sus oyentes era tan grande que sus palabras a ese respecto no surtirían efecto. En lugar de ello, les habló de David, a quien consideraban los judíos como uno de los patriarcas de su nación.--Los Hechos de los Apóstoles, 34.

Cristo como ejemplo--Esta valerosa defensa espantó a los caudillos judíos. Se habían figurado que los discípulos quedarían abrumados por el temor y la confusión, al comparecer ante el Sanedrín. Pero por el contrario, estos testigos hablaron como Cristo había hablado, con un poder convincente que hizo callar a sus adversarios. La voz de Pedro no daba indicios de temor al decir: "Esta es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo".

Pedro usó aquí una figura de lenguaje familiar para los sacerdotes.--Los Hechos de los Apóstoles, 52 (PP), 53 (ACES).

Esteban

Fue un defensor de la verdad--Esteban, el más destacado de los siete diáconos, era varón de profunda piedad y gran fe. Aunque judío de nacimiento, hablaba griego y estaba familiarizado con los usos y costumbres de los griegos, por lo que tuvo ocasión de predicar el Evangelio en las sinagogas de los judíos griegos. Era muy activo en la causa de Cristo, y proclamaba osadamente su fe. Eruditos rabinos y doctores de la ley entablaron con él discusiones públicas, confiados en obtener fácil victoria. Pero "no podían resistir a la sabiduría, y al espíritu con que hablaba". No sólo hablaba con la virtud del Espíritu Santo, sino que era evidente que había estudiado las profecías, y estaba versado en todas las cuestiones de la ley. Hábilmente defendía las verdades por las que abogaba, y venció por completo a sus adversarios.--Los Hechos de los Apóstoles, 80 (PP), 81 (ACES).

Su voz era clara y penetrante--Cuando interrogaron a Esteban respecto de si eran ciertas las acusaciones formuladas contra él, defendióse con clara y penetrante voz, que resonó en toda la sala del concilio. Con palabras que cautivaron al auditorio, procedió a repasar las historia del pueblo escogido de Dios.--Los Hechos de los Apóstoles, 81 (PP), 82 (ACES).

Con sabiduría y poder--Con poder de lo alto, Esteban reprendía a los sacerdotes y ancianos incrédulos, y ensalzaba a Jesús delante de ellos. No podían resistir la sabiduría y el poder con que él hablaba.--Primeros Escritos, 197.

Pablo

La instrucción proveniente de Dios--Pablo no llegaba a las iglesias como un orador, o un filósofo lleno de conocimiento. El no procuraba sólo agradar los oídos con palabras y frases elegantes. Proclamaba con elocuente sencillez las cosas que le habían sido reveladas. Podía hablar con poder y autoridad, pues frecuentemente recibía instrucciones de Dios en visión.--Comentario Bíblico Adventista 6:1084.

Usaba el poder del razonamiento--Razonaba con extraordinaria claridad, y mediante su aplastador sarcasmo, podía colocar a un oponente en situación nada envidiable...

Como elocuente orador y crítico severo, Pablo, con su firme propósito y denodado valor, poseía precisamente las cualidades que se necesitaban en la iglesia primitiva.--Los Hechos de los Apóstoles, 101, 102 (PP), 102, 103 (ACES).

Su vida como ejemplo--Pablo llevaba consigo la atmósfera del cielo. Todos los que se asociaban con él, sentían la influencia de su unión con Cristo. El hecho de que su propia vida ejemplificara la verdad que él proclamaba, daba poder convincente a su predicación. En esto reside la fuerza de la verdad. La influencia natural e inconsciente de una vida santa, es el sermón más convincente que pueda predicarse en favor del cristianismo. Los argumentos, aun cuando sean incontestables, pueden provocar tan sólo oposición; mientras que un ejemplo piadoso, tiene un poder al cual es imposible resistir completamente.--Obreros Evangélicos, 60.

Exhortaciones sensibles e inteligentes--Cuando [Pablo] presentó delante de la gente sus manos gastadas por el trabajo, dieron testimonio de que no dependía de otros para su sostén. El estimaba que no disminuían en nada la fuerza de sus conmovedoras exhortaciones: razonables, inteligentes y elocuentes por encima de las de cualquier otro hombre, que hubiera participado en el ministerio cristiano.--Comentario Bíblico Adventista 6:1064.

Un enfoque paso por paso--Pablo no se dirigía a los judíos de un modo que despertase sus prejuicios. No les decía primero que debían creer en Jesús de Nazaret; sino que se espaciaba en las profecías que hablaban de Cristo, de su misión y obra. Paso a paso llevaba a sus oyentes hacia adelante, y les demostraba la importancia de honrar la ley de Dios. Rendía el debido honor a la ley ceremonial, demostrando que Cristo era quien había instituido la dispensación judaica y el servicio de sacrificios. Luego los traía hasta el primer advenimiento del Redentor, y les demostraba que en la vida y muerte de Cristo, se había cumplido toda especificación del servicio de sacrificios.

Al hablar a los gentiles, Pablo ensalzaba a Cristo, presentándoles luego las imposiciones vigentes de la ley. Demostraba, cómo la luz reflejada por la cruz del Calvario, daba significado y gloria a toda la dispensación judaica.

Así variaba el apóstol su manera de trabajar, y adaptaba el mensaje a las circunstancias en que se veía colocado. Después de trabajar pacientemente, obtenía gran éxito; aunque eran muchos los que no querían ser convencidos.--Obreros Evangélicos, 124.

Su lenguaje era modesto--Hay un impresionante contraste entre los alegatos jactanciosos y santurrones de los que profesan estar sin pecado, y el lenguaje modesto del apóstol. No obstante, era la pureza y fidelidad de su propia vida, la que daba semejante poder a las exhortaciones que hacía a sus hermanos.--The Sanctified Life, 86.

Su claridad y fuerza--Como el Espíritu descansaba sobre él, presentaba con claridad y fuerza a sus oyentes las profecías hasta el tiempo del primer advenimiento de Cristo y les mostraba que se habían cumplido las Escrituras que se referían a sus sufrimientos, muerte y resurrección.--Primeros Escritos, 201.

Usaba argumentos convincentes--Entre aquellos que se encontraron con Pablo en la plaza, había "algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos"; pero éstos, y todos los demás que trataron con él, vieron pronto que tenía un caudal de conocimiento aun mayor que el de ellos. Sus facultades intelectuales imponían el respeto de los letrados; mientras su fervor, su lógico razonamiento y el poder de su oratoria llamaban la atención de todo su auditorio. Sus oyentes reconocieron el hecho de que no era un novicio, sino un hombre capaz de hacer frente a todas las clases de argumentos convincentes, en defensa de la doctrina que enseñaba. Así el apóstol permaneció impávido, haciendo frente a sus opositores en su propio terreno, haciendo frente a la lógica con la lógica, a la filosofía con la filosofía, a la elocuencia con la elocuencia.

Sus oponentes paganos le llamaron la atención a la suerte de Sócrates, quien por haber predicado dioses extraños, había sido condenado a muerte; y aconsejaron a Pablo que no arriesgara su vida de la misma manera. Pero los discursos del apóstol cautivaron la atención del pueblo, y su sabiduría sin afectación, les imponía respeto y admiración.--Los Hechos de los Apóstoles, 191, 192 (PP), 193, 194 (ACES).

El fracaso de la elocuencia y la lógica--La costumbre de Pablo había sido adoptar un estilo oratorio en su predicación. Era un hombre capaz de hablar ante reyes, ante los grandes y eruditos hombres de Atenas, y su conocimiento intelectual con frecuencia, le era de valor en la preparación del camino para el Evangelio. Trató de hacer esto en Atenas, haciendo frente a la elocuencia con elocuencia, a la filosofía con filosofía y a la lógica con lógica, pero no alcanzó el éxito que había esperado.--Comentario Bíblico Adventista 6:1084.

Su sencilla presentación de Cristo--Lo que hizo el apóstol Pablo al encontrarse con los filósofos de Atenas, encierra una lección para nosotros. Al presentar el Evangelio ante el tribunal del Areópago, Pablo contestó a la lógica con la lógica, a la ciencia con la ciencia, a la filosofía con la filosofía. Los más sabios de sus oyentes quedaron atónitos. No podían rebatir las palabras de Pablo. Pero este esfuerzo dio poco fruto. Escasos fueron los que aceptaron el Evangelio. En lo sucesivo Pablo adoptó un procedimiento diferente. Prescindió de complicados argumentos y discusiones teóricas, y con sencillez dirigió las miradas de hombres y mujeres a Cristo, el Salvador de los pecadores. Escribiendo a los corintios acerca de su obra entre ellos, dijo:

"Así que, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con altivez de palabra, o de sabiduría, a anunciaros el testimonio de Cristo. Porque no me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado... Y ni mi palabra, ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, mas con demostración del Espíritu y de poder; para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios". 1 Corintios 2:1-5.--El Ministerio de Curación, 164, 165.

Su razonamiento era profundo--Los hechos del caso eran que Pablo era un hombre de gran saber, y su prudencia y sus modales encantaban a sus oyentes. Agradaba a los sabios con su conocimiento, y muchos de ellos creían en Jesús. Cuando estaba ante reyes y grandes asambleas, manifestaba tal elocuencia que fascinaba a todos los presentes. Esto enfurecía mucho a los sacerdotes y ancianos. Era fácil para Pablo entrar en raciocinios profundos y, elevándose, arrastraba a la gente consigo en los pensamientos más exaltados, al presentar las riquezas profundas de la gracia de Dios, y describir el asombroso amor de Cristo. Luego, con sencillez, descendía al nivel que el pueblo común podía comprender, y de la manera más poderosa relataba su experiencia, y despertaba en sus oyentes el ardiente deseo de ser discípulos de Cristo.--Primeros Escritos, 206, 207.

El poder creador del verdadero Dios--La gente se llenó de admiración por el fervor de Pablo, y su lógica exposición de los atributos del Dios verdadero: su poder creador y la existencia de su providencia predominante. Con ardiente y férvida elocuencia, el apóstol declaró: "El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, éste, como es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos, ni es honrado con manos de hombre, necesitado de algo; pues él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas".--Los Hechos de los Apóstoles, 193 (PP), 195 (ACES).

Su tacto ante un auditorio pagano--Las palabras de Pablo contienen un tesoro de conocimiento para la iglesia. Estaba en una posición desde donde hubiera podido fácilmente decir algo que irritara a sus orgullosos oyentes, y lo metiera en dificultad. Si su discurso hubiera sido un ataque directo contra sus dioses y los grandes hombres de la ciudad, hubiera estado expuesto a sufrir la suerte de Sócrates. Pero con un tacto nacido del amor divino, apartó cuidadosamente sus mentes de las deidades paganas, y les reveló al Dios verdadero, que era desconocido para ellos.--Los Hechos de los Apóstoles, 195, 196 (PP), 198 (ACES).

Cristo era su centro--Habló con solemne fervor, y sus oyentes no pudieron sino percibir que amaba con todo su corazón al crucificado y resucitado Salvador. Vieron que su mente se concentraba en Cristo, y que toda su vida estaba vinculada con su Señor. Tan impresionantes fueron sus palabras, que solamente aquellos que estaban llenos del más amargo odio contra la religión cristiana, pudieron quedar sin conmoverse por ellas.--Los Hechos de los Apóstoles, 201 (PP), 203, 204 (ACES).

Su instrucción era sana y práctica--Pablo era un orador elocuente. Antes de su conversión, había tratado a menudo de impresionar a sus oyentes con los vuelos de la oratoria. Pero ahora puso todo eso a un lado. En lugar de entregarse a descripciones poéticas y cuadros fantásticos que pudieran complacer los sentidos y alimentar la imaginación, pero que no podrían alcanzar la experiencia diaria, Pablo trataba, mediante el uso de un lenguaje sencillo, de introducir en el corazón las verdades de vital importancia. Las presentaciones fantásticas de la verdad, pueden provocar un éxtasis de sentimiento; pero demasiado a menudo las verdades presentadas de esta manera, no proporcionan el alimento necesario para fortalecer al creyente para las batallas de la vida. Las necesidades inmediatas, las pruebas presentes, de las almas que luchan, deberían satisfacerse con instrucción sana y práctica sobre los principios fundamentales del cristianismo.--Los Hechos de los Apóstoles, 204, 205 (PP), 207 (ACES).

La sencillez del evangelio--Durante el año y medio que Pablo había pasado en Corinto, había presentado intencionalmente el Evangelio en su sencillez. No "con altivez de palabra, o de sabiduría", había ido a los corintios, sino con temor y temblor, y "con demostración del Espíritu y de poder", había declarado "el testimonio de Cristo", para que su fe no estuviese "fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios".

Pablo había adaptado su método de enseñanza a la condición de la iglesia. "Yo hermanos, no pude hablaros como a espirituales--les explicó más tarde--, sino como a carnales, como a niños en Cristo". 1 Corintios 3:1.--Los Hechos de los Apóstoles, 219 (PP), 222 (ACES).

Su religión no era una mera pretensión--Su conversación, su influencia, su negación a entregarse a la complacencia propia, debían mostrar que su religión no era mera profesión, sino una comunión diaria y viva con Dios. Mantenía siempre delante de sí un blanco, y luchaba ardientemente por alcanzarlo: "La justicia que es de Dios por la fe". Filipenses 3:9.--Los Hechos de los Apóstoles, 253 (PP), 259 (ACES).

Tenía un poder convincente--Con poder convincente, el apóstol expuso la gran verdad de la resurrección.--Los Hechos de los Apóstoles, 257 (PP), 264 (ACES).

Su lenguaje era claro--El apóstol, de la manera más decidida y expresiva, se esforzó por corregir las falsas y peligrosas ideas y prácticas que prevalecían en la iglesia de Corinto. Habló claramente, pero con amor por sus almas.--Los Hechos de los Apóstoles, 258 (PP), 265 (ACES).

Era tranquilo y dueño de sí--El apóstol se mantenía tranquilo y dueño de sí en medio del tumulto. Su mente estaba fija en Dios, y sabía que le rodeaban los ángeles del cielo. No quería dejar el templo sin hacer un esfuerzo para proclamar la verdad a sus compatriotas, y cuando iban a conducirlo al castillo, le dijo al tribuno: "¿Me será lícito hablarte algo?" Lisias replicó: "¿Sabes griego? ¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto cuatro mil hombres salteadores?" Entonces repuso Pablo: "Yo de cierto soy hombre judío, ciudadano de Tarso, ciudad no obscura de Cilicia: empero ruégote que me permitas que hable al pueblo".

Concedido el permiso, "Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo". El ademán del apóstol atrajo la atención del gentío, y su porte le inspiró respeto.--Los Hechos de los Apóstoles, 327 (PP), 336, 337 (ACES).

Su experiencia personal--Si hubiera procurado discutir con sus opositores, se habrían negado tercamente a escucharle. Pero el relato de su experiencia fue acompañado de tan convincente poder, que momentáneamente pareció enternecer y rendir los corazones.--Los Hechos de los Apóstoles, 328 (PP), 337 (ACES).

Su sinceridad era evidente--Con candidez y sinceridad declaró el objeto de su visita a Jerusalén, y las circunstancias de su arresto y juicio... El apóstol habló con fervor y evidente sinceridad, y sus palabras eran convincentes.--Los Hechos de los Apóstoles, 336, 337 (PP), 347 (ACES).

Su clara defensa ante Agripa--Con claridad y poder Pablo repasó ante Agripa, los principales acontecimientos relacionados con la vida de Cristo en la tierra.--Los Hechos de los Apóstoles, 348 (PP), 359 (ACES).

Su cortesía era verdadera--Mirad a Pablo cuando compareció ante los magistrados. Su discurso ante Agripa es dechado de verdadera cortesía, y de persuasiva elocuencia.--El Ministerio de Curación, 390.

Su precaución y bondad--No dijo nada del maltrato que había sufrido a manos de los judíos, o de los repetidos complots para asesinarle. Sus palabras revelaron prudencia y bondad... Les relató su propia experiencia, y les presentó argumentos de los escritos del Antiguo Testamento con sencillez, sinceridad y poder.--Los Hechos de los Apóstoles, 359, 360 (PP), 372 (ACES).

Como una voz del cielo--Con elocuencia sobrehumana expuso las verdades del Evangelio. Presentó a sus oyentes el sacrificio realizado en bien de la raza caída... Tal fue el alegato del abogado de la verdad. Fiel entre los infieles, leal entre los desleales, se erguía como representante de Dios, y su voz era como una voz del cielo. No había temor, tristeza ni desaliento en su palabra, ni en su mirada...

Muchos de los que le contemplaron aquel día, "vieron su rostro como el rostro de un ángel". Hechos 6:15.

Nunca habían escuchado los circunstantes palabras como aquéllas. Tocaron una cuerda que hizo vibrar aun, el corazón más endurecido. La verdad clara y convincente desbarataba el error.--Los Hechos de los Apóstoles, 394, 395 (PP), 408, 409 (ACES).

Timoteo

Recibió su instrucción en el hogar--El padre de Timoteo era griego y su madre judía. Desde la niñez había conocido las Escrituras. La piedad que vio en su vida de hogar era sana y cuerda. La fe de su madre y de su abuela en los oráculos sagrados, era para él un constante recuerdo de la bendición que acarrea el hacer la voluntad de Dios. La Palabra de Dios, era la regla por la cual esas dos piadosas mujeres habían guiado a Timoteo. El poder espiritual de las lecciones que había recibido de ellas, conservó puro su lenguaje y evitó que le contaminaran las malas influencias que le rodeaban. Así, las que le instruyeron en el hogar habían cooperado con Dios, en prepararlo para llevar responsabilidades.

Pablo vio a Timoteo fiel, firme y sincero, y le escogió como compañero de labor y de viaje. Las que habían enseñado a Timoteo en su infancia fueron recompensadas, viendo al hijo de su cuidado unido en estrecho compañerismo con el gran apóstol. Timoteo era sólo un joven cuando fue escogido por Dios como maestro; pero sus principios habían sido tan bien establecidos por su primera educación, que era digno del puesto de ayudante de Pablo. Y aunque joven, llevó sus responsabilidades con mansedumbre cristiana.--Los Hechos de los Apóstoles, 165, 166 (PP), 167, 168 (ACES).